1. Parentesco con Faraón.
Este versículo está estrechamente relacionado con el precedente. El primer propósito de Salomón después de subir al trono fue afianzar la seguridad interna. Logrado ese fin, podría prestar atención a los asuntos exteriores. Lo primero que se menciona es la boda real con la hija de Faraón. En el caso del reinado de David sobre Judá, también lo primero que se menciona son medidas dispuestas para afianzar la seguridad interna (2 Sam. 2: 1- 32; 3: 1), seguidas por una enumeración de los hijos y de las esposas de David (2 Sam. 3: 2- 5); y después de su ungimiento como rey de Israel (2 Sam. 5: 1- 3), lo primero que se informa es el establecimiento de su poder sobre Israel (2 Sam. 5: 6- 12), a lo que sigue una vez más una mención de sus esposas y concubinas (2 Sam. 5: 13- 16).
El faraón con quien Salomón trabó parentesco se cree que fue uno de los reyes de la XXI dinastía, cuya capital estaba en Tanis, en el Bajo Egipto. Debe haber sido un predecesor de Sisac (Sheshonk), fundador de la XXII dinastía e invasor de Judá en el 5.° año de Roboam (1 Rey. 14: 25). Muchas autoridades piensan que el faraón con quien se emparentó Salomón fue Psusennes.
Cuando Salomón se alió con Egipto, este país era débil y estaba dividido. Fue también un período de debilidad para Asiria y Babilonia, y ya no existían como nación los hititas que habían sido poderosos. Un período semejante, de debilidad generalizada en el Cercano Oriente, ofrecía una oportunidad única para que David y Salomón afianzaran una nación poderosa para el pueblo de Dios en la tierra que el Altísimo había dispuesto para ellos.
Tomó la hija de Faraón.
Las alianzas políticas con frecuencia se sellaban mediante casamientos entre las familias reales. El escritor sagrado no reprocha a Salomón por haberse casado con esa princesa idólatra. Sencillamente registra el hecho, pero no lo sanciona al no censurarlo. Ese casamiento violaba directamente la orden de Dios. Aunque la hija de Faraón renunció a la religión de Egipto y echó su suerte con los hebreos entre los cuales había ido a vivir (PR 37), este saludable resultado no justificó el extraño casamiento. Faraón tomó la ciudad de Gezer de los cananeos, y la entregó a su hija como dote para la nación de Israel (1 Rey. 9: 16).
Ciudad de David.
Aquí se distingue entre la ciudad de David y Jerusalén. La antigua ciudadela de Sion, baluarte de los jebuseos (2 Sam. 5: 7- 9), estaba situada en el extremo meridional del cerro oriental, al oeste del manantial de Gihón en el valle de Cedrón, y al sur de la zona donde después se construyó el templo.
Su casa.
Sólo fue transitoria la residencia de la hija de Faraón en la ciudad de David, hasta que Salomón hubo construido su propio palacio. Este palacio debía estar al norte de la ciudad de David, en la zona del templo. Posteriormente se edificaría una casa separada para su esposa egipcia (1 Rey. 7: 8).
2. Sacrificaba en los lugares altos.
De acuerdo con la ley de Moisés, los hijos de Israel debían llevar sus sacrificios al tabernáculo y no ofrecerlos al aire libre (Lev. 17: 3-5). El Señor había prometido que designaría un lugar especial adonde debían llevarse los sacrificios (Deut. 12: 10, 11). Sin embargo, antes de la elección de ese lugar central se ofrecían sacrificios en diversos sitios por todo el país (Juec. 6: 25, 26; 13: 16; 1 Sam. 7: 10; 13: 9; 14: 35; 1 Crón. 21: 26). Esto se hacía sin que aparentemente se dieran cuenta de su culpa los que rendían culto. Dos razones principales pueden presentarse para la prohibición de ofrecer sacrificios en los lugares altos: (1) Para apartar a Israel de los lugares donde se efectuaba el corruptor culto idolátrico en el país; (2) para evitar que surgieran santuarios no autorizados por el Señor, donde podrían realizarse falsos cultos.
3. Solamente sacrificaba.
Esto no debe interpretarse como una prueba de que hubiera culto idolátrico en este período de la vida de Salomón. El relato acaba de afirmar que él "amó a Jehová" y que anduvo "en los estatutos de su padre David"; pero no tuvo en cuenta las órdenes mosaicas que prohibían los sacrificios, con excepción de los realizados en un santuario central. Aunque no se había hecho caso de esa orden durante el período de los jueces y aun en los días de Samuel y David (vers. 2), Israel ahora había llegado a una hora nueva en su vida religiosa. Se estaba comenzando a reconocer que Dios no toleraría más una situación que antes había "pasado por alto" " (Hech. 17: 30).
4. Iba el rey a Gabaón.
Gabaón estaba a 9,6 km al noroeste de Jerusalén. Después del buen éxito de las medidas tomadas para afianzar el reino, Salomón celebró una gran fiesta en Gabaón para todo el reino (2 Crón. 1: 1-3), como un acto de acción de gracias para el Señor por sus bendiciones. Fue ubicado allí el tabernáculo que se había construido en el desierto (2 Crón. 1: 3). Se recordará que, mucho antes, los gabaonitas habían engañado a Josué y, por lo tanto, habían sido sentenciados para que fueran los que cortaran "la leña" y sacaran "el agua" para la casa del Dios de Josué (Jos. 9: 23).
5. En sueños.
En los días de David, padre de Salomón, el Señor revelaba su voluntad por medio de los profetas Natán y Gad (2 Sam. 7: 2-17; 12: 1-14; 24: 11-14), y por medio de servicios especiales prestados por los sacerdotes (1 Sam. 23: 9-12; 30: 7, 8). Además, David mismo hablaba con frecuencia movido por la inspiración, como cuando escribió los Salmos (ver 2 Sam. 23: 2). Dios se comunicó con Salomón mediante un sueño, medio que usó con frecuencia para revelarse a sus siervos. Por ejemplo, a Abrahán (Gén. 15: 12), Jacob (Gén. 28: 12-16), José (Gén. 37: 5-10) y Daniel (Dan. 2: 19; 7: 1). También habló mediante sueños a quienes no eran de Israel, por ejemplo a Abimelec (Gén. 20: 3-7), Labán (Gén. 31: 24), Faraón y sus siervos (Gén. 40: 5; 41: 1-8), los madianitas (Juec. 7: 13) y Nabucodonosor (Dan. 2: 1; 4: 10-18).
Pide.
Bien sabía Dios lo que necesitaba Salomón, pero le mandó que pidiera. Esto debería ser una prueba para el joven rey. Su pedido revelaría la naturaleza de su corazón.
7. Joven.
"Niño pequeño" (BJ). Salomón no quiere decir que era niño en años sino que se consideraba a sí mismo como niño en experiencia. Sus palabras revelan humildad. Teniendo sobre sí las pesadas responsabilidades de la nación, sintió que la tarea era demasiado grande para él y que necesitaba la ayuda divina. Cuando subió al trono ya estaba casado y probablemente ya era padre. Se deduce esto porque tenía un hijo de 41 años (2 Crón. 12: 13) en ocasión de su muerte, después de un reinado de 40 años (1 Rey. 11: 42).
9. Corazón entendido.
La primera y la máxima necesidad de una persona es la de un corazón entendido que pueda comprender sus propios problemas y necesidades, así como la voluntad de Dios. Mientras mayores sean las responsabilidades que uno está llamado a desempeñar, mayor será su necesidad de un corazón entendido. El que está colocado en un puesto de autoridad necesita comprender los problemas ajenos y debe saber cómo resolverlos. En la administración de justicia y en la conducción de los asuntos de Estado se necesita mucha sabiduría práctica, agudeza de discernimiento y claridad de juicio. Una de las principales responsabilidades de Salomón sería la de escuchar los casos difíciles que le someterían los jueces de primera instancia del país. Al estar a la cabeza del pueblo de Dios, sentía su gran necesidad de sabiduría divina. En ninguna parte hay una 738 comprensión mejor de la naturaleza básica de la sabiduría que en las palabras escritas por él: " "El temor de Jehová es el principio de la sabiduría" " (Prov. 9: 10). " "Sabiduría ante todo; adquiere sabiduría; y sobre todas tus posesiones adquiere inteligencia " (Prov. 4: 7).
10. Agradó delante del Señor.
Dios queda complacido cuando se le pide lo que es sabio y bueno, y cuando el hombre enfoca sabiamente los problemas de la vida.
12. Corazón sabio y entendido.
La sabiduría de Salomón parece haber sido tanto moral como intelectual. Era una sabiduría práctica acerca de todos los aspectos de la vida, de las cosas y del corazón humano, como asimismo de las obras y los pensamientos del Creador.
13. No pediste.
Esta es la confirmación de Dios en cuanto a la sabiduría del pedido de Salomón. Modestamente pidió sabiduría, lo que traería en su estela todas las otras bendiciones de la vida. " "Bienaventurado el hombre que halla la sabiduría, y que obtiene la inteligencia" " (Prov. 3: 13). " "Sus caminos son caminos deleitosos, y todas sus veredas paz. Ella es árbol de vida a los que de ella echan mano" " (Prov. 3: 17, 18). " "El que me halle, hallará la vida, y alcanzará el favor de Jehová. Mas el que peca contra mí, defrauda su alma" " (Prov. 8: 35, 36). Esta es la gran ley básica del gobierno divino, acerca de la cual dijo Jesús: " "Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas" " (Mat. 6: 33).
15. Sueño.
No era meramente un sueño, sino un sueño que provenía de Dios. Salomón estaba plenamente seguro de que el sueño era divinamente inspirado, y que se había comunicado con Dios. Tan seguro estaba de que era así, que inmediatamente después de volver a la capital se presentó delante del arca y ofreció sacrificios a Dios. Los resultados muestran más allá de toda duda de que estaba en lo correcto y que había recibido un mensaje directamente del Señor.
Delante del arca.
Salomón comenzó su reinado con una solemne ceremonia religiosa en cada uno de los dos lugares santos que había entonces en el país. Uno de ellos estaba en Gabaón, donde se encontraba el tabernáculo de la congregación, y el otro estaba en Jerusalén delante del arca, que unos años antes había sido llevada a la ciudad de David (2 Sam. 6: 12, 16).
Sacrificios de paz.
Además de la ceremonia religiosa del sacrificio de un holocausto ofrecido a Jehová como olor grato (Lev. 1: 9, 13, 17), para indicar un acto de consagración a Dios, hubo una gran ofrenda de sacrificios de paz, una gozosa festividad de compañerismo mutuo a la cual se invitaba al pueblo para que participara con alegre alabanza y agradecimiento por las bendiciones recibidas (ver Lev. 7: 12, 13, 15; 2 Sam. 6: 18, 19; 1 Crón. 16: 2, 3).
16. Dos mujeres.
El caso era más difícil que los comunes, pues de lo contrario no habría sido llevado al rey. Esta fue una prueba de fuego para la sabiduría de Salomón. Ambas querellantes eran de un carácter dudoso. No merecía confianza la palabra de ninguna de ellas. Se equilibraban sus testimonios. La resuelta afirmación de una era resistida por la igualmente rotunda negativa de la otra. Parecía imposible llegar a ninguna decisión certera o justa. Todo el tribunal estaba envuelto en una atmósfera de suspenso. ¿Tendría que admitir el rey que el asunto era demasiado difícil para que él lo tratara? ¿La inferencia, la suposición, la deducción y la hipótesis no retardarían la justicia en un caso como éste? Pero Salomón tomó por un atajo en medio de la engorrosa maquinaria legal del tribunal y dio un veredicto rápido y certero, cuya justicia estaba más allá de toda duda. El niño fue devuelto a su madre, se había hecho justicia, y la fama de la sabiduría y del recto juicio de Salomón quedó asegurada para todo el porvenir.
Una pintura mural de Pompeya, actualmente en el Museo Nacional de Nápoles, presenta lo que se piensa que es la escena del juicio de Salomón entre las dos rameras.
CBA T2
Este versículo está estrechamente relacionado con el precedente. El primer propósito de Salomón después de subir al trono fue afianzar la seguridad interna. Logrado ese fin, podría prestar atención a los asuntos exteriores. Lo primero que se menciona es la boda real con la hija de Faraón. En el caso del reinado de David sobre Judá, también lo primero que se menciona son medidas dispuestas para afianzar la seguridad interna (2 Sam. 2: 1- 32; 3: 1), seguidas por una enumeración de los hijos y de las esposas de David (2 Sam. 3: 2- 5); y después de su ungimiento como rey de Israel (2 Sam. 5: 1- 3), lo primero que se informa es el establecimiento de su poder sobre Israel (2 Sam. 5: 6- 12), a lo que sigue una vez más una mención de sus esposas y concubinas (2 Sam. 5: 13- 16).
El faraón con quien Salomón trabó parentesco se cree que fue uno de los reyes de la XXI dinastía, cuya capital estaba en Tanis, en el Bajo Egipto. Debe haber sido un predecesor de Sisac (Sheshonk), fundador de la XXII dinastía e invasor de Judá en el 5.° año de Roboam (1 Rey. 14: 25). Muchas autoridades piensan que el faraón con quien se emparentó Salomón fue Psusennes.
Cuando Salomón se alió con Egipto, este país era débil y estaba dividido. Fue también un período de debilidad para Asiria y Babilonia, y ya no existían como nación los hititas que habían sido poderosos. Un período semejante, de debilidad generalizada en el Cercano Oriente, ofrecía una oportunidad única para que David y Salomón afianzaran una nación poderosa para el pueblo de Dios en la tierra que el Altísimo había dispuesto para ellos.
Tomó la hija de Faraón.
Las alianzas políticas con frecuencia se sellaban mediante casamientos entre las familias reales. El escritor sagrado no reprocha a Salomón por haberse casado con esa princesa idólatra. Sencillamente registra el hecho, pero no lo sanciona al no censurarlo. Ese casamiento violaba directamente la orden de Dios. Aunque la hija de Faraón renunció a la religión de Egipto y echó su suerte con los hebreos entre los cuales había ido a vivir (PR 37), este saludable resultado no justificó el extraño casamiento. Faraón tomó la ciudad de Gezer de los cananeos, y la entregó a su hija como dote para la nación de Israel (1 Rey. 9: 16).
Ciudad de David.
Aquí se distingue entre la ciudad de David y Jerusalén. La antigua ciudadela de Sion, baluarte de los jebuseos (2 Sam. 5: 7- 9), estaba situada en el extremo meridional del cerro oriental, al oeste del manantial de Gihón en el valle de Cedrón, y al sur de la zona donde después se construyó el templo.
Su casa.
Sólo fue transitoria la residencia de la hija de Faraón en la ciudad de David, hasta que Salomón hubo construido su propio palacio. Este palacio debía estar al norte de la ciudad de David, en la zona del templo. Posteriormente se edificaría una casa separada para su esposa egipcia (1 Rey. 7: 8).
2. Sacrificaba en los lugares altos.
De acuerdo con la ley de Moisés, los hijos de Israel debían llevar sus sacrificios al tabernáculo y no ofrecerlos al aire libre (Lev. 17: 3-5). El Señor había prometido que designaría un lugar especial adonde debían llevarse los sacrificios (Deut. 12: 10, 11). Sin embargo, antes de la elección de ese lugar central se ofrecían sacrificios en diversos sitios por todo el país (Juec. 6: 25, 26; 13: 16; 1 Sam. 7: 10; 13: 9; 14: 35; 1 Crón. 21: 26). Esto se hacía sin que aparentemente se dieran cuenta de su culpa los que rendían culto. Dos razones principales pueden presentarse para la prohibición de ofrecer sacrificios en los lugares altos: (1) Para apartar a Israel de los lugares donde se efectuaba el corruptor culto idolátrico en el país; (2) para evitar que surgieran santuarios no autorizados por el Señor, donde podrían realizarse falsos cultos.
3. Solamente sacrificaba.
Esto no debe interpretarse como una prueba de que hubiera culto idolátrico en este período de la vida de Salomón. El relato acaba de afirmar que él "amó a Jehová" y que anduvo "en los estatutos de su padre David"; pero no tuvo en cuenta las órdenes mosaicas que prohibían los sacrificios, con excepción de los realizados en un santuario central. Aunque no se había hecho caso de esa orden durante el período de los jueces y aun en los días de Samuel y David (vers. 2), Israel ahora había llegado a una hora nueva en su vida religiosa. Se estaba comenzando a reconocer que Dios no toleraría más una situación que antes había "pasado por alto" " (Hech. 17: 30).
4. Iba el rey a Gabaón.
Gabaón estaba a 9,6 km al noroeste de Jerusalén. Después del buen éxito de las medidas tomadas para afianzar el reino, Salomón celebró una gran fiesta en Gabaón para todo el reino (2 Crón. 1: 1-3), como un acto de acción de gracias para el Señor por sus bendiciones. Fue ubicado allí el tabernáculo que se había construido en el desierto (2 Crón. 1: 3). Se recordará que, mucho antes, los gabaonitas habían engañado a Josué y, por lo tanto, habían sido sentenciados para que fueran los que cortaran "la leña" y sacaran "el agua" para la casa del Dios de Josué (Jos. 9: 23).
5. En sueños.
En los días de David, padre de Salomón, el Señor revelaba su voluntad por medio de los profetas Natán y Gad (2 Sam. 7: 2-17; 12: 1-14; 24: 11-14), y por medio de servicios especiales prestados por los sacerdotes (1 Sam. 23: 9-12; 30: 7, 8). Además, David mismo hablaba con frecuencia movido por la inspiración, como cuando escribió los Salmos (ver 2 Sam. 23: 2). Dios se comunicó con Salomón mediante un sueño, medio que usó con frecuencia para revelarse a sus siervos. Por ejemplo, a Abrahán (Gén. 15: 12), Jacob (Gén. 28: 12-16), José (Gén. 37: 5-10) y Daniel (Dan. 2: 19; 7: 1). También habló mediante sueños a quienes no eran de Israel, por ejemplo a Abimelec (Gén. 20: 3-7), Labán (Gén. 31: 24), Faraón y sus siervos (Gén. 40: 5; 41: 1-8), los madianitas (Juec. 7: 13) y Nabucodonosor (Dan. 2: 1; 4: 10-18).
Pide.
Bien sabía Dios lo que necesitaba Salomón, pero le mandó que pidiera. Esto debería ser una prueba para el joven rey. Su pedido revelaría la naturaleza de su corazón.
7. Joven.
"Niño pequeño" (BJ). Salomón no quiere decir que era niño en años sino que se consideraba a sí mismo como niño en experiencia. Sus palabras revelan humildad. Teniendo sobre sí las pesadas responsabilidades de la nación, sintió que la tarea era demasiado grande para él y que necesitaba la ayuda divina. Cuando subió al trono ya estaba casado y probablemente ya era padre. Se deduce esto porque tenía un hijo de 41 años (2 Crón. 12: 13) en ocasión de su muerte, después de un reinado de 40 años (1 Rey. 11: 42).
9. Corazón entendido.
La primera y la máxima necesidad de una persona es la de un corazón entendido que pueda comprender sus propios problemas y necesidades, así como la voluntad de Dios. Mientras mayores sean las responsabilidades que uno está llamado a desempeñar, mayor será su necesidad de un corazón entendido. El que está colocado en un puesto de autoridad necesita comprender los problemas ajenos y debe saber cómo resolverlos. En la administración de justicia y en la conducción de los asuntos de Estado se necesita mucha sabiduría práctica, agudeza de discernimiento y claridad de juicio. Una de las principales responsabilidades de Salomón sería la de escuchar los casos difíciles que le someterían los jueces de primera instancia del país. Al estar a la cabeza del pueblo de Dios, sentía su gran necesidad de sabiduría divina. En ninguna parte hay una 738 comprensión mejor de la naturaleza básica de la sabiduría que en las palabras escritas por él: " "El temor de Jehová es el principio de la sabiduría" " (Prov. 9: 10). " "Sabiduría ante todo; adquiere sabiduría; y sobre todas tus posesiones adquiere inteligencia " (Prov. 4: 7).
10. Agradó delante del Señor.
Dios queda complacido cuando se le pide lo que es sabio y bueno, y cuando el hombre enfoca sabiamente los problemas de la vida.
12. Corazón sabio y entendido.
La sabiduría de Salomón parece haber sido tanto moral como intelectual. Era una sabiduría práctica acerca de todos los aspectos de la vida, de las cosas y del corazón humano, como asimismo de las obras y los pensamientos del Creador.
13. No pediste.
Esta es la confirmación de Dios en cuanto a la sabiduría del pedido de Salomón. Modestamente pidió sabiduría, lo que traería en su estela todas las otras bendiciones de la vida. " "Bienaventurado el hombre que halla la sabiduría, y que obtiene la inteligencia" " (Prov. 3: 13). " "Sus caminos son caminos deleitosos, y todas sus veredas paz. Ella es árbol de vida a los que de ella echan mano" " (Prov. 3: 17, 18). " "El que me halle, hallará la vida, y alcanzará el favor de Jehová. Mas el que peca contra mí, defrauda su alma" " (Prov. 8: 35, 36). Esta es la gran ley básica del gobierno divino, acerca de la cual dijo Jesús: " "Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas" " (Mat. 6: 33).
15. Sueño.
No era meramente un sueño, sino un sueño que provenía de Dios. Salomón estaba plenamente seguro de que el sueño era divinamente inspirado, y que se había comunicado con Dios. Tan seguro estaba de que era así, que inmediatamente después de volver a la capital se presentó delante del arca y ofreció sacrificios a Dios. Los resultados muestran más allá de toda duda de que estaba en lo correcto y que había recibido un mensaje directamente del Señor.
Delante del arca.
Salomón comenzó su reinado con una solemne ceremonia religiosa en cada uno de los dos lugares santos que había entonces en el país. Uno de ellos estaba en Gabaón, donde se encontraba el tabernáculo de la congregación, y el otro estaba en Jerusalén delante del arca, que unos años antes había sido llevada a la ciudad de David (2 Sam. 6: 12, 16).
Sacrificios de paz.
Además de la ceremonia religiosa del sacrificio de un holocausto ofrecido a Jehová como olor grato (Lev. 1: 9, 13, 17), para indicar un acto de consagración a Dios, hubo una gran ofrenda de sacrificios de paz, una gozosa festividad de compañerismo mutuo a la cual se invitaba al pueblo para que participara con alegre alabanza y agradecimiento por las bendiciones recibidas (ver Lev. 7: 12, 13, 15; 2 Sam. 6: 18, 19; 1 Crón. 16: 2, 3).
16. Dos mujeres.
El caso era más difícil que los comunes, pues de lo contrario no habría sido llevado al rey. Esta fue una prueba de fuego para la sabiduría de Salomón. Ambas querellantes eran de un carácter dudoso. No merecía confianza la palabra de ninguna de ellas. Se equilibraban sus testimonios. La resuelta afirmación de una era resistida por la igualmente rotunda negativa de la otra. Parecía imposible llegar a ninguna decisión certera o justa. Todo el tribunal estaba envuelto en una atmósfera de suspenso. ¿Tendría que admitir el rey que el asunto era demasiado difícil para que él lo tratara? ¿La inferencia, la suposición, la deducción y la hipótesis no retardarían la justicia en un caso como éste? Pero Salomón tomó por un atajo en medio de la engorrosa maquinaria legal del tribunal y dio un veredicto rápido y certero, cuya justicia estaba más allá de toda duda. El niño fue devuelto a su madre, se había hecho justicia, y la fama de la sabiduría y del recto juicio de Salomón quedó asegurada para todo el porvenir.
Una pintura mural de Pompeya, actualmente en el Museo Nacional de Nápoles, presenta lo que se piensa que es la escena del juicio de Salomón entre las dos rameras.
CBA T2
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