Lección 12 | Jueves 21 de marzo
CUANDO DIOS NO SE DELEITA EN LOS SACRIFICIOS
Lee Salmos 40:6 al 8; 50:7 al 23; y 51:16 al 19. ¿Qué tema importante abordan estos textos? ¿Por qué Dios no se deleita en los sacrificios que ordenó en su Palabra (Éxo. 20:24)?
Sal 40:6 Sacrificio y ofrenda no te agrada;
Has abierto mis oídos;
Holocausto y expiación no has demandado.
Sal 40:7 Entonces dije: He aquí, vengo;
En el rollo del libro está escrito de mí;
Sal 40:8 El hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado,
Sal 50:7 Oye, pueblo mío, y hablaré;
Escucha, Israel, y testificaré contra ti:
Yo soy Dios, el Dios tuyo.
Sal 50:8 No te reprenderé por tus sacrificios,
Ni por tus holocaustos, que están continuamente delante de mí.
Sal 50:9 No tomaré de tu casa becerros,
Ni machos cabríos de tus apriscos.
Sal 50:10 Porque mía es toda bestia del bosque,
Y los millares de animales en los collados.
Sal 50:11 Conozco a todas las aves de los montes,
Y todo lo que se mueve en los campos me pertenece.
Sal 50:12 Si yo tuviese hambre, no te lo diría a ti;
Porque mío es el mundo y su plenitud.
Sal 50:13 ¿He de comer yo carne de toros,
O de beber sangre de machos cabríos?
Sal 50:14 Sacrifica a Dios alabanza,
Y paga tus votos al Altísimo;
Sal 50:15 E invócame en el día de la angustia;
Te libraré, y tú me honrarás.
Sal 50:16 Pero al malo dijo Dios:
¿Qué tienes tú que hablar de mis leyes,
Y que tomar mi pacto en tu boca?
Sal 50:17 Pues tú aborreces la corrección,
Y echas a tu espalda mis palabras.
Sal 50:18 Si veías al ladrón, tú corrías con él,
Y con los adúlteros era tu parte.
Sal 50:19 Tu boca metías en mal,
Y tu lengua componía engaño.
Sal 50:20 Tomabas asiento, y hablabas contra tu hermano;
Contra el hijo de tu madre ponías infamia.
Sal 50:21 Estas cosas hiciste, y yo he callado;
Pensabas que de cierto sería yo como tú;
Pero te reprenderé, y las pondré delante de tus ojos.
Sal 50:22 Entended ahora esto, los que os olvidáis de Dios,
No sea que os despedace, y no haya quien os libre.
Sal 50:23 El que sacrifica alabanza me honrará;
Y al que ordenare su camino,
Le mostraré la salvación de Dios.
Sal 51:16 Porque no quieres sacrificio, que yo lo daría;
No quieres holocausto.
Sal 51:17 Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado;
Al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios.
Sal 51:18 Haz bien con tu benevolencia a Sion;
Edifica los muros de Jerusalén.
Sal 51:19 Entonces te agradarán los sacrificios de justicia,
El holocausto u ofrenda del todo quemada;
Entonces ofrecerán becerros sobre tu altar.
Al igual que los profetas, los salmistas denuncian diversos abusos en la adoración. Su principal argumento en estos versículos no es la aversión del Señor por los sacrificios y las fiestas de Israel, sino las razones de esa repugnancia: la fatal distancia entre la adoración y la espiritualidad.
Dios no está reprendiendo a su pueblo por los sacrificios y los holocaustos, sino por su maldad y los actos de injusticia que habían cometido en su vida personal (Sal. 50:8, 17-21). Los salmos no predican en contra del sacrificio ni la adoración, sino contra el sacrificio vano y la adoración vacía, demostrada en la injusticia de estos adoradores.
Cuando se quiebra la unidad entre la expresión externa de la adoración y la correcta motivación interna para adorar, los rituales suelen ser más importantes en sí mismos que la experiencia real de acercarse a Dios. Es decir, las formas de culto se convierten en un fin en sí mismas, en contraposición al Dios al que se supone que esos rituales señalan y revelan.
Lee Juan 4:23 y 24. ¿Qué quiere decir Jesús aquí que encaja exactamente con lo que advierten los salmos de hoy?
Jua 4:23 Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren.
Jua 4:24 Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren.
Los sacrificios por sí solos no bastan. ¿De qué servían estos sacrificios si el corazón de quienes los ofrecían no estaba lleno de arrepentimiento, fe y dolor por el pecado? Únicamente si iban acompañados de arrepentimiento y acción de gracias sinceros podían los sacrificios de becerros agradar a Dios como “sacrificios de justicia” (Sal. 51:19; ver también Sal. 50:14). Jesús, citando a Isaías, lo expresó así: “Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí” (Mat. 15:8). Los problemas que veían los salmistas eran los mismos que Jesús les planteó a algunos, especialmente a los dirigentes, durante su ministerio terrenal.
¿Cómo podemos asegurarnos de que nosotros, como adventistas, con toda la luz y el conocimiento que poseemos, no caigamos en la trampa de pensar que es suficiente solo con conocer la verdad y seguir los rituales de la verdad?
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