Lección 10 | Miércoles 31 de agosto
UNA BOCA CERRADA
Los ejemplos más poderosos de mansedumbre en el crisol provienen de Jesús. Cuando dijo “aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas” (Mat. 11:29), sus implicaciones son tales que probablemente ni podemos imaginarlas.
Lee 1 Pedro 2:18 al 25. Pedro da un consejo sorprendente a los esclavos. Describe cómo respondió Jesús al trato injusto y doloroso y plantea que les ha dejado “ejemplo, para que sigáis sus pisadas” (1 Ped. 2:21). ¿Qué principios de mansedumbre y humildad en medio del crisol podemos aprender del ejemplo de Jesús, como lo expresa aquí Pedro?
1Pe 2:18 Criados, estad sujetos con todo respeto a vuestros amos; no solamente a los buenos y afables, sino también a los difíciles de soportar.
1Pe 2:19 Porque esto merece aprobación, si alguno a causa de la conciencia delante de Dios, sufre molestias padeciendo injustamente.
1Pe 2:20 Pues ¿qué gloria es, si pecando sois abofeteados, y lo soportáis? Mas si haciendo lo bueno sufrís, y lo soportáis, esto ciertamente es aprobado delante de Dios.
1Pe 2:21 Pues para esto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas;
1Pe 2:22 el cual no hizo pecado, ni se halló engaño en su boca;
1Pe 2:23 quien cuando le maldecían, no respondía con maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino encomendaba la causa al que juzga justamente;
1Pe 2:24 quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados.
1Pe 2:25 Porque vosotros erais como ovejas descarriadas, pero ahora habéis vuelto al Pastor y Obispo de vuestras almas.
Es terrible ver cuando alguien trata a otro injustamente. Y es extremadamente doloroso cuando somos nosotros quienes recibimos ese trato. Debido a que normalmente tenemos un fuerte sentido de justicia, cuando ocurre una injusticia, nuestro instinto es “arreglar las cosas” mientras cargamos con lo que supuestamente es una ira justa y recta.
No es fácil vivir así. Y hasta imposible, a menos que aceptemos una verdad fundamental: que en todas las situaciones injustas debemos creer que nuestro Padre celestial tiene el control y que actuará en nuestro favor cuando sea según su voluntad. Esto también significa que debemos estar abiertos a la posibilidad de que, al igual que Jesús, no siempre nos salvaremos de la injusticia. Pero siempre debemos recordar que nuestro Padre que está en los cielos también está con nosotros y está al mando.
El consejo de Pedro, inspirado en la vida de Jesús, es sorprendente porque parece ser que el silencio ante el sufrimiento injusto es un testimonio mayor de la gloria de Dios que “arreglar las cosas”. Cuando Caifás y Pilato lo interrogaron, Jesús podría haber dicho, y hecho, muchas cosas para corregir la situación y justificarse, pero no lo hizo. Su silencio fue un testimonio de su mansedumbre.
¿Cómo afrontas situaciones en las que te han tratado injustamente? ¿Cómo puedes aprovechar mejor algunos de los principios analizados aquí y aplicarlos a tu vida?

Comentarios
Publicar un comentario