Lección 6 | Jueves 4 de mayo
EL AÑO 1844
Los primeros 490 años de la profecía de los 2.300 años fueron designados especialmente para la nación judía de la antigüedad y para la venida del Mesías. La última parte de los 2.300 años guarda relación con el pueblo de Dios, tanto judío como gentil, junto con la purificación del Santuario celestial y, finalmente, la segunda venida de Cristo.
Los primeros 490 años se aplican al primer advenimiento del Mesías y culminaron en el año 34 d.C. Si le restamos 490 años a los 2.300 años, nos quedan 1.810 años. Esta segunda parte de 1.810 años se aplica al pueblo de Dios. Si comenzamos en el año 34 d.C. y agregamos 1.810 años, llegamos al año 1844 d.C. A la luz de la purificación o restauración de la verdad acerca del Santuario y el juicio celestial en el tiempo del fin, Dios hace su llamado final a toda la humanidad en Apocalipsis 14:6 y 7 instándola a que responda a su amor, acepte su gracia, y lleve una vida piadosa y de obediencia.
Lee Levítico 16:16. ¿Cuál fue la razón de la purificación del Santuario, y qué nos enseña esto acerca del evangelio?
Lev 16:16 Así purificará el santuario, a causa de las impurezas de los hijos de Israel, de sus rebeliones y de todos sus pecados; de la misma manera hará también al tabernáculo de reunión, el cual reside entre ellos en medio de sus impurezas.
Debido a los pecados del pueblo, las iniquidades del pueblo, el Santuario tenía que purificarse, y esto solo se llevaba a cabo con la sangre de los animales. Con nosotros sucede igual. Necesitamos un Salvador, cuya vida está simbolizada por los animales sacrificados en el Día de la Expiación, como la única manera de salir airosos del Juicio.
Lee Levítico 23:26 al 29. ¿Qué mandó hacer Dios a su pueblo en ese día de juicio, y qué debería significar eso para nosotros hoy?
Lev 23:26 También habló Jehová a Moisés, diciendo:
Lev 23:27 A los diez días de este mes séptimo será el día de expiación;(F) tendréis santa convocación, y afligiréis vuestras almas, y ofreceréis ofrenda encendida a Jehová.
Lev 23:28 Ningún trabajo haréis en este día; porque es día de expiación, para reconciliaros delante de Jehová vuestro Dios.
Lev 23:29 Porque toda persona que no se afligiere en este mismo día, será cortada de su pueblo.
Los israelitas debían afligir su alma (Lev. 23:32, RVR1960). Esta expresión indica que debían humillarse y examinar el corazón, confesar los pecados, arrepentirse, y pedir a Dios que los limpie, así como el sumo sacerdote estaba purificando el Santuario terrenal.
Los capítulos proféticos de Daniel 7 al 9 y Apocalipsis 14 se centran especialmente en los llamados urgentes de la hora del Juicio para prepararse. Desde 1844, hemos estado viviendo en la hora del Juicio, y el mensaje de Apocalipsis del primer ángel proclama: “ha llegado la hora de su juicio” (Apoc. 14:7). Entonces, ¿cómo afligimos hoy nuestra alma?
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