Lección 10 | Lunes 30 de mayo
LOS HERMANOS SE ENCUENTRAN
Desde Peniel, “el rostro de Dios” (ver Gén. 32:30), el lugar donde tuvo esta experiencia con Dios, Jacob avanza ahora para encontrarse con su hermano. Después de veinte años de separación, Jacob lo ve acercarse con cuatrocientos hombres (Gén. 33:1). Jacob está preocupado y, por lo tanto, se prepara él mismo y a su familia para lo que pudiera suceder.
Lee Génesis 33. ¿Qué conexión hay entre la experiencia de Jacob de ver el rostro de Dios en Peniel y la experiencia de Jacob de ver el rostro de su hermano? ¿Cuál es la implicación de esta conexión con respecto a nuestra relación con Dios y nuestra relación con nuestros “hermanos”, sean quienes fueren?
Gén 33:1 Alzando Jacob sus ojos, miró, y he aquí venía Esaú, y los cuatrocientos hombres con él; entonces repartió él los niños entre Lea y Raquel y las dos siervas.
Gén 33:2 Y puso las siervas y sus niños delante, luego a Lea y sus niños, y a Raquel y a José los últimos.
Gén 33:3 Y él pasó delante de ellos y se inclinó a tierra siete veces, hasta que llegó a su hermano.
Gén 33:4 Pero Esaú corrió a su encuentro y le abrazó, y se echó sobre su cuello, y le besó; y lloraron.
Gén 33:5 Y alzó sus ojos y vio a las mujeres y los niños, y dijo: ¿Quiénes son éstos? Y él respondió: Son los niños que Dios ha dado a tu siervo.
Gén 33:6 Luego vinieron las siervas, ellas y sus niños, y se inclinaron.
Gén 33:7 Y vino Lea con sus niños, y se inclinaron; y después llegó José y Raquel, y también se inclinaron.
Gén 33:8 Y Esaú dijo: ¿Qué te propones con todos estos grupos que he encontrado? Y Jacob respondió: El hallar gracia en los ojos de mi señor.
Gén 33:9 Y dijo Esaú: Suficiente tengo yo, hermano mío; sea para ti lo que es tuyo.
Gén 33:10 Y dijo Jacob: No, yo te ruego; si he hallado ahora gracia en tus ojos, acepta mi presente, porque he visto tu rostro, como si hubiera visto el rostro de Dios, pues que con tanto favor me has recibido.
Gén 33:11 Acepta, te ruego, mi presente que te he traído, porque Dios me ha hecho merced, y todo lo que hay aquí es mío. E insistió con él, y Esaú lo tomó.
Gén 33:12 Y Esaú dijo: Anda, vamos; y yo iré delante de ti.
Gén 33:13 Y Jacob le dijo: Mi señor sabe que los niños son tiernos, y que tengo ovejas y vacas paridas; y si las fatigan, en un día morirán todas las ovejas.
Gén 33:14 Pase ahora mi señor delante de su siervo, y yo me iré poco a poco al paso del ganado que va delante de mí, y al paso de los niños, hasta que llegue a mi señor a Seir.
Gén 33:15 Y Esaú dijo: Dejaré ahora contigo de la gente que viene conmigo. Y Jacob dijo: ¿Para qué esto? Halle yo gracia en los ojos de mi señor.
Gén 33:16 Así volvió Esaú aquel día por su camino a Seir.
Gén 33:17 Y Jacob fue a Sucot, y edificó allí casa para sí, e hizo cabañas para su ganado; por tanto, llamó el nombre de aquel lugar Sucot.
Gén 33:18 Después Jacob llegó sano y salvo a la ciudad de Siquem, que está en la tierra de Canaán, cuando venía de Padan-aram; y acampó delante de la ciudad.
Gén 33:19 Y compró una parte del campo, donde plantó su tienda, de mano de los hijos de Hamor padre de Siquem, por cien monedas.
Gén 33:20 Y erigió allí un altar, y lo llamó El-Elohe-Israel.
Jacob se inclina siete veces ante su hermano (Gén. 33:3) a quien llama varias veces “mi señor” (Gén. 33:8, 13, 15) y se identifica a sí mismo como su “siervo” (Gén. 33:5; comparar con Gén. 32:4, 18, 20). Perceptiblemente, las siete reverencias de Jacob reflejan las siete bendiciones de su padre (Gén. 27:27-29). Además, cuando se inclina, específicamente revierte la bendición de su padre, quien le dijo: “Naciones se inclinen a ti” (Gén. 27:29).
Es como si la intención de Jacob fuera pagar su deuda con su hermano y devolverle la bendición que le ha robado (ver Gén. 33:11). Cuando Esaú vio a su hermano, contra todo pronóstico, corrió hacia Jacob y, en lugar de matarlo, “le besó; y lloraron” (Gén. 33:4).
Más tarde, Jacob le comentó a Esaú: “He visto tu rostro, como si hubiera visto el rostro de Dios” (Gén. 33:10). La razón de la extraordinaria declaración de Jacob es saberse perdonado por Esaú. En Génesis 33:10 aparece el verbo hebreo ratsá, que se traduce como “favor” (RV60), o “bondad” (RV95). Es un término teológico que se refiere a cualquier sacrificio que sea “agradable”, “acepto” por Dios, que a su vez implica el perdón divino (Lev. 22:27; Amós 5:22).
La experiencia de Jacob de recibir el perdón de Dios en Peniel, donde vio el rostro de Dios, se repite ahora en su experiencia del perdón de su hermano, al que identifica como si viera el rostro de Dios. Jacob vive un segundo Peniel, el primero en preparación para el segundo. Jacob ha sido perdonado por Dios y por su hermano. Ciertamente ahora habrá entendido, aún más que antes, el significado de la gracia.
¿Qué has aprendido acerca de la gracia por la manera en que los demás (además del Señor) te han perdonado?

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