1. Tiempos y... ocasiones.
En cuanto al
significado de esta expresión, ver com. Hech. 1: 7. Pablo ha explicado
cuidadosamente la situación de "los que duermen" (cap. 4: 13), y ha recordado a
sus conversos el orden de los sucesos que ocurrirán en el segundo advenimiento;
pero según las razones siguientes no tiene el propósito de tratar la cronología
de los últimos días.
No tenéis necesidad.
El apóstol había
enseñado cuidadosamente a los tesalonicenses (cf. cap. 2: 11, 13; 3: 4; ver com.
cap. 4: 1-2), y les había dado toda la información necesaria en cuanto a
"tiempos y... ocasiones".
2. Sabéis
perfectamente.
Mejor "sabéis exactamente". No se trataba de que los
tesalonicenses supieran todo lo que podía saberse en cuanto al "día del Señor",
sino que comprendían bien que vendría súbitamente. Estas palabras muestran
claramente que el apóstol les había dado las enseñanzas del Señor acerca de ese
tema (Mat. 24: 32-44; etc.). Sólo era necesario confirmarlos en su conocimiento
y recalcar su significado.
El día del Señor.
La evidencia
textual establece (cf. p. 10) la omisión del artículo "el". Esta omisión
posiblemente indique que la expresión "día del Señor" era entendida exactamente
por la iglesia y no necesitaba definirse mediante un artículo. En cuanto a su
significado, ver com. Hech. 2: 20. Con frecuencia Pablo hace referencia a esta
expresión o a su equivalente, abreviándola a veces como "el día" o "aquel día"
(1 Tes. 5: 4; Rom. 2: 16; 1 Cor. 1: 8; 5: 5; 2 Cor. 1: 14; 2 Tes. 1: 10; 2: 2).
"El día del Señor" se refiere aquí a la segunda venida de Cristo.
Vendrá.
El texto griego emplea el tiempo presente para destacar
la certeza del retorno del Señor.
Como ladrón.
Compárese con las
palabras de Cristo en Mat. 24: 43 y Luc. 12: 39-40, y también con 2 Ped. 3: 10;
Apoc. 3: 3; 16: 15. Con la figura de un ladrón, el apóstol da énfasis a lo
inesperado de la segunda venida, amonestando así a sus lectores a estar
preparados para ese suceso en cualquier momento (ver com. 1 Tes. 4: 15). Si
prestaban atención a sus palabras, no tenían por qué ser sorprendidos (cf. Luc.
21: 34-36; 1 Tes. 5: 4).
En la noche.
En los Evangelios con
frecuencia se relaciona la venida del Señor con la noche (Mat. 24: 43; 25: 6;
Mar. 13: 35; Luc. 12: 35-38; 17: 34). La iglesia primitiva entendía literalmente
las ilustraciones y esperaba que el retorno del Señor ocurriera alrededor de la
medianoche. Jerónimo menciona una tradición judía, basada en la venida del Señor
a medianoche en la primera pascua de Egipto, de que el Mesías vendría a
medianoche. A esta tradición Jerónimo atribuye la "tradición apostólica", de que
la vigilia de la víspera de Pascua florida debía continuar hasta medianoche en
anticipación a la venida de Cristo (Jerónimo, com. Mat. 25: 6). El uso que da el
apóstol a la palabra "noche" también debe considerarse en el contexto de los
vers. 4-6.
3. Cuando digan.
Pablo
no identifica definidamente quiénes lo dirán, pero es claro por el contexto
(vers. 4-6) que se está refiriendo a los incrédulos. El apóstol no dice
específicamente el momento cuando los mundanos pronunciarán las palabras que se
les atribuyen, pero es claro por el resto del versículo que deben ser
pronunciadas inmediatamente antes de la venida de Cristo.
Paz y
seguridad.
Estas palabras, pronunciadas por los que no están preparados
para el regreso de su Señor, se refieren a la tranquilidad interior y la
seguridad exterior; revelan la condición mental satisfecha de los que las
pronuncian. Esa tranquilidad es injustificada, pues el desastre es inminente, y
el incrédulo debería realmente aprender del cristiano que por estar velando está
preparado para los sucesos de los últimos días. Las Escrituras enseñan que el
tiempo inmediatamente anterior a la aparición de Cristo, será de angustia
generalizada (ver com. Luc. 21: 25-26; com. "destrucción" y "repentina").
Vendrá.
Gr. efíst'mi, "presentarse", "sobrevenir". Se usa
especialmente para apariciones súbitas (Luc. 2: 9; 20: 1; 24: 4; Hech. 6: 12;
etc.; cf. com. Hech. 12: 7).
Destrucción.
Gr. ólethros ,
"pérdida", "muerte", "ruina", sustantivo derivado del verbo óllumi, "destruir".
Las palabras "destrucción repentina" implican que "el día del Señor" traerá
sobre el mundo incrédulo una catástrofe inesperada.
Repentina.
Gr. aifnídios, "imprevisto", "súbito". Esta palabra aparece en el NT
sólo aquí y en Luc. 21: 34.
Como los dolores.
El parto no se
considera como un suceso imprevisto, pero los dolores de su comienzo vienen
súbitamente. Pablo usa la figura para ilustrar lo repentino de las catástrofes
del último día.
No escaparán.
Mejor "y de ningún modo
escaparán", así como una mujer no puede librarse del nacimiento de su hijo. El
apóstol destaca con esto lo inevitable de la destrucción que sorprenderá a los
que han rechazado a su Salvador. Parecería que Pablo se está refiriendo a las
palabras de Cristo (Luc. 21: 34-36) cuando expresó estos pensamientos a los
tesalonicenses (1 Tes. 5: 3).
4. Mas
vosotros, hermanos.
Pablo contrasta a sus conversos con los incrédulos
del vers. 3.
Entinieblu.
Es decir, en la ignorancia e
indirectamente en la impiedad. "Tinieblas" con frecuencia simboliza en el NT un
estado de pobreza y reprobación espiritual (Mat. 4: 16; 6: 23; Juan 3: 19; Hech.
26: 18; Rom. 13: 12). Los cristianos ya no están en tal condición (1 Tes. 5: 5;
1 Juan 2: 8-10).
Aquel día.
Es decir, "el día del Señor" (vers.
2).
Os sorprenda.
Gr. katalambánÇ , "apoderarse de", "coger"
(ver com. Juan 1: 5). Se usa aquí con el sentido de prender, agarrar. El hijo de
Dios, que está bien informado y es guiado por la luz que refulge de la Palabra
divina, no necesita quedar apresado en la destrucción de los últimos días. Puede
estar adecuadamente preparado para todo lo que sobrevendrá sobre el mundo y sus
habitantes.
5. Porque todos vosotros sois.
Esta cláusula complementa el pensamiento del vers. 4: que los cristianos
no están "en tinieblas". Pablo incluye generosamente a todos los miembros de la
iglesia de Tesalónica en su afirmación, aunque sabe que algunos son débiles
(vers. 14-15).
Hijos de luz.
El cristiano es hijo de Dios (1
Juan 3: 2), y Dios es luz (Juan 1: 9); por esta razón el cristiano es hijo de la
luz debido a su relación con el Padre de las luces (Sant. 1: 17). Además, el
Evangelio proporciona luz (2 Cor. 4: 4; 1 Ped. 2: 9). Por lo tanto, los que
viven de acuerdo con el Evangelio, moran en luz (ver com. Luc. 16: 8; Juan 12:
36).
No somos.
Nótese el cambio de la segunda a la primera
persona del plural. El apóstol se incluye junto con sus compañeros
tesalonicenses. Presenta el ideal, confiando en que eso inspirará aun al miembro
más débil para alcanzar la elevada norma de ser realmente "hijo de luz".
6. No durmamos.
O "no sigamos
durmiendo". Si los hijos de luz se duermen, no tendrán ninguna ventaja. "Dormir"
equivale a indiferencia ante la proximidad de la venida de Cristo, un letargo
que impide que el cristiano esté preparado para los sucesos finales (cf. Mat.
25: 5). Pablo exhorta a sus amigos a no dejarse entrampar por esa indolencia
espiritual, sino a estar bien despiertos (cf. Mar. 13: 35-37; Luc. 21: 34-36;
Efe. 5: 14-16).
Los demás.
Es decir, los hijos de las tinieblas,
que están inconscientes ante los terribles y gloriosos sucesos que presagian el
retorno del Señor.
Velemos.
Gr. gr'goréÇ , "vigilar",
"mantenerse despierto" (cf. com. vers. 10). Este verbo se usa con frecuencia en
los Evangelios para referirse a vigilancia espiritual (cf. Mat. 24: 42; Mar. 13:
33-34; Luc. 12: 37).
Seamos sobrios.
Gr. n'fÇ , "abstenerse de
vino", "ser sobrio". No es probable que Pablo se esté refiriendo a que hubiera
embriaguez literal entre los tesalonicenses (cf. 1 Ped.1: 13; 4: 7; 5: 8), sino
que los está amonestando a que sean firmes, templados, tranquilos en espíritu
debido al gran "día" que se acerca.
7. Los
que duermen.
Una observación tomada de la vida diaria para poner de
relieve el contraste entre los que son "hijos del día" y los que son "de la
noche" (vers. 5).
8. Pero nosotros.
"Nosotros, por el contrario" (BJ). Un fuerte contraste con aquellos cuya
conducta se describe en el vers. 7.
Sobrios.
Continúa repitiendo
el pensamiento del vers. 6.
Habiéndonos vestido.
El hecho de que
los cristianos necesitan revestirse con ciertas virtudes, implica, naturalmente,
que carecen de ellas. Ahora Pablo les dice que se vistan con 261 una armadura
espiritual defensiva, lo que quiere decir que prosigue la guerra y que los
cristianos tienen que protegerse contra los ataques (ver com. Efe. 6: 11-12).
Para un estudio más amplio de la armadura del cristiano, ver com. Rom. 13: 12,
14; 2 Cor. 10: 4; Efe. 6: 13-17.
La coraza.
Ver com. Efe. 6: 14,
donde se dice que la coraza es "de justicia" (cf. Isa. 59: 17; 2 Cor. 6: 7).
De fe y de amor.
La fe y el amor son dos virtudes componentes de
la justicia. La fe es el elemento activo que se aferra de la justicia que Cristo
imparte al creyente. El amor, ese gran atributo del carácter de Dios (1 Juan 4:
8), es derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo de Dios (Rom. 5:
5). El apóstol ya había alabado a los tesalonicenses por practicar esas virtudes
(1 Tes. 1: 3). Aquí los insta, y con ellos a todos los cristianos, a usar más
ampliamente esas virtudes como seguras defensas en su conflicto contra el mal.
Yelmo.
Ver Efe. 6: 17, donde esta parte de la armadura se define
como "de la salvación", mientras que aquí la describe como "la esperanza de
salvación", con lo cual enseña que, en su etapa final, la salvación aún está en
el futuro (Mat. 24: 13; Heb. 9: 28; 1 Ped. 3: 5).
9. Porque... Dios.
Pablo presenta su comprensión de los
propósitos de Dios como la base de la esperanza de salvación (vers. 8).
Puesto.
Gr. títhemi, "fijar", "colocar". Se ha traducido como
"poner" en Mat. 24: 51 y Luc. 12: 46; como "constituir" en 2 Tim.1: 11 y Heb.
1:2, y como "destinar" en 1 Ped. 2:8. Esta palabra se refiere al propósito de
Dios para con los hombres, que es para bien y siempre ha sido así (ver com. Juan
3: 16-17; 2 Ped. 1: 9).
Ira.
Gr. org' (ver com. Rom. 1: 18).
Alcanzar salvación.
Pablo acaba de presentar lo que no es el
propósito de Dios, y ahora presenta en qué consiste. El deseo y el propósito del
Señor es que todos los hombres se salven (ver com. "puesto"; cf. Isa. 55: 1;
Juan 7: 37; Apoc. 22: 17), e hizo posible esta salvación por medio de la entrega
de su Hijo.
Por medio de nuestro Señor.
La salvación es la
dádiva de Dios, pero como toda otra expresión de la bondad de Dios para el
hombre, se concede por medio de la persona de Jesucristo (cf. com. Rom. 6: 23).
10. Quien murió por nosotros.
Ver
com. Rom. 5: 8; 1 Cor. 15: 3. Una afirmación de que el propósito específico del
sacrificio de Cristo es que todos los creyentes puedan vivir juntamente con
Jesús. Este propósito se cumple mediante la vida, la muerte y la resurrección de
nuestro Salvador.
Velemos.
Gr. gr'goréÇ (ver com. vers. 6).
Durmamos.
Ver com. cap. 4: 13. Pablo vuelve al tema que dio
comienzo a la serie de sus pensamientos anteriores (cap. 4: 13-18), es decir, el
estado de los cristianos que murieron, en comparación con los creyentes que
vivirán cuando Cristo vuelva. Aquí asegura a sus lectores que no habrá
diferencia entre los dos grupos. Finalmente ambos vivirán "juntamente con él", a
saber, con Cristo (cf. com. cap. 4: 14-17).
11. Por lo cual, animaos.
Cf. com. cap. 4: 18, donde se
usan palabras casi idénticas.
Unos a otros.
Cf. cap. 4: 18.
Pablo dice tácitamente que la obra de animar a los abatidos no corresponde sólo
a los ministros. Todos los cristianos deben consolar a sus hermanos en la fe.
Edifícaos.
Gr. oikodoméÇ , "construir", "fortalecer" (ver com.
Hech. 9: 31). Mediante la exhortación mutua sobre temas tan elevados como la
venida del Señor y la gloria de la herencia de los santos, los miembros de
iglesia pueden fortalecerse espiritualmente unos a otros (cf. com. Mal. 3:
16-18; Hech. 20: 32).
Así como lo hacéis.
El apóstol siempre
estaba dispuesto a reconocer en sus conversos lo bueno que practicaban, pero no
vacilaba en instarlos no sólo a proseguir en las buenas prácticas sino también a
intensificarlas (cf. com. cap. 3: 12). Con esta exhortación Pablo concluye el
tema que comenzó en el cap. 4: 13.
12. Rogamos.
Gr. erÇtáo (ver com. Fil. 4: 3; 1 Tes. 4: 1).
Pablo no deseaba que la atención fraternal mutua de los tesalonicenses
debilitara el respeto por los dirigentes de la iglesia.
Reconozcáis.
Es decir, "respetéis" (ver com. cap. 4: 4).
Trabajan.
Gr. kopiáÇ (ver com. Fil. 2: 16; 1 Tes. 1: 3). La costumbre de Pablo era
constituir ancianos en cada iglesia que establecía (Hech. 14: 23). Los nuevos
dirigentes eran inevitablemente inexpertos, y quizá no se les daba la debida
consideración. Debe respetarse a los que presiden en la iglesia. Estos
dirigentes deben ser tenidos en cuenta y reconocidos, debido al cargo qué ocupan
(cf. 1 Cor. 16: 15-18; Heb. 13: 7). Esa consideración significa una gran
responsabilidad para los dirigentes de las iglesias: la de ser varones de Dios.
Presiden.
Gr. proíst'mi , "colocar encima", "gobernar",
"presidir" (ver com. Rom. 12: 8).
Amonestan.
Gr. nouthetéÇ ,
"recordar", "advertir", "amonestar" (ver com. Hech. 20: 31; cf. com. 1 Cor. 4:
14; 2 Tes. 3: 15). Este verbo deriva de nóus, "mente" y títhemi , "poner". Pablo
reconocía las debilidades de su grey y la probabilidad de que sus dirigentes
tuvieran que guiar con firmeza a sus miembros.
13. Mucha.
Gr. huperekperrisóu, "sobreabundantemente",
"muchísimo".
Estima.
Gr. h'géomai (ver com. Fil. 2: 3);
"pensar", "creer", "estimar".
Y amor.
Esta frase se añade para
que no se pusiera en duda la calidad espiritual de la estima de los
tesalonicenses por sus ancianos.
Por causa de su obra.
La
iglesia cristiana no rinde culto a los hombres, pero sí fomenta el debido
respeto hacia los que desempeñan dignamente responsabilidades sagradas.
Tened paz.
Esta categórica orden sugiere que la unidad de la
iglesia de Tesalónica había sido perturbada quizá por desacuerdos entre
dirigentes y laicos, ya que Pablo añade "entre vosotros". No debe haber
rivalidades ni divisiones en la iglesia porque algunos reconocen a un obrero
como su guía espiritual, y otros, a otro, como posteriormente sucedió en Corinto
(1 Cor. 1: 12; 3: 4-6; 4: 6; cf. Rom. 12: 18; 14: 19).
14. Rogamos.
Gr. parakaléÇ (ver com. Mat. 5: 4).
Amonestéis.
Gr. nouthetéÇ (ver com. vers. 12).
Ociosos.
Gr. átaktos , "fuera de fila", "desordenado"; "revoltosos" (BC, NC).
Este vocablo sólo se usa aquí en el NT. El verbo afín, atakéÇ se halla en 2 Tes.
3: 7, y el adverbio atáktÇs , en 2 Tes. 3: 11 (ver respectivos comentarios).
Alentéis.
Gr. paramuthéomai , "animar", "alentar".
Los
de poco ánimo.
Gr. oligópsujos , literalmente, "de alma pequeña"; es
decir, los que se desaniman fácilmente; "pusilánimes" (BJ, NC). Quizá no había
que reprender, pero sí consolar o alentar a los que estaban abrumados de pesar
por los muertos (cap. 4: 13-18), o indecisos acerca de¡ tiempo del retorno de
Cristo (cap. 5: 1-11). Los cristianos deben dirigir palabras de ánimo y consuelo
a las almas tímidas y necesitadas (Heb. 12: 12-13; cf. Gál. 6: 2).
Sostengáis.
Gr. antéjomai, "interesarse en", "prestar atención
a", "dedicarse a". Los débiles a quienes Pablo pedía que se sostuviera, quizá
eran aquellos que estaban siendo tentados por la impureza (cap. 4: 3-7).
Necesitaban ser sostenidos espiritualmente, y no censurados, para que no
cedieran ante la tentación.
Seáis pacientes.
Gr. makrothuméo,
literalmente, "ser de un gran espíritu", por lo tanto, "ser tolerantes", "ser
lentos para la ira", "ser pacientes". Esta palabra se usa en 1 Cor. 13: 4 para
describir el amor como "sufrido". El amor de Dios inducirá al cristiano a ser
paciente y bondadoso con todos, tanto dentro como fuera de la iglesia.
15. Mirad.
El griego emplea el
tiempo presente, lo cual sugiere "mirad siempre". No se trata de mirar una vez
sino de seguir mirando.
Mal por mal.
La tendencia natural del
corazón humano es devolver "mal por mal", pero el proceder del cristiano es
diferente. Cristo prohibe la venganza, e insta a sus seguidores a devolver bien
por mal (ver com. Mat. 5: 38-48; cf. com. Rom. 12: 17).
Seguid.
Gr. diÇkÇ , "correr en pos de", "perseguir", "aspirar a". En vez de
perpetuar el mal por medio de la venganza, se amonesta a los tesalonicenses a
que siempre, en todas las circunstancias, aspiren al bien. Pablo sabía que los
que seguían el bien, no tendrían tiempo para hacer el mal.
16. Estad siempre gozosos.
Pablo
atribuye valor a la disposición de estar gozosos (ver com. Fil. 3: 1; 4: 4; cf.
2 Cor. 6: 10). Ya sea por la posesión de bienes o por la anticipación de la
felicidad futura, el cristiano tiene mucha razón para regocijarse. Con el perdón
de sus pecados, su conciencia está libre y la paz llena su alma. Sabe que para
él "todas las cosas" le "ayudan a bien" (Rom. 8: 28). ¿Por qué ha de estar
triste? Los que siempre se quejan no tienen una religión genuina (MC 194).
17. Orad sin cesar.
Literalmente
"orad incesantemente". Un espíritu de oración constante debe exhalar de la vida
del cristiano. Nunca se debe cortar la relación con el cielo (ver com. Luc. 18:
1). Pablo trabajaba "de noche y de día" (1 Tes. 2: 9), y también oraba "de noche
y de día" (cap. 3: 10). Sus oraciones no disminuían debido a sus muchas
actividades. Siempre mantenía una relación viva con su Padre celestial. Otro
tanto debe suceder con nosotros. Compárese con la vida de oración de Jesús (ver
com. Mar. 3: 13).
18. En todo.
Es
decir, en todas las circunstancias, ya sean de gozo o de dolor (cf. com. Fil. 4:
6; Col. 4: 2). Aquí tenemos la seguridad bien definida de que aun aquellas cosas
que parecen estar contra nosotros, pueden ser para nuestro bien, pues Dios no
nos pedirá que estemos agradecidos por lo que nos perjudica (MC 197). Daniel dio
gracias cuando conoció el decreto que se había expedido para quitarle la vida
(Dan. 6: 10). Pablo nos ha dejado un notable ejemplo de estar agradecidos en las
circunstancias más adversas (Hech. 27: 20, 35). El agradecimiento debe ser la
regla del cristiano. Así se promueven la salud y el gozo (MC 194).
Porque esta.
Aquí podrían incluirse no sólo el dar gracias, sino
también el regocijo y la oración constantes (vers. 16-17).
La voluntad
de Dios.
Dios está atento a toda la vida de sus hijos, pero siente una
especial preocupación por la salud espiritual de ellos. Anhela que los
cristianos sean felices, que oren mucho y -sean agradecidos. Nuestro descuido en
no cultivar estas características representa un fracaso en cumplir la voluntad
divina.
En Cristo Jesús.
La voluntad de Dios se manifestó en
Cristo Jesús. El que quiera comprender la voluntad de Dios para su vida, tiene
que estudiar la vida de Jesús para percibir en ella la ilustración suprema de lo
que Dios quiere que sea el cristiano. En nadie más, excepto en la vida de Jesús,
se puede encontrar el modelo perfecto de felicidad, de oración constante y de
gratitud.
19. Apaguéis.
Gr.
sbénnumi , "extinguir", "apagar", "sofocar", "suprimir"; "no extingáis" (BJ). En
Mat. 12: 20; Mar. 9: 44-48; Efe. 6: 16; Heb. 11: 34 se aplica a extinguir un
fuego, y en Mat. 25: 8, a las lámparas que estaban por apagarse. Sbénnumi es un
verbo muy apropiado, ya que el Espíritu se relaciona con el fuego (Mat. 3: 11;
Hech. 2: 3). Es probable que en la iglesia de Tesalónica se estuviera enfriando
el fuego de algunos de los miembros que habían manifestado con entusiasmo dones
espirituales (ver com. 1 Cor. 12: 1; 14: 1). Pablo advierte a la iglesia contra
la extinción de la llama del fuego espiritual que ardía entre ellos, para que no
alejaran al Espíritu Santo. Con esta advertencia no daba ninguna autorización
para manifestaciones de fanatismo que desacreditaran al Espíritu; habla de la
obra que puede ser correctamente fomentada por, el Espíritu Santo.
20. Menospreciéis.
Gr. exouthenéò ,
"no tomar en cuenta", "despreciar"; "despreciéis" (BJ, NC).
Profecías.
Ver com. 1 Cor. 12: 10; Efe. 4: 11. Por la estrecha relación entre los
vers. 19 y 20 de 1 Tes. 5, parecería que profetizar era una de las principales
formas como se manifestaban los dones espirituales en Tesalónica. El interés de
la iglesia en el regreso de Cristo (cap. 1: 10; 2: 19; 3: 13; 4: 13-18; 5: 1-11)
añadiría lógica a la presencia del don de profecía. En la iglesia apostólica
hubo no pocos verdaderos profetas (Hech. 11: 28; 15: 32; 21: 8-11).
21. Examinadlo.
Gr. dokimázò (ver
com. cap. 2: 4). Debe discriminarse cuidadosamente para distinguir entre lo
falso y lo verdadero (HAp 214).
Todo.
Específicamente, las
manifestaciones del Espíritu (vers. 19-20). Dios ha dado claras pruebas para
determinar si un profeta es verdadero: (1) El verdadero profeta debe confesar a
Cristo con su vida y con sus palabras (1 Juan 4: 1-3). Reconocerá y confesará la
divinidad de Cristo (1 Juan 2: 22-23). (2) Sus enseñanzas deben concordar con
las de las Escrituras (Hech. 17: 11; Gál. 1: 8-9). (3) El resultado o fruto de
su enseñanza debe ser bueno (Mat. 7: 18-20).
Retened.
El que
cree en Cristo no sólo debe poner a prueba los dones espirituales, sino que
después de discernir la diferencia entre lo verdadero y lo falso, entre lo bueno
y lo malo, debe retener lo bueno a pesar de todas las tentaciones que sienta de
abandonarlo.
Lo bueno.
Lo bueno entre los dones espirituales.
22. Absteneos.
Gr. apéjomai,
"mantenerse lejos de" (ver com. cap. 4: 3).
Especie.
Gr. éidos,
"forma", "apariencia exterior", "género"; "apariencia" (BC, NC); "género" (BJ).
Pablo se ha referido a lo "bueno" (vers. 21) en singular, pues considera que lo
"bueno" es sólo fruto del Espíritu; pero reconoce que el "mal" aparece en muchas
formas, y amonesta a sus conversos contra las muchas formas con que se disfraza.
Como éidos también significa "apariencia exterior", puede prestarse para que se
ponga mucho énfasis en prohibir lo que es correcto sencillamente porque puede
dar una mala impresión a algunos. Este consejo puede ser apropiado en algunas
circunstancias, pero eso no es lo que el apóstol destaca aquí. También hay
muchas excepciones a esa regla. Jesús curaba en día sábado (Juan 5: 2-16; etc.)
y 264 comía con publicanos y pecadores (Mat. 9: 10-13). Para los prejuicios de
los dirigentes judíos, esos actos tenían apariencia de mal; pero a pesar de esos
prejuicios (Mat. 12: 9-13), Jesús cumplía esos deberes como una parte de su gran
obra de justicia. Jesús, a pesar de las acusaciones, se mantuvo enteramente
exento de toda forma de mal.
23. Y el mismo
Dios de paz.
Pablo comienza ahora la parte final de su epístola, y le da
forma de oración. Ha puesto en alto elevadas normas (vers. 12-22), pero reconoce
que nadie puede alcanzarlas sin la ayuda divina. Por eso sus palabras finales
llaman la atención de sus lectores al poder eficaz de Dios. La frase "el mismo
Dios de paz" se refiere al Dios cuya cualidad descollante es ser pacífico, el
Dios que es la fuente de toda verdadera paz (cf. Rom. 15: 33; 16: 20; 2 Cor. 13:
11; Heb. 13: 20-21; cf. com. Fil. 4: 7). Dios siempre procura restaurar la paz
entre él y sus súbditos rebeldes (ver com. 2 Cor. 5: 18-19).
Santifique.
Gr. hagiázò (ver com. Mat. 6: 9; Juan 17: 17; 1 Cor. 7: 14).
Por
completo.
Gr. holotelés palabra compuesta de hólos, "completo", y télos,
"fin", por lo tanto, "perfecto", "completo en todo sentido"; "plenamente" (BJ);
"íntegros" (BC); "hasta los tuétanos" (Lutero). La verdadera santificación
implica todo el ser: es imposible estar santificado en forma parcial, que haya
ciertos aspectos de la vida que no estén santificados. Cada fase de la vida debe
ser sometida al poder purificador del Espíritu de Dios.
Todo.
Gr. holóklèros , "completo en todas sus partes", "completo", "entero",
de hólos, "completo" y klèros , "sección" o "parte". Este adjetivo puede
modificar a cualquiera de los tres sustantivos que siguen -"espíritu, alma y
cuerpo"-, o puede interpretarse como relacionado con la frase "sea guardado", o
sea "preservado íntegramente".
Espíritu, alma y cuerpo.
Pablo no
presenta aquí un estudio de la naturaleza del hombre, sino que está asegurando a
sus conversos que ninguna parte de sus vidas quedará sin recibir la influencia
del poder santificador de Dios. La Biblia parece hablar generalmente de una
división del hombre en dos partes: cuerpo y alma, o cuerpo y espíritu (ver com.
Mat. 10: 28; Rom. 8: 10; 1 Cor. 5: 3; 7: 34). Estas ideas se combinan en este
pasaje para poner énfasis en que ninguna parte del ser humano debe ser excluida
de la influencia de la santificación. Es posible ver un significado especial en
esta triple división que hace Pablo.
Por "espíritu" ( pnéuma, ver com.
Luc. 8: 55) se podría entender el elemento superior de inteligencia y
pensamiento con que está dotado el hombre, y con el cual Dios puede comunicarse
mediante su Espíritu (ver com. Rom. 8: 16). Mediante la renovación de la mente
por la acción del Espíritu Santo, el individuo es transformado a la semejanza de
Cristo (ver Rom. 12: 1-2).
Por "alma" ( psujé, ver com. Mat. 10: 28) se
puede entender -cuando se la distingue de espíritu- la parte de la naturaleza
del hombre que se expresa mediante los instintos, las emociones y los deseos.
Esta parte de nuestra naturaleza también puede ser santificada. Cuando la mente,
por medio de la obra del Espíritu Santo, se pone en armonía con la mente de Dios
y la razón santificada domina a la naturaleza inferior, los impulsos -que de
otra manera serían opuestos a Dios- se someten a la voluntad divina. Entonces el
cristiano humilde puede alcanzar una estatura tal de santificación, que cuando
obedece a Dios en realidad está realizando sus propios impulsos. Se deleita en
cumplir la voluntad de Dios. Tiene la ley de Dios en su corazón (ver Sal. 40: 8;
Heb. 8: 10; cf. PVGM 253; DTG 621).
El significado de "cuerpo" ( soma )
es evidente: es la estructura corporal -carne y sangre y huesos- que es regida o
por la naturaleza superior, o por la inferior. Cuando rige la mente santificada,
no se abusa del cuerpo; por el contrario, la salud prospera. El cuerpo se
convierte en un instrumento adecuado por medio del cual el cristiano activo
puede servir a su Maestro. La santificación que no incluye el cuerpo, no es
completa. Nuestros cuerpos son templos de Dios. Debemos mantenerlos siempre
santos para glorificar a Dios en ellos (1 Cor. 6: 19-20).
Guardado.
Gr. tèréò , generalmente traducido como "guardar"; "se conserve sin
mancha" (BJ).
Irreprensible.
Gr. amémptòs (ver com. Fil. 2: 1 S;
1 Tes. 2: 10; 3: 13). El que está santificado, será guardado por el Señor y será
presentado irreprensible en el gran día de la venida de Cristo (cf. com. Jud.
24).
Para.
"Hasta" (BJ).
Venida.
Gr. parousía
(ver com. cap. 3: 13; 4: 15),
Señor Jesucristo.
En cuanto a los
nombres 265 del Salvador, ver com. Mat. 1: 1; Fil. 2: 5.
24. Fiel.
Cf. 1 Cor. 1: 9; 10: 13; 2 Tes. 3: 3; 2 Tim. 2:
13; Heb. 10: 23.
El que os llama.
O "el que está llamando"." Ver
com. Rom. 8: 30. El llamamiento de Dios al individuo es la primera de una serie
de acciones divinas que terminan en la glorificación.
Lo hará.
Es decir, llevará a cabo la santificación y la preservación (vers. 23).
El Todopoderoso nunca falla.
25. Orad por
nosotros.
Pablo constantemente oraba por sus conversos (cap. 1: 2-3; 5:
25). Ahora pedía las oraciones de ellos en favor de él y de sus compañeros (cf.
Rom. 15: 30; 2 Cor. 1: 11; Efe. 6: 18-19; Col. 4: 3). No hay egoísmo en este
pedido, pues sólo deseaba que avanzara sin obstáculos el mensaje evangélico que
él estaba llamado a proclamar (2 Tes. 3: 1). Pastores y laicos necesitan
mutuamente de sus oraciones, y ambos deben orar para que nada estorbe la
propagación del mensaje evangélico hasta los confines de la tierra (2JT 324).
26. Saludad.
Gr. aspázomai,
"saludar", "dar la bienvenida" " (Mat. 5: 47; Mar. 9: 15; Rom. 16: 3, 6; etc.).
Todos los hermanos.
Algunos de los miembros eran débiles, pero
Pablo anhelaba desde lo profundo de su amor fraternal que "todos" estuvieran
incluidos en su saludo.
Osculo santo.
En el Medio Oriente el
beso era una forma común de expresar amor y amistad al saludar (Luc. 7: 45;
Hech. 20: 37). El "ósculo santo" " o " "ósculo de amor" (1 Ped. 5: 14) era un
símbolo de afecto cristiano. Parece que era costumbre entre los cristianos
primitivos intercambiar este saludo durante la Santa Cena (Justino Mártir,
Primera Apología 65). Escritos posteriores indican que no era la costumbre dar
este "ósculo santo" a una persona del sexo opuesto ( Constituciones apostólicas
ii. 57; viii. 11).
27. Os conjuro.
Gr. horkízo , "conjurar", "irnprecar" " (cf. Mar. 5: 7; Hech. 19:13). El
uso de un término tan enfático (cf. Deut. 6: 13) podría significar que algunos
de los dirigentes tesalonicenses no estaban dispuestos a que se leyera la
epístola a todos los creyentes, o que algunos de los laicos no estaban
dispuestos a escuchar (cf. 2 Tes. 3: 14).
Por el Señor.
Pablo no
sólo presenta su autoridad sino también la celestial para que su epístola fuera
tenida en cuenta por los que primero la habían recibido, con lo cual quiere
decir que contenía un mensaje inspirado que necesitaban urgentemente todos los
creyentes de Tesalónica.
Se lea.
Es decir, públicamente ante los
cristianos congregados (cf. com. Col. 4: 16).
Santos.
La
evidencia textual favorece (cf. p. 10) la omisión de esta palabra. La omiten la
BJ, BA y NC.
28. La gracia de nuestro
Señor.
Un saludo similar aparece en todas las epístolas de Pablo (cf.
Rom. 16: 20, 24; 1 Cor. 16: 23). La forma de bendición más completa es la de 2
Cor. 13: 14. La cristología del apóstol corre a lo largo de toda la epístola. Al
comienzo (1 Tes. 1: 1) y al fin, invoca la gracia de nuestro Señor Jesucristo
sobre los creyentes.
Amén.
La evidencia textual favorece (cf. p.
10) la omisión de esta palabra. La omiten la BJ, BA y NC.
En la RVA
aparecía esta nota: "La primera Epístola a los Tesalonicenses fue escrita de
Atenas". Es una añadidura que no forma parte de la carta original. La evidencia
histórica se inclina por Corinto, como la ciudad en donde Pablo la escribió (ver
pp. 232-233).
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