La epístola del
Apóstol San Pablo a los GALATAS
Contenido:
1. Título
2. Paternidad literaria
3. Marco histórico
4. Tema
5. Bosquejo
1. Título.
Esta carta fue dirigida a las iglesias de
Galacia. No se sabe si estas ,iglesias estaban en el norte de Galacia, en
ciudades como Tavion, Pesino y Ancira (Angora), o en el sur, en Antioquía,
Iconio, Listra, Derbe y otras ciudades (ver mapa frente a p. 33). A la primera
opinión se le da el nombre de teoría de la Galacia del norte; y a la segunda,
teoría de la Galacia del sur. El tema de estas dos teorías se trata
detenidamente en las dos Notas Adicionales de Hech. 16. El nombre Galacia se
debe a las tribus de galos que invadieron el Asia Menor alrededor del año 278 a.
C. y se establecieron en la parte norte de lo que en el 25 a. C. se transformó
en la provincia romana de Galacia.
2. Paternidad literaria.
La
paternidad literaria paulina de esta epístola no ha sido puesta en duda
seriamente. La evidencia interna de la epístola es convincente, y concuerda en
forma completa con el carácter de Pablo como es descrito en los Hechos y en
otras cartas atribuidas a él. Los escritores cristianos posteriores a los
apóstoles conocían la epístola, y consideraban que provenía de la mano de Pablo.
Aparece en las listas más antiguas de libros del NT.
3. Marco histórico.
Pablo y Bernabé fundaron en su primer viaje las iglesias de Antioquía de
Pisidia, Iconio, Listra y Derbe (ver Hech. 13:14 a 14:23), alrededor de los años
45-47 d. C. Después de volver a Antioquía fueron enviados a Jerusalén con la
pregunta de si se debía imponer a los gentiles convertidos al cristianismo la
práctica de los ritos y las ceremonias del judaísmo (ver Hech. 15). El Concilio
de Jerusalén, celebrado alrededor del año 49 d. C., se pronunció en contra de
imponer dichos ritos y ceremonias a los que no eran judíos. Pablo comenzó su
segundo viaje misionero poco después de ese concilio, acompañado por Silas.
Primero visitaron de nuevo las iglesias del sur de Galacia que Pablo había
organizado en su primer viaje, tres de las cuatro se mencionan específicamente:
Derbe, Listra e Iconio (ver Hech. 16: 15). Después llevaron el Evangelio a
Frigia y Galacia (vers. 6). Los que sostienen la teoría de la Galacia del norte
(ver Nota Adicional de Hech. 16), hacen notar que después de esta visita a
Derbe, Listra e Iconio, Pablo y Silas pasaron por el lugar que Lucas llama "la
provincia de Galacia". Por esto se puede deducir que Lucas hablaba de la región
donde se establecieron los galos y no lo que los Romanos llamaban la 930
provincia de Galacia, que incluía otras zonas hacia el sur (ver mapa frente a p.
33). Pablo volvió una vez más a Galacia a comienzos de su tercer viaje
misionero, alrededor de los años 53 y 54 d. C.
La Epístola a los Gálatas
tuvo que haber sido escrita después de los sucesos registrados en Gál. 2:1-14.
Si aquí se hace alusión al concilio de Jerusalén descrito en Hech. 15, la carta
debe haber sido escrita después de la terminación del primer viaje, pues ese
concilio se celebró entre el primer viaje misionero y el segundo (ver Hech.
15:36-41). Además, de acuerdo con Gál. 4:13, parece que Pablo ya había visitado
las iglesias de Galacia dos veces, y si es así, la carta tuvo que haber sido
escrita después de que terminara su segundo viaje. Si se acepta la teoría de la
Galacia del norte, la carta a los Gálatas fue escrita después del tercer viaje,
pues Pablo no había visitado las iglesias del norte de Galacia en su primer
viaje. Por lo tanto, el momento cuando escribió la epístola podría ser el
invierno (diciembre febrero) del año 57/58 d. C.
Un argumento presentado
en favor de Corinto como lugar de donde se escribió la epístola, es el gran
parecido entre el tema de esa carta y Romanos, que fue escrita durante la
tercera visita de Pablo a Corinto. La justificación por la fe es el tema de
ambas epístolas, y ambas tratan ampliamente la diferencia entre "la ley" y el
Evangelio.
Pero si se acepta la teoría de la Galacia del sur, es posible
fijar la fecha más temprana de 45 d. C. Algunos piensan que pudo haber sido
escrita aún antes del concilio de Jerusalén, inmediatamente después del regreso
de Pablo a Antioquía al terminar su primer viaje. La razón que se da para esta
conclusión es que la epístola no contiene ninguna mención específica del
concilio ni de la decisión que allí se tomó. Ante la objeción de que Pablo ya
había visitado dos veces las iglesias del sur de Galacia, los que aceptan la
teoría de la Galacia del sur argumentan que su regreso a ellas durante el primer
viaje debe ser considerado como una segunda visita (ver Hech. 14: 21-23).
El propósito de la carta es evidente por su contenido. Amenazaba la
apostasía -Si es que ya no había comenzado, por lo cual la carta era
naturalmente una epístola polémica. La apostasía sobrevino debido a la acción de
algunos maestros judaizantes, quizá del mismo grupo que causó dificultades en la
iglesia de Antioquía de Siria en cuanto a la misma cuestión (Hech. 15: l). La
discordia de esos hombres en Antioquía determinó la celebración del concilio de
Jerusalén, en donde los judaizantes se opusieron otra vez a Pablo argumentando
que los conversos cristianos debían observar las ordenanzas legales judaicas, y
exigían la circuncisión de Tito (Gál. 2: 3-4). En esta epístola Pablo no se
ocupa mucho de la circuncisión, ni en particular de cualquier otra
característica de la ley ceremonial, sino de la falsa enseñanza de que el hombre
puede salvarse a sí mismo observando los preceptos de "la ley". Esto es evidente
por el hecho de que el apóstol en algunas ocasiones había participado de los
ritos (Hech. 18: 18; 21: 20-27). También permitió que Timoteo fuera circuncidado
(Hech. 16: 3).
Es indudable que esos falsos maestros habían logrado gran
éxito en sus esfuerzos y hasta habían engañado con sus enseñanzas a una cantidad
no pequeña de los feligreses de las iglesias de Galacia (ver Gál. 1: 6). No se
puede saber con exactitud hasta dónde habían llegado las iglesias engañadas en
la práctica del legalismo antes de que recibieran la epístola de Pablo, pero se
nota por el tono general de la carta que había un peligro inminente de apostasía
general. Esos maestros iban directamente en contra de la decisión del concilio.
No sólo repudiaban el Evangelio de Pablo, sino que desalaban su autoridad como
apóstol, haciendo mucho énfasis en el hecho de que 931 Pablo no era uno de los
doce elegidos y ordenados por Cristo.
Para que los gálatas vieran con
claridad el error en el cual habían caído, Pablo reafirmó los grandes principios
del Evangelio tal como se los había enseñado. Pero como se acusaba al apóstol de
que predicaba un evangelio falso, y eso implicaba la otra afirmación de que él
no estaba calificado para enseñar, Pablo se sintió obligado a dar pruebas que
demostraran su apostolado. Esto explica la parte autobiográfica de la carta
(cap. l: 11 a 2: 14). Su propósito al presentar un relato tan detallado de
hechos personales relacionados con el problema, era probar la validez de su
Evangelio. También destacó que sus enseñanzas que explicó a los apóstoles en el
concilio estaban en armonía con las de los dirigentes que se habían relacionado
personalmente con Jesús y habían recibido sus mensajes directamente de él.
4. Tema.
El tema de la Epístola a los Gálatas es la
justificación por medio de la fe en Jesucristo, lo cual presenta un contraste
con el concepto judaico de la justificación por medio del cumplimiento de las
"obras" prescritas en el sistema legal judío. Esta carta ensalza lo que Dios ha
hecho mediante Cristo para la salvación del hombre, y rechaza categóricamente la
idea de que una persona puede ser justificada por sus propios méritos. Ensalza
la dádiva gratuita de Dios, en contraste con los esfuerzos del hombre de
salvarse por sí mismo. La pregunta específica en disputa entre Pablo y los
maestros de la herejía en Galacia era: el cumplimiento de las ceremonias y
requisitos prescritos en el judaísmo, ¿le da derecho a una persona al favor
divino y a ser aceptada por Dios? La respuesta fue un rotundo No: " "el hombre
no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe de Jesucristo" " (ver
com. cap. 2: 16). El cristiano que trata de ganar la salvación mediante las
"obras de la ley" , está renunciando completamente a la gracia de Cristo (cap.
2: 21; 5: 4). Los cristianos, como "hijos de la promesa" " (cap. 4: 28), son
"herederos" " (cap. 3: 6-7, 14, 29). Ya no eran niños inmaduros en la fe para
necesitar un "ayo" que los guiara (Gál. 3: 23-26; 4: 1-7), pues se habían
convertido en nuevas criaturas en Cristo (cap. 4: 7; 6: 15), "guiados por el
Espíritu" (cap. 5: 18), y Cristo vivía por la fe en sus corazones, en donde
tenían escrita la ley moral (Gál. 2: 20; Heb. 8: 10). Pero entre tanto que los
judíos se jactaban de una justificación que pretendían adquirir mediante sus
propios esfuerzos, observando las leyes de Dios (Rom. 2: 17; 9: 4), los
cristianos reconocían -y reconocen- que no tenían nada de qué gloriarse, excepto
en el poder salvador de "la cruz de nuestro Señor Jesucristo" " (ver Gál. 6:
14).
"Ley" en la epístola de Gálatas equivale a toda la revelación
recibida en el Sinaí, las reglas de Dios para sus hijos: leyes morales,
estatutos civiles y ritos ceremoniales; aunque posteriormente los judíos les
añadieron por su cuenta un cúmulo de leyes. Pensaban equivocadamente que por sus
propios esfuerzos podían obedecer perfectamente esas leyes y que con semejante
obediencia podían ganar su salvación. La Epístola a los Gálatas no se ocupa
prácticamente de ninguna de esas leyes en particular, sino de la falsa idea de
que alguien pueda ganar su propia salvación mediante el cumplimiento riguroso de
los diversos requerimientos legales. El dilema es: o la salvación por la fe, o
la salvación por las obras; ambas se excluyen entre sí.
Pablo explica
que las promesas del, Evangelio fueron confirmadas a Abrahán en el pacto, y que
la revelación de la ley de Dios 430 años después no alteró las condiciones de
ese pacto (cap. 3:6-9, 14-18). "La ley" no tenía el propósito de reemplazar el
pacto o de proporcionar otro medio de salvación, sino de ayudar a los hombres a
que entendieran las condiciones del pacto de la gracia divina y se apropiaran de
ella. "La ley" no tenía el propósito de ser un fin en sí misma, como suponían
los judíos, sino un medio -un "ayo"- para guiar a los hombres a la salvación en
Cristo de acuerdo con las promesas del pacto. El propósito de "la ley", su
"fin", o meta, es 932 conducir a los hombres a Cristo (ver com. Rom. 10: 4), no
abrirles otro sendero de salvación. Sin embargo, la mayoría de los judíos
voluntariamente permanecieron en la ignorancia del plan de Dios de justificar a
los hombres por la fe en Cristo, y continuaron tratando de establecer su propia
justicia "por las obras de la ley" (Gál. 2: 16; ver Rom. 10: 3).
Pablo
explica, además, que el pacto con Abrahán hacía provisión para la salvación de
los gentiles, pero "la ley" no; y que por tal razón los gentiles debían
encontrar la salvación por medio de la fe en la promesa hecha a Abrahán, y no
por medio de "la ley" (Gál. 3: 8-9, 14, 27-29). El error y el grave problema que
los judaizantes habían introducido en las iglesias de Galacia consistía en
tratar de imponer sobre los conversos gentiles formas ceremoniales como la
circuncisión y la observancia ritual de "los días, los meses, los tiempos y los
años" (cap. 4: 10; 5: 2). Ese problema específico había dejado de existir, pues
los cristianos ya no estaban -ni están, por supuesto- en peligro de tener que
practicar las leyes rituales del judaísmo (cf. cap. 4: 9; 5: 1). Pero esto no
equivale a decir que el libro de Gálatas tiene únicamente interés histórico, y
ningún valor espiritual y pedagógico para los cristianos modernos. La inclusión
de la epístola en el canon sagrado demuestra su tremendo valor e importancia
para nuestros días (cf. Rom. 15: 4; 1 Cor. 10: 11; 2 Tim. 3: 16-17).
Como ya se ha hecho notar (ver p. 931), la palabra "ley" en Gálatas
incluye dentro de sus alcances tanto la ley moral como la ceremonial. En
realidad la ley ceremonial no habría tenido sentido sin la ley moral (ver com.
cap. 2: 16). La ley ceremonial terminó en la cruz debido a su limitación (ver
com. Col. 2: 14-17); pero la ley moral -el Decálogo- permanece en plena vigencia
(ver com. Mat. 5: 17-18). Existe aún el peligro de aferrarse a la "letra" del
Decálogo sin penetrar o comprender su espíritu (Mat. 19: 16-22; ver com. Gál. 5:
17-22), como sucedió en los días de Pablo: el peligro de participar en el
sistema de sacrificios sin comprender que sus símbolos señalaban a Cristo. Por
lo tanto, si los cristianos modernos aceptan el error -no importa en qué grado
sea- de tratar de salvarse por sus esfuerzos guardando el Decálogo, caen de la
gracia y quedan "sujetos" al "yugo de esclavitud" (Gál. 5: 1, 4). Para ellos
Cristo habrá muerto en vano (cap. 2: 21); se les aplica la advertencia de
Gálatas. El cristiano guarda el Decálogo no para ganar la salvación, sino porque
ha sido salvo. No hay duda de que sólo una persona que es salva porque Cristo
mora en ella, puede guardarlo.
Esta advertencia se aplica también a los
que piensan alcanzar un nivel más alto de justicia delante de Dios porque
practican minuciosamente reglas humanas sobre normas de vida cristiana, como el
vestido y el régimen alimentarlo. Al hacerlo cometen el mismo error que los
judíos de los días de Cristo (ver Rom. 14: 17; com. Mar. 7: 1-14). Otros
devuelven sus diezmos, asisten a la iglesia y aun observan el sábado porque
creen equivocadamente que de esa manera ganan méritos delante de Dios. Es cierto
que el cristiano deseará cumplir fielmente con todos esos mandatos divinos, pero
lo hará no con la esperanza de congraciarse con Dios, sino porque como hijo de
Dios por la fe en la gracia salvadora de Jesucristo, siente supremo gozo y
felicidad de vivir en armonía con la voluntad expresada por Dios (ver com. Mat.
7: 21-27; Material Suplementario de EGW de Gál. 3: 24).
La lección que
se destaca en Gálatas para la iglesia actual es la misma que en los días de
Pablo: que la salvación sólo se puede lograr por medio de una fe sencilla en los
méritos de Cristo (cap. 2: 16; 3: 2; 5: l), y que nada de lo que el hombre pueda
hacer mejora en lo más mínimo su condición delante de Dios ni incremento sus
posibilidades de obtener el perdón y la redención. La ley, ya sea moral o
ceremonial, no tiene poder para librar a los hombres de la condición de pecado
en que se 933 encuentran (ver com. Rom. 3: 20; 7: 7). Este es el "Evangelio" de
Pablo en contraste con el "evangelio" pervertido de los judaizantes (Gál. 1:
6-12; 2: 2, 5, 7, 14).
La carta concluye con una exhortación para que no
abusaran de la libertad que poco antes habían encontrado en el Evangelio, sino
para que vivieran una vida santa (cap. 6). El amor cristiano debía inducir a los
gálatas a estar en guardia contra un espíritu de santidad fingida y a tratar
bondadosamente a los que cayeran en error. La iglesia debía ser conocida por sus
buenas obras al fruto del Espíritu, y no debía tratar de sustituir la fe en los
méritos salvadores de Cristo con las buenas obras.
5. Bosquejo.
I. Saludo e introducción, 1: 1 - 10.
A. La autoridad apostólica del autor, 1: 1-5.
B. La ocasión para
escribir la carta y su propósito, 1: 6-10.
II. Defensa de la autoridad
apostólica de Pablo, 1: 11 a 2: 14.
A. La autenticidad de su conversión
al cristianismo, 1: 11-24.
1. El origen divino de su interpretación del
Evangelio, 1: 11 -12.
2. Su celo anterior por la fe judía, 1: 13-14.
3. Su conversión y su misión entre los paganos, 1: 15-16.
4. Su
retiro preparatorio en Arabia, 1: 17.
5. Su primer contacto con los
apóstoles en Jerusalén, 1: 18-20.
6. Su aceptación por las iglesias de
Judea, 1: 21-24.
B. La aprobación apostólica de su interpretación del
Evangelio, 2: 1-14.
1. Pablo explica su Evangelio a los apóstoles, 2:
1-2.
2. El caso de Tito comprueba el Evangelio de Pablo, 2: 3-5.
3. Igualdad apostólica de Pablo con los doce, 2: 11-14.
III. La
fe contra el legalismo como medio de salvación, 2: 15 a 3: 29.
A. Los
cristianos de origen judío también dependen de la fe en Cristo para la
salvación, no de la ley, 2: 15-2 1.
1. Los cristianos de origen judío
comprenden la ineficacia del legalismo, 2:15-16.
2. La incompatibilidad
del cristianismo y el judaísmo, 2: 17-2 1.
B. La salvación de los
gentiles provista en el pacto hecho con Abrahán, 3: 1-14.
1. Los gálatas
se habían hecho cristianos por medio de la fe, 3: 1-5.
2. La fe es la
característica distintiva del pacto hecho con Abrahán, 3: 6-7.
3. La
salvación de los gentiles por medio de la fe, 3: 8-14.
C. La condición
de "la ley" en relación con el pacto hecho con Abrahán, 3: 15-29.
1. "
"La ley" no anulaba las provisiones mesiánicas del pacto, 3: 15-18.
2.
El papel subordinado y provisorio de "la ley" , 3: 19-25.
3. En Cristo
todos son herederos de las promesas del pacto por la fe, 3: 26-29.
IV.
El cristiano queda libre de la tutela de "la ley" , 4: 1-31.
A. De la
inmadurez de "la ley" a la madurez del Evangelio, 4: 1-7.
1. La
condición de subordinación de un heredero durante su minoría de edad, 4: 1-3.
2. Se confieren los privilegios plenos de la herencia mediante Cristo,
4: 4-7.
B. El insensato proceder de la iglesia de Galacia, 4:8-3 l .
1. La insensatez de judaizar, 4: 8-12.
2. La sinceridad de Pablo
y su solícito interés en las iglesias de Galacia, 4: 13-20.
3. La
alegoría de los dos hijos, 4: 21-31.
V. Exhortaciones morales y
espirituales, 5: 1 a 6: 10.
A. La esclavitud del legalismo incompatible
con la libertad en Cristo, 5: 1-12.
B. La libertad cristiana no es una
excusa para el libertinaje, 5: 13-26.
1. El amor es el cumplimiento de
la ley, 5: 13-18.
2. Las obras de la carne y las obras del Espíritu, 5:
19-26.
C. El amor fraternal cumple con la ley de Cristo, 6: 1-10.
VI. Conclusión, 6:11-18.
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