1. Toda la congregación.
" Ahora los israelitas estaban listos para comenzar a construir y levantar el tabernáculo que ya se había planeado (caps. 25-31), pero cuya ejecución se había demorado a causa de su apostasía (cap. 32; PP 356). Puesto que todos tenían un interés vital en la construcción del tabernáculo debido a su participación mediante sus ofrendas (cap. 25: 2-7) y su trabajo (caps. 28: 3; 35: 10,25; 36: 4; 39: 42), Moisés "convocó" al pueblo para darle las instrucciones preliminares. "
2. Seis días.
" Los hebreos habrían de estar ocupados en una empresa sagrada y podrían llegar a pensar que ésta fuese una excusa para trabajar en sábado. Pero no debían permitir que la naturaleza sagrada de su obra los engañara llevándolos a descuidar la sagrada observancia de ese día o a pisotear las horas sagradas. En esto hay una lección para los ministros y las demás personas que hacen la obra de Dios en el día de Dios. La construcción del tabernáculo, mediante diversos expertos y con diferentes materiales, era un asunto secular, y por lo tanto no constituía una ocupación apropiada para el santo día de Dios. "
3. No encenderéis fuego.
" Antaño encender un fuego exigía considerable esfuerzo. El clima relativamente cálido de la zona del Sinaí hacía innecesaria la calefacción, y el fuego sólo hubiera servido para cocinar. Puesto que no era indispensable para la salud comer alimentos calientes en tal clima, no se debía preparar comida caliente en sábado (ver com. cap. 16: 23). Este mandato es observado estrictamente todavía, aun en lugares de clima frío, por los judíos caraítas, quienes no permiten encender ni luz ni fuego en sus casas durante el día sábado. Sin embargo, muchos judíos consideran que esta orden era de carácter transitorio, y encienden luces y fuego, incluso en Israel. Pero los judíos ortodoxos estrictos no cocinan hoy ningún alimento en día sábado. "
18. Las estacas.
" Se trata de estacas clavadas en el suelo para sostener las cuerdas que, a su vez, mantenían en su lugar la tienda que cubría el tabernáculo y los postes del cerco del atrio. "
25. Hilaban.
" El hilado era una ocupación habitual entre las mujeres de ese tiempo, desde las más ricas hasta las más humildes. Había trabajo para todos en la construcción del tabernáculo y de sus enseres. Dios considera que toda obra realizada para él es de gran valor e importancia, ya sea la contribución de los "príncipes" que trajeron "piedras de ónice" y piedras preciosas y las costosas "especias aromáticas" " (vers. 27, 28), o el trabajo de las humildes mujeres que "hilaron pelo de cabra" (vers. 26). Ver en los caps. 25 al 31 las instrucciones detalladas para la construcción del tabernáculo.
29. Ofrenda voluntaria.
El espíritu de generosidad manifestado por el pueblo de Israel debe haber agradado a Dios, porque " "Dios ama al dador alegre" (2 Cor. 9: 7). No significa tanto la cantidad que se da (Luc. 21: 3), como el espíritu con el que se lo da (vers. 4). La buena voluntad y la fidelidad son lo que hace aceptable nuestro servicio a Dios (PVGM 383), y él nos recompensa de acuerdo con la generosidad del propósito divino (PVGM 379).
CBA T1
" Ahora los israelitas estaban listos para comenzar a construir y levantar el tabernáculo que ya se había planeado (caps. 25-31), pero cuya ejecución se había demorado a causa de su apostasía (cap. 32; PP 356). Puesto que todos tenían un interés vital en la construcción del tabernáculo debido a su participación mediante sus ofrendas (cap. 25: 2-7) y su trabajo (caps. 28: 3; 35: 10,25; 36: 4; 39: 42), Moisés "convocó" al pueblo para darle las instrucciones preliminares. "
2. Seis días.
" Los hebreos habrían de estar ocupados en una empresa sagrada y podrían llegar a pensar que ésta fuese una excusa para trabajar en sábado. Pero no debían permitir que la naturaleza sagrada de su obra los engañara llevándolos a descuidar la sagrada observancia de ese día o a pisotear las horas sagradas. En esto hay una lección para los ministros y las demás personas que hacen la obra de Dios en el día de Dios. La construcción del tabernáculo, mediante diversos expertos y con diferentes materiales, era un asunto secular, y por lo tanto no constituía una ocupación apropiada para el santo día de Dios. "
3. No encenderéis fuego.
" Antaño encender un fuego exigía considerable esfuerzo. El clima relativamente cálido de la zona del Sinaí hacía innecesaria la calefacción, y el fuego sólo hubiera servido para cocinar. Puesto que no era indispensable para la salud comer alimentos calientes en tal clima, no se debía preparar comida caliente en sábado (ver com. cap. 16: 23). Este mandato es observado estrictamente todavía, aun en lugares de clima frío, por los judíos caraítas, quienes no permiten encender ni luz ni fuego en sus casas durante el día sábado. Sin embargo, muchos judíos consideran que esta orden era de carácter transitorio, y encienden luces y fuego, incluso en Israel. Pero los judíos ortodoxos estrictos no cocinan hoy ningún alimento en día sábado. "
18. Las estacas.
" Se trata de estacas clavadas en el suelo para sostener las cuerdas que, a su vez, mantenían en su lugar la tienda que cubría el tabernáculo y los postes del cerco del atrio. "
25. Hilaban.
" El hilado era una ocupación habitual entre las mujeres de ese tiempo, desde las más ricas hasta las más humildes. Había trabajo para todos en la construcción del tabernáculo y de sus enseres. Dios considera que toda obra realizada para él es de gran valor e importancia, ya sea la contribución de los "príncipes" que trajeron "piedras de ónice" y piedras preciosas y las costosas "especias aromáticas" " (vers. 27, 28), o el trabajo de las humildes mujeres que "hilaron pelo de cabra" (vers. 26). Ver en los caps. 25 al 31 las instrucciones detalladas para la construcción del tabernáculo.
29. Ofrenda voluntaria.
El espíritu de generosidad manifestado por el pueblo de Israel debe haber agradado a Dios, porque " "Dios ama al dador alegre" (2 Cor. 9: 7). No significa tanto la cantidad que se da (Luc. 21: 3), como el espíritu con el que se lo da (vers. 4). La buena voluntad y la fidelidad son lo que hace aceptable nuestro servicio a Dios (PVGM 383), y él nos recompensa de acuerdo con la generosidad del propósito divino (PVGM 379).
CBA T1
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