Domingo 15 de septiembre | Lección 12
“¿ERES TÚ EL REY DE LOS JUDÍOS?”
Lee Marcos 15:1 al 15. ¿Qué clase de circunstancias irónicas ocurren aquí?
Mar 15:2 —¿Eres tú el rey de los judíos? —le preguntó Pilato. —Tú mismo lo dices —respondió.
Mar 15:3 Los jefes de los sacerdotes se pusieron a acusarlo de muchas cosas.
Mar 15:4 —¿No vas a contestar? —le preguntó de nuevo Pilato—. Mira de cuántas cosas te están acusando.
Mar 15:5 Pero Jesús ni aun con eso contestó nada, de modo que Pilato se quedó asombrado.
Mar 15:6 Ahora bien, durante la fiesta él acostumbraba soltarles un preso, el que la gente pidiera.
Mar 15:7 Y resulta que un hombre llamado Barrabás estaba encarcelado con los rebeldes condenados por haber cometido homicidio en una insurrección.
Mar 15:8 Subió la multitud y le pidió a Pilato que le concediera lo que acostumbraba.
Mar 15:9 —¿Quieren que les suelte al rey de los judíos? —replicó Pilato,
Mar 15:10 porque se daba cuenta de que los jefes de los sacerdotes habían entregado a Jesús por envidia.
Mar 15:11 Pero los jefes de los sacerdotes incitaron a la multitud para que Pilato les soltara más bien a Barrabás.
Mar 15:12 —¿Y qué voy a hacer con el que ustedes llaman el rey de los judíos? —les preguntó Pilato.
Mar 15:13 —¡Crucifícalo! —gritaron.
Mar 15:14 —¿Por qué? ¿Qué crimen ha cometido? Pero ellos gritaron aún más fuerte: —¡Crucifícalo!
Mar 15:15 Como quería satisfacer a la multitud, Pilato les soltó a Barrabás; a Jesús lo mandó azotar, y lo entregó para que lo crucificaran.
Poncio Pilato fue gobernador de Judea entre los años 26 y 36 d.C. No era un líder amable, y varias de sus acciones causaron consternación entre los habitantes del país (compara con Luc. 13:1). El juicio de Jesús resultó en una sentencia de muerte por blasfemia. Sin embargo, bajo el Gobierno romano, los judíos no podían ejecutar personas en la mayoría de los casos, así que trajeron a Jesús ante Pilato para que lo condenara.
El cargo contra Jesús ante Pilato no es mencionado, pero es posible deducirlo a partir de la breve pregunta que le dirige al Señor: “¿Eres tú el Rey de los judíos?” (Mar. 15:2). En los tiempos del Antiguo Testamento, Israel ungía a sus reyes, así que no es difícil ver cómo el término Messiah (“ungido”) podía ser convertido en un presunto reclamo de homenaje propio de un rey, en competencia con el emperador. Por lo tanto, la acusación presentada ante el Sanedrín contra Jesús fue de blasfemia, mientras que la esgrimida contra él ante el gobernador fue de sedición, lo que podía conducir a la muerte.
La ironía radica en el hecho de que Jesús es tanto el Mesías como el Rey de los judíos. Sus condenas por blasfemia y sedición estaban equivocadas. Debió haber recibido, en cambio, homenaje y adoración. Pero Jesús aún actúa como un rey. Su respuesta a Pilato: “Tú lo dices” (Mar. 15:2, RVR 1960) es evasiva. Él no rechaza el título ni lo confirma. Esta respuesta puede sugerir que es un rey, pero de una clase diferente (compara con Juan 18:33-38).
Marcos 15:6 introduce en la narración la costumbre de liberar a un prisionero durante la Pascua.
En Marcos 15:9, Pilato pregunta si quieren que suelte al “Rey de los judíos”, y aunque usó tal vez el título de manera irónica, la ironía está en realidad jugando en su contra.
Marcos 15:9 y 10 es un estudio de percepción y de falta de ella. Pilato se da cuenta de que los líderes religiosos entregaron a Jesús por envidia, pero no percibe que, al formular la pregunta a la multitud, está haciendo el juego a los dirigentes religiosos. Estos incitan a la multitud y piden la crucifixión de Jesús.
Pilato retrocede. La crucifixión era una manera demasiado terrible de morir, sobre todo para alguien a quien él consideraba inocente. Cuán dolorosamente irónico es que el gobernador romano quisiera liberar al Mesías, mientras que los dirigentes religiosos lo querían crucificado.
¿Qué puede preservarte de seguir a la multitud cuando la presión para hacerlo es fuerte?
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