Miércoles 11 de septiembre | Lección 11
DEJANDO TODO PARA HUIR DE JESÚS
Lee Marcos 14:43 al 52. ¿Qué ocurre aquí que es tan crucial para el Plan de Salvación?
Mar 14:44 El traidor les había dado esta contraseña: «Al que yo le dé un beso, ése es; arréstenlo y llévenselo bien asegurado.»
Mar 14:45 Tan pronto como llegó, Judas se acercó a Jesús. —¡Rabí! —le dijo, y lo besó.
Mar 14:46 Entonces los hombres prendieron a Jesús.
Mar 14:47 Pero uno de los que estaban ahí desenfundó la espada e hirió al siervo del sumo sacerdote, cortándole una oreja.
Mar 14:48 —¿Acaso soy un bandido —dijo Jesús—, para que vengan con espadas y palos a arrestarme?
Mar 14:49 Día tras día estaba con ustedes, enseñando en el templo, y no me prendieron. Pero es preciso que se cumplan las Escrituras.
Mar 14:50 Entonces todos lo abandonaron y huyeron.
Mar 14:51 Cierto joven que se cubría con sólo una sábana iba siguiendo a Jesús. Lo detuvieron,
Mar 14:52 pero él soltó la sábana y escapó desnudo.
Es sorprendente que uno de los colaboradores más cercanos de Jesús lo entregara a sus enemigos. Los evangelios no entran en grandes detalles acerca de la motivación de Judas. Pero Elena de White escribe lo siguiente: “Judas tenía, naturalmente, un fuerte amor por el dinero; pero no siempre había sido lo bastante corrupto para realizar una acción como esta. Había fomentado el mal espíritu de la avaricia hasta que este había llegado a ser el motivo predominante de su vida. El amor al dinero superaba a su amor por Cristo. Al llegar a ser esclavo de un vicio, se entregó a Satanás para ser arrastrado a cualquier bajeza de pecado” (DTG 663).
La traición es en sí misma algo que resulta lamentable para todos, incluso para quienes se valen de los traidores (ver Mat. 27:3-7). Pero la acción de Judas es particularmente repugnante porque él procura ocultar su traición bajo el disfraz de la amistad. Él da instrucciones a la muchedumbre para que arresten al hombre a quien bese. Parece que Judas quería que su perfidia quedara oculta de Jesús y de los otros discípulos.
El caos se desata cuando la turba arresta a Jesús. Alguien saca una espada (Juan 18:10 y 11 dice que fue Pedro) y corta una oreja al siervo del sumosacerdote. Jesús se dirige a la horda y los reprende por hacer en secreto lo que no se habían atrevido a hacer abiertamente mientras enseñaba en el Templo, pero concluye haciendo referencia al cumplimiento de las Escrituras. Es otra señal de la trama que recorre todo el relato de la Pasión: la voluntad de Dios está llegando a su cumplimiento aunque la voluntad del hombre esté operando para destruir al Mesías.
Todos los discípulos huyen, incluso Pedro, quien, sin embargo, reaparecerá siguiendo a Jesús de lejos y metiéndose finalmente en problemas. Marcos 14:51 y 52 registra el hecho de que un joven seguía a Jesús, un dato que no aparece en ningún otro lugar de los evangelios canónicos. Algunos piensan que era Marcos mismo, pero es improbable. Lo destacable es que huyó desnudo. En lugar de dejar todo para “seguir” a Jesús, dejó todo para “huir” de él.
Piensa en la temible idea de que la esclavitud a un solo vicio condujo a Judas a hacer lo que hizo. ¿Qué debería decirnos esto acerca del odio al pecado y, por la gracia de Dios, de la victoria sobre él?
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