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CBA APOCALIPSIS Capítulo 4

CBA: Apocalipsis Capítulo 4
1. Después de esto. 

Es decir, después de que Juan hubo contemplado la visión de las siete iglesias (cap.1: 10 a 3:22). "Después de esto" no especifica el tiempo transcurrido entre las dos visiones. 

Miré. 

O "vi", expresión que Juan usa repetidas veces para introducir nuevas escenas o 783 importantes símbolos nuevos (ver com. cap. 1:2). 

Una puerta. 

Indudablemente se trata de la puerta que conduce a la sala del trono del universo (vers. 2; compárese con el comentario del vers. 5). 

En el cielo. 

No "que conducía al cielo", como si Juan estuviese afuera y mirando hacia adentro. Como al mirar hacia adentro contempló el trono de Dios, ésta debe haber sido una puerta que conducía a la sala del trono del universo. Esta sala del trono ha sido identificada como el lugar santísimo del santuario celestial. 

Después de considerar el estado de la iglesia en la tierra (cap. 1-3), la atención de Juan se dirige ahora a una visión simbólica del trono de Dios en el cielo. Que la descripción del trono de Dios y la escena que lo rodea en los cap. 4 y 5 deben entenderse simbólica y no literalmente, es claro, por ejemplo en cap. 5:6, donde se describe a Cristo como "un Cordero como inmolado, que tenía siete cuernos, y siete ojos", y, sin embargo, estaba vivo y podía ir y tomar el libro de la mano de Dios. Puesto que éste es un lenguaje evidentemente simbólico, es lógico que toda la escena profético debe interpretarse de la misma manera. En el símbolo el profeta puede volar sobre los objetos terrenales y materiales hasta alcanzar los niveles más elevados de la mente y el corazón, recibiendo impresiones celestes que sobrepujan la expresión del lenguaje literal (ver com. Eze. 1:10) 

La primera voz. 

El significado del texto original se expresa más claramente así: "He aquí... la primera voz que oí como de trompeta, hablando conmigo, dijo..." Esta es, sin duda, la voz del cap. 1: 10, la que dio comienzo a la primera visión y ahora inicia la segunda. 

Sube acá. 

Una invitación para que Juan entrara en visión, apartando sus sentidos de las cosas terrenales que lo rodeaban para enfocarlos en las realidades celestiales. 

Después de éstas. 

No necesariamente después del cumplimiento de la visión anterior, sino desde el punto de vista del tiempo de Juan; por consiguiente, esta declaración es paralela a la del cap. 1: 1 (ver el comentario respectivo). 

2. En el Espíritu. 

Gr. en pnéumati (ver com. cap. 1: 10). Juan entra en visión por segunda vez. No se sabe cuánto tiempo transcurrió entre la primera visión y ésta. 

Establecido. 

El trono ya estaba en su lugar. 

Uno sentado. 

La reverente discreción de Juan para describir al Gobernante del universo con palabras que parecieran en modo alguno antropomórficas, es clara, porque lo describe simplemente con el participio kath'menos, "sentado", sin decir qué o quién estaba sentado. Sólo afirma que sobre el trono había una presencia. Esta referencia al Padre se halla en notable contraste con la detallada descripción del Hijo (cap. 1: 13-16); pero el Hijo es humano a la vez que divino, y por lo tanto puede ser descrito apropiadamente en términos humanos (vers. 3; cf. cap. 6:16; 7: 10). 

3. Que estaba sentado. 

De nuevo sólo se usa el participio (ver com. vers. 2). 

Jaspe. 

Gr. iáspis, que no es precisamente el jaspe moderno, sino una piedra descrita por el antiguo naturalista Plinio, como translúcida ( Historia Natural xxxvii). Juan se refiere repetidas veces a piedras preciosas para describir colores brillantes, porque la luz del sol que brillaba sobre tales piedras producía algunos de los colores más brillantes conocidos por el hombre en sus días. El iáspis quizá describa aquí una luz brillante, refulgente, más notable por su brillo que por su color. 

Cornalina. 

La cornalina o alguna otra piedra de color rojizo. Aquí describe una luz rojiza, brillante. 

Arco iris. 

Compárese con la visión del trono de Dios que tuvo Ezequiel (cap. 1:26-28). 

Semejante en aspecto a la esmeralda. 

Es decir, de color verde. El brillo de la luz que refulge de la presencia sobre el trono se templa con la suave luz verde del arco iris que rodea el trono. Este arco iris representa la combinación de la justicia y la misericordia que caracterizan a Dios (Ed 110-111; cf. PVGM 114). 

4. Trono. 

Gr. thrónos, "tronos". Los 24 ancianos están sentados sobre los 24 tronos que rodean el trono de Dios.  

Veinticuatro ancianos. 

Esta escena hace recordar a Isa. 24:23 (LXX): "Reinará el Señor.. y delante de los ancianos será glorificado". El hecho de que estos ancianos estén vestidos con vestiduras blancas, que pueden simbolizar justicia (ver com. Apoc. 3:4), y que tienen sobre sus cabezas "coronas" ( stéfanos , emblema de victoria; ver com. cap. 2: 10), ha inducido a algunos a sugerir que representan a hombres redimidos. En una interpretación se explica que la 784 descripción del trono celestial de los cap. 4 y 5 debe ubicarse en un tiempo antes de que comiencen a suceder los acontecimientos simbolizados por los siete sellos. Si así es, entonces los 24 ancianos, si son seres humanos, necesariamente debían ser hombres que ya estaban en el cielo en los días de Juan. Los adventistas a menudo los han identificado con los santos que se levantaron de sus tumbas cuando Cristo resucitó (Mat. 27: 52-53; cf. Efe. 4: 8), pues ése es un grupo que se sabe que fue resucitado. La resurrección principal aún se halla en el futuro (1 Tes. 4: 16). Por lo tanto, es un hecho que la presencia de seres humanos en el cielo no puede tomarse como una evidencia de que la resurrección de todos los redimidos debe preceder a los acontecimientos que se describen en los sellos. 

Otra interpretación compara a los 24 ancianos con las 24 órdenes del sacerdocio levítico. Así como los sacerdotes ministraban delante de Dios en el santuario terrenal, así también Juan ve a 24 ancianos que ministran en el santuario celestial. 

Otros sugieren que los 24 ancianos simbolizan a Israel en su sentido más amplio (ver com. Apoc. 7:4): dos ancianos por cada tribu: uno que simboliza al Israel literal; el pueblo de Dios antes de la cruz; y el otro, al Israel espiritual, la iglesia cristiana, el pueblo de Dios después de la cruz. De esta manera pueden compararse con los 12 patriarcas y los 12 apóstoles. Este parecer destaca el carácter simbólico de estas representaciones, en vez de considerarlas como santos literales que están ahora en el cielo (ver com. vers. l). 

Algunos intérpretes ven en los 24 ancianos a ángeles y no a seres humanos. Ponen el énfasis en que se describe a los ancianos como ministrando las oraciones de los santos (cap. 5: 8), una obra -dicen ellos- que difícilmente sería encomendada a seres humanos. 

Ropas blancas. 

Ver com. cap. 3:18. 

Coronas. 

Ver lo anterior en cuanto a los 'veinticuatro ancianos". 

Oro. 

Quizá sea sólo una señal de algo muy precioso. 

5. Relámpagos y truenos y voces. 

Una expresión favorita de Juan (cap. 8: 51, 11: 19; 16: 18), que posiblemente describe poder y majestad (ver Job 37: 4-5; Sal. 29: 3-4; Eze. 1: 13). 

Siete lámparas de fuego. 

O "siete lámparas ardientes". Ver com. cap. 5:6. Aunque tienen cierto parecido con los siete "candeleros" de oro del cap. 1: 12, son llamadas "lámparas" (lampás) y no "candeleros" o "portalámparas" ( lujníon; ver com. cap. 1: 12). Además, se dice claramente que representan a los siete Espíritus de Dios, mientras que los candeleros del cap. 1 representan a las siete iglesias (vers. 20). Basados en este simbolismo algunos han identificado la "puerta" (cap. 4: 1) como una abertura hacia el primer compartimento del santuario celestial. 

Siete espíritus. 

Ver com. cap. 1:4. 

6. Mar de vidrio. 

Esta descripción es muy parecida a la que da Ezequiel del trono de Dios, el cual estaba sobre una "expansión" (Eze. 1: 26). El vidrio tenía en la antigüedad mucho más valor del que tiene hoy Aquí representa la apariencia clara y cristalina de la superficie sobre la cual estaba el trono. 

Cristal. 

Gr. krústallos , una palabra que significa "cristal", un mineral incoloro, transparente, o "hielo". Lo que Juan ve es una expansión amplia y brillante que refleja gloriosamente el resplandor rojo y verde que rodea el trono. Compárese con la visión de Ezequiel (cap. 1:22). 

Junto al trono, y alrededor del trono. 

Como los querubines de Ezequiel (Eze. 1: 22, 26), esos seres vivientes quizá se veían por debajo del trono y alrededor de él. El simbolismo está en armonía con el antiguo pensamiento semítico. Un sarcófago de Biblos, de fines del segundo milenio a. C., describe a un rey fenicio sentado sobre un trono sostenido por un querubín con forma de animal (ver W. F. Albright, "What Where the Cherubim?' The Biblical Archaelogist 1: 1 [Febrero, 1938], pp. 1-3). Cf. Sal. 80: 1; 99: l; Isa. 37: 16. 

Seres vivientes. 

Gr. zÇon , "seres vivientes'. ZÇon no indica a qué orden de seres pertenecen estos cuatro "seres vivientes"; sin embargo, se parecen mucho a los de la visión de Ezequiel (ver com. Eze. 1:5-26), quien los llama "querubines" (cap. 10: 20-22). 

Llenos de ojos. 

Cf. Eze. 1: 18; 10: 12. Puede entenderse como símbolo de la inteligencia e incesante vigilancia de los seres celestiales. 

Puesto que el símbolo de los ojos proviene claramente de Ezequiel, es posible entenderlo aquí según el pensamiento hebreo. En el AT se usa nueve veces la palabra hebrea 'áyin, "ojo", " con el sentido de "color" " o "brillo" " (Prov. 23: 31; Eze. 1: 4, 7, 16, 22, 27; 8: 2; 10: 9; Dan. 10: 6); lo que sugiere que al describir 785 los cuatro animales como "llenos de ojos", Juan podía estar expresando que su apariencia era de brillante resplandor. 

7. León. 

Aquí aparece cada uno de los cuatro seres con una de las cuatro caras características de cada uno de los querubines de la visión de Ezequiel (Eze. 1:10; 10: 14). El significado de estos símbolos se trata en com. Eze. 1: 10. 


8. Seis alas. 

'Los querubines' de la visión de Ezequiel tenían cuatro alas cada uno (Eze. 1:6; 10:21), mientras que los 'serafines" de Isaías tenían seis (Isa. 6:2). Las alas pueden indicar la Velocidad Con que las criaturas celestiales ejecutan los mandatos de Dios (cf. Heb. 1: 14). 

Llenos de ojos. 

Ver com. vers. 6. 

No cesaban. 

Los hombres comúnmente trabajan de día y descansan de noche, pero , " 'no se adormecerá ni dormirá el que guarda a Israel" " (Sal. 121: 4). El poder divino que sostiene el universo nunca descansa. 

Día y noche. 

La noche trae un intervalo para la mayoría de las actividades humanas, pero no tiene efecto sobre la incesante corriente de alabanza a Dios que emana de los seres celestiales. 

Santo, santo, santo. 

Este es también el clamor de los serafines de la visión de Isaías (ver com. Isa. 6:3). No hay una razón válida para tomar esta triple expresión de alabanza como que indica la Trinidad, pues se dirige a quien está sobre el trono: al Padre. La segunda y la tercera persona de la Trinidad son representadas aquí por otros símbolos (Apoc. 4:5; 5:6). 

Señor Dios Todopoderoso. 

Ver com. cap. 1: 8. 

El que era, el que es, y el que ha de venir. 

Ver com. cap. 1: 4. 

9. Aquellos seres vivientes. 

Ver com. vers. 6. 

Esta alabanza es de carácter antifonal; se inicia con los seres celestiales más próximos a Dios. 

Acción de gracias. 

Los seres celestiales y los seres humanos deben dar gracias a Dios sin cesar porque les ha dado la vida. Existen porque él así lo quiere. Después de todo, Dios no le debe nada a sus criaturas; ellas le deben todo a él. 

Al que está sentado. 

Ver com. vers. 2. 

Que vive por los siglos de los siglos. 

Compárese con la expresión del AT "el Dios viviente" (Jos. 3: 10; Sal. 42: 2; 84: 2). Dios es la fuente de toda vida, y el hecho de que viva 'por los siglos de los siglos" es la base de que sustente incesantemente la naturaleza (ver com. Juan 1: 4; Apoc. 4: 8). 

10. Veinticuatro ancianos. 

Ver com. vers. 4. 

Al Que está sentado. 

Ver com. vers. 2. 

Vive por los siglos de los siglos. 

Ver com. vers. 9. 

Echan sus coronas. 

Ver com. vers. 4. 

11. Señor. 

La evidencia textual establece (cf. p. 10) el texto "Señor y Dios nuestro" (BJ, BA, BC). Los que sostienen el punto de vista de que los 24 ancianos son seres humanos, destacan que el título kúrios "Señor", que usan los ancianos y no los cuatro seres vivientes, puede tener importancia, porque kúrios es el equivalente griego del Heb. Yahvéh, el nombre divino con el cual Dios se reveló a su pueblo (Exo. 6:2-3). Este título, afirman, es particularmente adecuado para las alabanzas de los hombres. Ver t. I, pp. 180-181. 

Digno. 

Dios es "digno" de recibir alabanzas de sus criaturas porque les ha dado la vida y todo lo que poseen: las ha hecho lo que son. 

Por tu voluntad. 

A Dios le agradó traer a la existencia al universo y dar vida a sus criaturas. Vio que era bueno hacerlo. No había nada deseable, según él, en estar solo en un universo vacío. Le pareció muy bueno que el universo estuviera poblado por seres inteligentes, capaces de apreciar y reflejar su amor infinito y carácter perfecto. Este fue su propósito al crearlos. 

Existen y fueron creadas. 

La evidencia textual establece (cf. p. 10) el texto "eran y fueron creadas". Con "eran" Juan se refiere sin duda a la existencia del universo después de que Dios lo creó. Dios creó todas las cosas y ahora las sustenta (ver com. Col. 1: 17). 

CBA T7



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