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CBA Josué Capítulo 1

CBA Josué Capítulo 1
1. Aconteció.
O "y aconteció". En el hebreo la primera palabra del libro es la conjunción, "y", por lo cual se afirma que la narración de Josué es una continuación del libro de Deuteronomio. Esto sugiere que Josué fue el autor del último capítulo de Deuteronomio y que aquí sigue relatando sus propias vicisitudes. Este relato comienza después de los 30 días de luto por la muerte de Moisés (Deut. 34: 8).

Siervo.
La palabra así traducida comúnmente indica a una persona que está completamente sujeta a su amo. Aquí señala a uno totalmente sometido a Dios y que acata sus órdenes. Pablo se refirió a sí mismo de esta misma manera (Rom. 1: 1; etc.). Un "siervo de Jehová" es alguien subyugado a Cristo, quien le ha redimido de la esclavitud del pecado. Así había ocurrido en el caso de Moisés. Josué, que había actuado como primer ministro de Moisés, fue ahora confirmado por Dios como dirigente de Israel. Su silenciosa y humilde fidelidad y su constancia habían demostrado que estaba capacitado para ser el sucesor de Moisés. Josué había nacido unos pocos años antes de que Moisés huyera de Egipto para exiliarse en el desierto de Madián. En ese momento no parecía posible que Moisés llegara a ser alguna vez el emancipador de una nación. Pero la Providencia prevé y se prepara por adelantado para hacer frente a las necesidades de su pueblo. Dios tiene en reserva instrumentos y fuerzas que no conocemos hasta que llega el tiempo debido. Por ejemplo, ¿cómo podría un profesor universitario desconocido sacudir a toda Europa y hacer temblar al papa en su trono? Nada parecía más imposible. Sin embargo, Federico, príncipe de Sajonia, fue puesto por Dios en su trono, listo para ayudar cuando llegara el momento. Y mucho antes de que Lutero naciese, la Providencia había dispuesto la invención de la imprenta, que habría de convertirse en la artillería más eficaz de Lutero. Los planes de Dios son perfectos, y cada uno de sus propósitos se cumplirá al momento debido y con la ayuda del instrumento humano señalado.

Los planes de Dios nunca dependen sólo de un hombre. Cuando muere un Moisés, Dios tiene preparado a un Josué. Moisés estaba eminentemente calificado para tratar con el Faraón. Josué estaba capacitado para enfrentarse con los cananeos. Dios toma en cuenta cuatro factores en la elección de un hombre: (1) Su temperamento y manera de ser. Josué tenía capacidad natural para los asuntos militares. Era valiente y firme (Núm. 14: 6-9), y ejercía una poderosa influencia persona (Jos. 24: 31). (2) Su preparación previa. Josué ya había servido durante cuarenta años como dirigente digno de confianza (Exo. 17: 9, 10; Núm. 13: 2, 3, 8). La preparación y la experiencia son esenciales. (3) Su reputación. Sólo Josué y Caleb se habían puesto de parte de una empresa impopular. (4) La tarea por realizarse. Para desalojar a los cananeos, se necesitaba un soldado. El hombre y la necesidad debían corresponderse.

Servidor de Moisés.
"Ayudante" (BJ). El original hebreo denota un servidor voluntario, uno que atiende o ayuda a otro, en contraste con el "siervo" que por una razón u otra está obligado a prestar servicio.

2. Jordán.
Heb. Yarden , del verbo yarad , "descender". El nombre describe adecuadamente la veloz corriente del río que surge en las laderas del monte Hermón, de 2.814 m de altura sobre el nivel del mar, y desciende a razón de unos 12 m por km hasta llegar al mar de Galilea, que está a 209 m por debajo del nivel del mar. Después de salir del mar de Galilea la rapidez del descenso disminuye bastante, a sólo unos 2 m por km. En la primavera, cuando se derriten las nieves del monte Hermón, el Jordán se desborda y se torna correntoso desde el Hermón hasta el mar Muerto, que está a unos 400 m bajo el nivel del mar, la masa de agua más baja sobre la tierra. La razón de su nombre hebreo, "el que desciende", resulta evidente. Josué debía guiar a Israel en el cruce de este río.

Yo les doy.
Dios hace resaltar que es él quien les da el título de propiedad de la tierra de Canaán. La promesa hecha a Abrahán (Gén. 13: 15) ahora debía cumplirse en sus descendientes (ver Gén. 15: 16-21). La iniquidad de los amorreos se había cumplido y debían ser desalojados. Sin embargo, la conquista de Canaán debía ser progresiva. La tierra sería de ellos sólo cuando con fe y obediencia avanzaran para poseerla. Así ocurre con todas las promesas de Dios. No son nuestras sino cuando nos esforzamos por obtenerlas. Sus dones son mayores cuanto mayor es nuestra capacidad de recibirlos. Nuestra aptitud de recepción aumenta con cada nuevo don, y los recursos divinos son ilimitados. El único límite que tiene su capacidad de dar es la nuestra de recibir.

3. Todo lugar.
Algunos han pensado que estas palabras señalan la facilidad con la cual los israelitas habrían de conquistar toda la tierra, según lo ilustra la toma de jericó. En cada caso, como posteriormente ocurrió en Hai, fue sólo su infidelidad a Dios lo que hizo más difícil la conquista de lo que de otra manera hubiese sido.

La planta de vuestro pie.
Era una costumbre primitiva medir con el pie la tierra destinada al cultivo o a la construcción. La marca dejada por el pie era considerada como el símbolo de posesión, que indicaba que la tierra había sido marcada por el pie del supuesto dueño, quien, de esa manera, la había adquirido como propiedad.

Por lo tanto, este pasaje implica que los israelitas debían hacer algo para obtener posesión de la tierra: sólo poseerían las tierras sobre las cuales en realidad caminaran. Habían recibido una promesa abundante, pero ésta podría cumplirse sólo si se esforzaban. Es ley divina, tan cierta con referencia a nuestra herencia espiritual como lo fue en eI caso de la herencia literal de Israel, que sólo cuando avanzamos con fe, pidiendo el cumplimiento de las promesas de Dios, éstas llegan a ser nuestras. Tenemos la Biblia, y podemos creer que la conocemos bien; pero de todo este vasto campo de tesoros ilimitados, en realidad podemos no tener más que un mero fragmento. Sólo el "lugar donde pisare la planta de vuestro pie" será vuestro. Sólo aquello de lo cual nos apropiamos será nuestro. Grandes zonas descuidadas aguardan que las poseamos. Lo mismo puede decirse del privilegio y de las bendiciones de la gracia. Quedan limitadas sólo por los lindes que nosotros mismos les colocamos. ¡Cuán vasta es esta tierra de promisión, aún por pisar y poseer! Y finalmente está la Canaán celestial, la cual Dios ha prometido a todos los verdaderos israelitas de todas las edades.

4. La tierra de los heteos.
La LXX omite esta frase, tal vez por haberse borrado ya el recuerdo de la grandeza de los hititas cuando se hizo la traducción. Antes de recuperarse el conocimiento acerca de los hititas, con la excavación de Hattusa (Boghazkóy), la antigua capital hitita, los críticos ponían en tela de juicio la precisión del registro bíblico al atribuirle un dominio tan extenso a los hititas. Hasta fines del siglo XIX sólo la Biblia había preservado tan siquiera el nombre de este pueblo que en un tiempo ejerció una influencia casi tan grande como la de Egipto o Asiria.

Ahora sabemos que el imperio hitita surgió hacia fines del siglo XVII AC, con su rey Labarna. En la segunda mitad del siglo XVI, con su rey Mursil I, los hititas invadieron Babilonia y saquearon la capital.

El imperio hitita llegó a su cenit bajo Shubbiluliuma, su gobernante de más importancia, de 1375- 1335 AC. Hacia 1200 AC el imperio hitita fue destruido por los pueblos del mar (ver págs. 32-35). En cierto momento el territorio hitita comprendía Asia Menor y se extendía hasta Damasco por el sur, y desde el Líbano hasta el Eufrates. Durante el siglo XIV un rey de nombre hitita Abdu-Kepa gobernó en Jerusalén. Sin duda también existieron ciudades-estados bajo control hitita en Palestina misma. Jerusalén parece haber sido fundada por amorreos e hititas (Eze. 16: 45). Había hititas que vivían en Hebrón en tiempos de Abrahán (ver Gén. 23: 3). Los hititas eran una de las siete naciones cuyos territorios fueron prometidos a Abrahán (Gén. 15:20). Así, esta antigua nación nos ha proporcionado un ejemplo notable de la precisión histórica de la Palabra de Dios. La pala del arqueólogo siempre confirma lo que dice la Escritura; nunca la contradice.

5. Nadie te podrá hacer frente.
O "nadie podrá resistir delante de ti" (BJ). Dios no prometió a Josué más de lo que promete hoy al cristiano. El Creador del universo, el Padre de la eternidad, ha prometido todos sus recursos para ayudarnos a vencer; y Dios prometió a Josué nada menos que eso. Dios nunca dispone algo para que el cristiano retroceda. Allana el camino a Canaán si avanzamos. Muchas veces retroceder es morir.

No te dejaré.
Literalmente, "no quitaré la mano de ti", "no te abandonaré".

Ni te desampararé.
Las dos expresiones hebreas traducidas "dejar" y "desamparar" son sinónimas, y en este pasaje se usan juntas para poner énfasis en la promesa. Cualquiera puede ser vencedor si tiene al Señor de su parte. Entonces la victoria será tan segura en un lugar como en otro. Josué se enfrentaba a una gran tarea con un pueblo que había fracasado muchas veces en el pasado. Aquí Dios promete que no los conduciría a una situación difícil para dejarlos allí sin salida. Los acompañaría hasta la victoria final. Lo mismo puede decirse respecto de los cristianos (Mat. 28: 20).

6. Sé valiente.
La falta de valor es falta de fe, y "sin fe es imposible agradar a Dios" (Heb. 11: 6). Una de las mayores necesidades de nuestros días es el valor:

valor para confesar a Cristo en palabras y en actos en toda ocasión; valor para creer en la Biblia y vivir en armonía con ella; valor para expresar nuestras convicciones y atenernos a ellas aunque estemos en minoría. Satanás no teme la sabiduría, ni la influencia, ni las riquezas, pero tiembla ante el intrépido valor de un alma humilde que avanza con fe. El valor inspirado por Dios arma al alma de invencible poder. Dios estaba preparando a Josué para desempeñar una tarea que exigiría plena fe y confianza en él.

Aunque tengamos el privilegio de confiar ilimitadamente en Dios, siempre debemos desconfiar de nosotros mismos. El temor que sentimos al mirar hacia adentro debe ser aquietado por el valor que nos inspira el mirar hacia Dios. Sin duda Josué era consciente de su propia incapacidad. No había aspirado al alto honor y a la gran responsabilidad de la posición que ahora le tocaba desempeñar. No había buscado ese cargo. Por lo tanto, cuando recibió el llamamiento para asumir el puesto dejado vacante por Moisés, pudo haberle faltado momentáneamente el valor, y necesitó recibir ánimo de parte de Dios y de los hombres. Cuando un ser humano siente verdaderamente su propia incapacidad, Dios lo considera capacitado para asumir grandes y aun abrumadoras responsabilidades. Muchas veces tenemos demasiada confianza en nosotros mismos para que Dios nos use con eficacia y, como Abrahán (Gén. 12: 11-13; 16: 1-3) y Moisés (Exo. 2: 12), estamos demasiado llenos de nuestros propios planes y métodos para realizar la obra.

Tú repartirás.
El "tú" es enfático en el hebreo. "Repartir" significa "hacer poseer". "Tú vas a dar a este pueblo la posesión del país" (BJ). Este sentido también incluía la repartición de la tierra, lo que sería probablemente más difícil que poseerla. Se necesitaba la actuación de un dirigente sabio para que todos estuviesen satisfechos. La aparente ausencia de siquiera una queja seria indica que la sabiduría de Dios guió a Josué en la prosecución de esa delicada tarea. ¿Dependemos tanto de la dirección divina que los que dependen de nosotros se sienten satisfechos? ¿O produce quejas y murmuraciones nuestro liderazgo?

7. Solamente esfuérzate.
La exhortación del vers. 7 dice literalmente: "Solamente sé fuerte y muy valiente en observar todas las instrucciones [ toraha ], etc. Esta era la condición del éxito: entrega total a Dios y cooperación con su voluntad expresa. La tarea era de tal magnitud que Josué no podía realizarla solo; el poder divino debía unirse al esfuerzo humano. El plan de Dios garantizaba el éxito. Josué no podía seguir sus propios planes y esperar que Dios le concediera su favor. Lo mismo ocurre con la salvación, con la victoria sobre el pecado: hemos de ser fuertes y valientes al seguir todas las instrucciones del Señor.

No te apartes de ella.
Si en su sabiduría Dios ha dado una orden, cada detalle de la misma es tan sagrado como el todo. Sería un reto a la integridad de Dios dejar de lado "uno de estos mandamientos muy pequeños" (Mat. 5: 19). Es posible que creamos estar de acuerdo con el principio general, pero que no nos demos cuenta de la importancia de ciertos detalles. Al hacer esto no estamos obedeciendo a Dios, sino complaciéndonos a nosotros mismos. Así, las aparentes minucias se transforman en la verdadera prueba de la completa fidelidad a Dios.

Josué necesitaba el apoyo de Dios para realizar una empresa como la conquista de Canaán. Por lo tanto, se le advirtió que no siguiera su propio camino ni en lo más mínimo. "No te apartes de ella ni a diestra ni a siniestra". La senda de la obediencia es la senda del medio. Siempre hay un sendero a la derecha y otro a la izquierda; indudablemente ambos están equivocados. Una persona puede ir al extremo en cualquier lado de la senda del deber. El maligno se complace tanto en que el cristiano tome el sendero de la derecha, hacia el fanatismo, como que entre por el sendero de la izquierda, que lleva al liberalismo. Ambos conducen a la destrucción. Compárese con instrucciones similares referentes a los Diez Mandamientos en Deut. 5: 32.

Para que seas prosperado.
O "seas prudente". " "El temor de Jehová es el principio de la sabiduría" " (Prov. 9: 10). La prosperidad es resultado de una actuación sabia. Una persona sólo puede actuar sabiamente en la medida que coopere con la Fuente de toda sabiduría.

8. Nunca se apartará.
"Después que se establecieran en Canaán, los preceptos divinos debían repetirse diariamente en cada hogar" (PR 342). Se esperaba que también Josué hiciera lo que se le había mandado al pueblo, no como decreto arbitrario, sino porque sería la clave de su propio éxito. Esta sería también la instrucción divina para el rey, cuando Israel tuviera uno (Deut. 17: 18-20). Debía tener su propio ejemplar, copiado del que se guardaba en el santuario. Esto constituye una evidencia de la existencia de una copia del Pentateuco hecha para los sacerdotes. Ahora Josué recibe instrucciones similares (ver com. Deut. 17: 18). Por razón de haberse dado la orden en Deut. 31: 10-13, de que cada siete años debían leerse públicamente las palabras del libro de la ley, se hicieron de ésta otros ejemplares. Este procedimiento era caro y tedioso, y el número de copias, limitado. De un ejemplar tal Josué leyó todas las palabras de la ley delante de toda la congregación (Jos. 8: 35).

A fin de que el pueblo pudiese aprender de memoria la ley, debía escribirla en los postes de sus puertas y enseñarla continuamente a sus hijos (Deut. 11: 18-21). Hoy todos pueden tener su propio ejemplar de "la ley". ¡Maravilloso privilegio! El deber que tenía Josué de tener siempre a flor de labios esas palabras, es hoy igualmente importante y sagrado. La obediencia a la ley de la vida es todavía la clave del éxito, porque nos sintoniza con la armonía del cielo. Creados a la imagen de Dios, fuimos formados para vivir en armonía con sus leyes. La obediencia a ellas asegura el éxito físico y espiritual (ver DTG 767, 768).

Meditarás.
La palabra hebrea así traducida implica el tipo de actividad mental que algunas veces puede hacerse escuchar en forma audible, como resultado de una intensa concentración. Si las muchas ocupaciones de una persona pudieran alguna vez liberarla de la meditación y de otros actos de devoción, por faltarle tiempo, Josué habría tenido tal excusa. Pero, a pesar de la gran tarea y la gran responsabilidad que le habían sido confiadas, debía tener sus momentos de meditación. ¡Qué pérdida tan grande sufrimos en nuestra vida apresurada por falta de meditación! Leemos tan rápidamente los textos bíblicos, que muchas veces dejamos de ver sus gemas de precioso valor. Si tomásemos una frase y meditáramos en ella dejando de lado al mundo, y permitiéramos a Dios que nos hablara y dirigiera nuestra mente, descubriríamos verdades maravillosas con cuya existencia ni siquiera hemos soñado. "Un pasaje estudiado hasta que su significado nos parezca claro y evidentes sus relaciones con el plan de la salvación, resulta de mucho más valor que la lectura de muchos capítulos sin un propósito determinado y sin obtener ninguna instrucción positiva" (CC 90, ed. 1961). La meditación da como resultado lógico la conducta apropiada, la cual debe seguir a la meditación "para que guardes y hagas".

9. Que te esfuerces.
Por tercera vez Dios da esta orden (ver vers. 6, 7). Josué había demostrado valor en años pasados, pero Dios repite este precepto vez tras vez. Josué, humilde ante sus propios ojos, no dudaba del poder ni de las promesas de Dios; pero desconfiaba de sí mismo: de su propia sabiduría, fuerza y suficiencia para llevar a cabo la tarea que tenía por delante. Quizá este sentimiento se debía en parte a su trato con un hombre tan grande como Moisés. Dios tiene en alta estima el espíritu humilde, porque él puede obrar por tal persona y con ella (ver Isa. 57: 15). La misma humildad de Josué da testimonio elocuente de su capacitación para desempeñar la tarea sagrada que el Señor le había encomendado.

10. Y Josué mandó.
La conjunción "y" denota una estrecha relación entre la orden y su ejecución. Josué no puso dilaciones: apenas recibió las instrucciones, se apresuró a realizarlas.

Oficiales.
Es decir, "escribas". Estos eran los funcionarios administrativos de menor jerarquía, que ejecutaban las órdenes de los dirigentes.

11. Comida.
O "provisiones" (BJ). Esta palabra viene de otra cuya raíz significa "cazar". El sustantivo masculino derivado significa "venado". El uso generalizado le había dado el sentido de "provisiones" como para un viaje. No podía referirse al maná, porque éste caía diariamente (Exo. 16: 4), aunque pronto dejaría de caer para siempre (Jos. 5: 11, 12). Quizá la orden de Josué preveía tanto ese día como el cruce del Jordán.

Dentro de tres días.
Es natural que surja la pregunta: ¿Cómo puede decirse que Israel había de cruzar el Jordán "dentro de tres días" cuando los espías, que hasta ese momento no parecen haber sido enviados, permanecieron tres días en el monte (cap. 2: 22), y el pueblo no parece haber pasado el Jordán sino después de otros tres días adicionales? (cap. 3: 2). Algunos dicen que estas declaraciones en cuanto al tiempo no son precisas; otros afirman que el momento preciso de los caps. 1: 11 y 3: 2 no puede identificarse. También hay quienes procuran acortar los tres días de los espías al considerarlos como partes de tres días, para hacer concordar las dos declaraciones. Otra exégesis de la expresión "dentro de" es que no indicaba que cruzarían el río dentro de tres días, sino que dentro de ese lapso (ver cap. 3: 1) partirían de Sitim. Se ha explicado también que Josué se proponía pasar el río "dentro de tres días", pero que su plan fue frustrado por la demora experimentada por los dos espías. Sin embargo, ninguna de estas interpretaciones resulta satisfactoria.

La palabra traducida "dentro de" es una combinación de 'od , "continuación", "duración", y la preposición be , "dentro" o "en la continuación de". La LXX dice "aún tres días" (cap. 1: 11), y la versión siriaca, "de este momento hasta tres días" o "dentro de tres días" . La palabra traducida "después de" en el cap. 3: 2 viene de la preposición min , "de", "después", y qatseh , "fin" o "extremidad". Dice pues literalmente: "desde el fin de" los tres días. En todo caso, tanto "dentro de" (cap. 1: 11), como "después de" (cap. 3: 2), se refieren aproximadamente al mismo tiempo. Dos hechos quedan en claro: (1) Los espías fueron enviados de Sitim y volvieron a Sitim (caps. 2: 1 y 2: 23 a 3: 1). (2) La mañana después de su regreso, el pueblo partió de Sitim hacia el Jordán, a unos 11 km de distancia, y permanecieron allí tres días (cap. 3: 2) antes de cruzar. Ver págs. 139, 140.

La orden del cap. 1: 10, 11, aunque registrada aquí, en realidad no fue dada hasta después del regreso de los espías (PP 516). De modo que el relato del cap. 2, referente a los dos espías, habría precedido a la orden del cap. 1: 10, 11. Tales anticipaciones retóricas son frecuentes en las Escrituras (ver com. Gén. 38: 1; 39: 1). Se usan para preservar la continuidad. Aquí Josué quería hacer saber que había emitido órdenes acordes con el mandato que acababa de recibir de Dios (vers. 1-9), y que lo había hecho sin demora. Ver en el com. del cap. 3: 2 un análisis de la sucesión de los acontecimientos.

13. Acordaos de la palabra.
Josué procedió a la inmediata ejecución del plan de Moisés. No creyó necesario cambiar el plan general e iniciar un nuevo programa propio para hacerse famoso, lo lo que muchas veces ocurre hoy tanto en el mundo político como en el religioso. Por ejemplo, no procuró granjearse amigos liberando a las dos tribus y media de su obligación. Más bien les recordó su promesa. Mantuvieron su palabra a un elevado costo de esfuerzo y peligro, y proporcionaron así una lección perpetua para los que, luego de haber hecho una promesa bajo gran presión, se sienten tentados a retirarla cuando la presión desaparece.

14. Armados.
Heb. jamushim . Con referencia al sentido preciso de este vocablo han surgido muchos interrogantes, si bien la RVR traduce siempre con alguna forma del verbo "armar" (Jos. 4: 12; Juec. 7: 11). En sin contexto similar se encuentra en Núm. 32: 17 la palabra jushim , del verbo "apurarse"; se cree que éste es un error cometido por tan copista, ya que esa idea no tiene sentido en este contexto, por lo que debiera leerse jamushim . La LXX traduce "armados" o "preparados" . La versión siriaca reza "venceremos". Sin embargo, la traducción "armados" probablemente es incorrecta. Jamushim parece más bien indicar tina manera ordenada de marchar, quizá de a cincuenta. (La BJ traduce la palabra jamushim con la expresión "en orden de batalla" .) Es decir, las dos tribus y media debían prosegtiir en forma organizada bajo la dirección de Josué.

Todos los valientes.
Es decir, las dos tribus y media. Todos debían estar preparados y dispuestos a ir. Según el cap. 4: 13, sólo unos cuando otros se desanimen. Tiene que ser 40.000pasaron para luchar. Pero había unos 110.580 hombres aptos para el servicio militar en las dos tribus y media (Núm. 26: 7, 18, 34). Por lo tanto, más de 70.000 deben haber quedado para proteger a sus familias y su ganado.

16. Respondieron.
Su respuesta tenía cuatro partes: (1) Prometieron obediencia a Josué. (2) Oraron porque la presencia de Dios lo acompañase, o tal vez expresaron confianza en que Dios estaría con él (vers. 17). (3) Decretaron la muerte para cualquiera que le desobedeciera (vers. 18). (4) Lo animaron y lo amonestaron a que fuese fuerte y valiente. Aunque Dios había prometido a Israel la ayuda divina, también insistía en su cooperación. De nosotros demanda también el uso de todo talento y toda capacidad que nos haya dado. Las dos tribus y media se destacan como un ejemplo recomendable de cooperación con Dios y con sus dirigentes designados.

18. Te esfuerces.
Así como el pueblo tenía una tarea que realizar, también Josué, como dirigente, tenía una responsabilidad que llevar. Fue el solemne sentido de esa responsabilidad lo que lo hizo vacilar y achicarse ante el puesto directivo principal. Muchos quedan encantados por lo que consideran la gloria del liderazgo, pero no toman en cuenta sus responsabilidades solemnes ni el sacrificio personal. Con cada privilegio se presenta siempre una responsabilidad equivalente. Un dirigente debe ser fuerte aun cuando sus subordinados flaqueen. Ha de tener aliento capaz de inspirar ánimo en los demás. De la frialdad ajena, debe obtener calor. Un dirigente de Dios debe vivir cerca del Señor a fin de poder animar a los que se relacionan con él. Estos, viendo su relación con Dios, estarán más dispuestos a cooperar con él, y así existirá en la iglesia la unidad por la cual oró Jesús (Juan 17). Existiendo tal unidad, la conquista de Canaán no podía fracasar. Los dirigentes deben ser entendidos "en los tiempos" y saber lo que Israel debe hacer (1 Crón. 12: 32); tienen que merecer la confianza de sus seguidores e inspirar en ellos el gozo de trabajar juntos como tina fuerza unida. Por su parte, los seguidores deben cooperar alegremente con su dirigente y unos con otros.

CBA T2

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