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CBA Levítico Capítulo 24


CBA Levítico Capítulo 24
2. Aceite puro de olivas.

La instrucción dada aquí sobre el aceite de las lámparas del candelero es la misma que se encuentra registrada en Exo. 27: 20, 21. La congregación proporcionaba el aceite, como también la harina para los panes de la proposición y los panes de la fiesta de las semanas. Aarón mismo era responsable de las lámparas. Al principio las atendía él personalmente (Exo. 30: 8), pero más tarde este trabajo pasó a ser de los sacerdotes.

El aceite común era exprimido en una prensa, pero el aceite para las lámparas del santuario se hacía de aceitunas machacadas. Se lavaba la fruta y se quitaban todas las basuras, hojas o palitos, Entonces se las machacaba y se hacía que el aceite saliera solo. De esta manera se producía menos aceite que en la prensa, pero el resultado era un producto de superior calidad.

No hay total acuerdo entre los eruditos en cuanto a si las lámparas ardían día y noche. En el vers. 3 se dice que "las dispondrá Aarón desde la tarde hasta la mañana delante de Jehová", mientras que en el vers. 2 se afirma que las lámparas debían arder continuamente. Según Exo. 30: 8, Aarón encendía las lámparas al anochecer, pero en 1 Sam. 3: 3 se habla de que la "lámpara de Dios" era apagada. Sin embargo, por regla general "las lámparas nunca se extinguían todas al mismo tiempo, sino que ardían día y noche" (PP 359, 360). Las diversas declaraciones, aunque aparentemente son contradictorias, están en armonía. Es probable que "la lámpara de Dios" (1 Sam. 3: 3) no hubiera sido el candelero. También es posible que Elí no hubiera sido tan cuidadoso en seguir el ritual prescrito como debiera haberlo sido. Así como debía siempre haber un sacrificio sobre el altar y pan sobre la mesa, también debía haber siempre una lámpara encendida. Aun durante el día, la luz natural no era suficiente como para que los sacerdotes realizasen el ritual diario, dentro de una tienda tan cubierta y sin ventanas.

5. Doce tortas.

Se dan aquí las instrucciones específicas para la preparación y el uso del pan de la proposición, ya mencionado tres veces (Exo. 25: 30; 35: 13; 39: 36). Cada torta era hecha de 4,4 litros de flor de harina. No se dice nada en cuanto a si este pan se hacía con levadura o sin ella, pero el hecho de que se lo pusiera delante del Señor en el primer compartimento pareciera implicar que no se usaba levadura. Puesto que era algo así como una oblación continua (Núm. 4: 7), debía regirse por las reglas de las oblaciones, y por lo tanto debe haberse hecho sin levadura (Lev. 2: 4, 11). Josefo declara específicamente que no se usaba levadura ( Antigüedades iii. 6.6). En tiempos posteriores, se consideró que la preparación y el arreglo de las tortas era trabajo de los levitas (1 Crón. 9: 32).

6. Dos hileras.

Es decir, montones. La palabra significa un arreglo ordenado de alguna forma. El tamaño de los panes exigía la colocación de los panes uno encima del otro y no en "hileras".

7. Incienso puro.

Se colocaba el incienso en dos vasos de oro y, al quitarse el pan, el incienso era quemado sobre las brasas como ofrenda al Señor.

8. Cada día de reposo.

Según el Talmud, el pan de la proposición era quitado una vez por semana, el día sábado, por cuatro sacerdotes. Dos sacaban el pan, y dos los vasos de incienso. Cuando estaban listos para sacar el pan y los vasos, entraban cuatro sacerdotes del nuevo turno que iniciaba su servicio, llevando el nuevo pan y dos vasos de incienso. Los que traían el nuevo pan se colocaban al lado norte, mirando hacia el sur; los que sacaban el pan, se ponían al lado sur, mirando hacia el norte. Cuando un sacerdote quitaba los panes, el que estaba en frente ponía los nuevos. Se tenía cuidado de no quitar lo viejo hasta que lo nuevo estuviese listo para ser colocado. Dé esta manera siempre había pan sobre la mesa. El pan viejo era entonces comido por los sacerdotes como la porción que les pertenecía. Lo hacían dentro del recinto sagrado del santuario. Fue de este pan del que Abimelec dio a David y a sus hombres (1 Sam. 21: 4-6; Mat. 12: 3, 4).

Este pan con frecuencia era llamado el "pan de la Presencia" (BJ) y simbolizaba a Cristo, el verdadero pan de vida (Juan 6: 51). El pan también daba testimonio de que Israel dependía constantemente de Dios para que él supliera todas sus necesidades, tanto espirituales como temporales (ver Mat. 6: 31-34). La mesa estaba siempre puesta; su provisión se renovaba todas las semanas. Como la llama de las lámparas del candelero subía hacia el cielo, así también el incienso sobre la mesa de los panes de la proposición ascendía como perfume agradable al Dador de toda cosa buena.

No hay más que un corto paso entre la mesa del Señor en el santuario y la mesa del Señor en el NT. Los sacerdotes participaban del pan que representaba a Aquel que descendió del cielo; nosotros comemos del pan que Cristo afirmó ser su cuerpo (1 Cor. 11: 24).

10. El hijo de una mujer israelita.

El hecho de que el joven era hijo de un egipcio y que "salió entre los hijos de Israel", indica que aunque no se le permitía acceso al campamento propiamente dicho, había entrado en él. Se había producido una riña, y el joven blasfemó el nombre del Señor. Puesto que no pertenecía al campamento y era considerado extranjero, fue puesto en una prisión hasta que se conociera la voluntad del Señor, es decir hasta que se determinara cómo debían aplicarse las leyes de Israel a una persona que era extranjera, al menos en parte. Al entrar por primera vez en el campamento, lo había hecho con el propósito de levantar allí su tienda(PP 431).

11. Blasfemó.

En vez de arrepentirse, demostró ser perversamente impenitente.

22. Un mismo estatuto.

El incidente mencionado en los vers. 10-14 dio lugar a que se aclararan ciertas leyes civiles, especialmente en cuanto a su aplicación al "extranjero" (ver Exo. 21: 12, 24, 33). Dios perdona el pecado, cualquiera que sea, pero los delitos civiles no pueden resolverse sobre esta base. Israel era tanto nación como iglesia, y Dios dio reglas para ambas. Si un hombre mata a otro, Dios en su misericordia lo perdonará cuando se arrepienta. En realidad, no importa el pecado que pueda cometer un hombre; por atroz que haya sido, puede recibir la abundante misericordia divina. Dios conoce el corazón y por eso puede perdonar, y aun olvidar. Pero si el castigo fuese suspendido cada vez que un hombre se arrepiente, todos los criminales pretenderían haberse arrepentido a fin de escapar de la horca. Si se hiciese saber que el castigo sería perdonado en caso de haber arrepentimiento, las prisiones no tardarían en quedar vacías.

Algunos olvidan que aunque Dios perdona, generalmente no elimina el castigo por la transgresión. David pudo pecar y arrepentirse; pero no escapó a las consecuencias de su pecado. Sufrió mientras vivió. Un hombre infringe las leyes de la vida, y cualquiera haya sido la transgresión, sin importar cuán profundo haya sido el pecado, Dios puede perdonar y lo hará. Pero sólo en circunstancias muy raras el hombre puede escapar de las consecuencias naturales de lo que ha hecho. Se lo perdona, pero generalmente debe sufrir por sus faltas.

El gobernante " "es servidor de Dios para tu bien. Pero si haces lo malo, teme; porque no en vano lleva la espada, pues es servidor de Dios, vengador para castigar al que hace lo malo" " (Rom. 13: 4). La ley civil tiene su lugar. Por lo tanto, la exigencia divina en cuanto al "ojo por ojo, diente por diente" no debe ser puesta de lado como una mera disposición del AT. Sobre este principio se funda el gobierno hoy en día. Si no hubiese castigo para los malos, las condiciones serían mucho peores de lo que son. " "Porque los magistrados no están para infundir temor al que hace el bien, sino al malo. ¿Quieres, pues, no temer la autoridad? Haz lo bueno" " (Rom. 13: 3).

Pero si ha de haber castigo por lo malo ¿cómo será decidido ese castigo? La respuesta es que el castigo debe adecuarse al delito. Por lo tanto, " "el que hiere a algún animal ha de restituirlo, animal por animal" " (vers. 18). Esto parece ser perfectamente justo. Esto es justicia y equidad.

CBA T1

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