Lección 12 | Jueves 20 de junio
EL FUERTE CLAMOR
Lee Apocalipsis 18:1 al 4, Habacuc 2:14 y Mateo 24:14. ¿Cómo se terminará la obra de Dios en la Tierra, según estos versículos?
Apo 18:1 Después de esto vi a otro ángel que bajaba del cielo. Tenía mucho poder, y la tierra se iluminó con su resplandor.
Apo 18:2 Gritó a gran voz: «¡Ha caído! ¡Ha caído la gran Babilonia! Se ha convertido en morada de demonios y en guarida de todo espíritu maligno, en nido de toda ave impura y detestable.
Apo 18:3 Porque todas las naciones han bebido el excitante vino de su adulterio; los reyes de la tierra cometieron adulterio con ella, y los comerciantes de la tierra se enriquecieron a costa de lo que ella despilfarraba en sus lujos.»
Apo 18:4 Luego oí otra voz del cielo que decía: «Salgan de ella, pueblo mío, para que no sean cómplices de sus pecados, ni los alcance ninguna de sus plagas;
Hab 2:14 Porque así como las aguas cubren los mares, así también se llenará la tierra del conocimiento de la gloria del Señor.
La palabra griega para autoridad, o poder, en el Nuevo Testamento es exousia. A menudo se refiere al triunfo de Cristo sobre los principados y potestades del infierno. Jesús utiliza esta palabra en el Evangelio de Mateo en armonía con la misión encomendada a sus discípulos. En Mateo 10:1 Jesús otorga autoridad a sus discípulos sobre los principados y potestades del infierno. Los envía con el poder divino para salir victoriosos en la batalla entre el bien y el mal. En Mateo 28, una vez más los envía con “toda autoridad [...] en el cielo y en la tierra” para que “vayan a todas las naciones, [y] hagan discípulos” (Mat. 28:18, 19).
La iglesia del Nuevo Testamento –henchida del poder del Espíritu Santo, y con la autoridad del Cristo vivo que en su vida y su muerte triunfó sobre los principados y potestades del infierno– iluminó la Tierra con la gloria de Dios. En pocos años, los discípulos proclamaron el evangelio al mundo entonces conocido (Col. 1:23).
En el tiempo del fin, el Espíritu Santo se derramará con un poder sin precedentes, y el evangelio se extenderá rápidamente hasta los confines de la Tierra. Miles se convertirán en un día, y la gracia de Dios y la verdad impactarán a todo el planeta. De esta manera, el mundo será advertido y el evangelio (y la esperanza que este ofrece) se extenderá por todo el mundo.
“La gran obra del evangelio no terminará con menor manifestación del poder de Dios que la que señaló su comienzo. Las profecías que se cumplieron en el derramamiento de la lluvia temprana, al principio de la obra del evangelio, deben volverse a cumplir en tiempo de la lluvia tardía, al fin de dicha obra.[...] “Siervos de Dios, con semblantes iluminados y resplandecientes de santa consagración, se apresurarán de lugar en lugar para proclamar el mensaje del Cielo.
Miles de voces darán la advertencia por toda la Tierra. Se realizarán milagros, los enfermos sanarán, y signos y prodigios seguirán a los creyentes” (Elena de White, El conflicto de los siglos, pp. 669, 670).
¿Qué está retrasando el poderoso derramamiento del Espíritu Santo, la lluvia tardía y el fuerte clamor? Por más pequeña que sea nuestra tarea individual, ¿qué función podemos desempeñar para estar abiertos y receptivos al derramamiento del Espíritu Santo?
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