1. Cesarea.
Ver com. Hech. 8: 40. Cesarea era
la capital de la provincia romana de Judea y residencia habitual del procurador
romano. Sin duda era una ciudad cosmopolita e importante centro comercial. Ver
mapa de la p. 240.
Cornelio.
Posiblemente Lucas conoció los
detalles de este relato durante las veces que estuvo en Cesarea (cap. 21: 8; 23:
33; 24: 27). La conversión de Cornelio señaló una nueva etapa en la expansión
del crecimiento de la iglesia. Cornelio, oficial romano, no era totalmente
pagano. Era "piadoso y temeroso de Dios" y daba "limosnas al pueblo" (ver com.
cap. 10: 2). De todos modos, según los judíos era un gentil e incircunciso; por
lo tanto, su admisión en la iglesia marca una nueva etapa en la expansión del
cristianismo. Puede entenderse por lo tanto que los apóstoles de Jerusalén
prestaran atención especial a este caso (cap. 1l: 1-18). Las notables
circunstancias sobrenaturales de la conversión de Cornelio tuvieron que ser un
factor importante que indujo a los apóstoles a aceptar el hecho de que un gentil
no circuncidado podía llegar a ser cristiano. Sin embargo, la iglesia tardó
varios años más antes de llegar a comprender plenamente que los gentiles debían
estar exactamente en el mismo nivel de los judíos y disfrutar de los mismos
privilegios de ellos (Hech. 15: 1-31; Gál. 2: 12).
Centurión.
Ver com. Luc. 7: 2. Un centurión tenía bajo su mando aproximadamente a
cien hombres. Era considerado como un oficial subalterno que tenía la
responsabilidad de vigilar que sus soldados cumplieran con sus deberes y
mantuvieran la disciplina. Los centuriones por lo general no ascendían a
jerarquías más elevadas en el ejército romano. Lo más probable es que Cornelio
fuera ciudadano romano.
De la compañía.
El griego indica
claramente que Cornelio era de la compañía, pero no dice que fuera su
comandante. La "compañía" -unidad administrativa de las fuerzas auxiliares
romanas-, tenía 500 ó 1.000 hombres.
La Italiana.
Es probable
que ésta fuera la Cohors II. Itálica , la cual estuvo en Siria durante la guerra
entre judíos y romanos. Parece que estaba desde antes, según se puede deducir
por este relato. Se piensa que la compañía la Italiana estaba compuesta
mayormente de libertos, o por lo menos de personas que no eran de origen romano.
Era una compañía auxiliar de arqueros.
2. Temeroso de Dios.
Esta frase, el adjetivo "piadoso" y
el verbo "temer" aparecen en Hechos en relación con Dios (cap. 10: 22, 35; 13:
16, 26, 50; 16: 14; 17: 4, 17; 18: 7) para referirse a gentiles que, como
Cornelio, habían aceptado el judaísmo y adoraban a Jehová. En algunos casos
también significaba que guardaban el sábado y se abstenían de alimentos
prohibidos por la ley. Pero estos gentiles no se habían identificado plenamente
con el judaísmo, pues no se habían sometido a la circuncisión ni guardaban
minuciosamente todo lo que debía observar un judío piadoso. Ver t. V, pp. 63-64.
Las expresiones mencionadas han sido muy debatidas entre los eruditos.
En 2 Crón. 5: 6 (LXX) aparecen, además de la congregación de Israel, "los que
temían" , lo cual induce a pensar que éstos no eran considerados como miembros
de la congregación de los judíos. Josefo ( Antigüedades xiv. 7. 2) habla también
de los judíos y de "adoradores de Dios" que enviaban sus ofrendas al templo
desde todas partes del mundo.
Se ha sugerido además que los que "temían
a Dios" o "adoraban a Dios", que aparecen en Hechos, son los "prosélitos de la
puerta", de quienes se dice que eran medio prosélitos porque aunque adoraban a
Jehová y observaban parte de la ley judía no habían sido circuncidados, y por lo
tanto no eran considerados completamente judíos. Algunos dudan de esta
explicación.
Por eso podría decirse que las expresiones "temeroso de
Dios" o "adorador de Dios" pueden haber sido frases convencionales en el período
del NT para referirse a un determinado grupo de semiprosélitos del judaísmo,
quienes, como muchas veces se ha sugerido, eran reconocidos hasta cierto punto
en la sinagoga. Es posible que un término similar, "temerosos del cielo",
pudiera haber representado al mismo grupo en el judaísmo posterior. Los que
temían a Dios difícilmente podrían haber sido reconocidos formalmente dentro de
la comunidad judía, y su relación con el judaísmo no debe haber tenido un
carácter legal; sin embargo, el hecho de que existieran esos varones piadosos en
todo el Imperio Romano proporcionaba a los predicadores cristianos un público de
gentiles que, aunque no estaban atados al legalismo judío, eran sinceros
buscadores de Dios y conocían algo de las Escrituras de los judíos
(especialmente la LXX) y las creencias judías.
Con toda su casa.
Cornelio no estaba satisfecho con haber encontrado una verdad superior,
sino que procuraba impartírsela a su familia, a sus siervos y a los que
estuvieran bajo su influencia. El soldado que fue enviado a buscar a Pedro es
llamado "devoto" (vers. 7).
Muchas limosnas.
Cornelio era
generoso como el otro centurión de quien los judíos dijeron:
"ama a
nuestra nación,y nos edificó una sinagoga" (Luc. 7: 5).
Al pueblo.
El pueblo judío, no los gentiles.
Oraba.
La combinación
de la generosidad y la oración era común en cl judaísmo y también en el
cristianismo primitivo (cf. Mat. 6: 2, 5; Hech. 10: 4; 1 Ped. 4: 7-8; Tobías 12:
8).
La visión que se relata a continuación indudablemente puede
considerarse como una respuesta a las oraciones de Cornelio, por esta razón es
lógico pensar que él estaba buscando cómo conocer más ampliamente la voluntad de
Dios (cf. Hech. 1l: 14).
3. Una visión.
Gr. hórama , "lo que se ve", y especialmente, como aquí, lo que la
Divinidad permite que se vea. El artículo no aparece en griego; podría
traducirse sencillamente: "en visión"." Ver com. 1 Sam. 3: 1.
La hora
novena.
Las 3 de la tarde era la hora de la oración vespertina en el
templo (ver com. Mat. 27: 45; Hech. 3: 1). Según parece, Cornelio se había
habituado a las horas judías de oración, pues estaba orando cuando le fue dada
esta visión (cap. 10: 30).
4. Atemorizado.
Cornelio describió al ángel como "un varón con vestido resplandeciente"
(vers. 30; cf. cap. 1: 10). La repentina aparición del ángel atemorizó a
Cornelio al comienzo. Los soldados romanos que vigilaban la tumba de Jesús, pero
que no tenían la experiencia espiritual de Cornelio, temblaron y quedaron como
muertos ante la presencia de la resplandeciente gloria del ángel de la
resurrección (Mat. 28: 2, 4; cf., Dan. 10: 7-11).
¿Qué es?
Esta
pregunta de Cornelio indicaba que la visión implicaba más de lo que él podía
comprender; y sus palabras dan a entender que estaba listo para seguir la
conducción divina. Compárese con la respuesta de Santo cuando Cristo se le
apareció cerca de Damasco (cap. 9: 6).
Señor.
La palabra griega
kúrios , "señor", no es más que un título de cortesía cuando se aplica a las
personas (cap. 16: 30); sin embargo, los judíos usaban el término kúrios para
referirse a Jehová, y los cristianos lo utilizaron para indicar la soberanía y
la divinidad de Jesús. No se sabe si Cornelio usó este término como una
expresión de respeto, o si comprendió que estaba hablando con un ser celestial y
lo usó como una señal de devoción y piedad. La segunda interpretación es más
probable.
Mis oraciones y tus limosnas.
Ver com. vers. 2. Las
limosnas de Cornelio eran una expresión concreta de la sinceridad de su vida
espiritual íntima, fortalecida por sus constantes oraciones.
Han subido.
La oración se considera como un incienso que asciende al trono de Dios
(Apoc. 5: 8; 8: 3-4) o como el humo del holocausto que en hebreo era llamado '
olah , "lo que sube". Esta expresión era especialmente apropiada para referirse
a una oración ofrecida a la hora del sacrificio vespertino (ver com. Hech. 10:
3).
Memoria.
Gr. mn'mósunon , "memoria", palabra que se usa
repetidas veces en la LXX para referirse a la parte de la ofrenda de granos que
el sacerdote quemaba sobre el altar (Lev. 2: 2, 9, 16; 5: 12; 6: 15). El humo
que subía de la ofrenda quemada representaba las oraciones de Israel. La misma
palabra aparece en Tobías 12: 12, LXX: " "Era yo el que presentaba y leía ante
la Gloria del Señor el memorial de vuestras peticiones" " (BJ). Las oraciones de
Cornelio eran aceptables a Dios, pues seguía "aquella luz verdadera, que alumbra
a todo hombre" (Juan 1: 9), y compartía esa fe que desde la fundación del mundo
abrió el camino a la justificación: la fe de que el verdadero Dios existe "y que
es galardonador de los que le buscan" (Heb. 11: 6).
5. Envía, pues, ahora hombres.
Dios anhelaba que Cornelio
hiciera un esfuerzo intenso para obtener el conocimiento del Evangelio. Las
verdades que se aprenden como resultado de la búsqueda personal, muchas veces
son consideradas más preciosas que las que se nos enseña a aceptar.
Haz
venir a Simón.
Sin duda, el centurión podría haber descubierto que Simón
el apóstol estaba alojado con Simón el curtidor; pero Dios, el Omnisapiente,
sabía dónde estaba Pedro y dio a Cornelio la dirección exacta. Dios conoce los
detalles más íntimos de la vida de cada persona. Cuando el hombre 247 comprende
esto se siente convencido de que no debe pecar; pero aún más: se siente animado
a vivir una vida piadosa. Dios conocía las andanzas y las tristezas del salmista
(Sal. 56: 8). El Señor se da cuenta hasta de la caída de un pajarillo y tiene
contados los cabellos de cada persona (Mat. 10: 29-31). Es notable el paralelo
que hay entre los casos de Cornelio, de Ananías y de Saulo (Hech. 9: 10-12).
6. Simón curtidor.
Ver com. cap. 9:
43.
El te dirá.
La evidencia textual establece (cf. p. 10) la
omisión de la última frase del versículo. Sin embargo, esta idea está implícita
en el relato que hizo Pedro de su visita a Cornelio: " "él te hablará palabras
por las cuales serás salvo tú, y toda tu casa" " (cap. 11: 14). Este es uno de
varios casos que aparecen en algunos manuscritos tardíos de Hechos, donde
aparentemente se intentó presentar una narración completa en los primeros
capítulos juntando y cotejando declaraciones que aparecían originalmente sólo en
capítulos posteriores (cf. cap. 9: 6).
Respecto a la posición de los
prosélitos y de los "temerosos de Dios", que habían aceptado parcialmente la fe
judía, ver t. V, p. 63-64.
7. Un devoto
soldado.
El adjetivo "devoto" sugiere que este hombre era, como el
centurión que lo mandaba, adorador del verdadero Dios; pero es difícil pensar
que ya fuera un prosélito circuncidado (ver t. V, p. 64).
8. A Jope.
De Cesarea a Jope había unos 50 km. Jope era la
ciudad de donde huyó Jonás cuando fue llamado a predicar a los gentiles un
mensaje que los salvó. En esta ocasión se llama a Pedro en esta misma ciudad
para que fuera a predicar el Evangelio a los gentiles.
Haberles contado
todo.
Es evidente la confianza que Cornelio tenía en quienes estaban
bajo su mando, pues les contó franca e inmediatamente todo lo relacionado con su
visión. Sin duda ya conocían sus esperanzas y oraciones, y ahora estaban listos
para compartir la respuesta prometida. Todo esto proyecta luz sobre el carácter
de Cornelio e indica que, hasta donde le fue posible hacerlo, había tratado de
compartir con los que estaban al alcance de su influencia la verdad que lo había
llevado a él a una vida mejor.
9. Se
acercaban.
Los acontecimientos que precedieron a la visión de Pedro
ocurrieron de tal modo que la culminación de la visión se produjo justamente
cuando llegaron los mensajeros (vers. 17-20).
La azotea.
Gr.
dôma , "casa", "edificio". Estar "sobre la casa" ( dôma ), como dice en el
griego, equivalía a estar sobre el techo de la casa, es decir, en la " "azotea"
o "terrado" " (BJ), pues los techos solían ser planos. Este era un lugar
apropiado para la oración y la meditación. En una ciudad como Jope y en la casa
de un curtidor, la azotea era quizá el único lugar apropiado para un propósito
tal. En 1 Sam. 9: 25; 2 Rey. 23: 12; Jer. 19: 13; Sof. 1: 5; Mat. 10: 27
aparecen otros usos que se daba a las azoteas.
La hora sexta.
A
mediodía. Entre los judíos ésta no era probablemente una de las horas regulares
de oración; la literatura judía más antigua nada dice al respecto. Es posible
que las personas muy piadosas pudieran haberla observado (Sal. 55: 17), y quizá
pueda interpretarse que así ocurría en el caso de Pedro (ver com. Hech. 3: 1);
sin embargo, también son posibles otras explicaciones. La oración matutina, que
regularmente se ofrecía a las 9 de la mañana podía elevarse en cualquier momento
antes del mediodía; por lo tanto, Pedro podría muy bien haber estado haciendo la
oración matutina. Un reglamento judío que se remonta por lo menos al siglo III
d. C. sugiere otra posibilidad interesante: Si una persona no había comido hasta
mediodía, entonces debía ofrecer primero su oración vespertina antes de comer,
porque la oración vespertina (normalmente alrededor de las 3 de la tarde) no
debía pronunciarse poco después de haber comido. Como se dice que Pedro tenía
"gran hambre" (cap. 10: 10), es posible que ese día aún no hubiera comido, y por
lo tanto quizá estaba ofreciendo su oración vespertina en una hora temprana.
Cualquiera que sea la explicación que se dé al hecho de que Pedro estaba
orando a esa hora, es claro que su meditación y su devoción abrieron la puerta
para que recibiera la visión exactamente en el momento apropiado que lo
prepararía para recibir a los mensajeros enviados por Cornelio, un gentil.
10. Gran hambre.
Pedro no estaba ayunando porque tenía
intenciones de comer. El apetito que sintió antes de mediodía lo preparó para
recibir la orden de comer que le sería dada en relación con su visión. En estas
circunstancias la orden tenía un significado especial.
Un éxtasis.
Gr. éktasis , tiene la idea de estar fuera de sí, indica que la mente se
ha alejado de su ambiente natural. En el cap. 22: 17 248 Lucas emplea de nuevo
la palabra éxtasis para describir lo que Pablo vio en el templo. La LXX usa este
mismo vocablo para describir el sueño profundo de Abrahán (Gén. 15: 12). Durante
el éxtasis se presenta un estado en el cual la captación natural de los sentidos
queda en suspenso, de modo que la visión es sólo mental, como en sueños (cf. 2
Cor. 12: 3). El éxtasis de Pedro fue un medio para recibir la revelación de la
voluntad divina.
11. El cielo abierto.
Esto indica que la visión y su mensaje eran de Dios (cf. cap. 7: 56).
Algo.
"Una cosa" (BJ). Gr. skéuos , "vasija", "tiesto", palabra
empleada para describir muchos tipos de utensilios. Aquí es un término general
que describe algún tipo de recipiente.
Atado.
La evidencia
textual se inclina (cf. p. 10) por el texto: "era bajado de las cuatro puntas" .
En el griego se habla de "los cuatro comienzos del lienzo" , y lógicamente se
entiende que son sus puntas. Parece que lo que el apóstol vio fue un lienzo
extendido que bajaba sostenido por sus cuatro puntas, lo que podría compararse
con los cuatro extremos o puntos cardinales del cielo abierto.
12. De todos los cuadrúpedos.
En la
visión había toda clase de animales, tanto los que eran permitidos comer a los
judíos como los que les eran prohibidos, pero los comían los gentiles.
13. Mata y come.
Pedro tenía
hambre, y lo que su apetito lo impulsaba a hacer fue confirmado por una voz del
cielo. Pedro se negó a comer por causa de su conciencia; aún no había aprendido
que la distinción entre judío y gentil había sido eliminada en Cristo (Gál. 3:
28-29). Y es evidente que Pedro no lo aprendió plenamente ni aun después de esta
visión, pues más tarde en Antioquía procedió hipócritamente, y Pablo tuvo que
reprenderlo en forma pública (Gál. 2:9-21).
14. Señor, no.
La enfática negación de Pedro aun ante la
orden del cielo, concuerda bien con su carácter (cf. Mat. 16: 22; Juan 13: 8).
Esta exclamación suya recuerda la de Ezequiel cuando vio a Israel comiendo
alimentos inmundos (cap. 4: 14). Abstenerse de las carnes inmundas era una de
las características más resaltantes de los judíos, y una distinción a la cual se
ceñían rigurosamente. Este había sido uno de los problemas básicos entre judíos
y sirios durante la guerra de los Macabeos (2 Mac. 6: 18-31), y por cumplirlo
los judíos más fieles habían estado dispuestos a sacrificar sus vidas.
Sin embargo, la distinción entre animales limpios e inmundos, presentada
claramente en Lev. 11, era anterior a la nación judía. Esta distinción fue
establecida por Dios y respetada por Noé cuando supervisó la entrada de los
animales en el arca (Gén. 7: 2; cf. cap. 8: 20). La alimentación original del
hombre se componía de frutas, cereales y leguminosas (Gén. 1: 29). Antes que la
carne se añadiera a este régimen alimentarlo (Gén. 9: 2-3), ya se había
presentado claramente la distinción entre animales limpios e inmundos; por lo
tanto, no tiene una base sólida la posición de que la prohibición de los
alimentos inmundos fue quitada cuando la ley ceremonial judía terminó en la
cruz. En la visión de Pedro estas restricciones alimentarias se referían en
forma simbólica a las distinciones que hacían los judíos, entre ellos y los
gentiles, y a la abrogación de esas distinciones. Esta diferencia era lo que se
estaba destacando en ese momento (ver com. Gén. 9: 3; Lev. 11; Hech. 10: 15;
Nota Adicional de Lev. 11).
Común.
El uso de la palabra "común"
para referirse a lo "impuro" según la ley mosaica, reflejaba la actitud judía
hacia los gentiles. Se consideraba que todos los que no eran judíos eran gente
"común" que estaba excluida del pacto de Dios. Las prácticas de esos parias
espirituales, diferentes de las del pueblo escogido, eran llamadas "comunes" y
como estas cosas "comunes" eran generalmente las que prohibía la ley, todas las
costumbres o actos prohibidos se denominaban "comunes". Cuando las manos de una
persona estaban ceremonialmente impuras también se las llamaba "manos comunes" "
(en Mar 7: 2 literalmente en griego, "inmundas" ).
15. Lo que Dios limpió.
Nótese que en la visión todos los
animales -limpios e inmundos- estaban en un mismo nivel, pues se los había hecho
descender del cielo en un mismo lienzo. Representaban una mezcla general, de la
cual ninguna parte debía llamarse "común o inmunda". Al interpretar la visión,
debe reconocerse que aunque fue dada cuando Pedro sintió verdadera hambre (vers.
10), sin embargo no tenía nada que ver con comida sino con personas. Pedro debía
llegar a sentir hambre por las almas de las personas de toda raza y lugar
Después de haber aprendido esta lección, al menos en parte, Pedro declaró: "Me
ha mostrado Dios "que a ningún hombre llame común o inmundo" (vers. 28). Los
gentiles, a quienes solía considerarse "inmundos", estaban aguardando el
ministerio espiritual de Pedro. El no debía vacilar en brindarles ese
ministerio. Ya no debían ser considerados "inmundos".
16. Se hizo tres veces.
La visión se repitió tres veces,
sin duda para que pudiera ser fijada en la mente del apóstol. El sueño de Faraón
también se le repitió dos veces (Gén. 41: 32), y Jesús había repetido a Pedro
tres veces la orden de alimentar sus "corderos" y sus "ovejas" (Juan 21: 15-17),
orden que ahora debía cobrar un significado nuevo y más amplio para el apóstol.
17. Estaba perplejo.
Esta misma
expresión se emplea para describir la perplejidad de Herodes cuando la gente
decía de Cristo que era Juan el Bautista que había resucitado (Luc. 9: 7).
Cuando Pedro sale del éxtasis, no sabe cómo aplicar lo que ha visto y oído; pero
los enviados por Cornelio, que en ese momento lo llaman, le traen la respuesta.
Ver Hech. 10: 28.
Llegaron a la puerta.
A Cornelio se le había
dado en términos generales la dirección de la casa de Simón (vers. 6). Cuando
los mensajeros comprobaron que los detalles eran correctos, sin duda sintieron
confianza en que su misión tendría éxito. No fue por coincidencia que Cornelio
recibiera la visión con el momento exacto de anticipación, para que la llegada
de los mensajeros a la casa de Pedro después de caminar unos 50 km -(ver com.
vers. 8)-, coincidiera con el momento preciso de la visión de éste.
19. Pedro pensaba.
Pedro meditaba
en su dificultad y se preguntaba qué era lo que Dios había querido enseñarle
mediante la visión. Mientras estaba en esta condición, vino la respuesta.
Le dijo el Espíritu.
Pedro ya no estaba en éxtasis. El Espíritu
divino le habló en lo más íntimo de su alma. Estas instrucciones implicaban que
Pedro debía relacionar la llegada de la delegación que lo buscaba con la visión
que había tenido.
Tres hombres.
Los dos siervos y el soldado a
quienes Cornelio había enviado (vers. 7). Algunas versiones dicen: " "dos
hombres" ; sin embargo la evidencia textual se inclina (cf. p.10) por el texto
"tres" .
20. Desciende.
Pedro
estaba todavía en la azotea.
No dudes.
"Ve con ellos sin
vacilar" (BJ).Como en una ocasión anterior, Pedro aún no sabía lo que estaba
haciendo su Señor, pero pronto lo conocería (Juan 13: 7). El y los mensajeros de
Cornelio actuaban movidos por el Espíritu Santo. En la visión no se le había
ordenado a Pedro que debía hacer un viaje; pero ahora se le informó que tenía
que hacerlo, y comprendió que la orden "no dudes en ir" significaba que al
viajar no debía hacer diferencias de ninguna clase entre judíos y otras
personas. Por lo tanto, la visión se hizo poco a poco más comprensible y se
disipó su perplejidad.
21. Que fueron
enviados por Cornelio.
Si bien es cierto que los hombres habían sido
enviados por Cornelio, la evidencia textual establece (cf. p. 10) la omisión de
esta frase.
¿Cuál es la causa?
El Espíritu le había dicho a
Pedro que los hombres lo aguardaban y que debía ir con ellos; pero no se le
había informado en cuanto a la razón por la cual habían venido. Era, pues,
natural que su primera pregunta se refiriera al propósito de la visita de ellos.
22. Cornelio el centurión.
La
descripción que dan los mensajeros parecería implicar que Cornelio no era del
todo desconocido en Jope. Pedro bien pudo haber recordado aquel otro centurión
cuyo nombre no se registra, que estaba en la guarnición de Capernaúm y había
construido una sinagoga para los judíos (Luc. 7: 5). Al recordar ese caso
también pudieron venir a su mente las palabras de su Maestro cuando alabó la fe
del centurión, y dijo que vendrían "muchos del oriente y del occidente" y se
sentarían " "con Abraham e Isaac y Jacob en el reino de los cielos" " (Mat. 8:
11).
Temeroso de Dios.
Ver com. vers. 2.
Que tiene buen
testimonio.
Tenía buen testimonio por las limosnas que había dado y por
su evidente reverencia hacia el verdadero Dios. La piedad de Cornelio no sólo
era conocida por la población de Cesarea, sino también entre todos los judíos.
Ha recibido instrucciones.
Gr. jr ' matízÇ, "advertir", se usa
con frecuencia para señalar las instrucciones dadas por Dios. Los autores
paganos lo emplean para referirse a los oráculos de las divinidades paganas.
Josefo lo usa varias veces para indicar que Dios habla a las personas. En el NT
se aplica para describir las advertencias dadas a los magos (Mat. 2: 12) y a
José (Mat. 2: 22), para la revelación dada a Simón (Luc. 2: 26) y los mensajes
250 divinos enviados a Moisés (Heb. 8: 5) y a Noé (Heb. 11: 7).
Para oír
tus palabras.
Es decir, para aprender de Pedro lo que Dios quería que
Cornelio hiciera (cap. 11: 14).
23. Haciéndoles entrar.
Cuando Pedro invitó a estos
gentiles a entrar en la casa, dio el primer paso hacia la eliminación de los
escrúpulos que los judíos tenían contra los gentiles.
Al día siguiente.
Alrededor del mediodía "Pedro subió a la azotea para orar"; por lo
tanto, la llegada de los mensajeros, después de la visión, debe haber ocurrido
en las primeras horas de la tarde. Como ya era muy tarde para que llegaran ese
mismo día a Cesarea, a unos 50 km de distancia, Pedro no emprendió el viaje en
seguida. Además, sin duda los mensajeros necesitaban descansar de su viaje hasta
Jope.
Algunos de los hermanos.
Según el relato del apóstol (cap.
11: 12) fueron seis los hermanos, sin duda cristianos judíos (vers. 45), que lo
acompañaron. Es probable que Pedro recordara las palabras de Cristo: " "Toma aún
contigo a uno o dos, para que en boca de dos o tres testigos conste toda
palabra" " (Mat. 18: 16). Deseaba que ellos informaran a la iglesia de cualquier
cosa que él hiciera. En Hech. 11: 12 se alude a la utilidad del testimonio que
más tarde dieron en Jerusalén. Seguramente Pedro les informó de su visión y del
mensaje que habían traído los siervos de Cornelio. La buena reputación de
Cornelio tuvo que haber sido de importancia para ellos y los impulsó a ir con
Pedro.
24. Al otro día.
Parece que
Pedro y sus compañeros se hospedaron en algún lugar entre Jope y Cesarea, lo que
también pudieron haber hecho los mensajeros de Cornelio cuando viajaban a Jope
(vers. 7-9, 17). El camino corría a lo largo de la costa del Mediterráneo.
Los estaba esperando.
Los preparativos de Cornelio demuestran
cuán convencido estaba de que su visión había sido real y que Dios estaba a
punto de dar respuesta a sus oraciones.
Sus parientes y amigos más
íntimos.
Indudablemente, entre éstos había soldados que estaban bajo el
mando de Cornelio, que más o menos simpatizaban con su creencia religiosa, y
también amigos de la comunidad; y procuró que la nueva luz que estaba por
recibir, llegara a tantos como fuera posible.
25. Adoró
Gr. ProskunéÇ , significa "arrodillarse delante".
Puede significar "rendir homenaje" o "adorar", según sea el caso y el objeto del
homenaje. La BJ traduce literalmente: "Cayó postrado a sus pies". " Caer a los
pies de alguien era la forma más apropiada de rendirle homenaje. Así se
postraron Jairo (Mat. 9: 18) y Juan (Apoc. 22: 8) delante de Jesús y del ángel,
respectivamente. Esta actitud de Cornelio, oficial romano, demuestra que
aceptaba a Pedro como un mensajero de Dios. Un acto tal sin duda no era común
entre los soldados romanos, y mucho menos para con un judío.
26. Le levantó.
La respuesta de
Pedro indica que el homenaje y la adoración deben reservarse sólo para Dios.
Nunca es correcto que una persona exija o reciba tal homenaje de parte de otro
ser humano. Las palabras de Pedro son similares a las de Pablo en Listra (cap.
14: 15). Al adorar a los santos o aun a los ángeles se borra la distinción que
siempre debe existir entre Dios y el hombre (Apoc. 22: 9).
27. Hablando con él.
Lo que sigue
indica que Cornelio le dijo al apóstol muchas cosas que no se mencionan
específicamente en el texto.
Entró.
Parece que la recepción tuvo
lugar cerca de la entrada de la casa de Cornelio. La acción de Cornelio al salir
a recibir a Pedro mostraba algo del espíritu del centurión que dijo a Jesús: "No
soy digno de que entres bajo mi techo" (Luc. 7: 6).
Muchos.
La
personalidad y la conducta de Cornelio le habían ganado muchos amigos. Su
entusiasmo y su fe lo habían inducido a reunirlos para que vieran y escucharan a
un hombre acerca del cual él nada sabía (ver com. vers. 24).
28. Cuán abominable es.
El apóstol
dio por sentado que quienes le escuchaban sabían que un judío no podía juntarse
con un gentil. Los autores clásicos conocían el exclusivismo judío. Juvenal
(60?- 122 d. C.) escribió: "Ellos, acostumbrados a desobedecer las leyes de
Roma, aprenden, y practican, y reverencian la ley judía, y todo lo que Moisés
les entregó en su tomo secreto, prohibiéndoles que señalen el camino a
cualquiera que no adore los mismos ritos y que no conduzcan a nadie a la fuente
deseadas sino a los circuncidados" (Sátiras xiv. 100-104). Tácito escribió algo
similar: "Los judíos son extremadamente leales el uno con el otro, y siempre
están 251 listos para mostrar compasión; pero para con todo otro pueblo no
sienten sino odio y enemistad. Se sientan aparte en las comidas, y duermen
aparte" ( Historia v. 5).
Por supuesto, Pedro hablaba desde el punto de
vista del fariseísmo tradicional y no de la ley en sí; pero se hacía amplio
alarde de tales sentimientos y se manifestaban en las rigurosas formas cada vez
que se relacionaban judíos y paganos. Un judío estricto vacilaría en vivir en
casa de un gentil. En la Mishnah se lee: "Las moradas de los paganos son
inmundas" ( Oholoth 18. 7). En un antiguo comentario judío sobre Levítico,
aparece un notable ejemplo de contaminación ceremonial por contacto con un
gentil. "Se relata que Simeón, hijo de Kimjith salió a hablar con un rey árabe,
y un chorrillo de saliva de la boca de éste cayó sobre las vestiduras de aquél y
lo contaminó. [Entonces] su hermano Judas entró, y ministró como sumo sacerdote
en su lugar" (Midrash Rabbah , Lev. 20: 11). El sistema hindú de castas, según
el cual las castas superiores no deben tener nada que ver con las inferiores
-algo que va desapareciendo lentamente bajo la presión de la ley y los
sentimientos liberales-, presenta un paralelo moderno muy semejante al
sentimiento judío para con los gentiles.
Juntarse.
Es decir,
tener contacto directo. Ver com. cap. 9: 26. Aunque el trato de la vida diaria
obligaba a los judíos a estar constantemente en compañía de los gentiles, debían
evitar un estrecho contacto para no contaminarse desde el punto de vista
ceremonial.
A ningún hombre llame común.
El apóstol mostró de
esta manera que había aprendido la enseñanza de la visión. La humanidad había
sido redimida por la encarnación, el sacrificio y la ascensión de Cristo, y
hasta el pagano más humilde ya no era común o inmundo. Dios estaba dispuesto a
recibir a todos los hombres, y por medio de Jesús lo sigue haciendo. El pecado
es lo único que puede separar al hombre de Dios (Isa. 59: 2). La impureza debe
considerarse como una tacha moral, no física ni racial. El seguidor de Dios debe
aprender la ver en cada pecador la posibilidad de que llegue a ser una persona
justificada, santificada y redimida. Puesto que cada persona puede llegar a
experimentar esta magnífica transformación, debe ser respetada como alguien en
quien la imagen de Dios no se ha borrado totalmente y en quien puede restaurarse
(1 Ped. 2: 17). El orgullo de clase social que sólo se basa en diferencias de
cultura o de oportunidad, y se manifiesta en hechos y palabras de desprecio, es,
desde cierto punto de vista, aun menos excusable que las diferencias que tienen
una base religiosa. Estas últimas tienen más posibilidades de remediarse.
De este versículo se deduce claramente que la lección que Dios le enseñó
a Pedro tenía que ver con gente y no con animales. El Evangelio debía alcanzar a
todas las personas. Finalmente serían inmundos sólo quienes rechazaran los
esfuerzos de Dios para su salvación.
29. Sin replicar.
Pedro había ido a Cesarea sin vacilar, y
sin discutir la orden que había recibido; había seguido por fe la conducción del
Espíritu aunque sólo veía vislumbres de lo que Dios quería que hiciera.
30. Hace cuatro días.
Este es un
claro ejemplo de cómputo inclusivo (ver. t. I, pp. 191-192; t. II, pp. 139-141;
t. V, pp. 240-241). Cornelio recibió la visión y envió a sus siervos el primer
día (vers. 3, 7-8); llegaron a Jope al segundo día (vers. 9, 17); y junto con
Pedro y sus compañeros partieron de Jope al tercer día (vers. 23); y todos
llegaron a Cesarea al cuarto día (vers. 24). Puesto que se encontraron con
Cornelio aproximadamente a la misma hora en que había tenido su visión (ver com.
"a esta hora"), el período total difícilmente habría sido mayor de 72 horas. Sin
embargo, como en ese lapso se incluían partes de cuatro días, Cornelio dijo que
habían transcurrido "cuatro días".
Estaba en ayunas.
La
evidencia textual sugiere (cf. p. 10) la omisión de esta frase.
A la
hora novena.
Este versículo aparece en los manuscritos antiguos en
diversas formas. En el griego dice: "estaba orando la novena", " es decir, la
oración de la hora novena. Quizá la forma más sencilla de traducir este pasaje
sea la siguiente: " "Hace cuatro días, alrededor de esta misma hora, estaba yo
orando la " [ "oración de la hora" ] " novena en mi casa"."
Con vestido
resplandeciente.
" Cf. cap. 1:10. La frase griega aquí empleada es la
misma que se traduce como "ropa espléndida" " en Sant. 2: 2-3. El mismo adjetivo
es empleado por Juan para describir la vestimenta "resplandeciente" " de los
ángeles (Apoc. 15: 6) y de la esposa (Apoc. 19: 8).
31. Tu oración.
En el pasaje paralelo (vers. 4) se habla de
"oraciones" en plural; aquí aparece en singular. Se insinúa aquí que Cornelio
había presentado un pedido específico, que había orado por algo definido. Sin
duda en esa oración había pedido mayor luz y un conocimiento más pleno de la
verdad (ver com. vers. 2).
Tus limosnas.
Ver com. vers. 4.
Han sido recordadas.
En el griego aparece aquí una forma verbal
del sustantivo que se traduce "memoria" en el pasaje paralelo (ver com. vers.
4).
32. Jope.
Ver com. cap. 9: 36;
10: 8.
Simón, un curtidor.
Ver com. cap. 9: 43.
33. Tú has hecho bien.
Cornelio
expresa no sólo aprobación sino profunda gratitud (ver Fil. 4: 14).
Todos nosotros estamos aquí.
Estas palabras indican que los
amigos reunidos con Cornelio compartían su ansiedad por ampliar su conocimiento
de la verdad, y estaban dispuestos a cumplir con cualquier condición que les
fuera revelada como la voluntad de Dios.
Para oír.
Esta
expresión incluye también la intención de creer y de obedecer (ver com. Juan
5:24). El centurión esperaba escuchar de Pedro palabras por medio de las cuales
él y toda su casa pudieran ser salvos.
34. Abriendo la boca.
Expresión que se usa como
introducción para dichos importantes (ver com. cap. 8: 35).
Acepción de
personas.
Gr. prospolémptes , "el que recibe la cara", es decir, uno que
distingue entre las personas según las apariencias externas. En hebreo se
encuentra un paralelo interesante en la frase naÑa´fanim "levantar el rostro",
que en el uso común significaba hacer distinciones injustas entre los hombres.
Ver t. V, p. 108. Pedro había visto que su Señor no hacía "acepción de personas"
, es decir, no tomaba en cuenta distinciones ni de posición social, ni de
conocimiento, ni de riqueza. Esto lo admitieron hasta sus enemigos (Mat. 22:
16). Santiago subraya este mismo rasgo de carácter como algo esencial en todos
los que quieren ser verdaderos discípulos de Cristo (cap. 2: 1-9). Pedro
necesitaba aprender que la total aplicación de este gran principio exigía que
los cristianos judíos aceptaran a los de otras razas como iguales a ellos.
Pablo, paladín del cristianismo entre los gentiles, destaca este principio en
Rom. 2:9-11. Pedro estaba aprendiendo de la visión de Cornelio, semejante a la
que él mismo había tenido, que Dios se hace conocer de todos los que aspiran a
la justicia, ya sean judíos o gentiles, cf. Deut. 10: 17; 1 Sam. 16: 7.
35. En toda nación.
Pedro vagamente
comprendía que el cristianismo no debía ser una religión nacional. En su trato
con Cornelio comenzó a comprender cómo podría ocurrir esto, aunque aún no lo
entendía cabalmente. Pablo declararía poco después que delante de Dios no
importan ni raza, ni sexo, ni posición social (Gál. 3:28; Col. 3: 10-11). Los
judíos habían llegado a considerarse como el pueblo exclusivo del interés, del
cuidado y de la misericordia de Dios. Antes del cautiverio babilónico habían
amoldado su vida, sus creencias y prácticas religiosas a las de las naciones
paganas que los rodeaban (ver t. IV, p. 33); pero cuando regresaron del
cautiverio se esforzaron hasta el máximo por aislarse de sus vecinos gentiles.
Se desarrolló en ellos un espíritu de exclusivismo que los llevó a despreciar a
los que no eran israelitas y a negar que pudieran ser aceptados por Dios.
Al principio este espíritu exclusivista constituyó el principal
obstáculo para el avance del Evangelio entre los que no eran judíos. Si el
cristianismo hubiera seguido siendo sólo una secta judía -según lo concebían los
primeros cristianos de origen judío- nunca podría haberse difundido entre toda
clase de gente, por todas partes. Por lo tanto, la primera gran tarea de la
iglesia fue romper las estrechas ataduras del judaísmo. Por medio de la
conversión de Cornelio, el Espíritu Santo hizo que la naciente iglesia diera su
primer paso importante en esa dirección.
Se agrada.
"Le es
grato" " (BJ). Dios acepta a todos. Ya no tiene una raza o un pueblo escogido.
El llama a todos que se arrepientan, y acepta a los que lo hacen con sinceridad.
Le teme.
Puede pensarse que esta frase y la siguiente abarcan,
respectivamente, las dos tablas de la ley: la primera, referente al deber del
hombre para con Dios; la segunda, a su deber para con sus prójimos. Ver com.
Miq. 6: 8; Mat. 22: 34-40.
36. Mensaje.
Este era el mensaje del Mesías, que traía paz a la tierra por medio de
un Salvador, Cristo el Señor (Luc. 2: 14). Este mensaje fue predicado en primer
lugar a Israel como pueblo escogido de Dios; pero en esta ocasión Pedro
reconoció que Dios perdona los pecados de todos los que creen en él (Hech. 10:
43). El mensaje de paz no sólo sería dado por Dios a la raza escogida, sino
también a los gentiles.
Anunciando el evangelio.
Gr,
euaggelízomai , "dar buenas nuevas"; en el sentido cristiano, "predicar el
Evangelio" " (cf. Isa. 52: 7).
Paz.
Se dice que Dios da paz al
que está lejos como también al que está cerca, tanto al gentil como al judío
(ver com. Isa. 57: 19; cf. cap. 49: 6). Cristo predicó esta paz entre Dios y
todas las naciones sin distinción (Mat. 8: 11; Juan 12: 32; cf. Mat. 28: 19).
Los apóstoles llevaron estas buenas nuevas al mundo. Hablando a los gentiles,
Pablo dijo: " "Vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos
cercanos por la sangre de Cristo" " (Efe. 2: 13). Los apóstoles siempre
predicaban que no había otro nombre debajo del cielo, fuera del de Cristo, por
el cual puedan ser salvos los hombres (Hech. 4: 12), y que para los judíos y
también para los griegos, Cristo era el todo y en todos (Col. 3: 11). Por lo
tanto, en esta doctrina de la paz por medio de Cristo, hay armonía entre el AT y
el NT, entre profetas y apóstoles. Cristo es Señor de todos (Rom. 3: 29).
La paz que se ha prometido no es en primer lugar paz entre los hombres,
sino entre Dios y cada persona, y se la obtiene cuando se recibe la expiación
por medio de Jesucristo por la fe (Rom. 3: 24-26; 5: 1). Jesucristo es el
mensajero de paz; la base de la paz es su obra expiatorio; los términos de la
paz son la fe; la bendición de la paz es la remisión de los pecados; el fruto de
la paz es la santidad.
Señor de todos.
Puesto que Jesucristo es
Señor de todos , ante él cada persona debe ser considerada como igual. Al decir
esto, también Pedro quería evitar que Cornelio pensara que el Jesús a quien él
consideraba como Mesías era sólo profeta y maestro.
37. Lo que se divulgó.
Es decir, todas las nuevas de
salvación mediante Cristo que se habían esparcido después de la predicación de
Juan el Bautista acerca de Jesús. Parece que Cornelio y sus amigos conocían
estas cosas, quizá por medio de la enseñanza que ya había llegado a Cesarea
(cap. 8: 40). El contenido de esta enseñanza era que aunque Jesús había vivido
como hombre en Nazaret, era el Ungido de Dios, el Mesías, y lo comprobaban las
maravillas que había hecho (cap. 10: 38). Esto demuestra que la historia de
Jesús era ampliamente conocida, que las nuevas acerca de él habían sido
divulgadas en forma fervorosa y efectiva por apóstoles y laicos.
Comenzando desde Galilea.
Después que Jesús fue bautizado en el
Jordán, comenzó a predicar en Galilea (Mar. 1: 14).
38. Ungió.
Gr. jríÇ , "ungir"; de este mismo verbo deriva
la palabra jristós , "ungido", o sea Mesías o Cristo (ver com. cap. 4: 26). Como
esta palabra está poco después de la referencia de Pedro a Cristo (cap. 10: 36),
parece implicar que fue durante su bautismo cuando Jesús recibió el Espíritu y
se convirtió en el Mesías en forma pública y oficial (Mat. 3: 16-17), en el
"Ungido", " aunque era el " "Cordero que fue inmolado desde el principio del
mundo" " (Apoc. 13: 8).
Espíritu Santo
Jesús fue ungido en su
bautismo, no con aceite, sino con el Espíritu Santo (Mat. 3: 13-17).
Con
poder.
Cuando el Hijo de Dios se humilló en la encarnación, dejó a un
lado el ejercicio independiente de sus atributos como la Segunda Persona de la
Deidad (cf. t. V, pp. 895-896). Todo lo que realizó en la tierra lo hizo, como
deben hacerlo todos los hombres, dependiendo del poder de lo alto (ver DTG 117;
cf., Juan 5: 19, 30; 8: 28).
Anduvo haciendo bienes.
La vida de
Jesús fue un ejemplo consecuente de dedicación al servicio de la humanidad (cap.
2: 22; DTG 51).
Oprimidos por el diablo.
Toda enfermedad y todo
sufrimiento en cierto sentido vienen de Satanás; hasta la espina que Pablo tenía
en la carne era un "mensajero de Satanás" " que lo abofeteaba (2 Cor. 12: 7).
Además, también existe la posesión demoníaca específica, no siempre reconocida
como tal por el diagnóstico médico moderno. Esta posesión se manifestó con todo
su espanto y horror durante los primeros años de la proclamación del Evangelio.
Jesús venció esta fuerza todas las veces que le hizo frente. Vez tras vez echó
fuera demonios. Ver Nota Adicional de Mar. 1.
Dios estaba con él.
Nicodemo confesó: " "No puede hacer estas señales que tú haces, si no
está Dios con él" " (Juan 3: 2).
39. Nosotros somos testigos.
Pedro había estado con Jesús
desde el principio de su ministerio (Juan 1: 40-42). El apóstol reconocía que el
objetivo principal de su misión era ser testigo de Cristo ante los hombres, así
como el Señor lo había ordenado (Hech. 1: 8, 21-22; cf. Mat. 28: 19-20; Luc. 24:
48).
La tierra de Judea.
Mejor "la región de los judíos". La
palabra griega jóra significa "distrito", o algunas veces "campiña", haciendo
notar la distinción entre campo y ciudad. Probablemente aquí pueda dársele este
segundo significado (cf. Luc. 2: 8; Hech. 26: 20).
Mataron colgándole.
Ver com. cap. 5: 30.
Como lo hiciera antes (cap. 2: 23), Pedro
presenta la crucifixión principalmente como un acto de los dirigentes y del
pueblo de Jerusalén, y no del gobernador romano.
40. Al tercer día.
Este es un ejemplo de cómputo exclusivo.
Este método de computar el tiempo se estudia en el t. I, p. 191; t, II, pp.
139-141; t. V, pp. 240-241; cf. com. vers. 30. con referencia al tiempo que pasó
Cristo en la tumba, ver Mat. 16: 21; Luc. 23: 53 a 24: 6.
Hizo que se
manifestase.
Jesús no se dejó de ver de todos(vers. 41), pero mediante
muchas pruebas fue claro para los que lo vieron que era el mismo Jesús, ahora
vivo y glorificado, que había estado colgado en la cruz.
41. No a todo el pueblo.
Los judíos en general, que no
habían reconocido a Jesús como el Mesías predicho en las profecías del AT,
difícilmente habrían sido testigos voluntarios de su resurrección (Luc. 16: 31).
El hecho de que aun algunos de sus discípulos al principio no estuvieron
dispuestos a aceptar al Cristo resucitado (Mat. 28: 17; Mar. 16: 14), ilustra de
cuán poco valor habría sido una presentación pública ante todos los judíos.
Testigos que Dios había ordenado.
Los discípulos habían sido
escogidos desde el principio no sólo para ayudar a Jesús en su ministerio, sino
aún más: para ser testigos de lo que habían visto y oído después que él se fuera
(Mat. 28: 19-20; Juan 17: 6-8; Hech. 1: 8; 2 Ped. 1: 16-18).
A nosotros.
Cf. Hech. 1: 3; 1 Cor. 15: 5-8.
Comimos y bebimos.
Luc.
24: 42-43; Juan 21: 13-15. El hecho de que Jesús comiera y bebiera era una
prueba segura de que no era un fantasma fruto de la imaginación de sus
discípulos.
42. Nos mandó que predicásemos.
Esta orden está implícita en Mat. 28: 18-20 y también en las
instrucciones de Hech. 1: 8 dar testimonio del reino de Dios (cf. cap. 1: 2).
Dios ha puesto.
Bajo las condiciones del pacto eterno, Cristo
efectuaría la salvación del hombre. Por esto es apropiado que también fuera el
juez de los hombres, en pleno cumplimiento del pacto.
Vivos.
Pablo (cap. 17: 31) concuerda con Pedro al relacionar la resurrección
con la seguridad de que el que había resucitado sería el futuro juez de todos
los hombres. El hecho de que Jesús fuera hombre, pero un hombre victorioso sobre
el pecado y la muerte, y de que al mismo tiempo era Dios, el autor de la ley por
la cual los hombres serán juzgados, hacen que sea lógico y apropiado que sea él
quien juzgue a todos los hombres (ver com. Juan 5: 22, 27).
43. Todos los profetas.
Pedro, como
lo había hecho en sus discursos anteriores (cap. 2:16, 30; 3: 18 ), aquí también
revela que comprende el significado de las profecías del AT en cuanto a Cristo y
a su obra. Sin duda gran parte de esta comprensión era el resultado de la
enseñanza que él y los otros apóstoles habían recibido de Cristo en el intervalo
entre la resurrección y la ascensión (Luc. 24: 27, 44). En esta ocasión es
probable que Pedro se estuviera refiriendo a pasajes como Isa. 49: 6; Joel 2:
32. El hecho de que Pedro empleara las Escrituras del AT para reforzar su
argumento es una evidencia de que sabía que Cornelio y su casa conocían esos
escritos. Todos los que en él creyeren. Esta es la promesa de Juan 3: 16. Pedro
la repite como lo hará Pablo más tarde (Hech. 16: 31). La salvación se obtiene
por la aceptación de la gracia de Dios por medio de Jesucristo (Efe. 2: 5, 8), y
no por medio de las obras de la ley (Gál. 2: 16, 20-21). Las obras son el fruto
de recibir la dádiva de la salvación (Efe. 2: 10; Fil. 2: 12-13).
Perdón
de pecados.
Cf. cap. 2: 38; 3: 19.
Por su nombre.
Estas
palabras deben haber impresionado profundamente a los que atentamente escuchaban
a Pedro. Esta era la respuesta a sus dudas y perplejidades. Debían encontrar la
salvación sin someterse a la circuncisión, ni a las tradiciones de los judíos,
ni a todo lo que estas obligaciones implicaban, sino mediante el sencillo acto
de fe en Cristo y en el poder de su nombre (ver com. cap. 3: 16). La salvación
de ellos dependía del poder de los atributos divinos de Cristo, de los cuales su
nombre era un pleno símbolo. Por medio de Jesucristo de Nazaret, ellos, a pesar
de ser gentiles, recibirían el perdón de sus pecados. Su conciencia
sensibilizada les enseñaría que esa era la condición necesaria para tener paz
con Dios. La satisfacción de sus anteriores anhelos los colocaría en la
condición espiritual apropiada para participar en el maravilloso acontecimiento
que se va a 255 narrar en el versículo siguiente.
44. El Espíritu Santo cayó.
El descenso del Espíritu Santo
sobre el gentil Cornelio y su familia antes de que fueran bautizados cumplió
directamente ante los compañeros de Pedro la promesa de Cristo de que el
Espíritu Santo los guiaría "a toda la verdad" (Juan 16: 13). A pesar de la
visión de Pedro, "los fieles de la circuncisión" aún no estaban preparados para
aceptar plenamente a los gentiles en la iglesia (Hec. 10: 45), hasta que el
derramamiento del Espíritu Santo demostró que los gentiles eran aceptados por
Dios.
Muchos cristianos afirman que la recepción del Espíritu Santo
viene después del bautismo. Enseñan que el bautismo tiene una virtud sacramental
y que, por lo tanto, es un rito que produce gracia divina en el que lo recibe.
Pero Cornelio y su familia recibieron el don del Espíritu Santo antes de ser
bautizados, lo que demuestra que la recepción del Espíritu no depende del
bautismo (ver com. vers. 47). El bautismo más bien es un símbolo visible de una
regeneración espiritual interior, y deriva su significado de esa experiencia
(ver pp. 44-46; com. Mat. 3: 6; Rom. 6: 3-6).
45. Los fieles de la circuncisión.
Es decir los seis
cristianos judíos ya mencionados (cap. 11: 12; cf. cap. 10: 23) que acompañaron
a Pedro. Su asombro es una prueba de la realidad del don que recibieron Cornelio
y su familia. Los cristianos habían supuesto hasta este momento que si los
gentiles habían de ser cristianos, debían, en primer lugar, convertirse en
prosélitos judíos. Es probable que el eunuco etíope bautizado por Felipe no
fuera una excepción a esta regla; pero Cornelio y su familia eran gentiles y los
compañeros de Pedro, cristianos judíos, no pudieron entender cómo tales personas
podían recibir el don del Espíritu Santo sin antes haber sido prosélitos judíos.
Otra razón más por la cuales estuvieran atónitos posiblemente pueda sugerirla el
Talmud, el cual dice que el rabino José había afirmado que en los días del
Mesías no se recibirían en Israel más prosélitos (Talmud Abodah Zarah 3b). Como
los compañeros de Pedro creían que los tiempos del Mesías habían llegado, bien
pudieron haber sentido la influencia de tal actitud exclusivista hacia los
prosélitos.
Sobre los gentiles.
Los compañeros de Pedro,
cristianos de origen judío, vieron el claro cumplimiento de la visión del
apóstol. Cornelio y su familia, henchidos del Espíritu Santo, demostraban que
desde ese momento nadie debía llamar a los gentiles comunes o inmundos. Sin duda
esta evidencia fue suficiente para los cristianos que acompañaban a Pedro.
46. Hablaban en lenguas.
En esta
ocasión se vio una manifestación de los dones de Dios, similar a la que se había
visto en Jerusalén en el día de Pentecostés (ver com. cap. 2: 4). Estas palabras
implican una repentina emoción de gozo y ensalzamiento espiritual que se
manifestó en un estallido de alabanza espontánea. En la historia de la iglesia
apostólica hay varios casos registrados de la manifestación del Espíritu Santo
por medio del don de lenguas (cf. Hech. 19: 6; cf. cap. 2: 4; ver com. 1 Cor.
14). Este don fue dado con un propósito útil. En el día de Pentecostés permitió
que los apóstoles predicaran el Evangelio a las multitudes reunidas para la
fiesta, que no hablaban arameo. En el caso de los conversos de Apolos que fueron
rebautizados por Pablo en Efeso, es razonable suponer que esto los preparó para
una eficiencia cristiana más amplia (ver com. Hech. 19:6). Del mismo modo, en
este caso el don de lenguas fue una señal y un testimonio para los compañeros de
Pedro que no estaban preparados para recibir a los gentiles en la iglesia.
47. Entonces respondió Pedro.
No se
registra la pregunta que Pedro respondió, pero es evidente que sus palabras
responden las preguntas de los atónitos cristianos de origen judío en cuanto a
lo que debía hacerse en vista de que el gentil Cornelio y su familia habían
recibido el Espíritu Santo. Pedro había seguido la dirección de Dios al viajar a
Cesarea a predicarles; ¿se atrevería también a bautizarlos ahora?
Impedir el agua.
¿Podía negárseles a estos gentiles la señal
visible, cuando la gracia invisible y espiritual a la cual simbolizaba había
sido concedida por Dios tan directa y manifiestamente? Como había ocurrido en el
caso de los samaritanos (cap. 8: 15-17), el bautismo por lo general era seguido
por la imposición de las manos, acompañada por el don del poder espiritual. Pero
en este caso el don del Espíritu había sido concedido primero, y lo único que
quedaba era realizar el acto visible de hacer que estos creyentes formaran parte
de la sociedad de la iglesia. Este acontecimiento mostró que Dios da sus dones
en forma directa y en la medida en que los hombres 256 estén listos para
recibirlos (ver com. cap. 10: 44). Pero demostró de forma igualmente clara que
ningún don espiritual, no importa cuán maravilloso sea, hace innecesario seguir
ciertas formas visibles, tales como el bautismo. En verdad, el don excepcional
fue concedido para que quitara cualquier escrúpulo que pudieran tener los de la
circuncisión en cuanto a bautizar a esos gentiles. El don del Espíritu abrió el
camino y siguió el bautismo.
También como nosotros.
Pedro
reconocía que Dios había escogido a los gentiles tanto como a los judíos y
concedido a ambos la misma gracia.
48. Mandó bautizarles.
La construcción sintáctica de esta
frase parece sugerir que Pedro no bautizó a estos conversos. Jesús ( Juan 4:
1-2) y Pablo (1 Cor. 1: 14-16) no bautizaron a sus conversos, y según parece,
Pedro hizo lo mismo en esta ocasión. Pablo afirma que, por lo general, no
bautizaba para que no surgieran diferentes grupos y se rompiera la unidad
cristiana, pues los conversos se dividían según el que los había bautizado. Esta
también pudo haber sido la razón que movió a Pedro en este caso (cf. 1 Cor. 1:
12).
No se dice quién fue el que bautizó. Quizá bautizaron los
compañeros de Pedro. Es posible que ya hubiera una congregación organizada en
Cesarea como resultado de la obra de Felipe, y los ancianos o diáconos de esta
congregación, o Felipe mismo, pueden haber actuado siguiendo instrucciones de
Pedro.
Señor Jesús.
La evidencia textual se inclina (cf. p. 10)
por el texto: "Jesucristo".
Que se quedase.
Es probable que
Pedro hubiera aceptado la invitación (cf. cap. 11: 3), y de este modo hubiera
mostrado que estaba preparado para actuar de acuerdo con la enseñanza de su
visión. Pedro debe haberse juntado sin traba alguna con los nuevos conversos,
comiendo y bebiendo con ellos (vers. 2-3), sin temor de contaminarse. Lucas le
da tanta importancia al episodio de Pedro en Cesarea, que debe considerarse como
un momento decisivo en la vida del apóstol, quien demostró que, en esencia,
concordaba con Pablo. Aunque Pedro más tarde vaciló en su trato con los gentiles
cristianos (Gál. 2: 11-13), y fue reprendido por Pablo, el relato de esa dura
reprensión demuestra que Pedro había abandonado en gran parte sus prejuicios
judíos; pero había actuado así porque fue presionado por la influencia de
ciertos judíos muy estrictos que habían ido de Jerusalén a Antioquía.
CBA T6
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