Miércoles 4 de enero | Lección 1
RESPONSABILIDADES DE LOS MIEMBROS DE LA FAMILIA DE DIOS
Todos disfrutamos de las bendiciones y los dones espirituales y temporales que Dios nos da. Qué reconfortante es saber también que somos “parte de la familia”.
Lee Deuteronomio 6:5 y Mateo 22:37. ¿Qué significa esto y cómo hacerlo?
Deu 6:5 Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas.
Mat 22:37 Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente.
¿Cómo amar a Dios con “todo tu corazón, con toda tu alma y toda tu mente” (Mat. 22:37)? Curiosamente, la Biblia nos da la respuesta, y no es lo que la mayoría de la gente espera.
Lee Deuteronomio 10:12 y 13 y 1 Juan 5:3. Bíblicamente hablando, ¿cuál es la respuesta apropiada en nuestra relación de amor con nuestro Padre celestial?
Deu 10:12 Ahora, pues, Israel, ¿qué pide Jehová tu Dios de ti, sino que temas a Jehová tu Dios, que andes en todos sus caminos, y que lo ames, y sirvas a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma;
Deu 10:13 que guardes los mandamientos de Jehová y sus estatutos, que yo te prescribo hoy, para que tengas prosperidad?
1Jn 5:3 Pues este es el amor a Dios, que guardemos sus mandamientos; y sus mandamientos no son gravosos.
¿Guardar la Ley? ¿Obedecer los mandamientos? Para muchos cristianos, lamentablemente, la idea de obedecer la Ley (especialmente el cuarto Mandamiento) es legalismo, y sostienen que simplemente somos llamados a amar a Dios y al prójimo como a nosotros mismos. Sin embargo, Dios es claro: revelamos nuestro amor a Dios y al prójimo cuando obedecemos sus mandamientos. “En esto consiste el amor de Dios: en que guardemos sus mandamientos” (1 Juan 5:3). Estamos acostumbrados a ver en este versículo que porque amamos a Dios, por lo tanto, guardamos sus mandamientos. Está bien. Pero quizá también podamos leerlo como “este es el amor de Dios”, es decir, conocemos y experimentamos el amor de Dios al guardar sus mandamientos.
En Mateo 7:21 al 27, Jesús dijo que los que oyen y practican las palabras de Dios son como un constructor sabio que edificó su casa sobre roca sólida. A los que escuchan pero no obedecen se los compara con un constructor necio que edificó su casa sobre la arena, con resultados desastrosos. Ambos oyeron la palabra; uno obedeció, el otro no. Los resultados marcaron la diferencia entre la vida y la muerte.
Piensa en el vínculo entre amar a Dios y obedecer su Ley. ¿Por qué deberíamos expresar el amor por Dios de esa manera? ¿Por qué guardar los mandamientos ciertamente revela ese amor? (Pista: piensa en lo que causa la desobediencia de su Ley.)
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