1. Hermanos.
Pablo usa con frecuencia este
vocativo cuando quiere ser particularmente enfático (Rom. 7: 1; 8: 12; 12: 1; 1
Cor. 14: 20; Gál. 3: 15). El tema que trata en este capítulo es el hecho
afirmado en Rom. 9: 31-33: que Israel no ha podido obtener la justicia porque
había ido tras una justicia basada en los méritos de sus propias obras. Pero
antes de ocuparse de la penosa tarea de señalar el fracaso y la culpabilidad de
su pueblo, Pablo expresa nuevamente su sincera preocupación por la salvación de
ellos (cf. cap. 9: 1-3).
Anhelo.
Gr. eudokía , "buena voluntad".
"beneplácito", "aprobación". Compárese con el uso de esta palabra en Mat. 11:
26; Efe. 1: 5, 9; Fil. 1: 15; 2: 13; 2 Tes. 1: 11. Pablo anhelaba sinceramente
la salvación de sus compatriotas judíos.
Oración.
Gr. dé'sis ,
"petición", "súplica" (ver Efe. 6: 18; Fil. 4: 6; 1 Tim. 2: 1; 5: 5), afín del
verbo déomai, "querer", "suplicar", "orar". Dé'sis se diferencia de proseuj',
sustantivo que generalmente se traduce "oración" (Rom. 1: 10), en que dé'sis se
refiere a un pedido por un beneficio específico.
Por Israel.
La
evidencia textual tiende a confirmar (cf. p. 10) la variante "por ellos" (BJ),
es decir, por los que ya han sido mencionados (cap. 9: 31-33). El pronombre
indica una estrecha relación entre los dos capítulos. En el cap. 10 continúa sin
interrupción el tema de Pablo concerniente al rechazo de Israel, que trató en el
cap. 9.
Para salvación.
Es significativo que inmediatamente
después de haberse ocupado del rechazo de Cristo por parte de los judíos, Pablo
ora por la salvación de ellos. Esto demuestra que no consideraba el caso de sus
compatriotas como desesperado, a pesar de su conducta pecaminosa. Más aún: si
Pablo hubiera considerado ese rechazo como la predeterminada voluntad de Dios
para su destrucción - como algunos han entendido la doctrina de la
predestinación-, no habría orado para que aún pudieran ser salvos. El Evangelio
enseña que " "todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo" " (vers.
13). El Evangelio es para todos los hombres, incluso los judíos (cap. 1: 16; 3:
29-30; 10: 12).
2.
Les doy testimonio.
"Testifico en su favor" (BJ). Pablo bien podía hacer esto basado en su
propia y triste experiencia, pues una vez había sido "mucho más celoso de las
tradiciones de" sus "padres" (Gál. 1: 14), por lo que conocía bien el celo
equivocado de ellos (ver Hech. 22: 3; Fil. 3: 6).
Celo de Dios.
Es decir, celo por Dios. Compárese con la frase "me consumió el celo de
tu casa" , que significa "el celo por tu casa" (Sal. 69: 9; Juan 2: 17). Los
judíos se gloriaban de su celo por Dios y por su ley (Hech. 21: 20; 22: 3; cf.
Gál. 1; 14). Pablo ya ha descrito acertadamente el fervor de ellos en asuntos
religiosos durante ese período.
La triste historia de los judíos es que
no alcanzaron la justicia a pesar de su gran celo religioso (Rom. 9: 30-32). Su
religión era extremadamente legal y formal. Su despliegue externo de minuciosa
obediencia era un manto para cubrir la corrupción interior (cap. 2: 17-29). Sin
embargo, Pablo parece estar hablando del celo de ellos por Dios como de algo
digno de alabanza y, como en el cap. 1: 8, primero destaca una buena cualidad
antes de presentar los fracasos de ellos. Parece encontrar en ese celo
equivocado algún motivo de ánimo, alguna esperanza de que si un celo tal pudiera
ser dirigido hacia el verdadero camino de justicia, todavía podrían ser
salvados.
Ciencia.
"Pleno conocimiento" (BJ). Gr. epígnÇsis .
Esta palabra denota conocimiento completo y cabal (cf. cap. 1: 28; 3: 20). A los
judíos no les faltaba gnÇsis , conocimiento, pero carecían de la verdadera
sabiduría que podría haberlos conducido a servir a Dios en la debida forma.
Habían sido especialmente favorecidos con el conocimiento de Dios (cap. 3: 1-2),
pero su celo por él no había sido bien encaminado. Aunque conocían la letra de
la ley y los profetas, no percibían interiormente el verdadero significado de
las palabras y de las obras de Dios. Su fervor sin sabiduría se transformó en
fanatismo, y manifestaron más celo por la forma y por la letra que por Dios.
3. Porque.
Este versículo explica
por qué el celo de los judíos no era "conforme a ciencia". Si hubieran estado
dispuestos a obedecer la voluntad de Dios habrían llegado a entender la verdad
(ver Juan 7: 17). Pero se negaron a someterse.
Ignorando.
Pablo
posteriormente muestra que esa ignorancia era inexcusable, pues los judíos
habían tenido todas las oportunidades necesarias para instruirse (Rom. 10:
14-21; cf. Juan 5: 39-40).
La justicia de Dios.
Ver com. cap. 1:
17.
Procurando.
Gr. z'téÇ , " "buscando" , "empeñándose" (BJ).
Establecer.
Gr. híst'mi, "levantar", "colocar", "establecer".
Este verbo sugiere que en el esfuerzo de los judíos había orgullo por establecer
su propia justicia; con su falso celo por Dios, en realidad estaban trabajando
para su propia glorificación. Compárese con la descripción de Oseas: " "Israel
es una frondosa viña, que da abundante fruto para sí . mismo" " (Ose. 10: l). En
vez de buscar la justicia de Dios en la forma indicada por Dios, dependían de
sus obras llenas de justicia propia (cf. Fil. 3: 9). Llegaron a considerar el
simple cumplimiento de los sacrificios y de los ritos como algo que tenía
justicia en sí mismo, en vez de depender de la justicia de Aquel a quien
señalaban esos sacrificios y ritos. Por lo tanto, la religión degeneró
convirtiéndose en suficiencia propia y formalismo para glorificar el yo. Y a
medida que los judíos perdían de vista la justicia de Dios, se tornaban
rigurosos en la observancia de esos ritos para establecer su propia justicia.
Sujetado.
Gr. hupotássÇ , verbo que significa ponerse bajo
órdenes, "obedecer" " (cf. Sant. 4: 7; 1 Ped. 2: 13; 5: 5). Esta flexión verbal
del griego se traduce mejor "no se sometieron" (BJ). Los judíos se enorgullecían
de su conocimiento de Dios y de la ley divina (Rom. 2: 17-20), pero en realidad
se negaban a conformarse a la voluntad de Dios. Confiaban en su propia justicia;
no querían someter su corazón a un plan que les exigía confesar que su justicia
propia no era aceptable (Isa. 64: 6) y que su salvación no dependía de sus
méritos. No hay obstáculo mayor para la salvación por medio de la gracia que la
justicia propia del pecador. Como los judíos no estuvieron dispuestos a
someterse a la orden de Dios de que "creamos en el nombre de su Hijo Jesucristo"
(1 Juan 3: 23), manifestaron que su aparente fe en Dios no era sino un servicio
vacío, de labios, pues la esencia de la fe es completa obediencia. Esa renuencia
para someterse fue la causa no sólo de su ignorancia sino también de su rechazo
como pueblo escogido.
4. El fin de la ley
es Cristo.
La palabra griega télos , "fin", está aquí en una posición
que realza su importancia. Esta afirmación ha sido interpretada de diversas
maneras: que Cristo es la terminación de la ley; que Cristo es la meta o
propósito de la ley (cf. Gál. 3: 24); que Cristo es el cumplimiento de la ley
(cf. Mat. 5: 17); que Cristo es la terminación de la ley como medio de salvación
(cf. Rom. 6: 14). La primera interpretación, llamada antinomismo o
antinomianismo es una perversión de las Escrituras (ver com. cap. 3: 31). Las
otras tres interpretaciones son 592 verdaderas, pero la última parece concordar
mejor con el contexto de este versículo, pues Pablo está contrastando la forma
como Dios justifica por la fe, con los intentos humanos de justificarse por
medio de la obediencia a la ley. El mensaje del Evangelio es que Cristo "es el
fin de la ley" como medio de buscar la justicia, para todo aquel que ejerce fe.
Quizá sea significativo que en el griego no hay artículo (ver com. cap. 2: 12),
lo que indica que Pablo se refiere al principio de ley en general y no a una ley
en particular. Además, la tendencia de todo el razonamiento muestra que el
apóstol Pablo está hablando de ley en sentido general. (Nota: * Todo movimiento
de oposición a la norma o ley moral; pero más que oposición o desobediencia a la
ley divina, es un intento de justificar y legitimar determinado comportamiento
bajo las apariencias de rigorismo científico.- N. de la R. )
Este
versículo no implica que se podía lograr la justicia mediante la observancia de
la ley en el tiempo del AT, y que con la venida de Cristo la fe sustituyó a la
ley como un medio de alcanzar la justicia. Desde la caída de Adán, Dios había
revelado sólo un camino por el cual los hombres pueden ser salvos: la fe en el
Mesías venidero (Gén. 3: 15; 4: 3-5; Heb. 11: 4; cf. Rom. 4). Tampoco debe
entenderse este pasaje en el sentido de que Cristo es la terminación de la ley
de Dios, y que, por lo tanto, los hombres no están más bajo la obligación de
obedecerla. Cristo es la solución de la ley porque es la solución final del
problema del pecado, hecho patente por la ley. El propósito de Dios al proclamar
sus leyes a Israel fue mostrarle su pecaminosidad (Rom. 3: 20) y su necesidad de
un Salvador (Gál. 3: 24). Pero los judíos habían pervertido el propósito de Dios
y usado sus leyes -la moral y la ceremonial- como medio para establecer su
propia justicia mediante sus esfuerzos de obediencia legalista. Cristo vino para
poner fin a este abuso de la ley y para restablecer el sendero de la fe. Esta fe
no abroga la ley sino que la establece (ver com. Rom. 3: 31) y hace posible que
los hombres cumplan con sus requerimientos (ver com. cap. 8: 4).
5. Porque. . . Moisés.
Ahora Pablo
describe el contraste entre la justicia mediante la ley y la justicia mediante
la fe, con un lenguaje tomado del AT; y al hacerlo demuestra al mismo tiempo que
en este tema no hay contradicción entre el AT y el NT.
Escribe.
La evidencia textual (cf. p. 10) se inclina por el texto: "Porque Moisés
escribe la justicia de la ley que el que los haga, vivirá en (o por) ellos". Por
lo tanto la traducción de la RVR es acertada. La cita proviene de Lev. 18: 5,
que dice: " "Guardaréis mis estatutos y mis ordenanzas, los cuales haciendo el
hombre, vivirá en ellos" " (cf. Gál. 3: 12). Pablo cita estas palabras y deduce,
basado en los conceptos judíos, que la justicia por la ley demanda el perfecto
cumplimiento de la ley, la cual debe guardarse estrictamente de acuerdo con las
especificaciones de la letra, pues en la ley no hay ni gracia ni misericordia.
Todo lo que pide la ley, o se cumple o no hay salvación (ver Gál. 3: 10-13).
Pero ésta es una condición que nunca ha podido cumplir el hombre caído, como
Pablo ya lo ha mostrado claramente en Rom. 1: 3, y que nunca podrá cumplir a
menos que sea regenerado (cap. 8: 5-8). Por lo tanto, sólo puede haber
condenación para los que dependen de su propio cumplimiento de la ley para su
justificación ante Dios (cap. 3: 20).
Es significativo que en el
contexto de Lev. 18: 5 se describe la ley de Dios como que consistiera en
estatutos y ordenanzas que realmente se podían guardar, y que si el pueblo los
guardaba podía entrar en la vida. Las referencias a este mismo pasaje que hacen
Ezequiel (cap. 20: 11, 13, 21) y Nehemías (cap. 9: 13, 29) también demuestran
que se podía cumplir con las condiciones y ganar lo prometido. Por medio de la
revelación más amplia del plan de Dios presentado en el NT, comprendemos que
estos pasajes del AT enseñan implícitamente que el cristiano debe depositar su
fe en el Redentor venidero para obtener el perdón de los pecados y la gracia que
lo capacita para la obediencia (ver com. Eze. 16: 60; 20: 11; 36: 26). No se
debe entender que estos pasajes implican que se puede alcanzar justicia
guardando la ley sin necesidad de ejercer fe. Pero los fariseos y la gran
mayoría del pueblo judío, debido a la influencia de aquéllos, albergaban este
concepto erróneo. Pedían justicia y vida como recompensa por su propia estricta
observancia de la ley. Su relación con Dios era enteramente legalista. Su pacto
con el Señor era un pacto de obras, no de fe ni de gracia. Dios procuraba
conducirlos a una vida más elevada, pero rehusaban aceptar ese progreso (ver
com. Eze. 16: 60).
Para desenmascarar el error de este punto de vista,
Pablo cita Lev. 18: 5. Usa las palabras de Moisés para recordar a los judíos
legalistas que la justicia sólo la adquieren los que obedecen, pero que el
hombre sin ayuda no puede llegar a esa obediencia. Compárese esto con la
respuesta que dio Jesús al "intérprete de la ley" que buscaba "la justicia que
es por la ley": "haz esto, y vivirás" (Luc. 10: 28).
6. Que es por la fe.
Pablo personifica a la justicia que
es por la fe como si ella misma hablara. Compárese con la personificación de la
sabiduría (Prov. 1: 20; Luc. 11: 49) y de la exhortación (Heb. 12: 5). El
apóstol podría haber dicho: "Moisés habla así acerca de la justicia que es por
la fe", De modo que ambas partes de Rom. 10: 4 son confirmadas por el testimonio
de Moisés, a saber, la imposibilidad de alcanzar la justicia por la ley (vers.
5) y la seguridad de que se puede alcanzar por medio de la fe (vers. 6-8).
Para muchos comentadores ha significado un problema el hecho de que
Pablo usara palabras de Moisés, que parecen referirse únicamente a la ley, para
describir la justicia que es por la fe. Pero la dificultad radica en la falsa
suposición -tan difundida- de que la ley y el Evangelio se oponen o contradicen.
El problema se resuelve reconociendo que la justicia que es por la fe siempre ha
sido el método de Dios para salvar al hombre, y que la promulgación de la ley
por medio de Moisés era una parte integral de ese plan. Además, Dios usó
especialmente a Moisés para presentar el gran sistema de símbolos y ceremonias
que prefiguraban todo el plan de justificación por la fe en Cristo. Por lo
tanto, es completamente irrazonable suponer que Moisés ignoraba la debida
relación entre la ley y el Evangelio, y que cada vez que hablaba tan
decididamente de la obediencia a los mandamientos de Dios estaba ensalzando la
justicia por la ley antes que por la fe.
Dice así.
La cita
proviene de Deut. 30: 11-14. Moisés enumera en este capítulo las bendiciones que
recibiría Israel si obedecía la ley de Dios. Es importante observar que Moisés
está hablando a aquellos a quienes previamente ha dicho: " "Y circuncidará
Jehová tu Dios tu corazón,. . . para que ames a Jehová tu Dios con todo tu
corazón y con toda tu alma, a fin de que vivas" " (Deut. 30: 6). Moisés está
describiendo la experiencia de los israelitas verdaderamente arrepentidos y
fieles. Habla de la ley desde el punto de vista de los israelitas circuncidados
de corazón. No es necesario suponer -como lo han hecho muchos conectadores- que
Pablo sólo está tomando las palabras de Moisés en cuanto a la ley, y las está
aplicando a algo que Moisés no había tenido en cuenta. Así como Pablo encontró
que Abrahán había sido justificado por la fe porque creyó y obedeció a Dios, así
también encuentra la esencia de la justificación por la fe en el caso de
aquellos que se arrepienten delante de Dios, y lo aman y le obedecen con todo su
corazón y con toda su alma. Las palabras de Moisés, si se entienden en su
verdadero sentido espiritual, describen la verdadera justificación porque es por
la fe.
No digas en tu corazón.
Esta expresión se encuentra en
Deut. 9: 4, y Pablo la usa para comenzar su cita de Deut. 30: 12-14. "Decir en
el corazón" es un modismo hebreo que significa "pensar" generalmente en algo
malo (cf. Deut. 15: 9; 18: 21; Sal. 14: 1; Mat. 3: 9; 24: 48; Apoc. 18: 7; 1
Cor. 7: 37).
¿Quién subirá?
Moisés pronunció estas palabras para
destacar que la palabra de Dios no está lejana ni más allá del alcance del
hombre, sino que ya le ha sido revelada y explicada. Pablo usa las mismas
palabras acerca del Evangelio: la revelación aun más clara de la palabra de Dios
que ha sido dada por medio de Cristo.
Para traer abajo a Cristo.
Como si aún no hubiera venido. La justificación por la fe dice: "No
dudes de que Cristo ya ha venido. El Hijo de Dios ya se ha hecho hombre y vivió
entre nosotros. La fe no es algo tan difícil, pues Cristo ha venido".
7. ¿Quién descenderá?
En vez de
"¿quién pasará por nosotros el mar?" (Deut. 30: 13), Pablo dice: "¿Quién
descenderá al abismo?" No era necesario que los israelitas escudriñaran más allá
del mar para traer de vuelta los mandamientos de Dios, y tampoco hay necesidad
de que alguien baje al abismo para hacer subir a Cristo. El ya ha resucitado.
Abismo.
Ver com. Mar. 5: 10. Evidentemente Pablo aplica este
término al lugar de los muertos, al cual Cristo había "descendido".
8. ¿Qué dice?
Es decir, ¿qué dice
la justicia que es por la fe? Pablo continúa personificando a la justicia por la
fe (ver com. vers. 6).
Cerca de ti está la palabra.
El propósito
de este pasaje del AT era asegurar a Israel que Dios había establecido el medio
por el cual podrían cumplirse las exigencias de la ley. El pacto eterno hecho
con Adán en el Edén proporciona perdón por la transgresión y gracia que capacita
para la obediencia mediante la fe en el Mesías venidero. Los hombres revelaban
su fe en el Redentor ofreciendo sus sacrificios de animales y observando los
otros requisitos de la ley ritual. Los israelitas 594 fueron lentos en aceptar
este pacto dado a Adán y renovado con Abrahán (ver com. Eze. 16: 60); en cambio,
prefirieron buscar justicia mediante sus propios esfuerzos para obedecer. Los
profetas del AT trataron repetidas veces de inducir al pueblo a que aceptara las
estipulaciones del plan eterno de Dios, pero no lo consiguieron. El Señor les
ofreció por medio de Jeremías el nuevo pacto (ver com. Jer. 31: 33-34), y
Ezequiel destacó la necesidad de un "corazón nuevo" y un "espíritu nuevo" (ver
com. Eze. 36: 26). Por lo tanto les fue ofrecida la justificación por la fe, "
"pero no les aprovechó el oír la palabra, por no ir acompañada de fe en los que
la oyeron" " (Heb. 4: 2; cf. Gál. 3: 8). La palabra estuvo "cerca" de ellos.
Todo lo que se les pedía era que creyeran con el corazón y confesaran con la
boca. Pablo contrasta en esta forma la sencillez de la justificación por la fe
con la penosa y desesperada tarea de tratar de establecer en forma legalista
nuestra propia justicia (Rom. 10: 2-3, 5).
La palabra de fe.
Es
decir, el mensaje del Evangelio acerca de la fe. Esta es la única vez que
aparece esta expresión en el NT. La palabra que Moisés describe como " "muy
cerca de ti. . . en tu boca y en tu corazón para que la cumplas" " (Deut. 30:
14) esencialmente es la misma que "la palabra de fe" predicada por Pablo: el
Evangelio que anuncia la fe como el principio de justificación.
Que
predicamos.
Pablo añade estas palabras para destacar que la verdad de la
justificación por la fe no es desconocida, sino que puede ser entendida por
todos los que estén dispuestos a escuchar. Que los judíos no pueden tener excusa
alegando ignorancia, se declara más plenamente en los vers. 14-21.
9. Que.
O "porque". Si se retiene
la traducción "que", significa que Pablo está presentando el contenido del
mensaje en cuanto a la fe; si se prefiere "porque", quiere decir que está
probando que la palabra de fe está cerca. Sea como fuere, se muestra que el
contenido del mensaje de la fe corresponde con la enseñanza mosaica de
Deuteronomio.
Confesares.
Gr. homologéÇ . Este mismo verbo se
traduce frecuentemente "profesar", y como sustantivo, "profesión" (Tito 1: 16;
Heb. 3: 1); también se ha traducido como "declarar" (Mat. 7: 23). Literalmente
significa "convenir con", "decir lo mismo que otros". Por eso la confesión de un
creyente es la expresión de su acuerdo con todo lo que Dios ha declarado que es
verdadero, Esto incluye todo lo que él ha revelado en cuanto a su ley, el pecado
y nuestra necesidad de un Salvador. Incluye todo lo que Dios ha declarado en
cuanto al único camino de salvación: fe en su Hijo Jesucristo.
Que Jesús
es el Señor.
Cf. 1 Cor 12: 3; Fil. 2: 11. Los judíos atribuían el
señorío sólo a Dios el Padre. Los gentiles adoraban al emperador como a su
señor; pero los cristianos reconocían a Cristo como "el Señor. . . del cielo" (1
Cor. 15: 47), el único Hijo de Dios (Juan 3: 16), que es la suprema cabeza de la
iglesia (Efe. 5: 23) y el Señor de todos (Hech. 10: 36). La confesión del
señorío de Cristo implica la disposición para seguir su conducción y obedecer
sus mandamientos (Juan 14: 21; 1 Juan 2: 3-4).
Creyeres.
Una
creencia normalmente precede a una confesión, pero Pablo está siguiendo el orden
del vers. 8, donde se menciona la boca antes que el corazón. En el vers. 10
Pablo presenta el orden normal: primero la fe, luego la confesión.
Dios
le levantó.
Ver com. vers. 7. La resurrección fue la confirmación de las
afirmaciones de Cristo en cuanto a sí mismo, el sello divino sobre su sacrificio
(ver com. cap. 1: 4). Si el cristiano cree que Dios levantó a Jesús de entre los
muertos, reconoce el triunfo de Cristo sobre el pecado y la muerte, y su poder
para justificar y salvar a los pecadores (ver com. cap. 4: 25). La justicia
mediante la fe, en contraste con la justicia mediante la ley (cap. 10: 5),
depende de lo que Cristo ha hecho y puede hacer, y no de lo que nosotros podemos
hacer.
10. El corazón.
Ver com.
cap. 1: 21. Los judíos consideraban que el corazón era el asiento de la vida
íntima, de los pensamientos y los sentimientos. Para ellos, el corazón no
representaba las emociones como diferentes, separadas de los razonamientos.
Cuando Pablo se refiere a creer "con el corazón", quiere decir que la fe incluye
una transformación interior completa. Y este cambio da como resultado la
justificación y la rectitud (cap. 3: 22; 5: 1).
Se confiesa.
La
evidencia externa del cambio interior es la confesión "con la boca", el estar
decididamente en armonía con lo que se cree que es verdadero. Una buena
disposición para confesar a Cristo con palabras y hechos ha sido siempre la
prueba para el verdadero discípulo (Mat. 10: 32; Luc. 12: 8; cf. Apoc. 3: 5). Un
testimonio bueno y constante delante del mundo revelará el fruto de la salvación
(cf. Apoc. 2: 10).
11. La Escritura dice.
La cita es de Isa. 28: 16 (ver com. Rom. 9: 33).
Todo aquel.
Estas palabras no están en el texto de Isaías. Pablo deseaba destacar el
hecho de que el Evangelio era para todos.
12. Porque.
Así comienza la explicación de Pablo referente
a "todo aquel" , del vers. 11.
Diferencia.
O "distinción" (BJ).
Cf. cap. 3: 22. Ambos, judíos y gentiles, han pecado y están necesitados de
salvación (ver com. cap. 3: 23). Dios ha proporcionado sólo un medio por el cual
pueden salvarse. No ha dispuesto un medio para los judíos y otro para los
gentiles. Por lo tanto, se desvanecen todas las distinciones de raza, sexo,
clase o condición social.
Griego.
Es decir, los gentiles (ver
com. cap. 1: 16).
El mismo que es Señor de todos.
O "uno mismo
es el Señor de todos" (BJ). Judíos y gentiles tienen, sin excepción, el mismo
Señor (cf. cap. 3: 29-30), quien ha redimido a toda la humanidad (Juan 3: 16).
Una comparación con los vers. 9 y 11 de Rom. 10 indica que "Señor" se refiere
aquí a Cristo. En Hech. 10: 36 Cristo es llamado "Señor de todos" (cf. Rom. 14:
9; Fil. 2: 10-11).
Rico para con todos.
No hay límite para los
recursos del Señor (Rom. 8: 32; 11: 33; Efe. 1: 7; 2: 7; 3: 8).
Le
invocan.
Invocar al Señor o invocar el nombre del Señor es una expresión
habitual casi equivalente a adorar al Señor. Quizá se originó en el hábito de
comenzar una invocación a una deidad mencionando primero su nombre. Los hebreos
eran conocidos como los que invocaban a Jehová. Los cristianos eran los que
invocaban a Cristo (1 Cor. 1: 2). Es significativo que se use esta expresión en
el NT aplicándola a Cristo, ya que sólo Dios es digno de adoración. De modo que
es un claro reconocimiento de la divinidad de Cristo (ver Hech. 7: 59-60; 9: 14,
21; 22: 16; 2 Tim. 2: 22). En cuanto a la deidad de Cristo, ver Nota Adicional
com. Juan 1.
13. Todo aquel que invocare.
La cita es de Joel 2: 32. Este pasaje también fue citado por Pedro en su
sermón del día de Pentecostés (Hech. 2: 21). Los judíos entendían que el pasaje
de Joel significaba que todos los verdaderos adoradores de Jehová serían
librados en el día del juicio de Dios. Pablo aplica el pasaje a Cristo. Las
palabras "toda carne" (Joel 2: 28) muestran que los gentiles están incluidos en
la profecía.
14. ¿Cómo, pues, invocarán?
Luego de declarar la universalidad de la salvación por la fe, Pablo
ahora trata las condiciones que se deben cumplir para que todos tengan la
oportunidad de aceptarla. Enumera las condiciones con una serie de preguntas, y
cada pregunta es un razonamiento cuya conclusión tácitamente aceptada constituye
la base de la pregunta siguiente: "¿Cómo pueden invocar al Señor a menos que
crean en él? No podrán. Por lo tanto, deben creer primero. Pero, ¿cómo pueden
creer si no han oído? No podrán". Y continúa la enumeración.
Algunos
unen los vers. 14 y 15 con el pasaje precedente, y los relacionan con la
predicación del Evangelio a los gentiles. Si el Evangelio es para todos, como es
evidente en las palabras "todo aquel" del vers. 13, entonces debiera ser
predicado a todos. Otros unen más estrechamente los vers. 14 y 15 con los
restantes versículos del capítulo, argumentando que Pablo no está tratando en
esta sección con la misión a los gentiles, sino con la incredulidad de los
judíos. Estos, como Pablo ya lo ha explicado, han "ignorado" (cf. vers. 3) la
forma correcta de alcanzar justicia, y para convencerlos de su grandísima
culpabilidad en este asunto, procura mostrar que han tenido amplias
oportunidades para conocer y entender el plan de Dios. Comienza preguntando qué
condiciones son necesarias para invocar "el nombre del Señor", y después muestra
que dichas condiciones han sido cumplidas. Por lo tanto, los judíos no pueden
presentar excusa para su incredulidad.
El tema de los vers. 14-21 puede
resumirse así: ¿Han sido enviados los predicadores del Evangelio de modo que
todos puedan tener la oportunidad de creer (vers. 14)? Sí; el Evangelio ha sido
predicado como Isaías lo predijo (vers. 15). El hecho de que no todos han
creído, ¿demuestra que no han oído (vers. 16)? No; porque Isaías también predijo
que algunos no recibirían el mensaje (vers. 16-17). ¿Es posible que algunos de
los judíos no hubieran oído (vers. 18)? No puede ser, pues el mensaje evangélico
ha ido por doquiera. Aun siendo verdad que Israel escuchó el Evangelio, ¿es
posible que no captara su significado (vers. 19)? Esto tampoco puede ser pues,
tal como lo describieron Moisés e Isaías, los gentiles con menos privilegios y
menos conocimientos han podido entender (vers. 19-20). Por lo tanto, los judíos
no pueden argumentar que ignoraban el Evangelio, como una excusa para su
incredulidad. El hecho real, como lo dijo lsaías, es que son rebeldes y tercos
(vers. 21).
De quien.
Oír el Evangelio presentado por un
predicador enviado por Cristo, es escuchar a Cristo (2 Cor. 5: 20). Se oye al
Señor cuando habla a través de sus representantes elegidos.
15. Si no fueren enviados.
Gr.
apostéllÇ , de donde se deriva la palabra apóstolos , "apóstol". Como el Padre
envió a su Hijo, así el Hijo envió a sus apóstoles, y éstos a su vez, bajo la
dirección del Espíritu de Cristo, enviaron a otros (Luc. 9: 2; 10: 1, 3; Juan 4:
38; 17: 18; Hech. 26: 17; 1 Cor. 1: 17). La proclamación del mensaje divino debe
ser hecha por uno que haya sido comisionado por Dios para este propósito (cf.
Jer. 1: 7; 7: 25; 14: 14-15; 23: 21).
Como está escrito.
La cita
es de Isa. 52: 7. Pablo no presenta literalmente el pasaje sino que lo abrevia.
Omite "sobre los montes", quizá porque la expresión sólo tenía un significado
local o poético; cambia "del que trae" al plural, "los que anuncian", y omite
las palabras "que publica salvación".
¡Cuán hermosos son los pies!
Es decir, cuán apreciado es el que viene (ver com. Isa. 52: 7).
De los que anuncian la paz.
La evidencia textual (cf. p. 10)
tiende a confirmar la omisión de esta frase.
Con esta cita Pablo afirma
que fueron enviados los mensajeros comisionados. En cuanto al significado de
este pasaje en el contexto original, ver com. Isa. 52: 7. Los judíos y los
cristianos consideraban que esta sección de Isaías preanunciaba la obra del
Mesías. Las buenas nuevas de la liberación del cautiverio babilónico simbolizan
las buenas nuevas de salvación.
Anuncian buenas nuevas.
Gr.
euaggelízÇ , de donde deriva la palabra "Evangelio" ( euaggélion ). Ver com.
cap. 1: 1.
16. Obedecieron.
Gr.
hupakóuÇ, "obedecer como resultado de escuchar", "prestar atención", "tener en
cuenta" (ver com. cap. 5: 19). La palabra es especialmente apropiada en este
contexto, donde Pablo está describiendo la incredulidad con que ha sido recibido
el mensaje del Evangelio. Los judíos oyeron, pero no prestaron atención.
Evangelio.
O "alegres nuevas", "buena noticia" " (ver com. cap.
1: 1).
Isaías dice.
Una cita de Isa. 53: 1. El texto hebreo no
tiene la palabra "Señor", pero está en la LXX. La desobediencia de los judíos
también fue predicha por el profeta. Inmediatamente después de su descripción de
los mensajeros de alegres nuevas (Isa. 52), Isaías predice que el pueblo no
recibiría el mensaje. Compárese con la afirmación del cumplimiento de esta
profecía en Juan 12: 37-38. Esta cita también implica (cf. Rom. 10: 15) que el
mensaje había sido dado, pues de lo contrario no podría haber sido desoído y
desobedecido.
17. Fe.
O "creencia".
Para apreciar la estrecha relación entre los vers. 16 y 17 se debe tener en
cuenta que el idioma griego no tiene dos palabras diferentes para "creencia" y
"fe". Pístis, "fe" o "creencia", es el sustantivo que deriva de pistéuÇ , verbo
traducido "ha creído" ( epísteusen ) en el vers. 16 (ver com. cap. 3: 3).
El oír.
Gr. ako' , que aparece dos veces en este versículo. En
el vers. 16, ako' se ha traducido como "anuncio" en la RVR ( "predicación" , en
la BJ), en donde significa literalmente "lo que es oído". Si aquí se le da el
mismo significado a ako' , se hace posible la siguiente traducción: "¿Quién ha
creído lo que ha oído de nosotros? De modo que la fe viene de lo que es oído, y
lo que es oído viene de la palabra de Dios". Esta traducción hace más evidente
la relación entre los vers. 16 y 17.
La palabra de Dios.
La
evidencia textual favorece (cf. p. 10) la variante "palabra de Cristo" (BJ).
Esto podría significar "el mensaje en cuanto a Cristo", así como "la palabra de
fe" (vers. 8) significa "el mensaje en cuanto a la fe" (ver com. vers. 8). Este
versículo contiene una afirmación importante en cuanto a la naturaleza y el
origen de la verdadera fe. La fe genuina no es una confianza ciega que se debe
poner en acción cuando falta la evidencia adecuada. Fe es nuestra convicción en
cuanto a cosas que no podemos ver (Heb. 11: 1), y esta convicción debe estar
fundada en el conocimiento, un conocimiento basado en la Palabra de Dios, el
mensaje en cuanto a Cristo. Como medio para desarrollar una fe transformadora y
permanente, no hay sustituto para el estudio regular y ferviente de la Biblia.
18. Pero digo.
Los judíos podían
pretender que no habían tenido la oportunidad de oír, y por lo tanto no habían
aceptado el Evangelio. Pablo ahora refuta ese argumento.
¿No han oído?
O "¿no oyeron?", o "¿fracasaron en oír?" La construcción del griego de
esta pregunta indica que se espera una respuesta negativa y que no se puede
admitir la excusa de no haber oído. Los que "no han oído" son los "no todos" del
vers. 16, es decir, especialmente los judíos incrédulos.
Antes bien.
"¡Cierto que sí!" (BJ, NC). Esta es la enfática respuesta de Pablo ante
la insinuación de que no habían oído el mensaje. Afirma que el Evangelio ha ido
a todo el mundo, y lo dice con las palabras de Sal. 19: 4.
La tierra.
Gr. oikoumén' , "el mundo habitado" (ver com. Luc. 2: 1). Es evidente
que cuando se escribió esta epístola el Evangelio no había sido predicado
literalmente en todas partes, pues con seguridad aún no había llegado a España
(Rom. 15: 20, 24, 28). Sin embargo, el mensaje de la fe ya se había divulgado
tan ampliamente por todo el mundo, que Pablo estaba capacitado para presentar
una declaración tan amplia y general. En realidad, durante su generación el
Evangelio fue llevado a "toda la creación " [ "'toda criatura'" , BJ] "que está
debajo del cielo" (Col. 1: 23; cf. Ed 91). Además, el mensaje era llevado "al
judío primeramente" (Hech. 9: 20; 11: 19; 13: 5; 14: 1; 17: 1-2, 10; 18: 4, 19;
28: 17; Rom. 1: 16), y es probable que el principal propósito de Pablo en este
capítulo ha sido demostrar que ningún israelita podía presentar excusas alegando
que nunca había oído el Evangelio.
Voz.
Gr. fthóggos , palabra
onomatopéyica con la que se imita el sonido que produce la vibración de un
instrumento musical o de la voz humana (cf. 1 Cor. 14: 7). Pablo está citando el
Sal. 19: 4 (ver comentario respectivo). De acuerdo con el salmista, "su voz" es
la voz de la naturaleza, el testigo silencioso con el cual " "los cielos cuentan
la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos" " (Sal. 19: 1).
El salmista compara la revelación de Dios en sus obras (Sal. 19: 1-6) con la
revelación especial de sí mismo mediante su palabra (Sal. 19: 7-11). Pablo ve
aquí una representación de los alcances mundiales de la predicación del
Evangelio, y usa las palabras del salmista para describir cómo la "voz" de los
predicadores de la palabra de fe ha llegado "hasta los fines de la tierra".
19. ¿No ha conocido esto Israel?
Más exactamente: "¿es que Israel no comprendió?" (BJ) o "¿fracasó Israel
en comprender?" Como en el vers. 18, la construcción griega pide una respuesta
negativa. A pesar de la revelación de Dios por medio de Moisés y de los
profetas, Israel seguía ignorante en cuanto a la senda de justicia de Dios.
Primeramente.
Es decir, primero en orden, en linaje profético.
Moisés dice.
La cita es de Deut. 32: 21. Moisés, que había
comunicado a Israel sus favores especiales y ventajas sobre los gentiles,
también había presentado la regla de fe por la cual esa posición favorecida
podría invertirse en algún momento futuro, y en realidad así sucedería (cf.
Deut. 32: 18, 20).
Os provocaré.
Dios, mostrando misericordia
para con los gentiles, esperaba despertar los celos de su pueblo e inspirarle
fervor por el Señor. Compárese con Ose. 2: 23; Rom. 9: 25.
Con un pueblo
que no es pueblo.
Cf. Deut. 32: 21. Los gentiles son llamados "pueblo
que no es pueblo" porque no mantenían con Dios la relación reconocida que
mantenía Israel (cf. Deut. 4: 5-8). Eran un "pueblo insensato" porque no habían
recibido la misma revelación de Dios, sino que adoraban ídolos de madera y de
piedra (ver com. Rom. 1: 21). Pablo tenía el propósito de producir celos en sus
compatriotas haciéndoles notar que, así como lo había predicho Moisés, Dios
ahora había dispensado sus favores especiales a un pueblo a quien los judíos
estaban acostumbrados a considerar como inferior (cap. 11: 14). Y el apóstol, al
hacer esto, se proponía aclarar mediante sus fervientes oraciones que su pueblo
podría arrepentirse y encontrar salvación en Jesucristo (cap. 9: 13; 10: 1).
20. E Isaías.
O "pero Isaías", o
"entonces Isaías".
Fui hallado.
La cita es de Isa. 65: 1. La
inesperada fe de los gentiles debería ser un reproche para los judíos que, a
pesar de ser privilegiados e instruidos, eran incrédulos (cf. cap. 9: 30-33).
21. Dice.
Es decir, Isaías dice. El
profeta está hablando en nombre de Dios. La cita es de Isa. 65: 2 y concuerda
más con la LXX que con el hebreo.
Todo el día.
Así expresa
Isaías la maravillosa paciencia de Dios para con su pueblo, aunque éste
persistía en desobedecerle y rechazaba sus invitaciones. La forma en que Dios
trata aun a los pecadores rebeldes está llena de ternura y compasión. Todo el
día extiende su brazo de misericordia a los desobedientes y contradictores. Que
Dios siempre ha sido tan compasivo y paciente será al fin reconocido por los que
lo han menospreciado (Apoc. 15: 4; CS 728-729).
Contradictor.
O
"que habla en contra", "se opone" Al rechazar el Evangelio y resistirlo, los
judíos revelaban una característica que hacía mucho había sido señalada y
condenada por los profetas. Esteban presentó antes de su martirio la misma
acusación (Hech. 7: 51-53; cf. Luc. 13: 34).
CBA T6
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