Lección 12 | Domingo 16 de junio
LEALTAD A DIOS Y A SU PALABRA
Lee Proverbios 23:23; y Juan 8:32 y 17:17. ¿Qué tienen en común estos versículos?
Pro 23:23 Adquiere la verdad y la sabiduría, la disciplina y el discernimiento, ¡y no los vendas!
Jua 8:32 y conocerán la verdad, y la verdad los hará libres.
Jua 17:17 Santifícalos en la verdad; tu palabra es la verdad.
A lo largo de los siglos, el Gran Conflicto ha sido una batalla entre la verdad y el error. Satanás es un mentiroso y el padre de la mentira (Juan 8:44). Jesús es el autor de toda verdad. Él declaró: “ ‘Yo soy el camino, la verdad y la vida’ ” (Juan 14:6). La verdad que nos libra de los engaños de Satanás se encuentra en la Palabra de Dios. La Biblia desenmascara la estrategia de Satanás y revela los planes de Dios. La Escritura es una lámpara para nuestros pies (Sal. 119:105). El salmista declara: “La explicación de tus palabras ilumina, da inteligencia a los sencillos” (Sal. 119:130). Y añade: “Toda tu palabra es verdad” (Sal. 119:160).
Lee 2 Pedro 1:16 al 21. ¿Qué seguridad nos da el apóstol con respecto a la profecía? ¿Qué ilustración utiliza para mostrar la importancia de la Palabra profética de Dios?
2Pe 1:16 Cuando les dimos a conocer la venida de nuestro Señor Jesucristo en todo su poder, no estábamos siguiendo sutiles cuentos supersticiosos sino dando testimonio de su grandeza, que vimos con nuestros propios ojos.
2Pe 1:17 Él recibió honor y gloria de parte de Dios el Padre, cuando desde la majestuosa gloria se le dirigió aquella voz que dijo: «Éste es mi Hijo amado; estoy muy complacido con él.»
2Pe 1:18 Nosotros mismos oímos esa voz que vino del cielo cuando estábamos con él en el monte santo.
2Pe 1:19 Esto ha venido a confirmarnos la palabra de los profetas, a la cual ustedes hacen bien en prestar atención, como a una lámpara que brilla en un lugar oscuro, hasta que despunte el día y salga el lucero de la mañana en sus corazones.
2Pe 1:20 Ante todo, tengan muy presente que ninguna profecía de la Escritura surge de la interpretación particular de nadie.
2Pe 1:21 Porque la profecía no ha tenido su origen en la voluntad humana, sino que los profetas hablaron de parte de Dios, impulsados por el Espíritu Santo.
No hemos seguido “fábulas ingeniosas”. Las profecías de la Palabra de Dios iluminan el camino que tenemos por delante. Nos ayudan a distinguir la verdad del error. Sin la Biblia, quedaríamos librados a los caprichos de la opinión humana y caeríamos fácilmente en el engaño. “Al pueblo de Dios se lo dirige a las Escrituras como su salvaguardia contra las influencias de los falsos maestros y el poder engañoso de los espíritus de las tinieblas. Satanás emplea todo artificio posible para impedir que los hombres obtengan un conocimiento de la Biblia, pues su claro lenguaje revela sus engaños. [...]
El último gran engaño se desplegará pronto ante nosotros. El Anticristo va a efectuar ante nuestra vista sus obras maravillosas. Las falsificaciones se asemejarán tanto a la realidad que será imposible distinguirlas sin el auxilio de las Santas Escrituras. [...] Solo los que hayan fortalecido su mente con las verdades de la Biblia podrán resistir en el último gran conflicto. Toda alma ha de pasar por la prueba decisiva: ‘¿Obedeceré a Dios antes que a los hombres?’ La hora crítica se acerca. ¿Hemos asentado los pies en la roca de la inmutable Palabra de Dios? ¿Estamos preparados para defender firmemente los mandamientos de Dios y la fe de Jesús?” (Elena de White, El conflicto de los siglos, pp. 651, 652).
Considera las preguntas de la cita anterior. ¿Qué nos permitirá resistir en la crisis final? ¿Qué nos distrae de estudiar la Palabra de Dios? ¿Cómo podríamos estar poniendo en juego la verdad por placer personal?
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