1. El séptimo sello.
En el cap. 6 se describe la apertura de los primeros seis sellos. El cap. 7 es un paréntesis, pues interrumpe la apertura de los sellos para mostrar que Dios tiene un pueblo leal que se mantendrá firme en medio de los terrores que han sido descritos (ver com. cap. 6: 17). Ahora la visión vuelve a la apertura de los sellos.
Silencio en el cielo.
En contraste con los espectaculares acontecimientos que siguen a la apertura de los seis primeros sellos, ahora se produce un solemne silencio con la apertura del séptimo. Este silencio ha sido explicado por lo menos de dos maneras. Algunos sostienen que este silencio en el cielo, que sigue a los terribles acontecimientos que suceden en la tierra inmediatamente antes de la segunda venida de Cristo (cap. 6: 14-16), se debe a la ausencia de las huestes angélicas que han abandonado las cortes celestiales para acompañar a Cristo al venir a la tierra (Mat. 25: 31).
Otra opinión explica que este silencio en el cielo es de solemne expectativa (cf. referencias al silencio en PE 15-16; DTG 642). Hasta este momento las cortes celestiales han sido descritas como llenas de alabanza y canto; ahora todo está en silencio, en solemne expectativa por las cosas que están a punto de suceder. Si se entiende de esta manera, este 803 " silencio del séptimo sello es un puente entre la apertura de los sellos y el sonido de las trompetas, porque implica que con el séptimo sello aún no se ha completado la revelación, que aún hay más que debe ser explicado en cuanto al programa de los acontecimientos de parte de Dios en el gran conflicto con el mal (ver com. vers. 5) "
Media Hora.
"Algunos intérpretes han entendido este lapso en términos proféticos, en base a que un día representa un año literal (ver com. Dan. 7: 25). Según esta interpretación "media hora" sería aproximadamente igual a una semana literal " (cf. PE 16). Otros sostienen que en las Escrituras no hay un claro fundamento para tomar como tiempo profético un período menor de un día completo, y por eso han preferido entender que "como por media hora" significa solamente no período corto de duración no especificada. Los adventistas del séptimo día han favorecido en general la primera opinión.
2. Vi.
Ver com. cap. 4: 1.
Los siete ángeles.
Aunque Juan no ha mencionado antes a estos siete ángeles, es evidente que da por sentado que su identidad queda suficientemente establecida por la declaración de que son "los siete ángeles que estaban en pie ante Dios".
Siete trompetas.
En esta visión los siete ángeles hacen sonar sus trompetas para anunciar castigos divinos que vendrán (ver com. vers. 5-6).
3. Otro ángel.
Es decir, no uno de los siete ángeles que tienen las trompetas.
El altar.
Cf. Exo. 30: 1-10.
Incensario.
Cf. Lev. 10: 1.
Mucho incienso.
Cf. Exo. 30: 34-38.
A las oraciones.
El cuadro presenta al ángel que añade incienso a las oraciones de los santos a medida que éstas ascienden al trono de Dios. La escena descrita puede entenderse como símbolo de la ministración de Cristo a favor de su pueblo (ver Rom. 8: 34; 1 Juan 2:1; cf. PP 370; CS 466-467; PE 32, 252). Cristo, como intercesor, añade sus méritos a las oraciones de los santos, que por este medio son hechas aceptables ante Dios.
4. El humo del incienso.
Ver com. vers. 3.
5. Lo llenó del fuego.
Se produce un cambio repentino en la escena de intercesión. Una vez más el ángel llena su incensario con fuego, pero no le añade incienso.
Lo arrojó a la tierra.
El significado de este acto es importante para la comprensión de lo que sigue al sonar las trompetas. Pueden presentarse dos interpretaciones.
De acuerdo con el punto de vista que han favorecido los adventistas del séptimo día, la cesación del ministerio del ángel junto al altar del incienso simboliza el fin de la ministración de Cristo en favor de la humanidad, o sea el fin del tiempo de gracia. Las voces, los truenos, los relámpagos y el terremoto que suceden cuando el ángel arroja el incensario en la tierra, describen acontecimientos que sucederán al fin de la séptima trompeta, después de la apertura del templo (cap. 11: 19), y en la séptima plaga, cuando sale una voz del templo y declara: "Hecho está" (cap. 16: 17).
Algunos prefieren ver el pasaje del cap. 8: 3-5 no tanto en su relación cronológica como en su relación lógica con los sellos y las trompetas. Esta opinión está de acuerdo con la anterior, de que el ministerio del ángel junto al altar del incienso representa la intercesión de Cristo a favor de su pueblo a través de la era cristiana. Pero destaca el hecho de que se ven ascender las oraciones de los santos, e interpreta el significado de esas oraciones de acuerdo con las oraciones de los mártires presentadas durante el quinto sello: " "¿Hasta cuándo, Señor, santo y verdadero, no juzgas y vengas nuestra sangre en los que moran en la tierra?" " (cap. 6: 10). Esta fue no sólo la oración de los mártires sino también el tema de las oraciones de todos los hijos de Dios que sufrieron durante los horrores descritos cuando se abrieron los sellos. De manera que cuando las oraciones del cap. 8: 3 se consideran dentro del conjunto de los sellos, la acción del ángel que arroja a la tierra un incensario de fuego sin añadirle incienso puede considerarse como un símbolo de que ahora se contestan esas oraciones. En el cap. 6: 11 los santos que sufrían recibieron una respuesta provisoria, pues se les dijo que esperaran hasta que se completase el número de los mártires. Ahora llega la verdadera respuesta a su oración. La ira de Dios contra los perseguidores de su pueblo no es retenida indefinidamente. Finalmente es derramada sin ser atemperada por la intercesión de Cristo. Se considera que las trompetas describe estos castigos. Este segundo punto de vista procura relacionar los sellos y las trompetas al suponer que éstas son la respuesta de Dios a los acontecimientos descritos en los sellos.
Voces.
Hay repeticiones de estos portentos en cap. 11: 19; 16: 18; cf. com. "lo arrojó a la tierra".
6. Siete ángeles.
Ver com. vers. 2.
Siete trompetas.
Ver com. vers. 2. Se han expuesto una cantidad de puntos de vista respecto a la interpretación de las escenas sucesivas que siguen al sonido de las trompetas.
Una opinión acerca de las trompetas se basa en la suposición de que como lo que se dice en el vers. 5 simboliza el fin de la intercesión de Cristo, los sucesos que siguen a continuación pueden considerarse, lógicamente, como una representación de los castigos que Dios derramará sobre la tierra después de que termine el tiempo de gracia. De acuerdo con este punto de vista, estos castigos son paralelos con las siete últimas plagas (cap. 16). Los que defienden esta interpretación señalan ciertos aspectos de cada una de las trompetas que tienen características parecidas a cada una de las plagas.
Según otro enfoque, las siete trompetas no deben considerarse cronológicamente, sino como símbolos de la respuesta divina a las oraciones del pueblo de Dios, que ha sufrido en todas las épocas. En otras palabras, esta interpretación considera que las trompetas son la seguridad que Dios da a sus santos perseguidos de que a pesar de las guerras, plagas, hambres y muerte por las cuales pasen, él continúa ejerciendo el control del mundo; que aún es, juez y castigará a los impíos. Ver com. vers. 5.
El punto de vista al cual se inclinan los adventistas del séptimo día es que estas trompetas corresponden cronológicamente, en gran medida, con el período de historia cristiana que abarcan las siete iglesias (cap. 2; 3) y los siete sellos (cap. 6; 8: 1), los cuales destacan los acontecimientos políticos y militares sobresalientes de este período. Estos acontecimientos serán estudiados después en los comentarios de las diversas trompetas.
7. Granizo y fuego.
Esta gran tormenta de granizo mezclado con relámpagos trae a la mente la séptima plaga que cayó sobre Egipto (Exo. 9: 22-25).
Tierra.
La tierra con su vegetación es el blanco específico de este castigo (cf. cap. 16: 2). El flagelo describe muy particularmente la invasión del Imperio Romano por los visigodos presididos por Alarico. Esta fue la primera de las incursiones teutónicas contra dicho imperio, que jugaron una parte tan importante en su caída final. Los visigodos comenzaron su invasión alrededor del año 396 d. C. entrando en Tracia, Macedonia y Grecia, en la parte oriental del imperio; después cruzaron los Alpes y saquearon la ciudad de Roma en el año 410 d. C. También saquearon una gran parte de lo que es ahora Francia y finalmente se establecieron en España.
Tercera parte.
Esta fracción aparece repetidas veces en el Apocalipsis (vers. 8-9, 11-12; cap. 9: 15, 18; 12: 4; cf. Zac. 13: 8-9). Probablemente implica una parte considerable, pero no la mayor parte.
Toda la hierba verde.
Lo terrible de esta tempestad se describe dramáticamente como destruyendo gran parte de la vegetación de la tierra.
8. Como.
Sin duda Juan piensa que un monte ardiendo es la mejor representación de la escena que se está pasando frente a sus ojos. La figura de una " "montaña ardiendo" aparece en la literatura apocalíptico judía " (Apocalipsis de Enoc Etiópico 18: 13); pero no se puede comprobar que Juan tomase de esa fuente para describir el fenómeno que ahora está contemplando. Cf. Jer. 51: 25, en donde el profeta describe a Babilonia como un "monte destruidor" que se transformará en un "monte quemado".
Mar.
El mar, con la vida que hay en él y sobre él, se presenta como el objeto especial del castigo de la segunda trompeta (cf. cap. 16: 3).
La catástrofe anunciada por esta trompeta ha sido interpretada como una representación de las incursiones de los vándalos. Estos, desalojados de su territorio en Tracia por las incursiones de los hunos provenientes del Asia central, emigraron a través de la Galia (ahora Francia) y España hasta el norte del África romana, y establecieron un reino con centro en Cartago. Desde allí dominaban el Mediterráneo occidental con una flota de piratas que saqueaban las costas de España, Italia y hasta Grecia, y atacaban los barcos romanos. El punto máximo de sus depredaciones fue en el año 455 d. C., cuando saquearon la ciudad de Roma durante dos semanas.
Tercera parte.
Ver com. vers. 7.
Mar se convirtió en sangre.
Este castigo recuerda la primera plaga que cayó sobre Egipto (Exo. 7: 20). En la segunda plaga (Apoc. 16: 3) el mar "se convirtió en sangre como de muerto". La "sangre" sin duda significa en esta trompeta una matanza en gran escala.
9. Seres vivientes.
Gr. ktísma , "ser o cosa creada". La palabra griega no implica necesariamente vida, de aquí que se añada "vivientes"." Cf. Exo. 7: 21.
Vivientes.
Gr. psuj' (ver com. Mat. 10: 28).
10. Cayó... una gran estrella.
Esta "gran estrella" de la tercera trompeta se ha interpretado como una descripción de la invasión y el saqueo perpetrados por los hunos bajo la dirección de su rey Atila, en el siglo V. Los hunos penetraron en Europa desde el Asia central alrededor del 372 d. C., y se establecieron a lo largo del Danubio inferior; pero unos 75 años más tarde emprendieron nuevamente la marcha, y por un breve período asolaron varias regiones del decadente Imperio Romano. Cruzaron el río Rin en el año 451 d. C., pero fueron detenidos por las tropas compuestas por romanos y germanos en Chalôns, en la Galia del norte. Atila murió en 453 d. C. después de un corto período de pillaje en Italia, y los hunos casi inmediatamente desaparecieron de la historia. Los hunos, a pesar del corto período de su predominio, desolaban tanto en sus devastaciones, que su nombre ha perdurado en la historia como sinónimo de las peores matanzas y destrucciones.
Antorcha.
Gr. lampás (ver com. Mat. 25: 1).
Tercera parte.
Ver com. vers. 7.
Los ríos.
Este castigo cae sobre las fuentes de agua dulce, en contraste con las extensiones de agua salada afectadas por la segunda trompeta (vers. 8; cf. cap. 16: 4).
11. Nombre.
En la antigüedad el "nombre" a menudo denotaba una característica especial de la persona que lo llevaba; el nombre de esta estrella puede tomarse, pues, como una descripción del castigo que cayó durante esta trompeta (ver com. Hech. 3: 16).
Ajenjo.
Gr. ápsinthos , una hierba sumamente amarga, Artemisia absinthium . Aquí inclusive las aguas se convirtieron en ajenjo.
12. La tercera parte.
Ver com. vers. 7.
Sol.
Se ha interpretado que el sol, la luna y las estrellas representan las grandes luminarias del gobierno de la Roma Occidental: sus, emperadores, senadores y cónsules. Con la extinción de la Roma Occidental en el año 476 d. C. (ver pp. 23-24; cf. pp. 115-116) dejó de reinar el último de sus emperadores. El senado y los cónsules se extinguieron poco después.
Para que se oscureciese la tercera parte.
La idea parece ser que estos astros serían heridos durante la tercera parte del tiempo en que brillaban, y no que la tercera parte de ellos sería herida de manera que brillarían con dos terceras partes de su brillo. Por lo tanto, una tercera parte del día y una tercera parte de la noche se oscurecerían. Esta figura, aplicada a las divisiones del gobierno romano, puede describir la extinción sucesiva de los emperadores, senadores y cónsules.
13. Miré.
Ver com. cap. 4: 1. Este breve intervalo en la secuencia de las trompetas llama especialmente la atención a las últimas tres, que de una manera especial son llamadas "ayes".
Un ángel.
La evidencia textual establece (cf. p. 10) el texto "un águila" (BJ, BA, BC, NC). El águila puede considerarse como un presagio de destrucción (Mat. 24: 28; cf. Deut. 28: 49; Ose. 8: 1; Hab. 1: 8).
Medio del cielo.
Es decir, en el cenit, de manera que todos pudieran oír su mensaje.
Ay, ay, ay.
El ay se repite tres veces a causa de los tres castigos que aún sobrevendrán cuando suenen las tres trompetas restantes. Cada una de ellas se denomina como un "ay" (cap. 9: 12; 11: 14).
Los que moran en la tierra.
Es decir, los impíos (ver com. cap. 3: 10).
CBA T7
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