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CBA - Josué Capítulo 20


CBA Josué Capítulo 20
2. Ciudades de refugio.
La palabra "refugio" viene del Heb. qalat que significa "hacer entrar", "albergar", "recibir". De ahí la idea de "asilo" o "refugio". Tanto en el hebreo como en la LXX y en siriaco aparece el artículo antes de la palabra "refugio", o sea "ciudades del refugio" . Así se hace una referencia más clara a lo que Dios ya había mandado. La ley de las ciudades de refugio aparece en su forma completa en Núm. 35 y Deut. 19. La santidad de la vida humana, que no es generalmente reconocida en los conceptos paganos y ateos, es uno de los grandes principios de la religión cristiana. Desde época muy remota, Dios procuró recalcar ante su pueblo la idea de que poner fin a la vida de un ser humano, en cualquier circunstancia, era algo muy serio. Esta gravedad radica en que el hombre fue hecho a la semejanza divina. Después del diluvio, Dios declaró enfáticamente que " "el que derramare sangre de hombre, por el hombre su sangre será derramada; porque a imagen de Dios es hecho el hombre" " (Gén. 9: 6; ver también Exo. 21: 12,14). Dios había prometido un lugar donde pudiese huir el que matara involuntariamente a otro (Exo. 21: 13), pero no ofreció la misma protección para el asesino. Dios quería eliminar la antigua costumbre de la venganza particular, según la cual el castigo del asesino estaba en manos del pariente más cercano o del heredero de la víctima. Entre las naciones, Israel era la única que tenía este concepto del valor de la vida humana, y Dios deseaba enseñarles aún más de su justicia y misericordia. Dios no conduce a los hombres más rápidamente de lo que son capaces de comprender la verdad divina. Este principio caracterizaba la legislación hebrea, dada por Dios mediante Moisés. Se adaptaba a la condición de los hombres, pero siempre conducía a una perfección que no podía ser captada en primera instancia por el pueblo. Así se toleraron por un tiempo la esclavitud, la poligamia y el divorcio fácil, y hasta se promulgaron leyes para regular estas prácticas que no habían sido ordenadas ni aprobadas por Dios.

En la mente hebrea estaba profundamente arraigada la idea de que el pariente más cercano era el guardián de la vida de su hermano, y por eso debía vengar su muerte. En vez de contrariar este sentimiento o intentar desarraigarlo, Dios puso este sentimiento bajo controles provisionales y sanos que impedían que se cometiera una gran injusticia cuando no se había cometido un crimen.

De las cuales yo os hablé.
Dios había hablado por medio de Moisés, quien había escrito esas instrucciones para que Josué pudiera disponer de esa información (Exo. 21: 13; Núm. 35: 9-34; Deut. 19: 1-13). Cuando se escribió el libro de Josué, es probable que el Pentateuco hubiera existido ya en una forma similar a la de hoy.

3. Por accidente y no a sabiendas.
Literalmente, "Por error al no saber" , es decir "por inadvertencia (sin querer)" (BJ). En Núm. 35: 22-25 y Deut. 19: 4, 5 aparecen ejemplos de este tipo de accidentes. Esta frase se refiere generalmente a actos no premeditados que acarreaban la muerte de una persona. Aunque buscara protección en una de estas ciudades, el homicida que había actuado con premeditación, luego de ser examinado, recibía prontamente su castigo. Dios había declarado que se sacara a tales personas, si fuera necesario, aun de su altar para ejecutarlas (Exo. 21: 14).

Vengador de la sangre.
La palabra hebrea go'el , aquí traducida "vengador" es el participio del verbo ga'al , que significa básicamente "redimir", "librar". Esta misma palabra aparece en Job 19: 25; Isa. 47: 4; 48: 17; 54: 5 usada como nombre de Dios para la mentalidad hebrea tal designación de Dios llamaba la atención a la obra del pariente más cercano respecto a su derecho de redención (ver Núm. 35: 12). No queda claro hasta qué punto deba transferirse la figura del "vengador de la sangre" de la disposición mosaica a Cristo. Las ciudades de refugio eran en sí un símbolo del refugio provisto en Cristo (PP 552).

4. El que se acogiere.
El matador debía huir a toda prisa. Se disponía todo lo necesario para que no se viera demorado en su huida. Los caminos que conducían a estas ciudades debían mantenerse siempre en buen estado. Donde hubiese encrucijadas, debía señalarse el camino que llevaba a la ciudad de refugio. Si el vengador de la sangre lo alcanzaba, tenía el derecho de quitarle la vida. La responsabilidad de llegar a la ciudad de refugio a tiempo era del que huía. Ninguna de estas ciudades estaba a más de medio día de viaje de cualquier parte del país (ver PP 551-554).

El antiguo plan referente a las ciudades de refugio presenta notables ilustraciones de la vida cristiana. El pecador debe huir sin demora al refugio que es Cristo Jesús (Heb. 6: 279 18). Quienes conocen el camino deben colocar señales a lo largo del sendero. Una gran responsabilidad pesa sobre estos guías, y el descuido puede dar como resultado una señal que apunte en dirección errada y el extravío de un pecador que huye.

Puerta de la ciudad.
Era costumbre que los jueces o ancianos de la ciudad se sentasen a la entrada de la puerta para realizar las transacciones legales (ver Rut 4: 1; 2 Sam. 15: 2).

Le recibirán consigo.
"Le admitirán" (BJ). Literalmente, "lo recogerán en la ciudad". Después de haber oído el relato del fugitivo y haberse convencido de que el caso al menos demandaba un juicio justo, los ancianos debían "recogerlo" bajo su protección. Más tarde se realizaría un juicio más extenso, después del cual se decidiría el caso.

6. La congregación.
Probablemente la congregación o "comunidad" (BJ) de su propia ciudad y no la de la ciudad de refugio (ver Núm. 35: 24, 25). Si se demostraba su culpabilidad, el homicida era entregado al vengador de la sangre; pero si se determinaba que no había cometido un asesinato, la congregación lo devolvía a la ciudad de refugio donde había de permanecer hasta la muerte del sumo sacerdote.

La muerte del que fuere sumo sacerdote.
Así como las ceremonias por el pecado se centraban en el santuario y en el sacerdote, también es probable que la duración del exilio del fugitivo se hiciera depender de circunstancias relacionadas con el servicio ritual. Era necesario indicar con algún acontecimiento notable el fin del período de asilo para que el vengador supiera sin lugar a dudas cuándo cesaba su derecho legal de exigir venganza.

7. Entonces señalaron.
Literalmente, "consagraron" (BJ), es decir apartaron estas ciudades para un uso sagrado. Eran todas ciudades levíticas en las cuales vivían esos ministros de Dios que alternadamente ministraban para el Señor. Estas circunstancias proporcionaban al fugitivo la oportunidad de estudiar y conversar con los levitas, quienes estaban instruidos en las cosas de Dios. Por lo tanto, el lugar de refugio al mismo tiempo podía convertirse en una fuente de verdadera bendición para el matador, pues los sacerdotes y levitas le podían enseñar el camino de Jehová (ver Deut. 17: 8-13; 21: 5; 33: 9, 10).

Las ciudades de refugio estaban todas ubicadas en llanuras o valles, en zonas bien conocidas. Para beneficio de todas las tribus estaban ubicadas a distancias convenientes entre sí. Tres se encontraban al oeste del Jordán, y tres al este; una en el norte, una en la zona central, y otra en el sur. Al angustiado fugitivo que huía para salvar la vida había que dársele todas las ventajas. No debía tener que subir una cansadora montaña en el último tramo de su huida, cuando posiblemente ya estuviese casi exhausto. Los caminos que conducían a esos centros debían ser buenos y las ciudades bien conocidas. Quizá las madres de Israel enseñaban a sus hijitos de memoria los nombres de esas seis ciudades para que en años venideros, si era necesario que ellos huyesen, supieran exactamente a dónde ir.

En esto hay una lección para nosotros. Hoy también hay un refugio para los pecadores culpables: Jesús. El camino está siempre abierto, a lo largo de todo el sendero hay señales y el acceso a la ciudad es fácil. " "Cercano está Jehová a los quebrantados de corazón" " (Sal. 34: 18; cf. Sal. 85: g; 145: 18). En ese refugio debemos seguir morando hasta que pase la indignación.

Cedes.
Este nombre viene del Heb. qadash , "ser santo", que en su forma intensiva significa "santificar". De esta palabra viene el sustantivo qódesh , "santidad". En cuanto a la ubicación de esta ciudad, ver com. cap. 19: 37.

Siquem.
Significa "hombro" o "espalda". En Isa. 9: 6, "el principado sobre su hombro" tiene un sentido metafórico de responsabilidad. Siquem estaba en territorio de la tribu de Efraín, entre los montes Ebal y Gerizim. El lugar se denomina ahora Tell Balâtah , a 48, 8 km al noreste de Jerusalén.

Hebrón.
Este nombre se deriva del verbo jabar , que significa "unirse con", "asociarse a". De ahí que Hebrón signifique "hermandad", "alianza". En cuanto a la ubicación de esta ciudad ver com. cap. 14: 15.

8. Beser.
Significa "fortaleza", y viene del verbo betsar que significa "restringir", "encerrar", "hacer inaccesible" y, por tanto, "fortificar". Alude a un "lugar fortificado" o una "fortaleza". No se conoce con exactitud la ubicación de Beser, aunque algunos la han identificado con la moderna Umm el-´Amad , al noroeste de Medeba.

Ramot.
Del verbo ra'am , "levantarse", ,"exaltarse". Ra'moth es el sustantivo plural que significa "alturas", o en sentido figurado, "cosas sublimes o inalcanzables". Ver com. 280 cap. 13: 26 con referencia a la probable ubicación.

Golán.
Significa "circuito". Se cree que estaba algo al este del mar de Cineret (Galilea); probablemente, Sahem el-J Ç lân .

9. Para el extranjero.
Dios dispuso que el extranjero compartiese los beneficios espirituales de Israel. Cuando los israelitas salieron de Egipto se permitió que una multitud de extranjeros los acompañaran. Cuando los gabaonitas buscaron la paz, Israel hizo alianza con ellos. Cuando Rahab expresó su fe, Dios la aceptó. Así ha ocurrido a lo largo de los siglos. Dios no hace acepción de personas. Al que se acerca a él, no le echará fuera (Juan 6: 37). Hay una puerta abierta para todos los que quieran acercarse a Dios con humildad y arrepentimiento.

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