Lunes 7 de octubre | Lección 2
“REALMENTE, ESTE ES EL PROFETA”
Lee Juan 6:14, 15 y 26 al 36. ¿Cómo respondió la gente a su milagro y cómo lo utilizó Jesús para enseñarles quién era?
Jua 6:14 Al ver la señal que Jesús había realizado, la gente comenzó a decir: «En verdad éste es el profeta, el que ha de venir al mundo.»
Jua 6:15 Pero Jesús, dándose cuenta de que querían llevárselo a la fuerza y declararlo rey, se retiró de nuevo a la montaña él solo.
Jua 6:26 —Ciertamente les aseguro que ustedes me buscan, no porque han visto señales sino porque comieron pan hasta llenarse.
Jua 6:27 Trabajen, pero no por la comida que es perecedera, sino por la que permanece para vida eterna, la cual les dará el Hijo del hombre. Sobre éste ha puesto Dios el Padre su sello de aprobación.
Jua 6:28 —¿Qué tenemos que hacer para realizar las obras que Dios exige? —le preguntaron.
Jua 6:29 —Ésta es la obra de Dios: que crean en aquel a quien él envió —les respondió Jesús.
Jua 6:30 —¿Y qué señal harás para que la veamos y te creamos? ¿Qué puedes hacer? —insistieron ellos—.
Jua 6:31 Nuestros antepasados comieron el maná en el desierto, como está escrito: “Pan del cielo les dio a comer.”[c]
Jua 6:32 —Ciertamente les aseguro que no fue Moisés el que les dio a ustedes el pan del cielo —afirmó Jesús—. El que da el verdadero pan del cielo es mi Padre.
Jua 6:33 El pan de Dios es el que baja del cielo y da vida al mundo.
Jua 6:34 —Señor —le pidieron—, danos siempre ese pan.
Jua 6:35 —Yo soy el pan de vida —declaró Jesús—. El que a mí viene nunca pasará hambre, y el que en mí cree nunca más volverá a tener sed.
Jua 6:36 Pero como ya les dije, a pesar de que ustedes me han visto, no creen.
Pero Jesús no había venido para eso, y ese no era el propósito de su milagro. En lugar de ello, el relato de la alimentación de los cinco mil dio la oportunidad de ilustrar que Jesús es el Pan de vida, que Dios mismo descendió del Cielo. Dijo: “Yo soy el pan de vida. El que viene a mí nunca tendrá hambre” (Juan 6:35).
Esta es la primera de las siete afirmaciones “Yo soy” del Evangelio de Juan, en las que la declaración “Yo soy” está relacionada con algún predicado: “el pan de vida” (Juan 6:35); “la luz del mundo” (Juan 8:12); “la puerta” (Juan 10:7, 9); “el buen pastor” (Juan 10:11, 14); “la resurrección y la vida” (Juan 11:25); “el camino, la verdad y la vida” (Juan 14:6); “la vid verdadera” (Juan 15:1, 5). Cada una de ellas apunta a una verdad importante acerca de Jesús. Las afirmaciones “Yo soy” se remontan a Éxodo 3, donde Dios se presenta a Moisés como el gran YO SOY (comparar con Juan 8:58). Jesús es ese gran YO SOY. Pero la gente no captó nada de eso.
“Con corazón desconforme, preguntaban: ¿Por qué, si Jesús podía hacer obras tan admirables como las que habían presenciado, no podía dar a todos los suyos salud, fuerza y riquezas, librarlos de sus opresores, y exaltarlos al poder y la honra? El hecho de que aseverara ser el Enviado de Dios y, sin embargo, se negara a ser el Rey de Israel era un misterio que no podían sondear. Su negativa fue malinterpretada. Muchos concluyeron que no se atrevía a presentar sus derechos porque él mismo dudaba del carácter divino de su misión. Así abrieron su corazón a la incredulidad, y la semilla que Satanás había sembrado llevó fruto según su especie: incomprensión y deserción” (Elena de White, El Deseado de todas las gentes, p. 349).
Buscaban el beneficio material, no la verdad que perdura eternamente. Esta es una trampa que todos enfrentamos potencialmente si no somos cuidadosos.
¿Cómo podemos evitar quedar atrapados en las cosas materiales a expensas de lo espiritual?
Comentarios
Publicar un comentario