1. Con los ancianos.
Por primera vez en Deuteronomio, los ancianos se unen a Moisés para exhortar al pueblo. No se da la razón de ello (ver cap. 31: 9), pero es posible que, por estar próxima la muerte de Moisés, ellos se 1060 enfrentaban con la necesidad de llevar mayores responsabilidades.
Todos los mandamientos.
Probablemente se incluyen todas las instrucciones reveladas por Dios a Moisés.
2. Piedras.
Los comentadores judíos dicen que se levantaron tres series de piedras: una en el medio del río Jordán (Jos. 4: 9), otra en Gilgal (Jos. 4: 20), y la tercera en el monte Ebal (Deut. 27: 4). Otros piensan que se levantaron un total de doce columnas, como cuando Moisés ratificó el pacto entre Jehová e Israel (Exo. 24: 4). No se dice nada en cuanto al tamaño de las piedras, ni al número de ellas. Sólo se sabe que en ellas había lugar como para escribir los Diez Mandamientos y las leyes dadas mediante Moisés.
Las revocarás.
En muchos países era costumbre grabar las palabras en la piedra misma. En este caso, se siguió un método egipcio. Las piedras fueron revocadas con una capa de cal bien molida que, después de secarse, se ponía casi tan dura como cemento. Sobre esta superficie dura y lisa, se podía escribir fácilmente con pigmentos de color. Sin embargo, tales inscripciones no eran permanentes porque, tarde o temprano, la cal se resquebrajaba. Los israelitas deben haberse acostumbrado a ver este tipo de inscripciones en Egipto e, indudablemente, había entre ellos algunos expertos en hacer el trabajo. El verbo traducido "revocar" sólo aparece en los vers. 2 y 4 de este capítulo. El sustantivo derivado, aquí traducido "cal", aparece en este pasaje. En Isa. 33: 12 y en Amós 2: 1 se traduce "calcinar".
3. Esta ley.
Probablemente las leyes mismas y no las bendiciones y maldiciones enumeradas en los vers. 14-26 (PP 535). La palabra aquí traducida "ley" , es torah, un término general que se aplica a toda la instrucción dada por Dios, no sólo al Decálogo. Aquí se refiere específicamente a la voluntad de Dios revelada a Moisés.
Esta "ley" debía escribirse en forma legible, y ubicarse en un lugar bien visible, como recordativo perpetuo del pacto entre Dios e Israel (ver Jos. 8: 30-35). Hoy podemos tener la voluntad revelada de Dios en nuestros hogares. Israel no tenía este privilegio. Por eso las mismas piedras del campo debían proclamarla para que todos los hombres pudiesen leerla y no olvidarla.
4. Ebal.
Ver cap. 1 l: 29. El Pentateuco Samaritano pone en su lugar "monte Gerizim", el monte sagrado de los samaritanos. Como ocurrió con otros pasajes, los traductores cambiaron las palabras de Moisés para hacerlas concordar con sus propias creencias. El monte Ebal está a unos 29 km del vado del Jordán más cercano, y a unos 50 km de Gilgal, donde los israelitas acamparon.
5. Altar.
La dedicación de un nuevo altar daría lugar al ofrecimiento de sacrificios y a una renovación del pacto con Dios.
Instrumento de hierro.
Ver com. Exo. 20: 25. Se usa esta palabra para referirse al hierro del cual se hacen herramientas, como también diversos implementos y utensilios de metal (Gén. 4: 22; 1 Crón. 22: 3, 16; 29: 2, 7). Ver también Prov. 27: 17; Ecl. 10: 10; Isa. 10: 34; Amós 1: 3.
6. Piedras enteras.
No debían cortar ni pulir las piedras, para no dejar en ellas nada que pudiera convertirse en objeto de adoración. Según los comentadores judíos, estas piedras fueron tomadas del lecho del río Jordán. En diversas ocasiones especiales se construyeron altares de piedra sin tallar. Fueron levantados por: Gedeón (Juec. 6: 24, 26), Manoa (Juec. 13: 19), Samuel (1 Sam. 7: 17), Saúl (1 Sam. 14: 35), y David (2 Sam. 25: 25). Compárese con las 12 columnas de Moisés, erigidas cuando Israel originalmente hizo el pacto con Dios en Horeb (Exo. 24: 4). Más tarde, Elías tomó 12 piedras y construyó un altar como parte de su esfuerzo por lograr que Israel volviera a la relación del pacto con Dios (1 Rey. 18: 31, 32).
Holocausto.
La palabra así traducida tiene por raíz el verbo "subir", "ascender". Se refiere a una ofrenda que era totalmente consumida por fuego sobre el altar (ver com. Lev. 1: 3), en contraste con otras ofrendas, de las cuales sólo se colocaban ciertas porciones sobre el altar. En el caso de los holocaustos se dejaba de ofrecer el cuero y las partes que no pudiesen ser lavadas. Esta ofrenda simbolizaba la elevación del alma en adoración.
El holocausto podía ser del ganado vacuno, o de las ovejas o de las cabras, siempre macho, siempre sin defecto (Lev. 1: 3, 10 l; 22: 18, 19); o podía ser una tórtola o un palomino (Lev. 1: 14). Estos últimos eran ofrecidos generalmente por los pobres (ver Lev. 5: 7; 12: 8), mientras que la oveja era ofrecida por la persona más pudiente (Lev. 12: 6; Núm. 6: 14) o la nación (Lev. 23: 12). Esta ofrenda simbolizaba 1061 la entrega total del oferente que así se dedicaba por entero al Señor (ver Exo. 24: 5-7).
7. Ofrendas de paz.
Estas ofrendas de agradecimiento expresaban la gratitud por la salvación, la salud y la liberación. El haber cruzado a salvo el Jordán, y el haber entrado en la herencia prometida eran grandes motivos de regocijo.
La ley escrita en las piedras servía para recordar el deber y para atestiguar las transgresiones. Las ofrendas testificaban de la misericordia, la gracia y el perdón del pecado; del hecho de que ya se había tomado plenamente en cuenta el arrepentimiento del pecador. También debían testificar de una renovada consagración. Las ofrendas de paz recordaban el amor, la misericordia y la gracia con las cuales Dios recibe al que se arrepiente. En el altar de piedras enteras, Dios y el hombre se encontraban. Allí se efectuaba la reconciliación. Comenzaba una nueva vida.
Te alegrarás.
El alma arrepentida se daba cuenta de que la ofrenda de paz era un banquete de gozo y felicidad. Se había restaurado la comunión con Dios, y en esa fiesta sagrada, Dios y el hombre se aproximaban mutuamente. Prevalecía la unidad y la paz entre Jehová y su pueblo.
8. Muy claramente.
Literalmente, "haciéndolo nítido, haciéndolo bien".
9. Hoy.
Es decir, el día del último discurso de Moisés al pueblo. Al entrar en la heredad prometida, Dios confirmó el pacto hecho con sus padres (ver cap. 26: 18). La entrada en la tierra de promisión fue una ocasión apropiada para repetir las estipulaciones del pacto. Dios estaba a punto de cumplir su promesa convenida en el pacto y de darles la tierra de Canaán. Israel no podía permitirse olvidar su promesa de obedecerle a fin de no perder la tierra de su heredad. Es probable que los "ancianos" (vers. 1) hubieran estado ubicados en lugares estratégicos en el campamento a fin de comunicar las palabras de Moisés a la vasta multitud. Quizá esta renovación del pacto resultó casi tan impresionante como la ratificación del pacto en el Sinaí. En el Sinaí, la mayoría de los adultos que ahora participaban en la ceremonia de reconsagración habían sido niños o no habían nacido aún.
10. Cumplirás.
Los hijos de Israel estaban tomando sobre si una solemne y pesada responsabilidad. La comunión con Dios siempre implica pesadas obligaciones. Lo mismo ocurre con el "llamamiento santo" del cristiano (1 Ped. 2: 1-9).
11. Mandó.
En hebreo este verbo está en la forma enfática. Significa que Moisés mandó en forma fervorosa y aun vehemente. Las bendiciones y las maldiciones debían repetirse ritualmente.
12. Monte Gerizim.
El monte que estaba al sur de Siquem.
13. Monte Ebal.
Este monte queda al norte de Siquem, frente al Gerizim. Entre los dos hay un estrecho valle. Los dos montes formaban un gran anfiteatro natural donde podría ubicarse la gran multitud. Los adoradores debían estar en el centro, en el valle; las tribus, en las laderas de los dos montes. Las seis tribus descendientes de Raquel y Lea debían responder a las bendiciones. Las tribus que debían responder a las maldiciones pronunciadas por desobediencia eran las descendientes de Zilpa y Bilha, con la de Zabulón, hijo menor de Lea, y la de Rubén, quien perdió la primogenitura por el pecado que cometiera contra su padre (Gén. 35: 22; 49: 4).
14. Los levitas.
Sus voces podían ser oídas por toda la multitud congregada. Mediante la lectura de la ley y la respuesta del pueblo, Dios y su pueblo convinieron nuevamente un solemne pacto que ofrecía bendiciones a cambio de obediencia y castigos por la desobediencia. Esta ocasión impresionante no podría olvidarse con facilidad.
Aquí se presentaba un anticipo del cristianismo: la culpa (Sant. 2: 10) que trae consigo la ley quebrantada (Rom. 1: 32); el asentimiento de que los requisitos de Dios son justos y buenos (Rom. 7: 12-14); la redención de la maldición de la ley (Gál. 3: 13), junto con la incapacidad de la ley de condenar al que está en Cristo Jesús (Rom. 8: 1); la victoria final y la tierra prometida (Apoc. 15: 2; 21: 1-7).
15. Imagen.
Ver Exo. 20: 4, 23; 34: 17; cf. Jer. 10: 3-5; Ose. 8: 6; 13: 2; también Isa. 40: 19; 41: 7; 44: 10-20.
Oculto.
Es notable que el hombre pueda engañarse hasta el punto de pensar que puede ocultar alguna cosa de Dios (ver Deut. 13: 6; Job 31: 27).
16. Deshonrare.
La pena de muerte debía caer sobre los idólatras y sobre los que maldijesen a sus padres (Exo. 21: 17; Lev. 20: 9). 1062
18. Hiciere errar al ciego.
Ver com. Lev. 19:14.
24. Hiriere.
Una maldición para el homicida (Exo. 20: 13; 21: 12; Lev. 24: 17), aunque no hubiese sido descubierto, y por lo tanto no hubiera sido castigado.
25. Soborno para quitar la vida.
(Ver Exo. 23:7, 8; Deut. 16: 19; Eze. 22: 12.) Es posible que esta amonestación se dirigiese tarnbién a los jueces que pudiesen recibir soborno en un juicio por homicidio.
26. No confirmare.
Literalmente, "hacer permanecer", por lo tanto "establecer", "hacer durar", "hacer obligatorio", "llevar a cabo". La misma palabra se traduce "confirmar" (Deut. 28: 9); "establecer" " (Gén. 17: 21; Sal. 78: 5); "cumplir" " (1 Rey. 8: 20; 2 Crón. 6: 10); " "enderezar" (Job 4: 4).
En Gál. 3: 10 el apóstol Pablo cita parte de este versículo.
CBA T1
Por primera vez en Deuteronomio, los ancianos se unen a Moisés para exhortar al pueblo. No se da la razón de ello (ver cap. 31: 9), pero es posible que, por estar próxima la muerte de Moisés, ellos se 1060 enfrentaban con la necesidad de llevar mayores responsabilidades.
Todos los mandamientos.
Probablemente se incluyen todas las instrucciones reveladas por Dios a Moisés.
2. Piedras.
Los comentadores judíos dicen que se levantaron tres series de piedras: una en el medio del río Jordán (Jos. 4: 9), otra en Gilgal (Jos. 4: 20), y la tercera en el monte Ebal (Deut. 27: 4). Otros piensan que se levantaron un total de doce columnas, como cuando Moisés ratificó el pacto entre Jehová e Israel (Exo. 24: 4). No se dice nada en cuanto al tamaño de las piedras, ni al número de ellas. Sólo se sabe que en ellas había lugar como para escribir los Diez Mandamientos y las leyes dadas mediante Moisés.
Las revocarás.
En muchos países era costumbre grabar las palabras en la piedra misma. En este caso, se siguió un método egipcio. Las piedras fueron revocadas con una capa de cal bien molida que, después de secarse, se ponía casi tan dura como cemento. Sobre esta superficie dura y lisa, se podía escribir fácilmente con pigmentos de color. Sin embargo, tales inscripciones no eran permanentes porque, tarde o temprano, la cal se resquebrajaba. Los israelitas deben haberse acostumbrado a ver este tipo de inscripciones en Egipto e, indudablemente, había entre ellos algunos expertos en hacer el trabajo. El verbo traducido "revocar" sólo aparece en los vers. 2 y 4 de este capítulo. El sustantivo derivado, aquí traducido "cal", aparece en este pasaje. En Isa. 33: 12 y en Amós 2: 1 se traduce "calcinar".
3. Esta ley.
Probablemente las leyes mismas y no las bendiciones y maldiciones enumeradas en los vers. 14-26 (PP 535). La palabra aquí traducida "ley" , es torah, un término general que se aplica a toda la instrucción dada por Dios, no sólo al Decálogo. Aquí se refiere específicamente a la voluntad de Dios revelada a Moisés.
Esta "ley" debía escribirse en forma legible, y ubicarse en un lugar bien visible, como recordativo perpetuo del pacto entre Dios e Israel (ver Jos. 8: 30-35). Hoy podemos tener la voluntad revelada de Dios en nuestros hogares. Israel no tenía este privilegio. Por eso las mismas piedras del campo debían proclamarla para que todos los hombres pudiesen leerla y no olvidarla.
4. Ebal.
Ver cap. 1 l: 29. El Pentateuco Samaritano pone en su lugar "monte Gerizim", el monte sagrado de los samaritanos. Como ocurrió con otros pasajes, los traductores cambiaron las palabras de Moisés para hacerlas concordar con sus propias creencias. El monte Ebal está a unos 29 km del vado del Jordán más cercano, y a unos 50 km de Gilgal, donde los israelitas acamparon.
5. Altar.
La dedicación de un nuevo altar daría lugar al ofrecimiento de sacrificios y a una renovación del pacto con Dios.
Instrumento de hierro.
Ver com. Exo. 20: 25. Se usa esta palabra para referirse al hierro del cual se hacen herramientas, como también diversos implementos y utensilios de metal (Gén. 4: 22; 1 Crón. 22: 3, 16; 29: 2, 7). Ver también Prov. 27: 17; Ecl. 10: 10; Isa. 10: 34; Amós 1: 3.
6. Piedras enteras.
No debían cortar ni pulir las piedras, para no dejar en ellas nada que pudiera convertirse en objeto de adoración. Según los comentadores judíos, estas piedras fueron tomadas del lecho del río Jordán. En diversas ocasiones especiales se construyeron altares de piedra sin tallar. Fueron levantados por: Gedeón (Juec. 6: 24, 26), Manoa (Juec. 13: 19), Samuel (1 Sam. 7: 17), Saúl (1 Sam. 14: 35), y David (2 Sam. 25: 25). Compárese con las 12 columnas de Moisés, erigidas cuando Israel originalmente hizo el pacto con Dios en Horeb (Exo. 24: 4). Más tarde, Elías tomó 12 piedras y construyó un altar como parte de su esfuerzo por lograr que Israel volviera a la relación del pacto con Dios (1 Rey. 18: 31, 32).
Holocausto.
La palabra así traducida tiene por raíz el verbo "subir", "ascender". Se refiere a una ofrenda que era totalmente consumida por fuego sobre el altar (ver com. Lev. 1: 3), en contraste con otras ofrendas, de las cuales sólo se colocaban ciertas porciones sobre el altar. En el caso de los holocaustos se dejaba de ofrecer el cuero y las partes que no pudiesen ser lavadas. Esta ofrenda simbolizaba la elevación del alma en adoración.
El holocausto podía ser del ganado vacuno, o de las ovejas o de las cabras, siempre macho, siempre sin defecto (Lev. 1: 3, 10 l; 22: 18, 19); o podía ser una tórtola o un palomino (Lev. 1: 14). Estos últimos eran ofrecidos generalmente por los pobres (ver Lev. 5: 7; 12: 8), mientras que la oveja era ofrecida por la persona más pudiente (Lev. 12: 6; Núm. 6: 14) o la nación (Lev. 23: 12). Esta ofrenda simbolizaba 1061 la entrega total del oferente que así se dedicaba por entero al Señor (ver Exo. 24: 5-7).
7. Ofrendas de paz.
Estas ofrendas de agradecimiento expresaban la gratitud por la salvación, la salud y la liberación. El haber cruzado a salvo el Jordán, y el haber entrado en la herencia prometida eran grandes motivos de regocijo.
La ley escrita en las piedras servía para recordar el deber y para atestiguar las transgresiones. Las ofrendas testificaban de la misericordia, la gracia y el perdón del pecado; del hecho de que ya se había tomado plenamente en cuenta el arrepentimiento del pecador. También debían testificar de una renovada consagración. Las ofrendas de paz recordaban el amor, la misericordia y la gracia con las cuales Dios recibe al que se arrepiente. En el altar de piedras enteras, Dios y el hombre se encontraban. Allí se efectuaba la reconciliación. Comenzaba una nueva vida.
Te alegrarás.
El alma arrepentida se daba cuenta de que la ofrenda de paz era un banquete de gozo y felicidad. Se había restaurado la comunión con Dios, y en esa fiesta sagrada, Dios y el hombre se aproximaban mutuamente. Prevalecía la unidad y la paz entre Jehová y su pueblo.
8. Muy claramente.
Literalmente, "haciéndolo nítido, haciéndolo bien".
9. Hoy.
Es decir, el día del último discurso de Moisés al pueblo. Al entrar en la heredad prometida, Dios confirmó el pacto hecho con sus padres (ver cap. 26: 18). La entrada en la tierra de promisión fue una ocasión apropiada para repetir las estipulaciones del pacto. Dios estaba a punto de cumplir su promesa convenida en el pacto y de darles la tierra de Canaán. Israel no podía permitirse olvidar su promesa de obedecerle a fin de no perder la tierra de su heredad. Es probable que los "ancianos" (vers. 1) hubieran estado ubicados en lugares estratégicos en el campamento a fin de comunicar las palabras de Moisés a la vasta multitud. Quizá esta renovación del pacto resultó casi tan impresionante como la ratificación del pacto en el Sinaí. En el Sinaí, la mayoría de los adultos que ahora participaban en la ceremonia de reconsagración habían sido niños o no habían nacido aún.
10. Cumplirás.
Los hijos de Israel estaban tomando sobre si una solemne y pesada responsabilidad. La comunión con Dios siempre implica pesadas obligaciones. Lo mismo ocurre con el "llamamiento santo" del cristiano (1 Ped. 2: 1-9).
11. Mandó.
En hebreo este verbo está en la forma enfática. Significa que Moisés mandó en forma fervorosa y aun vehemente. Las bendiciones y las maldiciones debían repetirse ritualmente.
12. Monte Gerizim.
El monte que estaba al sur de Siquem.
13. Monte Ebal.
Este monte queda al norte de Siquem, frente al Gerizim. Entre los dos hay un estrecho valle. Los dos montes formaban un gran anfiteatro natural donde podría ubicarse la gran multitud. Los adoradores debían estar en el centro, en el valle; las tribus, en las laderas de los dos montes. Las seis tribus descendientes de Raquel y Lea debían responder a las bendiciones. Las tribus que debían responder a las maldiciones pronunciadas por desobediencia eran las descendientes de Zilpa y Bilha, con la de Zabulón, hijo menor de Lea, y la de Rubén, quien perdió la primogenitura por el pecado que cometiera contra su padre (Gén. 35: 22; 49: 4).
14. Los levitas.
Sus voces podían ser oídas por toda la multitud congregada. Mediante la lectura de la ley y la respuesta del pueblo, Dios y su pueblo convinieron nuevamente un solemne pacto que ofrecía bendiciones a cambio de obediencia y castigos por la desobediencia. Esta ocasión impresionante no podría olvidarse con facilidad.
Aquí se presentaba un anticipo del cristianismo: la culpa (Sant. 2: 10) que trae consigo la ley quebrantada (Rom. 1: 32); el asentimiento de que los requisitos de Dios son justos y buenos (Rom. 7: 12-14); la redención de la maldición de la ley (Gál. 3: 13), junto con la incapacidad de la ley de condenar al que está en Cristo Jesús (Rom. 8: 1); la victoria final y la tierra prometida (Apoc. 15: 2; 21: 1-7).
15. Imagen.
Ver Exo. 20: 4, 23; 34: 17; cf. Jer. 10: 3-5; Ose. 8: 6; 13: 2; también Isa. 40: 19; 41: 7; 44: 10-20.
Oculto.
Es notable que el hombre pueda engañarse hasta el punto de pensar que puede ocultar alguna cosa de Dios (ver Deut. 13: 6; Job 31: 27).
16. Deshonrare.
La pena de muerte debía caer sobre los idólatras y sobre los que maldijesen a sus padres (Exo. 21: 17; Lev. 20: 9). 1062
18. Hiciere errar al ciego.
Ver com. Lev. 19:14.
24. Hiriere.
Una maldición para el homicida (Exo. 20: 13; 21: 12; Lev. 24: 17), aunque no hubiese sido descubierto, y por lo tanto no hubiera sido castigado.
25. Soborno para quitar la vida.
(Ver Exo. 23:7, 8; Deut. 16: 19; Eze. 22: 12.) Es posible que esta amonestación se dirigiese tarnbién a los jueces que pudiesen recibir soborno en un juicio por homicidio.
26. No confirmare.
Literalmente, "hacer permanecer", por lo tanto "establecer", "hacer durar", "hacer obligatorio", "llevar a cabo". La misma palabra se traduce "confirmar" (Deut. 28: 9); "establecer" " (Gén. 17: 21; Sal. 78: 5); "cumplir" " (1 Rey. 8: 20; 2 Crón. 6: 10); " "enderezar" (Job 4: 4).
En Gál. 3: 10 el apóstol Pablo cita parte de este versículo.
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