Lección 10: MISIÓN EN FAVOR DE LOS NO ALCANZADOS: PRIMERA PARTE | La misión de Dios: Mi misión | Sección maestros
Lección 10:
MISIÓN EN FAVOR DE LOS NO
ALCANZADOS: PRIMERA PARTE
RESEÑA
En su discurso de despedida
antes de ascender al Cielo, Jesús les encomendó a sus discípulos que fueran sus
testigos entre los pueblos de todas las naciones del mundo (Mat. 28:19).
“Naciones”, en Mateo 28:19, no se refiere a Estados nacionales, sino a “grupos
de personas”. Un grupo de personas se refiere a un grupo de individuos que
comparten historia, idioma, creencias e identidad. No hay sociedad humana en la
Tierra donde no se deba presentar el evangelio de Jesús y donde no se deban
hacer discípulos para él. Hay agencias misioneras de primera línea, como
Misiones Fronterizas Mundiales [Global Frontier Missions] y el Proyecto Josué,
que estiman que hay unos 17.446 grupos de personas en el mundo, de los cuales
más de 7.400 se consideran no alcanzados por el evangelio.
En otras palabras, el 42 % de
los grupos étnicos del mundo carece de comunidades autóctonas de cristianos
capaces de evangelizar sin un testigo externo al resto de los grupos étnicos.
El 95 % de los grupos menos alcanzados por el evangelio se encuentran en la
Ventana 10/40, una zona poblada principalmente por tribus, hindúes, musulmanes,
budistas y no religiosos. Algunos de estos grupos tienen poco o ningún acceso
al evangelio. También hay personas que aún no han sido alcanzadas por el
evangelio en las naciones occidentales, debido al impacto cada vez mayor del
secularismo.
COMENTARIO
Pablo: Un misionero polifacético
El estudio de esta semana trata
de la testificación a personas que tienen poco y nada en común con los
cristianos en cuanto a creencias y valores religiosos.
Personas de orígenes étnicos
diversos y compromisos religiosos muy distintos viven y comparten la vida
pública. A causa de su cosmovisión única, estas personas tienen necesidades y
aspiraciones espirituales diferentes. Es en este mundo multirreligioso donde
estamos llamados a compartir nuestra fe y hacer discípulos de Cristo. A primera
vista, esta tarea es abrumadora. Requiere aventurarnos fuera de nuestra zona de
confort religioso, con sus jergas y sus códigos; revaluar nuestras actitudes
(estereotipos y prejuicios) hacia personas con perspectivas distintas de las
nuestras; y aprender nuevos enfoques evangelizadores. Por si esto fuera poco,
muchos no cristianos no ven con buenos ojos el cristianismo. Afortunadamente,
en la Biblia tenemos antecedentes de esfuerzos misioneros para llegar a esas
personas.
Tras su conversión al
cristianismo, Pablo demostró un compromiso incansable con la propagación del
evangelio a todas las naciones. Sin embargo, el apóstol se dirigía a su
auditorio de manera diferente, según se tratara de judíos o de gentiles.
Al comparar lo que dijo a los judíos en una sinagoga de Antioquía (Hech.
13:13-43) con su presentación del evangelio a un público gentil en el Areópago
de Atenas (Hech. 17:16-33), vemos que Pablo mostró una gran sensibilidad por el
contexto, como así también por el público. En Antioquía, Pablo cita las
Escrituras para argumentar que las profecías del Antiguo Testamento se cumplen
en Jesús. En Atenas, Pablo comienza con lo que su público gentil conocía bien:
el altar al dios desconocido y los dichos de sus propios poetas, en lugar de
una serie de pasajes bíblicos. Pablo utiliza lo que su auditorio conoce, para
hablarle del “Señor del cielo y de la Tierra”, que lo creó todo. Sin aprobar
las creencias de los atenienses, Pablo los elogia por ser religiosos. Esta
afirmación positiva sobre su auditorio podría haber tenido por objeto despertar
su interés por el resto de su discurso. Aunque le inquietaba profundamente la
multiplicidad de sus ídolos, Pablo se mostró cauto en su comportamiento.
Cualquier muestra de ira y acusaciones contra estas personas que no tenían
conocimiento de la revelación especial de Dios lo habría privado de una
preciosa oportunidad de presentarles el evangelio. Es importante señalar que la
sensibilidad de Pablo ante la cosmovisión de los atenienses no le impidió
llamarlos al arrepentimiento.
El punto anterior se ilustra
mejor con la publicación de Mark Allan Powell en 2004 de los resultados de su
investigación sobre el impacto de las realidades cotidianas de las personas en
su lectura e interpretación de las Escrituras (ver Allan Powell, “The Forgotten
Famine: Personal Responsibility in Luke’s Parable of the ‘Prodigal Son’ ”, en
Literary Encounters with the Reign of God, Sharon H. Ringe y H. C. Paul Kim,
eds. [Nueva York: T & T Clark, 2004]). En la primera fase de esta
investigación, Powell encuestó a dos grupos de estudiantes seminaristas, uno en
Estados Unidos y otro en San Petersburgo (Rusia). El experimento consistió en
pedir a los alumnos que leyeran la historia del hijo pródigo de Lucas 15:11 al
32, cerraran la Biblia, y a continuación la relataran de memoria con la mayor
exactitud posible a los demás miembros de sus respectivos grupos. Powell
descubrió dos grandes diferencias en el relato oral de esta parábola. Por un
lado, mientras que solo el 6 % de los alumnos estadounidenses recordaba la
hambruna mencionada en el versículo 14, el 84 % de los alumnos de San
Petersburgo se refirió a ella. Por otro lado, el 100 % de los alumnos
estadounidenses hizo hincapié en el despilfarro de la herencia por parte del
hijo pródigo, mientras que solo el 34 % de los alumnos rusos recordaba este
detalle. Para los alumnos estadounidenses, la mención de la hambruna parecía
ser un detalle extra que no añadía nada fundamental a la historia. Como no
tenían recuerdos recientes de la hambruna, todos destacaron el despilfarro de
la riqueza como un comportamiento irresponsable.
Sin embargo, para los
estudiantes rusos, que vivieron e interactuaron con algunos de los
supervivientes del asedio de 900 días del ejército nazi a la ciudad de San
Petersburgo, en 1941, que desencadenó una hambruna que mató hasta 670.000
personas, la mención de la hambruna fue un detalle significativo que añadió
mucho significado a la historia. Este experimento es una buena ilustración de
la necesidad de adaptar nuestro mensaje a nuestro público, tanto en estilo como
en contenido, tal como hizo Pablo con los atenienses.
Necesidad de innovar en la praxis misionera
En
comparación con sus contemporáneos, Pablo era poco convencional en su abordaje
del ministerio, especialmente en Atenas. Incluso se lo podría calificar de
vanguardista ante la necesidad de ser versátil y adaptable en la misión. Sus
singulares cualidades misioneras son muy necesarias en la actualidad. El
“Areópago” moderno existe en diferentes partes y formas en muchos centros
urbanos. Puede ser una plaza de la ciudad, un parque, una esquina, un centro
comercial, un anfiteatro universitario o una cafetería. La iglesia necesita
miembros con dones, talentos, personalidades y creatividad acordes, competentes
para el ministerio y dedicados al servicio en esos centros. A los miembros que
están preparados para incorporarse en esferas no tradicionales se les debe
confiar la libertad de explorar nuevas formas de compartir el evangelio, aunque
estas formas parezcan poco ortodoxas al principio.
El
hecho de que Dios pidiera a Abraham que sacrificara a Isaac, el hijo por medio
del cual Dios le había prometido que lo convertiría en padre de muchas
naciones, fue algo poco convencional (Gén. 22). El hecho de que Eliseo le
dijera a Naamán: “Ve en paz”, después de que Naamán le hiciera dos extrañas
peticiones (2 Rey. 5), fue, en el mejor de los casos, muy inquietante (ver la
lección de la semana pasada). Que Dios le indicara a Isaías que vagara desnudo
por las calles de la ciudad durante tres años, declarando un mensaje de
perdición para los aliados de Judá, fue realmente extraño (Isa. 20:2-4). Piensa
en la vergüenza que habrá sentido Miqueas cuando Dios le pidió no solo que
anduviera desnudo, sino además que aullara como un chacal y gimiera como un búho
(Miq. 1:8). A la luz de estos antecedentes bíblicos, “cuando se lee en su
contexto, la Biblia ofrece muchas declaraciones y ejemplos que muestran la
aprobación de Dios a métodos misioneros que pueden ir en contra de nuestras
prácticas con las que nos sentimos más cómodos. La lectura del contexto más
amplio y los pasajes claros de la Biblia [...] sugieren que Dios es más abierto
y creativo que nosotros. Si es así, no deberíamos apresurarnos a condenar lo
que es diferente o nos genera incomodidad” (Jon Paulien, “The Unpredictable
God: Creative Mission and the Biblical Testimony”, en A Man of Passionate
Reflection, Bruce L. Bauer, ed. [Berrien Springs, MI: Departamento de Misión
Global, Andrews University, 2011], p. 85). En lugar de seguir arando los campos
misioneros con métodos tradicionales, necesitamos ser flexibles, ingeniosos y
abiertos en lo que respecta a nuevos (y hasta desconocidos) enfoques respecto
de la misión de Dios.
La
misión se originó en Dios y todavía es suya. Por lo tanto, debemos depender de
él. Como hizo el rey Josafat, dirijámonos siempre a Dios, diciendo: “No sabemos
qué hacer, pero a ti volvemos nuestros ojos” (2 Crón. 20:12). Si somos
sinceros, Dios nos revelará su voluntad. Tal vez su camino no nos resulte
convencional, así como a Josafat se le ordenó enviar a su ejército a la guerra
cantando. Pero una cosa es segura: cumplir con nuestra misión y nuestro
ministerio a la manera de Dios, y con el poder de Dios, logrará sus propósitos
salvíficos de alcanzar a todos los segmentos de la sociedad.
APLICACIÓN A LA VIDA
Todos los seres humanos se ven influidos, y limitados, por
las presuposiciones de sus culturas y sus cosmovisiones. Este importante hecho
debe tenerse en cuenta a la hora de presentar el evangelio. El ministerio de
Pablo nos ofrece un buen ejemplo de acercamiento a los no cristianos. A
continuación, se presentan algunos principios básicos significativos para
nuestra misión hacia quienes no han tenido contacto con el evangelio:
Las culturas de las personas, con sus arraigadas
presuposiciones sobre el mundo, son su único marco de referencia. No se puede
confrontar a las personas con cosas que están más allá de su marco de
referencia y esperar que respondan positivamente a ellas. Por lo tanto, es
esencial ser siempre sensibles a las realidades cotidianas de las personas a
las que damos testimonio.
Debemos actuar con moderación y respeto en nuestra actitud
hacia los no cristianos. Podemos obtener percepciones significativas sobre los
no cristianos estudiando sus sistemas de creencias y hablando con ellos con el
fin de encontrar temas en común que podamos utilizar como puntos de contacto
para presentar el evangelio.
También debemos centrarnos en las necesidades y las
aspiraciones de nuestro público, y mostrarles cómo Cristo les da respuesta. No
debemos permitir que nuestras perspectivas culturales se interpongan en el
camino de cómo Dios quiere presentarse a los no cristianos por medio de
nosotros. Es importante que, al presentar el evangelio, nos abstengamos de dar
por sentado que nuestro público sabe lo que nosotros sabemos sobre Dios, que le
interesa los valores que a nosotros nos importan, que entiende el concepto de
pecado como nosotros y se siente culpable y necesitado del perdón de Dios.
Por último, tenemos que evitar diluir nuestro mensaje en el
proceso de adaptarlo a nuestro público. La intención del evangelio es desafiar
los aspectos de todos los supuestos de la cosmovisión que no están en
consonancia con las Escrituras.
Comentarios
Publicar un comentario