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11 EL SELLO DE DIOS Y LA MARCA DE LA BESTIA Primera parte | Los tres mensajes Cósmicos - Libro complementario


Lección 11:

EL SELLO DE DIOS Y LA MARCA DE LA BESTIA Primera parte

El mensaje del libro de Apocalipsis es mucho más que símbolos crípticos, bestias extrañas e imágenes incomprensibles. Habla de verdades eternas escritas por un Dios amoroso para la generación del tiempo del fin.

El tema central en el conflicto final de la Tierra tiene que ver con la adoración. El conflicto entre Cristo y Satanás sobre el tema de la adoración comenzó en el cielo y alcanzará su climax final al final de la historia de la Tierra.

Repasemos tres pasajes en Apocalipsis 14 que esclarecen esto. Los mensajes que hemos estado estudiando son tan importantes, que se representan mediante tres ángeles que vuelan rápidamente por el cielo.

En Apocalipsis 14:7, el primer ángel clama a gran voz: "Teman a Dios y denle gloria, porque ha llegado la hora de su juicio. Adoren al que hizo el cielo, la tierra, el mar y los manantiales" (NVI). Este es el llamado del cielo para que dediquemos nuestra lealtad y adoración sincera al Creador a la luz del juicio cósmico del cielo.

En Apocalipsis 14:8, un segundo ángel declara: "Ha caído, ha caído Babilonia, la gran ciudad, porque ha hecho beber a todas las naciones del vino del furor de su fornicación". Como ya vimos en los dos capítulos anteriores, Babilonia representa un sistema religioso apóstata que ha sustituido la verdad por falsedad. Ha rechazado el mensaje del primer ángel, por lo que el mensaje del segundo ángel anuncia que ha perdido el favor de Dios.

En Apocalipsis 14:9 y 10, el tercer ángel advierte en contra de adorar a la bestia. El ángel proclama: "Si alguno adora a la bestia y a su imagen y recibe la marca en su frente o en su mano, él también beberá del vino de la ira de Dios".

Apocalipsis 14:12 resume los problemas de esta manera: "Aquí está la perseverancia [la resistencia] de los santos [los creyentes], los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús". Dios tendrá un pueblo en el tiempo del fin leal a él que enfrentará la oposición y persecución más atroces en la historia del mundo. Con amor y lealtad, vivirán vidas obedientes, llenas de santidad y dedicadas Dios. Adorar al Creador se opone directamente a adorar a la bestia y se expresa en el acto de guardar los mandamientos de Dios.

El sábado, por supuesto, es la señal de la autoridad creativa de Cristo. Este conflicto final sobre la lealtad a Cristo versus la lealtad al poder de la bestia gira en torno a la adoración, y en el centro de esta gran controversia entre el bien y el mal está el sábado. Los seguidores comprometidos del Salvador no solo tendrán fe en Jesús, sino que también tendrán la fe de Jesús. Esa será una de sus cualidades. Colgando de la cruz, envuelto en la oscuridad, cargando con la culpa, la vergüenza y la condenación de los pecados del mundo, aparentemente apartado del amor de su Padre, Jesús dependía de la relación que había desarrollado con el Padre a lo largo de su vida. Confiar en sus emociones hubiera sido un absoluto desastre espiritual. El Salvador confió, incluso cuando no podía discernir el futuro. Creyó cuando había poca evidencia para creer. Tuvo fe cuando, a su alrededor, las circunstancias le pedían a gritos que dudara.

La fe de Jesús es tan profunda, confiable y comprometida, que ni los demonios del infierno ni todas las pruebas de la Tierra pueden sacudirla. Es una fe que confía cuando no se puede ver, que cree cuando no se puede entender, que tiene esperanza cuando no puede comprender y que se aferra cuando hay poco a que aferrarse. Esta fe de Jesús es en sí misma un regalo que recibimos por fe y nos ayudará a superar los problemas que se avecinan. En esta crisis final, cuando los fieles seguidores de Cristo se enfrenten al boicot económico, cuando no puedan comprar ni vender y se vean amenazados por la persecución, la fe de Jesús los llevará a través de las pruebas y tribulaciones de las horas finales de la Tierra.

A lo largo del Apocalipsis, la adoración y la creación están indisolublemente unidas. Apocalipsis 14:7 nos llama a adorar al Señor de toda la creación. La esencia de este conflicto entre el bien y el mal y todo lo que rodea la marca de la bestia gira en torno a si Dios es digno de ser adorado. El enfoque está en el Dios de la creación.

El concepto de Cristo como Creador está en el centro mismo de la adoración sabática. Jesús constantemente subrayó el significado del día del cual él se llamó a sí mismo "Señor" (Mat. 12:8; Mar. 2:28; Luc. 6:5). Igualmente, vemos el sábado en el contexto de un refugio en el tiempo que Dios creó por medio de Jesucristo para recordarnos nuestros orígenes y su cuidado eterno. Es un oasis en el desierto de este mundo. Al contrario de la teoría de la evolución, que ha conquistado al mundo en los últimos dos siglos, el sábado nos lleva de regreso a nuestras raíces. El sábado es un recordatorio eterno de nuestra identidad. Nos recuerda quiénes somos como seres humanos. Valoriza a cada ser humano. Refuerza constantemente la noción de que somos seres creados y que nuestro Creador es digno de nuestra lealtad y adoración. Por eso el diablo odia tanto el sábado. Es el eslabón de oro que nos une con nuestro Creador.

Problemas en el futuro

En Apocalipsis 13, la bestia ataca al pueblo de Dios tratando de destruir el vínculo del sábado. Desde que Jesús murió en la cruz, el enemigo sabe que ha sido derrotado, pero está decidido a llevarse consigo a tantos como le sea posible. Su primera estrategia en esta campaña es el engaño y hacer creer a la gente una mentira. Aunque ha tenido un gran éxito en esto, también ha tenido algunos obstáculos. La profecía de la marca de la bestia habla de un tiempo en el futuro en el que recurrirá a la fuerza. Utilizará agentes humanos, como siempre lo ha hecho, y los convencerá de emitir un decreto, declarando que cualquiera que rehúse adorar a la bestia o recibir su marca sufrirá las consecuencias.

La persecución religiosa, por supuesto, no es nueva. Ha existido durante milenios. Jesús dijo que sucedería incluso entre los creyentes. "Los expulsarán de las sinagogas; y hasta viene el día en que cualquiera que los mate pensará que le está prestando un servicio a Dios" (Juan 16:2; ver también Mateo 10:22; 1 Pedro 4:12). Esta profecía se ha cumplido muchas veces. En el siglo XV, por ejemplo, siete valles de la región del Piamonte de los Alpes, en el norte de Italia, eran el hogar de los valdenses, quienes hicieron de la Biblia su regla de fe y práctica. Los valdenses copiaban las Escrituras y enviaban a los jóvenes a difundir las buenas nuevas de que la salvación es un regalo del amor de Dios.

Por eso y porque rechazaron las doctrinas y la autoridad de la iglesia oficial, el fuego de la persecución ardió contra ellos. En 1488, los valdenses del valle de Loyse se escondieron en una enorme cueva para escapar de los soldados que habían sido enviados para masacrarlos. Parecía un lugar seguro, pero sus enemigos armaron una enorme pila de madera en la boca de la cueva y le prendieron fuego. Tres mil hombres, mujeres y niños murieron ese día por el humo y la asfixia.

Otra ola de persecución se produjo en el siglo XVII cuando el duque de Saboya envió un ejército de ocho mil hombres a su territorio y exigió que la población local alojara a sus tropas en sus casas. La gente hizo lo que se le pidió, pero se trataba de una estrategia para que los soldados tuvieran fácil acceso a sus víctimas. El 24 de abril de 1655, a las cuatro de la madrugada, se dio la señal para que comenzara la masacre. Hombres, mujeres, niños y ancianos fueron atacados. Los padres fueron obligados a ver cómo sus hijos eran ultrajados sexualmente y luego asesinados antes de que ellos mismos fueran condenados a muerte. El número de muertos en esta ocasión fue de más de cuatro mil.

La profecía de la marca de la bestia es el eslabón final de esta cadena de actos macabros. Al igual que las persecuciones pasadas, está diseñada para obligar a todos a ajustarse a un conjunto específico de creencias y al sistema de culto aprobado. La profecía dice que la persecución comenzará con sanciones económicas: nadie podrá "comprar ni vender" a menos que tenga "la marca" (Apoc. 13:17). Cuando esto suceda, la gran mayoría capitulará. Todo el que se niegue será puesto bajo un decreto de muerte (vers. 15). Elena de White observa que aquellos que abandonen sus convicciones de manera consciente finalmente recibirán la marca de la bestia:

Se nos querrá imponer la marca de la bestia. Para aquellos que han ido cediendo paso a paso a las exigencias del mundo y se han acomodado a sus costumbres, no será cosa difícil ceder ante las autoridades dominantes, antes que someterse al escarnio, a los insultos, a la amenaza de encarcelamiento y a la muerte.1

El diablo está preparando incluso a cristianos profesos, por medio de ciertas concesiones en sus vidas, para que reciban la marca de la bestia cuando la prueba final venga sobre nosotros en el futuro, pero Dios tiene tanto amor por cada uno de nosotros que no desea que esto nos tome sin preparación. Por eso ha enviado tres ángeles directamente desde su trono, volando en medio del cielo, para advertirnos de lo que se avecina.

Satanás usa la fuerza y la coerción

El libro de Apocalipsis revela los planes de Dios y desenmascara los planes de Satanás. Nos dice de antemano cuál es la estrategia del diablo. Concentrémonos en este conflicto final, y permitamos que la profecía bíblica y la historia identifiquen a la bestia y su marca. A medida que comprendamos quién es la bestia de la profecía bíblica y cuál es la marca de la bestia, comprenderemos mejor la señal opuesta: el sello de Dios. Apocalipsis nos da algunas pistas claras de identificación para reconocer a la bestia.

Leamos lo que dice Apocalipsis 13:

Me paré [Juan] sobre la arena del mar y vi subir del mar una bestia que tenía siete cabezas y diez cuernos: en sus cuernos tenía diez diademas, y sobre sus cabezas, nombres de blasfemia. La bestia que vi era semejante a un leopardo, sus pies eran como de oso y su boca como boca de león. El dragón le dio su poder, su trono y gran autoridad (vers. 1, 2).

La bestia de Apocalipsis 13 recibe su poder del dragón. ¿Quién es el dragón? Apocalipsis 12:9 identifica claramente al dragón: "Y fue lanzado fuera el gran dragón, la serpiente antigua, que se llama Diablo y Satanás, el cual engaña al mundo entero. Fue arrojado a la tierra y sus ángeles fueron arrojados con él". El dragón está claramente identificado en este versículo. En un lenguaje sencillo, despojado de todo simbolismo, la Palabra de Dios nos dice que el dragón es el diablo, Satanás. El archienemigo de Dios y el ser que está detrás de la instrumentalidad humana que se describe como el poder de la bestia.

Pero el diablo obra mediante agentes humanos. Así como Dios obra por medio de su iglesia, el diablo obra por medio de instituciones religiosas caídas que han rechazado la verdad de Dios y le han dado la espalda a su ley. Apocalipsis 12:3 al 5 dice que este dragón, el diablo, intentó destruir, tan pronto como nació, al Niño varón que más tarde fue "arrebatado para Dios y para su trono". Este Niño, por supuesto, se refiere a Cristo. Satanás usó a la Roma pagana en su intento. Mateo 2:1 al 20 nos dice que el rey Herodes, el agente de Roma, trató de destruir a Jesús cuando nació. Este malvado rey emitió un decreto que decía que todos los niños varones nacidos en Belén menores de dos años debían ser ejecutados.

Más tarde, Satanás usó a la Roma pagana para crucificar a Cristo. Un gobernador romano llamado Pilato condenó a muerte a Jesús. Un verdugo romano lo clavó en la cruel cruz. Un soldado romano le atravesó el costado con una lanza. Un sello romano fue puesto sobre su tumba. Y un escuadrón de soldados romanos custodió la tumba.

Quienquiera que sea esta bestia poderosa, Apocalipsis 13:2 dice que "el dragón le dio su poder, su trono y gran autoridad". Esta profecía se cumplió precisamente cuando el emperador romano Constantino decidió trasladar la capital imperial a lo que pasó a llamarse Constantinopla (hoy llamada Estambul), en la actual Turquía, dejando un vacío de poder en el antiguo trono o sede de los Césares: la ciudad de Roma. A lo largo de los siglos, reconocidos eruditos bíblicos han identificado a Roma como la ciudadela del poder de la bestia.

El dragón, el diablo, obrando por medio de la Roma pagana, trató de destruir a Cristo. Y ese mismo poder, la Roma pagana, le dio a la bestia su asiento o ciudad capital. ¡Esto no es algo que las naciones hagan muy a menudo!

¿A quién dio la Roma pagana su sede de gobierno? ¿Cómo se produjo esta transición? El historiador AlexanderC. Flick explica que "de las ruinas de la Roma política, surgió el gran Imperio moral en la "forma gigante" de la Iglesia Romana".2 El filósofo e historiador inglés Thomas Hobbes escribió que "el papado no es otra cosa que el fantasma del difunto imperio romano, entronizado sobre su tumba3".

El sistema de religión papal es lo que se describe en Apocalipsis 13. Debemos recordar que estamos hablando de un sistema, no de los miembros individuales de ese sistema. La bestia no es una persona sino una organización religiosa que ha sustituido la verdad de la Palabra de Dios por la tradición humana.

Juan el revelador continúa su descripción:

Vi una de sus cabezas como herida de muerte, pero su herida mortal fue sanada. Toda la tierra se maravilló en pos de la bestia, y adoraron al dragón que había dado autoridad a la bestia, y adoraron a la bestia, diciendo: "¿Quién como la bestia y quién podrá luchar contra ella?". También se le dio boca que hablaba arrogancias y blasfemias, y se le dio autoridad para actuar por cuarenta y dos meses (Apoc. 13:3-5).

Según el análisis cuidadoso de las características identificadoras del Apocalipsis, la bestia de Apocalipsis 13 y 14 es un poder religioso apóstata que surgió de Roma y creció hasta convertirse en un sistema mundial de adoración. Este sistema de adoración suplantaría la adoración a Dios. Instaría a la gente a adorar en un día de adoración hecho por el hombre en lugar del sábado.

Hace milenios, un ser creado, un ángel de deslumbrante brillo, desafió al gobierno de Dios en el cielo. Dios le dio a cada una de sus criaturas libre albedrío. Nuestro Dios es un Dios de libertad. El amor es la gran fuerza motivadora del reino de Dios. Pero la bestia usa la fuerza y la coerción y, a veces, sobornos y recompensas. Este drama secular, este conflicto cósmico, llegará un día a su final y el universo estará seguro para siempre, cuando cada persona en el planeta Tierra haya tenido la oportunidad de responder al amor de Dios y darle su lealtad.

La cruz del Calvario reveló la horrible naturaleza del pecado y la magnificencia del amor de Dios. En lugar de adorar a la bestia, el pueblo de Dios encuentra su mayor gozo y deleite en adorarlo. Están dispuestos a hacer lo que él les pida porque saben que él nunca les hará daño. La obediencia brota de sus corazones producto del amor. Están comprometidos con él porque saben que él está comprometido con ellos. Solo una cosa nos impedirá recibir la marca de la bestia: un amor por Jesús tan profundo, que nada pueda separarnos de él.

¿Encomendarás tu vida a este Cristo hoy? ¿Le pedirás que te dé un amor por él tan fuerte que todos los demonios del infierno no puedan hacer que cedas a sus convicciones? ¿Abrirás tu corazón a la gracia y poder de Dios, los cuales te permitirán salir victorioso en los últimos días de la Tierra?

 

1  Elena de White, Testimonios para la iglesia, t. 5, p. 76.

2 Alexander C. Flick, The Rise ofthe Mediceval Church (Nueva York: Burt Franklin, 1909), p. 150.

 

 


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