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CBA SEGUNDA EPÍSTOLA A LOS CORINTIOS Capítulo 8

CBA: 2ª Epístola a Los Corintios capítulo 8
1. Hermanos. 

" Los cap. 8 y 9 son una nueva sección que trata de la colecta para los pobres de Judea (ver com. 1 Cor. 16: 1). La palabra "hermanos" es la nota tónica de esta sección. El amor fraternal entre los cristianos constituye el verdadero motivo para dar y compartir. En 2 Cor. 8: 15 Pablo llama la atención de los corintios al ejemplo de generosidad de las iglesias de Macedonia, desde donde escribe esta epístola. " 

" Pablo les había mencionado antes a los corintios el asunto de la ayuda para Judea y su plan acerca de la gran colecta (1 Cor. 16: 1-4; cf. Gál. 2: 9-10). Cuando Pablo les presentó el plan un año antes, aproximadamente (2 Cor. 8: 10), habían manifestado gran celo, lo cual Pablo alabó más tarde ante otros (cap. 9: 3-4); pero ese fervor había desaparecido, y cuando el apóstol escribió esta epístola estaban muy lejos de haber cumplido con sus promesas (cap. 9: 45). Eso se debió quizá a un período de decadencia espiritual entre los corintios, aunque ya se habían arrepentido plenamente. Como Pablo había visto que su conversión era auténtica, tenía razón de dar por sentado que estarían anhelando demostrar su amor en forma práctica. Una de las señales de la verdadera conversión es la buena voluntad para hacer sacrificios personales a favor de los que están en necesidad. " 

Gracia de Dios. 

" Las iglesias de Macedonia fueron generosas a pesar de su "profunda pobreza" (vers. 2), y eso probaba que la "gracia de Dios" movía los corazones de los macedonios. Pablo destaca cuál era la verdadera fuente de esa generosidad, indicándoles a los corintios que es la gracia divina la que mueve a dar con generosidad y sacrificio. Los cristianos dice la Palabra son "administradores de la multiforme gracia de Dios" " (1 Ped. 4: 10). Además, por la gracia de Dios, son administradores de todo lo que poseen. La voluntad para dar a otros es un talento inspirado por el cielo, y por eso es una evidencia especial de la gracia divina. Un espíritu generoso procura manifestarse espontáneamente en actos de generosidad. No necesita que se lo inste a dar. 

Iglesias de Macedonia. 

Pablo las ensalzaba como dignas de ser imitadas. Todas habían sido fundadas por él: en Filipos, en Tesalónica, en Berea y quizá en otros lugares. La iglesia de Filipos se caracterizaba por su generosidad. Fue la única iglesia, hasta donde sepamos, que contribuyó para suplir las necesidades personales de Pablo como misionero de sostén propio (2 Cor. 11: 9; cf. Fil. 4: 10-11, 14-18), pues él no recibía ayuda económica ni de la iglesia de Jerusalén ni de la de Antioquía (1 Cor. 9: 4-7, 14-15). La iglesia de Berea también era de un carácter digno y noble (Hech. 17: 10-12), y Macedonia y Acaya daban con generosidad (Rom. 15: 26). 

2. Prueba. 

O "examen". Se usa especialmente para el examen de la calidad de los metales. " "La gran tribulación con que han sido acrisolados" " (BC). Los cristianos macedonios sufrían aflicciones superiores a las comunes, y sin embargo su fe y temple cristianos demostraron ser genuinos. Sufrieron grandes persecuciones (Hech. 17: 5-9; 1 Tes. 1: 6-8; 2: 14; 3: 3-5; 2 Tes. 1: 4-6). Una de las grandes pruebas de la vida cristiana triunfante es disfrutar de gozo, paz y amor en medio de las aflicciones (Mat. 5: 11-12; Rom. 5: 3, 12: 12; 1 Ped. 2: 20-21). 

Abundancia de su gozo. 

La persecución y la pobreza podrían tender a aminorar el espíritu y la práctica de la liberalidad, pero la abundancia del gozo de los macedonios más la profundidad de su pobreza, se presentan como inspirando generosidad. Tal era el espíritu de la iglesia primitiva (Hech. 4: 32-37). 

Profunda pobreza. 

La pobreza de los macedonios era de tal naturaleza que no tenían para suplir adecuadamente sus propias necesidades. Pero a pesar de "su profunda pobreza" daban generosamente para los necesitados. Pablo alababa a los cristianos macedonios no por la cantidad que daban, aunque sin duda era considerable, sino por el espíritu que los impulsaba a dar, espíritu que Pablo destacaba como digno de ser imitado (ver com. Mar. 12: 41-44). 

La profunda pobreza de Macedonia en ese tiempo se debía a varios factores. Esa zona había sido desolada por tres guerras: la primera entre Julio César y Pompeyo; la segunda, entre los triunviros y Bruto y Casio, después del asesinato de César; la tercera, entre Octavio y Marco Antonio (ver t. V, pp. 30, 37-39). Tan desesperada era la situación de los macedonios, que habían pedido al emperador Tiberio que redujera los impuestos. Además, la mayoría de los primeros cristianos provenían de las clases más pobres de la sociedad. 

Generosidad. 

Gr. haplót's, "sencillez", 'honradez", "generosidad", "sinceridad" (2 Cor. 11: 3; Efe. 6: 5; Col. 3: 22; etc.). Aquí significa una buena disposición tanto de mente como de corazón, que se manifestaba en mucha generosidad. Se refiere no tanto a lo que se daba sino a la respuesta del corazón, que es la base de toda verdadera dádiva, y que resulta en abnegación espontánea por el bienestar ajeno. 

3. Conforme a sus fuerzas. 

En el texto griego los vers. 36 constituyen un solo párrafo, que explica más los alcances de la generosidad mencionada en los vers. 1 y 2. Los macedonios dieron más allá de sus fuerzas y de sus recursos. Su tendencia no era a dar con mezquindad sino a excederse dando. Daban espontáneamente y sin que se los instara o se les recordara, como parecía ser el caso de los corintios. Para los macedonios era suficiente que supieran que había una necesidad. Pedían que se les concediera el privilegio de participar en la ayuda para los santos de Jerusalén. Su espíritu demostraba completa abnegación y dedicación a la obra del Señor. 

4. Participar. 

Los macedonios consideraban la necesidad de sus hermanos de Jerusalén como si fuera suya. Para ellos, pertenecer a la gran familia cristiana significaba participar en una causa común con los demás cristianos en el sacrificio, en el sufrimiento, en la pobreza y en la ayuda a otros. Hasta donde podían, y aun más allá, estaban dispuestos a compartirlo todo, aun la pobreza (ver Hech. 2: 44; 4: 32). Sus recursos espirituales, morales, sociales y materiales estaban a disposición de otros, listos para ser usados en la causa común. En realidad, consideraban un privilegio que se les permitiera proceder así. 

5. No como lo esperábamos. 

Habían sobrepasado las mejores expectativas de Pablo. No consideraban la colecta como un deber, sino como un privilegio; tomaron como suya esa causa. 

A sí mismos se dieron. 

La dádiva de los macedonios procedía de corazones consagrados y dedicados. Se dieron primero a sí mismos, y sus donativos fluyeron espontáneamente. Se entregaron junto con sus donativos (cf. Prov. 23: 26). El cristiano que da su corazón a Dios no retiene nada. El ejemplo de los macedonios para los corintios y para los cristianos de todos los tiempos ilustra la gran verdad de que "el donativo sin el donante no tiene ningún valor". El que se entrega a sí mismo sin reservas, no vacilará en dar también sus posesiones. 

Voluntad de Dios. 

Permitían que Dios dirigiera sus vidas, y la voluntad divina se convirtió en la voluntad suya; evidencia de una completa conversión. 

6. Exhortamos. 

Gr. parakaléÇ (ver com. Mat. 5: 4). Tito era griego (Gál. 2: 1, 3) y uno de los amigos en quien Pablo tenía más confianza (Tito 1: 4) Lo había enviado para que se ocupara del difícil problema de Corinto, y su misión tuvo más éxito del esperado (ver com. 2 Cor. 7: 13); se ganó la confianza de los creyentes corintios y había comenzado una colecta entre ellos para los pobres de Judea. El plan era que Tito regresara a Corinto con esta epístola y terminara la colecta (cap. 9: 5; cf. cap. 12: 18). 

Tal como comenzó. 

Es decir, Tito había puesto en marcha el plan que ahora se desarrollaba en Corinto. 886 

Esta obra de gracia. 

La colecta demostraba la gracia de Dios en acción en los corazones de los donantes (ver com. vers. 1-2). 

7. En todo. 

Una experiencia cristiana equilibrada consiste en el desarrollo armonioso de la vida y el servicio, de la gracia que actúa en lo íntimo y de la expresión externa de esa gracia. Cualquier aspecto de la vida cristiana que se cultiva a expensas de otros aspectos, puede llegar a ser un defecto. Compárese con 1 Cor. 1: 5. Los corintios se destacaban en tantas cosas, que hubiera sido una inconsecuencia suya descuidar la gracia de la caridad. 

Abundáis. 

En los vers. 7-15, Pablo da instrucciones acerca de la colecta en Corinto, y recurre al principio de que la vida cristiana es una vida abundante (Juan 10: 10). 

Esta gracia. 

Es decir, la colecta (ver com. vers. 1-2). 

8. No hablo como quien manda. 

Cf. 1 Cor. 7: 6, 12, 25. La colecta debía completarse por la propia determinación de ellos, y no porque Pablo lo exigiera. Una orden tal habría indicado que Pablo ponía en duda su disposición para obedecer por amor y habría violado el principio de que sólo las ofrendas voluntarias son aceptables ante Dios (ver com. Mat. 12: 41-44). 

Para poner a prueba. 

El noble ejemplo de los macedonios se convirtió en una prueba divinamente establecida para los corintios. Pablo no recurría al orgullo, la vanidad, a sentimientos egoístas o a un espíritu de rivalidad y competencia, para animar a los corintios a hacer algo que motivos más dignos no hubieran logrado. La imitación de las vidas nobles nunca conduce a la rivalidad, sino que pone a prueba la profundidad y la autenticidad del amor y de la consagración de cada uno. Este elevado principio de comparación proporciona un valioso medio de disciplina espiritual. 

La diligencia de otros. 

Es decir, la presteza de los creyentes macedonios, quienes, aunque pobres, respondieron a la súplica de ayudar a los necesitados de Jerusalén. 

Sinceridad del amor vuestro. 

Ver com. cap. 7: 11, 16. Pablo no dudaba de la sinceridad de ellos, pero sabía que la colecta representaría una oportunidad ideal para demostrar la autenticidad del amor de los corintios. 

9. Conocéis. 

Pablo les había presentado plenamente la gracia de Cristo y la conocían por experiencia como es evidente por el texto griego, y no simplemente como un dogma de fe. Sabían por experiencia propia que el Señor es benigno. En realidad, ellos constituían una evidencia viviente de esa gracia. La gracia de Cristo debe gobernar el corazón y la voluntad, pues nunca será eficaz mientras sea sólo un concepto intelectual. Por eso ninguna verdad divina se puede conocer sólo en forma intelectual (Mat. 16: 17; Juan 6: 45; 16: 14; 1 Cor. 2: 4; 12: 3). Los seres humanos pueden saber que la Palabra de Dios es verdad sólo por medio de la enseñanza y la convicción del Espíritu Santo. Las riquezas que recibimos debido a la pobreza de Cristo, son posibles mediante la iluminación espiritual de la vida. 

Gracia. 

Ver com. Rom. 3: 24. Los actos culminantes de Cristo su encarnación y crucifixión son atribuidos exclusivamente a la gracia, aquí y en Rom. 5: 15; Gál. 1: 6. Esos actos constituían las manifestaciones supremas del amor y la condescendencia de Dios. Pablo contrasta el sacrificio supremo de Cristo con los actos de la caridad humana, que son infinitamente más pequeños. 

Señor Jesucristo. 

Ver com. Mat. 1: 1; Juan 1: 38. 

Se hizo pobre. 

Gr. ptÇjéuÇ, "ser pobre", "mendigar". En cuanto a ptÇjós , el sustantivo afín, ver com. Mar 12: 42. El tiempo del verbo indica que el acto de hacerse "pobre" fue su encarnación. Cristo se despojó completamente de sí mismo; no retuvo nada de las infinitas riquezas que una vez fueron suyas. Asumió la naturaleza humana y se sujetó a las limitaciones de la humanidad. Se hizo pobre hasta el punto de no poder hacer nada por sí mismo (Juan 5: 19-20; ver t. V, pp. 894-896). 

Siendo rico. 

Alusión a la existencia de Cristo antes de su encarnación (ver Juan 17: 5; com. Fil. 2: 6-7; Nota Adicional de Juan 1). Como era Creador y Rey, el universo era suyo (Juan 1: 1-2; Col. 1: 15-17); pero fue extremadamente pobre durante su vida terrenal (Mat. 8: 20). Sus riquezas consistían en la naturaleza y los atributos de la Deidad, en incontables millones de mundos, en la adoración y la lealtad de multitudes de ángeles. 

Fueseis enriquecidos. 

Con la entrada del pecado, el hombre perdió su hogar, su dominio, su carácter y aun su vida y ahora su finísima naturaleza lo impulsa sin cesar a buscar falsas riquezas (ver com. Isa. 55: 2; Juan 6: 27). Pero a los que no hagan tesoros en el 887 cielo les espera una eterna pobreza (ver com. Mat. 19: 21; Luc. 12: 21). Cristo vino para liberar a la humanidad de su pobreza, pobreza que resulta paradójicamente de buscar falsas riquezas (ver 1 JT 381). En Cristo y mediante él, los seres humanos pueden discernir el verdadero valor de las cosas y recibir el privilegio de ser "enriquecidos" " en él; en Cristo heredan todas las cosas (Mat. 6: 20; Rom. 8: 17, 32; 1 Cor. 1: 5; Efe. 1: 3-5, 10-11, 18-19; 2: 6-7 ver com. Mat. 6: 33). 

10. Mi consejo. 

Pablo no habla "como quien manda" (ver com. vers. 8), pues sabía que una expresión de mesurado juicio tendría más influencia sobre los corintios que una orden rotunda. La iglesia ya estaba dispuesta a dar la ofrenda; sólo necesitaba que se la animara para que cumpliera sus buenas intenciones. Una orden habría sido completamente inoportuna. 

Esto os conviene. 

El consejo de Pablo era que no demoraran más la terminación de lo que habían comenzado el año anterior. Por el propio bien de ellos era deseable que no procedieran así. Una demora perjudicaría su propia experiencia cristiana y los expondría a críticas. No se puede anular un voto hecho a Dios sin que peligre la integridad del cristiano (Ecl. 5: 45). 

El año pasado. 

Había transcurrido aproximadamente un año desde que los creyentes corintios comenzaron a reunir fondos para la iglesia de Jerusalén (cap. 9: 2). Ese noble proyecto había sido interrumpido sin duda por las disputas y las luchas causadas por los falsos apóstoles; pero como la mayoría había confirmado su lealtad a Pablo, el proyecto podía proseguir. Ver com. cap. 11: 22. 

11. Llevad. . . a cabo. 

O "completad"; debían terminar lo que ya habían prometido hacer. 

Prontos a querer. 

Una mente bien dispuesta hace que aún lo poco sea aceptable, pero hacer menos de lo que se puede no es tener buena voluntad. Una voluntad generosa es buena en sí misma, pero no es suficiente. La voluntad debe estar acompañada con hechos si queremos que nuestros mejores deseos y energías den solidez y fortaleza al carácter. Es bueno acariciar el ideal de la caridad, pero el ideal debe expresarse en forma Práctica. La fe y el amor, como simples ideales, nunca alimentan al hambriento ni visten al desnudo (Sant. 2: 14-20); por lo tanto, la prontitud para "querer" es una disposición espontánea y una actitud mental para servir a Dios y a nuestros prójimos. El que está bien dispuesto no necesita que otros lo animen e impulsen. 

12. Voluntad dispuesta. 

Una voluntad sinceramente bien dispuesta determina que la dádiva sea aceptable ante Dios. Para Dios es permanente la pregunta: ¿cuánto dio tu corazón? Si el corazón no da nada, lo que las manos entregan no tiene valor ante él. El Señor no necesita nuestro dinero, no se interesa en él ni se beneficia con él. Una persona puede tener poco o nada para dar, pero el corazón bien dispuesto es el que santifica la dádiva. Los mejores esfuerzos de una persona pueden fracasar debido a circunstancias insuperables, o sus deseos de trabajar para Dios pueden quedar sin cumplirse por falta de oportunidades; sin embargo, no por eso será condenada por el cielo. En cuanto a las condiciones de las recompensas eternas, ver com. Mat. 20: 1-16; 25: 14-46. Lo que tiene valor delante de Dios no es el número de talentos que un hombre pueda tener, sino la consagración y fidelidad con que los utiliza.  

13. Para vosotros estrechez. 

Pablo no quería que los corintios llevaran una carga mayor que la que les correspondía, y que de ese modo las iglesias de otros lugares no hicieran su parte. 

14. Con igualdad. 

El apóstol no se refiere a una igualdad de propiedades o bienes, sino a una igualdad proporcionada de esfuerzos. Los corintios debido a su prosperidad material podían hacer mucho más que los macedonios en medio de su pobreza (ver com. vers. 1-5). 

La necesidad vuestra. 

Podría llegar un tiempo cuando los corintios estuvieran en necesidad y otros llevaran una parte mayor de la carga. Las Escrituras reconocen el derecho de propiedad privada y el derecho de que todas la contribuciones sean voluntarias, pero también condenan el egoísmo y el despiadado descuido de los pobres y necesitados. Si un cristiano da una gran suma no significa que otros queden liberados de contribuir con lo que pueden. Los que tienen escasos bienes terrenales no están eximidos de hacer su parte proporcional para ayudar a otros (cf. Efe. 4: 28; 2 Tes. 3: 12). 

15. Recogió mucho. 

Para ilustrar el principio de igualdad presentado en el vers. 14, Pablo alude a la recolección del maná en el desierto (Exo. 16: 17- 18). Sin tener en cuenta 888 la cantidad que se recogía, cada persona tenía lo suficiente para sus necesidades. El mismo principio debe actuar en la iglesia cristiana, no por medio de una intervención milagrosa sino de la acción del espíritu del amor hacia los hermanos de la fe. La voluntad de Dios es que cada uno tenga suficientes bienes materiales para responder a sus necesidades. También es la voluntad de Dios que los que debido a su debilidad natural y a sus oportunidades adquieren más bienes temporales, no disfruten egoístamente de esa superabundancia sino que compartan con los necesitados (ver com. Luc. 12: 13-34). Son mayordomos, no dueños absolutos de los bienes terrenales que han reunido, y deben usarlos para el bienestar de sus prójimos (Sal. 112: 9; Mat. 25: 14-46). De esa manera se evitarían los males que resultan tanto de la excesiva riqueza como de la extrema pobreza. 

16. Gracias a Dios. 

Pablo comienza otra sección de su carta. En los vers. 1-15 ha presentado ante los corintianos el noble ejemplo de los macedonios enunciando los verdaderos principios de la genealogía cristiana. Ahora procede a bosquejar los detalles prácticos que se deben de seguir para completar la colecta. 

Puso. 

Literalmente "da", es decir, continúa dando, o continuamente da. No había peligro de que se desvaneciera el celo de Tito. 

La misma solicitud. 

Pablo primero alaba a Tito ante la iglesia de Corinto, y expresa gratitud porque compartía el interés de Pablo en la colecta propuesta. Los corintios podían confiar en que Tito se entregaría completamente a la tarea a él encomendada. 

El impulso a participar de empresas que requieren abnegación y que son para el bienestar material y espiritual de la humanidad, es una característica eminente cristiana. las obras de caridad y filantropía son esencialmente cristianas en su origen y espíritu. Este espíritu no se origina en el corazón humano, pues éste es egoísta por la naturaleza. Es parte de la gran obra de la iglesia hacer que los hombres se vuelvan generosos inspirándolos con una genuina preocupación por el bienestar de otros. Los cristianos deben estar agradecidos a Dios por la iglesia, que inspira a sus miembros no sólo a contribuir para satisfacer las necesidades de otros feligreses, sino también a auxiliarlos personalmente en sus necesidades (Mat. 20: 26, 28). De ese modo Tito podía hacer un verdadero favor a los corintios al estimular su generosidad. En vez de tratar de evitar las exhortaciones a dar para la salvación y el bienestar de otros, los cristianos deben agradecer a Dios por tales oportunidades. 

17. Recibió la exhortación. 

Tito había respondido con alegría a la exhortación de que Pablo fuera a Corinto, con la esperanza de que se restauraran la paz y la unidad de la iglesia. 

Solícito. 

Las palabras de Pablo expresan doble significado. Aunque la colecta fue iniciada por Pablo, Tito estaba plenamente de acuerdo con el plan y participó en el esfuerzo para que tuviera éxito. Pablo no era el único que impulsaba ese plan; sin duda Tito ya se había ofrecido para ir a esa misión a Corinto. 

Partió. 

Pablo habla de la inminente partida de Tito para Corinto como si ya hubiera ido, pues tenía en cuenta el momento cuando los corintios leyeran esta carta. Esta construcción griega muy característica, indica claramente que Tito fue el aportador de la segunda epístola. 

18. Al hermano. 

Pablo confió a tres hombres la obra de la colecta en Acaya: a Tito y otros dos cuyos nombres no se mencionan. Los tres disfrutaban de la confianza de las iglesias. Esta medida tenía el propósito de facilitar la colecta y de proteger a los que se ocupaban de ella contra la sospecha de que tomaban algo para su propio uso. En vista de que en Corinto una minoría aun se oponía a Pablo, era mejor que él no hiciera personalmente la colecta. Sin duda se reunió una suma considerable, y así se podría presentar en las iglesias un informe completo, tanto de la cantidad recogida como de su entrega en Jerusalén (vers. 20-21). Pablo sabía que sus adversarios tratarían de hallar faltas en él. Se aconseja específicamente al ministro del Evangelio que sea prudente en la forma como maneja el dinero (1 Tim. 3: 3; 1 Ped. 5: 2). 

Cuya alabanza. 

Este hermano había demostrado ser un eficaz colaborador "en el evangelio", y debía ser prestado como un digno colaborador de Pablo y de Tito. 

19. Designado. 

Gr. jeirotonéÇ (ver com. Hech. 14: 23). Aunque esta palabra literalmente significa "extender la mano" y por lo tanto "elegir", el uso que se le da aquí no explica la forma en que fue "designado" este compañero de Tito. 889 

Para llevar. 

Es decir, a Jerusalén, en compañía de Pablo y de otros, para entregar a los hermanos los fondos reunidos en Macedonia y en Grecia. 

Para gloria. 

La colecta para los santos de Jerusalén induciría a los hombres a que glorificaran a Dios. Los de Jerusalén alabarían al Señor porque el Evangelio había movido a los gentiles a demostrar interés por sus necesidades en forma material, y los gentiles se gozarían en suplir las necesidades de sus hermanos judíos cristianos. 

Vuestra buena voluntad. 

La evidencia textual (cf. p. 10) establece el texto "nuestra buena voluntad". Además del beneficio material que recibirían los santos pobres de Jerusalén y las iglesias de origen gentil por ayudarlos en su necesidad, esta colecta también demostraría a los cristianos de origen judío, de Judea, que Pablo en su obra entre los gentiles no se había olvidado de ellos. Esta misión uniría los corazones de judíos y gentiles y tendería a unificarlos en comunión cristiana, lo cual ayudaría a derribar "la pared intermedia de separación" (Efe. 2: 14) que los separaba. 

20. Evitando. 

O "tomando precauciones en cuanto a esto". Pablo procuraba evitar cualquier motivo para la acusación de que estaba sacando ventaja personal con la colecta. Aun la estricta honradez puede no ser siempre suficiente al tratarse de dinero, cuando el menor descuido puede convertirse en motivo de crítica. El ministro cristiano debe manejar de modo especial y con escrupuloso cuidado los asuntos de dinero (cf. 1 Tim. 3: 3; 1 Ped. 5: 2). 

Censure. 

O "reproche" (BJ). Esto significa que alguien podría acusar a Pablo de no haber sido estrictamente honrado en el manejo de los fondos confiados a él. 

Abundante. 

La colecta tenía toda la apariencia de alcanzar un gran éxito, teniendo en cuenta lo que Pablo anticipaba de la iglesia de Corinto, que era comparativamente rica. Los corintios tenían fama de ser adinerados, lo que se refleja en este proverbio: "No todos pueden pretender vivir en Corinto". 

21. Honradamente. 

Gr. kalós, "bueno", "admirable", significando lo que parece y es honorable. "procuramos el bien" (BJ). Aquí denota la conducta del que posee la excelencia del amor y por eso disfruta de buena reputación ante otros, el cual es tenido en alta estima por su admirable conducta. Los cristianos no sólo son llamados a ser santos, honrados y puros, sino que "también delante de los hombres" deben ser reconocidos como dotados de la belleza de la santidad, la honradez y la pureza. El verdadero cristiano debe ser un ejemplo ante Dios y los hombres de una vida bella y atrayente (Rom. 12: 17; Fil. 4: 8; 1 Ped. 2: 12). Este versículo es una cita de Prov. 3: 4, LXX. 

22. Nuestro hermano. 

Este "hermano", como el del vers. 18, no es posible identificarlo; sin embargo, algunos han sugerido que es Tíquico, uno de los miembros de la delegación que acompañó a Pablo a Jerusalén con la colecta (Hech. 20: 4). En otro lugar Pablo habla de Tíquico como de un "hermano amado y fiel ministro en el Señor" (Efe. 6: 21; Col. 4: 7). Pablo consideraba a Tíquico como a uno de sus mensajeros más dignos de confianza, y más tarde lo envió a varias misiones importantes (2 Tim. 4: 12; Tito 3: 12). 

23. Tito. 

Aquí Pablo alaba a los tres hombres escogidos para dirigir la obra de la colecta, como personas diligentes en quienes podían confiar los corintios. Los inviste con plena autoridad, para que ninguno de los bandos de Corinto pusiera en duda los motivos de ellos. Los presenta como dignos de toda confianza, y así debían ser aceptados. Primero menciona a Tito, evidentemente como el que encabeza el grupo y representa personalmente a Pablo. Posteriormente Tito ocupó un cargo importante en el liderazgo de la iglesia cristiana primitiva (Tito 1: 1-5; 2: 15). 

Mensajeros. 

Literalmente "apóstoles" o "enviados [en una misión]". Esta designación los inviste con una autoridad equivalente a la de Pablo (cap. 1: 1) en lo que tiene que ver con la colecta; pero no les confiere necesariamente el título o cargo permanente de apóstol. 

Gloria de Cristo. 

Estos tres hombres debían ser tratados con sumo respeto como representantes personales de Cristo, pues su misión redundaría para la gloria del Señor. Pablo no podría haber alabado más a estos hombres. 

24. Mostrad. 

Pablo exhorta a los corintios a que estén a la altura de su responsabilidad dando ejemplo digno de ser imitado por los cristianos de otros lugares. La actitud que adoptaran, la contribución que hicieran y el trato que les dieran a esos delegados inevitablemente se conocería en otras iglesias. En este asunto de la colecta los corintios eran un 890 espectáculo para otros; estaba en juego su honor como iglesia. La única respuesta adecuada de su parte sería la de una cordial cooperación con los mensajeros de Cristo y la de ser generosos con los cristianos pobres de Judea. 

Cada iglesia es representante del reino de Dios, y por lo tanto espectáculo para los ángeles y los hombres (1 Cor. 4: 9). A ninguno de los súbditos de este reino se le ha confiado dones o bendiciones de Dios sencillamente para su propio uso, ya se trate de la verdad, de una experiencia personal con Cristo, o de las bendiciones materiales otorgadas por la providencia de Dios. 


CBA T6

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