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CBA - Primer Libro de Los Reyes Capítulo 17


CBA Primer Libro de Los Reyes Capítulo 17
1. Elías.

Aquí comienza una nueva sección de Reyes, muy diferente en espíritu de lo anterior. En vez de unos pocos hechos fríos acerca de los reinados de los monarcas, ahora encontramos una relación de algunas de las acciones más conmovedoras de un notabilísimo profeta. Los relatos son detallados y gráficos, llenos de belleza espiritual e instrucción moral. Elías aparece en el escenario como un hombre que tiene una misión urgente al servicio de Dios. Se vivía una crisis. El pecado había invadido el país, y si no se lo detenía, pronto sumiría todo en la ruina. Como un valiente guerrero de Dios, Elías hizo frente al enemigo, dando testimonio del Altísimo por palabra y ejemplo, viviendo la vida de un eremita, o irguiéndose osadamente en la cumbre del Carmelo para demandar que descendiera fuego del cielo y blandiendo la espada de la venganza en el exterminio de los profetas de Baal. A medida que el emocionantísimo relato pone de manifiesto su valor, fe, fidelidad asombrosa, tierno afecto o ferviente celo en el servicio para Dios, es imposible dejar de ver en el profeta a un símbolo del Elías mayor que aún había de venir (Mat. 17: 10-12). El nombre Elías hacía cabalmente idóneo al profeta para su misión, pues significa "Jehová es mi Dios".

De Galaad.

El hogar de Elías estaba en Galaad, al este del Jordán. Se desconoce la ubicación exacta del pueblo de donde procedía.

Dijo a Acab.

El relato de Elías comienza en forma dramática y súbita. No hay introducción, nada acerca del llamamiento del profeta, nada en cuanto a los comienzos de su vida. Se lo menciona por nombre como uno de los habitantes de Galaad, y luego aparece delante del rey presentando su solemne mensaje del castigo venidero. En la soledad de las montañas de Galaad, Elías se había conmovido profundamente mientras pensaba en la marea siempre creciente de apostasía que inundaba el país. Acongojado, se despertó su indignación y oró con sumo fervor para que sucediera algo que detuviese la marca de maldad; que si fuera necesario, sobrevinieran castigos para que el pueblo volviera en sí y viera la necedad de confiar en Baal. Dios escuchó su oración y lo envió a él mismo al rey con su sorprendente mensaje del castigo venidero (ver PR 87, 88).

Lluvia ni rocío.

Baal era adorado como la fuente de vida y bendiciones, como el gran dios de las tormentas que daban humedad a la tierra y la hacían producir. Ahora Israel había de aprender que Baal no podía proporcionar esas bendiciones.

3. Apártate de aquí.

No había tiempo que perder. Antes de que el rey pudiese volver en sí para hacer apresar y matar al profeta, éste se había ido. El Señor le dio instrucciones para que fuera al arroyo de Querit cerca del valle del Jordán. No se conoce la ubicación exacta de ese arroyo, pero tal vez estaba en alguna tranquila hondonada, muy lejos del bullicio mundanal.

4. Los cuervos.

Corrían tiempos extraños, y se había endurecido el corazón de los hombres. Si algo bueno había de realizarse, Dios mismo debía manifestarse en formas sumamente insólitas. Cualquiera fuera el recurso, no importa cuánto tiempo demandara, Dios demostraría delante de la nación que él era Dios y que cuidaría de los suyos.

7. Se secó.

El mensaje de Elías para el rey se cumplió inmediatamente. Desde el momento en que pronunció las palabras, no hubo lluvia, y todo el país estaba quedando árido y agostado. El rey y el pueblo rehusaban creer que la sequía fuera un castigo de Dios. Insistían en que Baal y Astarot les darían todavía la lluvia vivificante. Entonces, el mismo arroyo de Querit se secó.

9. Sarepta.

Ciudad costera de Fenicia, 14,4 km al sur de Sidón y 21,6 km al norte de Tiro. A esta ciudad -en el mismo corazón del país gobernado por los reyes propicios a Baal- Dios envió a Elías para que lo sostuviera una viuda que no era israelita. Ciertamente, Acab nunca lo habría buscado allí. Sarepta es una aldeíta conocida hoy como Tsarafand.

10. Recogiendo leña.

Esta es una de las escenas más comunes en los países del Cercano Oriente donde escasea el combustible. Mujeres y niños buscan por doquiera unos pocos palitos o briznas de pasto seco que se puedan usar para encender el fuego.

11. Un bocado de pan.

Fue el Señor quien impulsó al profeta para que pidiera pan. Conocía exactamente la situación que prevalecía: el estado paupérrimo de la viuda y que el profeta necesitaba pan. Estando ella misma en una situación tan desesperada, ¿pensaría la viuda que podía negar a su propio hijo lo que daría a un forastero de otro país?

13. Hazme de ello.

El pedido era una prueba de fe. La viuda acababa de exponer el aprieto económico en que estaba. Casi se había terminado su escasísima provisión; sólo le quedaba lo suficiente para una última mezquina comida, y luego la inanición.

14. Jehová ha dicho.

El pedido estaba acompañado por una promesa. Se le dijo de las bendiciones que resultarían de su dádiva. Dios le aclaró que si daba al profeta, el Altísimo le devolvería mucho más de lo que había dado. Afrontó la prueba, y fue ricamente recompensada.

15. Comió muchos días.

Comió porque creyó en la promesa de Dios. Miles en torno de ella -los que confiaban en Baal- morían de hambre. Cuando se le pidió que diera, tan sólo tenía lo suficiente para una última comida para ella y su hijo. Pero cuando hubo dado, tuvo suficiente para ella y toda su casa, y también para el profeta, durante muchos días. Encontró vida y bendiciones debido a su fe en Dios. "Hay quienes reparten, y les es añadido más" " (Prov. 11: 24).

16. No escaseó.

El almacén de Dios nunca queda vacío. El Señor es la fuente de todas las bendiciones. Los que aprenden a confiar en él, aun en esta vida hallarán una plenitud de gozo y bendiciones que nunca podrán conocer los que desprecian su gracia (ver Mat. 6: 25, 33).

17. Cayó enfermo.

La viuda recibió abundantes pruebas de la presencia y de las bendiciones de Dios, sin embargo, su hijo enfermó. El pesar y la muerte llegan a los hogares de los justos tanto como a los de los impíos.

18. Varón de Dios.

Las palabras indican que la mujer creía en Dios y que Elías era su profeta. Es una confesión de fe notable de una mujer de Fenicia. Aun antes de que llegara Elías, ya ella "creía en el verdadero Dios, y había andado en toda la luz que resplandecía sobre su senda" (PR 94). En un momento cuando Israel se desviaba de Dios al culto de Baal, una mujer del país de Baal demostraba su fe en el Dios de Israel. La simiente sembrada en los lugares que parecen menos promisorios puede brotar para producir su cosecha de gracia.

Para traer a memoria.

Las palabras expresan la sinrazón del corazón dolorido. La visita de Elías había proporcionado a la viuda vida y no muerte, gozo y no pesar. En su aflicción, ella relacionó su dificultad con el profeta y con Dios, y creyó que el castigo que recibía se debía a algún pecado propio. La presencia del profeta había despertado en ella una comprensión más nítida del pecado, y ahora consideraba su desgracia como sin castigo de Dios.

20. Clamando a Jehová.

Un ejemplo que muestra que en la presencia de la muerte, los hijos de Dios pueden clamar a él. "La oración eficaz del justo puede mucho" (Sant. 5: 16).

21. Se tendió.

Esto no significa que el profeta estaba recurriendo a algún medio natural para revivir al muerto. Tan sólo Dios, el Dador de la vida, puede restaurarla. Elías oró fervientemente a Dios para que restaurara la vida del niño.

Alma.

Heb. néfesh . Esta palabra hebrea aparece más de 700 veces en el AT y ha sido traducida en la RVR como "ser" (Gén. 1: 21, 24; 2: 7; Lev. 11: 46; etc.), "persona" (Gén. 12: 5; 14: 21; Lev. 11: 43; Jer. 43: 6; etc.), "alma" (Gén. 12: 13; etc.), "vida" (Gén. 9: 4; Jos. 2: 14; 1 Rey. 19: 4; etc.), "muerte" (Exo. 4: 19 [en el sentido de quitar la vida], [ "vida" , VM]; etc.), "muerto" (Lev. 19: 28; Núm. 9: 6, 7, 10; etc.), "alguno" (Jos. 20: 9), "ellos mismos" (Isa. 46: 2), "animales" (Gén. 2: 19 [ "ser" , BJ]), y en muchas otras formas. De todas estas maneras de traducir néfesh , quizá "vida" sería la más adecuada en el texto que estamos tratando. La traducción "alma" es engañosa: hace que muchos piensen que se trata de una entidad inmortal, capaz de existir conscientemente fuera del cuerpo. Esta idea no se halla en la palabra néfesh . No se da esta idea y ni siquiera se insinúa en ninguno de los más de 700 casos en que aparece esta palabra. Ni una vez se llama inmortal a néfesh . Traducir néfesh como "vida" está en armonía con lo que los traductores de la RVR han hecho en unos 150 casos. Un ejemplo notable es 1 Rey. 19: 4, cuando exclamó Elías: "Oh Jehová, quítame la vida" [Heb. néfesh ]". Aquí los traductores han empleado correctamente la palabra "vida". Un estudio más amplio del problema está en com. Gén. 35: 18 y Sal. 16: 10.

22. Revivió.

Mediante la oración hecha con fe, " "las mujeres recibieron sus muertos mediante resurrección" " (Heb. 11: 35). Este milagro se realizó durante una hora de crisis en la historia de Israel y del mundo. Declinaba la fe en Dios. La gente consideraba las fuerzas de la naturaleza como la fuente de la vida y de la curación. Necesitaba que se dirigiera su atención a Dios, quien da vida y es el único que puede no sólo curar a los enfermos sino levantar a los muertos. No podía silenciarse la noticia de un milagro tal. Se trataba de algo que Baal nunca podría hacer. Cuando se supo que el poder de Dios había levantado de los muertos al hijo de la viuda comenzó a quebrantarse el poder de Baal.

23. Tu hijo vive.

¡Cuántos corazones maternos adoloridos han anhelado oír palabras como éstas! Pero, si son fieles, muchas madres oirán las mismas alegres palabras antes de mucho. ¡Cuántas bendiciones inesperadas y cuántos favores había recibido la viuda de Sarepta como resultado de su fe y hospitalidad! Había compartido su última comida con el profeta y le albergado en su humilde hogar. Como recompensa, le fue devuelta la vida a su hijo. " "El que recibe a un profeta por cuanto es profeta, recompensa de profeta recibirá" " (Mat. 10: 41; cf. Isa. 58: 10, 11).

24. Ahora conozco.

La viuda había recibido una extraordinaria confirmación de que era fidedigno el mensaje, pues Dios había cumplido su promesa. Siempre son seguras las promesas del Señor. Es bueno que cada hijo de Dios se aferre a la profesión de su fe sin fluctuar "porque fiel es el que prometió" " (Heb. 10: 23). Aunque quizá el Señor no efectúe milagros para nosotros como lo hizo en el caso de la viuda de Fenicia, hay miles de formas por las cuales cada uno de sus hijos puede saber que su Palabra es verdadera. Dios es igualmente bueno y poderoso. Y está tan cerca de nosotros hoy día como estuvo de la viuda de Sarepta, y se interesa en responder a cada una de nuestras necesidades (ver Mat. 6: 25-34).

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