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Lección 14: “YO HAGO NUEVAS TODAS LAS COSAS” | La vida eterna: La muerte y la esperanza futura - Sección maestros


Lección 14:

“YO HAGO NUEVAS TODAS LAS COSAS”

RESEÑA

Textos clave: Isaías 65:17-25; Apocalipsis 21-22.

Nuestra última lección trata sobre la esperanza última y el anhelo del cristiano en el momento en que Dios establecerá los nuevos cielos y la nueva Tierra escatológicos. Todo el viejo orden de nuestro mundo pecaminoso desaparecerá. Nuestro pasado pecaminoso ya no nos preocupará, y todas nuestras faltas, pecados y transgresiones serán borrados. Todas las angustias, las decepciones y las heridas serán sanadas.

Después del Milenio, Dios enjugará nuestras lágrimas; el Gran Conflicto habrá terminado. Dios creará todo nuevo. En este escenario reinarán el amor, la felicidad, la paz y la alegría. Dios establecerá los cielos nuevos y la Tierra Nueva con una nueva calidad de vida. Ya no habrá necesidad de hospitales, prisiones ni cementerios porque no habrá dolor, enfermedad, sufrimiento, violencia, crimen, explotación ni muerte (Apoc. 21:4, 5). La Nueva Jerusalén será, “entre los seres humanos, [...] la morada de Dios”. “Él acampará en medio de ellos, y ellos serán su pueblo; Dios mismo estará con ellos y será su Dios” (Apoc. 21:3, NVI). La vida en la nueva Tierra será impresionante y muy satisfactoria. Lo que Dios nos ha revelado al respecto está más allá de nuestra imaginación como para comprenderlo completamente, porque “el trono de Dios y del Cordero estará en ella, y sus siervos le servirán, y verán su rostro, y su nombre estará en sus frentes. No habrá allí más noche; y no tienen necesidad de luz de lámpara, ni de luz del sol, porque Dios el Señor los iluminará; y reinarán por los siglos de los siglos” (Apoc. 22:3-5, NVI).

COMENTARIO

Descripción de Isaías 65:17-25

El profeta Isaías es un profeta de esperanza. Más que cualquier otro profeta, Isaías apunta a la venida del Mesías y al establecimiento del Reino de Dios. Isaías es correctamente llamado el profeta evangelista. En Isaías 65:17 al 25, habla de los cielos nuevos y la Tierra Nueva. ¿Cómo describe Isaías la vida en la nueva Tierra? Nos presenta doce características:

1. La Tierra Nueva es la creación única de Dios (Isa. 65:17). Dios interviene y la crea porque él es el Creador.

2. El pasado pecaminoso ya no será una carga para los siervos de Dios (Isa. 65:17).

3. Jerusalén será un lugar de gozo y felicidad (Isa. 65:18).

4. No habrá llanto ni clamor en Jerusalén (Isa. 65:19).

5. No habrá mortalidad infantil ni abortos espontáneos (Isa. 65:20, 23).

6. La longevidad de los fieles está garantizada (Isa. 65:20, 22). Pero, antes de que comience la vida en la Tierra Nueva, los pecadores morirán prematuramente (Isa. 65:20).

7. Prevalecerá el trabajo creativo (Isa. 65,21-23): se edificarán casas y se plantarán viñedos.

8. La paz y la prosperidad estarán garantizadas (Isa. 65:22). No habrá amenazas de guerra ni de destrucción.

9. La gente disfrutará de la vida bajo la presencia y las bendiciones de Dios (Isa. 65:23).

10. Dios responderá las oraciones inmediatamente (Isa. 65:24).

11. Se crearán nuevas condiciones de vida en la naturaleza (Isa. 65:25).

12. Los habitantes experimentarán la reversión de las maldiciones del Pacto en abundantes bendiciones, como lo indica la teología de este pasaje en comparación con las bendiciones y las maldiciones de Deuteronomio (Deut. 27-28; comparar con Lev. 26).

Cabe señalar que Isaías declara repetidamente que Dios crea el cielo y la Tierra, y conecta estas dos palabras clave, aunque a veces de manera bastante general (ver Isa. 1:2; 13:13; 24:4, 18, 21; 37:16; 40:12, 22, 26-28; 42:5; 44:23, 24; 45:8, 12, 18; 48:13; 49:13; 51:6, 13, 16; 55:9). El cielo y la Tierra a menudo se mencionan en el contexto del poder de Dios para salvar a su pueblo. En estas alusiones, es obvio que Isaías utiliza un lenguaje figurado cuando habla de la creación de Dios de nuevos cielos y una nueva Tierra; el lenguaje figurado señala a la restauración. Dios declaró previamente, en Isaías, que él es el Creador y establecerá cielos “nuevos” y una Tierra Nueva: “Y en tu boca he puesto mis palabras, y con la sombra de mi mano te cubrí, extendiendo los cielos y echando los cimientos de la tierra, y diciendo a Sion: Pueblo mío eres tú” (Isa. 51:16). Únicamente dos veces en la Biblia hebrea se afirma que el Señor crea “nuevos cielos y nueva tierra”, y es solo en Isaías (Isa. 65:17; 66:22). La otra referencia está en el libro de Apocalipsis, en el Nuevo Testamento (Apoc. 21:1).

La pregunta crucial es si la descripción anterior de Isaías 65:17 al 25 es una descripción de los nuevos cielos y la nueva Tierra escatológicos. Es evidente que Isaías 65 y 66 no describe el cuadro escatológico como se describe en Apocalipsis 21 y 22, porque enumera la muerte, el pecado, la maldición, el matrimonio y el nacimiento de bebés. Entonces, ¿a qué situación o acontecimiento se refiere Isaías 65:17 al 25?

Isaías 65:17 al 25 retrata las nuevas condiciones que existirán en Israel, si el pueblo de Dios vive conforme a la Palabra de Dios. El modelo en miniatura del Reino de Dios se manifestaría en Israel. Posteriormente, crecería el conocimiento sobre el Dios verdadero y se ampliaría la posibilidad de aceptar al Mesías. Jerusalén se convertiría en una megaciudad capital. Las naciones acudirían en masa al Templo de Dios para aprender acerca del verdadero Señor viviente, a fin de servirlo y adorarlo (ver, por ejemplo, Isa. 2:2-4; 56:3-8, Miq. 4:1-3). “Nuevos cielos y nueva tierra” es una expresión hiperbólica, que significa, en su contexto, nuevas condiciones de vida en la Tierra y apunta a la restauración de Judá después de regresar del cautiverio babilónico. Esta expresión describe las condiciones ideales para el pueblo de Dios en su tierra de ese entonces. Isaías 65 es una imagen previa, un anticipo o un tipo de los nuevos cielos y la nueva Tierra antitípicos, por cierto. Pero ¿qué se puede aplicar de ella a la descripción de la Tierra Nueva escatológica? Debemos implementar tres principios para descubrir la aplicación correcta.

Tres principios interpretativos clave

Principio 1: Lo que no se niega se mantiene.

Isaías 65:17 al 25 ofrece descripciones de la Tierra Nueva que los escritores bíblicos inspirados posteriormente (a) confirmarán, apoyarán y repetirán, o (b) no negarán su validez, y por ende confirmarán que son válidas y que se aplican a la Tierra Nueva escatológica. Para decirlo de forma sencilla: Lo que no se niega estará allí, en la Tierra Nueva, porque automáticamente se transfiere y su vigencia continúa. Se conservan las siguientes buenas cualidades de la vida: alegría, felicidad, seguridad, paz, prosperidad y trabajo creativo. Habrá nuevas relaciones en el mundo animal. Además, no habrá más llanto, dolor, pena ni sufrimiento. El pasado no será una carga. La Tierra Nueva fluirá con las abundantes bendiciones de Dios. Ningún autor inspirado posterior contradice estas características esenciales de la vida ni las niega; al contrario, avalan estos valores.

Principio 2: Lo que se niega no se transfiere.

Lo que los autores bíblicos posteriores contradicen o niegan explícitamente de la descripción de Isaías 65:17 al 25 no se aplica a la Tierra Nueva escatológica. En otras palabras, no se incluirán los aspectos de la vida que se contradigan en otros lugares de las Sagradas Escrituras. Entonces, ¿qué no habrá allí?

1. Muerte: Isaías tiene en mente la muerte (después de una vida productiva, bendecida y próspera), pero Juan renuncia explícitamente a ella: “Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron” (Apoc. 21:4).

2. Pecado, pecadores y maldición: Isaías menciona la “maldición” y los “pecadores”, pero Juan proclama claramente que nada pecaminoso entrará en la Tierra Nueva (Apoc. 21:8, 27; 22:3).

3. Matrimonio y nacimiento de hijos: Isaías subraya que en la “nueva tierra” no habrá abortos espontáneos ni muerte infantil, lo que implica que habrá matrimonios representativos, con abundancia de hijos como expresión de la bendición de Dios. Sin embargo, cuando se le preguntó a Jesús acerca de la resurrección y la vida posterior, él respondió que el matrimonio y el parto no serán parte de la vida eterna (Mat. 22:29-32; ver también Elena de White, Manuscrito 28, 1904; MS 1:210, 211). Lo que Dios prepara para sus hijos será mucho mejor y más gratificante que lo que podemos experimentar hoy en el mejor matrimonio, el más feliz, el más armonioso y profundo. Dios dará a los redimidos algo mejor y aún más satisfactorio.

Principio 3: Se incluirán cosas nuevas.

En la Tierra Nueva escatológica, habrá cosas nuevas y sorprendentes que no se mencionan en Isaías 65:17 al 25 ni en Génesis 2. Al menos tres realidades magníficas serán completamente nuevas:

1. La Nueva Jerusalén desciende del cielo (Apoc. 21:2, 3).

2. El Trono de Dios, con el agua de vida, estará en la ciudad (Apoc. 22:1, 3).

3. Dios mismo, su presencia física, visible y constante, morará con su pueblo (Apoc. 22:4, 5).

Los comentarios finales de Isaías 66:22 al 24 abarcan el tiempo escatológico cuando todos los siervos de Jehová estarán en la Nueva Jerusalén viviendo bajo las nuevas condiciones descritas como los cielos nuevos y la nueva Tierra (Isa. 66:23). El resultado final es que los siervos fieles de Jehová están en la Nueva Jerusalén, pero los infieles de afuera están bajo el juicio divino de condenación y destrucción total (Isa. 66:24). Esta imagen cósmica es la última imagen de Isaías en la que la nueva vida no es afectada por la influencia de los injustos, para que la paz y la armonía nunca más sean perturbadas por el pecado. Este resultado viene después de intensas actividades de evangelización entre las naciones (Isa. 66:19-21).

La expectativa de la iglesia del Antiguo Testamento era espléndida. Era una visión del futuro establecimiento del Reino eterno de Dios, de los nuevos cielos y la nueva Tierra. Textos como Isaías 65:17 al 25, así como Daniel 2, Daniel 7 al 9, Isaías 24 al 27, Ezequiel 38 y 39, Ezequiel 40 al 48, Joel 3, Miqueas 4 y Zacarías 14 brindan importantes vislumbres de esta esperanza del Antiguo Testamento. Esta iglesia preveía, esperaba y anticipaba cosas extraordinarias en el futuro: el Mesías y el establecimiento del Reino de Dios.

El querido autor y predicador Dean Frederic Farrar era amigo personal y capellán honorario de la reina Victoria en la década de 1870.

“Un día el capellán [...] predicó un sermón sobre la segunda venida de Cristo. Mientras hablaba de ese glorioso evento, notó lágrimas en los ojos de la Reina. Después del servicio, se acercó a ella y le preguntó:

“–¿Por qué lloró su Majestad mientras hablaba hoy?

“–¡Oh –dijo ella–, porque espero que él venga en mi época!

“–¿Por qué quiere su Majestad que venga en su época? –preguntó el capellán.

“–¡Oh, señor, para poder poner mi corona a sus pies!” (H.M.S. Richards, The Signs of the Times [1º de diciembre de 1931], p. 10).

PLICACIÓN A LA VIDA

1. La esperanza de la Tierra Nueva ¿cómo ha transformado nuestros valores y nuestras metas actuales?

2. ¿En qué medida Juan, en el libro de Apocalipsis, se basa en la visión de Isaías de la Tierra Nueva de Isaías 65? ¿Cómo la transforma Juan?

3. Esta esperanza escatológica ¿es buena solo para los desanimados y para los que están muriendo? Analicen y fundamenten las respuestas.

 

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