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En 2012, fui invitado a ir a Canberra -la capital nacional de Australia- para participar en un evento llamado "Voces en favor de la justicia". Patrocinado por Micah Australia, una coalición de desarrollo cristiano y agencias de justicia incluyendo ADRA Australia, el evento anual reúne a unos doscientos cristianos de toda Australia para hablar sobre problemas que tienen que ver con la pobreza global, el compromiso de Australia con la ayuda internacional y los desafíos del cambio climático, particularmente su impacto sobre la gente más pobre y vulnerable del mundo. El llamado es para que Australia sea un buen vecino en el mundo y use algo de su riqueza nacional para el bien de otros.Del poder y la política
El formato usual para el evento "Voces en favor de la justicia" es dos días de adoración y oración, adiestramiento en la promoción, y repaso de reglamentos en preparación para otro día o dos de reuniones en las salas de la Casa del Parlamento con los miembros elegidos del Parlamento y su equipo. Comenzando con una oración en el césped frente a este impresionante edificio, nuestros pequeños grupos de lobby tratan de reunirse con los representantes de las regiones o provincias de origen, y de cualquier otra persona que nos dé de su tiempo para reunimos. En algunos años, los grupos de Micah se encontraron con más de la mitad de los miembros electos al Parlamento Australiano para hablar sobre temas de justicia y en favor de aquellos que podrían beneficiarse de priorizar más el pensamiento político de Australia.
Entonces, a fines de 2016, tuve la oportunidad de viajar a Timor Oriental para visitar proyectos que ADRA había completado o estaba poniendo en marcha en tres aldeas rurales. Con fondos de ADRA Australia y ayuda de Australia, estos proyectos incluían sistemas de agua, letrinas para una mayor higiene, y enseñanza e iniciativas de huertas y agricultura. Además de ver las diferencias que hicieron los miembros del equipo de ADRA que trabajaron en esas comunidades, pude encontrarme y escuchar historias de gente en esas aldeas; también conocí más de la reciente historia trágica de esta pequeña nación. Estas personas no son mudas, pero sus voces raramente se oyen en los lugares de poder.
Tres semanas después de este viaje, estaba otra vez en Canberra para el evento anual de "Voces en favor de la justicia", y traté de tomar esas voces conmigo a las reuniones en las que participaba. En realidad, realizar acciones es el punto significativo de diferencia que esta clase de promoción fiel hace. A veces, los representantes electos y su equipo nos han comentado que ellos tienen muchas reuniones con cabilderos (lobistas) que cubren numerosos problemas, pero los grupos Micah son diferentes, porque son de los pocos que no están allí para sí mismos o sus propios intereses.
"Voces en favor de la justicia" ha llegado a ser un punto cumbre de mi compromiso para la obra de justicia. Es una manera práctica de vivir la instrucción de Proverbios 31:8 y 9:
"Abre tu boca en favor del mudo
en el juicio de todos los desvalidos.
Abre tu boca, juzga con justicia
y defiende la causa del pobre del menesteroso".
Mi experiencia con "Voces en favor de la justicia" no solo ha sido una oportunidad para abrir "mi boca en favor del mudo", ha sido una instrucción y empoderamiento en cómo hacer esto de otras maneras. Me ha hecho más osado en usar mi voz, mi influencia y mis oportunidades para mayor promoción de estos y otros problemas que importan. Y yo he animado a otros a considerar cómo un viaje misionero a Canberra -o Washington o dondequiera se reúnan los líderes políticos- puede ser tan importante como los viajes misioneros usuales para trabajar en proyectos para países en desarrollo.1
Establecer reyes
En la Biblia, el pueblo de Israel tuvo una relación difícil con los reyes y los gobernantes, los que más a menudo y en forma efectiva ejercían el poder político en el mundo antiguo. Desde los faraones que los mantenían esclavizados en Egipto, hasta Na-bucodonosor quien los llevó por la fuerza al exilio babilónico y aún los romanos invasores en el tiempo de Jesús, la historia de los israelitas está llena de opresión política y todo lo que ella implica. Lo notable es que esta clase de tiranía pudo establecerse dentro de la sociedad de Israel. Esta opresión no solo vino desde dentro de la sociedad de la nación, sino también fue solicitada, a pesar de terribles advertencias, por el pueblo mismo. Parece que el poder político tiene algunas tendencias seductoras en todas las sociedades humanas, aun cuando el pueblo de Dios tenía los planos para un mejor orden en la sociedad dado directamente a ellos.
Después del establecimiento de la nación de Israel en la Tierra Prometida, hubo un período de confusión y violencia que condujo al pedido de un poder político más centralizado (1 Sam. 8:4, 5). El profeta Samuel se desalentó por este pedido y trasmitió la sombría advertencia de Dios de cómo resultaría esto, incluyendo la conscripción al ejército del rey, trabajos forzados, la apropiación de los mejores productos de la tierra e impuestos. El discurso de Samuel concluye de la siguiente manera:
"Aquel día os lamentaréis a causa del rey que habréis elegido, pero entonces Jehová no os responderá. Pero el pueblo no quiso oír la voz de Samuel, y dijo: No, habrá un rey sobre nosotros, y seremos también como todas las naciones. Nuestro rey nos gobernará, saldrá delante de nosotros y hará nuestras guerras" (vers. 18-20).
No pasó mucho tiempo hasta que las advertencias de Samuel se hicieran realidad. El reinado de Saúl fue agitado y autodes-tructivo. A pesar de haber tenido un comienzo prometedor, el reinado de David fue igualmente frustrante, y condujo al pueblo y a él mismo al pecado. Es interesante notar que cuando Natán confrontó a David después de cometer su pecado con Betsabé, el foco principal parecía estar sobre el grosero abuso de poder de David (2 Sam. 12:1-12). En el tiempo de Salomón, "parece haber un cambio radical en los fundamentos de la vida y la fe de Israel".2 Aun en la construcción del templo, Salomón estuvo reclutando trabajadores en cumplimiento de las advertencias de Dios al pueblo.
Cómo debían ser los reyes
En este contexto es interesante notar que los cantos, salmos y dichos de esta era -muchos de los cuales se registraron en los libros de Salmos y Proverbios- tienen un foco concentrado en problemas de justicia y cómo debían los reyes usar su poder para el bien de la gente. Una reflexión creíble sobre la vida, como se encuentra en esta notable literatura bíblica, podía difícilmente ignorar la injusticia en sus muchas formas, experiencias y causas; y es un tema recurrente en estos cantos y dichos. La injusticia es apropiación de los mejores productos de la tierra e impuestos. El discurso de Samuel concluye de la siguiente manera:
"Aquel día os lamentaréis a causa del rey que habréis elegido, pero entonces Jehová no os responderá. Pero el pueblo no quiso oír la voz de Samuel, y dijo: No, habrá un rey sobre nosotros, y seremos también como todas las naciones. Nuestro rey nos gobernará, saldrá delante de nosotros y hará nuestras guerras" (vers. 18-20).
No pasó mucho tiempo hasta que las advertencias de Samuel se hicieran realidad. El reinado de Saúl fue agitado y autodes-tructivo. A pesar de haber tenido un comienzo prometedor, el reinado de David fue igualmente frustrante, y condujo al pueblo y a él mismo al pecado. Es interesante notar que cuando Natán confrontó a David después de cometer su pecado con Betsabé, el foco principal parecía estar sobre el grosero abuso de poder de David (2 Sam. 12:1-12). En el tiempo de Salomón, "parece haber un cambio radical en los fundamentos de la vida y la fe de Israel".2 Aun en la construcción del templo, Salomón estuvo reclutando trabajadores en cumplimiento de las advertencias de Dios al pueblo. fueron dirigidos primero a un rey como un sabio consejo de su madre. De este modo, el llamado de la Biblia de hacer justicia no es solo personal: también se extiende a los sistemas políticos y económicos.
Aunque este requerimiento bíblico puede no reflejarse directamente en el mando del liderazgo de las naciones seculares y las economías actuales, el llamado a ser una voz para aquellos cuyas voces no son escuchadas debiera ser atendido por aquellos que pretenden ser el pueblo de Dios. Al pagar los impuestos al gobierno, al votar y al participar de otros modos en los procesos democráticos de una nación, los ciudadanos están participando en la vida social y económica de la sociedad, que es una red de relaciones entre las personas creadas a imagen de Dios, y ellas deberían llenar estos roles con vistas a expresar el amor por sus prójimos y la solidaridad con los pobres y oprimidos (Rom. 13:1-7).
Aunque es fácil ser cínico acerca de la política y los políticos, la realidad es que muchos dirigentes y representantes políticos comenzaron sus carreras con la meta de trabajar para el bien de la sociedad y de la gente. Así al defender a los pobres y a los que no son escuchados, debiéramos también recordar la posibilidad de actuar como una especie de capellán para quienes tienen cargos de liderazgo gubernamental: "Ser un capellán para los líderes poderosos no es meramente el intento de moverlos o influir sobre ellos, sino ministrar para ellos. Es llamarlos a vivir a la altura del llamado divino, de obtener de los recursos espirituales legendarios de la iglesia lo que necesitan para permitirles vencer el temor, la avaricia y la pereza, y hacer lo que es recto. Es hablar y manifestar la verdad. Como todos los capellanes, los capellanes defensores oran fervientemente con y por aquellos que están a su cuidado, así como hablan la Palabra de Dios en su situación inmediata".4
Preguntas políticas
Cuando consideramos el llamado bíblico de justicia y la influencia potencial que podemos tener en la manera en que se desarrollan política y económicamente nuestras sociedades actuales, es inevitable y necesario que confrontemos preguntas de si debemos involucrarnos en la política y cómo hacerlo. Habiendo estado involucrado con ADRA y Micah Australia de este modo y reflexionando en este aspecto de hacer justicia, yo creo que necesitamos una comprensión más amplia de la política. Debiéramos dar, ayudar en forma práctica y responder directamente a las situaciones de injusticia, pero también deberíamos hablar de maneras y en lugares que puedan hacer una diferencia en las vidas de millones de personas.
En su forma más simple, cualquier cosa que hagamos en público es política. Nuestras voces, votos, influencias, elecciones y acciones son políticas, así como lo son nuestros silencios e inacciones. Irónicamente, nuestro silencio adventista del séptimo día corporativo demasiado común "habla de una mala comprensión desgarradora de la misión de la iglesia y de la notoria necesidad de claridad de nuestros roles en asuntos de preocupación social".5 En un mundo de tanto mal, injusticia y sufrimiento, debemos preguntarnos con regularidad si nuestros silencios no son complicidad.
Por supuesto, se corren riesgos cuando los cristianos entran en la esfera política. Mucha de nuestra vacilación y timidez acerca de tales compromisos viene de ejemplos pobres -y a veces peores-del uso y abuso de la iglesia cristiana del poder político, histórica y actualmente. En The Myth of a Christian Nation [El mito de una nación cristiana], Greg Boyd hace una distinción útil entre diferentes clases de compromisos políticos, diferenciando entre "poder arriba" y "poder debajo".6 Él argumenta que los cristianos no son llamados a imponer sus creencias y moralidad usando el poder político, sino que la voz política es una manera legítima de procurar levantarse y hablar por otros que tal vez de otro modo no serían escuchados, protegidos o valorados.
Tenemos que aprender cómo ser políticamente efectivos de maneras que sean consistentes con nuestra fe. Como cualquier compromiso en una sociedad compleja, necesitamos pasar tiempo buscando las oportunidades e influencias que podamos tener para hablar a nuestros sistemas políticos y sociales e influir sobre ellos.
Esto significa mucho trabajo duro. Pero los riesgos de no comprometernos pública y políticamente, específicamente en respuesta a nuestro llamado a ser voces en favor de la justicia, son reales. El compromiso político no es la única manera de responder a problemas de injusticia, opresión y pobreza, pero es una manera legítima -y fiel- de hacerlo.
Recientemente le pedí a una conocida con quien me había encontrado hacía poco, que me señalara las referencias bíblicas que servirían como una guía para una defensa política fiel. Ella me dirigió a la historia de Ester. Buscando la oportunidad, con oración y valor, Ester habló en favor de su pueblo amenazado y cambió la ley "inmutable".
Por demasiado tiempo hemos usado la "política" como una excusa para no comprometernos con problemas de nuestra sociedad que la Biblia nos impulsa a atender, especialmente en favor de los que son pobres, vulnerables y extraños.
Cuando reconocemos los repetidos llamados de la Biblia a la justicia y la misericordia, la compasión y la defensa, "llegar a ser político" resulta en un acto de adoración, solidaridad, justicia, mayordomía y fidelidad.
Mis experiencias con "Voces en favor de la justicia" no fueron todas positivas. Aunque hemos visto algún progreso, los reglamentos del gobierno de Australia en la mayoría de los grandes problemas que hemos defendido han retrocedido desde 2012. Ahora somos menos generosos con la Ayuda Australiana de lo que hemos sido en la historia moderna de Australia. Por eso, debemos seguir hablando. En lugares tales como Timor Oriental y en la obra de ADRA alrededor del mundo, he visto la diferencia que hace. Para mí, es frustrante y me chasquea mucho; para los más vulnerables, son sus vidas.
Tomando prestado el ejemplo de Ester, los imperativos de mi fe me llevan a responder preguntas y objeciones posibles con respecto a los compromisos políticos7 con un "Sí, debemos hablar y seguir hablando. Buscando la oportunidad, con oración y valor, y Dios nos da los tres".
Referencias1 Porciones de esta sección fueron adaptados de Nathan Brown, "Confessions of a Failing
Lobbyist", Adventist Record (16 de enero de 2017).
2 Walter Brueggemann, The Prophetic Imagination [La imaginación profética], 2a ed.
(Minneapolis, MN: Fortress Press, 2001, p. 23. 'Walter Brueggemann, Theology of the Oíd Testament: Testimony, Dispute, Advocacy [Teología del Antiguo Testamento: Testimonio, disputa, defensa] (Minneapolis, MN: Fortress Press, 1997), p. 422.
4 Alexia Salvatierra y Peter Heltzel, Faith-Rooted Organizing: Mobilizing the Church in
Service to the World [Organizar basada en la fe: Movilizar la iglesia en servicio al mundo] (Downers Grove, IL: InterVarsity Press, 2014), 111; el énfasis está en el original).
5 Calvin B. Rock, "Ellen G. White and Black Theology", en The EnduringLegacy ofEllen
G. White and Social Justice ["Elena G. de White y la teología negra", en El legado duradero de Elena G. de White y la justicia social], ed. Jonathan A. Hiompson (Nampa
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