1. Hermanos y padres.
Una forma cortés de
dirigir la palabra (ver com. cap. 1: 16; 7: 2), Pablo se proponía ganar a la
turbulenta multitud.
Defensa.
Gr. apología , un discurso hecho
para defenderse de una acusación.
2. Lengua
hebrea.
Es decir, arameo, la lengua que hablaban los judíos de ese
tiempo (ver com. cap. 21: 40).
Más silencio.
Su señal con la
mano (ver com. cap. 21: 40), su discurso en arameo y su cortés lenguaje, le
aseguraron la total atención de la revoltosa multitud. El mar de las emociones
humanas desapareció repentinamente y sobrevino una calma expectante.
3. Yo de cierto.
El pronombre "yo"
es enfático por su posición en la frase. Ver com. cap. 21: 39.
Criado.
Probablemente
no como niño sino como joven. Pablo había nacido en el extranjero, pero alcanzó
la madurez en la atmósfera conservadora de la ciudadela del judaísmo.
A
los pies.
En los días de Pablo el maestro y los alumnos se sentaban,
pero el maestro lo hacía en un lugar más alto que los alumnos.
Gamaliel.
Ver com. cap. 5: 34.
Estrictamente.
Gr. akríbeia ,
"exactitud", "precisión". Pablo asegura a la multitud que 405 sus antecedentes
son plenamente judíos. Comprende perfectamente el punto de vista de ellos. Ver
com. cap. 23: 6; 24: 14; 26: 3-5.
La ley.
O sea el sistema judío
de prácticas y creencias religiosas.
Celoso.
Ver com. cap. 21:
20. Pablo conocía por experiencia personal lo que significa ser "celoso" de la
"ley".
Como hoy lo sois. . . vosotros.
Pablo asegura a sus
oyentes judíos que ellos y él tenían una base común para llegar a entenderse.
Los alaba por su deseo de conservar el templo sagrado e inviolable.
4. Hasta la muerte.
Pablo había sido una vez "celoso" como ellos
demostraban serlo ahora.
En cárceles.
El plural da a entender
que las actividades persecutorias de Pablo se llevaron a cabo en varias ciudades
(cf. cap. 26: 11).
5. El sumo sacerdote.
O sea Ananías (cap. 23: 2). De acuerdo con la cronología de la vida de
Pablo adoptada por este Comentario , Caifás (ver com. Luc. 3: 2) aún era sumo
sacerdote cuando se convirtió Pablo (35 d. C.). Ananías fue sumo sacerdote desde
48 d. C. hasta que los judíos lo mataron en el 66.
Todos los ancianos.
Gr. presbutérion, "presbiterio", que aquí se refiere probablemente al
sanedrín. Aunque quizá habían pasado 23 años desde la conversión de Pablo,
algunos de los "ancianos" que aún vivían probablemente habían autorizado la
persecución de los cristianos por parte de Pablo (cap. 8: 3; 9: 1-2).
Hermanos.
Pablo, con mucho tacto, se refiere a sus connacionales
(ver com. Hech. 22: 1; cf. Deut. 18: 15).
Fui.
Literalmente
"iba', es decir, estaba en el camino (ver com. cap. 9: 3).
Damasco.
El celo religioso de Pablo lo había llevado a tierras extranjeras,
primero para perseguir a los cristianos, y más tarde para proclamar el
cristianismo.
6.
Como a mediodía.
El resplandor de la presencia divina
oscureció el brillo del sol en aquel mediodía cerca de Damasco (cap. 26: 13).
7. ¿Por qué me persigues?
Ver com. cap. 9: 4.
Respecto a los diferentes relatos de la conversión de Saulo, ver com. cap. 9: 3.
9.
Se espantaron.
La evidencia
textual (cf. p. 10) se inclina por la omisión de la frase "y se espantaron". Sin
embargo, no hay duda de que los hombres tuvieron temor.
12.
Varón piadoso.
Ananías parece haber sido fiel en su
observancia de la religión judía. No se lo describe así en el cap. 9: 10, donde
se lo llama sólo "discípulo". Pablo parece aquí intentar congraciarse con sus
oyentes (ver com. cap. 22: 1-4). Era de suponer que un judío piadoso no habría
recibido a Pablo si éste era profano, culpable de blasfemia, como ahora se lo
acusaba.
Buen testimonio.
La integridad de Ananías como un
piadoso judío estaba fuera de duda. Era ampliamente conocido como leal a la fe.
El hecho de haber recibido a Pablo comprobaba la legitimidad del episodio de
Saulo en el camino a Damasco.
14.
El
Dios de nuestros padres.
Ver com. cap. 7: 32. Ni Esteban ni Ananías
pensaban que por ser cristianos tenían que abandonar al Dios de sus padres.
Aparentemente los cristianos de origen judío no pensaban abandonar el judaísmo;
de hecho se consideraban los más piadosos de todos los hermanos. Anhelaban
ardientemente, como Pablo, que sus ciegos connacionales vieran a Jesús de
Nazaret como el Mesías (cf. Rom. 9: 1-3; 10: 1-3).
Te ha escogido.
O " "te ha señalado" (ver com. cap. 9: 15).
Conozcas su
voluntad.
Pablo había sido ignorante de la voluntad de Dios antes de su
conversión. Como fariseo había pensado que la conocía bien y que la cumplía
fielmente (cap. 23: 1; 24: 14). Hay una relación íntima entre conocer la
voluntad de Dios y hacerla (ver com. Mat. 7: 21-27; Juan 7: 17; 13: 17). Pablo
se refiere vez tras vez a la voluntad de Dios (1 Cor. 1: 1; 2 Cor. 1: 1; Efe. 1:
1; Col. 1: 1).
Justo.
Es decir, a Jesús (cf Hech. 3: 14; 7: 52;
1 Juan 2: 1). Los doce habían visto al Señor y se habían relacionado con él cada
día (1 Juan 1: 1, 3). Pablo, que había sido llamado de un modo especial al
apostolado, también tuvo el privilegio de ver a su Señor (Hech. 22: 17-21; 1
Cor. 15: 3-9; 2 Cor. 12: 1-5).
La voz.
Con toda probabilidad una
referencia a la visión cerca de Damasco y también, posiblemente, a la
instrucción especial que él recibió del Señor posteriormente (2 Cor. 12: 1-5;
Gál. 1: 11-12).
15. Testigo suyo.
Pablo, como los doce, había visto al Señor, escuchado su voz y conocido
su voluntad (vers. 14). También, como aquéllos, fue comisionado para proclamar
el Evangelio (cf. cap. 1: 8). Sus credenciales y su autoridad no eran inferiores
a las de los apóstoles (1 Cor. 15: 10; 2 Cor. 11: 5; Gál. 2: 8, 11).
Todos los hombres.
Hasta este momento Pablo ha evitado, con
mucha prudencia, mencionar su misión especial entre los gentiles (cf. vers. 21).
Visto y oído.
El poder para testificar viene de la experiencia
personal (cf. 1 Juan 1: 1-3; 2 Ped. 1: 16-18). Pablo se había encontrado con el
Salvador viviente, y había recibido de él un conocimiento claro, íntimo y
sistemático de la verdad, así como lo habían recibido los doce.
16. ¿Por qué te detienes?.
La
evidencia era suficiente, ¿por qué, debido a algunas formalidades, tenía que
postergar su decisión de ser cristiano? (cf. cap. 8: 36).
Bautízate.
Ver com. Mat. 3: 6; Hech. 2: 38; 9: 18; Rom. 6: 1-6; cf. Hech. 8: 36.
Lava tus pecados.
El bautismo es una ordenanza divinamente
señalada (Mat. 3: 15; Mar. 16: 15-16; Juan 3: 3, 5; Tito 3: 5), pero por sí
mismo no es suficiente para "lavar" el pecado. La creencia, el arrepentimiento y
la recepción del Espíritu Santo deben acompañar al acto exterior para hacerlo
eficaz (Mat. 28: 19; Hech. 2: 38; 3: 19; 8: 36-37). La muerte de Cristo fue la
que hizo posible la eliminación de la culpabilidad del pecado (2 Cor 5: 20-21; 1
Ped. 2: 24; 3: 21; 1 Juan 1: 7, 9).
Invocando.
O sea aceptando
la salvación por medio de Cristo y entrando en su servicio.
Su nombre.
Es decir, el nombre del "Justo" (vers. 14), del Señor Jesús.
17. A Jerusalén.
A esta visita se
refiere el cap. 9: 26 (ver com. respectivo).
En el templo.
Probablemente en el momento de la hora de la oración matutina o
vespertina (ver com. Luc. 1: 9; Hech. 3: 1). Debido a que Dios había honrado a
Pablo con una visión en el mismo lugar que ahora se lo acusaba de profanar, los
judíos habrían hecho bien en investigar los hechos antes de decidir su muerte.
Extasis.
El mensaje que recibió en esta visión se relata en los
vers. 18-21. Esto ocurrió en la visita a Jerusalén que se registra en el cap. 9:
26-30.
18. Date prisa.
En el pasaje
paralelo (cap. 9: 29-30) sólo se dice que los discípulos "lo enviaron a Tarso" .
El complot contra la vida de Pablo (vers. 29) los convenció de que él debía
salir de la ciudad sin demora. Pablo, preocupado por los judíos incrédulos (cf.
Rom. 9: 1-3; 10: 1), y con su característica indiferencia por su seguridad
personal (cf. Hech. 19: 30; 20: 22-24; 2 Cor. 4: 7-9; 11: 24-27), aparentemente
sintió que era su deber permanecer en la ciudad (HAp 106). Hay momentos cuando
el mensajero del Evangelio no debe prestar atención a las circunstancias
amenazadoras; pero hay otras veces cuando debe huir a otro lugar si es
perseguido (ver com. Mat. 10: 23). En momentos difíciles, debe alzar la vista a
Dios para obtener una clara comprensión del deber. Así le sucedió a Pablo en
esta ocasión porque, además del consejo de los hermanos, Dios añadió
instrucciones directas y específicas. Pablo no había sido llamado para trabajar
principalmente para los judíos, sino para los gentiles (Hech. 22: 21; Gál. 2:
7-9), y con su partida cumpliría mejor los propósitos de Dios. Para casos
similares de dirección divina más el consejo de los hermanos, compárese Exo. 18:
17-25 con Núm. 11: 16; Hech. 15: 2 con Gál. 2: 2. Cf. Hech. 13: 2-4; 15: 28.
Prontamente.
Pablo había estado entonces en Jerusalén sólo 15
días (Gál. 1: 18).
19. Ellos.
La
construcción sintáctica del griego destaca el pronombre "ellos". Los mismos que
en aquella ocasión anterior habían procurado matarlo, conocían bien el antiguo
celo de Pablo como perseguidor de los cristianos.
Encarcelaba y azotaba.
Probablemente Pablo no aplicaba personalmente el castigo. La flexión de
los verbos indica una acción que se prolonga por un tiempo. Pablo se había
dedicado a perseguir; pero ahora, frente a esa turba airada y sedienta de su
sangre, su propósito era hallar un punto de afinidad, haciéndoles conocer
claramente que él sabía bien cómo se sentían. Así quizá estarían más dispuestos
a escuchar todo lo demás que tenía que decirles.
En todas las sinagogas.
En cuanto a la sinagoga como el lugar donde se presentaban las
acusaciones contra los herejes y alborotadores y se administraban castigos, ver
Mat. 10: 17; 23: 24; Mar. 13: 9; Luc. 12: 11. Tertuliano escribió, c. 225 d. C.,
que en sus días las sinagogas judías eran aún "fuentes de persecuciones" contra
los cristianos ( Scorpiace x).
Creían en ti.
Ver com. cap. 15:
21.
20. Testigo.
Gr. mártus ,
"testigo". En los tiempos del NT mártus aún no había adquirido el significado
que ahora tiene la palabra "mártir", derivada de mártus ; pero a medida que los
cristianos fueron con más frecuencia llamados a dar el testimonio supremo de
entregar sus vidas, comenzaron a ser conocidos como mártires.
En su
muerte.
La evidencia textual (cf. p. 10) establece la omisión de estas
palabras; sin embargo, es evidente que este es el significado que Pablo expresa
(ver com. cap. 7: 58; 8: 1).
21. Yo te
enviaré.
La salida de Pablo de Jerusalén (vers. 18) no fue el
cumplimiento de esta declaración del propósito divino para el apóstol.
Transcurrirían unos siete años antes de que él y Bernabé salieran en su primer
viaje misionero (ver pp. 31, 103, 105).
Gentiles.
La obra de
Pablo sería principalmente para los no judíos (ver com. cap. 9: 15).
22. Hasta esta palabra.
O "hasta
esta declaración". La multitud, hasta ahora en silencio y dominada por una
airada expectación, ya no pudo contenerse más. La idea de que la salvación
pudiera ser también para los gentiles, los enfureció (cf. Luc. 4: 25-29; Hech.
7: 51-54). Por eso clamaron pidiendo la inmediata muerte de Pablo, sin seguir la
formalidad de un proceso legal. Según su fanática opinión, Pablo era, sin duda,
un apóstata del judaísmo.
23. Arrojaban sus
ropas.
Arrojar la holgada vestimenta exterior (Gr. himátion ; ver com.
Mat. 5: 40; t. V, p. 49) reflejaba gran conmoción. La turba estaba lista para
actuar. Cf. 2 Rey. 9: 13.
Lanzaban polvo.
Un gesto de odio y
repudio.
24. El tribuno.
Gr.
jilíarJos, "comandante de mil" (ver com. Juan 18: 12). Este funcionario, Claudio
Lisias (Hech. 23: 26), que sin duda no conocía el arameo, quizá no entendió nada
de lo que Pablo estaba diciendo, y sólo pudo deducir por el tumulto que el
apóstol era culpable de algún grave delito.
Fortaleza.
Es decir,
el castillo o fortaleza Antonia , al norte del área del templo (ver t, V, mapa
frente p. 513; com. cap. 21: 31).
Examinado con azotes.
No con
el propósito de infligirle un castigo, sino para arrancarle una confesión.
Clamaban así.
O "gritaban" (cf. cap. 12: 22).
25. Le ataron con correas.
Literalmente "lo estiraron", lo cual da a entender que lo estiraron con
correas en una posición como para flagelarlo.
Centurión.
Gr.
hekatóntarJos (ver com. Hech. 10: 1; Luc. 7: 2). Era el oficial que estaba a
cargo del pelotón de soldados encargados de la flagelación.
¿Os es
lícito?.
La ley romana prohibía que un ciudadano romano fuera flagelado
(Tito Livio, Historia romana x. 9. 4-5).
Romano.
Habría sido un
grave delito que Pablo afirmara que era ciudadano romano si en realidad no lo
hubiese sido. El centurión pensó inmediatamente que el que tenía en sus manos no
era más que un judío alborotador. La ciudadanía romana era tenida en muy alta
estima (vers. 28; p. 96; cf. t. V, p. 38) porque daba a su poseedor muchos
privilegios. La ciudadanía romana protegió a Pablo en varias ocasiones (ver com.
cap. 16: 37-39).
27. ¿Eres tú?.
De
acuerdo al griego, el énfasis en la pregunta del oficial romano está en el
pronombre "tú": "¿eres tú romano?" Es obvio que el oficial quedó sorprendido al
pensar que fuera ciudadano romano el hombre que hacía apenas un momento había
alborotado al populacho judío con un discurso en arameo, llevándolo a un frenesí
de locura.
28. Ciudadanía.
Gr.
politéia , que aquí significa " "ciudadanía" . Compárese con Fil. 3: 20.
De nacimiento.
Literalmente "nací así"; es decir, nací siendo
ciudadano romano.
29. Que le iban a dar.
Es decir, estaban a punto de castigarlo.
Tuvo temor.
El
temor del tribuno no era por haber encadenado a Pablo. A menudo el apóstol había
sido tratado así (Hech. 28: 20; Fil. 1: 7, 13-14, 16; Col. 4: 18; File. 10, 13),
porque los ciudadanos romanos podían ser encadenados. Pablo permaneció
encadenado (Hech. 22: 30). El temor del tribuno fue porque lo habían atado con
correas para azotarlo.
30. Queriendo saber.
O "deseando conocer". El tribuno, como prudente funcionario romano,
estaba determinado a llegar a la raíz del problema para descubrir por qué los
judíos anhelaban tanto matar a Pablo.
De las cadenas.
La
evidencia textual (cf p. 10) establece la omisión de estas palabras.
Todo el concilio.
Es decir, el sanedrín. Lisias se dio cuenta
que era un asunto pertinente a la religión judía. Respecto a la sala del
concilio donde se reunía el sanedrín, ver com. Mat. 27: 2; t. V, mapa frente p.
513.
Sacando a Pablo.
O sea de la fortaleza Antonia (ver com.
vers. 24; cap. 21: 34). La presencia de la guardia romana garantizaba la
seguridad personal de Pablo.
CBA T6
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