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CBA Levítico Capítulo 20


CBA Levítico Capítulo 20
1. Habló Jehová.

La mayoría de las faltas que aparecen en este capítulo ya fueron tratadas en el comentario de los caps. 18 y 19. Allí se exhortaba al pueblo con un fundamento puramente espiritual; se recurría a su sentido de corrección. Aquí, estas faltas son consideradas como crímenes contra el Estado que deben ser castigados. Generalmente el castigo es la muerte.

2. A Moloc.

No se trataba meramente de dedicar al niño a Moloc sino de sacrificarlo por fuego, siendo el niño quemado vivo (2 Rey. 23: 10; Jer. 32: 35; ver Jer. 7: 31; Eze. 16: 21; 23: 37). Véase la exposición hecha sobre "Moloc" en el com. de Lev. 18: 21.

5. Le cortaré.

Literalmente "cercenar", "despedazar", "consumir", "destruir". Dios decretó que los que sacrificaran a sus hijos ante Moloc debían ser ejecutados, generalmente por apedreamiento. Si el pueblo no reaccionaba, sino que toleraba este crimen, Dios mismo tomaría las medidas del caso y lo "cortaría" a él, y a " todos los que fornicaron en pos de él prostituyéndose con Moloc". En la mayoría de los casos no queda claro cuáles eran los medios usados para "cortar" al pecador (ver com. Gén. 17: 14; Exo. 12: 15). En este pasaje solamente puede significar la muerte.

6. Adivinos.

Se castigaba de igual manera a los que de alguna forma procuraban ponerse en contacto con los espíritus o comunicarse con los muertos (vers. 27). Ya que en el vers. 6 no se menciona la pena de muerte, se supone que en algunos casos se dejaba el castigo librado a la decisión de los jueces, según la gravedad del delito. El vers. 27, indica que el castigo habitual era la muerte. Con referencia a los "adivinos", véase el com. de Lev. 19: 31.

7. Sed santos.

Como ya se mencionó, la santidad es la nota tónica del libro de Levítico. Dios quería que su pueblo siempre tuviese en cuenta este tema. La razón dada es sencillamente: "Yo Jehová soy vuestro Dios".

8. Guardad mis estatutos.

El vers. 7 inculca la santidad. Inmediatamente le sigue la orden: "Guardad mis estatutos"; luego vienen las palabras: "Yo Jehová que os santifico". Aquí se combinan la observancia de los estatutos de Dios y la santificación: como debe suceder en la vida real. Es falsa la pretensión de que puede alcanzarse la santificación sin obedecer la voluntad de Dios.

9. Maldijere a su padre.

No se informa específicamente en cuanto al contenido de la maldición capaz de exigir pena de muerte. El hecho de que no se defina esta maldición implica que se incluye todo tipo de falta de respeto.

La muerte pareciera ser un castigo demasiado severo por meramente maldecir a alguien. Esta orden colocaba una gran responsabilidad sobre los padres, a fin de que enseñaran a sus hijos a respetar toda autoridad. Viene esto a nuestra mente al ver que algunos padres mansamente se dejan maltratar por un niño airado que, no sólo se niega a obedecer, sino que también grita, da puntapiés, se rebela, y aun golpea a su padre o a su madre. Demasiado tarde tales padres podrán lamentarse de no haber hecho obedecer al niño a tiempo, dejándolo pasar más allá de los límites de la sujeción. Tendrán el mayor remordimiento al comprender que si hubieran actuado sabiamente y con prontitud, ese niño podría haberse salvado para el reino.

10. Adulterio.

La lectura de los vers. 10- 12 no constituye una lectura agradable, ni era ése su propósito. Los pecados que aquí se mencionan son perversos y vergonzosos. Por esto el castigo es generalmente la sentencia de muerte.

20. Morirán sin hijos.

Hoy puede no parecer tan drástico este castigo. Sin embargo, en la antigüedad era algo muy serio. Morir sin hijos significaba no tener parte en la esperanza de Israel; equivalía, prácticamente, a quedar fuera del pacto.

23. Las prácticas de las naciones.

Dios deseaba que su pueblo fuese diferente de las naciones que lo rodeaban, en costumbres, vestimenta, moralidad; aun en su manera de comer, El ideal que Dios tiene para su pueblo es la completa separación del mundo.

25.
Haréis diferencia.

Vercom. del cap. 11.

26. Os he apartado.

Literalmente, "os he separado". La misma palabra hebrea aparece en Gén. 1: 4,6,7,14; Exo. 26: 33; Isa. 59:2; etc. Es la misma palabra que en el vers. 24 se traduce "he apartado" y en el vers. 25 "haréis diferencia". Israel debía ser diferente de todas las demás naciones, no sólo en la forma de su culto, sino en sus ideales, sus objetivos, su vida social y recreativa, su régimen alimentario y su vestimenta. Dios "apartó" a su pueblo de todos los otros, no meramente para hacerlo diferente de todos los demás, sino para que pudiera representar en todos sus hábitos de vida la perfección del carácter divino. De esta manera las naciones paganas llegarían a reconocer la superioridad de la leyes de Dios (Deut. 4: 6-9).

CBA T1

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