Ir al contenido principal

CBA LIBRO DE LUCAS CAPÍTULO 18

CBA Libro de Lucas capítulo 17

1. Una parábola. 
[ Parábola de la viuda y el juez injusto, Luc. 18: 1-8 . Cf. com. cap. 11: 5-8; con referencia a las parábolas, ver pp. 193-197.] Esta parábola fue presentada con toda probabilidad cuando Jesús impartió la enseñanza registrada en el cap. 17: 20-37 (ver com. vers. 20; cf. PVGM 129-130). Es probable que en ese tiempo estuviera transcurriendo el mes de marzo del año 31 d. C., poco tiempo después de la resurrección de Lázaro (ver com. vers. 11, 20) y sólo unas pocas semanas antes de la última pascua. El lugar fue quizá algún sitio de Perea. Parte de la enseñanza precedente (ver com. vers. 20) había sido dirigida directamente a los fariseos, y por eso es probable que aún estuvieran presentes. Sin embargo, Jesús se había estado dirigiendo a sus discípulos (cap. 17: 1; cf. 16: 1) cuando los fariseos le interrumpieron con la pregunta acerca del tiempo de la venida del reino (cap. 17: 20). Es probable que después de esto Jesús haya dirigido otra vez su atención en primer lugar a los discípulos. En realidad, después de contestar específicamente la pregunta de los fariseos (vers. 21), Jesús, al menos en parte, ya se había vuelto a dirigir a los discípulos (ver com. vers. 22). 

Debe tenerse en cuenta que la amonestación de orar siempre y sin desmayar sigue inmediatamente al tema del tiempo de crisis que precederá al segundo advenimiento (cap. 17: 22-37), especialmente desde el punto de vista de los engaños destinados a descarriar a los elegidos. Lo mismo ocurre con una advertencia similar en el cap. 21: 36 (cf. Mar. 13: 33). 

La necesidad de orar siempre. 
Esta parábola se aplica específicamente al caso del pueblo de Dios en los últimos días (PVGM 129), como una advertencia contra los engaños a los cuales deberá hacer frente y a la persecución que tendrá que sufrir. La segunda venida y el tiempo de prueba que la precederá hacen indispensable "orar siempre sin desfallecer" (BJ). La oración es, más que un deber, una necesidad. Jesús no habla aquí de orar sin hacer esfuerzos prácticos para cooperar con los agentes celestiales, con el propósito de conseguir lo que se pide en oración pero descuidando la responsabilidad personal (ver com. "no desmayar"). Jesús quiere decir que no debemos dejar de orar cuando se demoran las respuestas a nuestras oraciones (vers. 7-8). Orar siempre también significa vivir de tal modo, día tras día y hora tras hora, que podamos estar en constante relación con Dios. Con referencia a los principios que rigen la interpretación de las parábolas, ver pp. 193-194. Acerca de la vida de oración de Jesús, ver com. Mar. 1: 35; 3: 13. En cuanto a otras enseñanzas de Jesús a sus discípulos, referentes a la oración, ver com. Luc. 11: 1-9. Compárese también con la enseñanza dada en Mat. 9: 38. 

No desmayar. 
Jesús amonesta a los discípulos a no cansarse de orar ni a desanimarse en la oración. La Mishnah se refiere a la costumbre de orar tres veces al día ( Berakoth 4. 1). Dos veces correspondían con las horas del ofrecimiento del sacrificio por todo Israel en la mañana y en la tarde, y del incienso delante del velo (ver com. Luc. 1: 9-10). La costumbre de orar tres veces al día parece que fue adoptada por los cristianos ( Didajé 8). En la segunda mitad del siglo IV, se prohibieron expresamente las oraciones hechas cada hora ( Tanchuma , folio 15. 3). 

2. En una ciudad un juez. 
Literalmente "cierto juez en cierta ciudad". Jesús era muy cuidadoso al usar una ilustración de este tipo. Se aseguró de que sus oyentes no pudieran referirla a determinado juez. Los enemigos de Jesús habrían aprovechado inmediatamente cualquier oportunidad para acusarlo de debilitar la confianza en el gobierno (ver com. cap. 23: 2). 

Ni temía a Dios. 
Este juez evidentemente hacía lo que le parecía. No demostraba amor a Dios ni a sus prójimos; tampoco respetaba ninguna de las dos tablas de la ley (ver com. Mat. 22: 34-40). 

3. Una viuda. 
En la antigua sociedad del Cercano Oriente la viuda solía ser la más desvalida de todas las personas, especialmente si no tenía hijos que defendieran sus derechos. Esta viuda parece que no tenía a nadie que la protegiera. Además, tampoco disponía de recursos para sobornar al endurecido juez ni nada que ofrecer en pago para que se le hiciera justicia. El salmista representa a Dios como "defensor de viudas" (Sal. 68: 5). Santiago dice que "la religión pura. . . es. . . visitar. . a las viudas en sus tribulaciones" (Sant. 1: 27). Uno de los ayes pronunciados por Cristo contra los fariseos se debió a que devoraban "las casas de las viudas" (ver com. Mat. 23: 14; cf. com. Job 22: 9). 

Hazme justicia. 
Ver PVGM 131. Es evidente que el esposo de la viuda le había dejado una propiedad, quizá hipotecada, pero alguien se negaba a devolvérsela en el tiempo estipulado por la ley (ver com. Lev. 25: 23-25). La viuda, al no tener quien defendiera sus derechos, sin duda dependía completamente del sentido de justicia y de misericordia del juez; pero éste ni era justo ni misericordioso. Era todo lo contrario de Dios; reflejaba el carácter de Satanás. 

Adversario. 
Gr. antídikos , "opositor", vocablo también empleado como término legal para designar al oponente en un pleito judicial. Por lo general se refiere al acusado, pero puede también referirse al demandante (ver com. Mat. 5: 25). Satanás es el antídikos del cristiano (1 Ped. 5: 8; cf. Zac. 3: 1-4). Antídikos también aparece en la LXX en 1 Sam. 2: 10, donde se traduce como "adversario", y en Est. 8: 1 donde se traduce como "enemigo". 

5. Esta viuda me es molesta. 
La persistencia en presentar su pedido era la única arma que la viuda tenía a su disposición. Su gran necesidad no despertó el sentido de justicia o de misericordia del juez (ver com. vers. 3); pero la persistencia de la viuda provocó su impaciencia. En un instante y con poco esfuerzo de su parte, podría haber ordenado que se hiciera justicia, pero no lo hizo hasta que le fue más fácil hacer justicia que dejar de hacerla. 

Le haré justicia. 
Ver com. vers. 3. No por un sentido de justicia ni por simpatía por la situación difícil de ella, sino para evitarse mayores inconvenientes. No respetaba la ley y era completamente indiferente al sufrimiento y a la opresión. 

Me agote la paciencia. 
Literalmente "me golpee debajo del ojo", "me deje el ojo negro"; es decir, me atormente, me termine de cansar. Sin duda, el juez emplea esta frase en sentido figurado. 

6. Injusto. 
Este adjetivo describe exactamente la opinión de Jesús acerca de un juez de esta clase, así como describe lo que pensaba del mayordomo infiel (ver com. cap. 16: 8). 

7. ¿Y acaso? 
La construcción griega de la pregunta indica que se espera una; respuesta positiva (ver com. cap. 6: 39). La lección de la parábola se basa en el agudo contraste entre el carácter del juez injusto y el de un Dios justo y misericordioso. Si el juez finalmente respondió al pedido de la viuda movido por motivos egoístas, cuánto más responderá Dios a quienes le presentan sus peticiones. Con referencia a un contraste similar, ver com. Mat. 15: 26-27. Si la persistencia logra resultados positivos con un juez injusto, no hay duda de que la misma virtud no pasará inadvertida y sin recompensa delante de un Dios justo. 

Claman a él día y noche. 
Es decir, continua o persistentemente (ver com. vers. 1). Compárese con el pedido de justicia de las almas que Juan vio debajo del altar (Apoc. 6: 9- 10). 

¿Se tardará en responderles? 
A los escogidos puede parecerles algunas veces que Dios demora en responder (Hab. 1: 2), pero en verdad está obrando apresuradamente. Pone en acción fuerzas que harán lo que él considera que conviene a los elegidos, y estas fuerzas pueden actuar mucho tiempo antes de que los resultados se vean. Además, Dios algunas veces puede demorar el hacer juicio a sus escogidos para que los que los persiguen puedan tener tiempo y oportunidad de arrepentirse. Dios ama tanto a los perseguidores como a los perseguidos. No "retarda su promesa", pero al mismo tiempo no quiere "que ninguno perezca" (2 Ped. 3: 9). Por otra parte, el carácter se perfecciona por medio de la prueba (ver com. Job 23: 10) y a veces Dios puede demorar la respuesta a nuestras peticiones para que haya oportunidad de que el carácter se desarrolle (DTG 170; PVGM 138, 140). La demora también sirve para aumentar nuestro sentimiento de necesidad, sin el cual muchas veces es imposible que Dios obre en nuestro favor (PVGM 118). Con referencia a la actitud de Dios para con sus escogidos que sufren injustamente y a la actitud que ellos deberían asumir en tales circunstancias, ver 1 Ped. 2: 20-24. 

8. Cuando venga. 
Esta es una de las primeras referencias directas que hizo nuestro Señor de su segunda venida, a la cual ya había hecho una breve alusión unos seis meses antes (Mat. 16: 27). La parábola de la cizaña, presentada aproximadamente un año y medio antes de este momento, habla del "Hijo del Hombre" que envía a sus ángeles para separar la cizaña del trigo (ver com. Mat. 24: 31), pero no se refiere directamente al regreso de Jesús a esta tierra (ver Mat. 13: 40-43; cf. Luc. 17: 22-30). 

Algunos comentadores no han visto la relación entre la declaración de que cuando el Hijo del hombre venga encontrará muy poca fe en la tierra, y la parábola anterior. Piensan que se trata de un dicho aislado de Jesús, y que Lucas incidentalmente insertó aquí. Quienes toman esta posición no se han dado cuenta que "el Hijo del Hombre" "hará justicia" a sus escogidos cuando regrese (vers. 7-8). Este es un hecho claramente enseñado en otros pasajes de la Escritura en relación con su venida (Mat. 16: 27; Apoc. 22: 12). En esa ocasión Cristo se presentará como juez (Mat. 25: 34-46; Rom. 2: 16; 2 Tim. 4: 1, 8; 1 Ped. 4: 5; Apoc. 19: 11). 

¿Hallará fe en la tierra? 

Mejor "¿hallará la fe en la tierra?" Las circunstancias inmediatamente anteriores a la venida de Cristo serán tales, que parecerá que el mal ha triunfado y que Dios ha dejado a sus escogidos para que sufran y caigan delante de sus enemigos (CS 688). Pocas semanas después de presentar esta parábola, cuando Jesús habló de las señales de su venida, advirtió a sus discípulos que sufrirían una "gran tribulación" " (Mat. 24: 21) que los probaría hasta el extremo (vers. 22); pero que los escogidos perseverarían hasta el fin y serían salvos (vers. 13). 

Confiaban en sí mismos. 
Aunque no se los nombra en forma directa, es evidente que Jesús se refería a los fariseos. Esto se enfatiza por el hecho de que es un fariseo el que, en la parábola, es puesto como ejemplo de uno que confiaba en sí mismo como justo y menospreciaba a los otros. Los escribas y los fariseos habían estado presentes cuando Jesús estaba enseñando (ver com. cap. 15: 2; 16: 14; 17: 20), y es probable que estuvieran presentes ahora también. Lucas indica en su introducción a la parábola que ésta estaba dirigida a quienes tenían confianza en sí mismos y no en Dios (cap. 18: 8-9). La fe de ellos era una falsa confianza, en contraste con la verdadera fe que Dios querría que desarrollaran. La descripción que Pablo hace de sí mismo como fariseo (Fil. 3: 4-6), ilustra la mentalidad de los fariseos que "confiaban en sí mismos". 

Como justos. 
Es decir, según sus propias normas de justicia, las cuales los fariseos, por lo general, observaban rigurosamente, o por lo menos pretendían observar. La norma farisaica de justicia consistía en la estricta observancia de las leyes de Moisés y de las tradiciones rabínicas. En esencia, era justificación por obras. El concepto farisaico, legalista, de la justicia, se basaba en la suposición de que la salvación debía ganarse observando ciertas reglas de conducta, y casi no prestaba atención a la necesaria consagración del corazón a Dios y a la transformación de los motivos y de los propósitos de la vida. Los fariseos realzaban la letra de la ley, pero ignoraban el espíritu de ella. El concepto de que la conformidad externa a los requerimientos divinos era todo lo que Dios pedía, sin considerar el motivo que impulsaba a cumplirlos, daba forma a su manera de pensar y de vivir. Jesús había advertido en diversas ocasiones a sus discípulos y a otros en contra de este concepto formalista de la salvación (ver com. Mat. 5: 20; 16: 6; Luc. 12: 1). 

Menospreciaban. 
Gr. exouthenéo , "despreciar", "menospreciar", "tener en poco". Este verbo se traduce como "menospreciar" " en Luc. 23: 11; Rom. 14: 10; 2 Cor. 10: 10; y como "reprobar" " en Hech. 4: 11. Quienes se consideran como ejemplos de virtud tienden a considerar a sus prójimos con menosprecio o desdén. 

Los otros. 
Mejor "los demás" (BJ). Es decir, los fariseos trataban con desprecio a todos los que no aceptaban su definición de la justicia ni regían su vida de acuerdo con ella. 

9. Esta parábola. 
[ Parábola del fariseo y el publicano, Luc. 18: 9-14; con referencia a parábolas, ver pp. 193-197.] No hay una clara relación entre esta parábola y la anterior acerca del juez injusto, y no hay cómo saber si las dos fueron dichas en la misma ocasión. Esta parábola, como la anterior, quizá fue presentada durante el mes de marzo del año 31 d.C., en algún lugar de la región de Perea. 

10. Dos hombres. 
Jesús no quiso decir que no hubiera otros presentes, sino que sólo menciona a los dos a quienes se refiere la parábola. Uno de ellos se consideraba santo, y fue al templo para alabarse delante de Dios y de los hombres. El otro se consideraba pecador, y fue al templo para confesar su pecado delante de Dios, para suplicar su misericordia y obtener el perdón. 

Subieron. 
Se usa este verbo quizá para referirse a la subida desde las partes más bajas de la ciudad hasta el monte Moriah. Para los fariseos asistir a la hora de la oración por la mañana y por la tarde, así como a los otros servicios del templo, era un acto de mérito que tenía el propósito de ganar el favor de Dios y la aprobación de los hombres. Acerca de los actos religiosos celebrados con este fin, Jesús dijo: "ya tienen su recompensa" (ver com. Mat. 6: 2). Un espíritu de verdadera humildad ante Dios y nuestros prójimos es una de las mejores evidencias de conversión (ver com. Miq. 6: 8). 

Orar. 
Probablemente a la hora de la oración matutina o vespertina (ver com. cap. 1: 9-10). Aún después de Pentecostés algunos de los apóstoles parecen haber seguido la costumbre de asistir al servicio del templo en las horas de oración (Hech. 3: 1; cf. cap. 10: 3). 

11. Puesto en pie. 
Esta posición era común en la oración (1 Sam. 1: 26; 1 Rey. 8: 14, 22; Mat. 6: 5; Mar. 11: 25; ver com. Neh. 8: 5; Dan. 6: 10). 

Consigo mismo. 
"En su interior" (BJ). Es decir, en forma inaudible, quizá sólo con movimientos de labios o en voz muy baja. El fariseo posiblemente se estaba dirigiendo a sí mismo y no a Dios. Es posible que el fariseo se hubiera apartado a cierta distancia de los otros adoradores reunidos en los atrios del templo, como si hubiera sido demasiado bueno para juntarse con ellos aun en la oración. 

Dios, te doy gracias. 
Sin duda, lo que en verdad quería decir era: "Dios, debieras estar agradecido de tener una persona como yo entre los que han venido a adorarte. Soy incomparablemente superior a la gente común". 

Los otros hombres. 
Mejor " "los demás hombres" (BJ); es decir, el resto de los seres humanos (ver com. vers. 9). La gente común estaba lejos de alcanzar la elevada norma de justicia propia del fariseo. Siempre es peligroso determinar la medida de nuestra justicia comparándonos con nuestros prójimos, no importa cuál sea el estado de ellos (ver com. Mat. 5: 48). En notable contraste con la actitud del fariseo, Pablo se consideró como el primero de los pecadores (1 Tim. 1: 15). 

Ladrones. 
Gr. hárpax, "ladrón"; como adjetivo significa "rapaz" (ver com. Mat. 7:15; Luc. 11: 39). El fariseo continúa entonces con una enumeración de los defectos que no posee, confiado en que así será más estimado por Dios. Presenta una lista de algunos pecados de los cuales no es culpable. Está agradecido por sus propias virtudes y no por la justicia y la misericordia de Dios. Está agradecido de que mediante su esfuerzo diligente se ha mantenido estrictamente dentro de la letra de la ley, pero parece desconocer totalmente el espíritu que debe acompañar a la verdadera obediencia para que sea aceptable a Dios. 

Ni aun como este publicano. 
Es posible que la palabra "este" se utilice no sólo para designar al publicano, sino para expresar cierto desprecio hacia él (ver com. cap. 14: 30; 15: 2). "Este publicano" se destacaba porque podía ser visto aun "estando lejos" del resto de la multitud, en otro lugar (cap. 18: 13). Cuando el fariseo descubrió la presencia de ese bribón despreciado por la sociedad, pensó en su oración: "Ahí tienes, Señor, un ejemplo de lo que quiero decir: ese despreciado recaudador de impuestos. Me regocijo de no ser un pícaro como él". 

12. Ayuno dos veces. 
Después de presentar la lista de los pecados de que no era culpable, el fariseo pasó a enumerar las virtudes de las cuales se enorgullecía especialmente, virtudes que sin duda consideraba que le comprarían la salvación. Según los fariseos, si una persona hacía suficientes actos meritorios, podía cancelar su deuda de malas acciones. Los fariseos se enorgullecían de ayunar (ver com. Mat. 6: 16-18) más de lo que requería la ley y de ser más escrupulosos en sus diezmos de lo que demandaba la ley (ver com. Mat. 23: 23). Parecían creer que a Dios le agradaba que ellos hicieran ese esfuerzo adicional, voluntario, más allá de lo que requería el deber. 

El ayuno se practicaba los lunes y los jueves, especialmente en las siete semanas que transcurrían entre la pascua y Pentecostés, y en los dos meses que separaban el fin de la fiesta de los tabernáculos, el 22 del mes séptimo, de la fiesta de la dedicación, el 25 del mes noveno (ver t. II, p. 112; t. I, pp. 722-723; Lev. 23: 2-42; com. Juan 10: 22). 

Los cristianos fervorosos ayunaban más tarde en miércoles y viernes en ciertas épocas del año, para evitar que se los confundiera con los judíos que ayunaban los lunes y los jueves. En la Didajé (8. 1), documento cristiano no canónico del siglo II, se hace la advertencia: "Vuestro ayuno no sea hecho en común con los hipócritas, porque ellos ayunan en el segundo y en el quinto día de la semana; mas vosotros ayunad el cuarto día y en el día de la preparación". 

Diezmos de todo. 
Aun de las cosas que no se mencionaban específicamente en la ley mosaica referente al diezmo (ver com. Mat. 23: 23); cosas tales como "la menta y el eneldo y el comino". Eso era quizá más de lo que exigía la enseñanza rabínica. 

13. Estando lejos. 
Probablemente estaba lejos del fariseo y de los demás adoradores porque sabía que todos lo miraban mal. Los demás no se sentirían alegres de tener que estar cerca de un publicano (ver com. cap. 3: 12). 

Alzar los ojos. 
Jesús levantó lo ojos por lo menos una vez para orar (Juan 17: 1). Compárese con la descripción de Ezequiel 18: 6, 15; cf. vers. 12, en la cual un justo es el que no ha levantado "sus ojos a los ídolos". Se acostumbraba orar de pie, con las manos levantadas al cielo (1 Rey. 8: 22; Sal. 28: 2; 63: 4; 134: 2; 1 Tim. 2: 8). 

Se golpeaba el pecho. La actitud del recaudador de impuestos testificaba de la sinceridad de sus palabras y daba una vívida expresión a su sentimiento de pequeñez. Se sentía indigno aun de orar, pero la comprensión de su necesidad lo impulsaba a hacerlo. 

Sé propicio. 
Es decir "sé misericordioso", " "ten compasión" (BJ). Ver com. Mat. 5: 7. La primera condición para ser aceptado por Dios es sentir la necesidad, tener la convicción de que sin la misericordia divina estaríamos completamente perdidos (PVGM 122). En contraste con el fariseo, el publicano sin duda pensó en muchos pecados, y sabía que los había practicado; pensó en las virtudes y sabía que no poseía ninguna de ellas. Como el apóstol Pablo, se sentía pecador (1 Tim. 1: 15), que necesitaba desesperadamente la gracia divina. La misericordia es un aspecto del amor divino, aspecto que no se había manifestado y que por lo tanto no podía haberse conocido plenamente hasta que el pecado entró en el universo. La misericordia es la expresión del amor divino manifestado a quienes no lo merecen. La palabra griega que se traduce como "sé propicio" parece tener un significado muy parecido al de la palabra hebrea jésed (ver Nota Adicional del Salmo 36), que suele traducirse como "misericordia" (1 Crón. 16: 34; Sal. 5 1: 1; 52: 1; 136: 1- 26; 138: 2). 

Pecador. 
Literalmente "el pecador" (cf. 1 Tim. 1: 15). El recaudador de impuestos habla como si no hubiera otros pecadores, como si él fuera el único. Se coloca en una clase aparte como el fariseo. No es tan virtuoso como los otros, es el pecador. El fariseo se consideraba muy superior a los demás (Luc. 18: 11); el publicano se consideraba muy inferior a los otros. 

14. Os digo. 
Jesús con frecuencia empleó esta expresión para presentar la declaración de una verdad importante o para darle mayor realce. También la empleó para presentar la conclusión de un razonamiento o de una parábola. Lucas registra repetidas veces la expresión "os digo" (cap. 4: 25; 9: 27; 10: 24; 12: 51; 13: 3, 5, 27; 17: 34; 18: 8, 14; 19: 40). 

Justificado. 
Es decir, aceptado por Dios y declarado justo delante de él. El fariseo creía que era justo (vers. 9), pero Dios no lo consideraba así. El publicano se sentía pecador (ver vers. 13), y este reconocimiento abrió el camino para que Dios lo declarara sin pecado, 827 un pecador justificado por la misericordia divina (ver com. vers. 13). La diferencia estaba en la actitud de los dos para consigo mismos y para con Dios. 

Antes que. 
El fariseo se descalificó a sí mismo de modo que no pudo recibir la misericordia y la gracia de Dios. Su engreimiento cerró la puerta de su corazón a las ricas corrientes del amor divino que produjeron gozo y paz en el publicano. La oración del fariseo no podía ser aceptada por Dios porque no estaba acompañada por el incienso de los méritos de Jesucristo (ver PP 365-367; com. Exo. 30: 8). 

Se enaltece. 
Ver com. Luc. 14: 11; Mar. 9: 35. El origen de la lucha entre el orgullo y la humildad se encuentra en la raíz misma del conflicto entre el bien y el mal. Con Luc. 18:14 concluye la " "gran inserción" " de Lucas, nombre que muchas veces se le da a la sección comprendida entre los capítulos 9: 51 y 18: 14 (ver com. cap. 9: 51), pues ningún otro evangelista registra la mayor parte de los episodios y de las enseñanzas que aparecen en esta parte del relato. 

15. Los niños. 
[Jesús bendice a los niños, Luc. 18: 15-17 = Mat. 19: 13-15 = Mar. 10: 13-16 . Comentario principal: Mateo.] La palabra griega que se traduce como "niños" se refiere más bien a los pequeños o infantes. 

24. Se había entristecido mucho. 
La evidencia textual sugiere (cf. p. 147) la inclusión de esta frase, aunque falta en varios MSS importantes. 

31. Subimos a Jerusalén. 
[ Jesús anuncia nuevamente su muerte, Luc. 18: 31-34 = Mat. 20: 17-19 = Mar. 10: 32-34. Comentario principal: Mateo.] Este episodio se conoce generalmente como el tercer anuncio de la muerte de Jesús, pero en lo que concierne al Evangelio de Lucas es el sexto. Los primeros dos anuncios se produjeron durante el transcurso de los seis meses de retiro que siguieron al rechazamiento público de Jesús en Galilea (cap. 9: 22, 44), entre la pascua del año 30 d. C. y la fiesta de los tabernáculos del mismo año. Después, durante el transcurso del ministerio en Perea relatado extensamente por este evangelista (cap. 9: 51 a 18: 14) -una fase del ministerio de Cristo no registrada en ningún otro Evangelio (ver com. cap. 9: 51)-, Lucas registra tres veces más en las cuales Jesús se refirió, por lo menos en forma indirecta, a su inminente pasión y muerte (cap. 12: 50; 13: 33; 17: 25). Estas tres ocasiones adicionales ocurrieron en los seis meses que siguieron a la fiesta de los tabernáculos del año 30 d. C. 

34. Nada comprendieron. 
Lucas se detiene más que los otros sinópticos en la completa falta de comprensión de los discípulos en cuanto a las tristes verdades que Jesús procuraba aclararles. Esto se debía sencillamente a que la mente de ellos estaba llena de ideas equivocadas en cuanto a la naturaleza del reino que Jesús había venido a establecer. Era evidente que no querían ni pensar en ningún asunto que no concordara con sus ideas preconcebidas sobre el tema (DTG 501-502). 

35. Un ciego. 
[Un ciego de Jericó recibe la vista, Luc. 18: 35-43 = Mat. 20: 29-34 = Mar. 10: 46-52. Comentario principal: Marcos.] 


39. Los que iban delante. 
"Los que estaban al frente". Esta descripción proporciona un detalle interesante en cuanto a la formación del grupo que viajaba con Jesús. "Los que iban delante" bien podían haber sido parte del grupo de Jesús, y no simplemente algunos de los curiosos que siempre se reunían alrededor de él, ni siquiera algunos de los peregrinos que subían a Jerusalén por el mismo camino donde iba Jesús (ver com. Mar. 10: 47). 

43. Todo el pueblo. 
Lucas aquí añade algo que no mencionan ni Mateo ni Marcos: la reacción de los que vieron el milagro. Los dirigentes judíos con frecuencia atribuían el poder de Jesús al diablo (ver com. Mat. 12: 24); pero la gente común creía -en agudo contraste- que el poder de Jesús provenía de Dios porque su percepción no estaba cegada por los prejuicios. 

CBA T5

Comentarios

Entradas populares de este blog

Lección 11 LA CRISIS VENIDERA | Lunes 10 de junio

 Lunes 10 de junio | Lección 11 LA CRISIS VENIDERA La profecía de la marca de la bestia en Apocalipsis 13 nos habla de la peor etapa, la más feroz, de la guerra de Satanás contra Dios. Desde que Jesús murió en la Cruz, el enemigo sabe que ha sido derrotado, pero se ha resuelto a hundir junto con él a la mayor cantidad posible de personas. Su primera estrategia en esta campaña es el engaño. Cuando el engaño no funciona, recurre a la fuerza. En última instancia, él está detrás del decreto de que cualquiera que se niegue a adorar a la bestia o a recibir su marca será condenado a muerte. La persecución religiosa, por supuesto, no es nueva. Ha existido desde que Caín mató a Abel por obedecer el mandato de Dios. Jesús dijo que sucedería incluso entre los creyentes. Lee Juan 16:2; Mateo 10:22; 2 Timoteo 3:12; y 1 Pedro 4:12. ¿Qué experimentó la iglesia del Nuevo Testamento y cómo se aplica esto a la iglesia de Cristo del tiempo del fin?  Jua 16:2  Los expulsarán de las sinagogas...

Lección 1| PARA ESTUDIAR Y MEDITAR | Viernes 5 de Julio

  Viernes 5 de Julio | Lección 1 PARA ESTUDIAR Y MEDITAR: Lee el capítulo 10 de El Deseado de todas las gentes, de Elena de White, titulado “La voz en el desierto” (pp. 72-83), y el capítulo 17 de Los hechos de los apóstoles, de la misma autora, titulado “Heraldos del evangelio” (pp. 137-145). ¡Qué fascinante es el hecho de que el mensaje del primer ángel, en Apocalipsis 14:6 y 7, sea paralelo al mensaje evangélico de Jesús en Marcos 1:15! El mensaje del primer ángel trae el evangelio eterno al mundo en los últimos días en preparación para la Segunda Venida. Al igual que el mensaje de Jesús, el evangelio angélico del tiempo del fin contiene los mismos tres elementos, como ilustra la siguiente tabla: El mensaje del primer ángel anuncia el comienzo del juicio previo al regreso de Cristo predicho en la profecía de los 2.300 días de Daniel 8:14; este comenzó en 1844. El Juicio trae el Reino de Dios a su pueblo perseguido (Dan. 7:22). La exhortación del primer ángel a reverenciar, glori...

Lección 2 | “REALMENTE, ESTE ES EL PROFETA” | Lunes 7 de octubre

  Lunes 7 de octubre | Lección 2 “REALMENTE, ESTE ES EL PROFETA” Lee Juan 6:14, 15 y 26 al 36. ¿Cómo respondió la gente a su milagro y cómo lo utilizó Jesús para enseñarles quién era? Jua 6:14  Al ver la señal que Jesús había realizado, la gente comenzó a decir: «En verdad éste es el profeta, el que ha de venir al mundo.»  Jua 6:15  Pero Jesús, dándose cuenta de que querían llevárselo a la fuerza y declararlo rey, se retiró de nuevo a la montaña él solo.  Jua 6:26  —Ciertamente les aseguro que ustedes me buscan, no porque han visto señales sino porque comieron pan hasta llenarse.  Jua 6:27  Trabajen, pero no por la comida que es perecedera, sino por la que permanece para vida eterna, la cual les dará el Hijo del hombre. Sobre éste ha puesto Dios el Padre su sello de aprobación.  Jua 6:28  —¿Qué tenemos que hacer para realizar las obras que Dios exige? —le preguntaron.  Jua 6:29  —Ésta es la obra de Dios: que crean en aquel a qu...