1. Esto, pues, es...
La LXX reza: " "Estos son los de los hijos de Israel que recibieron su heredad" " . Este capítulo es un prefacio de la división del territorio entre las nueve tribus y media. Había llegado el tiempo cuando los israelitas debían dispersarse para ocupar sus nuevas conquistas. La tierra de Canaán habría sido conquistada en vano si no hubiese sido habitada por los hijos de Israel. Habían transcurrido siglos desde el momento cuando Dios llamó a Abrahán de Ur de los caldeos y le dio la promesa de que sus descendientes heredarían la tierra. Algunas veces las promesas de Dios tardan en cumplirse por causa de la 249 infidelidad de aquellos a quienes fueron hechas. Tenemos el privilegio de apresurar el cumplimiento de las promesas divinas.
Eleazar.
Literalmente significa "Dios ha ayudado". Eleazar era el tercer hijo de Aarón, y sucesor en el ejercicio del sumo sacerdocio (Exo. 6: 23,25; Núm. 3: 2,4; 20: 25-28; Deut. 10: 6). El orden en que aparecen los nombres no es primero Josué, y luego Eleazar, sino lo contrario. El que se mencione a Eleazar primero está de acuerdo con la ley de Moisés y la forma de gobierno que debía establecerse en Israel. Dios había de ser supremo mediante su sacerdote. Josué debía presentarse ante Eleazar (Núm. 27: 21), y el sacerdote consultaría a Jehová mediante el Urim. Según lo que dijera Eleazar debían proceder tanto Josué como la congregación (ver Deut. 17: 9). En el sistema de gobierno establecido en Israel por Moisés, el sacerdote, bajo la dirección de Dios, tenía la autoridad legislativa, y el poder ejecutivo estaba en manos del juez. Tal sistema lleva el nombre de teocracia. Siempre que el sacerdote dependiera totalmente de Dios, este arreglo sería ideal. Por otra parte, un sacerdocio corrupto podía regir toda la nación y ponerla en peligro. La forma teocrática de gobierno terminó cuando Israel fue rechazado como nación. Este sistema nunca ha resurgido.
Los cabezas de los padres.
Se encuentran los nombres de éstos en Núm. 34: 19-28. No se incluyen los príncipes de Rubén y Gad, pues éstos ya habían recibido su heredad del otro lado del Jordán.
2. Suerte.
Literalmente, "guijarro". Este nombre proviene, evidentemente, de la manera primitiva de echar suertes con un guijarro. Los eruditos rabínicos conjeturan que se usaban dos urnas: en una presumiblemente se ponían tablillas (o tal vez piedras) que llevaban inscritos los nombres de las tribus; en la otra, tablillas similares que contenían los nombres de los distritos. Josué y Eleazar, los representantes de las tribus, según les tocaba el turno, sacaban a la misma vez un guijarro de cada urna. Por supuesto, no hay manera de verificar esta tradición. Puede haberse usado sólo una urna en la cual estaban depositados los nombres de los distritos, y los jefes de familia pueden haber sacado estos nombres de la urna. Se desconoce qué método se usó. Evidentemente sólo así podrían señalarse los distritos generales en que fue dividida la tierra. Las fronteras tenían que ser determinadas por los dirigentes del pueblo. Una tribu mayor necesitaba más territorio que otra menor. Esta fue la regla especificada por el Señor (Núm. 26: 51-56; 33: 54). Es obvio que toda la distribución se realizó de acuerdo con disposiciones especiales, para que correspondiera con las predicciones inspiradas de Jacob y Moisés en cuanto a la parte que le tocaría a cada tribu (Gén. 49 y Deut. 33). A Judá le correspondió un territorio lleno de viñedos y campos de pastoreo; a Zabulón, las costas del mar; a Isacar, una fértil llanura entre cadenas de montañas; a Aser, un territorio abundante en aceite, trigo y metales; y así sucesivamente a los otros.
4. Dos tribus.
Los levitas no figuraron entre las tribus que recibieron heredades, pues debían estar entre todas las tribus. Uno de los hijos de José ocupó su lugar para completar el número 12 en el cómputo de las tribus. Así existen dos formas de enumerar las tribus de Israel, pero el total es siempre doce tribus. Se ha sugerido que puede deducirse el uso de estos dos sistemas, del relato de Exo. 28. Se dice que el sumo sacerdote debía llevar los nombres de los hijos de Israel, "conforme al orden de nacimiento de ellos" (contándose tanto José como Leví, pero no Efraín ni Manasés), en sus hombros. En el pectoral debían aparecer estos nombres "según las doce tribus" (nombrándose a Efraín y Manasés, y omitiéndose a José y Leví).
Ejidos.
Literalmente, "pasturas". "Con los pastos correspondientes" (BJ). La palabra hebrea proviene de una raíz que significa "arrear", "echar fuera". Por lo tanto, literalmente los ejidos eran lugares donde se llevaba a pastorear el ganado. En Núm. 35: 1-5 se dan las dimensiones de estos campos de pastoreo.
6. En Gilgal.
Donde todavía estaban el tabernáculo y el campamento de Israel, porque Josué no había trasladado el campamento de este lugar. La obra de distribuir la tierra comenzó en Gilgal. Se completó posteriormente en Silo (cap. 18). Se debe haber necesitado un tiempo considerable para llevar a cabo todo lo necesario a fin de que la división fuera correcta y equitativa.
Caleb.
Surge aquí una pregunta interesante en cuanto a la familia de Caleb. Siempre se dice que era hijo de Jefone, y por lo tanto no debe confundirse con el Caleb que se menciona en 1 Crón. 2. De Otoniel, a veces considerado 250 su hermano menor, se dice que era hijo de Cenaz (juec. l: 13), y en este pasaje se llama cenezeo también a Caleb. Posiblemente Otoniel era hijo del padrastro de Caleb. o, lo que es más probable, Cenaz y Caleb eran hermanos, porque el hebreo permite entenderlo así. De ese modo Otoniel habría sido sobrino de Caleb y no hermano. No se conocen los antepasados de Jefone, pero algunos han pensado que Caleb era descendiente de Cenaz, nieto de Esaú (Gén. 36: 1 l), y que Caleb fue prosélito, uno de la multitud de los que se habían unido a Israel, como lo hicieran algunos de los ceneos, parientes de la esposa de Moisés (Juec. l: 16; Gén. 15: 19; ver com. 1 Sam. 15: 2).
El hecho de que Caleb fuese leal y fiel, perfecto "en pos de Jehová" (Núm. 32: 12), se ha considerado como la razón por la cual fue escogido para representar a la tribu de Judá y se le dio "parte entre los hijos de Judá" (Jos. 15: 13).
Lo que Jehová dijo.
Las Escrituras no registran ninguna declaración específica en el sentido de que Caleb y su posteridad debían recibir por heredad la ciudad de Hebrón y sus alrededores. Sin embargo, Dios había prometido: "Yo le meteré en la tierra donde entró" (Núm.14: 24), y también: "A él le daré la tierra que pisó" (Deut. 1: 36). Se ha sugerido que las circunstancias que se describen a continuación habrían proporcionado el marco de dichas promesas. Es muy probable que, a fin de evitar que fueran descubiertos, los doce espías no fueron todos juntos en un solo grupo. Quizá fueron de dos en dos. En ese caso, Caleb y su compañero habrían reconocido la tierra de los anaceos en torno de Hebrón, pero el compañero, aterrorizado por el tamaño de los habitantes y por la solidez de sus fortificaciones, no concordó en que Israel podría tomar la ciudad. Así las expresiones "tierra donde entró" y "tierra que pisó" se referirían específicamente a Hebrón. Caleb y Josué resueltamente entendieron lo que Dios quería decir, aunque no se mencionase específicamente el nombre de Hebrón.
7. Cuarenta años.
Ver com. cap. 11: 18.
Como lo sentía en mi corazón.
Literalmente, "como era con mi corazón". Esta expresión indica verdadera sinceridad. "Con toda sinceridad" (BJ). Sin temer las consecuencias, Caleb había informado los hechos tales como los había visto y expresó su fe en que el poder de Dios podría vencer a esos gigantes. Aún ahora, a los 85 años de edad, estaba dispuesto a atacar a esos formidables habitantes, lo que hizo con éxito poco tiempo más tarde (cap. 15: 14).
8. Siguiendo a Jehová.
Literalmente, "cumplí después". La LXX reza: "Me dediqué a seguir" . "Me mantuve fiel a Yahvéh" (BJ). Las palabras hebreas dan la idea de un viajero tan deseoso de seguir a su guía, que se le acerca al punto de que apenas deja lugar entre sí y el guía. El valor del carácter de un hombre se manifiesta cuando, pese a los fracasos de otros, se mantiene firme en sus principios. Tal era el carácter de Caleb.
9. Moisés juró.
Ver Núm. 14: 20-24 y Deut.l:34-36, donde se atribuye al Señor este juramento. No se trata de una contradicción. Moisés era tan sólo vocero de Dios, cuyo juramento puede haber repetido. Hoy usamos una terminología similar cuando decimos que Isaías dice esto o aquello, cuando en verdad las palabras tuvieron su origen en Dios.
Que holló tu pie.
Probablemente se trata de una referencia específica a Hebrón (ver com. vers. 6).
10. Me ha hecho vivir.
Si los acontecimientos hubiesen seguido su curso normal, es probable que Caleb hubiera muerto antes de esta fecha. Hacía años que todos sus contemporáneos, salvo Josué, habían desaparecido del escenario. Caleb sabía que su larga vida era el resultado de su obediencia. Había seguido plenamente al Señor. Su vida era una demostración de fe, porque en todo aceptaba los planes de Dios en vez de los suyos propios. Dios puede hacer grandes cosas por los que se entregan plenamente a él. Pero quienes siguen sólo las partes del plan divino que les agradan, y descuidan las que les resultan molestas, no pueden esperar la bendición del cielo.
Cuarenta y cinco años.
Ver com. cap. 1 l: 18.
11. Tan fuerte como.
Por lo general, la ley de la propia naturaleza manda que se recompense una juventud virtuosa y una edad madura temperante con una vejez vigorosa, sana y respetada. Evidentemente la lealtad para con Dios había preservado a Caleb de participar en los pecados de sus compatriotas disolutos. No había complacido el apetito como lo habían hecho ellos, ni había perdido sueño ni descanso de noche luchando con una conciencia 251 resentida. Su conducta temperante le había dado su recompensa en vida, y ahora Caleb se presentaba ante Josué con todas sus fuerzas a una edad en que la mayoria de los otros ya habían muerto.
12. Este monte.
En su pedido no se refirió solamente a la ciudad de Hebrón, que ya había sido tomada por Josué, sino que incluyó todo el territorio adyacente, incluso las cuevas y las fortalezas donde se habían refugiado los anaceos y donde, en ese momento, moraban en número considerable. Podemos suponer que Caleb, frente a la insistencia con la cual los otros espías habían negado la posibilidad de conquistar la ciudad de Hebrón y su zona aledaña, pidió ese territorio para demostrar su fe en la victoria total.
Tú oíste.
Quizá, como ya se ha sugerido (ver com. vers. 6), habría sido otro compañero y no Josué quien acompañó a Caleb a reconocer la zona de Hebrón. Pero indudablemente Josué había oído posteriormentede labios de Caleb la expresión de sus convicciones.
Quizá.
La palabra hebrea así traducida puede expresar tanto esperanza como temor, y no debe considerarse como una señal de duda. "Si Yahvéh está conmigo, los expulsaré" (BJ). Toda esta declaración expresa la idea del que no se atreve a confiar en sus propias fuerzas, que se da cuenta de que " "no es de los ligeros la carrera, ni la guerra de los fuertes" " (Ecl. 9: 1 l). Posiblemente Hebrón había caído de nuevo en manos de sus antiguos dueños después de haberla tomado Josué. Por otra parte, es indudable que el pedido de Caleb se refería principalmente al territorio adyacente, donde los anaceos se mantenían aún en sus baluartes. El ejemplo de Caleb de depender totalmente de Dios debiera enseñarnos a asegurarnos que Dios está con nosotros en todas nuestras empresas. Podemos no tener los mejores recursos, ni la preparación más acabada, pero si. Dios está con nosotros, "¿quién contra nosotros?" (Rom. 8: 31).
14. Había seguido cumplidamente.
Ver com. vers. 8.
15. Quiriat-arba.
Quiriat significa "ciudad"," y Arba era el nombre del padre de Anac (cap.15: 13), progenitor de los anaceos. Cuando se nombra por primera vez esta ciudad en la Biblia, se la llama Hebrón (Gén. 13: 18), pero cuando los anaceos la construyeron o reconstruyeron la llamaron Quiriat-arba. Después de haber sido recuperado el territorio por Caleb, la ciudad fue llamada Hebrón, que significa "alianza", y viene del verbo hebreo jabar , que significa "asociarse", "tinirse en compañerismo".
La tierra descansó.
Esta declaración aparece en el cap.11:23, donde su posición es perfectamente natural. En ese pasaje termina el registro de las guerras de Josué. Aunque no es claro de qué tierra se trata, parece referirse a la tierra que Caleb tomo de los anaceos. Por otra parte, podría tratarse de una reiteración de la terminación de las campañas de Josué. Después de esto, la conquista consistió más en batallas aisladas que en guerras generales. El enemigo había sido desbaratado, e Israel podía entrar y ocupar la tierra sin mayor resistencia. Dios había prometido ir delante de su pueblo para dominar el resto del país, y si Israel hubiese avanzado con fe y obediencia, la tierra pronto habría tenido descanso en el sentido más pleno de la palabra.
CBA T2
La LXX reza: " "Estos son los de los hijos de Israel que recibieron su heredad" " . Este capítulo es un prefacio de la división del territorio entre las nueve tribus y media. Había llegado el tiempo cuando los israelitas debían dispersarse para ocupar sus nuevas conquistas. La tierra de Canaán habría sido conquistada en vano si no hubiese sido habitada por los hijos de Israel. Habían transcurrido siglos desde el momento cuando Dios llamó a Abrahán de Ur de los caldeos y le dio la promesa de que sus descendientes heredarían la tierra. Algunas veces las promesas de Dios tardan en cumplirse por causa de la 249 infidelidad de aquellos a quienes fueron hechas. Tenemos el privilegio de apresurar el cumplimiento de las promesas divinas.
Eleazar.
Literalmente significa "Dios ha ayudado". Eleazar era el tercer hijo de Aarón, y sucesor en el ejercicio del sumo sacerdocio (Exo. 6: 23,25; Núm. 3: 2,4; 20: 25-28; Deut. 10: 6). El orden en que aparecen los nombres no es primero Josué, y luego Eleazar, sino lo contrario. El que se mencione a Eleazar primero está de acuerdo con la ley de Moisés y la forma de gobierno que debía establecerse en Israel. Dios había de ser supremo mediante su sacerdote. Josué debía presentarse ante Eleazar (Núm. 27: 21), y el sacerdote consultaría a Jehová mediante el Urim. Según lo que dijera Eleazar debían proceder tanto Josué como la congregación (ver Deut. 17: 9). En el sistema de gobierno establecido en Israel por Moisés, el sacerdote, bajo la dirección de Dios, tenía la autoridad legislativa, y el poder ejecutivo estaba en manos del juez. Tal sistema lleva el nombre de teocracia. Siempre que el sacerdote dependiera totalmente de Dios, este arreglo sería ideal. Por otra parte, un sacerdocio corrupto podía regir toda la nación y ponerla en peligro. La forma teocrática de gobierno terminó cuando Israel fue rechazado como nación. Este sistema nunca ha resurgido.
Los cabezas de los padres.
Se encuentran los nombres de éstos en Núm. 34: 19-28. No se incluyen los príncipes de Rubén y Gad, pues éstos ya habían recibido su heredad del otro lado del Jordán.
2. Suerte.
Literalmente, "guijarro". Este nombre proviene, evidentemente, de la manera primitiva de echar suertes con un guijarro. Los eruditos rabínicos conjeturan que se usaban dos urnas: en una presumiblemente se ponían tablillas (o tal vez piedras) que llevaban inscritos los nombres de las tribus; en la otra, tablillas similares que contenían los nombres de los distritos. Josué y Eleazar, los representantes de las tribus, según les tocaba el turno, sacaban a la misma vez un guijarro de cada urna. Por supuesto, no hay manera de verificar esta tradición. Puede haberse usado sólo una urna en la cual estaban depositados los nombres de los distritos, y los jefes de familia pueden haber sacado estos nombres de la urna. Se desconoce qué método se usó. Evidentemente sólo así podrían señalarse los distritos generales en que fue dividida la tierra. Las fronteras tenían que ser determinadas por los dirigentes del pueblo. Una tribu mayor necesitaba más territorio que otra menor. Esta fue la regla especificada por el Señor (Núm. 26: 51-56; 33: 54). Es obvio que toda la distribución se realizó de acuerdo con disposiciones especiales, para que correspondiera con las predicciones inspiradas de Jacob y Moisés en cuanto a la parte que le tocaría a cada tribu (Gén. 49 y Deut. 33). A Judá le correspondió un territorio lleno de viñedos y campos de pastoreo; a Zabulón, las costas del mar; a Isacar, una fértil llanura entre cadenas de montañas; a Aser, un territorio abundante en aceite, trigo y metales; y así sucesivamente a los otros.
4. Dos tribus.
Los levitas no figuraron entre las tribus que recibieron heredades, pues debían estar entre todas las tribus. Uno de los hijos de José ocupó su lugar para completar el número 12 en el cómputo de las tribus. Así existen dos formas de enumerar las tribus de Israel, pero el total es siempre doce tribus. Se ha sugerido que puede deducirse el uso de estos dos sistemas, del relato de Exo. 28. Se dice que el sumo sacerdote debía llevar los nombres de los hijos de Israel, "conforme al orden de nacimiento de ellos" (contándose tanto José como Leví, pero no Efraín ni Manasés), en sus hombros. En el pectoral debían aparecer estos nombres "según las doce tribus" (nombrándose a Efraín y Manasés, y omitiéndose a José y Leví).
Ejidos.
Literalmente, "pasturas". "Con los pastos correspondientes" (BJ). La palabra hebrea proviene de una raíz que significa "arrear", "echar fuera". Por lo tanto, literalmente los ejidos eran lugares donde se llevaba a pastorear el ganado. En Núm. 35: 1-5 se dan las dimensiones de estos campos de pastoreo.
6. En Gilgal.
Donde todavía estaban el tabernáculo y el campamento de Israel, porque Josué no había trasladado el campamento de este lugar. La obra de distribuir la tierra comenzó en Gilgal. Se completó posteriormente en Silo (cap. 18). Se debe haber necesitado un tiempo considerable para llevar a cabo todo lo necesario a fin de que la división fuera correcta y equitativa.
Caleb.
Surge aquí una pregunta interesante en cuanto a la familia de Caleb. Siempre se dice que era hijo de Jefone, y por lo tanto no debe confundirse con el Caleb que se menciona en 1 Crón. 2. De Otoniel, a veces considerado 250 su hermano menor, se dice que era hijo de Cenaz (juec. l: 13), y en este pasaje se llama cenezeo también a Caleb. Posiblemente Otoniel era hijo del padrastro de Caleb. o, lo que es más probable, Cenaz y Caleb eran hermanos, porque el hebreo permite entenderlo así. De ese modo Otoniel habría sido sobrino de Caleb y no hermano. No se conocen los antepasados de Jefone, pero algunos han pensado que Caleb era descendiente de Cenaz, nieto de Esaú (Gén. 36: 1 l), y que Caleb fue prosélito, uno de la multitud de los que se habían unido a Israel, como lo hicieran algunos de los ceneos, parientes de la esposa de Moisés (Juec. l: 16; Gén. 15: 19; ver com. 1 Sam. 15: 2).
El hecho de que Caleb fuese leal y fiel, perfecto "en pos de Jehová" (Núm. 32: 12), se ha considerado como la razón por la cual fue escogido para representar a la tribu de Judá y se le dio "parte entre los hijos de Judá" (Jos. 15: 13).
Lo que Jehová dijo.
Las Escrituras no registran ninguna declaración específica en el sentido de que Caleb y su posteridad debían recibir por heredad la ciudad de Hebrón y sus alrededores. Sin embargo, Dios había prometido: "Yo le meteré en la tierra donde entró" (Núm.14: 24), y también: "A él le daré la tierra que pisó" (Deut. 1: 36). Se ha sugerido que las circunstancias que se describen a continuación habrían proporcionado el marco de dichas promesas. Es muy probable que, a fin de evitar que fueran descubiertos, los doce espías no fueron todos juntos en un solo grupo. Quizá fueron de dos en dos. En ese caso, Caleb y su compañero habrían reconocido la tierra de los anaceos en torno de Hebrón, pero el compañero, aterrorizado por el tamaño de los habitantes y por la solidez de sus fortificaciones, no concordó en que Israel podría tomar la ciudad. Así las expresiones "tierra donde entró" y "tierra que pisó" se referirían específicamente a Hebrón. Caleb y Josué resueltamente entendieron lo que Dios quería decir, aunque no se mencionase específicamente el nombre de Hebrón.
7. Cuarenta años.
Ver com. cap. 11: 18.
Como lo sentía en mi corazón.
Literalmente, "como era con mi corazón". Esta expresión indica verdadera sinceridad. "Con toda sinceridad" (BJ). Sin temer las consecuencias, Caleb había informado los hechos tales como los había visto y expresó su fe en que el poder de Dios podría vencer a esos gigantes. Aún ahora, a los 85 años de edad, estaba dispuesto a atacar a esos formidables habitantes, lo que hizo con éxito poco tiempo más tarde (cap. 15: 14).
8. Siguiendo a Jehová.
Literalmente, "cumplí después". La LXX reza: "Me dediqué a seguir" . "Me mantuve fiel a Yahvéh" (BJ). Las palabras hebreas dan la idea de un viajero tan deseoso de seguir a su guía, que se le acerca al punto de que apenas deja lugar entre sí y el guía. El valor del carácter de un hombre se manifiesta cuando, pese a los fracasos de otros, se mantiene firme en sus principios. Tal era el carácter de Caleb.
9. Moisés juró.
Ver Núm. 14: 20-24 y Deut.l:34-36, donde se atribuye al Señor este juramento. No se trata de una contradicción. Moisés era tan sólo vocero de Dios, cuyo juramento puede haber repetido. Hoy usamos una terminología similar cuando decimos que Isaías dice esto o aquello, cuando en verdad las palabras tuvieron su origen en Dios.
Que holló tu pie.
Probablemente se trata de una referencia específica a Hebrón (ver com. vers. 6).
10. Me ha hecho vivir.
Si los acontecimientos hubiesen seguido su curso normal, es probable que Caleb hubiera muerto antes de esta fecha. Hacía años que todos sus contemporáneos, salvo Josué, habían desaparecido del escenario. Caleb sabía que su larga vida era el resultado de su obediencia. Había seguido plenamente al Señor. Su vida era una demostración de fe, porque en todo aceptaba los planes de Dios en vez de los suyos propios. Dios puede hacer grandes cosas por los que se entregan plenamente a él. Pero quienes siguen sólo las partes del plan divino que les agradan, y descuidan las que les resultan molestas, no pueden esperar la bendición del cielo.
Cuarenta y cinco años.
Ver com. cap. 1 l: 18.
11. Tan fuerte como.
Por lo general, la ley de la propia naturaleza manda que se recompense una juventud virtuosa y una edad madura temperante con una vejez vigorosa, sana y respetada. Evidentemente la lealtad para con Dios había preservado a Caleb de participar en los pecados de sus compatriotas disolutos. No había complacido el apetito como lo habían hecho ellos, ni había perdido sueño ni descanso de noche luchando con una conciencia 251 resentida. Su conducta temperante le había dado su recompensa en vida, y ahora Caleb se presentaba ante Josué con todas sus fuerzas a una edad en que la mayoria de los otros ya habían muerto.
12. Este monte.
En su pedido no se refirió solamente a la ciudad de Hebrón, que ya había sido tomada por Josué, sino que incluyó todo el territorio adyacente, incluso las cuevas y las fortalezas donde se habían refugiado los anaceos y donde, en ese momento, moraban en número considerable. Podemos suponer que Caleb, frente a la insistencia con la cual los otros espías habían negado la posibilidad de conquistar la ciudad de Hebrón y su zona aledaña, pidió ese territorio para demostrar su fe en la victoria total.
Tú oíste.
Quizá, como ya se ha sugerido (ver com. vers. 6), habría sido otro compañero y no Josué quien acompañó a Caleb a reconocer la zona de Hebrón. Pero indudablemente Josué había oído posteriormentede labios de Caleb la expresión de sus convicciones.
Quizá.
La palabra hebrea así traducida puede expresar tanto esperanza como temor, y no debe considerarse como una señal de duda. "Si Yahvéh está conmigo, los expulsaré" (BJ). Toda esta declaración expresa la idea del que no se atreve a confiar en sus propias fuerzas, que se da cuenta de que " "no es de los ligeros la carrera, ni la guerra de los fuertes" " (Ecl. 9: 1 l). Posiblemente Hebrón había caído de nuevo en manos de sus antiguos dueños después de haberla tomado Josué. Por otra parte, es indudable que el pedido de Caleb se refería principalmente al territorio adyacente, donde los anaceos se mantenían aún en sus baluartes. El ejemplo de Caleb de depender totalmente de Dios debiera enseñarnos a asegurarnos que Dios está con nosotros en todas nuestras empresas. Podemos no tener los mejores recursos, ni la preparación más acabada, pero si. Dios está con nosotros, "¿quién contra nosotros?" (Rom. 8: 31).
14. Había seguido cumplidamente.
Ver com. vers. 8.
15. Quiriat-arba.
Quiriat significa "ciudad"," y Arba era el nombre del padre de Anac (cap.15: 13), progenitor de los anaceos. Cuando se nombra por primera vez esta ciudad en la Biblia, se la llama Hebrón (Gén. 13: 18), pero cuando los anaceos la construyeron o reconstruyeron la llamaron Quiriat-arba. Después de haber sido recuperado el territorio por Caleb, la ciudad fue llamada Hebrón, que significa "alianza", y viene del verbo hebreo jabar , que significa "asociarse", "tinirse en compañerismo".
La tierra descansó.
Esta declaración aparece en el cap.11:23, donde su posición es perfectamente natural. En ese pasaje termina el registro de las guerras de Josué. Aunque no es claro de qué tierra se trata, parece referirse a la tierra que Caleb tomo de los anaceos. Por otra parte, podría tratarse de una reiteración de la terminación de las campañas de Josué. Después de esto, la conquista consistió más en batallas aisladas que en guerras generales. El enemigo había sido desbaratado, e Israel podía entrar y ocupar la tierra sin mayor resistencia. Dios había prometido ir delante de su pueblo para dominar el resto del país, y si Israel hubiese avanzado con fe y obediencia, la tierra pronto habría tenido descanso en el sentido más pleno de la palabra.
CBA T2
Comentarios
Publicar un comentario