1. El Señor.
[ La mujer samaritana, Juan 4:
1-42. Ver mapa p. 207; diagramas pp. 219-220.] Si bien algunos MSS dicen
"Señor", la evidencia textual se inclina por la variante (cf. p. 147) "Jesús".
Los fariseos habían oído.
Los fariseos se aprovecharon de los
celos de los discípulos de Juan, ocasionados por la creciente popularidad de
Jesús, y abrigaban la esperanza de crear disensiones entre Juan y Jesús, y
perjudicar de esa manera los esfuerzos de ambos. Ver com. cap. 3: 25.
Más discípulos.
Ver com. cap. 3: 26, 30. Es obvio que Juan
estaba todavía predicando y bautizando, y que aún no había sido encarcelado.
2.
Jesús.
"Jesús mismo" (BJ). Al
aceptar personalmente el bautismo de manos de Juan, Jesús había aprobado el rito
al declarar: "Así conviene que cumplamos toda justicia" " (Mat. 3: 15). Además,
los discípulos de Jesús realizaban el rito bajo su dirección (Juan 3: 22; 4: 1).
No se nos dice por qué Jesús mismo no bautizaba. Quizá tuvo el propósito de
evitar que se creara en la mente de algunos la idea de que tenían una autoridad
superior en la iglesia porque habían sido bautizados por Cristo personalmente.
Comparar con la disensión acerca de los respectivos méritos del bautismo
realizado por Jesús y por los discípulos (ver com. cap. 3: 22; 4: 1-3). La
siguiente mención del bautismo se relaciona con la comisión evangélica de Mat.
28: 19-20. Jesús puede haber interrumpido por un tiempo el rito debido a los
conflictos que ocasionaba.
3.
Salió de
Judea.
Esto fue en torno del mes de diciembre de 28 d. C. o enero de 29
d. C. La razón para este retiro transitorio de Judea fue para evitar conflictos
inútiles con los fariseos por un lado, y con Juan y sus discípulos por el otro.
La decisión de salir de Judea no fue movida por el temor sino por la prudencia
(cf. Mat. 10: 23). Hay un estudio del marco cronológico de este retiro de Judea
en la Nota Adicional, com. Luc. 4; diagrama 6, p. 219.
4.
Por Samaria.
La ruta directa a
Galilea pasaba por Samaria. Sin embargo, debido a la enemistad entre los judíos
y los samaritanos, los peregrinos galileos que viajaban a Jerusalén para las
grandes fiestas nacionales preferían dar un rodeo yendo por el valle del Jordán
(ver Luc. 9: 51-52; com. cap. 2: 42). En ese tiempo, Samaria y Judea eran una
unidad política administrada por un procurador romano, Poncio Pilato (ver pp.
47, 69; el mapa frente a la p. 353; diagrama p. 224). Acerca de los samaritanos,
ver t. III, p. 70; t.V, pp. 20, 47; com. 2 Rey. 17: 23-34.
5.
Sicar.
Quizá la moderna Askar.
La designación "ciudad" comúnmente se usa en los Evangelios tanto para pueblos
pequeños como para ciudades más grandes.
6.
Pozo de Jacob.
Este pozo se encuentra como a 1 km al sur de la aldea de Askar. Ningún
sitio relacionado con la vida de Jesús se ha identificado con mayor certidumbre
que este pozo, que todavía proporciona agua fresca a quienes llegan hasta la
cripta de la antigua iglesia griega al pie del monte Gerizim, donde se encuentra
el pozo. Las numerosas vertientes que hay en la región hacen que parezca extraño
que alguien se tomara la molestia de cavar un pozo. Pero Jacob era forastero y
quizá cavó el pozo para evitar una contienda por el uso de agua (cf. Gén. 26:
17-22).
Cansado.
Quizá Jesús y los discípulos habían estado en
camino desde el alba, y tal vez habían viajado unos 25 ó 30 km. Juan con
frecuencia menciona las emociones y limitaciones físicas de Jesús como un hombre
entre los hombres (cap. 1: 14; 11: 3, 33, 35, 38; 12: 27; 13: 21; 19: 28; ver
com. cap. 4: 7). Jesús nunca realizó un milagro para satisfacer sus necesidades
personales o para mitigar sus malestares provocados por la sed o el hambre (ver
com. Mat. 4: 3, 6).
La hora sexta.
No se sabe con certeza qué
cómputo de tiempo usaba Juan (cf. cap. 1: 39; 4: 52; 19: 14). Sin embargo,
generalmente se piensa que "la hora sexta" sería el medio día (DTG 155). Si
hubiese sido al anochecer, probablemente Jesús hubiera acompañado a los
discípulos a Sicar o hubiera proseguido a Siquem, un poco más lejos, a fin de
buscar albergue para la noche. La mañana y el atardecer eran también los
momentos cuando se sacaba agua, y sin duda otros estaban junto al pozo.
7. Una mujer de Samaria.
Es decir,
una mujer de estirpe samaritana (ver com. vers. 4), no una mujer de la ciudad de
Samaria, que estaba a más de dos horas de distancia.
Dame de beber.
Es reconfortante saber que Jesús, al igual que nosotros, experimentó
sed, hambre, cansancio y dolor (ver com. vers. 6). Se hizo uno con nosotros a
fin de socorrernos en cualquier circunstancia que pudiera suscitarse (ver com.
cap. 1: 14).
El proceso para ganar a la mujer de Samaria merece el más
cuidadoso estudio de todos los que se proponen ganar a otros para Cristo. Hubo
cuatro etapas principales en este proceso: (1) Despertar el deseo de algo mejor,
vers. 7-15. (2) Despertar la convicción de una necesidad personal, vers. 16-20.
(3) La exhortación sobre una decisión de reconocer a Jesús como el Mesías, vers.
21-26. (4) El estímulo a una acción apropiada para la decisión, vers. 28-30,
39-42. Hay un comentario detallado e inspirador de los pasos en cada una de las
etapas del proceso en com. vers. 7, 16, 21, 28.
Jesús llamó la atención
de la mujer con el pedido: "Dame de beber". Su sorpresa es evidente en la
respuesta-pregunta del vers. 9: "¿Cómo tú ...?" Habiendo conseguido así su
atención por completo, Jesús despertó su interés con el ofrecimiento del "agua
viva" " (vers. 10). La reacción de ella aparece en las preguntas "con qué"
sacaría un agua tal (vers. 11), y si pretendía ser "mayor" que Jacob, que había
cavado el pozo (vers. 12). Partiendo de la atención y el interés, Jesús la
indujo a desear el "agua viva", declarando que el que bebe de ésta "no tendrá
sed jamás" (vers. 14). La mujer respondió con el pedido: "Señor, dame esa agua"
(vers. 15), aunque no comprendía bien todavía lo que estaba pidiendo.
9.
¿Cómo tú?
El odio racial mantenía tan alejados a los
judíos y a los samaritanos, que ambos procuraban no tener ningún contacto
social. En cuanto al origen de los samaritanos, ver com. 2 Rey. 17: 23-29; y en
relación al origen de la antipatía entre los judíos y los samaritanos, ver t.
III, p. 70; com. Esd. 4: 1-3, 17-23; Neh. 2: 10; 4: 1-2. Un relato de esa época
que se ocupa de las dificultades entre judíos y samaritanos se encuentra en
Antigüedades , de Josefo, xx. 6. 2.
No se tratan.
Evidentemente,
es un comentario explicativo añadido por Juan para 916 una mejor comprensión de
los lectores que no eran judíos, y no una afirmación de la mujer a Jesús. Si
bien en algunos MSS no aparece, la evidencia textual se inclina (cf. p. 147) por
la inclusión de esta frase. El pedido de Jesús sorprendió a la mujer. ¿Podía
haber algo más extraño que un pedido tal que emanara de un judío?
10.
El don de Dios.
Es decir, Jesús
mismo, como lo aclara la cláusula siguiente. El no aparentaba ser sino un
viajero cansado y sediento, pero el ofrecimiento del "agua viva" superaba lo que
la mujer había comprendido. Aunque el pedido de Jesús parecía extraño, había en
él algo aún más misterioso. Lo significativo en cuanto a Jesús no era que fuera
judío, sino que él era, y es, "el don de Dios" (Juan 3: 16; 2 Cor. 9: 15).
Quién es.
Jesús está por presentarse a la mujer como el Mesías
(vers. 25-26), y aquí, con mucho tacto, la induce a comprender que hay mucho más
implicado que lo que se ve a primera vista. Tácitamente, Jesús le dijo: "Tú
puedes satisfacer mi sed física, pero yo puedo satisfacer la sed de tu alma".
Agua viva.
Gr. húdÇr zÇn , "agua fresca" , "agua que fluye" o
"agua que da vida" " (cf. Eze. 47: 9). Jesús aquí se refiere a sí mismo (ver
Juan 7: 37; cf. cap. 6: 27, 51). El profeta Jeremías hablaba de Jehová como la
"fuente de agua viva" " (cap. 2: 13; 17: 13; cf. Isa. 12: 3; Apoc. 22: 1). La
mujer pensó que Jesús se refería al agua de un manantial, en contraste con el
agua comparativamente quieta del pozo. Pero si Jesús tenía acceso al "agua viva"
literal, ¿por qué tenía que pedir de beber?
11. Señor.
Gr. kúrios , "Señor", en el sentido bíblico, o
"señor" en su acepción común. Aquí se aplica al segundo caso, como una expresión
de respeto. Algo en la voz y el proceder de Jesús impresionó a la mujer, y su
indiferente "tú, siendo judío" (vers. 9), se transformó en un trato que
reflejaba respeto.
¿De dónde?
La mujer todavía pensaba que Jesús
hablaba de agua literal. Pero es obvio que no se refería a ese pozo -de más de
30 m de profundidad- pues no tenía con qué sacar agua de él.
12. ¿Eres tú mayor?
La palabra "tú"
es enfática. "¿Quién pretendía ser Jesús? " Cf. cap. 8: 53.
Nuestro
padre Jacob.
La samaritana pretendía descender de Jacob a través de
José, y consideraba que Jacob era el "padre" de los samaritanos, más o menos en
la misma forma en que los judíos decían ser hijos de Abrahán (cap. 8: 33). El
lugar donde estaban Jesús y la mujer había sido asignado a los descendientes de
José (Jos. 24: 32).
14.
El que bebiere.
Literalmente "quien quiera que beba [una vez]". Beber una vez del "agua
viva" que Jesús tiene para ofrecer satisfará permanentemente a las almas
sedientas (ver com. cap. 7: 38).
Yo le daré.
La palabra "yo" es
enfática, y establece un clarísimo contraste entre el "agua viva" y la del pozo
de Jacob.
No tendrá sed jamás.
Literalmente "no [ ou ] no [ m ']
tendrá sed hasta el siglo [ eis ton ai ^ na ]". En castellano, las tres
expresiones ou, m ' y eis ton ai^na se concentran en dos palabras: "no" y
"jamás". El griego es mucho más enfático que la traducción castellana. La
expresión eis ton ai^na se traduce "para siempre" en el cap. 6: 51; "
"eternamente" en el cap. 6: 58; 11: 26; "nunca" en el cap. 8: 51-52, y "jamás"
en el cap. 10: 28. En cuanto a la palabra griega ai^n , ver com. Mat. 13: 39.
En él una fuente.
Ahora se ve con claridad que es figurada el
"agua viva" que Jesús ofrecía a la mujer. Esta agua satisface la sed que tiene
el alma de mejores cosas que las que esta vida ofrece.
Para vida eterna.
Gr. eis zÇ ' n aionion (ver com. cap. 3: 16). En cuanto a aionios , en
su sentido de "eterno" , ver com. Mat. 25: 41. El resultado de beber el "agua
viva" (ver com. Juan 4: 10) es una vida que nunca termina.
15. Dame esa agua.
Al fin,
vislumbrando apenas lo que Jesús tenía para ofrecerle, la mujer respondió
ávidamente a las promesas del vers. 14, que si bebía del "agua viva", "jamás"
tendría "sed" y ciertamente tendría "vida eterna". Sin embargo, todavía
vinculaba el ofrecimiento de "agua viva" con el agua literal, pensando que una
vez que hubiera logrado el "agita viva", no necesitaría más hacer sus viajes
diarios al pozo de Jacob. Quizá pensaba que el "agua viva" era sólo para ella y
que todavía necesitaría sacar agua para su "marido" (vers. 16). Pero como Jesús
se apresuró a explicar, esa "agua viva" atañía tanto a su esposo como a ella.
16. Llama a tu marido.
Habiendo
despertado plenamente el deseo del "agua viva" " (vers. 15), súbitamente Jesús
cambió el tema de la conversación. Su propósito (vers. 16-20) fue despertar en
la mujer una convicción de su desesperada necesidad de esa agua (ver com. vers.
7). Hizo eso enfocando la atención en los secretos de la vida de ella. La mujer
no estaba todavía lista para recibir el "agua viva" que pedía sin darle
importancia (vers. 15). En primer lugar, había aguas de pecado estancadas que
debían ser eliminadas. La antigua vida de pecado debía morir antes de que
pudiera comenzar la nueva vida de rectitud. Las dos no pueden coexistir lado a
lado (cf. Sant. 3: 11-12).
Pero la mujer rechaza el escudriñamiento que
Jesús hace de su vida, negando que tuviera esposo. Prefiere no ocuparse de
asuntos privados con un extraño. Jesús reconoce la exactitud de su afirmación
(vers. 17), pero demuestra que conoce mucho más en cuanto a ella de lo que ella
ha estado dispuesta a revelar (vers. 18). Así la convence de que él es profeta
(ver com. vers. 10) y de que ella es una gran pecadora. Hábilmente, ella elude
la estocada más directa desviando la conversación acerca de ella, para ocuparse
de nuevo de Jesús (vers. 19), y para tratar después de religión en general
(vers. 20). Como toda alma cuyo error o pecado queda manifiesto, trata de
escapar .
Tratar de desviar la conversación de una verdad desadable a
temas religiosos discutibles o baladíes, demuestra que existe la convicción de
que será necesario un cambio de conceptos y de vida. Se realizan desesperados
esfuerzos para evadir la verdad o para buscar pretextos a fin de ignorarla o
rechazarla. Sin embargo, lo que se necesita no es aclarar los puntos suscitados
para un debate. Jesús no perdió tiempo en analizar su condición de "profeta" o
dónde debía rendirse culto. Más bien, con sencillez llamó la atención de la
mujer (1) hacia el espíritu del verdadero culto, y (2) hacia sí mismo como el
Cristo. Estos son los mismos puntos de que deben ocuparse los hombres hoy para
que lleguen a una decisión (ver com. vers. 21).
17.
No tengo marido.
Este fue el primer intento de la mujer
para mantener ocultos los secretos de su vida. (ver com. vers. 16).
18. Cinco maridos.
Entonces Jesús
le puso completamente de manifiesto toda su vida pasada, demostrándole que para
él los secretos de su vida eran un libro abierto (ver com. cap. 1: 48). Era una
mujer pecadora que necesitaba muchísimo el "agua viva" que Jesús le ofrecía
generosamente.
19. Tú eres profeta.
La mujer evadió que se tratara acerca de su vida, cambiando el tema de
la conversación a un pensamiento sin implicaciones personales. Si podía lograr
que Jesús se ocupara de una disputa religiosa, se vería libre del bochorno de
confesar los tenebrosos hechos de su vida pasada.
20. Este monte.
Es decir, el monte Gerizim, a cuyo pie
están Sicar y el pozo de Jacob. Los samaritanos habían erigido un templo en
Gerizim alrededor del año 432 a. C., pero había quedado en ruinas desde que lo
destruyó Juan Hircano alrededor del año 129 a. C. (ver p. 35). En cuanto a los
samaritanos y su religión, ver pp. 20, 47.
Donde se debe adorar.
Para esa mujer, como para la mayoría de los judíos y de los samaritanos,
la religión consistía esencialmente de formas relacionadas con el culto. No
comprendía todavía que "los verdaderos adoradores" son los que adoran "al Padre
en espíritu y en verdad" (vers. 23).
21. Mujer, créeme.
Este es el único caso del NT en que se
usa la expresión enfática "créeme". Comparar con la solemne afirmación "de
cierto, de cierto" " (ver com. cap. 1: 51). Jesús solemnemente exhortó a la
mujer a que se olvidara de las formas del culto y de la controversia tradicional
entre judíos y samaritanos en cuanto a dónde debían practicarse esas formas
cultuales.
Ni en este
monte.
El culto divino no se restringiría a determinada localidad:
Judea, Samaria u otro lugar.
Habiendo despertado en la mujer un deseo
del "agua viva", cualquiera fuera ésta, y una convicción de que ella la
necesitaba personalmente, Jesús prosiguió conduciéndola al punto de la decisión
(vers. 21-27). Concentró en un punto sus pensamientos dispersos definiendo la
verdadera religión (vers. 21-23); le extendió una invitación para que se
convirtiera en una verdadera adoradora (vers. 23-24), y luego la llevó al punto
de la decisión identificándose como el Mesías (vers. 26), y por lo tanto como
alguien que hablaba con autoridad espiritual. Desbarató por completo sus
prejuicios y frustró su intento de evadir la cuestión, aclarando que él no
compartía los prejuicios religiosos que separaban a los judíos de los
samaritanos. Ambos podían llegar a ser "verdaderos adoradores". Finalmente, no
ha de haber sino un "redil" (cap. 10: 16). Ella respondió con una honrada
confesión de fe en la esperanza mesiánica que compartían los samaritanos. Su
pronta acción (cap. 4: 28-29) testificó elocuentemente de su 918 decisión. Aquí
Jesús anticipó el día cuando los judíos dejarían de ser el pueblo escogido de
Dios.
Adoraréis.
Esto incluye a todos los samaritanos que
verdaderamente adoran a Dios.
22. La
salvación.
La única salvación que hay (Hech. 4: 12). La religión de los
samaritanos era una combinación de la religión hebrea apóstata y del paganismo
(pp. 20, 47). Los samaritanos tenían el Pentateuco como su Biblia y se jactaban
de ser más ortodoxos que los judíos, pero adoraban a Dios a ciegas
-no
sabían lo que adoraban- y por lo tanto lo adoraban "en vano" (Mar. 7: 7). Dios
dispuso en su providencia que los judíos fueran sus testigos elegidos para las
naciones de la tierra (ver t. IV, pp. 28-32). Llegaron a ser el recipiente de la
voluntad divina revelada y los encargados de velar por ella (Rom. 3: 1-2; 9:
3-5). Por lo tanto, Jesús afirmó la absoluta superioridad de la religión judía,
habiendo ya aclarado que la superioridad en ninguna forma se relaciona con el
lugar del culto (Juan 4: 21). La superioridad del judaísmo consistía en que Dios
había elegido al pueblo hebreo para que fuera su representante en la tierra, en
que le había confiado los oráculos divinos y en que el Mesías había de ser judío
(Rom. 9: 4-5).
23. La hora viene.
La "hora" del vers. 21 -cuando el lugar del culto deja de ser un asunto
de importancia- ha llegado ahora . No es necesario proseguir luchando en la
huella del pasado. No es necesario esperar algún tiempo futuro para participar
del verdadero culto, para recibir el "agua viva". Jerusalén había sido el lugar
señalado para el culto (vers. 21) y permanecería así durante un corto tiempo
más, pero el verdadero culto puede comenzar "ahora". Lo que importa es cómo se
rinde culto y no dónde .
Verdaderos adoradores.
Es decir,
aquellos cuya adoración emana del corazón, y no el culto que consiste
esencialmente en formas rituales realizadas en algún lugar particular.
En espíritu y en verdad.
Es decir, con toda sinceridad, con las
más excelsas facultades intelectivas y con todo fervor, cuando se aplican al
corazón los principios de la verdad (ver com. Mat. 5: 3, 48; 7: 21-27; Mar. 7:
6-9). Jesús dice que ésta es adoración genuina; todo lo demás es falso. La misma
distinción que aquí se hace entre la adoración verdadera y las formas del culto
es claramente presentada por el profeta Miqueas (cap. 6: 7-8).
El Padre
. . . busca.
El Padre no es un dios remoto que no se preocupa de sus
hijos, sino que se interesa individualmente en ellos (Isa. 57: 15). No sólo
acepta a los "verdaderos adoradores", sino que ansiosamente "busca" . a los que
estén dispuestos a adorarle "en espíritu y en verdad", y los anima a que se le
acerquen (ver Eze. 18: 31-32; Juan 3: 16; Hech. 17: 24-31; 2 Ped. 3: 9). La
salvación no es el resultado de los débiles esfuerzos de los hombres que buscan
a un Dios indiferente, sino de los incansables esfuerzos de un Padre celestial
que, con solícita compasión, busca a sus hijos perdidos (ver com. Mat. 18:
12-14; Juan 10: 1-21). Juan destaca repetidas veces esta verdad (Juan 3: 16; 6:
44; 15: 16; 1 Juan 4: 10). Comparar esto con las parábolas de la oveja perdida,
de la moneda perdida y del hijo perdido (Luc. 15: 1-32).
24. Dios es Espíritu.
Literalmente "Espíritu el Dios". Como
un ser espiritual infinito, Dios no está sujeto a las mismas limitaciones de los
seres materiales finitos, y, por lo tanto, no se interesa tanto por lugares
visibles y formas de culto como por el espíritu con que lo adoran los hombres
(ver com. vers. 22).
25.
Sé.
La
mujer tenía razón de vincular el culto verdadero con el tema del Mesías
venidero. Los samaritanos basaban sus esperanzas mesiánicas en la predicción de
Deut. 18: 15, 18. Generalmente, se referían al Mesías como a "Taheb", "el que
vuelve" o "el Restaurador".
Llamado el Cristo.
Evidentemente
esta es una frase explicativa añadida por Juan para beneficio de los lectores
que no fueran judíos (ver com. cap. 1: 38).
26. Yo soy, el que habla.
El camino había sido
completamente preparado para esta asombrosa revelación que hizo que terminara
súbitamente la conversación. ¿Acaso Jesús no había revelado un conocimiento
sobrenatural de la vida de ella (ver com. vers. 17-19), y ella ya no lo había
reconocido como "profeta" ? Teniendo en cuenta Deut. 18: 15, 18, ella había
expresado la creencia de que cuando viniera el Mesías, él declararía "todas las
cosas" " (Juan 4: 25), y ahora este "profeta" declaraba que era el Mesías. Ella
llegó en forma natural a la conclusión: No es sólo "un profeta", sino el Profeta
a quien Moisés predijo.
27. Se
maravillaron.
O "quedaron sorprendidos" (BJ, 1966). Los judíos
consideraban como algo sumamente indigno que un hombre investido con la dignidad
de un rabino conversara en público con una mujer. 919 Una obra literaria judía
antigua, Aboth R. N. 2 (Id), aconseja: "Nadie converse con una mujer en la
calle; no, ni siquiera con su propia esposa". En la Mishnah se amonesta a los
hombres: "No converséis demasiado con las mujeres" ( Aboth 1. 5; cf. Talmud "
Erubin 53b).
Ninguno dijo.
Debido al respeto que tenían por su
Maestro, los discípulos no le dijeron nada a él ni a la mujer.
28. Dejó su cántaro.
Cuando los
discípulos volvieron de la aldea con alimento para Jesús, la mujer estaba por
marcharse; su cántaro estaba lleno (DTG 155). Estaba ansiosa de llegar a la
aldea y contar a otros su gran descubrimiento, y no se preocupó por el cántaro.
Había experimentado el deseo , la convicción y la decisión (ver com. vers. 7), y
el siguiente paso lógico era la acción : fue a narrar a otros su gran
descubrimiento. Esto dio testimonio de la realidad de su decisión. El cántaro
que la esperaba era una evidencia muda de su intención de volver sin demora.
29. Todo.
Lo que decía la mujer era
algo exagerado. Indudablemente, razonaba que si Jesús conocía los profundos y
tenebrosos secretos de su vida, ninguna cosa podía ocultarse de él.
El
Cristo.
En cuanto a la relación entre la evidencia presentada -el
conocimiento sobrenatural de Jesús- y la conclusión de que debía ser el Cristo,
ver com. vers. 26. Con tacto, la mujer presentó su hallazgo en forma de una
pregunta, e invitó a los aldeanos para que fueran y examinaran por sí mismos la
evidencia. Comparar con la invitación de Felipe a Natanael: "Ven y ve" (cap. 1:
46).
30. Salieron.
El informe de la
mujer impresionó a los aldeanos y los incitó a que investigaran. Al principio su
creencia se basó en el informe de la mujer, pero después de la debida
investigación, dependió de su propia comprobación (vers. 39, 42).
31. Rabí, come.
Velando por el
bienestar de su Maestro (vers. 6), los discípulos le habían evitado el esfuerzo
innecesario de comprar el alimento. Hacían lo que podían por aliviarle sus
cargas. En cuanto a la palabra "rabí" , ver com. cap. 1: 38.
32. Comida.
La ávida respuesta de
la mujer fue más reconfortante para el alma de Jesús que el alimento para su
cuerpo. Las cosas materiales son de poca importancia en la estimación de todos
los que realmente son colaboradores con Cristo. La importancia relativa que los
obreros cristianos dan a las cosas materiales en comparación con las cosas del
espíritu, es un índice de su consagración (ver com. Mat. 20: 15).
33. ¿Le habrá traído alguien?
La
forma de la pregunta en griego anticipa una respuesta negativa. En realidad, los
discípulos no creían que Jesús había comido, pero estaban perplejos al descubrir
que ya no tenía hambre (vers. 6).
34. Mi
comida.
Ver com. vers. 32. Jesús vivía para el único propósito de hacer
la voluntad de su Padre (ver com. Mat. 4: 4; Luc. 2: 49; Juan 6: 38). La mayoría
de los hombres vive para "la comida que perece" (Juan 6: 27), pero Jesús no
deseaba nada excepto "la comida que a vida eterna permanece". Las necesidades
materiales de la vida eran secundarias frente a su gran propósito de lograr la
salvación del hombre (ver com. Mat. 6: 24-34; Juan 6: 26-58).
Del que me
envió.
En cuanto al sentido en el que el Padre "envió" a Jesús al mundo,
ver com. cap. 3: 17. Con frecuencia Juan cita a Jesús en relación con su misión
divina (Juan 3: 17; 5: 30, 36-37; 6: 38, 44; 7: 18, 28, 33; 8: 16, 18, 26, 29;
9: 4; 10: 25, 32, 37; 12: 44, 49; 13: 20; 14: 10, 24, 31; 15: 21; 16: 5; 17: 4;
ver com. Luc. 2: 49).
Acabe su obra.
Es decir, la "obra" para la
cual Dios envió a su Hijo al mundo (ver com. Mat. 1: 21; Juan 17: 4).
35. Siega.
En Palestina los
cereales se sembraban en el otoño y se cosechaban en la primavera (ver t. II,
pp. 112-113). Puesto que la cosecha de cereales en regiones como Sicar se
efectuaba en abril o mayo, este incidente probablemente ocurrió en diciembre o
enero (ver Nota Adicional com. Luc. 4; diagrama 6, p. 219; cf. DTG 162).
Mirad los campos.
Los discípulos podían ver a los aldeanos que
iban al pozo por entre los campos de cereales todavía verdes (DTG 162). La
semilla de la verdad sembrada en el corazón de esa mujer de Samaria ya había
comenzado a dar fruto, y en los dos días siguientes hubo una abundante cosecha
(vers. 39-42).
36. El que siega.
El
sentido y las versiones sugieren que la palabra "ya" debe leerse con el vers.
36: "Ya el segador recibe el salario" (BJ). En el caso de la mujer samaritano,
apenas se había completado la siembra de la semilla, cuando llegó el glorioso
tiempo de la cosecha (cf. Sant. 5: 7).
37.
Uno es el que siembra.
Quizá
Jesús pensaba en sí mismo como el sembrador y en los discípulos como los
segadores (ver Juan 4: 38; cf. Mat. 9: 37-38; 10: 1), y anticipaba la cosecha
mayor de Samaria después de su resurrección (ver com. Hech. 8: 6-8, 14, 25). En
la cosecha de las almas con frecuencia el que siembra la semilla del Evangelio
no es el que tiene el privilegio de cosechar (cf. 1 Cor. 3: 6-7). En cuanto a
Jesús como el sembrador de la buena semilla, ver com. Mat. 13: 38, 18-23.
38. Yo os he enviado a segar.
Indudablemente, Jesús se refería al ministerio en Judea mencionado
brevemente (cap. 3: 22). En un sentido, Jesús y sus discípulos estaban
recogiendo la cosecha de la semilla sembrada por Juan el Bautista. Después de la
resurrección los discípulos segarían una abundante cosecha producida por la
semilla sembrada durante el tiempo del ministerio de Jesús (ver Hech. 2: 41, 47;
5: 14).
39. Muchos de los samaritanos.
Este fue el primer grupo de conversos. En el transcurso de los dos días
siguientes hubo una segunda cosecha (vers. 41). Mientras cumplían su misión, los
setenta visitaron muchos de los pueblos de Samaria, y recibieron una cordial
recepción (DTG 452). Después de la resurrección, todavía hubo otra cosecha (ver
com. vers. 38).
La palabra de la mujer.
Ver com. vers. 29. Los
que la conocían deben haber vislumbrado lo que estaba incluido en su declaración
de que Jesús le había dicho "todo" lo que ella había hecho. El que una persona
como ella tuviera una convicción tan profunda en cuanto a cosas espirituales era
suficiente para llamar la atención de cualquiera. Con frecuencia Juan hace
resaltar que muchos "creyeron" en Jesús (cap. 7: 31; 8: 30; 10: 42; 11: 45; 12:
42; ver com. cap. 1: 12).
40. Dos días.
Es decir, el resto de ese día y el día siguiente (vers. 43; ver t. I,
pp. 190-192; t. V, pp. 239-241). Estos dos días fueron una ocasión gozosa de
siembra y cosecha espiritual.
41. Por la palabra de él.
Los que no se habían convertido por la
palabra de la mujer, sin duda porque ponían en duda todo lo que ella pudiera
decir, y quizá porque eran más cautelosos para aceptar alguna cosa sin llevar a
cabo primero una investigación personal ahora creyeron. Además, quizá algunos no
estuvieron presentes para escuchar el testimonio de la mujer.
42. Hemos oído.
Testificaban de lo
que habían oído. Ninguna evidencia es más convincente que la de la experiencia
personal.
Verdaderamente éste es.
La presteza de estos
samaritanos para aceptar la evidencia de que Jesús era el "Profeta" de quien
habló Moisés (ver com. vers. 26), contrasta muchísimo con la incertidumbre con
que los judíos lo recibieron (ver com. cap. 1: 10-11). Su vida y mensaje
constituían una evidencia convincente para los samaritanos de que se había
cumplido la predicción de Moisés en la persona de Jesús de Nazaret (ver com.
Mat. 1: 23; cf. DTG 374).
43.
Dos días
después.
[ El hijo del funcionario, Juan 4: 43-54. Ver mapa p. 207;
diagrama p.220; en cuanto a los milagros, pp. 198-203.] Es decir, el día después
de los sucesos registrados en vers. 5-39 (ver com. vers. 40). Ahora se reanuda
el viaje de los vers. 3-5.
44. En su propia
tierra.
Es decir, Nazaret (ver com. Mar. 6: 1, 4; cf. DTG 167), no
Galilea (ver com. Juan 4: 45). Juan inserta este comentario para explicar por
qué Jesús fue directamente a Caná, unos 13 km más al norte (ver com. cap. 2: 1).
45. Los galileos.
Ver com. Mat. 4:
13. Sin embargo, notar que en Mat. 4: 13 se hace referencia al comienzo formal
del ministerio en Galilea, unos seis meses más tarde (ver Nota Adicional com.
Luc. 4).
Habiendo visto.
Quizá una referencia a los sucesos
narrados en cap. 2: 13-23, especialmente los milagros del vers. 23. La limpieza
del templo (cap. 2: 13-22) motivó la propagación de un informe según el cual
Jesús se había declarado el Mesías (DTG 167).
También ellos habían ido.
Así como lo hacían todos los judíos piadosos (ver com. Exo. 23: 14-17;
Deut. 16: 16).
46.
Había convertido el agua en vino.
Ver com. cap. 2:
1-11. Jesús estaba ahora entre amigos que ya habían sido testigos del poder
divino que obraba mediante él.
En Capernaúm.
Cristo y el
"oficial" estaban en Caná, y el hijo en Capernaúm, a unos 25 km de distancia.
Jesús había visitado Capernaúm hacía aproximadamente un año (cap. 2: 12), pero
no se consigna ninguna obra pública realizada allí en ese tiempo.
Oficial del rey.
"Funcionario real" (BJ), quizá en este caso un
cortesano de Herodes Antipas, tetrarca de Galilea y Perea. Este "oficial" era
judío, probablemente herodiano (cf. com. Mar. 3: 6). Algunos han sugerido que se
lo identifique con Chuza (Luc. 8: 3) o Manaén (Hech. 13: 1), funcionarios de
Herodes que se hicieron cristianos.
47. Cuando oyó.
La rapidez con que se divulgó la noticia de
que Jesús había vuelto a Galilea testifica de su popularidad (ver Juan 4: 45;
Mar. 3: 7-12).
Vino a él.
Este es el primer caso que se registra
de un pedido de curación, aunque ya se han mencionado milagros en general (cap.
2: 23).
A punto de
morir.
La sabiduría y la habilidad humanas no podían hacer más, y como
último recurso el padre viajó a Caná con la esperanza de persuadir a Jesús para
que fuera inmediatamente con él a Capernaúm (vers. 49). Al encontrar a Jesús
rodeado por una multitud, el padre hizo arreglos para una entrevista privada con
él (DTG 168).
48. Si no viereis.
De
acuerdo con lo que leemos en DTG 168, el padre estaba dispuesto a aceptar a
Jesús como el Mesías (ver com. vers. 45) siempre que accediera a su pedido,
pensando que Jesús estaría más dispuesto a condescender a fin de ganar a un
"oficial" como seguidor suyo. Pero Jesús detectó la falta de sinceridad por el
modo de hablar y el comportamiento del "oficial", y comprendió que su fe era
imperfecta. En realidad, tenía algo de fe, pues de lo contrario no hubiera
venido. Pero una fe como la suya está lejos de ser perfecta, y Jesús siempre
requería una fe completa e incondicional, antes de que pudiera actuar el poder
divino.
El "oficial" tenía el plan de creer si podía primero ver . Jesús
le pidió que creyera antes de que viera. La fe que depende de la concesión de
ciertos pedidos descansa sobre un débil fundamento, y se desmorona ante las
circunstancias cuando Dios ve que lo mejor es no conceder lo que se desea. Jesús
demoró la respuesta al pedido del funcionario porque éste no estaba listo para
recibir lo que había venido a pedir. En su condición mental no merecía recibir
nada del Señor (Sant. 1: 5-7), y Jesús no podía hacer nada para él hasta que
comprendiera su gran necesidad y estuviera dispuesto a ser movido por una fe
confiada e incondicional. Por lo tanto, Jesús no le contestó ni sí ni no, y el
padre comprendió que su pedido no había sido concedido ni negado.
No creeréis.
O "nunca jamás creeréis". En griego, la doble
negación da más énfasis a esta aseveración. El funcionario debe haber reconocido
esto como un reflejo de sus propios pensamientos (ver com. cap. 1: 47-49). Las
palabras de Jesús están en plural porque pensó en los dirigentes judíos y en
otros cuyo proceder era igual al de este funcionario, y lo clasificó con sus
compatriotas como incrédulos (ver Juan 2: 18; 6: 30; 1 Cor. 1: 22; com. Mat. 16:
1-9). Por el contrario, la gente de Samaria había creído en Jesús y lo había
recibido cordialmente con fe sencilla (Juan 4: 41-42). Jesús sentía dolor porque
sus propios compatriotas eran tan lentos para creer (ver com. cap. 1: 10-11).
Tenía una dádiva mayor para el funcionario que la que él había venido a pedir,
la dádiva de la salvación, y no podía concederle la dádiva menor, la curación
del hijo, sin la mayor (ver p. 199; DTG 168).
49. Antes que mi hijo
muera.
La transformación que se necesitaba tuvo lugar en un momento, fue
instantánea. El padre, comprendiendo que Jesús le leía el corazón, sintió que
sus motivos eran egoístas. Comprendió que su única esperanza de que se salvara
su hijo estaba en que su fe fuera implícita e incondicional, y sin vacilaciones
renunció a su orgullo descreído y falso. Refiriéndose con amor a su hijo, el
padre empleó un diminutivo ( paidíon , "niñito" en griego), palabra diferente de
la que se traduce como "hijo" (Gr. huiós ) en el vers. 46.
50. Ve.
Una vez que se efectuó la
transformación necesaria, no hubo demora en la concesión del pedido, aunque en
una forma que el padre no había esperado. Había buscado a Jesús para que
"descendiera" a Capernaúm, pero Jesús sencillamente le dijo "ve" ( "vete" , BJ).
De esa manera, le pidió al funcionario que se fuera sin la seguridad de que
había sido concedida su petición (ver com. vers. 48). La fe del funcionario fue
puesta a prueba. 922 Debía aceptar la dádiva por fe. Debía actuar por fe,
creyendo que había recibido lo que había venido a pedir.
Vive.
El texto griego expresa la idea no sólo de que el hijo "vive" sino que
continuaría viviendo.
El hombre creyó.
Aunque su intención había
sido ver antes de creer, aceptó la palabra de Jesús. Procedió por fe, y como
resultado la paz y el gozo llenaron su corazón (ver DTG 168-170; com. cap. 1:
12).
51.
Descendía.
La distancia no
era más que unos 25 km. Caná estaba en la zona montañosa de Galilea, quizá a una
altura de unos 250 m; Capernaúm, en cambio, estaba a orillas del mar de Galilea,
a 208 m bajo el nivel del mar, unos 450 m más abajo. El viaje de regreso
normalmente le habría llevado cuatro o cinco horas, y con facilidad podría haber
sido hecho esa misma tarde. Aunque el padre había estado ansioso por la vida de
su hijo, su nueva fe le hizo comprender la realidad de la dádiva preciosa que
había recibido, y no se apresuró indebidamente para regresar.
Sus
siervos salieron a recibirle.
Esto ocurrió a la mañana siguiente,
mientras el funcionario todavía estaba a cierta distancia de su hogar.
53. Aquella
era la hora.
"La misma hora" (BJ). Era evidente la relación de causa y
efecto. Si la curación se hubiera efectuado más temprano o más tarde, habría
quedado una duda en cuanto a si se podía atribuir a otra causa que a la voluntad
y a las palabras de Jesús.
Creyó.
La palabra aquí se usa en el
sentido absoluto. El padre aceptó a Jesús como el Mesías o -como diríamos- se
hizo cristiano. Fueron abarcantes los resultados de este milagro. El muchacho se
curó, toda la familia creyó, y el camino quedó preparado para Jesús cuando, unos
seis meses más tarde, hizo de Capernaúm el centro de su ministerio en Galilea
(ver com. Luc. 4: 31).
54. Segunda señal.
"Segundo milagro" (VM). Cf. cap. 2: 11. En cuanto a la bienvenida
popular que le brindaron a Jesús los habitantes de la ciudad de Capernaúm, ver
com. Mar. 1: 32-37, 45.
CBA T5
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