1. Ministración.
Se sigue refiriendo a la
ofrenda.
Por demás.
El pensamiento comenzado en el cap. 8: 1
continúa sin interrupción. En el cap. 9 Pablo añade más exhortaciones en cuanto
a la colecta para los pobres de Jerusalén. Para que los corintios no creyeran
que Pablo se ocupaba demasiado del tema, explica la razón para escribirles tanto
acerca de él. Un año antes los planes de ellos se habían interrumpido por las
disensiones y el espíritu de división que habían surgido entre los miembros de
Corinto. Mientras tanto, con el propósito de animar a las iglesias de Macedonia
a que respondieran en forma similar, Pablo había destacado la presteza con que
los corintios habían participado en la colecta; pero a menos que terminaran sin
más demora dicha colecta, les iba a parecer a los macedonios que el elogio que
Pablo había hecho de los corintios no tenía base. En este versículo se ve una
forma sutil y cortés de expresar confianza en la presteza con que procederían a
hacer la colecta, y también cumple el propósito de inspirarles para que
procedieran así. En esta manera se justifica la confianza que Pablo tenía en
ellos (cf. 1 Tes. 4: 9).
2. Vuestra buena
voluntad.
Pablo se dirige al mejor elemento de la iglesia de Corinto,
con la confianza de que opinaban debidamente en cuanto al asunto. Como dirigente
cristiano sabio, toma en cuenta cada señal favorable con la esperanza de
fomentar lo que prometiera tener éxito. El sabio ministro del Evangelio estimula
lo positivo que hay en las personas, ya sea individualmente o en conjunto.
Acaya.
En los días
de Roma, la Grecia del sur constituía la provincia de Acaya, de la cual Corinto
era la capital. Ya había varias iglesias cristianas en esa región, y la de
Corinto era la principal. También había una iglesia en Cencrea, uno de los
puertos de Corinto (ver Rom. 16: 1; mapa frente a p. 33.
Vuestro celo.
Pablo expresaba completa seguridad de que la iglesia de Corinto corintio
cumpliría su parte en la ofrenda, y se gloriaba de ello como si ya fuera un
hecho consumado. Hubiera sido vergonzoso que no cumplieran, desmintiendo así
todas las buenas cosas que Pablo había dicho de ellos. Cuando fracasan otros
métodos, a veces se tiene éxito recurriendo a un buen ejemplo. Muchos creen que
no pueden dar, hasta que otros en condiciones similares a las suyas demuestran
su generosidad.
3. He enviado.
Es
decir, estoy enviando (ver com. cap. 8: 17).
Los hermanos.
Es
decir, Tito y otros dos cuyos nombres no se mencionan (ver com. cap. 8: 16-24).
4.
Algunos macedonios.
Pablo estaba en camino a Corinto
cuando escribió esta epístola. Después de unas pocas semanas vería a los
corintios cara a cara y pasaría el invierno con ellos (Hech. 20: 1-3). Es
indudable que ya se habían hecho los planes para que lo acompañaran varios de
los creyentes macedonios. Los creyentes con frecuencia lo acompañaban de una
ciudad a otra (Hech. 17: 14-15; Rom. 15: 24; 1 Cor. 16: 6; ver com. 2 Cor. 1:
16). Si los corintios aún no estaban preparados para cuando llegaran los
representantes macedonios, la ocasión iba a ser bochornosa para todos: para
Pablo, para los macedonios y también para los corintios.
Pablo había
hecho todo para asegurar el éxito de ellos. Había organizado y planificado
cuidadosamente la colecta, destacando el celo y el interés de los corintios para
motivar a los macedonios. Ahora les daba por carta más instrucciones, y
finalmente enviaba a tres representantes para que ayudaran a los corintios a
completar la colecta. Después de todo eso, un fracaso habría significado sin
duda vergüenza y humillación.
Esta nuestra confianza.
"Nuestra
gran confianza" (BJ). La evidencia textual establece el texto "en esta
seguridad". La base de la confianza de Pablo quedaría reducida a nada 892 si los
corintios no estaban preparados cuando él llegara.
5. Necesario.
En el texto griego la posición de esta
palabra la hace resaltar.
Primero.
En este versículo Pablo
destaca la importancia de que se completara la colecta antes de su llegada.
Evidentemente temía que pudiera haber dilaciones en completar la tarea, y su
discreta y firme presión llega a su clímax en este versículo. No sólo estaba de
por medio el dinero o las necesidades de los pobres; también estaban
involucrados el espíritu y el carácter de los corintios, su madurez cristiana.
Una dádiva verdadera es un acto del alma; despierta lo mejor de la naturaleza
humana; tiende a crucificar la carne y la concupiscencia del egoísmo. Limpia y
purifica al dador de sus motivos indignos, y es uno de los principales factores
para la alegría y la salud mental. Toda dádiva que se entrega teniendo en cuenta
la gloria de Dios y la felicidad de otros, redundará en bendiciones para el
dador.
No como de exigencia nuestra.
Gr. pleonexía, "ganancia",
"ventaja". Pablo amonesta a los corintios para que no den sólo para quedar bien
y ganar prestigio. Ver com. Luc. 12: 15.
6. El que siembra.
La figura de la siembra y la cosecha es
muy familiar en la Biblia. La relación entre ambas es natural y precisa; está en
completa armonía con los principios del gobierno de Dios (Prov. 11: 24-25; 19:
17; 22: 9; Gál. 6: 7-10). Un buen agricultor no siembra rezongando o
escasamente, sino con alegría y abundancia, pues conoce la relación entre la
siembra y la cosecha.
Generosamente.
Esta palabra revela la
naturaleza elevada y divina de la liberalidad cristiana. las dádivas cristianas
no son un sacrificio, sino una preparación para una cosecha. El "don inefable"
(vers. 15) de Dios trajo bendiciones inconmensurables para la humanidad, y
proporcionará gozo a Cristo y lo dejará satisfecho cuando vea el resultado de
sus sufrimientos (Isa. 53: 11). Dios demostró en el plan de salvación la forma
de sembrar, y garantiza la cosecha. El hombre debe elegir si cosechará las
bendiciones que Dios le tiene reservadas.
7. Propuso en su corazón.
Se denota una decisión bien
meditada. La dadivosidad cristiana brota de una decisión deliberada. Mucho de lo
que se da obedece al impulso del momento, sin que lo acompañe una cuidadosa
preparación hecha con amor, que añade a la dádiva el corazón del dador (ver com.
cap. 8: 5). No sucedió así en el caso de la gran dádiva del amor de Dios (Juan
3: 16; cf. Efe. 3: 11). Dios sólo acepta lo que proviene del deseo espontáneo
del corazón (Mat. 6: 2-4).
No con tristeza.
Es decir " "no de
mala gana" (BJ, BC, NC). La dádiva que entristece al dador no es verdadera. El
dador no se entrega con una dádiva tal, pues ésta es acompañada por el pesar que
se manifiesta por la pérdida de posesiones terrenales. El dar nunca debe
entristecer al cristiano. El que da con espíritu triste, no recibe ningún
beneficio de lo que da. Pero el dador alegre, por el hecho de dar así, es una
mejor persona, más satisfecha y más semejante a Cristo. El que da de mala gana
mejor sería que no diera nada, pues su espíritu y carácter son completamente
opuestos al espíritu de Cristo, quien nos da generosamente todas las cosas (Rom.
8: 32).
Por necesidad.
Es decir, porque se le pide que dé. Esto
podría referirse a una presión colectiva que impulsa a que la persona dé para
mantener su reputación dentro del grupo, por pedidos insistentes y por un asedio
personal e importuno para participar en planes de la iglesia, o por el impulso
de dar para compensar los deberes que no cumplimos en otros sentidos.
Dios ama.
Esta declaración es casi una cita literal de Prov. 22:
9, LXX. La cualidad suprema del carácter de Dios es un amor justo (1 Juan 4:
7-8). El honor máximo que las criaturas de Dios pueden rendir a su Autor es
reflejar ese amor en sus vidas. Esta es la forma más eficaz de proclamar a Dios
ante el mundo.
Alegre.
Es decir, pronto y espontáneo. Dar es de
todos los deberes cristianos el que se puede hacer con más alegría,
especialmente cuando se trata de planes destinados al adelanto del reino de Dios
en la tierra. El espíritu de liberalidad es el espíritu de Cristo; el espíritu
de egoísmo es el espíritu del mundo y de Satanás. El carácter del cristiano
tiende a dar; el carácter del mundano tiende a recibir.
8. Abunde en vosotros toda gracia.
En los vers. 8-11 se
presentan el poder de Dios y su voluntad de proporcionar a los hombres lo
suficiente de todas las cosas para que, a su vez, puedan dar a sus prójimos.
Nótese el énfasis en las palabras "todo" y "toda" que aparecen cuatro veces en
el vers. 8 para expresar 893 la plenitud de los recursos de Dios. Dios abunda
por naturaleza en dones espirituales y en recursos. Todos los recursos de Dios
están a disposición de cada cristiano para hacer avanzar la causa del reino
divino (Mal. 3: 10-11; 1 Cor. 3: 21-23; Efe. 3: 20). " "Todo es posible" " (Mat.
19: 26) por medio de la sobreabundante gracia proporcionada por Dios.
Suficiente.
Gr. autárkeia, "suficiencia", o sea una perfecta
condición de vida en la cual no se necesita ninguna ayuda ni sostén. En el NT
esta palabra sólo reaparece en Fil. 4: 11 y en 1 Tim. 6: 6, donde se ha
traducido como "contentarme" y "contentamiento", respectivamente. El uso
cristiano de este vocablo denota piedad con contentamiento y estar completamente
liberado de depender de los hombres como resultado de los sobreabundantes
recursos que provienen de Dios. Los que son movidos por este espíritu generoso
siempre podrán hacer el bien con toda facilidad (DTG 767).
9. Está escrito.
Una cita exacta de
Sal. 112: 9, LXX. La frase "está escrito" es la expresión común en el NT para
introducir una cita de las Escrituras. Un hombre justo se caracteriza porque es
sensible a las necesidades de sus prójimos.
Repartió.
El dador
liberal distribuye entre los pobres así como el sembrador esparce las semillas.
Pobres.
Gr. pén's (ver com. Mar 12: 42), "indigente", que
significa que se es tan pobre que es necesario trabajar cada día para satisfacer
las necesidades del día.
Justicia.
Aquí denota específicamente
dar limosnas (ver com. Mat. 6: 1). La liberalidad cristiana es una evidencia
práctica de justicia.
Permanece para siempre.
Sus efectos son
permanentes, y Dios nunca los olvidará. Su influencia persiste de generación en
generación (ver com. Mat. 26: 13).
10. Da
semilla.
Otra vez Pablo cita de la LXX (Isa. 55: 10), tomando su
razonamiento de una analogía entre la agricultura y el mundo espiritual. Así
como Dios recompensa a los que trabajan la tierra, haciéndola fructificar
abundantemente de acuerdo con lo que sembraron, también lo hará con los que
siembran semillas de caridad y bondad. La ley de la siembra y la cosecha del
mundo natural también se cumple en el uso que hacen los seres humanos de sus
posesiones terrenales. Los que son generosos cosecharán abundantemente las
bondades de Dios, aunque no sea necesariamente en la misma moneda (ver com. Mat.
19: 29). Dios da la semilla, ordena las estaciones y envía el sol y la lluvia, y
hace lo mismo con las semillas de generosidad sembradas en los corazones de los
hombres (Ose. 10: 12).
11. Estéis
enriquecidos.
El enriquecimiento con bendiciones y bienes materiales
sólo tiene un propósito en el plan de Dios: hacer bien a otros. En el propósito
de Dios para la distribución de las posesiones terrenales no hay lugar para la
complacencia propia, la egolatría, el engreimiento o la soberbia.
Acción de gracias.
Los cristianos agradecen a Dios mediante el grato reconocimiento de las
bendiciones que reciben a diario y de su privilegio de compartir con otros que
están en necesidad (ver com. cap. 1: 11; 4: 15). Dar gracias y alabanza al Señor
es una característica del pueblo de Dios. La gratitud es una respuesta natural
del verdadero creyente. Una fe viva siempre se expresa tanto en palabras como en
actos. El verdadero cristiano no se conforma con las creencias que sólo están en
la mente, sino que aplica en forma práctica los principios espirituales a los
problemas de la vida diaria.
12. Servicio.
Gr. leitourgía (ver com. Luc. 1: 23), de donde deriva "liturgia". " En
el griego clásico se aplicaba al que prestaba un servicio público al Estado o al
que tenía un cargo público, generalmente a sus propias expensas. En la LXX se
refiere a las funciones de los sacerdotes en el santuario de los judíos (Núm. 4:
24; cf. 1 Crón. 26: 30). En el NT generalmente se refiere al servicio de Cristo
y de sus representantes en la tierra (Luc. 1: 23; Heb. 8: 6; 9: 21). Aquí
específicamente se refiere a la donación de los corintios para ayudar a los
pobres de Jerusalén. La caridad cristiana tiene dos aspectos: para con Dios y
para con el prójimo.
Suple.
"Suplir la deficiencia"; aquí,
haciendo frente a las necesidades de los pobres.
Lo que a los santos
falta.
Las necesidades de los pobres de Jerusalén.
Abunda.
O "excede". Se señala así la actitud hacia Dios que acompaña a la
donación de los corintios, la cual resultará en alabanza y agradecimiento a Dios
de parte de los que la reciban y también de otros cristianos que escucharan
acerca de la generosidad de aquéllos. La dádiva se ofrece tanto a Dios como al
hombre (Mat. 25: 40).
13. Experiencia.
Gr. dokim', "tribulación", "prueba". Dokim' se ha traducido como
"tribulación" (cap. 8: 2), "prueba" (Rom. 5: 4; 2 Cor. 13: 3), "aprobado" (Rom.
14: 18; 16: 10). Los verdaderos resultados y las consecuencias finales de la
liberalidad de los corintios se verían no en la ayuda material y el socorro
enviado a los cristianos necesitados en Jerusalén, sino en la gloria que éstos
darían a Dios. Una parte esencial del Evangelio eterno es reconocer a Dios y
darle honra (Apoc. 14: 6-7). Por medio de su pueblo Dios se propone manifestar
su poder y su gracia en tal forma que se ensalce su nombre. La liberalidad de
los corintios glorificaba a Dios al dar ocasión para demostrar la sinceridad de
ellos.
Ministración.
O "servicio", es decir para los pobres de
Jerusalén.
La obediencia que profesáis.
Literalmente "la
obediencia de vuestra profesión". Las palabras de ellos serían confirmadas por
sus hechos. Los judíos convertidos al cristianismo sospechaban que la conversión
de los gentiles a la fe -a menos que aceptaran primero el ,judaísmo- no era
genuina. Una dádiva generosa de las iglesias gentiles para sus hermanos judíos
proporcionaría a éstos una evidencia tangible de la lealtad y el sincero
propósito de los primeros. Se comprobaría que su apego al cristianismo era más
que un simple asentimiento sin práctica. La religión de una persona tiene valor
únicamente cuando el que la profesa se interesa en forma concreta en la
felicidad y el bienestar de sus prójimos. Si se profesa amor a Dios, pero no se
lo refleja en un servicio abnegado para otros, se trata de una falsificación sin
valor (ver com. Mat. 25: 31-46; 1 Juan 3: 14; 4: 20-21). Los que se llaman
cristianos harían bien en juzgarse a sí mismos por esta norma.
Liberalidad de vuestra contribución.
O "sincera contribución".
Esta colecta demostraría que los corintios tenían un espíritu de verdadera
comunión con sus hermanos judíos. Pablo esperaba comprobar que judíos y gentiles
eran uno en Cristo. La obra del verdadero cristianismo es hacer que los hombres
se unan en la comunión del Evangelio (Juan 17: 9-11, 20-23).
14. Oración de ellos por vosotros.
Pablo pensaba en la alabanza que ascendería a Dios de parte de los
santos de Jerusalén cuando recibieran la contribución.
A quienes aman.
"Manifiestan su gran afecto hacia vosotros" (BJ); "como que os aman
entrañablemente" (BC). Una consecuencia importante del servicio cristiano es el
espíritu de oración y amor. Cuando el que recibe una dádiva no es cristiano, la
atención se enfoca con frecuencia en la dádiva; pero el cristiano se concentra
en el dador. Una oración en favor de otro sin amor ni afecto de corazón, es sólo
palabras y apariencia. El amor sin oración es superficial, y hasta puede no ser
amor verdadero (ver com. Mat. 5: 43-44). Pero la oración que es motivada por el
amor, es eficaz para ambos e induce a la transformación del carácter. En este
caso los corazones de los cristianos de origen judío se unirían con los de sus
hermanos gentiles en una comunión más profunda y verdadera.
15. Inefable.
Es decir, que no se
puede describir en toda su plenitud. No puede haber una exposición plena y
completa del don del amor divino. Esta alabanza que se atribuye a Dios es un
clímax adecuado para esta sección que trata de una colecta para ayudar a los
santos de Jerusalén. Los eruditos no están de acuerdo en cuanto a qué significa
Pablo con la palabra "don". Algunos creen que se refiere a la proyectada
colecta, pero el lenguaje parece ser demasiado expresivo para poderse aplicar a
esa ofrenda. En todos estos capítulos Pablo ha destacado no el aspecto material
de la contribución, sino la dádiva en sí como resultado de la acción de la
gracia de Dios. La dádiva divina por medio de la cual los hombres son salvos,
santificados e impulsados al servicio cristiano a favor de otros, Supera lo que
el ser humano puede comprender plenamente. En las Escrituras con frecuencia se
describe a Cristo como el don supremo de Dios para el hombre (Juan 3: 16; Gál.
1: 4; Tito 2: 14; etc.). El tema de la redención es inagotable, insondable; está
más allá de la comprensión humana finita. No importa cuánto estudien los seres
humanos, nunca descubrirán toda su belleza ni agotarán sus recursos. Ver com.
Juan 3: 16.
La gratitud a Dios prepara el camino para la obediencia a su
voluntad y para la recepción del poder a fin de ocuparse en el servicio
desinteresado. El que está lleno de gratitud hacia Dios, procurará cumplir
todos, requisitos divinos, no porque esté obligado a hacerlo sino porque
prefiere hacerlo. La gratitud a Dios es la base de una efectiva experiencia
cristiana. La religión penetra hasta las 895 profundidades del alma y se
manifiesta en forma de servicio desinteresado al prójimo, únicamente cuando el
que la profesa está lleno de sentimientos de amante gratitud "a Dios por su don
inefable".
CBA T6
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