3. Toda la ofrenda.
La liberalidad del pueblo fue verdaderamente notable. Trajo tanto que el excedente de "materiales" estorbaba el progreso de la obra. Hubo una respuesta similar de parte del pueblo ante el pedido del rey Ezequías (2 Crón. 31: 4-10).
8. Todos los sabios de corazón.
Este capítulo se asemeja mucho al cap. 26. Entre los puntos no mencionados previamente están los siguientes:
22. Dos espigas, para unirlas una con otra.
Mejor " "dos espigas paralelas" " (BJ). Las espigas debían insertarse en las " "basas" " (cap. 26: 19).
27. El lado occidental.
Es decir, la parte posterior.
La larga y precisa repetición de los detalles de la construcción del tabernáculo en la parte final de este libro debe haber tenido un propósito definido. Muestra la importancia del santuario y de todas sus partes en el plan divino de salvación. También hace resaltar la necesidad de obedecer en forma exacta y estricta los mandamientos divinos. Si a alguien se le hubiese podido conceder la prerrogativa de cambiar en algún detallecito las instrucciones divinas, esa persona debería haber sido Moisés; pero no se le concedió tal franquicia.
La exacta correspondencia entre detalle y detalle enseña la lección de que las órdenes de Dios deben observarse al pie de la letra. Estos cinco capítulos finales del Exodo ponen énfasis en la extrema exactitud con la cual Moisés, y los que trabajaban bajo él, llevaron a cabo todas las instrucciones dadas por Dios. Si se pedía "cincuenta corchetes" (cap. 26: 6), se hacían "cincuenta corchetes" " (cap. 36: 13). Si aquí se pedía "cinco columnas" (cap. 26: 37), y allá "cuatro columnas" (cap. 26: 32), se hacían las cinco y las cuatro y se las montaba según las instrucciones (cap. 36: 36, 38). Si esta cortina debía ser hecha con el dibujo en la trama del tejido (cap. 26: 31) y aquella cortina debía ser adornada con bordados (cap. 26: 36), el bordador y el tejedor lo hacían así (cap. 36: 35, 37). No se descuidaba nada de lo ordenado. Solamente en uno o dos casos (especialmente en el cap. 36: 38) se hicieron pequeñas añadiduras, si no en las órdenes impartidas, por lo menos en aquéllas registradas. El mismo espíritu fue posteriormente reflejado por nuestro Señor en su ministerio (Juan 4: 34; 17: 4). Dios desaprueba cualquier alteración de sus mandamientos, cualquier tergiversación de ellos, cualquier cosa que se les reste o sume. No podemos mejorar el Evangelio ni la Palabra de Dios, ni hemos de intentar hacerlo (Deut. 4: 1, 2; 12: 32; Prov. 30: 5, 6).
La manera progresiva en que se levantó el tabernáculo, comenzando por la erección de la armazón, siguiendo por la cubierta interior, y luego las exteriores, y acabando con los detalles de tablas, barras y velos, representa la obra progresiva de la santificación en la experiencia del creyente. Luego de haber entregado por fe su corazón a Cristo su Salvador, el hombre crece en virtudes cristianas, hasta que su vida entera bien coordinada, " "va creciendo para ser un templo santo en el Señor" " (Efe. 2: 21, 22).
La liberalidad del pueblo fue verdaderamente notable. Trajo tanto que el excedente de "materiales" estorbaba el progreso de la obra. Hubo una respuesta similar de parte del pueblo ante el pedido del rey Ezequías (2 Crón. 31: 4-10).
8. Todos los sabios de corazón.
Este capítulo se asemeja mucho al cap. 26. Entre los puntos no mencionados previamente están los siguientes:
22. Dos espigas, para unirlas una con otra.
Mejor " "dos espigas paralelas" " (BJ). Las espigas debían insertarse en las " "basas" " (cap. 26: 19).
27. El lado occidental.
Es decir, la parte posterior.
La larga y precisa repetición de los detalles de la construcción del tabernáculo en la parte final de este libro debe haber tenido un propósito definido. Muestra la importancia del santuario y de todas sus partes en el plan divino de salvación. También hace resaltar la necesidad de obedecer en forma exacta y estricta los mandamientos divinos. Si a alguien se le hubiese podido conceder la prerrogativa de cambiar en algún detallecito las instrucciones divinas, esa persona debería haber sido Moisés; pero no se le concedió tal franquicia.
La exacta correspondencia entre detalle y detalle enseña la lección de que las órdenes de Dios deben observarse al pie de la letra. Estos cinco capítulos finales del Exodo ponen énfasis en la extrema exactitud con la cual Moisés, y los que trabajaban bajo él, llevaron a cabo todas las instrucciones dadas por Dios. Si se pedía "cincuenta corchetes" (cap. 26: 6), se hacían "cincuenta corchetes" " (cap. 36: 13). Si aquí se pedía "cinco columnas" (cap. 26: 37), y allá "cuatro columnas" (cap. 26: 32), se hacían las cinco y las cuatro y se las montaba según las instrucciones (cap. 36: 36, 38). Si esta cortina debía ser hecha con el dibujo en la trama del tejido (cap. 26: 31) y aquella cortina debía ser adornada con bordados (cap. 26: 36), el bordador y el tejedor lo hacían así (cap. 36: 35, 37). No se descuidaba nada de lo ordenado. Solamente en uno o dos casos (especialmente en el cap. 36: 38) se hicieron pequeñas añadiduras, si no en las órdenes impartidas, por lo menos en aquéllas registradas. El mismo espíritu fue posteriormente reflejado por nuestro Señor en su ministerio (Juan 4: 34; 17: 4). Dios desaprueba cualquier alteración de sus mandamientos, cualquier tergiversación de ellos, cualquier cosa que se les reste o sume. No podemos mejorar el Evangelio ni la Palabra de Dios, ni hemos de intentar hacerlo (Deut. 4: 1, 2; 12: 32; Prov. 30: 5, 6).
La manera progresiva en que se levantó el tabernáculo, comenzando por la erección de la armazón, siguiendo por la cubierta interior, y luego las exteriores, y acabando con los detalles de tablas, barras y velos, representa la obra progresiva de la santificación en la experiencia del creyente. Luego de haber entregado por fe su corazón a Cristo su Salvador, el hombre crece en virtudes cristianas, hasta que su vida entera bien coordinada, " "va creciendo para ser un templo santo en el Señor" " (Efe. 2: 21, 22).
CBA T1
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