1. Cometieron una prevaricación.
Del Heb. ma'al ma'al ; literalmente, "transgredieron una transgresión". La traducción evita la redundancia. El sentido original del verbo era "cubrir", como se ve del sustantivo derivado me'il , "vestimenta". La palabra significa , "actuar solapadamente", "obrar traicioneramente"; y con el sustantivo, "cometer un acto traicionero". Es de notar que se considera culpable a todo el pueblo de Israel por causa de la transgresión de uno de sus miembros. Aunque el pecado no era público, se consideraba a Israel culpable como nación, por lo cual no podía recibir la bendición de Dios. Vemos un ejemplo de tal responsabilidad colectiva en las relaciones entre las naciones. Se considera responsable a toda una nación por las palabras y los hechos de su embajador. Si éste insulta a otro pueblo o Estado, se considera culpable al país que él representa hasta que se haga la reparación debida. De la misma manera, los culpables dentro de una iglesia pueden impedir que la bendición divina descanse sobre esa iglesia (ver 1JT 455; CRA 547). Si ésta deja de tomar las medidas necesarias cuando conoce el pecado, llega a ser participante en ese pecado. Sin embargo, esto no necesariamente implica que haya una culpa personal en cada uno de los mienbros como individuos (ver, sin embargo, 1JT 335).
Acán.
Tanto la LXX como la siriaca llaman a esta persona "Ajar" , así como en 1 Crón. 2: 7 se lee Achar en la RVA y Akar en la BJ. El Heb. 'akar significa "alboroto" " o " "alborotador" , y evidentemente el culpable recibió ese nombre debido a los efectos de su conducta (ver com. Jos. 6: 18; 7: 4, 9). En la Biblia es común que se cambien los nombres de las personas y de los lugares debido a ciertos acontecimientos notables por los que pueden haber tenido algunas características distintivas. En Ose. 4: 15 se encuentra un claro ejemplo. Bet-el, "casa de Dios", se vuelve Bet-avén, "casa de vanidad", por la idolatría que allí se practicaba.
Zabdi.
También llamado Zimri (1 Crón. 2: 6).Tales variantes ortográficas son comunes. En este caso el cambio se debe probablemente a la confusión de letras muy similares en el hebreo: con la d con, con la r , y la b con la m . La genealogía parece indicar que Acán era ya de edad madura, a menos que supusiéramos que sus antepasados eran ya ancianos cuando nacieron sus hijos. En tal caso, los hijos de Acán habían llegado a la edad de ser responsables de sus actos cuando ocurrió esta tragedia. Posiblemente también participaron en el crimen, y por ende también en la responsabilidad del mismo.
2. Hai.
Heb. 'Ai , "ruina" o "montón". Esta ciudad conocida también como Ay (BJ), aparece ya en tiempos de Abrahán (Gén. 12: 8; 13: 3).
Junto a Bet-avén.
Esta frase no aparece en la LXX. En el cap. 18: 12 aparece el desierto de Bet-avén, y quizá deba entenderse que Hai estaba cerca de ese desierto de Bet-avén.
Subid y reconoced.
Literalmente, "subid y recorred a pie". La geografía de esta región indica la existencia de dos pasos principales que llevaban de la ciudad de Jericó a la Palestina central. El más directo y expedito de ellos era el que iba ligeramente hacia el norte y que se conoce ahora con el nombre de Wadi Kelt . Este valle se cruza con otro, el Wadi Harith , una profunda cañada a unos 12 km del valle del Jordán. En alguna parte entre los cerros y las quebradas, un poco al este de la aldea de Bet-el, estaba la ciudad de Hai. En una región de cerros y valles, los espías podían avanzar fácilmente sin ser vistos.
3. No suba todo el pueblo.
Según el cap. 8: 25, la población de Hai era de 12.000 habitantes. Es evidente que los espías, demasiado confiados en sí mismos, habían subestimado las defensas de la ciudad. Pero más que eso, los israelitas, ebrios de victorias, no se dieron
cuenta de que sólo la ayuda divina les podría dar el éxito; por tanto, no tomaron a Dios en su consejo cuando hicieron planes para atacar a Hai.
4. Huyeron.
La confianza en Dios asegura el éxito; la falta de confianza en él significa derrota. Muchos planes trazados con todo cuidado fracasan porque no se tiene en cuenta a Dios. Entre las lecciones que pueden desprenderse de este caso se destacan tres: (1) Fue Dios y no el valor de ellos quien entregó a los cananeos en manos de los israelitas. (2) El éxito no puede lograrse mientras haya pecado en el campamento. (3) Cuando se confiesa el pecado, Dios toma los fracasos del hombre y los convierte en bendiciones.
La relación personal que un individuo tiene con su Creador puede cortarse únicamente por su propia elección. Pero Dios también trata con los hombres colectivamente, como grupos. Existe pues la responsabilidad del grupo tanto como la individual (ver Ed 173, 233). Por ejemplo, Dios hace a los pueblos responsables de sus acciones colectivas. De un modo especial, esto fue cierto respecto a Israel, la nación escogida; y vale igualmente para el Israel espiritual, la iglesia de hoy. A veces todo el grupo sufre por las acciones de sus miembros individuales (Eze. 21: 3, 4; PP 530, 531). Cualquier miembro de un grupo puede beneficiar a los otros, o acarrear sobre ellos sufrimiento y mal (2 Cor. 2: 15). Y, como ocurrió en el caso de Acán, Dios tiene por responsable a todo el grupo por los hechos de sus miembros individuales. Sin embargo, ahora como entonces, Dios actúa mediante los dirigentes reconocidos del grupo para exigir cooperación y aplicar el castigo. Dios tiene una iglesia y en ella ha colocado dirigentes. A éstos pide que tomen la iniciativa para llevar a cabo su voluntad. Además, Dios demanda que su pueblo coopere con sus dirigentes (Heb. 13: 17), y no tolerará la acción independiente, individual, que se oponga a sus dirigentes. Es grande la maldición que recae sobre los dirigentes que son infieles a su tarea (Isa. 3: 12; 9: 16; Jer. 13: 20; Eze. 34: 10), como también la que deberán sufrir quienes deliberadamente les colocan impedimentos para que realicen su trabajo (ver Juec. 5: 23). La presencia de Dios entre nosotros en el pasado no garantiza su presencia continua en el futuro. En la vida religiosa debe haber una continua dependencia de Dios, un constante consultar acerca de lo que Dios quiere que hagamos. La gracia y la fuerza que nos concede para realizar una tarea no bastan para las exigencias de la siguiente. Josué no tomó en cuenta esta ley espiritual. Al trazar los planes para la conquista de Hai, no tomó a Dios como consejero (PP 527). ¡Cuánto necesitamos estar en guardia para no realizar meramente las formas del servicio religioso, lo cual puede privarnos de la victoria por no haber trabajado de acuerdo con el plan de Dios! Nuestro celo por Dios debe estar bajo el control de una sabiduría santificada (ver Rom. 10: 2; cf. Sal. 11: 10).
5. Sebarim.
Esta palabra viene de una raíz que significa "despedazar". En la mayoría de las versiones aparece como nombre propio. Posiblemente se trate de un sitio entre Hai y Jericó, quizá una cantera. Sin embargo, no se ha hallado en las proximidades ninguna cantera, y sería razonable suponer que los restos de tal lugar no desaparecerían enteramente con el correr del tiempo. El Códice Váticano y algunas versiones siriacas, junto con los tárgumes traducen la expresión, "hasta ser ellos " [los israelitas] "despedazados" . Una edición siriaca, traduciendo el hebreo en vez de transliterarlo, reza: "hasta que ellos " [los israelitas] " fueron derrotados" . Esto parecería concordar mejor con el contexto.
La bajada.
La LXX reza "desde el cerro escarpado" . Evidentemente los israelitas en su huida entraron por un desfiladero angosto y escarpado que dificultó su fuga. Al parecer, aquí se habrían llenado de pánico, y en la confusión habría sido desbaratada la retaguardia.
6. Rompió sus vestidos.
Rasgarse las ropas como señal de luto o angustia tuvo su origen en tiempos antiguos (Gén. 37: 34; 44: 13). Generalmente se hacía una rotura como de una cuarta en la vestimenta exterior, sobre el pecho. Esto llegó a ser costumbre entre los judíos, como símbolo externo de un corazón quebrantado (ver Joel 2: 12, 13). Echarse polvo o ceniza sobre la cabeza representaba una pena e indignidad mayores (1 Sam. 4: 12; 2 Sam. 1: 2; 13: 19). La fe de Josué lo había llevado a esperar sólo victorias, y ahora parecía incapaz de comprender este fracaso. Pero las promesas de Dios son condicionales, y Josué y los israelitas no habían cumplido con esas condiciones (ver com. Jos. 7: 3).
7. Ojalá nos hubiéramos quedado.
Esta expresión indica un profundo sentimiento de desesperación y total incapacidad para comprender la situación. La oración de Josué casi pareciera participar del espíritu de murmuración y queja, tan característico de los hijos de Israel en diversas ocasiones. Pero en ciertos momentos, aun las mejores personas ceden ante el desánimo y el temor (ver 1 Rey. 19: 9-18; Jon. 4: 1-9). Josué interpretó correctamente que la derrota de Hai era una señal del desagrado de Dios con su pueblo, pero no comprendía la razón de ese desagrado. Quizá las palabras que usó no fueron muy bien escogidas, pero es digno de encomio el que en tal momento de crisis recurriera a la oración.
8. ¿Qué diré?
En su desesperación, Josué busca consejo.
9. Tu grande nombre.
Si bien Josué se preocupaba por la suerte de Israel, más aún le concernía el nombre de Jehová. Seguramente Dios no permitiría que su propio nombre fuese ridiculizado. Moisés había recurrido a un argumento similar en varias ocasiones (Exo. 32: 12; Núm. 14: 13-16; Deut. 9: 28). Dios mismo lo empleó en el canto que mandó a Moisés que enseñara al pueblo (Deut. 32: 26, 27). Siempre debiéramos recordar que nuestra fidelidad o infidelidad implican el honor, no sólo de la iglesia, sino también del nombre de Dios.
10. Levántate.
"¡Arriba! ¡Vamos!" (BJ). Este era el momento de actuar, no de llorar.
11. Israel ha pecado.
Se atribuye culpa a todo Israel (ver com. vers. 1). No se debía acusar a Dios por esa humillante derrota. El no los había abandonado; ellos habían desobedecido. Si Dios hubiese seguido peleando por su pueblo, habría estado aprobando su pecado y estimulándolo para que persistiera en él.
Que yo les mandé.
Quizá se refiera específicamente a la orden respecto al botín de la ciudad de Jericó; pero, en un sentido más amplio, comprende también el pacto original de Dios con Israel. Este se basaba en los Diez Mandamientos, descritos en las Escrituras como "su pacto, el cual os mandó poner por obra" (Deut. 4: 13). En las expresiones: "han tomado del anatema" y "hasta han hurtado" se alude a ambos aspectos de la orden divina. El hebreo relaciona las cinco acusaciones con la conjunción we , "y" o "también".
Han mentido.
En este caso habían mentido con sus acciones. Mantuvieron en secreto el asunto y actuaron como si no hubiesen sido culpables. Muchas veces la mentira acompaña al robo.
Entre sus enseres.
Como si les perteneciese. Algunos de los artículos robados Dios había mandado que se destruyeran; otros, el oro y la plata, habían sido dedicados al Señor y debían haber sido entregados a su tesorería. Pero Acán se los había apropiado temerariamente como si hubiesen sido suyos. En el campamento de hoy hay también quienes actúan como Acán. De los diezmos y las ofrendas se declara: " "¿Robará el hombre a Dios? Pues vosotros me habéis robado. Y dijisteis: ¿En qué te hemos robado? En vuestros diezmos y ofrendas" " (Mal. 3: 8). El diezmo está consagrado al Señor y debe ser colocado en su tesorería. Hay quienes toman el diezmo como si les perteneciese y lo ponen "entre sus enseres". Israel perdió la bendición de Dios por este tipo de pecado. ¿Podrá ser que la maldición de Mal. 3: 9 pueda caer sobre el campamento del Israel de hoy? No vivimos actualmente en una teocracia, y los transgresores no reciben prestamente el castigo que se merecen (ver Ecl. 8: 11). Pero no por eso es menos horrendo su pecado. " "Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos" " (Heb. 13: 8). Finalmente todo pecado recibirá su justo castigo.
12. Anatema.
O, "consagrados a la destrucción" (ver com. cap. 6: 17). La maldición era tal que los que tomaban de la cosa consagrada a la destrucción quedaban ellos mismos "consagrados" al mismo fin. Es evidente que se comprendió bien esta sentencia cuando se pronunció la maldición. Además, en la destrucción de los habitantes de Jericó, Acán había visto el resultado seguro de la transgresión. Pero aun sabiendo todo esto, escogió seguir su impío camino. Se revela el completo engaño del pecado, pues lleva a sus víctimas a creer que de una manera u otra se librarán del castigo (ver Gén. 3: 4; Ecl. 8: 11).
13. Santificaos.
Como lo habían hecho cuando se encontraron con el Señor en el Sinaí (Exo. 19: 10). La limpieza exterior ordenada entonces debía simbolizar la limpieza interior. Frente a peligros especiales y a calamidades debe haber períodos de autoexamen y sincera reforma. En el tiempo concedido para hacer ese escudriñamiento del corazón, Acán tuvo una oportunidad excepcional 213 para considerar su falta y reconocerla. Pero el pecado tiende a endurecer el corazón humano y disminuir la repugnancia hacia el mal. Sólo cuando se le obligó a hacerlo, Acán reconoció su culpa, y aun en ese momento no demostró un verdadero arrepentimiento. Probablemente se hacía la ilusión de que otros eran tan culpables como él. Una persona culpable muchas veces cree que otros son culpables del mismo acto que habitualmente comete él mismo.
14. Por vuestras tribus.
Como lo evidencian los relatos de los libros de Crónicas, Esdras, Nehemías y otros, los israelitas conservaban con el mayor cuidado los registros genealógicos. Así encontramos, fielmente anotado, el nombre de Acán, en la cronología de Judá (1 Crón. 2: 7).
Que Jehová tomare.
El método usado fue el sorteo (PP 528), frecuentemente mencionado en la Biblia. Sin embargo, debe haber prudencia en el empleo de este medio de conocer la voluntad de Dios. Este camino es seguro sólo cuando Dios, mediante la inspiración, indica que es el método que desea se emplee. Si Dios no participa del procedimiento, no es más que recurrir al azar como lo sería tirar una moneda o sacar una carta. Puede ocurrir que en tiempos de crisis Dios conteste en voz audible o mediante señales directas (ver Juec. 6: 34-40). Pero esos no son los medios usuales que emplea para comunicar su voluntad. Dios ha dado inteligencia a los hombres, y espera que desarrollen la facultad de tomar sus propias decisiones. Si en todas las decisiones de la vida las personas pudiesen determinar mediante una señal cuál es la voluntad divina, se volverían mentalmente débiles y no alcanzarían el desarrollo necesario de la inteligencia y del carácter. Los que siempre recurren al azar al tomar decisiones, debilitarán toda su vida espiritual. Al comienzo de nuestra vida religiosa, y en algunos casos desde entonces, Dios puede haber honrado nuestra creciente fe al darnos respuestas notables por tales medios, pero esto no implica que desee que siempre dependamos de este método. El ideal del desarrollo cristiano es tener la mente tan imbuida del conocimiento divino y las facultades tan educadas, que al seguir nuestros impulsos no estemos haciendo más que la voluntad de Dios (DTG 621).
15. Todo lo que tiene.
Incluidos los hijos (vers. 24, 2 5). Sin embargo, en Deut. 24: 16 el Señor había declarado que los hijos no debían morir por los pecados de su padre, sino cada hombre por los suyos propios. Quizá la familia de Acán había participado del hecho (ver com. vers. 1), y había compartido con él el secreto de ese mal. Los seres humanos son responsables, no sólo por los pecados que ellos mismos cometen, sino también por albergar a un impío u ocultar una información que pudiese ayudar a los responsables de administrar justicia.
19. Hijo mío.
Esta expresión puede darnos una idea del corazón de Josué. Parece indicar que amaba al culpable como un tierno padre, y que sentía por él el afecto que sentiría para un hijo. Tal actitud muestra verdadera magnanimidad, y debiera ser emulada por los que tienen el deber de administrar disciplina. Muchas personas se han desanimado definitivamente por haber sido objeto de castigos indebidamente severos, mientras que el uso de otro método podría haberlas llevado al arrepentimiento y a la restitución. Jesús, nuestro ejemplo, pronunció sus más severas reprensiones con lágrimas en la voz (DTG 319), y Josué manifestó muchas de las cualidades de Cristo. No es difícil comprender por qué Dios lo eligió ni por qué el pueblo sirvió al Señor mientras vivió Josué.
20. Yo he pecado.
La revelación pública de su culpa aseguró la cooperación de Acán, y prontamente confesó su crimen. Su culpa quedó confirmada sin lugar a duda, y no había posibilidad de que quienes simpatizaban con él pretendiesen que había sido injustamente condenado. Así el problema podía resolverse de una vez por todas, en vez de quedar latente durante años en el corazón de los que estuviesen predispuestos a la crítica.
21. Un manto babilónico muy bueno.
La LXX reza "un manto bordado " [de muchos colores] "" . Tales vestimentas estaban adornadas con figuras trabajadas, ya fuese en la tela misma o con aguja (ver Eze. 23: 15). Eran vestimentas costosas, sólo al alcance de los miembros de la realeza o de los más ricos. Josefo dice que se trataba de "una vestimenta real, tejida enteramente de oro".
Quizá Acán siguió el proceso común de todo pecado. Primero miró, luego codició, y finalmente tomó. Y cuando lo hubo hurtado, su próximo paso fue ocultar lo que había hecho. Para poder evitar el pecado, se debe expulsar en seguida la primera insinuación de mal: la primera mirada (ver Gén. 3: 6).
22. Fueron corriendo.
Probablemente para evitar que alguien sacara antes los tesoros, pero sin duda también porque estaban ansiosos de limpiar el campamento del anatema y de recuperar el favor de Dios. Es bueno apresurarnos a dejar el pecado. La demora puede ser peligrosa.
24. Sus hijos.
Ver com. vers. 15.
Sus bueyes.
Por supuesto que los animales no son capaces de pecar, ni tampoco merecen el castigo. Pero sufren, junto con la creación inanimada, los efectos de la maldición pronunciada sobre Adán. Así " "toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora" " (Rom. 8: 22).
Valle de Acor.
Ver com. caps. 6: 18; 7: 1. En Ose. 2: 15 se dice que el valle de Acor es dado "por puerta de esperanza" . Dios está siempre dispuesto a transformar nuestras derrotas en bendiciones, si estamos dispuestos a quitar del corazón el anatema (Jos. 7: 13).
25. Todos los israelitas los apedrearon.
Para "apedrear" el hebreo usa dos palabras: ragam y saqal . Se ha sugerido que la primera significaría apedrear a una persona viva, mientras que la segunda significaría amontonar piedras sobre un muerto. En el AT las dos palabras parecen haberse usado en forma indistinta. Posiblemente el autor de este vers. prefirió usar un sinónimo para evitar la repetición. Se dice que el castigo fue ejecutado por todo Israel. Aunque probablemente no todos arrojaron piedras, es de suponer que todos estaban presentes como espectadores y consentían en su muerte (Hech. 8: 1).
Y los quemaron.
Probablemente Acán y su familia murieron apedreados. Después habrían sido quemados sus cuerpos junto con el botín y sus otras pertenencias. El apedreamiento efectuado por la congregación era una forma legal de castigo para ciertos delitos (ver Lev. 24: 14; Núm. 15: 35).
26. Un gran montón de piedras.
Como advertencia para las generaciones futuras, a fin de que no cayesen en el mismo lazo de la codicia que causó la ruina de Acán.
Del Heb. ma'al ma'al ; literalmente, "transgredieron una transgresión". La traducción evita la redundancia. El sentido original del verbo era "cubrir", como se ve del sustantivo derivado me'il , "vestimenta". La palabra significa , "actuar solapadamente", "obrar traicioneramente"; y con el sustantivo, "cometer un acto traicionero". Es de notar que se considera culpable a todo el pueblo de Israel por causa de la transgresión de uno de sus miembros. Aunque el pecado no era público, se consideraba a Israel culpable como nación, por lo cual no podía recibir la bendición de Dios. Vemos un ejemplo de tal responsabilidad colectiva en las relaciones entre las naciones. Se considera responsable a toda una nación por las palabras y los hechos de su embajador. Si éste insulta a otro pueblo o Estado, se considera culpable al país que él representa hasta que se haga la reparación debida. De la misma manera, los culpables dentro de una iglesia pueden impedir que la bendición divina descanse sobre esa iglesia (ver 1JT 455; CRA 547). Si ésta deja de tomar las medidas necesarias cuando conoce el pecado, llega a ser participante en ese pecado. Sin embargo, esto no necesariamente implica que haya una culpa personal en cada uno de los mienbros como individuos (ver, sin embargo, 1JT 335).
Acán.
Tanto la LXX como la siriaca llaman a esta persona "Ajar" , así como en 1 Crón. 2: 7 se lee Achar en la RVA y Akar en la BJ. El Heb. 'akar significa "alboroto" " o " "alborotador" , y evidentemente el culpable recibió ese nombre debido a los efectos de su conducta (ver com. Jos. 6: 18; 7: 4, 9). En la Biblia es común que se cambien los nombres de las personas y de los lugares debido a ciertos acontecimientos notables por los que pueden haber tenido algunas características distintivas. En Ose. 4: 15 se encuentra un claro ejemplo. Bet-el, "casa de Dios", se vuelve Bet-avén, "casa de vanidad", por la idolatría que allí se practicaba.
Zabdi.
También llamado Zimri (1 Crón. 2: 6).Tales variantes ortográficas son comunes. En este caso el cambio se debe probablemente a la confusión de letras muy similares en el hebreo: con la d con, con la r , y la b con la m . La genealogía parece indicar que Acán era ya de edad madura, a menos que supusiéramos que sus antepasados eran ya ancianos cuando nacieron sus hijos. En tal caso, los hijos de Acán habían llegado a la edad de ser responsables de sus actos cuando ocurrió esta tragedia. Posiblemente también participaron en el crimen, y por ende también en la responsabilidad del mismo.
2. Hai.
Heb. 'Ai , "ruina" o "montón". Esta ciudad conocida también como Ay (BJ), aparece ya en tiempos de Abrahán (Gén. 12: 8; 13: 3).
Junto a Bet-avén.
Esta frase no aparece en la LXX. En el cap. 18: 12 aparece el desierto de Bet-avén, y quizá deba entenderse que Hai estaba cerca de ese desierto de Bet-avén.
Subid y reconoced.
Literalmente, "subid y recorred a pie". La geografía de esta región indica la existencia de dos pasos principales que llevaban de la ciudad de Jericó a la Palestina central. El más directo y expedito de ellos era el que iba ligeramente hacia el norte y que se conoce ahora con el nombre de Wadi Kelt . Este valle se cruza con otro, el Wadi Harith , una profunda cañada a unos 12 km del valle del Jordán. En alguna parte entre los cerros y las quebradas, un poco al este de la aldea de Bet-el, estaba la ciudad de Hai. En una región de cerros y valles, los espías podían avanzar fácilmente sin ser vistos.
3. No suba todo el pueblo.
Según el cap. 8: 25, la población de Hai era de 12.000 habitantes. Es evidente que los espías, demasiado confiados en sí mismos, habían subestimado las defensas de la ciudad. Pero más que eso, los israelitas, ebrios de victorias, no se dieron
cuenta de que sólo la ayuda divina les podría dar el éxito; por tanto, no tomaron a Dios en su consejo cuando hicieron planes para atacar a Hai.
4. Huyeron.
La confianza en Dios asegura el éxito; la falta de confianza en él significa derrota. Muchos planes trazados con todo cuidado fracasan porque no se tiene en cuenta a Dios. Entre las lecciones que pueden desprenderse de este caso se destacan tres: (1) Fue Dios y no el valor de ellos quien entregó a los cananeos en manos de los israelitas. (2) El éxito no puede lograrse mientras haya pecado en el campamento. (3) Cuando se confiesa el pecado, Dios toma los fracasos del hombre y los convierte en bendiciones.
La relación personal que un individuo tiene con su Creador puede cortarse únicamente por su propia elección. Pero Dios también trata con los hombres colectivamente, como grupos. Existe pues la responsabilidad del grupo tanto como la individual (ver Ed 173, 233). Por ejemplo, Dios hace a los pueblos responsables de sus acciones colectivas. De un modo especial, esto fue cierto respecto a Israel, la nación escogida; y vale igualmente para el Israel espiritual, la iglesia de hoy. A veces todo el grupo sufre por las acciones de sus miembros individuales (Eze. 21: 3, 4; PP 530, 531). Cualquier miembro de un grupo puede beneficiar a los otros, o acarrear sobre ellos sufrimiento y mal (2 Cor. 2: 15). Y, como ocurrió en el caso de Acán, Dios tiene por responsable a todo el grupo por los hechos de sus miembros individuales. Sin embargo, ahora como entonces, Dios actúa mediante los dirigentes reconocidos del grupo para exigir cooperación y aplicar el castigo. Dios tiene una iglesia y en ella ha colocado dirigentes. A éstos pide que tomen la iniciativa para llevar a cabo su voluntad. Además, Dios demanda que su pueblo coopere con sus dirigentes (Heb. 13: 17), y no tolerará la acción independiente, individual, que se oponga a sus dirigentes. Es grande la maldición que recae sobre los dirigentes que son infieles a su tarea (Isa. 3: 12; 9: 16; Jer. 13: 20; Eze. 34: 10), como también la que deberán sufrir quienes deliberadamente les colocan impedimentos para que realicen su trabajo (ver Juec. 5: 23). La presencia de Dios entre nosotros en el pasado no garantiza su presencia continua en el futuro. En la vida religiosa debe haber una continua dependencia de Dios, un constante consultar acerca de lo que Dios quiere que hagamos. La gracia y la fuerza que nos concede para realizar una tarea no bastan para las exigencias de la siguiente. Josué no tomó en cuenta esta ley espiritual. Al trazar los planes para la conquista de Hai, no tomó a Dios como consejero (PP 527). ¡Cuánto necesitamos estar en guardia para no realizar meramente las formas del servicio religioso, lo cual puede privarnos de la victoria por no haber trabajado de acuerdo con el plan de Dios! Nuestro celo por Dios debe estar bajo el control de una sabiduría santificada (ver Rom. 10: 2; cf. Sal. 11: 10).
5. Sebarim.
Esta palabra viene de una raíz que significa "despedazar". En la mayoría de las versiones aparece como nombre propio. Posiblemente se trate de un sitio entre Hai y Jericó, quizá una cantera. Sin embargo, no se ha hallado en las proximidades ninguna cantera, y sería razonable suponer que los restos de tal lugar no desaparecerían enteramente con el correr del tiempo. El Códice Váticano y algunas versiones siriacas, junto con los tárgumes traducen la expresión, "hasta ser ellos " [los israelitas] "despedazados" . Una edición siriaca, traduciendo el hebreo en vez de transliterarlo, reza: "hasta que ellos " [los israelitas] " fueron derrotados" . Esto parecería concordar mejor con el contexto.
La bajada.
La LXX reza "desde el cerro escarpado" . Evidentemente los israelitas en su huida entraron por un desfiladero angosto y escarpado que dificultó su fuga. Al parecer, aquí se habrían llenado de pánico, y en la confusión habría sido desbaratada la retaguardia.
6. Rompió sus vestidos.
Rasgarse las ropas como señal de luto o angustia tuvo su origen en tiempos antiguos (Gén. 37: 34; 44: 13). Generalmente se hacía una rotura como de una cuarta en la vestimenta exterior, sobre el pecho. Esto llegó a ser costumbre entre los judíos, como símbolo externo de un corazón quebrantado (ver Joel 2: 12, 13). Echarse polvo o ceniza sobre la cabeza representaba una pena e indignidad mayores (1 Sam. 4: 12; 2 Sam. 1: 2; 13: 19). La fe de Josué lo había llevado a esperar sólo victorias, y ahora parecía incapaz de comprender este fracaso. Pero las promesas de Dios son condicionales, y Josué y los israelitas no habían cumplido con esas condiciones (ver com. Jos. 7: 3).
7. Ojalá nos hubiéramos quedado.
Esta expresión indica un profundo sentimiento de desesperación y total incapacidad para comprender la situación. La oración de Josué casi pareciera participar del espíritu de murmuración y queja, tan característico de los hijos de Israel en diversas ocasiones. Pero en ciertos momentos, aun las mejores personas ceden ante el desánimo y el temor (ver 1 Rey. 19: 9-18; Jon. 4: 1-9). Josué interpretó correctamente que la derrota de Hai era una señal del desagrado de Dios con su pueblo, pero no comprendía la razón de ese desagrado. Quizá las palabras que usó no fueron muy bien escogidas, pero es digno de encomio el que en tal momento de crisis recurriera a la oración.
8. ¿Qué diré?
En su desesperación, Josué busca consejo.
9. Tu grande nombre.
Si bien Josué se preocupaba por la suerte de Israel, más aún le concernía el nombre de Jehová. Seguramente Dios no permitiría que su propio nombre fuese ridiculizado. Moisés había recurrido a un argumento similar en varias ocasiones (Exo. 32: 12; Núm. 14: 13-16; Deut. 9: 28). Dios mismo lo empleó en el canto que mandó a Moisés que enseñara al pueblo (Deut. 32: 26, 27). Siempre debiéramos recordar que nuestra fidelidad o infidelidad implican el honor, no sólo de la iglesia, sino también del nombre de Dios.
10. Levántate.
"¡Arriba! ¡Vamos!" (BJ). Este era el momento de actuar, no de llorar.
11. Israel ha pecado.
Se atribuye culpa a todo Israel (ver com. vers. 1). No se debía acusar a Dios por esa humillante derrota. El no los había abandonado; ellos habían desobedecido. Si Dios hubiese seguido peleando por su pueblo, habría estado aprobando su pecado y estimulándolo para que persistiera en él.
Que yo les mandé.
Quizá se refiera específicamente a la orden respecto al botín de la ciudad de Jericó; pero, en un sentido más amplio, comprende también el pacto original de Dios con Israel. Este se basaba en los Diez Mandamientos, descritos en las Escrituras como "su pacto, el cual os mandó poner por obra" (Deut. 4: 13). En las expresiones: "han tomado del anatema" y "hasta han hurtado" se alude a ambos aspectos de la orden divina. El hebreo relaciona las cinco acusaciones con la conjunción we , "y" o "también".
Han mentido.
En este caso habían mentido con sus acciones. Mantuvieron en secreto el asunto y actuaron como si no hubiesen sido culpables. Muchas veces la mentira acompaña al robo.
Entre sus enseres.
Como si les perteneciese. Algunos de los artículos robados Dios había mandado que se destruyeran; otros, el oro y la plata, habían sido dedicados al Señor y debían haber sido entregados a su tesorería. Pero Acán se los había apropiado temerariamente como si hubiesen sido suyos. En el campamento de hoy hay también quienes actúan como Acán. De los diezmos y las ofrendas se declara: " "¿Robará el hombre a Dios? Pues vosotros me habéis robado. Y dijisteis: ¿En qué te hemos robado? En vuestros diezmos y ofrendas" " (Mal. 3: 8). El diezmo está consagrado al Señor y debe ser colocado en su tesorería. Hay quienes toman el diezmo como si les perteneciese y lo ponen "entre sus enseres". Israel perdió la bendición de Dios por este tipo de pecado. ¿Podrá ser que la maldición de Mal. 3: 9 pueda caer sobre el campamento del Israel de hoy? No vivimos actualmente en una teocracia, y los transgresores no reciben prestamente el castigo que se merecen (ver Ecl. 8: 11). Pero no por eso es menos horrendo su pecado. " "Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos" " (Heb. 13: 8). Finalmente todo pecado recibirá su justo castigo.
12. Anatema.
O, "consagrados a la destrucción" (ver com. cap. 6: 17). La maldición era tal que los que tomaban de la cosa consagrada a la destrucción quedaban ellos mismos "consagrados" al mismo fin. Es evidente que se comprendió bien esta sentencia cuando se pronunció la maldición. Además, en la destrucción de los habitantes de Jericó, Acán había visto el resultado seguro de la transgresión. Pero aun sabiendo todo esto, escogió seguir su impío camino. Se revela el completo engaño del pecado, pues lleva a sus víctimas a creer que de una manera u otra se librarán del castigo (ver Gén. 3: 4; Ecl. 8: 11).
13. Santificaos.
Como lo habían hecho cuando se encontraron con el Señor en el Sinaí (Exo. 19: 10). La limpieza exterior ordenada entonces debía simbolizar la limpieza interior. Frente a peligros especiales y a calamidades debe haber períodos de autoexamen y sincera reforma. En el tiempo concedido para hacer ese escudriñamiento del corazón, Acán tuvo una oportunidad excepcional 213 para considerar su falta y reconocerla. Pero el pecado tiende a endurecer el corazón humano y disminuir la repugnancia hacia el mal. Sólo cuando se le obligó a hacerlo, Acán reconoció su culpa, y aun en ese momento no demostró un verdadero arrepentimiento. Probablemente se hacía la ilusión de que otros eran tan culpables como él. Una persona culpable muchas veces cree que otros son culpables del mismo acto que habitualmente comete él mismo.
14. Por vuestras tribus.
Como lo evidencian los relatos de los libros de Crónicas, Esdras, Nehemías y otros, los israelitas conservaban con el mayor cuidado los registros genealógicos. Así encontramos, fielmente anotado, el nombre de Acán, en la cronología de Judá (1 Crón. 2: 7).
Que Jehová tomare.
El método usado fue el sorteo (PP 528), frecuentemente mencionado en la Biblia. Sin embargo, debe haber prudencia en el empleo de este medio de conocer la voluntad de Dios. Este camino es seguro sólo cuando Dios, mediante la inspiración, indica que es el método que desea se emplee. Si Dios no participa del procedimiento, no es más que recurrir al azar como lo sería tirar una moneda o sacar una carta. Puede ocurrir que en tiempos de crisis Dios conteste en voz audible o mediante señales directas (ver Juec. 6: 34-40). Pero esos no son los medios usuales que emplea para comunicar su voluntad. Dios ha dado inteligencia a los hombres, y espera que desarrollen la facultad de tomar sus propias decisiones. Si en todas las decisiones de la vida las personas pudiesen determinar mediante una señal cuál es la voluntad divina, se volverían mentalmente débiles y no alcanzarían el desarrollo necesario de la inteligencia y del carácter. Los que siempre recurren al azar al tomar decisiones, debilitarán toda su vida espiritual. Al comienzo de nuestra vida religiosa, y en algunos casos desde entonces, Dios puede haber honrado nuestra creciente fe al darnos respuestas notables por tales medios, pero esto no implica que desee que siempre dependamos de este método. El ideal del desarrollo cristiano es tener la mente tan imbuida del conocimiento divino y las facultades tan educadas, que al seguir nuestros impulsos no estemos haciendo más que la voluntad de Dios (DTG 621).
15. Todo lo que tiene.
Incluidos los hijos (vers. 24, 2 5). Sin embargo, en Deut. 24: 16 el Señor había declarado que los hijos no debían morir por los pecados de su padre, sino cada hombre por los suyos propios. Quizá la familia de Acán había participado del hecho (ver com. vers. 1), y había compartido con él el secreto de ese mal. Los seres humanos son responsables, no sólo por los pecados que ellos mismos cometen, sino también por albergar a un impío u ocultar una información que pudiese ayudar a los responsables de administrar justicia.
19. Hijo mío.
Esta expresión puede darnos una idea del corazón de Josué. Parece indicar que amaba al culpable como un tierno padre, y que sentía por él el afecto que sentiría para un hijo. Tal actitud muestra verdadera magnanimidad, y debiera ser emulada por los que tienen el deber de administrar disciplina. Muchas personas se han desanimado definitivamente por haber sido objeto de castigos indebidamente severos, mientras que el uso de otro método podría haberlas llevado al arrepentimiento y a la restitución. Jesús, nuestro ejemplo, pronunció sus más severas reprensiones con lágrimas en la voz (DTG 319), y Josué manifestó muchas de las cualidades de Cristo. No es difícil comprender por qué Dios lo eligió ni por qué el pueblo sirvió al Señor mientras vivió Josué.
20. Yo he pecado.
La revelación pública de su culpa aseguró la cooperación de Acán, y prontamente confesó su crimen. Su culpa quedó confirmada sin lugar a duda, y no había posibilidad de que quienes simpatizaban con él pretendiesen que había sido injustamente condenado. Así el problema podía resolverse de una vez por todas, en vez de quedar latente durante años en el corazón de los que estuviesen predispuestos a la crítica.
21. Un manto babilónico muy bueno.
La LXX reza "un manto bordado " [de muchos colores] "" . Tales vestimentas estaban adornadas con figuras trabajadas, ya fuese en la tela misma o con aguja (ver Eze. 23: 15). Eran vestimentas costosas, sólo al alcance de los miembros de la realeza o de los más ricos. Josefo dice que se trataba de "una vestimenta real, tejida enteramente de oro".
Quizá Acán siguió el proceso común de todo pecado. Primero miró, luego codició, y finalmente tomó. Y cuando lo hubo hurtado, su próximo paso fue ocultar lo que había hecho. Para poder evitar el pecado, se debe expulsar en seguida la primera insinuación de mal: la primera mirada (ver Gén. 3: 6).
22. Fueron corriendo.
Probablemente para evitar que alguien sacara antes los tesoros, pero sin duda también porque estaban ansiosos de limpiar el campamento del anatema y de recuperar el favor de Dios. Es bueno apresurarnos a dejar el pecado. La demora puede ser peligrosa.
24. Sus hijos.
Ver com. vers. 15.
Sus bueyes.
Por supuesto que los animales no son capaces de pecar, ni tampoco merecen el castigo. Pero sufren, junto con la creación inanimada, los efectos de la maldición pronunciada sobre Adán. Así " "toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora" " (Rom. 8: 22).
Valle de Acor.
Ver com. caps. 6: 18; 7: 1. En Ose. 2: 15 se dice que el valle de Acor es dado "por puerta de esperanza" . Dios está siempre dispuesto a transformar nuestras derrotas en bendiciones, si estamos dispuestos a quitar del corazón el anatema (Jos. 7: 13).
25. Todos los israelitas los apedrearon.
Para "apedrear" el hebreo usa dos palabras: ragam y saqal . Se ha sugerido que la primera significaría apedrear a una persona viva, mientras que la segunda significaría amontonar piedras sobre un muerto. En el AT las dos palabras parecen haberse usado en forma indistinta. Posiblemente el autor de este vers. prefirió usar un sinónimo para evitar la repetición. Se dice que el castigo fue ejecutado por todo Israel. Aunque probablemente no todos arrojaron piedras, es de suponer que todos estaban presentes como espectadores y consentían en su muerte (Hech. 8: 1).
Y los quemaron.
Probablemente Acán y su familia murieron apedreados. Después habrían sido quemados sus cuerpos junto con el botín y sus otras pertenencias. El apedreamiento efectuado por la congregación era una forma legal de castigo para ciertos delitos (ver Lev. 24: 14; Núm. 15: 35).
26. Un gran montón de piedras.
Como advertencia para las generaciones futuras, a fin de que no cayesen en el mismo lazo de la codicia que causó la ruina de Acán.
CBA T2

Comentarios
Publicar un comentario