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Lección 13 | EL LLAMADO A ESPERAR | Domingo 24 de marzo


Lección 13 | Domingo 24 de marzo

EL LLAMADO A ESPERAR

Lee Salmos 27:14; 37:7, 9 y 34; 39:7; 40:1; 69:6; Gálatas 5:5; y Romanos 8:18 al 25. Estos pasajes, ¿Qué imploran que haga el pueblo de Dios?

Sal 27:14  Aguarda a Jehová; 
 Esfuérzate, y aliéntese tu corazón; 
 Sí, espera a Jehová. 

Sal 37:7  Guarda silencio ante Jehová, y espera en él. 
 No te alteres con motivo del que prospera en su camino, 
 Por el hombre que hace maldades. 

Sal 37:9  Porque los malignos serán destruidos, 
 Pero los que esperan en Jehová, ellos heredarán la tierra.

Sal 37:34  Espera en Jehová, y guarda su camino, 
 Y él te exaltará para heredar la tierra; 
 Cuando sean destruidos los pecadores, lo verás. 

Sal 39:7  Y ahora, Señor, ¿Qué esperaré? 
 Mi esperanza está en ti. 

Sal 40:1  Pacientemente esperé a Jehová, 
 Y se inclinó a mí, y oyó mi clamor. 

Sal 69:6  No sean avergonzados por causa mía los que en ti confían, oh Señor Jehová de los ejércitos; 
 No sean confundidos por mí los que te buscan, oh Dios de Israel. 

Gál 5:5  Pues nosotros por el Espíritu aguardamos por fe la esperanza de la justicia; 

Rom 8:18  Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse. 
Rom 8:19  Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios. 
Rom 8:20  Porque la creación fue sujetada a vanidad, no por su propia voluntad, sino por causa del que la sujetó en esperanza; 
Rom 8:21  porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios. 
Rom 8:22  Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora; 
Rom 8:23  y no sólo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo. 
Rom 8:24  Porque en esperanza fuimos salvos; pero la esperanza que se ve, no es esperanza; porque lo que alguno ve, ¿a qué esperarlo? 
Rom 8:25  Pero si esperamos lo que no vemos, con paciencia lo aguardamos.  

Tal vez una de las mayores tensiones de la vida sea el estrés de la espera. No importa quiénes seamos, dónde vivamos o cuál sea nuestra posición en la vida, a veces, todos tenemos que esperar. Desde esperar en la fila de una tienda hasta esperar para oír un pronóstico médico; esperamos, y no siempre nos gusta hacerlo, ¿verdad?

¿Qué ocurre, entonces, cuando esperamos en Dios? La noción de esperar en el Señor no solamente se encuentra en Salmos, abunda en toda la Biblia. La palabra clave es perseverancia. La perseverancia es nuestro compromiso supremo de negarnos a sucumbir al miedo ante la desilusión de que, por alguna razón, Dios no vendrá por nosotros. El hijo leal de Dios espera, sabiendo con certeza que Dios es fiel; y los que esperan en él pueden confiar en que, si le entregamos nuestra situación, podemos estar seguros de que la resolverá para nuestro bien, aunque en ese momento no lo veamos necesariamente así.

Esperar en el Señor es más que simplemente aguantar. Es un profundo anhelo de Dios que se compara con la sed intensa en tierra seca (Sal. 63:1). El salmista espera muchas bendiciones de Dios, pero su anhelo de acercarse a su Dios supera cualquier otro deseo y necesidad en la vida.

Como leemos en este sorprendente pasaje de Romanos, Dios y toda la Creación esperan la renovación del mundo y el bendito encuentro entre Dios y su pueblo en el tiempo del fin. Pablo escribe: “La creación aguarda con profundo anhelo que los hijos de Dios sean revelados” (Rom. 8:19).

¡Qué promesa tan increíble!

No obstante, mientras esperamos la salvación definitiva y la reunión con Dios, aunque “todas las criaturas gimen a una, y a una sufren dolores como de parto” (Rom. 8:22), el Señor habita con su pueblo ahora, por medio del Espíritu Santo.

Mientras tanto, se nos llama a dar testimonio (Hech. 1:4-8) del Plan de Salvación, que concluirá con una nueva Creación. Esa nueva Creación, en última instancia, es lo que estamos esperando: el cumplimiento final de nuestras esperanzas como cristianos adventistas. El mismo nombre, Adventista, abarca la idea de la esperanza que aguardamos. Esperamos, pero sabemos que no es en vano. La muerte y la resurrección de Cristo, en su primera venida, es nuestra garantía de su segunda venida.

¿Qué cosas esperas ahora de Dios? ¿Cómo aprendemos a esperar con fe y confianza, especialmente cuando lo que pedimos aún no ha llegado? 

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