EL SÁBADO ENSEÑARÉ...
RESEÑA
Texto clave: Génesis 32:28.
Enfoque del estudio: Génesis 32–35; Oseas
12:3, 4; Jeremías 30:5-7.
Introducción: Jacob ahora se liberó de
Labán. Bajo la bendición de Dios, Jacob se hizo rico. Parece que por fin está
feliz. Ha alcanzado su objetivo y se dirige a su hogar en Canaán. Sin embargo,
Jacob está profundamente angustiado por su futuro en Canaán y la amenaza que
representa su hermano. Precisamente en este momento, Dios decide acercarse a
Jacob. Esta confrontación extraordinaria cambiará radicalmente el carácter de
Jacob. Como resultado, recibe un nuevo nombre: Israel. El encuentro de Jacob
con Dios en Peniel se corresponde con su encuentro en Betel. Los dos relatos
repiten palabras, estructura y temas. Mientras que Betel comienza al atardecer,
Peniel termina al amanecer, con la perspectiva de un futuro glorioso. Después
de una noche de lucha, Jacob sale de su encuentro con una bendición y un nuevo
nombre. Ha tenido un encuentro personal con el Dios de amor, y salió vivo. A su
vez, Jacob puede mirar el rostro del enemigo, su hermano Esaú, con humildad y
amor. Luego Jacob se dirige a su familia y confronta la iniquidad: la violación
de Dina, los asesinatos cometidos por sus hijos y, finalmente, la idolatría en
su casa.
Temática de la lección:
1. La angustia de Jacob. La angustia de Jacob antes de llegar a la Tierra Prometida contiene
una lección de dependencia de Dios y prefigura la angustia escatológica del
pueblo de Dios en el tiempo del fin.
2. Lucha con Dios. La confrontación de Jacob con Dios mismo lo obligó a enfrentarse a sí
mismo y a cambiar. Su confrontación contiene lecciones sobre la importancia de
la conversión.
3. El rostro del hermano. Como resultado de su encuentro con Dios,
Jacob puede ver el rostro de Dios en el rostro de su hermano.
COMENTARIO
La angustia de Jacob
La angustia de Jacob (tsará) inspira al
profeta Jeremías con respecto a la terrible condición de Israel en el exilio
(Jer. 30:7). Sin embargo, más allá de este acontecimiento concreto, el lenguaje
del profeta sugiere claramente que él tiene en vista el futuro Día del Señor
escatológico (comparar con Sof. 1:14-18). Daniel aplica la misma expresión en
relación con la “angustia”, (tsará), al tiempo del fin (Dan. 12:1; comparar con
Mat. 24:15, 21).
La angustia de Jacob deriva de dos causas.
La primera es horizontal y se identifica con su hermano; la segunda es vertical
y se relaciona con Dios. La primera preocupación de Jacob es su hermano, a
quien envía dos grupos de mensajeros. Esta iniciativa es una operación
estratégica para salvaguardar el segundo campamento: en caso de que el primer
campamento sea atacado, el segundo campamento tendrá tiempo para escapar. Jacob
decide enviar “dos campamentos de mensajeros” a Esaú. Jacob llama con el mismo
nombre, majané, “campamentos”, a sus dos campamentos de mensajeros humanos
(Gén. 32:7 [8]). Jacob entiende que para restablecer su relación con Dios, debe
restaurar la relación con su hermano.
Al igual que su abuelo Abraham, Jacob
ruega a Dios que lo ayude. Jacob dirige su súplica solo a Dios, porque es Dios
quien le ordenó que regresara a Canaán (Gén. 32:9), el mismo Dios que prometió
garantizar su posteridad (Gén. 32:12). Jacob se refiere a la maravilla de la
gracia de Dios (Gén. 32:10). Las dos palabras hebreas jésed (“misericordia”) y
’emet (“verdad”) son las mismas que el siervo de Abraham usó cuando bendijo a
Dios por haber escuchado su oración (Gén. 24:27). Después de orar, Jacob acampa
para pasar la noche. Sin embargo, antes de retirarse, Jacob vuelve a actuar. De
este modo, el texto va y viene entre la oración y la acción. Como Jacob no es
ingenuo y su fe no significa que sea pasivo, este asegura su campamento. Jacob
organiza una oleada tras otra de regalos para “apaciguar” a Esaú (Gén. 32:20).
El verbo hebreo kiper, para “apaciguar”, significa “expiar”. La asociación con
otras palabras como minjá, “presente”, una palabra que se refiere a la ofrenda
(Lev. 2:1-14), y nasá’ panim, “perdonar” o “aceptar”, da fe de una perspectiva
religiosa. Jacob tiene en mente su reconciliación pasada con Dios (Gén.
32:22–32) mientras intenta reconciliarse con su hermano (comparar con Mat.
5:23).
Lucha con Dios
Jacob se queda a solas porque quiere orar,
en medio de su angustia de espíritu, por la intervención y la protección de
Dios. Mientras ora, se le acerca “un varón” (Gén. 32:24). Como piensa que un
enemigo lo ataca, comienza a luchar por su vida. El calificativo anónimo “un
varón” evidencia la misteriosa identidad de esta persona. Jacob identificará al
hombre como Dios (Gén. 32:30), al igual que el profeta Oseas (Ose. 12:3, 4).
Isaías usará el mismo lenguaje en su descripción del Siervo sufriente (Isa. 53:3).
No es inaudito que Dios asuma forma humana para relacionarse con la humanidad
(ver Gén. 18:1, 17; Juec. 6:11). Daniel usa el mismo término, “un varón”, para
designar al Sumo Sacerdote celestial (Dan. 10:5; comparar con Dan. 8:11) y al
“príncipe del ejército” (Dan. 8:11), una expresión que designa al Señor mismo
(Jos. 5:14, 15).
La información de que este Varón (Dios) no
prevaleció contiene una importante lección teológica acerca de Dios en su
relación con los seres humanos. La “debilidad” de Dios al confrontar con los
seres humanos es una expresión de su gracia y amor, y del misterio de su
encarnación para salvar a la humanidad. El siguiente movimiento del Varón
contradice inmediatamente esta impresión de debilidad. Un simple toque es
suficiente para producir la dislocación de cadera, lo que sugiere un poder
sobrehumano. El lugar del golpe, “en el sitio del encaje de su muslo” (Gén.
32:25), que se refiere al lomo o el muslo, es un eufemismo para el lugar
vinculado con la procreación. Por ende, el toque divino es una bendición
implícita que apunta a los descendientes de Jacob (Gén. 46:26; Éxo. 1:5). El
hecho de que Jacob haya recibido un golpe en el órgano que genera vida también
está vinculado a la prohibición alimentaria de comer sangre. Porque la vida está
en la sangre (Gén. 9:4). Por consiguiente, esta práctica es más que un mero
recordatorio de la historia de Jacob; también recuerda ese episodio bíblico y,
con él, sus lecciones teológicas. También llama la atención de los consumidores
de carne sobre el principio fundamental del carácter sagrado de la vida.
El profeta Oseas interpreta la lucha de
Jacob con Dios como una experiencia de oración (Ose. 12:4). Es la fe de Jacob
lo que explica su tenaz insistencia (Luc. 11:5-8). Por lo tanto, el nuevo
nombre de Jacob es “Israel”. La explicación del “varón” introduce una serie de
paradojas:
(1) Jacob luchó con Dios y, no obstante,
el “varón” explica que Jacob también luchó con los hombres;
(2) el nombre Israel significa literalmente “Dios lucha”, aunque esta explicación
afirma que es Jacob quien lucha;
(3) el “varón” acaba de golpear a Jacob, que se dislocó la cadera, y sin
embargo, el relato explica que fue Jacob quien prevaleció.
Todas estas paradojas transmiten lecciones teológicas importantes:
(1) la calidad de la relación de Jacob con Dios depende de la calidad de su
relación con los hombres (en este caso, Esaú) y viceversa;
(2) el nombre Israel, “Dios lucha”, recuerda a Jacob que debe aprender a dejar
que Dios pelee por él (ver Éxo. 14:13, 14). Jacob prevalecerá en la medida en
que permita que Dios prevalezca sobre él, un principio que enunció Pablo:
“Cuando soy débil, entonces soy fuerte” (2 Cor. 12:10). Jacob llama “Peniel” al
lugar donde Dios se le apareció, que significa “el rostro de Dios”. Este nombre
representa la experiencia personal de Jacob, es decir, que Dios lo confrontó y
él sobrevivió. El uso de la expresión hebrea “cara a cara” no significa que
Jacob realmente hubiese visto el rostro físico de Dios. Esta expresión equivale
a ver “la apariencia de Jehová” (Núm. 12:8), y básicamente describe la
experiencia de un encuentro directo con Dios (Deut. 5:4).
El rostro del hermano
Ante la renuencia de Esaú a aceptar el
regalo de pacificación de su hermano (Gén. 33:9), Jacob responde conectando
explícitamente su relación con él a su relación con Dios: “He visto tu rostro,
como si hubiera visto el rostro de Dios” (Gén. 33:10). Jacob ha visto el
“rostro de Dios” (Peniel) en el rostro de Esaú. La experiencia de Jacob con
Esaú es un segundo Peniel: el primer Peniel en preparación para el segundo
Peniel. El encuentro de Jacob con Dios lo ha ayudado en su encuentro con su
hermano, y la reconciliación con su hermano afectará su relación con Dios.
Jacob logró entender que el amor por Dios y el amor por su hermano dependen uno
del otro.
Jesús infiere de las Escrituras esta singular lección teológica: “Amarás al
Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente.
Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu
prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos depende toda la ley y los
profetas” (Mat. 22:37-40).
APLICACIÓN A LA VIDA
La angustia de Jacob. “Asi´ como el patriarca lucho´ toda la noche pidiendo ser liberado de la
mano de Esau´, asi´ clamara´n los justos a Dios di´a y noche que los libre de
los enemigos que los rodean” (PP 199). La experiencia de angustia de Jacob ¿en
qué medida funciona como una profecía de esperanza para el tiempo del fin? ¿Qué
advertencia y aliento podemos obtener de la angustia de Jacob que nos pueda
ayudar en el tiempo de angustia? ¿Alguna vez tuvieron una experiencia personal
similar a un tiempo de angustia, un período en el que oraban con angustia y, al
parecer, solo obtuvieron silencio de parte de Dios? ¿Cómo sobrellevaron esa
angustia?
Lucha con Dios. Recuerden momentos de su vida en los que lucharon con
tentaciones y dudas. ¿Cómo los acercaron más a Dios estas luchas? Compartan su
testimonio con la clase. La audaz declaración de Jacob: “No te dejaré, si no me
bendices” (Gén. 32:26) ¿cómo se aplica a la oración? ¿Por qué “perder” la lucha
con Dios significa ganar la pelea? Luchar con Dios ¿cómo puede cambiarnos para
siempre? Lean y comenten Romanos 7:23 al 25. ¿Por qué debemos “luchar” y por
qué es tan difícil luchar con Dios? ¿Por qué es imposible prevalecer por
nuestros propios medios? Lean Efesios 6:12.
El rostro del hermano. Nuestra experiencia con el perdón de Dios ¿por
qué nos ayuda a perdonar, y cómo? ¿Por qué amar, respetar y disfrutar las
diferencias de alguien de otra raza, cultura o religión se basa en nuestra
experiencia de ver a Dios mismo? ¿Qué actos hacia nuestro hermano o hermana
pueden generar en él la experiencia de ver el rostro de Dios?
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