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CBA LIBRO DE LUCAS CAPÍTULO 17

CBA Libro de Lucas capítulo 17

1. Dijo Jesús. 
[ Perdón y fe, Luc. 17:1-6. ] Nada se dice en cuanto al tiempo ni al lugar donde ocurrió esta parte del relato de Lucas. No parece haber relación directa con el capítulo anterior en lo que a contenido se refiere, y más aún: los fariseos, a quienes Jesús se dirigió antes (ver com. cap. 16:14), parecen estar ausentes ahora (Luc. 17:1-19). Se registra un viaje (cap. 17: 11) antes de que aparezcan de nuevo los fariseos en el relato (vers. 20), por lo tanto es muy probable que hubiera una transición de tiempo y de lugar entre los cap. 16 y 17. Según lo que se registra en el cap. 17, parece que en este viaje Jesús pasó por Samaria hasta los límites de Galilea, y finalmente de nuevo hasta el otro lado del Jordán, a Perea (ver com. Luc. 17: 11; mapa p. 213). 

La falta de una conexión clara entre las diversas subdivisiones de las instrucciones impartidas en los vers. 1 - 10, ha inducido a algunos a pensar que aquí Lucas refiere lo esencial de lo que fue presentado en diversas ocasiones. Esto es muy posible, pero también puede ser que Lucas haya registrado aquí los puntos culminantes de las enseñanzas de Jesús a sus discípulos durante el transcurso de este viaje. Al mismo tiempo, es posible descubrir una relación básica entre las diversas partes, pero es discutible que haya, unidad de pensamiento en esta sección. En los vers. 1-2 Jesús afirma que es pecado inducir a otros a pecar, y en los vers. 3-4 indica a los discípulos el deber de perdonar a otros cuando los ofenden. Los vers. 5-6 se refieren a la fe como algo esencial para poder vivir los principios del Evangelio; y en los vers. 7- 10 se narra una parábola que ilustra los principios evangélicos. Con referencia a los vers. 1-2, ver com. Mat. 18:6-7. 

Tropiezos. 
Gr. skándalon , "motivo de tropiezo" (ver com. Mat. 5:29). 

3. Mirad. 
Con referencia a los vers. 3-4, ver com. Mat. 18:15-22. No perdonar a otros es una forma de inducirles a caer en imprudencias y pecados. Luc. 17:1-2 se refiere a nuestros pecados contra otros; los vers. 3-4 atañen a nuestra actitud cuando otros pecan contra nosotros. No debemos ser tropiezo para otros, y al mismo tiempo debemos ser misericordiosos con ellos cuando nos hacen tropezar. 

Contra ti. 
La evidencia textual establece (cf. p. 147) la ausencia de estas palabras (no están en la BJ ni en BC), aunque el contexto indica que evidentemente Jesús se refiere a este tipo de falta. 

5. Los apóstoles. 
No es claro si Lucas distingue aquí entre los doce como "apóstoles" y los otros que generalmente seguían a Jesús como "discípulos" (vers. 1). Los vers. 5-6 se refieren al poder de la fe. 

Auméntanos la fe. 
Ver com. Mat. 17: 20. El contexto sugiere que este pedido probablemente fue hecho en otro momento que el que se describe en Luc. 17:1-4 (ver com. vers. 1). Parece que los "apóstoles" sentían que tenían cierta medida de fe, pero comprendían que no era suficiente. 

6. Fe. 
Tener fe, dijo Jesús, no significa cantidad sino calidad. Una persona tiene fe o no la tiene. Una cantidad ínfima de fe es suficiente para llevar a cabo tareas aparentemente imposibles. Lo que importa en la fe no es tanto la cantidad, sino que sea verdadera. 

Sicómoro. 
Gr. sukáminos , "morera negra" ( Morus nigra ), que sólo aparece aquí en el NT. El nombre del sicómoro de Luc. 19:4 (ver comentario respectivo) deriva del Gr. sukomoréa . Ninguno de los árboles corresponde con el que comúnmente se denomina "sicómoro" en las Américas. 

Plántate en el mar. 
Es probable que Jesús escogiera a propósito una ilustración tan difícil que pareciera absurda. Evidentemente no tenía la intención de que sus discípulos realizaran trucos de magia de esa clase. Esta ilustración es similar a la del camello que no puede pasar por el ojo de una aguja (ver com. Mat. 19:24). Las dos cosas son tan difíciles que literalmente resultan imposibles, y, por lo tanto, Jesús no se proponía que sus discípulos las consideraran literales. Ninguno de los milagros de Cristo fue de esa clase. 

7. ¿Quién de vosotros? 
[ El deber del siervo, Luc. 17: 7-10 . Con referencia a las parábolas, ver pp. 193-197.] Parece que esta breve parábola fue presentada en respuesta al pedido registrado en el vers. 5, aunque esta relación no es segura. La fe capacita a los hombres para cumplir con su deber como hijos de Dios (ver com. vers. 10). Si no existe esta relación con el vers. 5, la parábola quizá fue presentada a los discípulos en otro momento del viaje descrito brevemente en el vers. 11 (ver com. vers. 1). 

Ara. 
La casa del amo probablemente estaba en la aldea, y sus tierras, a poca distancia. Los siervos generalmente se iban por la mañana a trabajar en los campos, y regresaban por la noche (ver com. Núm. 35: 4; Rut 2: 3; 3: 4; 4: 1). 

Luego. 
Gr. euthéÇs , "inmediatamente" (ver com. Mar. 1: 10). El adverbio euthéÇs , modifica la forma verbal "pasa"; es decir, que el amo no le dice inmediatamente que pase a la mesa, sino que pase inmediatamente a la mesa. 

8. ¿No le dice más bien? 
La construcción de la frase en griego indica que se espera una respuesta positiva (ver com. cap. 6: 39). Compárese con la respuesta negativa que se espera en el cap. 17: 9. 

9. ¿Acaso da gracias? 
La construcción de la frase en griego indica que se espera una respuesta negativa a la pregunta (ver com. cap. 6: 39). Compárese con la respuesta positiva que se espera en Luc. 17: 8. 

Pienso que no. 
La evidencia textual establece (cf. p. 147) la omisión de esta frase. (La omiten la BJ, BC y NC.) 

10. Siervos inútiles somos. 
Es decir, no merecemos ningún elogio especial. El amo ha recibido lo que ellos le deben, pero nada más digno de mencionarse. No ha sido beneficiado por su servicio hasta el punto de que debe sentirse obligado a honrarlos de una manera especial. Tienen su jornal, y eso es todo lo que deben esperar. No tiene ninguna obligación particular para con ellos. En otras palabras, Jesús tenía derecho de esperar mucho de sus discípulos, y Dios tiene derecho de esperar mucho de nosotros hoy. Cuando hacemos para él lo mejor que podemos, no por eso queda en deuda con nosotros, pues sólo hemos hecho lo que nos corresponde hacer. 

Pablo refleja el espíritu del verdadero servicio cuando destaca que todo lo que ha sufrido y soportado por la causa de Cristo no es nada de que deba gloriarse (1 Cor. 9: 16). Su servicio fue motivado por un profundo sentido de obligación a su Maestro. Cuando predicaba el Evangelio estaba cumpliendo con una imperiosa obligación: "¡Ay de mí si no anunciaré el evangelio!" (1 Cor. 9:16). 

11. Yendo Jesús a Jerusalén. 
[ Diez leprosos son limpiados, Luc. 17:11- 19 . Cf. com. Mar. 1:40-45; ver mapa p. 213; diagrama p. 221; con referencia a milagros, pp. 198-203.] Parece que este viaje, que se menciona brevemente, fue una gira, primero por Samaria, después por los límites de Galilea, y después probablemente cruzando el Jordán, por Perea, para llegar finalmente a Jerusalén. Si así fue, es posible, según lo han sugerido algunos, que este viaje debe ser el mismo que se menciona en Juan 11: 54, durante el cual Jesús y sus discípulos se retiraron hacia el norte desde Betania y Jerusalén para evitar la manifiesta hostilidad que se produjo a raíz de la resurrección de Lázaro (vers. 53). Este viaje hacia el norte los habría llevado hasta los límites de Galilea. De este modo, aunque Jesús en verdad se iba alejando de Jerusalén, estaba haciendo la última gira que finalmente lo llevaría de nuevo a esta ciudad y a la cruz. Es probable que durante el transcurso de este viaje Jesús también permaneciera en Samaria por un breve lapso con sus discípulos, dedicando por lo menos parte del tiempo a ministrar a la gente allí. A este viaje tal vez le siguió un breve período en Perea, de donde Jesús pasó por Jericó y Betania para asistir a la última pascua. 

Entre. 
La evidencia textual establece (cf. p. 147) el texto día méson , "entre" en vez de diá mésou, "por medio de" (RVA). Lucas no parece referirse ahora a un viaje a través de Samaria y de Galilea, de donde Jesús había partido por última vez (ver com. Mat. 19:1-2) pocas semanas o meses antes, sino a un viaje por el límite entre las dos regiones mencionadas. 

12. Diez hombres. 
Los leprosos no estaban dentro de la aldea, pues esto no les era permitido. Se acercaron a Jesús cuando estaba a punto de entrar en la aldea. Posiblemente vivían juntos en alguna rústica choza en los campos, a cierta distancia de la aldea. Con referencia a la lepra, a las restricciones que se imponían a los leprosos, a la actitud de los judíos para con los que tenían lepra y las estipulaciones rituales que se aplicaban a quienes se curaban de esa enfermedad, ver com. Mar. 1:40-45, donde se registra el primer caso de que Jesús sanara a un leproso. 

Se pararon de lejos. 
Como lo exigía la ley. A los leprosos no se les permitía que se acercaran a otras personas, ni siquiera en los caminos. Estos leprosos fueron más cuidadosos en observar la ley del aislamiento que el leproso mencionado en Mar. 1:40-45. 

14. Mientras iban. 
La curación dependía de que actuaran con fe. No fueron sanados mientras permanecieron en presencia de Jesús, sino cuando procedieron a cumplir las instrucciones del Maestro. Cuando se apartaron de Jesús aún eran leprosos. Si hubieran aguardado una evidencia visible de que habían sido sanados antes de partir para Jerusalén, donde serían declarados limpios, es evidente que la curación nunca habría ocurrido. Era necesario que actuaran por fe, como si ya hubieran sido sanados, antes de que la curación se efectuara. El que no se allega al Señor con fe no debe esperar "que recibirá cosa alguna del Señor" (Sant. 1: 7; cf. Heb. 11: 6). La obediencia manifiesta que hay fe, porque "la fe sin obras es muerta" (Sant. 2: 17- 20). El que tiene una fe genuina vivirá de acuerdo con todos los mandatos de Dios; pero sin fe es imposible e inútil obedecer. Fe y obediencia se complementan; la una no puede existir sin la otra (Sant. 2: 17). 

15. Glorificando a Dios. 
Uno de ellos comprendió que el poder divino lo había liberado de las ataduras de su espantosa enfermedad, y puso en primer lugar lo más importante: glorificó a Dios. Este samaritano se destaca en el registro evangélico como un modelo de gratitud. 

16. Se postró rostro en tierra. 
Esta es la típica posición de súplica y gratitud en el Cercano Oriente, ya sea para con Dios o para con una persona (ver com. Est. 3:2). 

Era samaritano. 
Los otros nueve posiblemente creyeron que como eran hijos de Abrahán, merecían ser curados. Pero este samaritano, que quizá consideraba que no merecía la bendición de la salud que tan repentina e inesperadamente había recibido, apreció el don que el cielo le había concedido. Los que se olvidan de agradecer a Dios por las bendiciones que reciben y no aprecian verdaderamente lo que Dios hace por ellos, corren el grave peligro de olvidarlo por completo (Rom. 1: 21-22). 

17. Los nueve, ¿dónde están? 
Una clara evidencia de que a Dios le agrada si apreciamos las bondades recibidas de su mano. Los nueve deberían haber estado profundamente agradecidos, pero era evidente que no lo estaban. Por lo menos no expresaron ningún aprecio. 

18. Extranjero. 
Otros ejemplos de curación de personas no judías aparecen en Luc. 7: 1-10; Mat. 15: 21-28; Mar. 7: 31-37; 8: 22-26. Con referencia al significado de la palabra "extranjero" en el AT, ver com. Exo. 12: 19, 43, 45; 20: 10; Núm. 9: 14; Deut. 10: 19; 14: 21, 29. 

20. Preguntado por los fariseos. 
[ La venida del Reino, Luc. 17: 20-37 . Cf. com. Mat. 24: 3, 26-41.] No sabemos si los fariseos se encontraron con Jesús durante este viaje (ver com. vers. 11) o después de su llegada a Perea. Es probable que transcurriera entonces el mes de marzo del año 31 d. C., a lo sumo unas pocas semanas antes de la pascua. Compárese este episodio con anteriores exigencias de los fariseos para obtener información de Juan el Bautista (Juan 1: 19-22) y de Jesús (Mat. 16: 1; Mar. 2: 16; Juan 2: 18). 

Cuándo había de venir el reino. 
Habían transcurrido casi cuatro años desde que Juan el Bautista comenzara a proclamar que "el reino de los cielos" se había acercado (Mat. 3: 2; ver com. vers. 1). La gente de Galilea había escuchado a Jesús proclamando el mismo mensaje por lo menos durante dos años (ver com. Mat. 4: 12; Mar. 1: 15). Ahora los fariseos se acercan a preguntar cuánto tiempo más deben esperar antes de ver una evidencia concreta de que el reino verdaderamente estaba por llegar. Al hacer esta demanda, los fariseos estaban desafiando la autenticidad del mesianismo de Jesús e insinuaban que era un falso mesías. 

De Dios. 
Según puede verse, el concepto equivocado de los fariseos acerca del reino mesiánico fue lo que los impulsó a hacer esta pregunta (ver com. cap. 4: 19). Entendían que el reino de Dios era una organización política, y que el Mesías Rey sería un gobernante temporal que dominaría todas las naciones y las subyugaría al gobierno judío (ver t. IV, pp. 27-40). Sus egoístas sueños todavía no se habían materializado, y por lo tanto estaban seguros de que el "reino" aún no había llegado. El reino todavía era futuro para ellos. 

No vendrá con advertencia. 
Mejor "no viene el reino de Dios con observación"; es decir, no puede observarse su venida. El reino del cual Juan y Jesús habían hablado -el reino de la gracia- ya se encontraba presente; pero los ciegos fariseos no lo habían detectado porque sólo estaban observando la apariencia externa de las cosas (1 Sam. 16: 7). No habían visto ninguna señal que pudiera darles a entender que se acercaba la clase de reino que ellos esperaban. Se necesitaba discernimiento espiritual para percibir la venida del reino de la gracia divina al corazón de los hombres (ver com. Luc. 17: 21). 

21. Entre vosotros. 
El griego puede entenderse "entre vosotros" o "dentro de vosotros". Se ha discutido cuál significado conviene al contexto. La única otra vez que se emplea la palabra que aquí se traduce "entre", tiene claramente el sentido de "dentro" y no de "entre" (Mat. 23: 26). El reino de la gracia divina ciertamente no estaba en el corazón de los fariseos, y este hecho ha inducido a muchos comentadores a preferir la traducción "entre vosotros". Sin embargo, Jesús claramente se estaba dirigiendo a los fariseos (ver com. Luc. 17: 20). Por otra parte, debería notarse que a pesar de eso, la declaración de Jesús no necesita entenderse con el sentido de "entre". Sencillamente podría haberles estado diciendo que el reino de Dios no es algo que uno puede esperar que verá observando cuidadosamente con los ojos, sino que para descubrirlo hay que encontrarlo dentro del corazón de cada uno. 

22. Dijo a sus discípulos. 
No se sabe si esto fue en presencia de los fariseos (ver com. vers. 20-21) o en algún momento posterior cuando Jesús estuvo solo con sus discípulos. Parece que la plática de los vers. 22-37 fue pronunciada inmediatamente después de los comentarios de los vers. 20-21 o poco después. 

Tiempo vendrá. 
El discurso de los vers. 22-37 se refiere al reino futuro de la gloria y no al reino actual de la gracia divina (ver com. Mat. 4: 17; 5: 2-3). Jesús ha afirmado que el reino de la gracia ya está presente, que ha sido establecido y que actúa en el corazón de los hombres (Luc. 17: 21). Pero advierte ahora a sus discípulos que el reino de gloria, el cual los fariseos erróneamente creían que era el tema de la enseñanza de Jesús, todavía es futuro; "tiempo vendrá" contrasta con "está entre vosotros" (vers. 21). 

Desearéis ver. 
Desearían ver el establecimiento real del reino de la gloria cuando venga el Hijo del hombre (ver com. Mat. 25:31). Jesús habla aquí del anhelo del corazón de todo verdadero discípulo de que llegue el pleno cumplimiento del reino venidero. El anhelo de los doce se intensificaría a medida que meditaran en las oportunidades que habían tenido en el pasado al caminar y hablar con su amado Maestro (DTG 467), pero que en esos momentos no habían apreciado plenamente. Jesús estaba ahora con ellos, pero muchos no estimaban debidamente su presencia. Cuando les fuera quitado, su aprecio del privilegio de estar con él aumentaría grandemente. Antes de su partida les prometería volver otra vez (Juan 14:1-3), y en su ausencia anhelarían ardientemente su prometido regreso. 

23. Helo aquí. 
Ver com. Mat. 24: 23, 26. Cuando Jesús venga por segunda vez, su aparición no se circunscribirá a un lugar específico, sino que será universal. 

Ni lo sigáis. 
Ya habían surgido muchos falsos mesías, y aparecerían muchos más. Teudas, a quien habían seguido cuatrocientos hombres y Judas de Galilea, quien "llevó en pos de sí a mucho pueblo", quizá pueden haberse contado entre los falsos mesías (Hech. 5: 36-37). El desierto era con frecuencia el lugar donde se congregaban estos entusiastas agitadores políticos. A pesar del intenso anhelo de los discípulos de que su Maestro volviera, no debían dejarse engañar pensando que un mesías advenedizo y militar pudiera ser el Cristo. 

24. Como el relámpago. 
Ver com. Mat. 24: 27. El regreso de Jesús vendrá repentina e inesperadamente como un relámpago (cf. 1 Tes. 5: 1-5), pero en forma visible y dramática. 

25. Primero es necesario que padezca. 
La cruz debía preceder a la corona (ver com. Mat. 16: 21; Mar. 9: 31; etc.). Los discípulos no debían esperar de inmediato el reino de gloria (ver com. Mat. 25: 31). 

27. Comían. 
Mientras los antediluvianos llevaban a cabo sus actividades normales, vino el diluvio y los sorprendió. No esperaban un cambio tan brusco y repentino. Estaban absortos en sus actividades y placeres mundanales, adormecidos por una falsa sensación de seguridad. No estaban suficientemente preocupados por lo que vendría (ver com. Gén. 6: 5-13; cf. 2 Ped. 2: 5). 

30. Se manifieste. 
Gr. apokalúptÇ, "descubrir", por lo tanto, "manifestarse". La palabra "apocalipsis" deriva del verbo apokalúptÇ , y significa "revelación". El verbo se refiere aquí a la revelación del Hijo del hombre en poder y gloria, así como algunas veces el sustantivo apokálupsis , "apocalipsis", se refiere a la venida de Jesús (ver 1 Cor. 1: 7; 2 Tes. 1: 7; 1 Ped. 1: 7, 13). 

31. En aquel día. 
Compárese con la doble profecía de Mat. 24: 15-20, según la cual el caso de los cristianos que estuvieran viviendo en Jerusalén cuando la ciudad cayera ante los romanos en el año 70 d. C., en cierta medida representaría el de los cristianos antes de la segunda venida de Cristo (ver com. Mat. 24: 16-17). 

Sus bienes. 
Las posesiones materiales tienen poco valor cuando la vida está en peligro, y procurar salvarlas puede llevar a la pérdida de la vida. A Lot de nada le valieron las posesiones que tenía en Sodoma cuando tuvo que huir. Pudo alegrarse de haber escapado con vida (ver com. Gén. 19: 17). 

32. Acordaos de la mujer de Lot. 
La esposa de Lot se convirtió en un tristísimo ejemplo de los resultados del desmesurado apego a las cosas materiales de esta vida. Su deseo de aferrarse a las cosas que acababa de dejar en Sodoma le causó su muerte (ver com. Gén. 19: 26). 

33. Salvar su vida. 
Es decir "salvarse a sí mismo". Ver com. Mat. 16: 25. Esta gran paradoja del cristianismo expresa una de las grandes verdades eternas del Evangelio (ver com. Mat. 6: 33). 

36. Dos estarán. 
La evidencia textual favorece (cf. p. 147) la omisión del vers. 36. Sin embargo, no hay duda de que se haya encontrado en Mat. 24: 40 (ver el comentario). 


37. ¿Dónde, Señor? 
Es decir "¿en qué circunstancias?" Parece que los discípulos quedaron perplejos en cuanto al tiempo cuando ocurrirían las cosas de las cuales Cristo les hablaba y la manera en que sucederían (ver com. Mat. 24: 3). 

Donde estuviera el cuerpo. 
Parece que Jesús usó aquí un dicho común en esa época para responder a la pregunta de los discípulos (ver com. Mat. 24: 28). 

Águilas. 
Gr. aetós , "águila", pero que en este caso podría referirse a "buitres". Las águilas no suelen juntarse en grupos ni se alimentan de carroña como los buitres (ver com. Hab. 1: 8). 

CBA T5

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