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CBA LIBRO DE MATEO CAPÍTULO 27


CBA Libro de Mateo capítulo 27

1. Venida la mañana 
Mateo y Marcos registran con lujo de detalles el juicio nocturno ante el sanedrín, pero apenas mencionan el juicio diurno. Como puede verse por el relato que hace Lucas del juicio diurno, su proceso fue similar al de la noche, por lo menos en lo que atañe a sus elementos esenciales. 

2. Le llevaron atado 
[ Primer juicio ante Pilato, Mat. 27: 2, 11-14 = Mar. 15: 2-5 = Luc. 23: 1-5 = Juan 18: 28-38 . Comentario principal: Lucas y Juan.] Jesús fue atado por los funcionarios cuando lo prendieron en el huerto, y así compareció delante de Anás (Juan 18: 12-13, 24). Evidentemente, en algún momento del juicio ante el sanedrín le habían soltado las manos. 

Según Josefo ( Guerra v. 4. 2), el edificio donde se reunía el sanedrín estaba en el ángulo suroeste del predio del templo (ver mapa p. 215). Desde allí Jesús fue llevado al pretorio romano, residencia oficial de Pilato. Algunos han identificado el pretorio con la torre Antonia, muy próxima al norte del predio del templo. Otros han pensado que sería el antiguo palacio de Herodes, a menos de 1 km del predio del templo, hacia el oeste. Se sabe que gobernadores romanos posteriores residieron en este palacio cuando estuvieron en Jerusalén ( Id ., ii.14. 8; 15. 5). 

Le entregaron 
Es evidente que todo el sanedrín acompañó a Jesús hasta el palacio (Mar. 15: 1; Luc. 23: 1). 

Gobernador 
Gr. h'gemÇn, mejor traducido como "procurador" (BJ). El h'gemÇn era un romano de la orden ecuestre, designado por el César y directamente responsable ante él. La residencia oficial del procurador romano, o "gobernador", se encontraba en Cesarea. Sin embargo, era la práctica de los procuradores trasladarse a Jerusalén particularmente en ocasión de las grandes fiestas judías, cuando se reunían allí miles de peregrinos, a fin de evitar cualquier desorden. Siempre existía la posibilidad de un levantamiento popular contra Roma, y una ocasión tal como la pascua proporcionaba a los judíos la oportunidad ideal para una insurrección. Se esperaba de Pilato que confirmara la sentencia de muerte y ejecutara a Jesús (DTG 671). 

3. Entonces Judas 
[ Confesión y muerte de Judas, Mat. 27: 3-10] Judas se presentó para hacer su confesión cuando el juicio diurno u oficial ante el sanedrín estaba por concluir, probablemente cuando se pronunció el veredicto. O Judas vio que Jesús estaba por ser condenado, u oyó que se pronunciaba la sentencia. 

Arrepentido 
"Acosado por el remordimiento" " (BJ). Gr. metamélomai, literalmente, "estar triste después". Pablo emplea este verbo metamélomai para referirse al pesar que sintió después de haber enviado una dura reprensión a la iglesia de Corinto (2 Cor. 7: 8). El arrepentimiento de Judas fue como el de Esaú. Lo que sintió fue remordimiento no acompañado por un cambio de parecer. En el caso de Judas, lo llevó al suicidio. No hubo ningún cambio básico en el carácter. 

4. Yo he pecado. 
Judas había confiado plenamente en que Jesús se libraría de sus atormentadores (DTG 668). Al darse cuenta de que Jesús no lo haría, se sintió movido a hacer su confesión. En este momento el traidor se adelanta como único testigo para dar testimonio de la inocencia de Jesús. Con referencia a los reglamentos judiciales Judíos que protegían a una persona condenada, ver la segunda Nota Adicional del capítulo 26. 

¿Qué nos importa a nosotros? 
El sanedrín desconoció por completo el nuevo testimonio violentamente presentado en el juicio por la confesión de Judas. Su confesión debe haber perturbado mucho a los dirigentes, cuya complicidad en el complot se hacía pública de esta manera. Era evidente que habían sobornado a Judas, y esa acción era una violación directa de las leyes de Moisés (Exo. 23: 8). 

5. En el templo. 
El sanedrín no se reunía en el templo mismo, sino en un edificio muy cerca del templo (ver com. vers. 2). 

Se ahorcó. 
Debe haberse ahorcado casi inmediatamente, pues los que llevaban a Jesús al Calvario vieron por el camino el cadáver destrozado de Judas, cuando salieron de la ciudad (DTG 669; cf. Hech. 1: 18). 

6. No es lícito. 
Es probable que esta restricción se basara en Deut. 23: 18. 

El tesoro. 
Gr. korbanás , transliteración de una palabra aramea que significa "dádiva". Es probable que aquí korbanás se refiera al lugar donde se guardaban las dádivas ofrecidas al templo. 

Precio de sangre. 
Los sacerdotes no se atrevían a colocar las treinta piezas en la tesorería del templo, pero estaban ansiosos de derramar la sangre inocente que con ese dinero habían comprado. Manifestaron escrúpulos similares cuando se negaron a entrar en el pretorio de Pilato para que, sin contaminación, pudieran participar de la pascua (Juan 18: 28). 

7. Consultar. 
No se dice si consultaron en ese momento o más tarde. Es probable que un asunto de tan poca trascendencia hubiera sido dejado para decidirse después de la pascua. 

El campo del alfarero. 
Llamado "Acéldama, que quiere decir, Campo de sangre" (Hech. 1: 19). No se conoce la ubicación de este campo. 

8. El día de hoy. 
Es decir, cuando Mateo escribió el Evangelio que lleva su nombre. 

9. Se cumplió. 
En cuanto al sentido con el cual Mateo hace referencia al cumplimiento de las profecías del AT, ver com. cap. 1: 22. 

Jeremías. 
Sin embargo, la cita proviene básicamente de Zac. 11: 13, con posibles alusiones a Jer. 18: 2-12; 19: 1-15; 32: 6-9. Con referencia al hecho de que una cita puede derivarse de varios autores del AT, pero que es atribuida al principal de ellos, ver com. Mar. 1: 2. 

11. Jesús, pues, estaba en pie. 
Aquí Mateo retoma el relato iniciado en el vers. 2 (ver allí el comentario), después de interrumpirlo para narrar lo que hizo Judas al final del juicio diurno ante el sanedrín (ver com. vers. 3). Los miembros del sanedrín se negaron a entrar en el pretorio para no contaminarse, de modo que no pudieran comer la pascua (Juan 18: 28). 

¿Eres tú? 
La construcción griega de la pregunta insinúa que Pilato difícilmente podía creer que una persona como Jesús pudiera ser un revolucionario como lo habían indicado los, judíos en las acusaciones que habían hecho contra él (Luc. 23: 2, 5, 14). Lucas (cap. 23: 2) registra la triple acusación de Caifás contra Jesús: agitación sediciosa, prohibición de pagar impuestos, y pretensión a un trono real. Sólo Juan (cap. 18: 28-38) presenta un relato más o menos extenso del primer juicio ante Pilato y el marco de la pregunta que aquí, súbitamente, registran los sinópticos. 

Tú lo dices. 
Equivale a un "sí" (ver com. cap. 26: 64). En el transcurso de todo su, juicio, ya fuera ante los judíos, Pilato o Herodes, Jesús sólo respondió a aquellas preguntas que tenían que ver con su mesianismo. Afirmó ser Hijo de Dios y Rey de los Judíos (Mat. 26: 63-64; Juan 18: 33-36). Los Judíos consideraron que la primera afirmación equivalía a blasfemia, y los romanos, por su parte, que la segunda era un acto de traición. 

13. ¿No oyes? 
Se esperaría que una persona común afirmara a voz en cuello su inocencia, ya fuera inocente o culpable. Pilato se maravilló del dominio propio de Jesús, porque le resultaba tan inexplicable como admirable. Para este momento Pilato había comprendido perfectamente que las acusaciones contra Jesús eran completamente malintencionadas (cf. Mar. 15: 10). Por lo tanto, no había ninguna necesidad de que Jesús se defendiera. 

15. Gobernador. 
[ Segundo juicio ante Pilato, Mat. 27: 15-31ª = Mar. 15: 6-19 = Luc. 23: 13, 25 = Juan 18: 39 a 19: 16. Comentario principal: Mateo y Juan. Ver mapa p. 215; diagramas 9, 11, pp. 223-224] Gr. h'gemÇn (ver com. vers. 2). Juan proporciona un registro más completo y más cronológico del segundo y último juicio que los sinópticos. Sin duda, al menos en buena parte, el registro de Juan debería insertarse entre los vers. 23 y 24 de Mat. 27, antes de la culminación del juicio, el cual se registra en los vers. 24-26. 

Soltar. 
Según DTG, la costumbre de conceder una amnistía a presos políticos en ocasión de una fiesta era una práctica de origen pagano (p. 681). Era una demostración de la política conciliatoria de Roma para con los pueblos de las provincias subyugadas y tenía el propósito de ganar su favor. 

16. Famoso. 
Gr. epís'mos, "marcado", "ilustre", "notorio". Es probable que Barrabás fuera el caudillo, o uno de los caudillos, de una revuelta que había ocurrido recientemente en Jerusalén. Los anales históricos de la época indican que las revueltas y las insurrecciones eran comunes tanto en Judea como en Galilea. 

Barrabás. 
La evidencia textual se inclina (cf. p. 147) por el texto "Jesús Barrabás". Pilato ofreció al pueblo la posibilidad de escoger entre uno que pretendía ser un salvador político (DTG 681), que prometía la liberación de la tiranía de Roma, y el Salvador del mundo, que había venido a salvar al hombre de la tiranía del pecado. Pero el pueblo prefirió someterse al liderazgo de Barrabás antes que al de Cristo. 

17. Llamado el Cristo. 
Los miembros del sanedrín ya habían acusado a Jesús delante de Pilato por haber declarado ser "el Cristo, un rey" (Luc. 23: 2). El título viene del equivalente griego de la palabra hebrea transliterada Mesías, y que significa "ungido" (ver com. Mat. 1: 1). Los Judíos del tiempo de Cristo concebían al Mesías de la profecía como a un caudillo militar destinado a liberar a la nación de la esclavitud romana. Sin duda Pilato comprendía bien el significado del título Mesías o Cristo. El que se ofreciera a soltar a Jesús indicaba que, para efectuar el trueque, Pilato reconocía a Jesús como preso, presuntamente culpable de las acusaciones que se le hacían, y que, como tal, podía recibir la amnistía que concedía la costumbre. 

18. Por envidia. 
Pilato ya había captado los malignos motivos que impelían al sanedrín, y posiblemente propuso la elección entre Cristo y Barrabás con la intención deliberada de probar ante el pueblo y para satisfacción de él mismo, la falta de sinceridad que ya había detectado en sus dirigentes. Los Judíos habían acusado a Cristo de ser rebelde contra Roma, pero deseaban que se soltara a Barrabás que era públicamente culpable de rebelión. 

19. Su mujer le mandó. 
Pareciera que la carta de la esposa de Pilato, a quien la tradición ha dado el nombre de Claudia Procla, llegó justamente antes de que Pilato enviara a buscar a Barrabás (DTG 680-681). Pilato ya estaba convencido de la inocencia de Jesús, y la advertencia de su mujer le proporcionó una confirmación sobrenatural de eso. 

En sueños. 
Comparar con los sueños dados a Nabucodonosor (ver com. Dan. 2: 1) y a los magos que vinieron a ver a Jesús (ver com. Mat. 2: 1). 

20. Persuadieron a la multitud. 
Los esfuerzos realizados por los dirigentes para influir en la decisión de la multitud irreflexivo, constituyeron una prueba absoluta de la falta de sinceridad de sus acusaciones contra Jesús. Buena parte del apoyo popular a Jesús venía de Galilea y de Perea, donde había trabajado hacía poco tiempo. Probablemente los peregrinos que venían de esas regiones no habían entrado aún en la ciudad a una hora tan temprana. Una cosa que los dirigentes temían era que los peregrinos que simpatizaban con Jesús intentaran liberarlo (ver com. cap. 26: 59). Es indudable que estos astutos dirigentes se proponían conseguir que todo el caso se concluyera antes de que tal intento pudiera hacerse. La multitud de Jerusalén, la cual Josefo repetidas veces describe como revoltosa, estaba completamente bajo el control de los dirigentes religiosos. Pilato esperaba que algunos de los amigos de Jesús hablaran en favor del preso. Es evidente que no sabía que la turba reunida ante el pretorio estaba compuesta en su mayoría, si no en su totalidad, por personas que no simpatizaban con Jesús o que le eran indiferentes. Por esta 533 razón el plan de Pilato fracasó, sin duda, para gran sorpresa y disgusto de él. 

Pidiese. 
Literalmente, "pidiesen para ellos". Los dirigentes proponían la liberación de un hombre culpable del mismo crimen -el de ser un falso Mesías- del que habían acusado a Jesús (ver com. vers. 16), e instaron a que se condenase al verdadero Mesías. Dicho de otro modo, si Jesús hubiera sido el Mesías político que ellos esperaban, y si se hubiera proclamado rey de los Judíos y hubiera acaudillado a la nación en su revuelta contra Roma, sin duda habrían estado ansiosos de ir tras él. 

22. ¿Qué, pues, haré? 
A Pilato le faltaba el valor moral necesario para dar el veredicto que sabía era correcto. Al igual que él, muchas personas hoy buscan maneras de evitar enfrentarse con esta decisión (ver com. vers. 24), pero tarde o temprano deben hacer una decisión final en favor de Cristo o en contra de él. 

23. ¿Qué mal? 
Pilato, representante del poder imperial romano, estaba discutiendo este asunto con la turba de Jerusalén. No sólo eso, sino que iba perdiendo terreno. No podían responder a su pregunta porque la única respuesta válida era decir que Jesús no había hecho ningún mal. Pero lo que les faltaba en lógica les sobraba en bullicio. 

Gritaban aún más. 
Como una jauría de lobos que aúlla persiguiendo a su presa, los componentes del populacho de Jerusalén literalmente "seguían gritando con más fuerza" (BJ). 

Debiera notarse que los diversos hechos registrados en Juan 19: 1-16 corresponden aproximadamente a este punto del relato (DTG 685-686). Estos episodios fueron intentos adicionales de Pilato para librar a Jesús. 

24. Alboroto. 
La turba rápidamente se iba descontrolando y se estaba gestando un motín por el cual Pilato tendría que dar cuenta a sus superiores en Roma (cf. Hech. 19: 40). Pilato comenzó a ver que cada intento que había hecho por conseguir que el pueblo y sus dirigentes dieran su consentimiento para librar a Jesús, sólo había servido para aumentar la furia irracional del pueblo. 

Se lavó las manos. 
Con referencia a la estrategia que finalmente llevó a Pilato a hacer esto, ver Juan 19: 12-16. Pilato había declarado repetidas veces que Cristo era inocente, y había procurado soltar a Jesús de ser eso posible. De lo contrario, por lo menos deseaba evadir la responsabilidad de pronunciar una sentencia (Juan 18: 38; etc.). (1) Había intentado persuadir a los Judíos para que ellos mismos se ocuparan del juicio de Jesús, dentro de los límites de la ley (Juan 18: 31). (2) Había enviado a Jesús ante Herodes (Luc. 23: 7). (3) Había intentado soltar a Jesús como el preso perdonado en ocasión de la pascua (Juan 18: 39). (4) Había mandado azotar a Jesús con la esperanza de suscitar compasión por él, y así salvarlo de la pena de muerte (Luc. 23: 22). En comparación con otros pueblos de la antigüedad, los romanos eran conocidos por su claro sentido de Injusticia al ocuparse de individuos acusados, actitud que Pilato, sin duda, compartía. Se sabe que el emperador Tiberio trataba con severidad a aquellos funcionarios romanos que maltrataban a cualquiera de sus súbditos. Pilato ya se había hecho acreedor del desagrado imperial por causa de su trato brutal y falto de consideración para con los judíos; por este mismo motivo se lo depuso cinco años más tarde, poco después de lo cual se suicidó (DTG 687; cf. Josefo, Antigüedades xviii. 3. 2; 4. 1-2; etc.). Pilato vaciló en desagradar a los judíos. Sin embargo, si ordenaba la ejecución de Jesús sabiendo que era inocente, bien podría tener que dar cuenta ante el emperador. 

Los Judíos conocían bien el simbolismo de lavarse las manos como una demostración de inocencia. En ciertos casos lo prescribía la ley (Deut. 21: 6-7; cf. Sal. 26: 6; 73: 13). Pero aunque Pilato pudiera procurar evadir la responsabilidad por la muerte de Jesús, su culpa permanecía. 

25. Su sangre sea sobre nosotros. 
Los Judíos aceptaron con gusto asumir la responsabilidad por la muerte de Jesús. Casi parecían jactarse de su proceder. Los apóstoles más tarde acusaron a los dirigentes de la nación de ser los asesinos de Jesús (Hech. 2: 23; 3: 14-15; 7: 52), y los dirigentes, olvidando que habían aceptado antes esa responsabilidad, se ofendieron por la acusación (Hech. 5: 28). 

Sobre nuestros hijos. 
Dios no castiga a los hijos por los pecados de sus padres. Sin embargo, los resultados de las decisiones equivocadas y de acciones erróneas tienen su efecto natural sobre generaciones posteriores (ver Exo. 20: 5; com. Eze. 18: 2). En el terrible asedio de Jerusalén en el año 70 d. C., una generación después de la crucifixión (ver com. Mat. 24: 15-20), los judíos sufrieron el resultado inevitable de la fatal decisión del día cuando abandonaron el pacto (DTG 688), al afirmar que no tenían rey sino al César (Juan 19: 15). 

26. Habiendo azotado a Jesús. 
En los vers. 26-31, como en muchos otros pasajes (ver pp. 181-182), Mateo se aparta del estricto orden cronológico, puesto que tiene el propósito de completar el relato de la actuación de Pilato antes de hablar de la que les cupo a los soldados (vers. 26; cf. vers. 31). En realidad, la burla (vers. 27-3 l) precedió al azotamiento y la entrega para ser crucificado (vers. 26, 3 l). Jesús fue azotado dos veces; la primera, con el propósito de conseguir la aprobación de la turba para soltar a Jesús (Luc. 23: 16, 20, 22; Juan 19:1; DTG 682-684), y la segunda como castigo preliminar a la crucifixión (Mat. 27: 26; Mar. 15: 15; DTG 687, 690). Josefo ( Guerra ii. 14. 9) afirma que Floro, más tarde gobernador romano de Judea, hizo azotar a ciertos habitantes de Jerusalén antes de hacerlos ejecutar. En cuanto a la forma de azotar empleada por los judíos, ver com. Mat. 10: 17. 

Le entregó. 
Pílato accedió a la exigencia de que Jesús fuera crucificado, y dictó esa sentencia (Luc. 23: 24). Al hacer eso, Pilato entregó todo lo que pudiera haber tenido de justicia y de misericordia a los dirigentes sedientos de sangre y a quienes los seguían. 

27. Los soldados. 
Eran soldados romanos, pues esto ocurrió bajo la jurisdicción inmediata de Pilato. Según Hech. 10: 1, Cornelio era centurión de "la compañía llamada la Italiana", quizá la segunda cohorte italiana que estuvo apostada en Siria durante la guerra entre judíos y romanos. 

Pretorio. 
Gr. praitÇrion . Ver com. Mat. 27: 2. Es posible que esta palabra se refiera al edificio o al patio adyacente. 

28. Desnudándole. 
Gr. ekdúÇ , "desvestir". Si bien algunos MSS griegos emplean el verbo endúÇ , la evidencia textual favorece (cf. p.147) el verbo i. 

Escarlata. 
Gr. kókkinos , "rojo", "escarlata". La anilina que se usaba para teñir de este color se obtenía del cuerpo disecado de ciertos insectos. En Mar. 15: 17 dice " "púrpura" , del griego pórfura . Puesto que los colores púrpura y escarlata son parecidos, fácilmente podría ocurrir que dos observadores emplearan e diferentes términos para referirse al mismo color. Este "manto" bien pudo haber sido capa de soldado, o quizá alguna vestimenta que Pilato hubiera usado antes. Lo colocaron sobre los hombros de Cristo como imitación burlona del manto real de color púrpura. 

29. Una corona. 
Gr. stéfanos, generalmente una corona o guirnalda dada a un vencedor. El stéfanos solía hacerse de hojas o de flores y comúnmente se lo entregaba a quienes habían salido victoriosos en una competencia .atlética o en la guerra. Poco comprendieron quienes atormentaban a Jesús que la corona del vencedor era sumamente apropiada en este caso, porque el que la llevaba triunfó, por medio de su muerte, sobre "principados" y " "potestades" " (Col. 2: 15), y ganó la mayor victoria del tiempo y de la eternidad. 

Espinas. 
Quizá un arbusto de ramas flexibles y numerosas y agudas espinas, que se encuentra comúnmente en las partes más cálidas de Palestina. Su nombre en latín es Zizyphus spina Christi. 

Rey de los judíos. 
Alusión a la acusación en base a la cual, Jesús fue condenado y ejecutado (ver com. vers. 11, 37). 

30. Y escupiéndole. 
Comparar con el maltrato sufrido por Jesús después de su juicio ante el sanedrín (cap. 26: 67). 

31. 
Le llevaron. 
[ La crucifixión, Mat. 27.31b-56 = Mar. 15:20-41 = Luc. 23:26-49 = Juan 19:17-37. Comentario principal: Mateo y Juan. Ver mapa p. 215; diagramas 8-9, pp. 222-223.] Eran quizá las 8 o las 9 de la mañana. Con referencia a la probable ubicación del .pretorio de Pilato, ver com. vers. 2. Se desconoce el camino seguido por Jesús desde el pretorio de Pilato hasta el Calvario, pues no se sabe con exactitud dónde quedaba ninguno de los dos lugares. Sin embargo, la tradición señala que lo que hoy se designa como Vía Dolorosa sigue la ruta al Calvario. Esta tradición supone que el Juicio ante Pilato ocurrió en la torre Antonia, muy próxima al norte de la zona del templo (ver Guerra ii. 15. 5), y que la moderna iglesia del Santo Sepulcro se levanta en el sitio del antiguo Gólgota (ver com. vers. 33). Si bien esta identificación es la el más antigua, no puede rastreársela con certeza antes de tiempos de Constantino, en el siglo IV. Cf. com. cap. 26: 36; 27: 33. 

32. Cirene. 
Ciudad de Libia, en el norte de Africa. En la antigüedad había una gran colonia de, Judíos en Cirene; y en Jerusalén había una sinagoga donde se congregaban cirineos y otros extranjeros (Hech. 6: 9). 

Obligaron. 
Agotado por sus recientes padecimientos, Jesús no pudo llevar su cruz, según lo exigía la costumbre. Los discípulos de Jesús podrían haberse adelantado y haberse ofrecido a hacerlo, pero el temor les impidió realizar cualquier demostración de lealtad a él. Qué gran privilegio fue el de Simón de llevar esa cruz y de tener así una parte con Jesús en sus sufrimientos. Hoy tenemos el privilegio de llevar la cruz de Jesús cuando somos leales a los principios a pesar de la impopularidad, las palabras de burla y los malos tratos. 

33. Gólgota. 
Transliteración del griego golgothá , que a su vez es una transliteración de la palabra aramea golgolta' (Heb. gulgóleth ), que significa " "calavera"." En Luc. 23: 33 se emplea el Gr. kránion, "cráneo". El nombre "Calvario" viene de la palabra latina calvaria, "calavera", " empleada en la Vulgata. 

Si Gólgota corresponde al lugar que hoy ocupa la iglesia del Santo Sepulcro, nada puede saberse de la topografía original del lugar, pues ha sido modificada por la construcción y destrucción y reconstrucción en el área. En un tiempo se sostuvo que el Santo Sepulcro tradicional no pudo haber sido el lugar del Gólgota, puesto que se halla hoy dentro del recinto de los muros de Jerusalén. Sin embargo, las excavaciones arqueológicas han comprobado que en tiempos de Jesús ese lugar estaba fuera de los muros, a corta distancia al norte de la ciudad. La ubicación concuerda aproximadamente con la que señala la Biblia (Heb. 13: 12; Juan 19: 20; DTG 529; cf. com. cap. 26: 36; 27: 31. Ver mapa 12, p. 215). 

Calavera. 
Es probable que esta designación tenga que ver con la forma de la colina en la cual se llevó a cabo la crucifixión, y no con calaveras humanas que supuestamente habrían quedado a la vista de todos en ese lugar. Quienes identifican el lugar del Calvario con una formación de piedras que en algo se parece a una calavera, en una colina a unas pocas decenas de metros del muro norte de la actual ciudad de Jerusalén, no toman en cuenta el hecho de que la antigua superficie de la zona en cuestión probablemente se ha modificado mucho durante siglos de exposición a la intemperie y alteraciones debidas a la obra del hombre. Los intentos de identificar hoy este lugar no conducen a nada. 

34. Vinagre. 
La evidencia textual establece (cf. 147) el texto óinos, "vino", y no óxos, "vinagre". Según el rabino Hisda (c. 309 d. C.), "Cuando uno es llevado a la ejecución, se le da una copa de vino que tiene un poco de incienso a fin de nublar sus sentidos" (Talmud Sanhedrin 43a). Esta costumbre tenía el objeto de mitigar el sufrimiento del que había sido condenado a muerte. Marcos dice que se le dio a Jesús "vino mezclado con mirra" " (cap. 15: 23). La mezcla de "vinagre" y de "hiel" posiblemente sea una alusión a Sal. 69: 21. 

No quiso beberlo. 
Jesús rechazó este estupefaciente a fin de que su mente y sus sentidos no estuvieran embotados (DTG 695). 

35. Cuando le hubieron crucificado. 
Así como Cristo lo había predicho (cap. 20: 19; 26: 2). La crucifixión misma fue realizada por soldados romanos (Juan 19: 23). Se dice que los crucificados algunas veces morían de fatiga y por quedar expuestos a la intemperie después de unas doce horas, aunque en algunos casos tardaban dos o tres días en morir. En Mar. 15: 25 se afirma que Jesús fue crucificado a la hora tercera, según el cómputo judío, lo cual equivaldría aproximadamente a las nueve de la mañana. 

Repartieron entre sí sus vestidos. 
Su ropa fue dividida en cuatro partes, una para cada uno de los soldados que participaron en la ejecución. Por su manto echaron suertes (Juan 19: 23-24), como había sido predicho en Sal. 22: 18. 

36. Le guardaban. 
La autoridad romana había decretado la sentencia de muerte y los soldados romanos la ejecutaron. 

37. Su causa escrita. 
En Juan 19: 20 se lee que el título estaba escrito en hebreo (arameo) -el idioma común del pueblo-, en griego -el idioma del conocimiento y de la cultura- y en latín -idioma oficial del Imperio Romano-. Juan afirma también (vers. 19), que Pilato lo mandó escribir. Los judíos protestaron (vers. 21), seguramente porque el título resultaba ofensivo para la nación. Pilato, resentido por la presión que los dirigentes habían ejercido -hasta el punto de amenazarlo-, se negó a modificar la inscripción (vers. 22). 

Rey de los judíos. 
Juan (cap. 19:19) sin duda da el título completo, mientras que cada uno de los sinópticos da una abreviación del mismo (Mat. 27:37; Mar. 15:26; Luc. 23:38; ver la segunda Nota Adicional de Mat. 3). El "título" o "causa" daba el nombre del condenado, el lugar de su residencia, y el crimen del cual se lo acusaba. Los judíos se irritaron porque esta "causa" era una advertencia romana de que cualquiera que pretendiera ser rey de los judíos correría una suerte similar. Esto implicaba sumisión perpetua a Roma, una perspectiva amarga para el orgullo de los judíos. 

38. Ladrones. 
Gr. l'st's , "ladrón", "asaltante" (ver com. cap. 26:55). La cruz de Jesús fue levantada en el centro, la ubicación reservada para el jefe de una banda de criminales. 

39. Meneando la cabeza. 
En gesto de burla y desprecio (cf. Sal. 22:7; 109:25; Isa. 37:22; Jer. 18:16). 

40. Tú que derribas. 
Se repite aquí la acusación que el sanedrín había hecho anteriormente a Jesús (cap. 26:61). 

Si eres. 
Estas palabras recuerdan el desafío pronunciado por Satanás cuando se acercó a Jesús en el desierto de la tentación (ver com. cap. 4: 3). De acuerdo con las apariencias, Jesús no podía ser el. Aun sus discípulos habían perdido completamente la esperanza de que lo fuera (Luc. 24: 21; cf. DTG 717). Una vez más, hablando por medio de hombres poseídos del demonio, Satanás dirigió su flecha más aguda hacia la fe que Jesús tenía en su Padre celestial (DTG 681-682, 696, 708). Este vituperio reflejaba la pregunta hecha a Jesús por el sumo sacerdote ante el sanedrín (Mat. 26: 63). 

41. Los principales sacerdotes. 
El sanedrín se componía de representantes de los grupos mencionados en este versículo. Es evidente que muchos de ellos estuvieron presentes en la crucifixión a fin de contemplar la culminación de su sangriento complot. ¡Qué clase de hombres eran estos dirigentes de la nación! ¡Cuán crueles, despiadados y completamente faltos de misericordia y compasión eran éstos que se gozaban en el sufrimiento de su víctima! Lo mismo ocurrió con los dirigentes religiosos apóstatas en la Edad Media; lo mismo ocurre hoy en países donde hay persecución. 

42. A otros salvó. 
Jesús había salvado a muchos de sus enfermedades, de la posesión demoníaca y de la muerte. Quizá quienes se mofaban de Jesús estaban pensando en la resurrección de Lázaro, ocurrida hacía poco. 

A sí mismo no se puede salvar. 
Si Jesús se hubiera salvado a sí mismo en esta ocasión, habría perdido el poder de salvar a otros y el plan de salvación hubiera fracasado. Aunque no lo sabían, los dirigentes de los Judíos estaban proclamando una profunda verdad. El hecho de que Cristo rehusara salvarse a sí mismo era la demostración suprema del amor divino (Juan 15: 13). Precisamente debido a que prefirió no salvarse a sí mismo en ese momento, puede salvar a otros. En la cruz Cristo ejemplificó el principio presentado en Mat. 10: 39. En el desierto de la tentación, había afrontado el problema de emplear su poder divino para beneficio personal y había decidido que no lo haría. 

Si es el Rey. 
Había dicho que lo era (Juan 18: 33-37). Como lo anunciaba la inscripción que estaba sobre su cabeza, había sido condenado a muerte por haber declarado que era rey Los burladores insinuaban que si Jesús no descendía de la cruz, eso sería una prueba de que no era lo que pretendía ser y también de que merecía la suerte que le había sobrevenido. 

Creeremos. 
Según el pensamiento Judío, la prosperidad era una evidencia del favor divino, y la adversidad, del desagrado de Dios. La lección ejemplificada en el caso de Job no había modificado su filosofía del sufrimiento (ver com. Job 42: 5; Sal. 38: 3; 39: 9). En varias oportunidades durante su ministerio, Jesús había procurado refutar el falso concepto de ellos, pero sin éxito (ver com. Mar. 1: 40; 2: 5; Juan 9: 2). Esta comprensión errónea del sufrimiento era un medio por el cual Satanás se proponía oscurecer el entendimiento de quienes fueron testigos del sufrimiento de Jesús en la cruz. Al Judío común le era inconcebible que Dios permitiera que el Mesías sufriera como estaba sufriendo Jesús. Por lo tanto, concluía que Jesús no podía ser quien pretendía ser. 

43. Confió en Dios. 
Por medio de astutos hipócritas, Satanás atacó la fe que tenía Cristo en su Padre (ver com. vers. 40). Cuando Jesús pasaba por la experiencia del Getsemaní, y ahora mientras pendía en la cruz, Satanás no escatimó ningún método, por cruel o falso que fuera, para tratar de socavar la confianza del Salvador en el amor de su Padre y en la providencia divina. Este amor fue la ciudadela de la fortaleza del Salvador para soportar y de su victoria sobre todos los dardos de fuego del maligno (DTG 94). 

Líbrele ahora. 
Sin quererlo, los que atormentaban a Jesús emplearon las mismas palabras de la profecía (Sal. 22: 8). 

44. Los ladrones. 
Ver com. vers. 38. Con referencia al ladrón arrepentido, ver com. Luc. 23: 40-43. 

45. 
Hora sexta. 
Según el cómputo judío, la hora del mediodía. La "hora sexta" de Juan 19: 14 es la hora romana, aproximadamente las 6 de la mañana. El Evangelio apócrifo de Pedro (sec. 5; ver p. 130) dice que "era mediodía y hubo tinieblas en toda Judea". Según Mar. 15: 25 Jesús fue crucificado como a "la hora tercera", o sea las 9 de la mañana. Por lo tanto, había pendido de la cruz como tres horas. 

Tinieblas. 
Esta fue una oscuridad sobrenatural (ver com. Luc. 23: 45). De ningún modo podría haber sido causada por un eclipse de sol pues la luna llena ya había pasado. 

Toda la tierra. 
Esta frase no da a entender hasta dónde se extendió la oscuridad. 

Hora novena. 
Aproximadamente las 3 de la tarde. 

46. Jesús clamó. 
Acerca del resumen de las siete palabras o dichos de Jesús en la cruz, ver com. Luc. 23: 34. Este es el único de los siete dichos de, Jesús que registran Mateo y Marcos. Lucas y Juan registran tres cada uno, aunque no son los mismos tres. 

Elí. 
Ver com. Sal. 22: 1. La forma Eloi (Mar. 15:34) es la transliteración del arameo equivalente al hebreo. 

47. A Elías llama. 
Quizá el sufrimiento y la fatiga habían hecho que las palabras de Jesús no fueran fácilmente comprensibles. Según la tradición judía, Elías era, por así decirlo, el santo patrono de los piadosos en su hora postrera (Talmud Sanhedrin 109a; Shabbath 33b; 'Abodah Zarah 1 7b, 18b). 

48. Vinagre. 
Gr. óxos (ver com. vers. 34). óxos era el vino que se hacía agriar por medio de la fermentación (ver com. Núm. 6: 3). En Sal. 69: 21 se predice este mismo hecho. 

49. Deja, veamos. 
Burlándose, los sacerdotes propusieron aguardar para ver si acaso lo que ellos habían entendido erróneamente -que Jesús recurría a Elías-, obtendría como respuesta la venida de dicho profeta para aliviar el sufrimiento de Jesús o para librarlo. 

Si bien algunos MSS griegos añaden: "y otro tomó una lanza, y le traspasó el costado, y salieron agua y sangre", la evidencia textual favorece (cf. p. 147) la omisión de esta frase. 

50. Entregó el espíritu. 
Gr. af'ken to pnèuma, "emitió o despidió el aliento" (ver com. Luc. 8: 55), eufemismo empleado para referirse a la muerte. Marcos y Lucas emplean el verbo ekpnéÇ , "expirar" o "morir" (Mar. 15:37; Luc. 23: 46). 

Jesús murió triunfante sobre la tumba (Apoc. 1:18) y sobre todas las fuerzas del mal (Col. 2:15). Aunque se había retirado de él la sensación de la presencia de su Padre, de modo que mientras pendía de la cruz "no podía ver a través de los portales de la tumba" (DTG 701), "desapareció [de él, entonces] la sensación de haber perdido el favor de su Padre" (DTG 704). Jesús no murió derrotado. Estaba plenamente consciente del triunfo que había obtenido y confiaba en su propia resurrección. 

51. El velo. 
Es decir, la cortina que separaba el lugar santo del santísimo (ver com. Exo. 26:31-33; 2 Crón. 3:14). Unicamente el sumo sacerdote podía entrar en el lugar santísimo, y eso, sólo una vez en el año. Al desgarrarse el velo quedó expuesto el lugar que había sido hasta ese momento sacrosanto. Así el cielo indicó la terminación del servicio simbólico: el símbolo se había encontrado con la realidad simbolizada. Esto ocurrió a la hora del sacrificio vespertino regular, cuando el sacerdote estaba a punto de degollar el cordero del holocausto diario. Es probable que eso hubiera ocurrido como a las 3 de la tarde, o en torno a la hora "novena", según el cómputo Judío (ver la primera Nota Adicional del capítulo 26; cf. DTG 704-705; CS 450). 

De arriba abajo. 
Esto indica que no lo hicieron manos humanas. 

52. Muchos cuerpos. 
Sólo Mateo registra este hecho relacionado con la crucifixión y la resurrección de Jesús. Cf. Sal. 68: 18; Efe. 4: 8. Debiera notarse que si bien las tumbas se abrieron en el momento de la muerte de Cristo, los santos resucitados no salieron hasta después de que Cristo resucitó (Mat. 27: 53). Cuán apropiado fue que Jesús hiciera salir de la tumba juntamente consigo a algunos de los cautivos a quienes Satanás había mantenido en la cárcel de la muerte. Estos mártires salieron con Jesús dotados de inmortalidad, y más tarde ascendieron con él al cielo (DTG 730). 

54. El centurión. 
El que estaba encargado de la crucifixión. Con referencia a la palabra "centurión", ver com. Luc. 7: 2. Según la tradición, el centurión se llamaba Petronio; otros dicen que se llamaba Longino ( Acta Pilati xvi.7; 538 Evangelio de Pedro, fragmento i. 31). 

55. Muchas mujeres. 
Fueron muchas las mujeres que creyeron en Jesús; algunas de ellas lo acompañaron y atendieron la s necesidades del pequeño grupo (ver com. Luc. 8: 23). En, Juan 19: 27 se menciona también a la madre de Jesús. 

56. Madre de Jacobo. 
Posiblemente, "María mujer de Cleofas" (Juan 19: 25). 

La madre de los hijos de Zebedeo. 
Posiblemente, la Salomé de Mar. 15: 40 (cf. Mat. 20: 20). 

57. Cuando llegó la noche. 
[ Jesús es sepultado , Mat. 27: 57-61 = Mar. 15: 42-47 = Luc. 23: 50-56 = Juan 19: 38-42. Comentario principal: Mateo y Marcos. Ver mapa p. 215; diagramas 8, 9, pp. 222-223.] Es decir, a última hora de la tarde del viernes, el día de la crucifixión. Jesús murió en torno a las 3 de la tarde (Mar. 15: 34-37), y en esa fecha, en la latitud de Jerusalén, el sol se ponía alrededor de las 6: 30 de la tarde. 

Un hombre rico. 
Marcos describe a José de Arimatea como "miembro noble del concilio, que también esperaba el reino de Dios" (15: 43). Lucas añade que era "varón bueno y justo" que " "no había consentido en el acuerdo ni en los hechos de ellos" " (Luc. 23: 50-5 l). Juan dice que era discípulo de Jesús, "pero secretamente por miedo de los judíos" (Juan 19: 38). El entierro de Jesús, dispuesto por José de Arimatea, cumplió la predicción de Isaías 53: 9 en el sentido de que el Mesías estaría "con los ricos... en su muerte". 

Arimatea. 
Esta es la forma griega del nombre Ramá. Había varias aldeas conocidas por este mismo nombre, pero no se sabe cuál de ellas es la Arimatea del NT. Ver la Nota Adicional de 1 Sam. 1. 

José. 
Juan añade que Nicodemo (Juan 3: 1; 7: 50) también cooperó con José en las diligencias para sepultara Jesús (cap. 19: 39). 

Discípulo de Jesús. 
Tanto José como Nicodemo habían sido intencionalmente excluidos de los Juicios de Jesús ante el sanedrín, pues en ocasiones anteriores habían hablado en favor de Jesús y habían impedido la realización de planes para silenciar al Salvador (ver com. cap. 26: 66; cf. DTG 718). En este momento se presentaron sin temor para hacer lo que ningún otro amigo de Jesús podía hacer. En la crucifixión, Nicodemo fue testigo del cumplimiento de lo que Jesús había dicho tres años antes acerca de que el Hijo del hombre iba a ser levantado (Juan 3: 14-15). Para él las escenas de ese día fueron una clara evidencia de la divinidad de Cristo (DTG 721-722). 

58. Fue a Pilato. 
Nicodemo fue a comprar especias para embalsamar el cuerpo de Jesús (ver com. Juan 19: 39-40), probablemente al mismo tiempo en que José fue a ver a Pilato. El tiempo era escaso, pues la tarea debía completarse antes de la puesta del sol (ver com. Mat. 27: 57). Debe haber demandado valor el presentarse y manifestar simpatía por un hombre que había sido condenado y ejecutado como traidor a Roma, y que había sido acusado por la suprema corte judía como blasfemo. El valor de José y de Nicodemo refulge con mayor brillo en contraste con la cobardía de los discípulos. 

Pidió. 
Esto ocurrió aproximadamente al mismo tiempo que los dirigentes de los judíos se acercaron a Pilato para pedirle que los cuerpos de Jesús y de los dos ladrones fueran quitados de las cruces antes del sábado (Juan 19: 31). La ley de Moisés ordenaba que el cuerpo de un criminal colgado en un madero fuera quitado antes de la puesta del sol (Deut. 21: 22-23). Se hubiera considerado sumamente oprobioso que los cadáveres permanecieran en las cruces durante el sábado, especialmente en vista de que este sábado era "de gran solemnidad" (Juan 19: 31, 42. Cf. Josefo, Guerra iv. 5. 2). De acuerdo con las prácticas establecidas, Jesús, como traidor a Roma, hubiera sido enterrado en forma ignominiosa en un campo reservado para los criminales más viles (DTG 718). 

Pilato mandó. 
Antes de dar la orden de que se le diera el cuerpo a José, Pilato obtuvo del centurión la confirmación oficial de que Jesús había muerto (Mar. 15: 44-45). Era poco común que un crucificado muriera en seis horas. Por lo general, la agonía de la muerte continuaba por muchas horas más, algunas veces por varios días. 

60. Su sepulcro nuevo. 
En Luc. 23: 53 se explica que todavía no se habían enterrado a nadie en la tumba. El que José hubiera tenido esta tumba tan cerca de Jerusalén indica que ya no residía en Arimatea. Es probable que ésta fuera su ciudad natal, el lugar donde estaba radicada su familia. 

Labrado. 
En torno a Jerusalén abundan las cuevas naturales y las tumbas cavadas en la roca. En la antigua Palestina éstos eran los lugares acostumbrados para enterrar a los muertos. Estas tumbas solían tener por lo menos dos nichos donde se colocaban los cuerpos. Muchas veces había una habitación detrás de la parte principal de la tumba donde se guardaban los huesos de generaciones anteriores, a fin de que hubiera lugar para los nuevos cadáveres. La generosa dádiva de José al ceder su sepulcro para enterrar a Jesús, resolvió un problema para el cual los discípulos no tenían solución. 

Hacer rodar una gran piedra. 
Quizá una piedra redonda, pero más bien plana, de una forma parecida a una piedra de molino, ubicada de tal forma que rodaba en una especie de riel y servía de puerta a la tumba. 

61. María Magdalena. 
Es decir, María, hermana de Marta (ver la Nota Adicional de Luc. 7; cf. DTG 511-515, 521). María fue una de las últimas personas en abandonar la tumba el viernes de tarde. Fue también la primera en regresar allí el domingo por la mañana (Mat. 28:1; cf. DTG 521, 732). 

La otra María. 
Quizá "María madre de José" (Mar. 15:47) y de Jacobo (Mar. 16: 1). Con referencia a las piadosas mujeres que acompañaban a Jesús y a sus discípulos y atendían a sus menesteres, ver com. Luc. 8: 23. La "otra María" estuvo con María Magdalena en el sepulcro temprano por la mañana del día de la resurrección (Mat. 28: 1). 

62. Al día siguiente. 
[ La guardia ante la tumba, Mat. 27:62-66. Ver mapa, p. 215; diagrama 9, p. 223] Este episodio es registrado sólo por Mateo, aunque también aparece en el Evangelio pseudoepigráfico de Pedro (sec. 8-11; ver p. 130). El "día siguiente" era sábado, el día de descanso semanal (Luc. 23:54, 56). 

Los críticos han hecho intentos complicados para desacreditar el episodio registrado por Mateo en este pasaje. Han dicho que es increíble que las autoridades judías supieran que Jesús había predicho su resurrección, que hubieran ido a Pilato en día sábado, que Pilato hubiera concedido lo que pedían, que los soldados romanos se conjuraran para presentar un falso testimonio -aun mediante un soborno-, y que hubieran quedado aterrorizados y hubieran caído al suelo cuando apareció el ángel para quitar la piedra. Es verdad que Mateo es el único autor inspirado que narra estas cosas. Sin embargo, debe señalarse que tanto Pilato como las autoridades judías aquí actúan en forma característica, y esto constituye en sí una evidencia intrínseca de que el relato es genuino. La narración evangélica demuestra que los sacerdotes y los ancianos estaban dispuestos a todo. Además, el profundo temor que habían sentido durante los dos días anteriores de que posiblemente no lograrían triunfar en su siniestro plan de aniquilar a Jesús (ver la segunda Nota Adicional de Mat. 26), junto con la sospecha que tenían de que en verdad él era el Mesías, los habrían llevado a hacer lo que Mateo aquí dice que hicieron. Pilato había accedido débilmente a sus insistentes demandas de que Jesús fuera crucificado (Juan 19: 12), y tenían toda la razón para pensar que también les concedería este pedido. Era la época de la pascua, y en vista de dificultades que había tenido anteriormente con los judíos, sin duda Pilato haría todo lo que estuviera de su parte, aunque fuera irrazonable, para apaciguarlos (ver com. Mat. 27: 24). 

63. Nos acordamos. 
Jesús lo había insinuado en público (cap. 12: 40), y lo había afirmado más claramente, aunque todavía en una forma un tanto velada, en respuesta a la demanda de una señal (Juan 2: 19). Pareciera que habían entendido lo que Jesús había querido decir, aunque en el juicio habían estado dispuestos a interpretar erróneamente sus palabras (ver com. Mat. 26: 61). 

Aquel engañador. 
"Ese impostor" (BJ). Cf. Juan 7:47. Los críticos del cristianismo de los siglos segundo y tercero, tanto paganos como judíos, solían acusar a Jesús de engañador. 

64. El tercer día. 
En este caso (vers. 63-64) se ve claramente que la frase "después de tres días" es sinónima de "hasta el tercer día" (ver p. 240). 

Error. 
Según los judíos, el primer "error", "engaño" " o " "impostura" (BJ) era aceptar que Jesús era el Mesías de la profecía (ver com. cap. 26: 63-66). La "última impostura" " (BJ) sería la pretensión de que Jesús había resucitado de entre los muertos. 

65. Una guardia. 
Gr. koustÇdía , palabra tomada del latín. 

Aseguradlo como sabéis. 
Estas palabras irónicas recuerdan lo que Pilato había dicho antes:"Lo que he escrito, he escrito". Pilato habló aquí de acuerdo con su carácter. Despreciaba a los dirigentes judíos, y les concedió desdeñosamente lo que pedían. Los esfuerzos de las autoridades judías por impedir que Jesús resucitara sólo dieron por resultado evidencias más positivas y concluyentes de la realidad de este gran acontecimiento. 

66. Sellando la piedra. 
Según DTG 724, se colocaron por encima de la piedra cordones, con el sello romano, cuyos extremos estaban fijados a la roca adyacente. 

CBA T5

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