1. Subió.
Dios le había mandado hacerlo (cap. 32: 49).
Moab.
La última etapa antes de entrar en Canaán (ver Núm. 33: 48-50), el lugar desde donde Dios había dado sus órdenes (ver Núm. 35: 1; 36: 13), y desde donde Moisés le dio a Israel las palabras del libro de Deuteronomio (ver Deut. 1: 5).
Nebo.
Ver com. cap. 32: 49. Existía una ciudad del mismo nombre (Núm. 32: 38; Isa. 15: 2) en las cercanías.
Pisga.
La parte norte de la cadena montañosa de Abarim (ver com. Núm. 27: 12).
Le mostró.
Dios ya le había prometido a Moisés que se le permitiría ver la tierra de Canaán, aunque no podría entrar allí (Núm. 27:12; Deut. 3: 27).
2. Todo Neftalí.
El Señor le mostró a Moisés la parte norte del país, con el monte Hermón y las colinas de Neftalí a la distancia, la parte central donde se establecieron Efraín y Manasés, y la parte sur, ocupada por Judá.
El mar occidental.
Algunos comentadores han entendido que éste sería el mar Salado (ver Núm. 34: 3), o mar Muerto, en la frontera oriental de Judá. Es mejor entender que se trata del mar Mediterráneo, escondido detrás de las colinas de Judá.
3. El Neguev.
El sur (ver com. Gén. 12: 9; 13: 1).
La llanura.
Todo el valle del Jordán. En especial la hermosísima llanura de Jericó, a través de la cual corre el Jordán (ver com. Gén. 13: 10). La palabra aquí traducida "llanura" significa literalmente "redondo" u "ovalado", y se refiere a la cuenca circular del Jordán, especialmente a la parte donde el Jordán entra en el mar Muerto. Se usa esta misma palabra para referirse a un pan redondo (ver Exo. 29: 23; Juec. 8: 5; 1 Sam. 10: 3; 1 Crón. 16: 3).
Ciudad de las palmeras.
Siempre ha tenido renombre la zona de Jericó por las abundantes palmeras y su clima tropical (ver Juec. 1: 16; 3: 13; 2 Crón. 28: 15). Era un lugar ideal para invernar.
Zoar.
Probablemente en el extremo sur del mar Muerto (ver com. Gén 14: 3, 10; 19: 22, 24).
4. Esta es la tierra.
Ver Gén. 12: 7; 13: 15; 15: 18; Exo. 33: 1. Moisés la vio en toda su 1090 hermosura; por esto había rogado, y Dios le escuchó (Deut. 3: 23-29).
5. Siervo.
Ver Jos. 1: 2, 7, donde Jehová llama a Moisés "mi siervo". El apóstol Pablo dijo que Moisés "fue fiel en toda la casa de Dios, como siervo" (Heb. 3: 5). La palabra griega que aparece en Hebreos es therápon . De esa palabra vienen los vocablos terapéutica , terapia . El término indica un ministerio fiel y compasivo, como del médico que vela por un enfermo. La tierna, amante e inagotable solicitud de Moisés por su pueblo se registra para su encomio y para gloria de Dios. Es interesante notar que el griego moderno usa la palabra therápon para designar al médico.
Conforme al dicho de Jehová.
Literalmente, "por boca de Jehová" (ver Núm. 27: 12-14).
6. Bet-peor.
Literalmente, "la casa de Peor". Este valle se encontraba comprendido en el territorio de Sehón, rey de los amorreos (Deut. 4: 46), pero ya lo poseía Israel en ese momento. Formaba parte de la heredad de Rubén (Jos. 13: 20). Llevaba el nombre de un dios pagano, Peor, y de su templo (Jos. 22: 17).
Sepultura.
Sólo Jehová vio el lugar exacto donde le sobrevino la muerte a Moisés. Al diablo le hubiera agradado muchísimo retener a Moisés en los lazos de la muerte (ver Jud. 9), y con ese propósito resistió a Cristo. Pero Moisés fue resucitado y llevado al cielo (ver Mar. 9: 2-4).
7. Su vigor.
Literalmente, "su lozania no lo había dejado". Esto significa sencillamente que sus fuerzas físicas eran tan lozanas y vigorosas en ese momento como siempre lo habían sido.
Esta es la escena final de una vida verdaderamente grande. En lo que se refiere a una compañía física, Moisés estuvo solo en la hora de su muerte. Pero murió en los brazos de Dios; eso fue suficiente (cf. Sal. 23: 4). La muerte no ofrece una perspectiva agradable, pero si llega cuando el espíritu de la persona está en íntima comunión con el Espíritu de Dios, no hay temor. Aunque uno deba morir en la soledad, lejos de toda ayuda y compasión humanas, si puede morir en la presencia de Dios, ése es un fin agradable, lleno de esperanza.
8. Del lloro y del luto.
Frente a la muerte de su incomparable dirigente, el pueblo no podía dejar de sentir el gran vacío que quedaba en la vida de la nación. Las Escrituras no revelan qué clase de conocimiento del curso de los sucesos de este descarriado planeta tienen los personajes bíblicos ya glorificados: Enoc, Elías, Moisés, u otros que puedan haber sido librados de la tumba (Efe. 4: 8; Mat. 27: 52, 53). Suponiendo que conocieran el desarrollo de los acontecimientos humanos, podríamos imaginarnos con qué interés habrá seguido Moisés las vicisitudes de Israel, mientras contemplaba desde el cielo al pueblo que había dirigido.
9. Josué.
Cuando Moisés le impuso las manos, este dirigente relativamente joven fue lleno de espíritu de sabiduría. Este "espíritu de sabiduría" comprendía habilidad tanto en la administración civil como en la dirección militar. Josué ya había demostrado ser fuerte en fe y valor, y totalmente leal al deber.
10. Cara a cara.
Una figura de dicción que describe la íntima asociación, la amistad compartida. Compárese con las experiencias de Jacob (Gén. 32: 30) y Gedeón (Juec. 6: 22). Ningún otro ser humano había tenido una relación más íntima con Jehová. Con justicia se considera a Moisés como el mayor emancipador y legislador del mundo. La historia ha sentido su influencia a través de los siglos. Por naturaleza, Moisés tenía una personalidad fuerte; pero la comunión mantenida con Dios desarrolló y fortaleció su carácter.
NOTA ADICIONAL SOBRE EL CAPÍTULO 34
La inspiración no ha revelado quién fue el autor de los últimos versículos de Deuteronomio. Algunos comentadores han opinado que Moisés escribió esta porción del libro antes de morir; otros han creído que Josué o algún otro autor anónimo la añadió posteriormente, como epílogo del Pentateuco. Cualquiera de las dos posiciones está en plena armonía con la manera en que el Espíritu Santo ha procedido en otras ocasiones. Sin embargo, ciertas expresiones halladas en los vers. 6-12 parecen entenderse mejor si se considera que Josué fue el autor:
1. Las palabras "ninguno conoce el lugar de su sepultura hasta hoy" (vers. 6) reflejan el interés de parte de los que sobrevivieron a Moisés por conocer el lugar del sepulcro. Es más razonable pensar que esta declaración fue escrita por otra persona después de la 1091 muerte de Moisés -por supuesto, una persona divinamente inspirada - que creer que fuera escrita por Moisés mismo antes de ese acontecimiento.
2. Las palabras del vers. 9, que dan testimonio de la autoridad de Josué y de su habilidad como dirigente, parecen ser más bien un simple registro histórico de la transición en el liderazgo que una predicción respecto de este hecho. En la descripción hecha por Moisés de las vicisitudes futuras de las doce tribus (cap. 33), habla en lenguaje claramente profético (vers. 10, 12, 19, etc.); en este pasaje, el lenguaje es el de un relato histórico.
3. Las palabras "y nunca más se levantó profeta en Israel como Moisés" (vers. 10) parecen más apropiadas como un elogio hecho por Josué o alguna otra persona que por Moisés mismo.
Es indiscutible que Pablo fue el autor del libro de Romanos, pero el amanuense que escribió en nombre de Pablo se sintió autorizado para añadir su saludo personal, dirigido a algunos amigos en Roma (Rom. 16: 22-24). La presencia de este epílogo no altera de ninguna manera el hecho de que el libro sea obra de Pablo y no de Tercio, quien escribió la epístola (vers. 22), ni cambia de modo alguno la calidad de su inspiración. El Espíritu Santo pudo guiar a Tercio así como guió a Pablo. De la misma manera, el Espíritu Santo pudo haber guiado a Josué en la redacción de los últimos versículos de Deuteronomio, así como había dirigido a Moisés en la escritura de la porción anterior del libro, o como más tarde dirigió a Josué para que escribiera el libro que lleva su nombre.
Dios le había mandado hacerlo (cap. 32: 49).
Moab.
La última etapa antes de entrar en Canaán (ver Núm. 33: 48-50), el lugar desde donde Dios había dado sus órdenes (ver Núm. 35: 1; 36: 13), y desde donde Moisés le dio a Israel las palabras del libro de Deuteronomio (ver Deut. 1: 5).
Nebo.
Ver com. cap. 32: 49. Existía una ciudad del mismo nombre (Núm. 32: 38; Isa. 15: 2) en las cercanías.
Pisga.
La parte norte de la cadena montañosa de Abarim (ver com. Núm. 27: 12).
Le mostró.
Dios ya le había prometido a Moisés que se le permitiría ver la tierra de Canaán, aunque no podría entrar allí (Núm. 27:12; Deut. 3: 27).
2. Todo Neftalí.
El Señor le mostró a Moisés la parte norte del país, con el monte Hermón y las colinas de Neftalí a la distancia, la parte central donde se establecieron Efraín y Manasés, y la parte sur, ocupada por Judá.
El mar occidental.
Algunos comentadores han entendido que éste sería el mar Salado (ver Núm. 34: 3), o mar Muerto, en la frontera oriental de Judá. Es mejor entender que se trata del mar Mediterráneo, escondido detrás de las colinas de Judá.
3. El Neguev.
El sur (ver com. Gén. 12: 9; 13: 1).
La llanura.
Todo el valle del Jordán. En especial la hermosísima llanura de Jericó, a través de la cual corre el Jordán (ver com. Gén. 13: 10). La palabra aquí traducida "llanura" significa literalmente "redondo" u "ovalado", y se refiere a la cuenca circular del Jordán, especialmente a la parte donde el Jordán entra en el mar Muerto. Se usa esta misma palabra para referirse a un pan redondo (ver Exo. 29: 23; Juec. 8: 5; 1 Sam. 10: 3; 1 Crón. 16: 3).
Ciudad de las palmeras.
Siempre ha tenido renombre la zona de Jericó por las abundantes palmeras y su clima tropical (ver Juec. 1: 16; 3: 13; 2 Crón. 28: 15). Era un lugar ideal para invernar.
Zoar.
Probablemente en el extremo sur del mar Muerto (ver com. Gén 14: 3, 10; 19: 22, 24).
4. Esta es la tierra.
Ver Gén. 12: 7; 13: 15; 15: 18; Exo. 33: 1. Moisés la vio en toda su 1090 hermosura; por esto había rogado, y Dios le escuchó (Deut. 3: 23-29).
5. Siervo.
Ver Jos. 1: 2, 7, donde Jehová llama a Moisés "mi siervo". El apóstol Pablo dijo que Moisés "fue fiel en toda la casa de Dios, como siervo" (Heb. 3: 5). La palabra griega que aparece en Hebreos es therápon . De esa palabra vienen los vocablos terapéutica , terapia . El término indica un ministerio fiel y compasivo, como del médico que vela por un enfermo. La tierna, amante e inagotable solicitud de Moisés por su pueblo se registra para su encomio y para gloria de Dios. Es interesante notar que el griego moderno usa la palabra therápon para designar al médico.
Conforme al dicho de Jehová.
Literalmente, "por boca de Jehová" (ver Núm. 27: 12-14).
6. Bet-peor.
Literalmente, "la casa de Peor". Este valle se encontraba comprendido en el territorio de Sehón, rey de los amorreos (Deut. 4: 46), pero ya lo poseía Israel en ese momento. Formaba parte de la heredad de Rubén (Jos. 13: 20). Llevaba el nombre de un dios pagano, Peor, y de su templo (Jos. 22: 17).
Sepultura.
Sólo Jehová vio el lugar exacto donde le sobrevino la muerte a Moisés. Al diablo le hubiera agradado muchísimo retener a Moisés en los lazos de la muerte (ver Jud. 9), y con ese propósito resistió a Cristo. Pero Moisés fue resucitado y llevado al cielo (ver Mar. 9: 2-4).
7. Su vigor.
Literalmente, "su lozania no lo había dejado". Esto significa sencillamente que sus fuerzas físicas eran tan lozanas y vigorosas en ese momento como siempre lo habían sido.
Esta es la escena final de una vida verdaderamente grande. En lo que se refiere a una compañía física, Moisés estuvo solo en la hora de su muerte. Pero murió en los brazos de Dios; eso fue suficiente (cf. Sal. 23: 4). La muerte no ofrece una perspectiva agradable, pero si llega cuando el espíritu de la persona está en íntima comunión con el Espíritu de Dios, no hay temor. Aunque uno deba morir en la soledad, lejos de toda ayuda y compasión humanas, si puede morir en la presencia de Dios, ése es un fin agradable, lleno de esperanza.
8. Del lloro y del luto.
Frente a la muerte de su incomparable dirigente, el pueblo no podía dejar de sentir el gran vacío que quedaba en la vida de la nación. Las Escrituras no revelan qué clase de conocimiento del curso de los sucesos de este descarriado planeta tienen los personajes bíblicos ya glorificados: Enoc, Elías, Moisés, u otros que puedan haber sido librados de la tumba (Efe. 4: 8; Mat. 27: 52, 53). Suponiendo que conocieran el desarrollo de los acontecimientos humanos, podríamos imaginarnos con qué interés habrá seguido Moisés las vicisitudes de Israel, mientras contemplaba desde el cielo al pueblo que había dirigido.
9. Josué.
Cuando Moisés le impuso las manos, este dirigente relativamente joven fue lleno de espíritu de sabiduría. Este "espíritu de sabiduría" comprendía habilidad tanto en la administración civil como en la dirección militar. Josué ya había demostrado ser fuerte en fe y valor, y totalmente leal al deber.
10. Cara a cara.
Una figura de dicción que describe la íntima asociación, la amistad compartida. Compárese con las experiencias de Jacob (Gén. 32: 30) y Gedeón (Juec. 6: 22). Ningún otro ser humano había tenido una relación más íntima con Jehová. Con justicia se considera a Moisés como el mayor emancipador y legislador del mundo. La historia ha sentido su influencia a través de los siglos. Por naturaleza, Moisés tenía una personalidad fuerte; pero la comunión mantenida con Dios desarrolló y fortaleció su carácter.
NOTA ADICIONAL SOBRE EL CAPÍTULO 34
La inspiración no ha revelado quién fue el autor de los últimos versículos de Deuteronomio. Algunos comentadores han opinado que Moisés escribió esta porción del libro antes de morir; otros han creído que Josué o algún otro autor anónimo la añadió posteriormente, como epílogo del Pentateuco. Cualquiera de las dos posiciones está en plena armonía con la manera en que el Espíritu Santo ha procedido en otras ocasiones. Sin embargo, ciertas expresiones halladas en los vers. 6-12 parecen entenderse mejor si se considera que Josué fue el autor:
1. Las palabras "ninguno conoce el lugar de su sepultura hasta hoy" (vers. 6) reflejan el interés de parte de los que sobrevivieron a Moisés por conocer el lugar del sepulcro. Es más razonable pensar que esta declaración fue escrita por otra persona después de la 1091 muerte de Moisés -por supuesto, una persona divinamente inspirada - que creer que fuera escrita por Moisés mismo antes de ese acontecimiento.
2. Las palabras del vers. 9, que dan testimonio de la autoridad de Josué y de su habilidad como dirigente, parecen ser más bien un simple registro histórico de la transición en el liderazgo que una predicción respecto de este hecho. En la descripción hecha por Moisés de las vicisitudes futuras de las doce tribus (cap. 33), habla en lenguaje claramente profético (vers. 10, 12, 19, etc.); en este pasaje, el lenguaje es el de un relato histórico.
3. Las palabras "y nunca más se levantó profeta en Israel como Moisés" (vers. 10) parecen más apropiadas como un elogio hecho por Josué o alguna otra persona que por Moisés mismo.
Es indiscutible que Pablo fue el autor del libro de Romanos, pero el amanuense que escribió en nombre de Pablo se sintió autorizado para añadir su saludo personal, dirigido a algunos amigos en Roma (Rom. 16: 22-24). La presencia de este epílogo no altera de ninguna manera el hecho de que el libro sea obra de Pablo y no de Tercio, quien escribió la epístola (vers. 22), ni cambia de modo alguno la calidad de su inspiración. El Espíritu Santo pudo guiar a Tercio así como guió a Pablo. De la misma manera, el Espíritu Santo pudo haber guiado a Josué en la redacción de los últimos versículos de Deuteronomio, así como había dirigido a Moisés en la escritura de la porción anterior del libro, o como más tarde dirigió a Josué para que escribiera el libro que lleva su nombre.
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