1. Habían jurado.
Hasta aquí no había ninguna mención de este juramento. Sin duda las tribus juraron esto poco después de reunirse en Mizpa, antes de que comenzaran las hostilidades. Los antiguos consideraban que un juramento era inviolable (ver com. caps. 11: 30; 17: 1, 2).
Aunque tales juramentos no podían quebrantarse ni retirarse, los israelitas, sobre todo en tiempos posteriores, encontraron muchas maneras de observar la letra de un juramento pero quebrantando el espíritu del mismo mediante engaños o algunas otras evasivas. Sin embargo, nadie está obligado a mantener su palabra si eso le exige cometer algún acto equivocado o malo.
Dará su hija.
La promesa quizá fue hecha bajo juramento con una maldición, como en Hech. 23: 14. Lo que hicieron los benjamitas, al apoyar a los malvados hombres de Gabaa, excitó la ira de los israelitas hasta tal punto que juraron no casarse con los benjamitas, así como el Señor les había mandado que no se casaran con personas de las siete naciones paganas de Canaán (Deut. 7: 1-4).
2. Casa de Dios.
Tal vez se refiera a Silo. Algunos piensan que también en este caso debería transliterarse el hebreo y considerarse "Bet-el" como nombre propio del lugar (ver com. cap. 20: 18, 27).
Hicieron gran llanto.
Después de que su intensa ira se hubo disipado, el pueblo reconoció que su venganza contra una de sus propias tribus había sido excesiva. Cuánto mejor habría sido si hubiesen llorado antes de haber cometido la atrocidad.
3. ¿Por qué ha sucedido esto?
Esta pregunta implica que los israelitas estaban acusando a Dios de haber hecho un exterminio casi total de la tribu de Benjamín (ver vers. 15). Las tribus reunidas deberían haberse dado cuenta de que la verdadera causa de la matanza casi completa de la tribu radicaba en 418 su ira y su deseo de venganza, engendrados por las dos derrotas frente al ejército de Benjamín.
4. Edificaron allí altar.
Se ha presentado esta declaración como una prueba de que los israelitas estaban reunidos en Bet-el y no en Silo, puesto que en este lugar debería haber existido ya un altar en relación con el tabernáculo. Pero los que piensan que la reunión se realizó en Silo interpretan que el pasaje significa que la gente construyó un nuevo altar en Silo porque el antiguo necesitaba reparación, o porque hacía falta otro para poder sacrificar tantos animales (ver com. caps. 20: 18, 27; 21: 2).
5. No subió.
Después de haber terminado la batalla, los israelitas indagaron para determinar si toda la nación había respondido a la convocatoria de participar en la guerra contra Benjamín. Cuando el ejército acabó de reunirse, las tribus tomaron un juramento en contra de cualquier segmento de los israelitas que rehusara apoyar la empresa. Tal vez era preciso tomar tales medidas extremas para asegurar la cooperación.
8. Jabes-galaad.
Se identifica esta ciudad con Tell el-Meqbereh y Tell Abã Kharaz a unos 15 km al sureste de Bet-seán en el Wadi el-Y~bis , al este del Jordán. Parece haber existido un vínculo de afinidad entre la tribu de Benjamín y la ciudad de Jabes-galaad. Esta afinidad parece haber continuado aún después de que la ciudad fue destruida y reconstruida. Saúl, de la tribu de Benjamín, realizó su primera hazaña salvando a Jabes-galaad de los amonitas (1 Sam. 11: 3-15). Cuando murió Saúl, los habitantes de Jabes-galaad pagaron su deuda de gratitud rescatando el cadáver de Saúl de los muros de Bet-seán (1 Sam. 31: 8-13).
10. Doce mil hombres.
Este método de formar un ejército que representase a todo el grupo ya se había usado antes (Núm. 31: 1-6).
Id y herid.
El que recurrieran a este procedimiento para conseguir esposas para los 600 sobrevivientes de la tribu de Benjamín que estaban ocultos en las cuevas del cerro de Rimón nos ayuda a ver cuán estrechos eran los conceptos morales de esos tiempos. Esas medidas tan crueles, tomadas en nombre de la religión, nos resultan repulsivas, y deben entenderse en el contexto de su época.
11. Toda mujer.
Debían ser destruidos todos los habitantes, salvo las muchachas solteras en edad de casarse. Los otros miembros de las familias no eran en verdad más culpables que esas señoritas. Todo ese procedimiento cruel, aunque fue llevado a cabo con el pretexto de cumplir un sagrado juramento ante el Señor, no fue sino un expediente brutal para impedir la extinción de la tribu de Benjamín.
12. Cuatrocientas.
Faltaban 200 a fin de completar el número necesario para proporcionar una esposa a cada uno de los 600 benjamitas que aún estaban refugiados en las cuevas.
Silo.
Ver com. vers. 2,4; cap. 20: 18. Quizá el campamento se trasladó a Silo poco después de haber terminado las hostilidades con los benjamitas.
15. Jehová había abierto una brecha.
En verdad, la brecha entre las 12 tribus había sido abierta por los mismos israelitas por haber prometido que el castigo de la mala acción de ciertos benjamitas fuese irracional y desmesurado. Si en todo momento hubiesen actuado con el espíritu del verdadero amor fraternal, podrían haber logrado el fin deseado sin la inútil matanza y las atrocidades que habían cometido.
16. ¿Qué haremos?
Los ancianos sabían que necesariamente esos hombres se casarían con mujeres cananeas. Para evitar esa calamidad, emplearon métodos tortuosos para violar el espíritu de su juramento sin quebrantar su letra. En vez de repudiar resueltamente su voto, en primer lugar, y permitir que los benjamitas se casasen con mujeres de las otras tribus, su creencia errada de que un juramento es siempre inviolable los llevó a perpetrar el asesinato de inocentes mujeres, niños y hombres.
17. Herencia.
Es probable que no se refiera a la propiedad, aunque algunos han sugerido que los ancianos estaban advirtiendo a los ejércitos victoriosos que no debían dividirse entre ellos el territorio de Benjamín. Querían decir que habría descendencia de los benjamitas que habían quedado.
19. Fiesta solemne.
Eran tres las fiestas anuales a las cuales debían asistir todos los varones israelitas (Exo. 23: 17). Puesto que en ese momento el tabernáculo se encontraba en Silo, esas reuniones se realizaban allí. Es dudoso que en esos tiempos tan inestables se hubiera intentado seguir en gran escala el ritual prescrito. Por lo que se dice en 1 Sam. 1: 3, se ve que aun las familias piadosas no siempre asistían a las tres fiestas anuales.
Que está al norte.
El autor de Jueces presenta una descripción detallada de la ubicación de Silo. El hecho de que hubiese creído necesario explicar a sus lectores la ubicación de Silo, ha llevado a muchos a decir que este libro fue escrito muchos años después de que los filisteos destruyeron a Silo al final de la vida de Elí. El autor escribe como si sus contemporáneos no conocieran la ubicación de la ciudad; pero, por otra parte, debe notarse también que ya había mencionado a Silo muchas veces, sin explicar su ubicación.
Lebona.
Se llama ahora Lubban . Quedaba a 5 km al noroeste de Silo.
21. Las hijas de Silo.
Sólo los varones tenían obligación de asistir a las fiestas (Exo. 23: 17; Deut. 16: 16). Algunas veces los hombres iban acompañados de sus esposas e hijas, pero la mayoría de las mujeres presentes en la fiesta serían las que vivían en Silo o en sus cercanías.
Bailar.
Las fiestas de la cosecha significaban tanto una fiesta social como un servicio religioso (ver PP 581).
22. Hermanos.
En la antigüedad, el hermano de una niña que era raptada jugaba un papel importante en el juicio que se hacía para exigir una recompensa por el mal trato que había recibido (ver Gén. 34: 7-3 l; 2 Sam. 13: 20-38).
Para que ahora seáis culpados.
Los ancianos de Israel prometieron apaciguar a los padres y hermanos de las niñas raptadas con los siguientes argumentos: primero, el consejo de ancianos había convenido en que los hombres de Benjamín debían conseguir esposas de alguna parte; segundo, que el voto no era violado por los padres, porque no habían dado en casamiento a sus hijas, sino que éstas habían sido tomadas por la fuerza.
24. Se fueron.
Cuando concluyó la fiesta y los sobrevivientes de Benjamín ya habían conseguido esposas, se desintegró el ejército. Las tropas tienen que haber estado ausentes de sus casas al menos durante cinco o seis meses, porque los 600 hombres de Benjamín estuvieron escondidos en la peña de Rimón durante cuatro meses (cap. 20: 47).
25. No había rey en Israel.
Con esta declaración se hace una transición apropiada al libro de Samuel, donde se describe el comienzo de la monarquía.
Hasta aquí no había ninguna mención de este juramento. Sin duda las tribus juraron esto poco después de reunirse en Mizpa, antes de que comenzaran las hostilidades. Los antiguos consideraban que un juramento era inviolable (ver com. caps. 11: 30; 17: 1, 2).
Aunque tales juramentos no podían quebrantarse ni retirarse, los israelitas, sobre todo en tiempos posteriores, encontraron muchas maneras de observar la letra de un juramento pero quebrantando el espíritu del mismo mediante engaños o algunas otras evasivas. Sin embargo, nadie está obligado a mantener su palabra si eso le exige cometer algún acto equivocado o malo.
Dará su hija.
La promesa quizá fue hecha bajo juramento con una maldición, como en Hech. 23: 14. Lo que hicieron los benjamitas, al apoyar a los malvados hombres de Gabaa, excitó la ira de los israelitas hasta tal punto que juraron no casarse con los benjamitas, así como el Señor les había mandado que no se casaran con personas de las siete naciones paganas de Canaán (Deut. 7: 1-4).
2. Casa de Dios.
Tal vez se refiera a Silo. Algunos piensan que también en este caso debería transliterarse el hebreo y considerarse "Bet-el" como nombre propio del lugar (ver com. cap. 20: 18, 27).
Hicieron gran llanto.
Después de que su intensa ira se hubo disipado, el pueblo reconoció que su venganza contra una de sus propias tribus había sido excesiva. Cuánto mejor habría sido si hubiesen llorado antes de haber cometido la atrocidad.
3. ¿Por qué ha sucedido esto?
Esta pregunta implica que los israelitas estaban acusando a Dios de haber hecho un exterminio casi total de la tribu de Benjamín (ver vers. 15). Las tribus reunidas deberían haberse dado cuenta de que la verdadera causa de la matanza casi completa de la tribu radicaba en 418 su ira y su deseo de venganza, engendrados por las dos derrotas frente al ejército de Benjamín.
4. Edificaron allí altar.
Se ha presentado esta declaración como una prueba de que los israelitas estaban reunidos en Bet-el y no en Silo, puesto que en este lugar debería haber existido ya un altar en relación con el tabernáculo. Pero los que piensan que la reunión se realizó en Silo interpretan que el pasaje significa que la gente construyó un nuevo altar en Silo porque el antiguo necesitaba reparación, o porque hacía falta otro para poder sacrificar tantos animales (ver com. caps. 20: 18, 27; 21: 2).
5. No subió.
Después de haber terminado la batalla, los israelitas indagaron para determinar si toda la nación había respondido a la convocatoria de participar en la guerra contra Benjamín. Cuando el ejército acabó de reunirse, las tribus tomaron un juramento en contra de cualquier segmento de los israelitas que rehusara apoyar la empresa. Tal vez era preciso tomar tales medidas extremas para asegurar la cooperación.
8. Jabes-galaad.
Se identifica esta ciudad con Tell el-Meqbereh y Tell Abã Kharaz a unos 15 km al sureste de Bet-seán en el Wadi el-Y~bis , al este del Jordán. Parece haber existido un vínculo de afinidad entre la tribu de Benjamín y la ciudad de Jabes-galaad. Esta afinidad parece haber continuado aún después de que la ciudad fue destruida y reconstruida. Saúl, de la tribu de Benjamín, realizó su primera hazaña salvando a Jabes-galaad de los amonitas (1 Sam. 11: 3-15). Cuando murió Saúl, los habitantes de Jabes-galaad pagaron su deuda de gratitud rescatando el cadáver de Saúl de los muros de Bet-seán (1 Sam. 31: 8-13).
10. Doce mil hombres.
Este método de formar un ejército que representase a todo el grupo ya se había usado antes (Núm. 31: 1-6).
Id y herid.
El que recurrieran a este procedimiento para conseguir esposas para los 600 sobrevivientes de la tribu de Benjamín que estaban ocultos en las cuevas del cerro de Rimón nos ayuda a ver cuán estrechos eran los conceptos morales de esos tiempos. Esas medidas tan crueles, tomadas en nombre de la religión, nos resultan repulsivas, y deben entenderse en el contexto de su época.
11. Toda mujer.
Debían ser destruidos todos los habitantes, salvo las muchachas solteras en edad de casarse. Los otros miembros de las familias no eran en verdad más culpables que esas señoritas. Todo ese procedimiento cruel, aunque fue llevado a cabo con el pretexto de cumplir un sagrado juramento ante el Señor, no fue sino un expediente brutal para impedir la extinción de la tribu de Benjamín.
12. Cuatrocientas.
Faltaban 200 a fin de completar el número necesario para proporcionar una esposa a cada uno de los 600 benjamitas que aún estaban refugiados en las cuevas.
Silo.
Ver com. vers. 2,4; cap. 20: 18. Quizá el campamento se trasladó a Silo poco después de haber terminado las hostilidades con los benjamitas.
15. Jehová había abierto una brecha.
En verdad, la brecha entre las 12 tribus había sido abierta por los mismos israelitas por haber prometido que el castigo de la mala acción de ciertos benjamitas fuese irracional y desmesurado. Si en todo momento hubiesen actuado con el espíritu del verdadero amor fraternal, podrían haber logrado el fin deseado sin la inútil matanza y las atrocidades que habían cometido.
16. ¿Qué haremos?
Los ancianos sabían que necesariamente esos hombres se casarían con mujeres cananeas. Para evitar esa calamidad, emplearon métodos tortuosos para violar el espíritu de su juramento sin quebrantar su letra. En vez de repudiar resueltamente su voto, en primer lugar, y permitir que los benjamitas se casasen con mujeres de las otras tribus, su creencia errada de que un juramento es siempre inviolable los llevó a perpetrar el asesinato de inocentes mujeres, niños y hombres.
17. Herencia.
Es probable que no se refiera a la propiedad, aunque algunos han sugerido que los ancianos estaban advirtiendo a los ejércitos victoriosos que no debían dividirse entre ellos el territorio de Benjamín. Querían decir que habría descendencia de los benjamitas que habían quedado.
19. Fiesta solemne.
Eran tres las fiestas anuales a las cuales debían asistir todos los varones israelitas (Exo. 23: 17). Puesto que en ese momento el tabernáculo se encontraba en Silo, esas reuniones se realizaban allí. Es dudoso que en esos tiempos tan inestables se hubiera intentado seguir en gran escala el ritual prescrito. Por lo que se dice en 1 Sam. 1: 3, se ve que aun las familias piadosas no siempre asistían a las tres fiestas anuales.
Que está al norte.
El autor de Jueces presenta una descripción detallada de la ubicación de Silo. El hecho de que hubiese creído necesario explicar a sus lectores la ubicación de Silo, ha llevado a muchos a decir que este libro fue escrito muchos años después de que los filisteos destruyeron a Silo al final de la vida de Elí. El autor escribe como si sus contemporáneos no conocieran la ubicación de la ciudad; pero, por otra parte, debe notarse también que ya había mencionado a Silo muchas veces, sin explicar su ubicación.
Lebona.
Se llama ahora Lubban . Quedaba a 5 km al noroeste de Silo.
21. Las hijas de Silo.
Sólo los varones tenían obligación de asistir a las fiestas (Exo. 23: 17; Deut. 16: 16). Algunas veces los hombres iban acompañados de sus esposas e hijas, pero la mayoría de las mujeres presentes en la fiesta serían las que vivían en Silo o en sus cercanías.
Bailar.
Las fiestas de la cosecha significaban tanto una fiesta social como un servicio religioso (ver PP 581).
22. Hermanos.
En la antigüedad, el hermano de una niña que era raptada jugaba un papel importante en el juicio que se hacía para exigir una recompensa por el mal trato que había recibido (ver Gén. 34: 7-3 l; 2 Sam. 13: 20-38).
Para que ahora seáis culpados.
Los ancianos de Israel prometieron apaciguar a los padres y hermanos de las niñas raptadas con los siguientes argumentos: primero, el consejo de ancianos había convenido en que los hombres de Benjamín debían conseguir esposas de alguna parte; segundo, que el voto no era violado por los padres, porque no habían dado en casamiento a sus hijas, sino que éstas habían sido tomadas por la fuerza.
24. Se fueron.
Cuando concluyó la fiesta y los sobrevivientes de Benjamín ya habían conseguido esposas, se desintegró el ejército. Las tropas tienen que haber estado ausentes de sus casas al menos durante cinco o seis meses, porque los 600 hombres de Benjamín estuvieron escondidos en la peña de Rimón durante cuatro meses (cap. 20: 47).
25. No había rey en Israel.
Con esta declaración se hace una transición apropiada al libro de Samuel, donde se describe el comienzo de la monarquía.
CBA T2
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