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CBA - SEGUNDO LIBRO DE SAMUEL CAPÍTULO 19


CBA Segundo Libro de Samuel Capítulo 19

1. Dieron aviso a Joab.

Pronto se propagó la noticia del profundo pesar de David por Absalón. Joab era responsable de la muerte de Absalón, y el dolor de David por su hijo fácilmente podría convertirse en ira contra el desobediente comandante en jefe.

2. En luto.

Dios había dado la victoria a las fuerzas de David, y tenían verdadero motivo 685 para regocijarse. Había terminado la rebelión, David había recuperado su trono, y la nación se había librado de los horrores de una prolongada y costosa guerra civil. Pero la ciudad estaba llena de pesar en vez de gozo, debido a la tristeza de David por la muerte de su hijo.

3. Escondidamente.

A medida que las huestes victoriosas se acercaban a la ciudad, el rey -que debería haber estado listo para saludarlas- no estaba allí. En vez de brindar a las tropas palabras de agradecimiento y regocijo por los que ese día habían arriesgado su vida por él, David estaba sentado arriba de la puerta lamentándose en voz alta por la pérdida de su hijo. En vez de marchar orgullosamente en triunfo, los hombres rompieron filas, y a hurtadillas entraron en la ciudad, abatidos y avergonzados. Parecía que todos sus esfuerzos habían sido en vano, y lo que habían pensado que era una victoria gloriosa tan sólo era un error y, a los ojos del rey, una triste derrota. Entraron en la ciudad con apariencia de haber sido derrotados en la batalla; sus propósitos habían sido distorsionados y sus esperanzas destruidas.

4. ¡Hijo mío Absalón!

David tenía el corazón rasgado por incontenible pesar. No podía pensar más que en la muerte de Absalón. El regreso de sus tropas victoriosas, la restauración de su trono, el fin de la guerra civil, parecían no significar nada si faltaba Absalón.

5. Has avergonzado.

El áspero y veterano comandante en jefe reprendió severamente al rey por su conducta cuando volvían los soldados. Esos hombres habían luchado bien y valientemente. Habían arriesgado todo por el rey y por los miembros de su familia, pero él no tenía palabras de agradecimiento para ellos. Sólo pensaba en su pérdida personal. Nada significaba para el rey el que otros también ese día estuvieran tristes y lamentaran la pérdida de hermanos, esposos y padres que habían dado la vida a fin de que David retuviera su trono. Fue un reproche cortante y amargo del veterano general, pero sencillamente expresaba la verdad.

7. Levántate ... ve afuera.

La ocasión demandaba acción, y Joab brusca y temerariamente le dijo a David exactamente lo que debía hacer.

Juro por Jehová.

Al proferir ese solemne juramento Joab no amenazaba con acaudillar al pueblo en una revolución contra David; tan sólo llamaba la atención del rey a una verdad desagradable. La situación estaba saturada de peligro. Una gran parte de la nación ya se había apartado de David para apoyar a Absalón en su empeño de matar a David y ocupar su trono. Y ahora David estaba a punto de perder a los que le habían permanecido fieles, convirtiéndolos también en sus enemigos.

Que te han sobrevenido.

Joab predecía que David, por su desagradecimiento, estaba a punto de acarrearse la peor crisis de su vida. Empleó palabras violentas, pero eran necesarias a fin de sacar al rey del egoísmo y necedad de su pesar.

8. Se sentó a la puerta.

David reconoció la justicia del cortante reproche de Joab y la sabiduría de su consejo, y rápidamente respondió ocupando su puesto a la puerta de la ciudad, donde podía dirigir palabras de agradecimiento y ánimo a su pueblo.

Israel había huido.

Después de que murió Absalón, sus seguidores huyeron a sus casas.

9. Disputaba.

La muerte de Absalón había dejado al país en un estado de desorganización. Quizá había muchos grupos diferentes, todos en pugna entre sí. Algunos de los más decididos partidarios de Absalón por supuesto fueron lentos en dar la bienvenida a David cuando recuperó su trono. Otros quizá eran completamente indiferentes con la dinastía davídica y preferían como rey a cualquiera antes que a David. No hay duda de que David todavía tenía muchos partidarios. Sin embargo, en esas circunstancias no tenía mucho deseo de volver a Jerusalén para tomar su trono.

El rey nos ha librado.

Se recordaban los buenos hechos de David. Había salvado a su pueblo de las manos de sus enemigos, y ahora había sido expulsado del país y vivía en el exilio. Sostenían que debía hacérsele regresar. Es evidente que muchos estaban irritados por la lentitud e indecisión de los dirigentes.

10. ¿Por qué, pues, estáis callados?

Debido a las vacilaciones y demoras, el pueblo comenzaba a protestar contra sus dirigentes y a instarles para que tomaran medidas a fin de que David volviera a su trono.

12. ¿Por qué, pues, seréis vosotros los postreros?

Estas palabras indican que debe haberse manifestado mucho interés en Israel por el regreso de David; pero éste comenzaba a irritarse porque Judá, su carne y su sangre, se demoraba en tomar medidas para que lo hicieran volver.

13. Diréis a Amasa.

David era hábil en su trato con los hombres que ocupaban cargos públicos. Amasa había sido el comandante en jefe de las tropas de Absalón, y ahora que éste había muerto, Amasa era el caudillo que, por encima de cualquier otro, podía mantener vivo el espíritu de rebelión. Lo mismo que Joab, Amasa era sobrino de David (1 Crón. 2: 13-17), y David, mediante el espectacular procedimiento de nombrarlo comandante en jefe, procuró ganar la lealtad de Amasa. Se esperaba que, a su vez, Amasa recuperara para David lo que quedaba de la organización militar de Absalón. Es posible que David estuviera inquieto por la despótico influencia de Joab y deseara librarse de él. Mediante la influencia de Joab se había permitido que Absalón dejara su destierro para volver a Jerusalén, y fue Joab el que mató a Absalón en abierta violación a la orden de David. Su reciente e incisivo reproche (vers. 5-7) todavía resonaba en los oídos de David. Es evidente que éste creía que había llegado el tiempo para reemplazar a Joab, y era una hábil maniobra política colocar a Amasa en su lugar.

14. Vuelve tú.

Fue una invitación formal de los dirigentes de Judá que pedían que David volviera para tomar su corona. Estaba dispuesto a ser rey sólo con el consentimiento de las tribus. En primer lugar, no había buscado el reino, y quería que todos entendieran que no reasumiría su cargo a menos que se lo pidiera la nación.

15. Judá vino a Gilgal.

David descendió desde Mahanaim a la orilla izquierda del Jordán, frente al vado de Jericó. Los representantes de Judá fueron a Gilgal, en la orilla occidental, para estar cerca cuando David cruzara el Jordán y entrara en Judá, su propio territorio.

16. Simei.

Este benjamita era servil. Hacía muy poco tiempo había maldecido al rey cuando huía de Jerusalén. Ahora que David volvía, Simei procura apresuradamente hacer la paz con él.

17. Mil hombres.

Los benjamitas prestamente procuraron dar la impresión a David de que no tenían ningún resentimiento contra él, y que le daban la bienvenida cuando volvía como rey. Después de todo había muerto la causa de la casa de Saúl, y no había esperanza de que ninguno de sus descendientes jamás recobrara la corona de Israel.

Siba.

Ver cap. 9: 2, 9, 10. Fue una hábil maniobra de Siba estar cerca de David cuando éste regresaba, pues con evidente engaño había recibido de David todo lo que pertenecía a Mefi-boset (cap. 16: 1-4), y sabía que pronto llegaría el tiempo del ajuste de cuentas (ver cap. 19: 24-29).

Delante del rey.

Simei y Siba no estaban allí porque les agradara el regreso de David. Tenían miedo de ese retorno y habrían preferido con toda su alma que él hubiese quedado lejos. Pero bien sabían que debían tratar de hacer la paz con David, o pagarían el precio. Procuraron arreglar las cosas no con sinceridad sino por necesidad.

18. Cruzaron el vado.

Ayudaron a los miembros de la casa real a cruzar el vado, y estuvieron al servicio del rey para facilitarle el cruce y el del personal que lo acompañaba, junto con sus bienes.

20. Reconozco haber pecado.

Simei no presentó excusas porque sabía que sería inútil hacerlo. Era culpable, y lo confesó francamente, confiando en la misericordia de David.

21. Ha de morir.

De acuerdo con lo que se acostumbraba entonces, la cruel forma en que Simei maldijo a David cuando éste huía merecía la pena de muerte, pero Simei había recurrido a la misericordia de David y había pedido perdón. David estaba dispuesto a ser compasivo, mientras que Abisai sólo pensaba en una justicia severa.

22. Me seáis adversarios.

Era tiempo de usar de misericordia y no aplicar una justicia dura y fría. Se necesitaba un espíritu de reconciliación y no de castigo para todos los que antes habían dado la espalda a David. La grandeza y magnanimidad del rey se manifestaron en esta ocasión. El rey trató que la nación se volviera a él mediante la bondad y la misericordia. Declaró que serían perdonados todos los que desearan hacer la paz con él. Un hombre inferior a David habría derramado mucha sangre culpable, y como resultado también habrían surgido muchos enemigos. Al propiciar una política de venganza, los hijos de Sarvia eran adversarios y no amigos de la causa de David.

Rey sobre Israel.

Debido a que era rey, David podía permitirse ser misericordioso. Si su causa todavía hubiera estado en la balanza, se habrían necesitado medidas más severas para asegurar el exterminio de la oposición.

23. No morirás.

Con su generosidad característica, David le aseguró a Simei que se le perdonaría la vida. Este había cometido un grave crimen y debería haber sufrido un castigo, pero administrarlo ahora no estaba en consonancia con el espíritu de la ocasión. David prefirió aceptar como verdadero el aparente arrepentimiento de Simei. Sin embargo, la falsedad de Simei debió haberse manifestado a su debido tiempo, pues más tarde David encargó a Salomón acerca de él: "Harás descender con sangre sus canas al Seol" (1 Rey. 2: 8, 9; cf. 1 Rey. 2: 44).

24. Hijo de Saúl.

Es decir, nieto de Saúl. Mefi-boset pensó que era oportuno presentarse ante David lo más pronto posible para declararle su lealtad. Después de la fuga de David, Mefi-boset había manifestado externamente su profundo pesar por él, y descuidó su persona para demostrar su lealtad por la causa de David.

25. Vino él a Jerusalén.

El relato del encuentro en el Jordán se interrumpe para continuar la explicación de los hechos de Mefi-boset.

26. Me engañó.

Mefi-boset alegaba que para obtener ganancias personales, Siba le había dicho a David una vil mentira, a fin de que éste tuviera por ingrato y desleal a su fiel siervo de antaño (cap. 16: 1-4). Según la explicación de Mefi-boset, los dos asnos que Siba llevó a David en realidad habían sido preparados por orden de Mefi-boset para poder huir con David. En vez de esto, Siba los había robado, dejando indefenso en casa al inválido Mefi-boset.

28. Digna de muerte delante de mi señor.

Lo natural era que un rey hubiera dado muerte a todos los miembros de la casa real que quedaban de la dinastía que había sido reemplazada, para que no hubiera la posibilidad de que alguno de ellos intentara recuperar el trono. Pero David había mostrado bondad con Mefi-boset, no sólo permitiéndole que viviera sino haciéndolo compartir de las mercedes reales. Aunque Siba había perjudicado a Mefi-boset, éste no se quejaba porque David antes había sido muy bondadoso con él.

29. Dividáis las tierras.

David había cometido una injusticia con Mefi-boset al aceptar el relato de Siba sin comprobarlo, y al transferirle todas las posesiones de su amo antes de oír la otra versión del caso (cap. 16: 4). Ahora comprendió David que se había cometido una injusticia y se esforzó por repararla devolviendo a Mefi-boset la mitad de su propiedad. Sin embargo, esto no alcanzaba a satisfacer la justicia. Si Siba había dicho la verdad, debía quedarse con todo; de lo contrario, debía despojárselo de todas sus ganancias, y además ser castigado. La componenda de David era tanto débil como injusta.

30. Las tome todas.

Mefi-boset procuró que David quedara con la impresión de que su visita no era para conseguir una reparación, sino para mostrar su lealtad; que estaba dispuesto a que Siba retuviera todo, aunque eso era injusto. Lo importante era que David había regresado en paz, y por eso Mefi-boset expresaba su gratitud.

31. Barzilai galaadita.

Ver cap. 17: 27. El relato vuelve ahora a la forma en que David cruzó el Jordán. Después del encuentro con Mefi-boset se presenta el relato de la separación de David y Barzilai.

Con el rey.

Era una demostración de amabilidad acompañar a un huésped parte de su camino. Barzilai demostró ser un hombre bondadoso y un amable anfitrión. Además manifestó en forma bien clara su lealtad a David.

32. Muy anciano.

A los 80 años Barzilai era considerado muy viejo. El promedio de la vida humana había disminuido mucho desde los días de los primeros patriarcas. Durante el período de la monarquía dividida, la edad máxima alcanzada por un rey de Judá no fue más que 68 años (ver 2 Rey. 15: 1, 2). Manasés murió a los 67, después de haber reinado 55 años según el cómputo inclusivo (2 Rey. 21: 1).

36. Tan grande recompensa.

Barzilai no buscaba nada para sí. Dios había sido bondadoso con él. No podía esperar nada más de los placeres de este mundo. La vida de David, durante su destierro al otro lado del Jordán, había sido más feliz debido a la bondad de Barzilai.

37. Quimam.

No se puede identificar con exactitud a Quimam, pero por la indicación de David a Salomón de que fuera misericordioso con "los hijos de Barzilai galaadita" (1 Rey. 2: 7), parecería que fue hijo de Barzilai. Se hace mención en Jer. 41: 17 de los que " "habitaron en Gerut-quimam " [Kimham, en la BJ], " que está cerca de Belén" . Por esto podría deducirse que Quimam aceptó el ofrecimiento de David y recibió una morada cerca de Belén.

39. Todo el pueblo.

El término "pueblo" se usa en el relato para los seguidores de David (ver caps. 15: 17, 23, 24, 30; 16: 14; 17: 2, 3, 16, 22; 18: 1-4, 6, 16; 19: 2, 3, 8, 9); "Israel" se había aplicado a los seguidores de Absalón (ver caps. 16: 15; 17: 15; 18: 16, 17).

Hubo también pasado.

Aparentemente Barzilai cruzó el río con David antes de volver a su casa.

40. Todo el pueblo de Judá.

Parece que finalmente Judá tomó una parte sumamente activa en la restauración de David en su trono. Es evidente que las palabras de David a los ancianos de Judá (vers. 11, 12) habían sido eficaces, y hubo una reunión general del pueblo para darle la bienvenida cuando volvió del destierro para recuperar la corona, el trono y el reino.

La mitad del pueblo de Israel.

En el vers. 11 se dice que "todo Israel" había tenido interés en el regreso de David, pero ahora sólo "la mitad del pueblo" salió para saludarlo. Era de esperarse que asistieran pocos, pues Israel, a diferencia de Judá, estaba más lejos, de modo que no habría sido factible que muchos fueran a dar la bienvenida a David. Además, la noticia acerca del regreso de David parece que no había circulado tan ampliamente en el norte como en Judá (ver vers. 41).

41. Todos los hombres de Israel.

Mucho antes de la división del reino en los días de Roboam (1 Rey. 12) había existido cierto grado de división entre el pueblo de Israel en el norte y Judá en el sur (ver 1 Sam. 11: 8; 17: 52; 18: 16; 2 Sam. 2: 4, 8-10; 3: 10, 12, 21; 5: 5). Con frecuencia se habían manifestado celos entre las tribus, aun en los períodos más antiguos (Juec. 8: 1; 12: 1). Cuando David llegó a ser rey, al principio no gobernó sobre toda la nación sino sólo "sobre la casa de Judá" (2 Sam. 2: 4). Más tarde se hizo un esfuerzo para que se estableciera su trono "sobre Israel y sobre Judá" (cap. 3: 10). Sólo después de que David hubo reinado siete años en Hebrón se presentaron ante él "las tribus de Israel" para reconocerlo como hueso y carne de ellas, y para convertirlo en su rey (cap. 5: 1-5). Ahora David había regresado de su destierro, y se manifestaron de nuevo los viejos celos.

42. Es nuestro pariente.

Con justicia Judá reclamaba un derecho especial sobre David, puesto que pertenecía a esa tribu (ver vers. 12). Pero Judá quería que fuera bien claro que él no le había demostrado ningún favoritismo. Tal declaración de los hombres de Judá es un notable testimonio en cuanto a la equidad del gobierno de David. Se esforzaba por tratar de la misma manera a todas las tribus, sin dar a nadie la impresión de que a unos se les concedían favores especiales y a otros no.

43. Fueron más violentas.

En la airada disputa que surgió entre las tribus, los varones de Judá fueron más vehementes que sus vecinos del norte. Después de un tiempo la querella terminó felizmente, pero el hecho de que surgiera no auguraba nada bueno para el futuro. Las diferencias de ese momento entre el norte y el sur presagiaban mayores dificultades futuras. Los celos y rivalidades regionales continuamente estuvieron sembrando las semillas de un desastre.

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