1. Amorreos.
La parte del territorio amorreo que quedaba al este del Jordán ya había sido conquistada (Núm. 21: 21-24); ahora temblaban los amorreos que vivían en las montañas al oeste del Jordán. Los amorreos habían formado la segunda gran ola de camitas que se trasladaron de la península arábiga al valle de la Mesopotamia en los primeros años del segundo milenio AC. Allí se dividieron en dos grupos. Uno de ellos se mezcló con los civilizados sumerios, y de esa unión surgió la gran cultura babilónico primitiva. El segundo grupo se trastadó hacia el oeste, y luego hacia el sur, hasta Palestina. De allí algunos cruzaron el río Jordán y se extendieron hacia el este (ver com. Gén. 10: 16). Otros permanecieron en Palestina y se mezclaron con la población local que no era semítica. De esa unión resultaron los fenicios, mencionados en la LXX, en Jos. 5: 1, 12. En este pasaje se dice que estaban "cerca del mar" donde, en años posteriores, encontramos a los fenicios.
Hasta que hubieron pasado.
Así también reza en la LXX y en la versión siriaca. El original hebreo dice "pasamos" , pero los masoretas hacen una corrección marginal en tercera persona plural. De haber sido " "pasamos" " el original, indicaría que el autor del libro participó de esa vicisitud, a pesar de las opiniones críticas de muchos eruditos modernos.
Desfalleció su corazón.
Las poderosas obras de Dios aterrorizaron a los cananeos y los dejaron sin aliento, como Dios lo había prometido (Exo. 23: 27). El Jordán había sido su línea de defensa. Además, los israelitas habían acampado durante meses al este del Jordán sin intentar cruzarlo, por lo cual los amorreos se sentían seguros, sobre todo en ese momento cuando el río estaba crecido. Por esta razón no habían puesto soldados para impedir el cruce. Aunque el corazón se les había "desmayado" antes, como lo había admitido Rahab (cap. 2: 11), habían mantenido cierto grado de valor. Sin duda confiaban en que sus numerosos ejércitos y sus ciudades fortificadas podrían repeler a los invasores. Pero cuando oyeron que Israel no sólo había cruzado el Jordán -rompiendo así su supuesta línea de defensa- sino que lo había podido hacer gracias a un milagro, entonces desfallecieron por completo: "y no hubo más aliento en ellos".
2. Cuchillos afilados.
Literalmente "cuchillos de piedra" o "cuchillos de pedernal" (BJ). Posiblemente se consideraba ilegal usar metal de cualquier tipo en este rito religioso, como tal vez puede deducirse de Exo. 4: 25. Los egipcios consideraban que era ilegal o profano usar cualquier clase de metal para hacer incisiones en el cuerpo humano cuando se preparaba éste para ser embalsamado. Se dice que en algunas partes de Etiopía el rito de la circuncisión se realiza aún hoy con cuchillos de piedra.
Vuelve a circuncidar.
No debe entenderse aquí una orden de repetir la circuncisión en quienes ya se había practicado el rito. Esta orden sólo implica la renovación de la observancia de un rito que no se había continuado realizando durante los años de peregrinación (PP 430). La "segunda vez" implica que había habido una primera vez cuando Dios ordenó que se administrara este rito en general. Parece que los israelitas no practicaban la circuncisión en Egipto (PP 378), y que posiblemente, en relación con la ratificación del pacto en el Sinaí (Exo. 24: 3-8), se volvió a instituir este rito como señal del pacto (Gén. 17: 10, 11; Rom. 4: 11). También se ha sugerido que esa primera vez acaeció antes que Israel partiera de Egipto. En esa ocasión se celebró la pascua por primera vez y, según instrucciones dadas posteriormente, ningún varón incircunciso podía comer de ella (Exo. 12: 43-49). Ahora, al entrar en Canaán, los israelitas estaban renovando su pacto con Dios, y por ello se les pedía una vez más que adoptaran la señal de ese pacto. Este rito externo debía representar la verdadera circuncisión del corazón (Deut. 30: 6; Jer. 4: 4; Rom. 2: 29). El desierto había sido el escenario de desconfianza, murmuración y rebelión contra Dios. Ahora, en obediencia a sus instrucciones, debían comenzar de nuevo una vida de fe y obediencia.
3. Collado de Aralot.
El hebreo gib'ath ha'araloth significa "Collado de los prepucios" (BJ). Se refiere al lugar donde fue administrado el rito.
4. Esta es la causa.
Como castigo por haber faltado a su promesa a Jehová (Núm. 14: 34) y como recuerdo del pacto quebrantado, se había prohibido al pueblo que practicara la circuncisión en el desierto (PP 430). Su entrada en Canaán era una prueba de que habían sido restaurados al favor divino (ver Núm. 14: 23; Sal. 95: 7-11). Durante 38 años habían cargado el baldón de la apostasía de Cades.
6. Todos los hombres de guerra.
Esto es, salvo Caleb y Josué (Núm. 14: 30). Parece ser que los sacerdotes, o posiblemente todos los levitas, fueron exentos de la sentencia de muerte pronunciada en Cades, y que algunos de ellos sobrevivieron. Se menciona específicamente que Eleazar, hijo de Aarón, entró en la tierra prometida (ver Exo. 6: 25; 28: 1; Jos. 24: 33). Entre los 12 espías (Núm. 13: 3-16) no había ningún representante de los levitas. Tampoco había levitas entre los "hombres de guerra".
9. El oprobio de Egipto.
Por causa de la rebelión de Cades, Dios no había permitido que los israelitas entraran en Canaán, ni que recibieran la circuncisión, una señal de que eran el pueblo escogido de Dios. La suspensión de este rito fue para ellos un recordatorio constante de que habían quebrantado el pacto.
Aunque el "Ángel" del pacto siguió guiando a los israelitas en su peregrinación por el desierto, no se había restablecido completamente la relación del pacto durante ese largo período. Mientras permanecieron, al menos en cierta medida, fuera del pacto, estaban en la misma relación con Dios como si nunca hubiesen salido de Egipto. El "oprobio de Egipto" estaba aún sobre ellos. Ahora, mediante la restauración de la pascua -recordativo de la liberación de Egipto- y la reanudación de la circuncisión, se les quitaba ese "oprobio", de lo cual sería un memorial el nombre de su primer campamento en Canaán, Gilgal, que significa "rodando". Ya pisaban el suelo de la tierra prometida.
Cierta medida de oprobio descansa hoy sobre los hijos de Dios. También ellos deberían haber entrado tiempo ha en el reino; pero, como Israel, han estado peregrinando por el desierto (CS 511). " "Por tanto, queda un reposo para el pueblo de Dios" " (Heb. 4: 9). " "Procuremos, pues, entrar en aquel reposo" (vers. 11).
Gilgal.
El nombre que así se translitera viene de la raíz galal , "rodar", "arrollar". De allí en adelante, Gilgal ocupa un lugar importante en la historia sagrada. En este lugar los israelitas levantaron su campamento la primera noche después de haber entrado en la tierra prometida; en este lugar la restauración del rito de la circuncisión indicó la renovación del pacto (vers. 2-8); aquí también los israelitas celebraron la primera pascua en la tierra prometida (vers. 10); en este lugar dejó de caer el maná (vers. 12). Gilgal sirvió de base para las operaciones militares de la primera parte de la conquista de Canaán. Parece también que las mujeres, los niños y el ganado permanecieron aquí durante ese tiempo. Posteriormente, fue en Gilgal donde Saúl fue confirmado como primer rey de Israel (1 Sam. 11: 15). Aquí permaneció el arca hasta que, después de la conquista del país, fue trasladada a Silo (Jos. 18: 1; PP 550).
No se conoce con exactitud la ubicación geográfica de Gilgal. Estaba, según Josefo, a unos 8 km del Jordán y a 1,5 km de la Jericó del NT. Ver pág. 501.
12. El maná cesó.
Durante casi 40 años Dios había proporcionado maná para nutrir al pueblo, mientras las circunstancias le impedían conseguir una provisión adecuada de alimentos. Una vez que los israelitas pudieron comer del "fruto de la tierra" (vers. 11) no hubo más necesidad de maná. Dios no hace en beneficio de los hombres lo que ellos pueden hacer por sí mismos.
13. Cerca de Jericó.
En la versión siriaca dice, "en las llanuras de Jericó". Josué entonces dirigió su atención a su próxima gran tarea: la toma de Jericó. Salió del campamento para meditar y pedir la dirección divina para realizar esa obra.
Una espada desenvainada.
El Señor se apareció a Moisés en Horeb (Exo. 3: 2) cuando estaba a punto de emprender la liberación de Israel de su esclavitud. En este momento, cuando Josué estaba por emprender la conquista de Canaán, el Señor se apareció al nuevo caudillo de su pueblo, para asegurarle la victoria y el éxito. "La maldad del amorreo" había "llegado a su colmo" , y tal como Dios había prometido solemnemente a Abrahán cuatro siglos antes, su "descendencia" había vuelto allí (Gén. 15: 13-16). Israel emprendía ahora la conquista de las naciones de Canaán con la aprobación divina. En Canaán se conocía el testimonio de Abrahán, Isaac y Jacob, y la manera en que Dios, en repetidas ocasiones, había obrado en favor de su pueblo. Pero estas naciones paganas siguieron por los caminos de su propia elección antes que someterse a Dios.
14. Del ejército.
No se refiere, en primer término, al ejército de Israel sino a las huestes celestiales (PP 526). La palabra traducida "ejército" " se refiere específicamente a guerreros (Juec. 4: 2, 7; etc.), algunas veces a los ejércitos de Israel (2 Sam. 2: 8). Tal como se presenta en este pasaje y en 1 Rey. 22: 19, se refiere a ángeles; pero en Isa. 34: 4 se refiere a los cuerpos celestes. En todo momento los ángeles están dispuestos a suplir las necesidades de la iglesia y a cumplir las órdenes de su Capitán. Quienes tienen que hacer frente a conquistas como la de Jericó, pueden solicitar la ayuda de estas fuerzas invisibles, y recibirán, como Josué, la seguridad de que los recursos del cielo están a la disposición de cada alma que tiene confianza. Josué recibió la promesa segura de que no estaría solo a la cabeza del ejército hebreo. Como Capitán el mismo Señor estaría allí para vigilar, disponer, ordenar y comandar.
Le adoró.
Al aceptar la adoración ofrecida por Josué, el Visitante celestial demostró que era más que un ángel (ver Apoc. 19: 10).
15. Quita el calzado.
Esta es otra evidencia de que el "Príncipe del ejército" era más que un ángel. No era sino Cristo mismo, en forma humana (ver PP 522). En Jos. 6: 2 se lo designa con el nombre divino (ver com. Exo. 6: 3; 15: 2). Debe notarse que Jos. 6 es una Continuación del relato del cap. 5: 13-15, y que el pasaje del cap. 6: 1 es una declaración parentética introducida a modo de explicación de lo que sigue en los vers. 2-5.
CBA T2
La parte del territorio amorreo que quedaba al este del Jordán ya había sido conquistada (Núm. 21: 21-24); ahora temblaban los amorreos que vivían en las montañas al oeste del Jordán. Los amorreos habían formado la segunda gran ola de camitas que se trasladaron de la península arábiga al valle de la Mesopotamia en los primeros años del segundo milenio AC. Allí se dividieron en dos grupos. Uno de ellos se mezcló con los civilizados sumerios, y de esa unión surgió la gran cultura babilónico primitiva. El segundo grupo se trastadó hacia el oeste, y luego hacia el sur, hasta Palestina. De allí algunos cruzaron el río Jordán y se extendieron hacia el este (ver com. Gén. 10: 16). Otros permanecieron en Palestina y se mezclaron con la población local que no era semítica. De esa unión resultaron los fenicios, mencionados en la LXX, en Jos. 5: 1, 12. En este pasaje se dice que estaban "cerca del mar" donde, en años posteriores, encontramos a los fenicios.
Hasta que hubieron pasado.
Así también reza en la LXX y en la versión siriaca. El original hebreo dice "pasamos" , pero los masoretas hacen una corrección marginal en tercera persona plural. De haber sido " "pasamos" " el original, indicaría que el autor del libro participó de esa vicisitud, a pesar de las opiniones críticas de muchos eruditos modernos.
Desfalleció su corazón.
Las poderosas obras de Dios aterrorizaron a los cananeos y los dejaron sin aliento, como Dios lo había prometido (Exo. 23: 27). El Jordán había sido su línea de defensa. Además, los israelitas habían acampado durante meses al este del Jordán sin intentar cruzarlo, por lo cual los amorreos se sentían seguros, sobre todo en ese momento cuando el río estaba crecido. Por esta razón no habían puesto soldados para impedir el cruce. Aunque el corazón se les había "desmayado" antes, como lo había admitido Rahab (cap. 2: 11), habían mantenido cierto grado de valor. Sin duda confiaban en que sus numerosos ejércitos y sus ciudades fortificadas podrían repeler a los invasores. Pero cuando oyeron que Israel no sólo había cruzado el Jordán -rompiendo así su supuesta línea de defensa- sino que lo había podido hacer gracias a un milagro, entonces desfallecieron por completo: "y no hubo más aliento en ellos".
2. Cuchillos afilados.
Literalmente "cuchillos de piedra" o "cuchillos de pedernal" (BJ). Posiblemente se consideraba ilegal usar metal de cualquier tipo en este rito religioso, como tal vez puede deducirse de Exo. 4: 25. Los egipcios consideraban que era ilegal o profano usar cualquier clase de metal para hacer incisiones en el cuerpo humano cuando se preparaba éste para ser embalsamado. Se dice que en algunas partes de Etiopía el rito de la circuncisión se realiza aún hoy con cuchillos de piedra.
Vuelve a circuncidar.
No debe entenderse aquí una orden de repetir la circuncisión en quienes ya se había practicado el rito. Esta orden sólo implica la renovación de la observancia de un rito que no se había continuado realizando durante los años de peregrinación (PP 430). La "segunda vez" implica que había habido una primera vez cuando Dios ordenó que se administrara este rito en general. Parece que los israelitas no practicaban la circuncisión en Egipto (PP 378), y que posiblemente, en relación con la ratificación del pacto en el Sinaí (Exo. 24: 3-8), se volvió a instituir este rito como señal del pacto (Gén. 17: 10, 11; Rom. 4: 11). También se ha sugerido que esa primera vez acaeció antes que Israel partiera de Egipto. En esa ocasión se celebró la pascua por primera vez y, según instrucciones dadas posteriormente, ningún varón incircunciso podía comer de ella (Exo. 12: 43-49). Ahora, al entrar en Canaán, los israelitas estaban renovando su pacto con Dios, y por ello se les pedía una vez más que adoptaran la señal de ese pacto. Este rito externo debía representar la verdadera circuncisión del corazón (Deut. 30: 6; Jer. 4: 4; Rom. 2: 29). El desierto había sido el escenario de desconfianza, murmuración y rebelión contra Dios. Ahora, en obediencia a sus instrucciones, debían comenzar de nuevo una vida de fe y obediencia.
3. Collado de Aralot.
El hebreo gib'ath ha'araloth significa "Collado de los prepucios" (BJ). Se refiere al lugar donde fue administrado el rito.
4. Esta es la causa.
Como castigo por haber faltado a su promesa a Jehová (Núm. 14: 34) y como recuerdo del pacto quebrantado, se había prohibido al pueblo que practicara la circuncisión en el desierto (PP 430). Su entrada en Canaán era una prueba de que habían sido restaurados al favor divino (ver Núm. 14: 23; Sal. 95: 7-11). Durante 38 años habían cargado el baldón de la apostasía de Cades.
6. Todos los hombres de guerra.
Esto es, salvo Caleb y Josué (Núm. 14: 30). Parece ser que los sacerdotes, o posiblemente todos los levitas, fueron exentos de la sentencia de muerte pronunciada en Cades, y que algunos de ellos sobrevivieron. Se menciona específicamente que Eleazar, hijo de Aarón, entró en la tierra prometida (ver Exo. 6: 25; 28: 1; Jos. 24: 33). Entre los 12 espías (Núm. 13: 3-16) no había ningún representante de los levitas. Tampoco había levitas entre los "hombres de guerra".
9. El oprobio de Egipto.
Por causa de la rebelión de Cades, Dios no había permitido que los israelitas entraran en Canaán, ni que recibieran la circuncisión, una señal de que eran el pueblo escogido de Dios. La suspensión de este rito fue para ellos un recordatorio constante de que habían quebrantado el pacto.
Aunque el "Ángel" del pacto siguió guiando a los israelitas en su peregrinación por el desierto, no se había restablecido completamente la relación del pacto durante ese largo período. Mientras permanecieron, al menos en cierta medida, fuera del pacto, estaban en la misma relación con Dios como si nunca hubiesen salido de Egipto. El "oprobio de Egipto" estaba aún sobre ellos. Ahora, mediante la restauración de la pascua -recordativo de la liberación de Egipto- y la reanudación de la circuncisión, se les quitaba ese "oprobio", de lo cual sería un memorial el nombre de su primer campamento en Canaán, Gilgal, que significa "rodando". Ya pisaban el suelo de la tierra prometida.
Cierta medida de oprobio descansa hoy sobre los hijos de Dios. También ellos deberían haber entrado tiempo ha en el reino; pero, como Israel, han estado peregrinando por el desierto (CS 511). " "Por tanto, queda un reposo para el pueblo de Dios" " (Heb. 4: 9). " "Procuremos, pues, entrar en aquel reposo" (vers. 11).
Gilgal.
El nombre que así se translitera viene de la raíz galal , "rodar", "arrollar". De allí en adelante, Gilgal ocupa un lugar importante en la historia sagrada. En este lugar los israelitas levantaron su campamento la primera noche después de haber entrado en la tierra prometida; en este lugar la restauración del rito de la circuncisión indicó la renovación del pacto (vers. 2-8); aquí también los israelitas celebraron la primera pascua en la tierra prometida (vers. 10); en este lugar dejó de caer el maná (vers. 12). Gilgal sirvió de base para las operaciones militares de la primera parte de la conquista de Canaán. Parece también que las mujeres, los niños y el ganado permanecieron aquí durante ese tiempo. Posteriormente, fue en Gilgal donde Saúl fue confirmado como primer rey de Israel (1 Sam. 11: 15). Aquí permaneció el arca hasta que, después de la conquista del país, fue trasladada a Silo (Jos. 18: 1; PP 550).
No se conoce con exactitud la ubicación geográfica de Gilgal. Estaba, según Josefo, a unos 8 km del Jordán y a 1,5 km de la Jericó del NT. Ver pág. 501.
12. El maná cesó.
Durante casi 40 años Dios había proporcionado maná para nutrir al pueblo, mientras las circunstancias le impedían conseguir una provisión adecuada de alimentos. Una vez que los israelitas pudieron comer del "fruto de la tierra" (vers. 11) no hubo más necesidad de maná. Dios no hace en beneficio de los hombres lo que ellos pueden hacer por sí mismos.
13. Cerca de Jericó.
En la versión siriaca dice, "en las llanuras de Jericó". Josué entonces dirigió su atención a su próxima gran tarea: la toma de Jericó. Salió del campamento para meditar y pedir la dirección divina para realizar esa obra.
Una espada desenvainada.
El Señor se apareció a Moisés en Horeb (Exo. 3: 2) cuando estaba a punto de emprender la liberación de Israel de su esclavitud. En este momento, cuando Josué estaba por emprender la conquista de Canaán, el Señor se apareció al nuevo caudillo de su pueblo, para asegurarle la victoria y el éxito. "La maldad del amorreo" había "llegado a su colmo" , y tal como Dios había prometido solemnemente a Abrahán cuatro siglos antes, su "descendencia" había vuelto allí (Gén. 15: 13-16). Israel emprendía ahora la conquista de las naciones de Canaán con la aprobación divina. En Canaán se conocía el testimonio de Abrahán, Isaac y Jacob, y la manera en que Dios, en repetidas ocasiones, había obrado en favor de su pueblo. Pero estas naciones paganas siguieron por los caminos de su propia elección antes que someterse a Dios.
14. Del ejército.
No se refiere, en primer término, al ejército de Israel sino a las huestes celestiales (PP 526). La palabra traducida "ejército" " se refiere específicamente a guerreros (Juec. 4: 2, 7; etc.), algunas veces a los ejércitos de Israel (2 Sam. 2: 8). Tal como se presenta en este pasaje y en 1 Rey. 22: 19, se refiere a ángeles; pero en Isa. 34: 4 se refiere a los cuerpos celestes. En todo momento los ángeles están dispuestos a suplir las necesidades de la iglesia y a cumplir las órdenes de su Capitán. Quienes tienen que hacer frente a conquistas como la de Jericó, pueden solicitar la ayuda de estas fuerzas invisibles, y recibirán, como Josué, la seguridad de que los recursos del cielo están a la disposición de cada alma que tiene confianza. Josué recibió la promesa segura de que no estaría solo a la cabeza del ejército hebreo. Como Capitán el mismo Señor estaría allí para vigilar, disponer, ordenar y comandar.
Le adoró.
Al aceptar la adoración ofrecida por Josué, el Visitante celestial demostró que era más que un ángel (ver Apoc. 19: 10).
15. Quita el calzado.
Esta es otra evidencia de que el "Príncipe del ejército" era más que un ángel. No era sino Cristo mismo, en forma humana (ver PP 522). En Jos. 6: 2 se lo designa con el nombre divino (ver com. Exo. 6: 3; 15: 2). Debe notarse que Jos. 6 es una Continuación del relato del cap. 5: 13-15, y que el pasaje del cap. 6: 1 es una declaración parentética introducida a modo de explicación de lo que sigue en los vers. 2-5.
CBA T2
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