1. Pablo.
En cuanto al significado del nombre,
ver la Segunda Nota Adicional de Hech. 7.
Apóstol.
Gr. apóstolos
(ver com. Hech. 1: 2). La frase dice literalmente "apóstol llamado". El derecho
de Pablo al apostolado había sido puesto en duda en Corinto. Aquí y en otros
pasajes de esta misma epístola, él afirma y defiende intrépidamente este derecho
(ver 1 Cor 9).
La voluntad de Dios.
Pablo destaca que era la
voluntad de Dios que él fuera apóstol. Llama la atención al mismo hecho en sus
cartas a otras iglesias (Rom. 1: 1; 2 Cor. 1: 1; Gál. 1: 1; Efe. 1: 1; Col. 1:
1; 1 Tim. 1: 1; 2 Tim. 1: 1). Sabía que no había sido llamado al ministerio por
hombre alguno, sino por Dios (ver Gál. 1: 1). Cada verdadero ministro del
Evangelio de Jesucristo debiera tener la misma 656 convicción acerca de su
vocación y, como Pablo, creer que caerá sobre él un "ay" si emprende cualquier
otra actividad (ver 1 Cor. 9: 16).
Hermano.
Así solían llamarse
recíprocamente los cristianos en ese período (ver Rom. 16: 23: etc.). El nombre
"cristiano" todavía no era común (ver com. Hech. 11: 26).
Sóstenes.
De identificación incierta. Es posible que fuera el mismo Sóstenes que
aparece como principal de la sinagoga de Corinto que se menciona en Hech. 18:
17. Carece de fundamento la tradición que lo incluye entre los 70 discípulos
(Luc. 10: 1). Sóstenes pudo haber sido amanuense de Pablo, como lo fue Tercio
cuando Pablo le dictó la Epístola a los Romanos (ver com. Rom. 16: 22). El hecho
de que Sóstenes aparezca en el saludo inicial no significa que fuera coautor de
la epístola. Pablo sencillamente tenía la costumbre de mencionar los nombres de
sus colaboradores.
2. Iglesia.
Gr.
ekkl'sía (ver com. Mat. 18: 17).
Corinto.
En cuanto a las
labores de Pablo en Corinto y el establecimiento de la iglesia allí, ver p. 103;
Hech. 18: 1-18.
Santificados.
Gr. hagiázÇ "dedicar",
"santificar" " (ver com. Juan 17: 17). Posteriormente en el versículo se llama
"santos" ( hágios ) a los que son santificados (ver com. Rom. 1: 7). Hagiázo y
hágios derivan de la misma raíz. La relación se ve claramente en nuestro idioma
entre las palabras "santificar" y "santo".
En Cristo Jesús.
Sólo
son considerados santos los que han buscado y hallado refugio en Jesús y están
cubiertos con la justicia del Salvador.
Llamados a ser santos.
Literalmente "llamados santos", es decir, los que son llamados a
santificación. Ver com. "santificados".
En cualquier lugar.
Estas palabras pueden relacionarse con la frase "llamados a ser santos",
de modo que el énfasis del pasaje radica en el hecho de que los creyentes
corintios formaban parte de una gran hermandad de fieles. Pablo les recuerda a
los corintios que ellos no eran los únicos poseedores de los privilegios del
Evangelio.
Es posible que Pablo también estuviera usando una frase común
en los saludos de ese tiempo. Se han encontrado inscripciones en dos sinagogas
donde se lee el siguiente saludo: "Haya paz en este lugar y en todos los lugares
de Israel". La epístola no era sólo para ellos, sino que está llena de
enseñanzas para todos, y ha sido preservada en el canon sagrado para nuestra
instrucción y edificación (ver 2 Tim. 3: 16).
Invocan el nombre.
Ver com. Hech. 2: 21.
De ellos y nuestro.
Estas palabras
podrían referirse tanto a "lugar" como a "Señor". Si se refieren a "lugar",
añaden poco al pensamiento ya expresado; si se refieren a "Señor", dan mayor
énfasis al hecho de que el mismo Señor es adorado por los cristianos de todas
las comunidades (ver com. "en cualquier lugar"), con una posible referencia al
espíritu partidista que había en Corinto (vers. 11-31).
3. Gracia.
Gr. járis , palabra que aparece 164 veces en el
NT. En la RVR se ha traducido como "gracia" en unos 130 casos. También se ha
traducido como "favor" (Hech. 2: 47), "mérito" (Luc. 6: 32), "congraciarse"
(Hech. 24: 27; 25: 9, donde járis está acompañada de un verbo); "gracias" (Rom.
7: 25, con el sentido de "gratitud"), "agradecimiento" (1 Cor. 10: 30),
"donativo" (1 Cor. 16: 3), "privilegio" (2 Cor. 8: 4). Aunque se combinaran
todas estas palabras con todos sus matices de significado, se estaría Lejos de
presentar la gloria, maravilla, alegría, gratitud y gozo que se despiertan en la
mente de aquel que capta una vislumbre de la revelación de todos los
incomparables atributos de Dios que se manifiestan en su bondadoso trato con el
hombre mediante Jesucristo. Todos ellos están sintetizados en la palabra j áris
.
Los antiguos griegos, que adoraban la belleza, usaban járis para
sugerir un sentimiento de belleza o deleite. Esta idea después fue transferida
al objeto que producía el sentimiento de belleza. El significado se amplió para
incluir gratitud, gracias, agradable donaire y agrado. La palabra indicaba en
sentido material una merced concedida o un favor que se había hecho.
La
iglesia cristiana primitiva asimiló esta útil palabra y aplicó los matices de
significado de naturaleza amable, afectuosa y agradable y de una disposición
bondadosa, a la actividad mutua de los cristianos. El término se usó en forma
más particular para expresar la conducta de Dios hacia el hombre pecador, tal
como se revela en Cristo, como favor espontáneo. Este favor de Dios para con el
hombre en ninguna manera depende de la condición de éste; es decir, que ni los
esfuerzos humanos para ganar la gracia mediante obras de justicia ni los
fracasos para alcanzarla, afectan las manifestaciones del favor de Dios para con
él. Por lo tanto, le corresponde al hombre aprovechar la gracia si así lo desea.
Su grado de pecaminosidad no influye en la disposición de Dios de ser bondadoso
con el hombre por medio de Jesús. Ver com. Rom. 1: 7.
Paz.
Gr.
eir'n', de donde deriva el nombre Irene. En el NT eir'n' significa completa
ausencia de todo lo que disturbe o interrumpa la obra plena del Espíritu Santo
en la vida del individuo, por la cual el alma queda en perfecta armonía con su
Creador. J. H. Thayer define así esta palabra: "El estado de tranquilidad de un
alma segura de su salvación mediante Cristo, y que por lo tanto no se siente
temerosa de Dios y está contenta con su suerte terrenal, cualquiera que ésta
sea". Ver com. Rom. 1: 7.
4. Gracias. . . a
mi Dios.
Pablo, antes de ocuparse de las irregularidades que habían
surgido en la iglesia, expresa alabanza por lo que los creyentes corintios
habían alcanzado en su experiencia espiritual. El elogio por su fidelidad y
obediencia precede al reproche o a la amonestación. Esto está bien ejemplificado
en los mensajes a las siete iglesias (Apoc. 2: 2-4, 13-14, 19-20). Dios alienta
a la iglesia mencionando primero las cosas buenas, y así prepara el camino para
las advertencias y los reproches que son necesarios. Si se presta atención a
éstos, como en el caso de la iglesia de Corinto, el resultado será crecimiento y
bendiciones espirituales.
Doy.
El uso de este verbo en singular
demuestra que Sóstenes no era coautor de la epístola (ver com. vers. 1).
Gracia.
Gr. Járis (ver com. vers. 3). Aquí se hacen resaltar los
dones de la gracia (cap. 12: 4). Ver cap. 1: 5-7.
5. En todas las cosas.
Dios había bendecido grandemente a
los creyentes corintios; los había rescatado del ambiente sumamente corrupto en
que vivían; los había levantado de los indescriptibles abismos del vicio y del
pecado, y les había dado abundantemente dones espirituales para que no les
faltara "ningún don" (vers. 7). De modo que se había concedido una abundante
provisión, muy superior a las necesidades reales, para que la iglesia no tuviera
excusa para reincidencias y apostasías. Cf. 2 Cor. 9: 11.
Palabra.
Gr. lógos , que aquí probablemente denota la habilidad para expresarse
libre y claramente acerca de todo conocimiento verdadero. El don quizá es el
mismo que se designa como "palabra de sabiduría" ( lógos sofias ) en cap. 12: 8.
Ciencia.
"Conocimiento" (BJ, BC, NC). Gr. gnÇsis , de donde
derivan las palabras "gnóstico", "agnóstico", etc. En cuanto a este don, ver
com. cap. 12: 8. El conocimiento es un fundamento esencial de la fe cristiana.
Los que desean llegar a ser cristianos deben entender los asuntos básicos
referentes a la existencia de Dios y el plan de salvación. Era necesario que
hubiera en la iglesia personas que pudieran impartir un conocimiento tal. Pablo
se enorgullecía de poseer el don del conocimiento (2 Cor. 11: 6). En Corinto
algunos habían pervertido ese don (1 Cor. 8).
6. Así como.
"En la medida en que" (BJ). La fuerza de
estas palabras parece radicar en que el conocimiento del plan de salvación
mediante Jesucristo fue aclarado y establecido mediante la poderosa acción del
Espíritu Santo en la iglesia de Corinto, y que ese poder aún estaba obrando en
la iglesia, demostrando el favor de Dios y la verdad del Evangelio en la misma
medida en que el mensaje de liberación fue predicado primero en aquella ciudad.
Acerca de Cristo.
El resultado del abundante derramamiento del
Espíritu Santo sobre los creyentes corintios fue la confirmación de su fe en el
Evangelio, su convicción profundamente arraigada y la aceptación de la verdad de
la demostración del amor de Dios en el sacrificio de Jesús. El testimonio de los
apóstoles acerca de Cristo no sólo fue creído y aceptado, sino que mediante el
poder del Espíritu de Dios que lo acompañaba, la iglesia recibió los dones del
Espíritu Santo (vers. 7). Esos dones son enumerados en 1 Cor. 12: 1, 4-10, 28;
Efe. 4: 8, 11-13. Allí se declara que el propósito de esos dones es el
crecimiento de la iglesia hasta que llegue a la unidad y la perfección en Cristo
Jesús (Efe. 4: 12-15).
Confirmado.
O "consolidado" (BJ). El
hecho de impartir los dones del Espíritu a la iglesia primitiva, lo que incluía
a Corinto, revela la intención de Dios de proporcionar a su pueblo abundantes
medios para que se mantenga firme y dé testimonio acerca de la fe ante un mundo
incrédulo.
7. En ningún don.
"A
cada uno le" fue "dada la manifestación del Espíritu para provecho" (cap. 12:
7). Cada creyente recibió algún don. Los dones fueron especialmente abundantes
en la iglesia de Corinto.
Esperando.
Gn apekdéjomai , "esperar
ansiosamente".
Manifestación.
Gr. apokálupsis , literalmente
"descubrimiento", "revelación" (BJ, BC), "descubrir lo que ha estado oculto".
Esta es la palabra que se usa en 2 Tes. 1: 7; 1 Ped. 1: 7, 13; 4: 13 para
describir la venida del Señor. Jesús, que ha estado oculto a la vista de los
mortales, súbitamente será revelado de modo que todo ojo lo verá (Apoc. 1: 7).
Una palabra más común que describe la segunda venida es parousía (ver com. Mat.
24: 3). El verbo érjomai , "venir", también se usa con frecuencia. La venida de
Jesús constituía la gozosa expectativa y la esperanza de la iglesia en el siglo
I, y todavía es la "esperanza bienaventurada" de cada verdadero discípulo de
Jesús (Tito 2: 13). Los creyentes corintios, confirmados en la fe de Jesús por
los diversos dones del Espíritu, esperaban ansiosamente la manifestación del
Salvador en su segunda venida. Así también sucede hoy. Los dones en la iglesia
confirman ahora el testimonio de Jesús. La iglesia remanente se caracteriza por
tener "el testimonio de Jesucristo" (Apoc. 12: 17), que se define en Apoc. 19:
10 como el "espíritu de la profecía" .
8. Hasta el fin.
Cf.
Fil. 1: 10; 1 Tes. 5: 23; Jud. 24. Esta afirmación no debe interpretarse como
que es imposible caer de la gracia. Otros pasajes enseñan claramente que es
posible que el creyente sufra esa caída (por ejemplo, ver Heb. 6: 4-6). Los
creyentes serán confirmados hasta el fin sólo si perseveran hasta el fin (Mat.
24: 13; ver com. Juan 10: 28).
Irreprensibles.
Los creyentes
tienen la seguridad de que Cristo los sostendrá en medio de las pruebas y las
tentaciones y los guardará en la senda de la santidad a través de toda la
existencia, de modo que cuando Cristo venga sean hallados irreprensibles. No es
una promesa de que serán perfectos, sin cometer nunca un error, pues "todos
pecaron" (Rom. 3: 23). Jesús los capacitará para vivir victoriosamente si se
someten a él de continuo demostrando que procuran agradarle. Cuando Cristo venga
serán hallados sin culpa porque están cubiertos con la justicia de Jesús. Son
"irreprensibles" los que tienen una perfecta relación con Cristo. Por lo tanto
son considerados como "perfectos" en Cristo.
9. Fiel es Dios.
Cf. 1 Cor. 10: 13; 1 Tes. 5: 24; 2 Tes.
3: 3; etc. La absoluta confianza que podemos depositar en Dios es la base de la
afirmación de Pablo de que los creyentes serán preservados en su carácter de
irreprensibles hasta el fin. Así como el carácter de Dios es inmutable, así
también lo son sus promesas. Este es un motivo de constante consuelo para el
cristiano que vive en el mundo de hoy, cada vez más inestable.
Llamados.
Ver com. Rom. 8: 30; cf. cap. 9: 24; 11: 29. Todos los hombres son
llamados por Dios para que participen del compañerismo o comunión con Jesús. Son
llamados por las influencias que Dios hace que se ejerzan sobre ellos para
inducirlos a reconocer el pecado y a aceptar la salvación mediante Cristo.
10.
Ruego.
Gr. parakaléÇ , "llamar
al lado de"," por lo tanto, "amonestar", "exhortar", "consolar" " (ver com. Juan
14: 16). Aquí se aplican los significados de "amonestar", "exhortar". Este
versículo señala la transición que hay entre el agradecimiento y encomio y la
reprensión. Después de una breve introducción, Pablo entra directamente a tratar
los diversos problemas que requieren su atención. Ver com. Mat. 5: 4.
Hermanos.
Forma usual de Pablo para dirigirse a los lectores de
sus epístolas. Pablo tal vez usa aquí el cariñoso término con el propósito de
suavizar la severidad de la censura que está por impartir. El término también
implica unidad, cualidad que faltaba entre los creyentes corintios.
Por
el nombre.
Literalmente "a través del nombre". Jesús es el intermediario
de la exhortación (cf. Rom. 12: 1; 1 Tes. 4: 2). El hecho de recurrir a un
nombre único puede ser una reprobación tácita (ver com. "hermanos") contra el
espíritu de división que existía entre los creyentes corintios.
Habléis
todos una misma cosa.
Esta frase traduce un modismo del griego clásico,
que significa "estar de acuerdo". El uso de esta frase se ha presentado como una
prueba de que Pablo conocía las obras clásicas griegas (ver com. Hech. 17: 28).
Divisiones.
Gr. sjísma , del verbo sjízÇ , "partir", "dividir".
En Mat. 27: 51, sjízÇ describe el desgarramiento del velo del templo. Sjísma se
usa en Mat. 9: 16 para referirse a la rotura de un vestido. Pablo emplea esta
palabra en sentido moral para referirse a las "disensiones" o "divisiones", con
una aplicación especial al espíritu faccioso que había en Corinto. "Cisma"
deriva de sjísma.
Estéis perfectamente unidos.
Gr. katartízÇ , "
"remendar [una red de pescar rota]" " (Mat. 4: 21); en sentido ético,
"perfeccionar", "completar". Este ferviente ruego por la unidad de la iglesia
hace resonar una nota que se oye repetidas veces en la predicación de Jesús y de
los apóstoles (Juan 17: 21-23; Rom. 12: 16; 15: 5-6; 2 Cor. 13: 11; Fil. 2: 2; 1
Ped. 3: 8).
Mente. . . parecer.
Gr. nóus. . . gnóm' . Estas
palabras pueden distinguirse de la siguiente manera: Nóus denota el estado o
actitud de la mente, gnóm' , la opinión, el juicio o concepto que resulta de una
cierta actitud mental.
11. He sido
informado.
Miembros de la familia de Cloé llevaron informaciones a Pablo
acerca de la condición de la iglesia de Corinto.
Los de.
No se puede determinar si eran miembros
de la familia íntima de Cloé, o parientes, o esclavos.
Cloé.
Este nombre significa "hierba naciente". Era común entre los libertos,
lo que quizá signifique que Cloé era una esclava liberada. La familia sin duda
vivía en Corinto, desde donde le dio a Pablo información de primera mano acerca
de las disensiones que había en la iglesia de Corinto (ver HAp 242). Algunos han
procurado identificar a la delegación mencionada en otro pasaje (cap. 16: 17)
con las personas a que aquí se hace referencia. No hay manera de comprobar esa
opinión.
Contiendas.
Gr. éris , "disputa", "reyerta";
"discordias" (BJ). Eris aparece en la lista de pecados que se enumeran en Rom.
1: 29-31, y también entre las obras de la carne (Gál. 5: 20).
12. Cada uno de vosotros.
Aparentemente todos habían sido afectados por el espíritu de facciones.
Los diversos miembros de la iglesia demostraban su apoyo por un bando u otro.
De Pablo.
Pablo menciona primero el bando de los que pretendían
ser seguidores de él. No favorece ninguna facción, y menos a la de los que
decían seguirlo. Todas son desaprobadas. El espíritu de partidos es malo en
cualquiera de sus formas. Comparar a un dirigente espiritual con otro es
contrario al espíritu de Cristo.
Apolos.
Judío alejandrino,
discípulo de Juan el Bautista, "varón elocuente" y "poderoso en las Escrituras"
(Hech. 18: 24-25). Aquila y Priscila lo instruyeron en los principios de la fe
cristiana en Efeso. De allí viajó a Acaya, y por un tiempo trabajó en la iglesia
de Corinto (Hech. 18: 27-28; cf. 1 Cor. 3: 5-7). Su conocimiento y elocuencia
indujeron a algunos de la iglesia a ensalzarle por encima de Pablo. Cuando Pablo
comenzó a predicar el Evangelio en esa metrópoli, adaptó sus labores a la
mentalidad de los que ignoraban las verdades espirituales (1 Cor. 2: 1-4; 3:
1-2). Apolos, teniendo el privilegio de construir sobre ese fundamento, había
podido dar instrucciones que iban más allá de los rudimentos de la fe (cap. 3:
6-11). Su personalidad, su forma de trabajar y el tipo de mensaje que daba
impresionaban a cierta clase de personas que comenzaron a mostrar preferencia
por él. Otros rehusaron apartarse de la lealtad que sentían por Pablo, quien les
había llevado el Evangelio por primera vez. Entre Pablo y Apolos había perfecta
armonía (cf. vers. 5-10). Cuando surgieron las disensiones Apolos salió de
Corinto y regresó a Efeso. Pablo lo instó a regresar, pero Apolos se negó
resueltamente.
Cefas.
Es decir, Pedro. "Cefas" " es una
transliteración del arameo kefá , que significa "piedra" " (ver Juan 1: 42).
"Pedro" es la transliteración del Gr. pétros , que también significa "piedra"
(ver com. Mat. 16: 18). Los que pertenecían a ese bando sin duda creían que
había un mérito especial en estar unidos a uno de los doce apóstoles originales.
Pedro había estado íntimamente relacionado con Jesús y había sido uno de los
dirigentes de los doce apóstoles. Creían que ese hecho lo colocaba por encima de
Pablo o de Apolos. Hay quienes creen que la presencia de este bando indica que
Pedro estuvo alguna vez en Corinto; pero tal conclusión no es forzosa, y además
no hay pruebas en ninguna parte de que alguna vez hubiera hecho tal visita.
De Cristo.
Los que estaban en ese bando se negaban a seguir a
cualquier dirigente humano. Mantenían una actitud independiente, y pretendían
ser enseñados directamente por Cristo (ver HAp 225-226).
13. ¿Está dividido Cristo?
La respuesta forzosamente
negativa señala inmediatamente cuán absurda es la pregunta.
¿Fue
crucificado Pablo?
La forma de la pregunta en griego exige una respuesta
negativa. La fuerza de la pregunta se revela en la siguiente traducción: "Pablo
no fue crucificado por vosotros, ¿acaso lo fue?" Pablo se nombra discretamente a
sí mismo como ejemplo, y no a Apolos o a Pedro.
En el nombre de Pablo.
Comparar con la fórmula de Mat. 28: 19; Hech. 8: 16.
14. A Dios.
La evidencia textual
(cf. p. 10) sugiere la inclusión de esta frase, aunque falta en muchos MSS, lo
que resulta en la traducción abreviada: "Doy gracias" .
A ninguno. . .
he bautizado.
Es evidente que Pablo hacía que sus colaboradores
bautizaran a sus conversos, quizá para prevenir que se le atribuyera una
santidad especial al rito cuando era celebrado por ciertos individuos. El rito
en sí mismo o el hecho de que sea administrado por cierta persona no le confiere
ningún significado adicional al bautismo, sino lo que experimenta el
participante. Comparar la práctica de Jesús que "no bautizaba, sino sus
discípulos" (Juan 4: 2).
Crispo.
Anteriormente principal de la
sinagoga de Corinto (Hech. 18: 8). Crispo es un nombre romano.
Gayo.
Evidentemente, hospedador de Pablo y de toda la iglesia de Corinto, que
se menciona en Rom. 16: 23. Es dudoso que sea el mismo Gayo a quien se dirige la
tercera epístola de Juan (3 Juan 1). Gayo es un nombre de origen romano.
15. Fuisteis bautizados.
No hay
duda de que en Corinto era común la creencia de que había una relación especial
entre el que bautizaba y el bautizado. Pero aun los que afirmaban que
pertenecían al bando de Pablo no podían jactarse de haber sido bautizados por su
caudillo. El apóstol se sentía contento por la determinación que había tomado de
permitir que otros celebraran la mayor parte de sus bautismos.
16. Támbién bauticé.
Este versículo
podría indicar que esta epístola fue dictada a un amanuense, pues de otra manera
Pablo no habría añadido "la familia de Estéfanas" como algo que le vino después
a la mente, sino que lo hubiera incluido al principio con Crispo y Gayo (vers.
14).
Estéfanas.
La familia de Estéfanas constituyó el primer
fruto de Pablo en Acaya (cap. 16: 15). Estéfanas estaba con Pablo cuando se
escribió 1 Corintios (cap. 16: 17).
17. No.
. . a bautizar.
Pablo anhelaba que sólo Cristo fuera ensalzado y que los
hombres y las mujeres fueran ganados para él. Por lo tanto, destacó que su
principal propósito no era bautizar, sino persuadir a las personas a que se
entregaran al Salvador. No estaba insinuando que no bautizaría a ninguno, sino
que deseaba que se supiera que no procuraba gloriarse a sí mismo mediante un
gran número de bautismos. Su argumento, tal como se registra en los vers. 13-17,
muestra su gran deseo de que el agente humano en la obra de la salvación se
pierda de vista y que la contemplación del pecador arrepentido se concentre sólo
en Jesús. Pablo comprendía el peligro de que los que fueran bautizados por los
apóstoles pudieran pensar que eran superiores a otros conversos que no habían
sido así favorecidos, y de ese modo se introdujera una lucha de bandos en la
iglesia. Declaraba que su obra era hacer conocer a todos la alegre nueva de la
salvación y llamarlos al arrepentimiento y a la fe en Jesús. Este debiera ser
siempre el principal propósito de todos los ministros del Evangelio.
Sabiduría de palabras.
Los griegos estimabam mucho los métodos
sutiles y pulidos que usaban en sus debates, en la refinada elocuencia de sus
oradores. Pablo no procuraba imitar el estilo complicado y filosófico de la
retórica de ellos. El éxito del Evangelio no depende de esas cosas, y el apóstol
no las había exhibido en su predicación. Su enseñanza y forma de hablar no eran
de las que producían la alabanza de los griegos refinados, pues éstos no
consideraban que había sabiduría alguna en la enseñanza de Pablo. El apóstol
anhelaba que la gloria de la cruz de Cristo no fuera oscurecida por la filosofía
humana y la oratoria elegante, y se diera la gloria al hombre y no a Dios. El
éxito de la predicación de la cruz no depende del poder del razonamiento humano
y el encanto de una argumentación refinada, sino del impacto de su sencilla
verdad ayudada por el poder del Espíritu Santo.
No se haga vana.
Literalmente "no quede vacía", es decir, vacía de su contenido esencial.
18. Palabra.
Quizá haya un
contraste intencionado con " "sabiduría de palabras" (ver com. vers. 17).
De la cruz.
Es decir, acerca de la cruz. "La palabra de la cruz"
es el mensaje de salvación por la fe en el Señor crucificado. Un mensaje tal
parecía el colmo de la insensatez para los griegos amantes de la filosofía y
también para los judíos inclinados al ritualismo.
Los que se pierden.
Están en camino de perdición porque lo único que tiene poder para
salvarlos, a saber, la palabra de la cruz, les parece locura.
Los que se
salvan.
Literalmente "están siendo salvados". Pablo describe ahora la
salvación como un acto presente. Las Escrituras presentan la salvación como un
hecho pasado, presente y también futuro (ver com. Rom. 8: 24).
Poder.
Gr. dúnamis (ver com. Luc. 1: 35). Para aquellos que debido a su
disposición para creer en la genuina afirmación del Evangelio "están siendo
salvados", la "palabra de la cruz" es "poder de Dios". Este poder se demuestra
en la transformación del carácter que acompaña al pecador que acepta las
estipulaciones de la gracia. El Evangelio es mucho más que una presentación
doctrinal o un relato de lo que Jesús hizo por la humanidad cuando murió en la
cruz: es la aplicación del grandioso poder de Dios al corazón y a la vida del
pecador arrepentido y creyente, que lo convierte en una nueva criatura (ver Rom.
1: 16; cf. 2 Cor. 5: 17).
19. Está escrito.
La cita es de Isa. 29: 14, y concuerda mejor con la LXX que con el texto
hebreo. Pablo presenta una prueba bíblica para su afirmación de 1 Cor. 1: 18.
Todos los esfuerzos de los hombres para hallar un camino de salvación mediante
la Filosofía y el pensamiento humanos serán rechazados por el Señor y
aniquilados.
20. ¿Dónde está el sabio?
Este versículo es una cita libre que combina ideas de Isa. 19: 12; 33:
18; cf. cap. 44: 25. Con "sabio" Pablo quizá se refería en particular a los
griegos que amaban la filosofía terrenal; con "escriba", a los judíos que ponían
el énfasis en la autoridad de la ley; y con "disputador", tanto a los griegos
como a los judíos que se complacían en argumentaciones filosóficas. Este
versículo destaca la absoluta inutilidad de todas las formas humanas de
pensamiento y de razonamiento como medio para lograr la salvación.
21. En la sabiduría de Dios.
Los
hombres no habían aprendido a conocer a Dios aunque estaban rodeados por muchas
evidencias de su sabiduría divina en las grandiosas obras de la creación, en los
prodigios del mundo natural, en las glorias de los cielos estelares y en las
formas admirables en que la Providencia obra en favor de ellos. En su amor y
compasión por la humanidad pérdida, Dios proclamó la gloriosa nueva de la
salvación por la fe en Cristo. Esa nueva -que para los individuos sabios a la
manera mundana era sólo locura- para los que la aceptaron se convirtió en el
instrumento elegido por Dios para la redención.
No conoció a Dios.
Es decir, no alcanzó un conocimiento de él. Pablo está hablando de la
sabiduría de la salvación, según se revela en el Evangelio.
Mediante la
sabiduría.
A pesar de que el mundo se jactaba de su sabiduría y de su
conquistas, no había llegado al conocimiento del verdadero Dios. Los griegos se
destaca han por su filosofía, pero toda su investigación en busca de cosas
nuevas y extrañas (ver Hech. 17: 21) no los había conducido al conocimiento del
" "Dios que hizo el mundo y toda las cosas que en él hay" " (vers. 24). Los
judío también se jactaban de su sabiduría superior, pero eran tristemente
ignorantes del conocimiento esencial de la salvación.
Predicación.
Gr. k'rugma , "anuncio", "proclamación", con énfasis en el mensaje
predicado, aunque sin excluir la idea de proclamarlo; debe distinguirse de
k'ruxis, "el acto de predicar". La "locura de la predicación" es el anuncio del
Evangelio de salvación mediante la fe en el Cristo crucificado, que para los
griegos y para los judíos incrédulos parecía pura locura.
22. Los judíos.
La palabra aparece
sin artículo, "judíos", destacándose así las características del sustantivo
antes que su identidad. Lo mismo ocurre con "los griegos".
Señales.
En cuanto a que los judíos pedía señales, ver com. Mat. 12: 38; cf.
Talmud Sanhedrin 98a. Al hablar de judíos y griegos Pablo designaba a los dos
grupos importantes con los cuales tenía que verse. Los judíos buscaban
demostraciones externas y física en forma de prodigios, milagros y sucesos
sobrenaturales y maravillosos.
Griegos.
Estos se habían
distinguido durante siglos como intelectuales y pensadores. Creían que el
intelecto humano podía penetrar en todo y comprenderlo todo.
23. Cristo crucificado.
Ver com.
cap. 2: 2.
Tropezadero.
La RVR traduce correcta mente la palabra
griega skándalon , "el gatillo o disparador de una trampa", o "el palo que sirve
de cebo en una trampa", colocado de tal forma que cuando un animal lo pisaba, la
trampa saltaba y el animal quedaba apresado. Skándalon significa metafóricamente
lo que es ocasión de pecado, error u ofensa. El mensaje del Salvador crucificado
era una ofensa para la nación de Israel según la carne, que se aferraba a la
expectativa de un Mesías que gobernaría como un rey terrenal y haría que los
israelitas predominaran en el mundo. El Evangelio era diametralmente opuesto a
este concepto del Mesías, y por lo tanto los judíos lo rechazaron para su propia
ruina. Cf. Gál. 5: 11, donde skándalon se ha traducido "ofensa" (VM). La actitud
de los judíos hacia la idea de que alguien que había sido crucificado pudiera
ser el Mesías, está ilustrada en el Diálogo con Trifón , de Justino Mártir,
donde dice Trifón: "Pero este así llamado Cristo de vosotros, fue vil e
ignominioso hasta el punto de que la última maldición contenida en la ley de
Dios cayó sobre él, pues fue crucificado".
Para los gentiles.
Para los que confiaban en la filosofía, la lógica, la ciencia y los
descubrimientos intelectuales, la idea de que pudiera salvarlos uno que había
muerto en la forma más humillante de castigo usada por los romanos la
-crucifixión-, era una completa necedad (ver HAp 199). La dificultad que
experimenta la mente filosófica para aceptar a un crucificado como el Hijo de
Dios se refleja en el siguiente pasaje de Justino Mártir: "Pues con qué razón
debiéramos creer que un crucificado es el primogénito del Dios no engendrado, y
que él mismo juzgará a toda la raza humana, a menos que hubiéramos encontrado
testimonios acerca de él publicados antes de que viniera y naciera como hombre,
y a menos que viéramos que las cosas así sucedieron" ( Primera apología 53). En
el cap. 13, el mismo apologista declara: "Pues ellos declaran que nuestra locura
consiste en esto: en que damos a un crucificado el segundo lugar después del
Dios inmutable y eterno".
24. Llamados.
Es decir, los que han sido efectivamente llamados. Para los tales no
sólo se ha extendido la invitación, sino que también ha sido aceptada. En cuanto
al significado de "llamados", " ver com. Rom. 8: 28, 30.
Así judíos como
griegos.
Ver com. Rom. 1: 16. Todos los verdaderos cristianos, sin tomar
en cuenta su nacionalidad u oportunidades o privilegios culturales, reconocen
que Jesús es Aquel mediante el cual se ejerce el poder de Dios para su
salvación. Comprenden que es sabio el plan de Dios para la redención del hombre,
y que elimina todas las barreras y reúne a los hombres de todas las clases y
culturas formando con ellos una gran comunidad de amante compañerismo.
25. Lo insensato de Dios.
El medio
que Dios ha dispuesto para la salvación del hombre parece necedad y debilidad
para los que están cegados por la filosofía humana. El lenguaje de Pablo es
figurado, pues en realidad no hay insensatez ni debilidad en Dios; pero su trato
con la raza humana es una completa insensatez para el razonamiento irregenerado
de los impíos. Los planes de Dios para la reforma y la restauración del hombre
están, seguramente, mucho mejor adaptados a las necesidades humanas que todos
los planes y artificios de los más inteligentes y más preparados pensadores que
pueda producir este mundo.
Lo débil de Dios.
Es decir, lo que al
hombre le parece débil (ver com. "lo insensato de Dios").
26. No sois muchos sabios.
" "El Evangelio ha logrado siempre sus mayores éxitos entre las clases
humildes" " (HAp 368). Para establecer su iglesia Dios no se valió del consejo
de los sabios, los ricos o los poderosos de este mundo. Él procura ganar a todas
las clases, pero la pretendida sabiduría de este mundo con frecuencia induce a
los hombres a ensalzarse a sí mismos y a no humillarse ante Dios. Por lo tanto,
es pequeña la proporción de ricos según el mundo y de aquellos considerados como
líderes del pensamiento popular que aceptan el sencillo Evangelio de Jesucristo.
27. Lo necio.
La mente que está
llena con el conocimiento de este mundo, con frecuencia se confunde con las
claras y sencillas declaraciones de la verdad evangélica presentadas por uno que
ha recibido la enseñanza del Espíritu de Dios, pero que quizá no ha aprendido
mucho en los establecimientos educativos del mundo. Los judíos quedaron
asombrados por la sabiduría de Jesús, y preguntaron: "¿Cómo sabe éste letras,
sin haber estudiado?" (Juan 7: 15). No podían entender cómo alguien que no había
asistido a las escuelas de los rabinos fuera capaz de apreciar las verdades
espirituales. Esta situación aún prevalece. El valor que se atribuye a la
enseñanza de n hombre con frecuencia se calcula por la cantidad de años de
estudio que tiene. La verdadera educación es la que coloca la Palabra de Dios
como el centro supremo de todo. El que ha obtenido una educación tal será
humilde, sumiso y completamente entregado a la dirección del Espíritu Santo. Cf.
Mat. 11: 25.
Lo débil.
Es decir, lo que el mundo considera como
débil.
28. Lo vil.
Gr. agen's ,
literalmente "sin familia", por lo tanto, uno que no tiene nombre o reputación.
Agen's significa aquí los que no son considerados importantes entre lo hombres.
Pablo está destacando que Dios en ninguna forma depende de la habilidad humana o
del conocimiento de los hombres para la realización de los propósitos divinos en
la redención de los hombres. Los instrumentos humildes, que se han entregado
plenamente, son usados por el Señor para mostrar cuán vanos e impotentes son los
que confían en la jerarquía, el poder y el conocimiento que pertenecen al mundo.
Lo que no es.
Es decir, las cosas que el mundo considera como
que no existen o que no son de valor.
29. Nadie.
Pablo ahora resume el tema de los vers. 18-28
afirmando que ninguna clase de hombres, ya fueran ricos o pobres, encumbrados o
humildes, instruidos o ignorantes, tiene motivo para jactarse ante Dios.
30.
En Cristo Jesús.
La unión con
Cristo convierte a los cristianos en fuertes y sabios. No alcanzan por sí mismos
elevados puestos, riquezas, honores o poder, sino que Dios les proporciona todas
las cosas por medio de Jesucristo. Puede ser que los hombres no lo reconozcan,
sin embargo, todo lo bueno que poseen en la vida lo tienen por medio de Cristo.
Todo lo necesario para rescatar a los hombres de la degradación en que se han
hundido como resultado del pecado, se encuentra en Jesús, quien es "la plenitud
de la Deidad" (Col. 2: 9; cf. PVGM 87). Mediante Jesús llegamos a ser sabios,
rectos, santos y redimidos.
Justificación.
La justicia de Cristo es imputada e impartida por
la fe al creyente arrepentido (ver com. Rom. 1: 17; 4: 3).
31. Gloríese en el Señor.
Una cita
abreviada de Jer. 9: 23-24. No hay motivo de ensalzamiento o jactancia en
cualquier hazaña humana. Lo único por lo cual el hombre puede jactarse con
justicia es por conocer al Señor Jesucristo como su Salvador personal. La
maravilla del amor y la sabiduría de Dios que se revelan en Cristo, es un
continuo motivo de alabanza y regocijo ante el cual la sabiduría del hombre y
todas sus proezas se pierden en una insignificancia total.
CBA T6
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