1. Reunió Josué.
La reunión de la cual habla el cap. 23 había sido una asamblea de los dirigentes y del pueblo durante la cual Josué les había hecho notar la responsabilidad que tenían de expulsar al enemigo. Los había amonestado en cuanto a los peligros que implicaba el no cumplir esa orden. Les recordó la promesa que Dios les había hecho de acompañarlos, y de su responsabilidad de llevar a cabo tal programa. En este capítulo se registra la exhortación final de Josué a los jefes y representantes de las tribus en Siquem.
Siquem era un lugar muy apropiado para realizar esta reunión. Allí se había efectuado el primer pacto con Abrahán (Gén. 12: 6, 7); parece haber sido cerca de allí donde Jacob renovó ese pacto (Gén. 33: 19, 20), y bajo una encina junto a Siquem escondió los "dioses ajenos" de su familia (Gén. 35: 2-4), lo cual Josué recuerda ahora a los israelitas (Jos. 24: 23). También en este lugar había sido renovado el pacto después de la caída de Hai (Jos. 8: 30-35). No podía haber lugar más adecuado que Siquem donde Josué pudiera pronunciar sus palabras de despedida y donde pudiera renovarse el pacto de Israel con Dios.
Se presentaron.
Estos dirigentes de Israel, tal vez varios centenares en número, se presentaron ante el Señor. El arca había sido trasladada desde Silo hasta Siquem en esa ocasión (PP 561).
2. Así dice Jehová.
Josué inició su discurso en la manera solemne acostumbrada por los profetas, y presentó a Dios como si estuviese hablando en persona. Esto parecería indicar que Josué era tanto profeta como caudillo.
Río.
El vocablo hebreo náhar empleado aquí se traduce sencillamente "río". Por esta designación se entendía el río Eufrates, junto a cuyas aguas estaba Ur de los caldeos.
Servían a dioses extraños.
Josué hizo recordar a los israelitas que sus antepasados habían sido idólatras así como lo eran los pueblos a quienes ahora debían exterminar. Sólo por la gracia de Dios los israelitas habían llegado a la posición de privilegio que ahora ocupaban. Había gran peligro de que olvidasen su origen y volvieran a la idolatría.
3. Yo tomé.
La versión siriaca dice "yo guié". A través de este versículo, donde se relata el caso de Abrahán, se atribuyen a Dios todas las grandes acciones del patriarca. Humildemente, Abrahán se sometió al control divino. Su vida se transformó en un ejemplo de fe (Rom. 4: 1-11; Gál. 3: 6-9; cf. Sant. 2: 21-23). Dios anhelaba guiar a los descendientes de Abrahán para que experimentaran la misma fe.
7. Vuestros ojos.
Más de medio siglo había transcurrido desde el éxodo de sus padres de Egipto, pero es probable que un buen número de los presentes hubieran visto lo que Dios había hecho en Egipto y la derrota de los egipcios en el mar Rojo. Por no haber tenido aún 20 años cuando ocurrió la rebelión en Cades, habían estado exentos de la terrible sentencia de destrucción pronunciada sobre todos los que tenían más de esa edad (Núm. 14).
9. Peleó contra Israel.
Por lo que se registra en Núm. 23 y 24, como también en Juec. 11: 25, parece que Balac no participó en ningún momento en guerras contra Israel. Por lo tanto, cuando este pasaje dice que "peleó" contra ellos, lo dice porque Balac tenía la intención de hacerlo; trazó sus planes e hizo los preparativos. Dios considera la intención como si fuese la acción realizada. El estado mental que causa la perpetración de un acto pecaminoso voluntario es la esencia del pecado; la acción no es sino la ejecución de la intención (Mat. 5: 28).
10. Os bendijo repetidamente.
Contrariamente a lo que podía esperarse en tal situación, y en contra de la firme intención de Balaam, Dios hizo que bendijera a Israel enfática y repetidamente.
11.
Los moradores de Jericó.
Literalmente,"señores de Jericó". Las siete tribus cananeas nombradas a continuación no parecen ser una identificación de los "señores de Jericó", sino una enumeración de los que, además de ellos, pelearon contra Israel. Posiblemente deba entenderse la palabra "pelearon" con el mismo sentido que tiene el vers. 9. Los habitantes de Jericó no pelearon activamente. Se limitaron a realizar operaciones defensivas, las que en cierto sentido también constituyen una guerra.
12. Tábanos.
El hebreo usa la misma palabra de este vers. en Exo. 23: 28 y Deut. 7: 20, donde la RVR traduce "avispas" , lo que es una traducción correcta del original. En los otros dos textos Dios promete enviar avispas delante de su pueblo para dominar la tierra. En este pasaje Josué afirma que Dios había enviado las "avispas" delante de su pueblo y había echado a los dos reyes de los amorreos. El relato anterior de esta conquista afirma que estos dos reyes con sus respectivos pueblos habían caído ante la espada de Israel (Núm. 21: 24, 35). Pareciera quedar en claro que la notable victoria sobre estos reyes no se debió a la espada ni al arco, sino más bien a la bendición especial de Dios. Las avispas pues serían simbólicas de la ayuda proporcionada por Dios para que los ejércitos de Israel lograran el éxito. Es una figura apropiada. Así como las avispas producirían consternación y pánico en un campamento, también el Señor enviaría temor, terror, temblor y confusión al campamento de las naciones para acobardarlas antes de la batalla (ver Deut. 2: 25; Jos. 2: 11).
Algunos piensan que las avispas habrían sido los egipcios a quienes el Señor usó para debilitar las naciones cananeas para que cayesen como fácil presa de los israelitas (ver com. Exo. 23: 28).
14. Dioses.
La LXX y la siriaca rezan "dioses extraños" . Había sido en Siquem, el mismo lugar donde ahora se reunían las tribus israelitas, donde Jacob había eliminado de su familia los dioses ajenos y los había enterrado bajo una encina (Gén. 35: 2, 4). Quizá los israelitas conservaran algunos de los ídolos de los vencidos cananeos como reliquias o curiosidades, y por lo tanto ahora corrían el peligro de considerarlos con reverencia. La tendencia a la idolatría comenzó a desarrollarse en Egipto (Eze. 20: 6, 7). Siguió siendo una característica notable del pueblo israelita mientras éste estuvo por el desierto (ver Exo. 32; Amós 5: 25, 26; Hech. 7: 39-43), 297 como lo había sido en Egipto (Eze. 20: 6, 7). Josué sabía que aún en ese momento había quienes practicaban secretamente la idolatría, aunque exteriormente acabaran de expresar gran celo contra cualquier apariencia de la misma (Jos. 22). Muchos de los que hoy hacen gran alarde de ser cristianos, al igual que los israelitas, acarician en el corazón algún ídolo secreto. A menos que se quite ese ídolo, finalmente anulará toda la vida cristiana y determinará la ruina del alma.
15. Escogeos.
La orden de servir al Señor no elimina la posibilidad de escoger. Cualquier servicio que no sea voluntario es inútil. Dios pone ante los hombres la vida y la muerte y los insta a escoger la vida, pero no interfiere cuando eligen lo contrario, ni tampoco los protege de sus resultados naturales.
Mi casa.
Los que son dirigentes de la causa de Dios deben cuidarse de un modo especial para que los que están bajo su cuidado, sobre todo los de su propia casa (1 Tim. 3: 4, 5), sigan el camino de la justicia. Josué resolvió que tanto él como su casa servirían al Señor a pesar de lo que otros pudieran hacer. Algunas veces la elección de servir a Dios se convierte en un acto raro; pero, "no seguirás a los muchos para hacer mal" (Exo. 23: 2). Los que van camino al cielo deben estar dispuestos, a pesar de toda oposición, a hacer lo que hacen los mejores , y no lo que hace la mayoría . Josué había sido notablemente fiel a Dios durante toda su vida, y estaba resuelto a mantenerse así hasta el fin. En su último discurso instó al pueblo para que siguiera su ejemplo de consagración, y la dignidad y la sencillez de su vida aumentaron grandemente el peso de sus palabras.
16. Nunca tal acontezca.
Literalmente, "sea profanación para nosotros servir..." esto es: "si olvidamos a Jehová que seamos excecrados o malditos". La BJ dice así: " "Lejos de nosotros abandonar a Yahveh para servir a otros dioses" " .
19. No podréis servir.
Pareciera haber alguna dificultad gramatical en relacionar el "si" condicional del vers. 20 con esta declaración, y sin embargo el sentido es apropiado y quizá intencional. Significaría entonces: "Ciertamente no podemos servir a Jehová si lo dejamos y servimos a otros dioses. Es un Dios celoso y no puede compartir con otros dioses su posición o autoridad".
Por otra parte, es probable que la afirmación del vers. 19 debía tener fuerza propia. La declaración: "No podréis servir a Jehová" puede referirse a la incapacidad moral del hombre de obedecer por sí mismo los mandatos divinos. Josué no estaba diciendo meramente que no podían servir a Jehová junto con otros dioses, sino que estaba afirmando también que no podían servir en absoluto a Jehová con sus propias fuerzas. Josué, al reconocer esto siglos antes del apóstol Pablo, señaló el gran principio de la justificación por la fe. Tanto el hombre como Dios tienen una parte que desempeñar para lograr esta justificación. Dios no puede hacer nada por nosotros sin nuestro consentimiento y cooperación. Asimismo, no podemos hacer nada sin la ayuda de Dios. La fe y las obras son como los dos remos de un bote, los cuales deben usarse a la par. La parte del hombre consiste en escoger el camino correcto y luego dedicarse a recorrerle, reconociendo plenamente su total dependencia de Dios. La parte de Dios es suplir el poder que capacita. Está dispuesto en todo momento a cumplir su parte del contrato. Pero la pregunta es: ¿Cumpliremos nosotros con la nuestra? ¿Escogeremos desechar lo malo y adoptar lo bueno? ¿Nos dedicaremos activamente a hacer que los propósitos de nuestra elección sean una realidad?
20. El se volverá.
Se afirma aquí la posibilidad de caer de la gracia. Si no existiese tal posibilidad, este versículo no tendría sentido.
23. Quitad.
Ver com. vers. 14.
24. El pueblo respondió.
Tres veces el pueblo afirmó su lealtad a Jehová, añadiendo así solemnidad a su declaración y confirmando su pacto (ver com. Exo. 19: 8; 24: 3, 7).
25. Estatutos.
Aunque la palabra hebrea así traducida significa literalmente "decreto", "estatuto" o "regla prescrita", viene de una raíz que significa "cortar" o "grabar". Posiblemente Josué habría grabado esas palabras en la piedra que levantó como memorial.
26. Escribió Josué.
Es decir las palabras del pacto, de los estatutos y de las leyes (vers. 25). Esto fue colocado junto con el libro de la ley en el costado del arca (PP 563).
Esta es la segunda sección de los libros sagrados del AT. La primera es la de Moisés, en Deut. 31: 9. Después de la de Josué, está la de Samuel (1 Sam. 10: 25). Estos hombres no se consideraron autores de libros separados, sino como autorizados a añadir su parte al 298 libro ya escrito, a escribir lo que se les había asignado "en el libro de la ley de Dios". De esta manera se ve que la unidad de las Sagradas Escrituras fue característica esencial de la Biblia desde su mismo comienzo.
Una gran piedra.
Ver com. vers. 25.
27. Testigo.
La piedra es durable. Permanece indefinidamente, como testigo silencioso para las futuras generaciones aún después de haber muerto quienes la colocaron en su lugar o la grabaron.
29. Ciento diez años.
Ver com. cap. 23: 1. El nombre de Josué aparece por primera vez en la historia cuando tenía más de 40 años de edad (Exo. 17: 9). Desde entonces habían transcurrido años de mucha actividad, y ahora el gran estadista estaba a punto de morir. Ya sea eminente o poco conocida, cada vida debe llegar a su fin. Josué no designó a ningún sucesor. Ningún miembro de su familia ocupó su lugar. Nunca se menciona su posteridad, y es posible que no hubiera dejado hijos que perpetuasen su nombre. Pero Josué se granjeó una fama mayor, un recordativo más duradero que el que cualquier familia terrenal pudiera conservar.
30. Monte de Gaas.
Acerca de la ubicación, véase Juec. 2: 9.
31. Que sabían.
Las generaciones futuras no repasaron la historia pasada y por eso olvidaron lo que Dios había hecho en favor de sus antepasados. Tal conocimiento les habría ayudado a entender que Dios estaba dispuesto a repetir lo mismo en favor de su pueblo en años posteriores. Lo mismo ocurre hoy. "No tenemos nada que temer en lo futuro, excepto que olvidemos la manera en que el Señor nos ha conducido y su enseñanza en nuestra historia pasada" (3 JT 443).
32. Los huesos de José.
El entierro de los huesos de José, aunque se encuentre relatado en este pasaje, luego de la muerte de Josué, probablemente ocurrió antes, cuando se reunieron los israelitas en Siquem, según se describe en este capítulo. No hay nada en el hebreo que impida la traducción "habían enterrado", lo cual admite que el entierro ya habría ocurrido algún tiempo antes.
33. Eleazar.
Probablemente murió por el tiempo de la muerte de Josué o poco después.
Collado de Finees.
Así como las ciudades asignadas a los sacerdotes estaban en la heredad de Judá, Benjamín y Simeón, esta porción puede haber sido dada voluntariamente por el pueblo para el sumo sacerdote, en el monte de Efraín, como un lugar de residencia a una distancia conveniente de Josué y del tabernáculo. El lugar puede haber sido llamado "collado de Finees", debido a que tal vez él vivió allí más tiempo que su padre Eleazar.
CBA T2
La reunión de la cual habla el cap. 23 había sido una asamblea de los dirigentes y del pueblo durante la cual Josué les había hecho notar la responsabilidad que tenían de expulsar al enemigo. Los había amonestado en cuanto a los peligros que implicaba el no cumplir esa orden. Les recordó la promesa que Dios les había hecho de acompañarlos, y de su responsabilidad de llevar a cabo tal programa. En este capítulo se registra la exhortación final de Josué a los jefes y representantes de las tribus en Siquem.
Siquem era un lugar muy apropiado para realizar esta reunión. Allí se había efectuado el primer pacto con Abrahán (Gén. 12: 6, 7); parece haber sido cerca de allí donde Jacob renovó ese pacto (Gén. 33: 19, 20), y bajo una encina junto a Siquem escondió los "dioses ajenos" de su familia (Gén. 35: 2-4), lo cual Josué recuerda ahora a los israelitas (Jos. 24: 23). También en este lugar había sido renovado el pacto después de la caída de Hai (Jos. 8: 30-35). No podía haber lugar más adecuado que Siquem donde Josué pudiera pronunciar sus palabras de despedida y donde pudiera renovarse el pacto de Israel con Dios.
Se presentaron.
Estos dirigentes de Israel, tal vez varios centenares en número, se presentaron ante el Señor. El arca había sido trasladada desde Silo hasta Siquem en esa ocasión (PP 561).
2. Así dice Jehová.
Josué inició su discurso en la manera solemne acostumbrada por los profetas, y presentó a Dios como si estuviese hablando en persona. Esto parecería indicar que Josué era tanto profeta como caudillo.
Río.
El vocablo hebreo náhar empleado aquí se traduce sencillamente "río". Por esta designación se entendía el río Eufrates, junto a cuyas aguas estaba Ur de los caldeos.
Servían a dioses extraños.
Josué hizo recordar a los israelitas que sus antepasados habían sido idólatras así como lo eran los pueblos a quienes ahora debían exterminar. Sólo por la gracia de Dios los israelitas habían llegado a la posición de privilegio que ahora ocupaban. Había gran peligro de que olvidasen su origen y volvieran a la idolatría.
3. Yo tomé.
La versión siriaca dice "yo guié". A través de este versículo, donde se relata el caso de Abrahán, se atribuyen a Dios todas las grandes acciones del patriarca. Humildemente, Abrahán se sometió al control divino. Su vida se transformó en un ejemplo de fe (Rom. 4: 1-11; Gál. 3: 6-9; cf. Sant. 2: 21-23). Dios anhelaba guiar a los descendientes de Abrahán para que experimentaran la misma fe.
7. Vuestros ojos.
Más de medio siglo había transcurrido desde el éxodo de sus padres de Egipto, pero es probable que un buen número de los presentes hubieran visto lo que Dios había hecho en Egipto y la derrota de los egipcios en el mar Rojo. Por no haber tenido aún 20 años cuando ocurrió la rebelión en Cades, habían estado exentos de la terrible sentencia de destrucción pronunciada sobre todos los que tenían más de esa edad (Núm. 14).
9. Peleó contra Israel.
Por lo que se registra en Núm. 23 y 24, como también en Juec. 11: 25, parece que Balac no participó en ningún momento en guerras contra Israel. Por lo tanto, cuando este pasaje dice que "peleó" contra ellos, lo dice porque Balac tenía la intención de hacerlo; trazó sus planes e hizo los preparativos. Dios considera la intención como si fuese la acción realizada. El estado mental que causa la perpetración de un acto pecaminoso voluntario es la esencia del pecado; la acción no es sino la ejecución de la intención (Mat. 5: 28).
10. Os bendijo repetidamente.
Contrariamente a lo que podía esperarse en tal situación, y en contra de la firme intención de Balaam, Dios hizo que bendijera a Israel enfática y repetidamente.
11.
Los moradores de Jericó.
Literalmente,"señores de Jericó". Las siete tribus cananeas nombradas a continuación no parecen ser una identificación de los "señores de Jericó", sino una enumeración de los que, además de ellos, pelearon contra Israel. Posiblemente deba entenderse la palabra "pelearon" con el mismo sentido que tiene el vers. 9. Los habitantes de Jericó no pelearon activamente. Se limitaron a realizar operaciones defensivas, las que en cierto sentido también constituyen una guerra.
12. Tábanos.
El hebreo usa la misma palabra de este vers. en Exo. 23: 28 y Deut. 7: 20, donde la RVR traduce "avispas" , lo que es una traducción correcta del original. En los otros dos textos Dios promete enviar avispas delante de su pueblo para dominar la tierra. En este pasaje Josué afirma que Dios había enviado las "avispas" delante de su pueblo y había echado a los dos reyes de los amorreos. El relato anterior de esta conquista afirma que estos dos reyes con sus respectivos pueblos habían caído ante la espada de Israel (Núm. 21: 24, 35). Pareciera quedar en claro que la notable victoria sobre estos reyes no se debió a la espada ni al arco, sino más bien a la bendición especial de Dios. Las avispas pues serían simbólicas de la ayuda proporcionada por Dios para que los ejércitos de Israel lograran el éxito. Es una figura apropiada. Así como las avispas producirían consternación y pánico en un campamento, también el Señor enviaría temor, terror, temblor y confusión al campamento de las naciones para acobardarlas antes de la batalla (ver Deut. 2: 25; Jos. 2: 11).
Algunos piensan que las avispas habrían sido los egipcios a quienes el Señor usó para debilitar las naciones cananeas para que cayesen como fácil presa de los israelitas (ver com. Exo. 23: 28).
14. Dioses.
La LXX y la siriaca rezan "dioses extraños" . Había sido en Siquem, el mismo lugar donde ahora se reunían las tribus israelitas, donde Jacob había eliminado de su familia los dioses ajenos y los había enterrado bajo una encina (Gén. 35: 2, 4). Quizá los israelitas conservaran algunos de los ídolos de los vencidos cananeos como reliquias o curiosidades, y por lo tanto ahora corrían el peligro de considerarlos con reverencia. La tendencia a la idolatría comenzó a desarrollarse en Egipto (Eze. 20: 6, 7). Siguió siendo una característica notable del pueblo israelita mientras éste estuvo por el desierto (ver Exo. 32; Amós 5: 25, 26; Hech. 7: 39-43), 297 como lo había sido en Egipto (Eze. 20: 6, 7). Josué sabía que aún en ese momento había quienes practicaban secretamente la idolatría, aunque exteriormente acabaran de expresar gran celo contra cualquier apariencia de la misma (Jos. 22). Muchos de los que hoy hacen gran alarde de ser cristianos, al igual que los israelitas, acarician en el corazón algún ídolo secreto. A menos que se quite ese ídolo, finalmente anulará toda la vida cristiana y determinará la ruina del alma.
15. Escogeos.
La orden de servir al Señor no elimina la posibilidad de escoger. Cualquier servicio que no sea voluntario es inútil. Dios pone ante los hombres la vida y la muerte y los insta a escoger la vida, pero no interfiere cuando eligen lo contrario, ni tampoco los protege de sus resultados naturales.
Mi casa.
Los que son dirigentes de la causa de Dios deben cuidarse de un modo especial para que los que están bajo su cuidado, sobre todo los de su propia casa (1 Tim. 3: 4, 5), sigan el camino de la justicia. Josué resolvió que tanto él como su casa servirían al Señor a pesar de lo que otros pudieran hacer. Algunas veces la elección de servir a Dios se convierte en un acto raro; pero, "no seguirás a los muchos para hacer mal" (Exo. 23: 2). Los que van camino al cielo deben estar dispuestos, a pesar de toda oposición, a hacer lo que hacen los mejores , y no lo que hace la mayoría . Josué había sido notablemente fiel a Dios durante toda su vida, y estaba resuelto a mantenerse así hasta el fin. En su último discurso instó al pueblo para que siguiera su ejemplo de consagración, y la dignidad y la sencillez de su vida aumentaron grandemente el peso de sus palabras.
16. Nunca tal acontezca.
Literalmente, "sea profanación para nosotros servir..." esto es: "si olvidamos a Jehová que seamos excecrados o malditos". La BJ dice así: " "Lejos de nosotros abandonar a Yahveh para servir a otros dioses" " .
19. No podréis servir.
Pareciera haber alguna dificultad gramatical en relacionar el "si" condicional del vers. 20 con esta declaración, y sin embargo el sentido es apropiado y quizá intencional. Significaría entonces: "Ciertamente no podemos servir a Jehová si lo dejamos y servimos a otros dioses. Es un Dios celoso y no puede compartir con otros dioses su posición o autoridad".
Por otra parte, es probable que la afirmación del vers. 19 debía tener fuerza propia. La declaración: "No podréis servir a Jehová" puede referirse a la incapacidad moral del hombre de obedecer por sí mismo los mandatos divinos. Josué no estaba diciendo meramente que no podían servir a Jehová junto con otros dioses, sino que estaba afirmando también que no podían servir en absoluto a Jehová con sus propias fuerzas. Josué, al reconocer esto siglos antes del apóstol Pablo, señaló el gran principio de la justificación por la fe. Tanto el hombre como Dios tienen una parte que desempeñar para lograr esta justificación. Dios no puede hacer nada por nosotros sin nuestro consentimiento y cooperación. Asimismo, no podemos hacer nada sin la ayuda de Dios. La fe y las obras son como los dos remos de un bote, los cuales deben usarse a la par. La parte del hombre consiste en escoger el camino correcto y luego dedicarse a recorrerle, reconociendo plenamente su total dependencia de Dios. La parte de Dios es suplir el poder que capacita. Está dispuesto en todo momento a cumplir su parte del contrato. Pero la pregunta es: ¿Cumpliremos nosotros con la nuestra? ¿Escogeremos desechar lo malo y adoptar lo bueno? ¿Nos dedicaremos activamente a hacer que los propósitos de nuestra elección sean una realidad?
20. El se volverá.
Se afirma aquí la posibilidad de caer de la gracia. Si no existiese tal posibilidad, este versículo no tendría sentido.
23. Quitad.
Ver com. vers. 14.
24. El pueblo respondió.
Tres veces el pueblo afirmó su lealtad a Jehová, añadiendo así solemnidad a su declaración y confirmando su pacto (ver com. Exo. 19: 8; 24: 3, 7).
25. Estatutos.
Aunque la palabra hebrea así traducida significa literalmente "decreto", "estatuto" o "regla prescrita", viene de una raíz que significa "cortar" o "grabar". Posiblemente Josué habría grabado esas palabras en la piedra que levantó como memorial.
26. Escribió Josué.
Es decir las palabras del pacto, de los estatutos y de las leyes (vers. 25). Esto fue colocado junto con el libro de la ley en el costado del arca (PP 563).
Esta es la segunda sección de los libros sagrados del AT. La primera es la de Moisés, en Deut. 31: 9. Después de la de Josué, está la de Samuel (1 Sam. 10: 25). Estos hombres no se consideraron autores de libros separados, sino como autorizados a añadir su parte al 298 libro ya escrito, a escribir lo que se les había asignado "en el libro de la ley de Dios". De esta manera se ve que la unidad de las Sagradas Escrituras fue característica esencial de la Biblia desde su mismo comienzo.
Una gran piedra.
Ver com. vers. 25.
27. Testigo.
La piedra es durable. Permanece indefinidamente, como testigo silencioso para las futuras generaciones aún después de haber muerto quienes la colocaron en su lugar o la grabaron.
29. Ciento diez años.
Ver com. cap. 23: 1. El nombre de Josué aparece por primera vez en la historia cuando tenía más de 40 años de edad (Exo. 17: 9). Desde entonces habían transcurrido años de mucha actividad, y ahora el gran estadista estaba a punto de morir. Ya sea eminente o poco conocida, cada vida debe llegar a su fin. Josué no designó a ningún sucesor. Ningún miembro de su familia ocupó su lugar. Nunca se menciona su posteridad, y es posible que no hubiera dejado hijos que perpetuasen su nombre. Pero Josué se granjeó una fama mayor, un recordativo más duradero que el que cualquier familia terrenal pudiera conservar.
30. Monte de Gaas.
Acerca de la ubicación, véase Juec. 2: 9.
31. Que sabían.
Las generaciones futuras no repasaron la historia pasada y por eso olvidaron lo que Dios había hecho en favor de sus antepasados. Tal conocimiento les habría ayudado a entender que Dios estaba dispuesto a repetir lo mismo en favor de su pueblo en años posteriores. Lo mismo ocurre hoy. "No tenemos nada que temer en lo futuro, excepto que olvidemos la manera en que el Señor nos ha conducido y su enseñanza en nuestra historia pasada" (3 JT 443).
32. Los huesos de José.
El entierro de los huesos de José, aunque se encuentre relatado en este pasaje, luego de la muerte de Josué, probablemente ocurrió antes, cuando se reunieron los israelitas en Siquem, según se describe en este capítulo. No hay nada en el hebreo que impida la traducción "habían enterrado", lo cual admite que el entierro ya habría ocurrido algún tiempo antes.
33. Eleazar.
Probablemente murió por el tiempo de la muerte de Josué o poco después.
Collado de Finees.
Así como las ciudades asignadas a los sacerdotes estaban en la heredad de Judá, Benjamín y Simeón, esta porción puede haber sido dada voluntariamente por el pueblo para el sumo sacerdote, en el monte de Efraín, como un lugar de residencia a una distancia conveniente de Josué y del tabernáculo. El lugar puede haber sido llamado "collado de Finees", debido a que tal vez él vivió allí más tiempo que su padre Eleazar.
CBA T2
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