1. Atalía.
Jehú mató a Ocozías muy poco después de haber matado a Joram de Israel (cap. 9: 24, 27). El reinado de Jehú comenzó poco tiempo antes del reinado de Atalía, posiblemente sólo unos pocos días o semanas. No puede determinarse si debe dársele especial significado al hecho de que el relato del ascenso de Jehú al trono (cap. 9: 12, 13) precede a la toma del poder por parte de Atalía (cap. 11: 1-3; ver pág. 148). En vista de que se presenta a Jehú como tomando la iniciativa en los acontecimientos que lo llevaron al trono (cap. 9: 1-11), sería lógico esperar que el autor de 2 Reyes conservara la continuidad de la narración registrando en primer lugar la proclamación de Jehú como rey (ver com. Gén. 25: 19; 27: 1; 35: 29; Exo. 16: 33, 35; 18: 25). De haberse presentado primero a Atalía, se habría interrumpido la continuidad del registro.
Toda la descendencia real.
Al parecer Atalía había heredado el espíritu turbulento y sanguinario de su madre Jezabel. Como esposa de Joram y madre de Ocozías, podría haberse esperado que dominara la política de Judá durante esos dos reinados. Durante este período la influencia de Israel se había hecho sentir muchísimo sobre Judá (cap. 8: 18, 27). Ahora Atalía decidió seguir adelante por cuenta propia. La matanza de todos los parientes que tenía en Israel fue para ella un gran golpe. Antes de que pudiera idearse en Judá cualquier plan para eliminarla, ella atacó primero. Creyó así haber exterminado por completo la posteridad de David.
2. Josaba.
Tal vez era medio hermana de Ocozías, hija de Joram pero no de Atalía, sino de otra esposa de aquél. Era esposa de Joiada, el sumo sacerdote (2 Crón. 22: 11).
A quienes estaban matando.
No tomó a Joás de entre los que ya habían sido muertos, sino de entre los príncipes que estaban condenados a muerte.
En la cámara de dormir.
No en el palacio, sino en las habitaciones del sacerdote en el templo. Difícilmente Josaba podría haber ocultado al niño en el palacio, donde el ojo vigilante de la reina observaba todo; pero en las dependencias del templo podría ejercer un buen cuidado.
3. Atalía fue reina.
El registro del reinado de Atalía es breve. Fue tan despreciada, que los historiadores hebreos no consignaron ningún detalle sobre la naturaleza de su reinado. Sin embargo, si se compara 2 Rey. 12: 5-14 con 2 Rey. 11: 18 y 2 Crón. 24: 7, es evidente que Atalía intentó exterminar el culto de Jehová y establecer en forma exclusiva el culto a Baal. Los servicios del templo parecen haberse suspendido, y el templo mismo quedó semiabandonado. Sin duda se entregaron a los sacerdotes de Baal los vasos sagrados del templo que antes se habían usado en el culto a Jehová.
4. Al séptimo año.
Es decir, el séptimo año del reinado de Atalía. La mención de que la revuelta que puso fin a su reinado ocurrió en el "séptimo año" , y la afirmación de que Joás, su sucesor, comenzó en el séptimo año de Jehú (cap. 12: 1), lo afirman claramente.
Joiada.
Por este tiempo el sumo sacerdote debe haber sido un venerable anciano de 100 años de edad aproximadamente, pues tenía 130 años cuando murió, antes de que terminara el reinado de Joás (2 Crón. 24: 15, 17), el cual reinó 40 años (2 Rey. 12: 1). Por la duración de los reinados de los reyes anteriores, parecería que Joiada no pudo haber nacido después de los primeros años del reinado de Roboam, pero posiblemente sí durante el reinado de Salomón. Por lo tanto, vivió durante los años de altibajos de la historia de su país.
Jefes de centenas.
Literalmente, "jefes de cien de los carios y de los corredores" (BJ). En 2 Crón. 23: 1 aparecen los nombres de cinco de estos hombres. Los carios quizás eran tropas mercenarias extranjeras que constituían la guardia del rey, así como lo fueron los cereteos (ver 1 Sam. 30: 14; 2 Sam. 8: 18; 15: 18; 20: 7, 23; 1 Rey. 1: 38, 44; 1 Crón. 18: 17). En el antiguo Cercano Oriente se acostumbraba emplear tropas mercenarias extranjeras. Parece, pues, que los centuriones que Joiada invitó a la reunión secreta eran los comandantes de la guardia real. Con ese golpe audaz, Joiada trataba de asegurar el éxito de su misión, porque tendría de su parte a los comandantes cuyo deber era proteger al rey.
El hijo del rey.
Se les mostró a los capitanes de la guardia al hijo de Ocozías, el muchacho que por derecho debía ser rey de Judá, a quien estos capitanes y sus soldados tenían el deber de proteger.
5. Les mandó.
Como tutor del rey, Joiada dio órdenes a la guardia del palacio.
La casa del rey.
Un grupo debía montar guardia en el mismo palacio.
El día de reposo.
Algunos han pensado que se escogió un sábado para comenzar el nuevo régimen. Por otra parte, esta mención del sábado podría tan sólo indicar que el sistema sabático de división del trabajo era un patrón conveniente para distribuir las responsabilidades.
6. La puerta de Shur.
Llamada también "puerta del Cimiento" (2 Crón. 23: 5). No se ha identificado este lugar. Puede haber sido la puerta del palacio que daba acceso al templo.
La puerta del postigo de la guardia.
Tampoco se puede identificar esta puerta, que tal vez estaba al fondo del palacio. Por lo tanto, el propósito era controlar por completo el edificio. Parece haberse dispuesto que quedaran en sus puestos los que normalmente montaban guardia en el palacio. Su presencia no despertaría sospechas.
No sea allanada.
Heb. massaj . Esta palabra sólo aparece aquí, y no se conoce su significado. La LXX no la traduce. Muchos comentadores judíos le dan este significado: "sin confusión mental". "
7. Que salen.
Es decir, los hombres que por regla general no trabajan el día sábado.
Junto al rey.
Los soldados que en día sábado no estuvieran de guardia en el palacio, debían permanecer en el templo para resguardar al joven rey.
8. Sea muerto.
Cualquiera que tan sólo intentase acercarse a las filas de los guardias del rey, debía ser muerto de inmediato. En la estrategia que estaban por realizar, el principal factor era salvar la vida del joven rey, pues seguramente los partidarios de Atalía harían todo lo posible para matarlo.
10.
Las lanzas y los escudos que habían sido del rey David.
Es probable que para este tiempo se consideraban reliquias sagradas las lanzas y los escudos antiguos de David, y que la guardia no los usaba ya. Se deduce que los soldados de la guardia, que en ese día debían estar en el templo para proteger al nuevo rey, habían acudido al templo sin armas; en esta forma evitarían las sospechas. Si se planeó que la revolución se efectuara en día sábado (ver com. vers. 5), es posible que los oficiales hubieran dicho a los soldados que debían presentarse en el templo ese sábado para algún culto especial; y si eran observadores del sábado, no despertarían sospecha alguna. Además, si se les hubiera dicho que se presentaran en el templo con sus armas en su día libre, el secreto se habría conocido de inmediato, y la confabulación hubiera fracasado.
11. Cada uno sus armas en sus manos.
Estos hombres estaban listos para actuar de inmediato. Estas antiguas armas de David habían prestado un largo y valioso servicio, pero raras veces habían tenido la responsabilidad que ahora se les ofrecía. A la luz de las promesas de Dios a David (ver 1 Rey. 2: 4; 8: 25), la protección de la vida del muchacho adquiría una importancia dramática. Era el único que quedaba de todos los que habían tenido derecho al trono.
Desde el lado derecho.
El lado derecho, mirando hacia el este. El ángulo derecho del templo era el que estaba al sur, y el izquierdo al norte.
Junto al altar.
El altar del holocausto estaba directamente al frente del pórtico del templo. En dicho pórtico se colocaría el rey a la vista de los adoradores que estuvieran en el atrio. Los soldados en formación, en varias filas, estaban por todo el frente del templo para impedir que alguno entrara allí. Se había dado la orden expresa de que nadie debía entrar " "en la casa de Jehová, sino los sacerdotes y levitas" " que ministraran (2 Crón. 23: 6).
12. Al hijo del rey.
El joven príncipe había estado oculto en el templo, y después que los guardas ocuparon sus puestos, lo sacaron para la ceremonia de la coronación que debía realizarse junto a una de las columnas del pórtico del templo (2 Crón. 23: 13). Esta no era una ocasión común y, en armonía con su importancia, se habían hecho todos los preparativos posibles. Los levitas de todo el país se habían reunido así como también "los príncipes de las familias de Israel" (2 Crón. 23: 2).
El testimonio.
Heb. ha'eduth , palabra que se usa comúnmente para referirse a los Diez Mandamientos. Este "testimonio" puede haber sido el libro de la ley. Si así fuere, el uso de esta ley en la ceremonia de coronación serviría para señalar la devoción del rey a la ley del Señor, según la cual ordenaría su vida y gobernaría a su pueblo. En este pasaje bíblico se encuentra la base de la costumbre británica de colocar una Biblia en las manos del monarca durante la ceremonia de coronación.
Viva el rey.
Estas palabras también se emplearon en la coronación de Saúl (1 Sam. 10: 24), Absalón (2 Sam. 16: 16), Adonías (1 Rey. 1: 25) y Salomón (1 Rey. 1: 39). En esta ocasión estas palabras fueron más que una frase de rigor. Todo el destino de la dinastía de David dependía de que se salvara la vida de este niño, pues el joven rey tenía muchos enemigos. Si lo mataban, terminaría el linaje directo de la casa de David. El grito, "¡Viva el rey!" ascendió al cielo junto con muchas oraciones fervientes y ansiosas, y también con mucho regocijo. Se creía que Atalía había logrado destruir toda la descendencia real (2 Rey. 11: 1); pero cuando se descubrió que se había salvado uno de los príncipes y que ahora era rey, tuvo que haberse elevado un clamor de triunfo en toda la ciudad.
13. El estruendo del pueblo que corría.
La frase, "que corría", corresponde a la misma palabra que la RVR traduce "guardia" en el vers. 4, y la BJ, "corredores" . Se deduce que gritaba el pueblo y gritaban los "corredores" o los de la guardia. La nación tenía un rey legítimo, y la guardia servía ahora a su verdadero señor. Después de años de anarquía causada por un descendiente de la casa de Acab, los guardias deben haber aceptado a su nuevo rey, y su nueva responsabilidad con gritos de júbilo. Estos, mezclados con la algazara del pueblo, llegaron a oídos de la odiada reina y la llenaron de alarma y consternación.
Entró al pueblo.
El centro de los clamores y de las festividades estaba en el templo, y hacia allí se encaminó la reina. Se supone que fue sola. Si llamó a su guardia personal que guardaba el palacio, los soldados no obedecieron sus órdenes, pues permanecieron donde estaban a las órdenes de Joiada (vers. 5, 6).
14. Junto a la columna.
En el pórtico del templo, junto a una de sus grandes columnas de bronce (ver 1 Rey. 7: 15, 21).
Los príncipes.
Los capitanes, los cuales eran los comandantes de la guardia real que habían tomado su puesto junto al rey.
Todo el pueblo.
En esta ocasión una gran multitud colmó el atrio del templo. Estaban presentes los representantes de todo el país (2 Crón. 23: 2). Si fue en día sábado, habría muchos de Jerusalén y sus alrededores. Quizá Joiada anunció que se estaba preparando algún tipo de fiesta, lo que atrajo a una cantidad desusada de gente al templo.
Rasgando sus vestidos.
Una sola mirada bastó para que la reina comprendiera que todo estaba perdido. Sus propios guardias protegían al nuevo rey, y participaban de los alegres festejos. Atalía estaba sola, abandonada por todos. No podía esperar nada más. Allí acabaría todo para ella. Cuán diferente es esta escena de la que rodeó al apóstol Pablo: preso en una oscura cárcel romana, abandonado por los hombres, pero con la seguridad de que el Señor lo acompañaba y lo fortalecía (2 Tim. 4: 17).
15. Sacadla fuera del recinto del templo.
En hebreo hay en este pasaje una palabra cuyo sentido exacto no se conoce. Junto con otras versiones, la BJ traduce: "Hacedla salir de las filas" , por lo que algunos deducen que la reina se introdujo en las filas de los soldados. Otros piensan que las palabras, "las filas", indican que la escoltaron fuera de la zona del templo en medio de dos filas de soldados. En todo caso debían matarla fuera del recinto del templo.
16. En el camino.
¡Qué triste fin el de la que fuera la orgullosa y arrogante hija de Jezabel! Tuvo el fin que le correspondía. Murió como su madre: abandonada, despreciada y odiada por todos. Jezabel, su madre, fue pisoteada por los caballos en el patio de su propio palacio; Atalía, su hija, dio sus últimos pasos en el camino por donde entraban los caballos al palacio, y allí fue muerta en forma ignominiosa.
17. Pacto.
Entre el Señor por una parte, y el rey y el pueblo por la otra. Era una renovación de los pactos de antaño, por los cuales el pueblo aceptaba a Jehová como su Señor y prometía obedecer sus leyes. No reconocería más a Baal, al cual Atalía había intentado imponer como señor del país en lugar de Jehová.
El rey.
Se necesitaba con urgencia un pacto tal. Durante los reinados de los tres últimos reyes se había abusado tristemente de los derechos del pueblo. Los gobernantes no tenían escrúpulos y hacían lo que les placía, sin tomar en cuenta los derechos de los gobernados. Ahora que estaba comenzando un nuevo reinado, se hizo un solemne convenio que obligaba al rey a gobernar según las leyes de la justicia y los caminos del Señor, y comprometía al pueblo a ser leal a la casa de David y a Jehová, su rey.
18. Templo de Baal.
La hija de Jezabel había llevado las cosas a tal punto, que durante su gobierno había establecido un templo de Baal en Jerusalén o en sus alrededores. Por supuesto, su propósito era que este templo suplantara al de Dios; pero este templo pagano fue ahora totalmente demolido.
Sus imágenes.
Heb. tsélem . No es la misma palabra que se traduce "estatuas" en el cap. 10: 26. El tsélem era una imagen hecha a la semejanza del dios.
Puso guarnición.
Sin duda la casa de Dios había sido tristemente descuidada y aun profanada durante el reinado de Atalía, y quizá también durante el de su predecesor. Algunos piensan que Atalía pudo haber instalado el templo de Baal en el predio mismo de la casa de Dios, quizá en el atrio exterior. Es posible que se haya demolido parte del templo y de sus edificios adyacentes para obtener materiales de construcción para el templo de Baal. Por lo menos, había "portillos" y "grietas" que necesitaban grandes reparaciones (cap. 12: 5-12). Un edificio tan bien construido como este templo no se habría deteriorado con tanta rapidez sólo por el efecto de los procesos naturales. Según 2 Crón. 24: 7 " "la impía Atalía y sus hijos habían destruido la casa de Dios, y además habían gastado en los ídolos todas las cosas consagradas de la casa " de Jehová"." Después de que se destruyó el templo de Baal, se nombraron funcionarios cuyo deber probablemente era supervisar el restablecimiento del culto del Señor en el templo, y de cerciorarse de que no hubiera en lo futuro ninguna profanación del recinto del templo por personas que simpatizaran con el antiguo régimen (ver 2 Crón. 23: 19).
19. La puerta de la guardia.
Es probable que ésta fuera la puerta principal del palacio. Se desconoce su ubicación exacta.
20. Habiendo sido Atalía muerta.
Ya se ha mencionado la muerte de Atalía (vers. 16); pero aquí termina el relato de su reinado, y corresponde mencionar de nuevo su muerte. La narración del reinado de Atalía no comienza ni termina con las fórmulas habituales.
21. Siete años.
Puesto que lo que sigue se relaciona con el relato del reinado de Joás, sería más apropiado que se considerase este versículo como el primero del cap. 12.
CBA T2
Jehú mató a Ocozías muy poco después de haber matado a Joram de Israel (cap. 9: 24, 27). El reinado de Jehú comenzó poco tiempo antes del reinado de Atalía, posiblemente sólo unos pocos días o semanas. No puede determinarse si debe dársele especial significado al hecho de que el relato del ascenso de Jehú al trono (cap. 9: 12, 13) precede a la toma del poder por parte de Atalía (cap. 11: 1-3; ver pág. 148). En vista de que se presenta a Jehú como tomando la iniciativa en los acontecimientos que lo llevaron al trono (cap. 9: 1-11), sería lógico esperar que el autor de 2 Reyes conservara la continuidad de la narración registrando en primer lugar la proclamación de Jehú como rey (ver com. Gén. 25: 19; 27: 1; 35: 29; Exo. 16: 33, 35; 18: 25). De haberse presentado primero a Atalía, se habría interrumpido la continuidad del registro.
Toda la descendencia real.
Al parecer Atalía había heredado el espíritu turbulento y sanguinario de su madre Jezabel. Como esposa de Joram y madre de Ocozías, podría haberse esperado que dominara la política de Judá durante esos dos reinados. Durante este período la influencia de Israel se había hecho sentir muchísimo sobre Judá (cap. 8: 18, 27). Ahora Atalía decidió seguir adelante por cuenta propia. La matanza de todos los parientes que tenía en Israel fue para ella un gran golpe. Antes de que pudiera idearse en Judá cualquier plan para eliminarla, ella atacó primero. Creyó así haber exterminado por completo la posteridad de David.
2. Josaba.
Tal vez era medio hermana de Ocozías, hija de Joram pero no de Atalía, sino de otra esposa de aquél. Era esposa de Joiada, el sumo sacerdote (2 Crón. 22: 11).
A quienes estaban matando.
No tomó a Joás de entre los que ya habían sido muertos, sino de entre los príncipes que estaban condenados a muerte.
En la cámara de dormir.
No en el palacio, sino en las habitaciones del sacerdote en el templo. Difícilmente Josaba podría haber ocultado al niño en el palacio, donde el ojo vigilante de la reina observaba todo; pero en las dependencias del templo podría ejercer un buen cuidado.
3. Atalía fue reina.
El registro del reinado de Atalía es breve. Fue tan despreciada, que los historiadores hebreos no consignaron ningún detalle sobre la naturaleza de su reinado. Sin embargo, si se compara 2 Rey. 12: 5-14 con 2 Rey. 11: 18 y 2 Crón. 24: 7, es evidente que Atalía intentó exterminar el culto de Jehová y establecer en forma exclusiva el culto a Baal. Los servicios del templo parecen haberse suspendido, y el templo mismo quedó semiabandonado. Sin duda se entregaron a los sacerdotes de Baal los vasos sagrados del templo que antes se habían usado en el culto a Jehová.
4. Al séptimo año.
Es decir, el séptimo año del reinado de Atalía. La mención de que la revuelta que puso fin a su reinado ocurrió en el "séptimo año" , y la afirmación de que Joás, su sucesor, comenzó en el séptimo año de Jehú (cap. 12: 1), lo afirman claramente.
Joiada.
Por este tiempo el sumo sacerdote debe haber sido un venerable anciano de 100 años de edad aproximadamente, pues tenía 130 años cuando murió, antes de que terminara el reinado de Joás (2 Crón. 24: 15, 17), el cual reinó 40 años (2 Rey. 12: 1). Por la duración de los reinados de los reyes anteriores, parecería que Joiada no pudo haber nacido después de los primeros años del reinado de Roboam, pero posiblemente sí durante el reinado de Salomón. Por lo tanto, vivió durante los años de altibajos de la historia de su país.
Jefes de centenas.
Literalmente, "jefes de cien de los carios y de los corredores" (BJ). En 2 Crón. 23: 1 aparecen los nombres de cinco de estos hombres. Los carios quizás eran tropas mercenarias extranjeras que constituían la guardia del rey, así como lo fueron los cereteos (ver 1 Sam. 30: 14; 2 Sam. 8: 18; 15: 18; 20: 7, 23; 1 Rey. 1: 38, 44; 1 Crón. 18: 17). En el antiguo Cercano Oriente se acostumbraba emplear tropas mercenarias extranjeras. Parece, pues, que los centuriones que Joiada invitó a la reunión secreta eran los comandantes de la guardia real. Con ese golpe audaz, Joiada trataba de asegurar el éxito de su misión, porque tendría de su parte a los comandantes cuyo deber era proteger al rey.
El hijo del rey.
Se les mostró a los capitanes de la guardia al hijo de Ocozías, el muchacho que por derecho debía ser rey de Judá, a quien estos capitanes y sus soldados tenían el deber de proteger.
5. Les mandó.
Como tutor del rey, Joiada dio órdenes a la guardia del palacio.
La casa del rey.
Un grupo debía montar guardia en el mismo palacio.
El día de reposo.
Algunos han pensado que se escogió un sábado para comenzar el nuevo régimen. Por otra parte, esta mención del sábado podría tan sólo indicar que el sistema sabático de división del trabajo era un patrón conveniente para distribuir las responsabilidades.
6. La puerta de Shur.
Llamada también "puerta del Cimiento" (2 Crón. 23: 5). No se ha identificado este lugar. Puede haber sido la puerta del palacio que daba acceso al templo.
La puerta del postigo de la guardia.
Tampoco se puede identificar esta puerta, que tal vez estaba al fondo del palacio. Por lo tanto, el propósito era controlar por completo el edificio. Parece haberse dispuesto que quedaran en sus puestos los que normalmente montaban guardia en el palacio. Su presencia no despertaría sospechas.
No sea allanada.
Heb. massaj . Esta palabra sólo aparece aquí, y no se conoce su significado. La LXX no la traduce. Muchos comentadores judíos le dan este significado: "sin confusión mental". "
7. Que salen.
Es decir, los hombres que por regla general no trabajan el día sábado.
Junto al rey.
Los soldados que en día sábado no estuvieran de guardia en el palacio, debían permanecer en el templo para resguardar al joven rey.
8. Sea muerto.
Cualquiera que tan sólo intentase acercarse a las filas de los guardias del rey, debía ser muerto de inmediato. En la estrategia que estaban por realizar, el principal factor era salvar la vida del joven rey, pues seguramente los partidarios de Atalía harían todo lo posible para matarlo.
10.
Las lanzas y los escudos que habían sido del rey David.
Es probable que para este tiempo se consideraban reliquias sagradas las lanzas y los escudos antiguos de David, y que la guardia no los usaba ya. Se deduce que los soldados de la guardia, que en ese día debían estar en el templo para proteger al nuevo rey, habían acudido al templo sin armas; en esta forma evitarían las sospechas. Si se planeó que la revolución se efectuara en día sábado (ver com. vers. 5), es posible que los oficiales hubieran dicho a los soldados que debían presentarse en el templo ese sábado para algún culto especial; y si eran observadores del sábado, no despertarían sospecha alguna. Además, si se les hubiera dicho que se presentaran en el templo con sus armas en su día libre, el secreto se habría conocido de inmediato, y la confabulación hubiera fracasado.
11. Cada uno sus armas en sus manos.
Estos hombres estaban listos para actuar de inmediato. Estas antiguas armas de David habían prestado un largo y valioso servicio, pero raras veces habían tenido la responsabilidad que ahora se les ofrecía. A la luz de las promesas de Dios a David (ver 1 Rey. 2: 4; 8: 25), la protección de la vida del muchacho adquiría una importancia dramática. Era el único que quedaba de todos los que habían tenido derecho al trono.
Desde el lado derecho.
El lado derecho, mirando hacia el este. El ángulo derecho del templo era el que estaba al sur, y el izquierdo al norte.
Junto al altar.
El altar del holocausto estaba directamente al frente del pórtico del templo. En dicho pórtico se colocaría el rey a la vista de los adoradores que estuvieran en el atrio. Los soldados en formación, en varias filas, estaban por todo el frente del templo para impedir que alguno entrara allí. Se había dado la orden expresa de que nadie debía entrar " "en la casa de Jehová, sino los sacerdotes y levitas" " que ministraran (2 Crón. 23: 6).
12. Al hijo del rey.
El joven príncipe había estado oculto en el templo, y después que los guardas ocuparon sus puestos, lo sacaron para la ceremonia de la coronación que debía realizarse junto a una de las columnas del pórtico del templo (2 Crón. 23: 13). Esta no era una ocasión común y, en armonía con su importancia, se habían hecho todos los preparativos posibles. Los levitas de todo el país se habían reunido así como también "los príncipes de las familias de Israel" (2 Crón. 23: 2).
El testimonio.
Heb. ha'eduth , palabra que se usa comúnmente para referirse a los Diez Mandamientos. Este "testimonio" puede haber sido el libro de la ley. Si así fuere, el uso de esta ley en la ceremonia de coronación serviría para señalar la devoción del rey a la ley del Señor, según la cual ordenaría su vida y gobernaría a su pueblo. En este pasaje bíblico se encuentra la base de la costumbre británica de colocar una Biblia en las manos del monarca durante la ceremonia de coronación.
Viva el rey.
Estas palabras también se emplearon en la coronación de Saúl (1 Sam. 10: 24), Absalón (2 Sam. 16: 16), Adonías (1 Rey. 1: 25) y Salomón (1 Rey. 1: 39). En esta ocasión estas palabras fueron más que una frase de rigor. Todo el destino de la dinastía de David dependía de que se salvara la vida de este niño, pues el joven rey tenía muchos enemigos. Si lo mataban, terminaría el linaje directo de la casa de David. El grito, "¡Viva el rey!" ascendió al cielo junto con muchas oraciones fervientes y ansiosas, y también con mucho regocijo. Se creía que Atalía había logrado destruir toda la descendencia real (2 Rey. 11: 1); pero cuando se descubrió que se había salvado uno de los príncipes y que ahora era rey, tuvo que haberse elevado un clamor de triunfo en toda la ciudad.
13. El estruendo del pueblo que corría.
La frase, "que corría", corresponde a la misma palabra que la RVR traduce "guardia" en el vers. 4, y la BJ, "corredores" . Se deduce que gritaba el pueblo y gritaban los "corredores" o los de la guardia. La nación tenía un rey legítimo, y la guardia servía ahora a su verdadero señor. Después de años de anarquía causada por un descendiente de la casa de Acab, los guardias deben haber aceptado a su nuevo rey, y su nueva responsabilidad con gritos de júbilo. Estos, mezclados con la algazara del pueblo, llegaron a oídos de la odiada reina y la llenaron de alarma y consternación.
Entró al pueblo.
El centro de los clamores y de las festividades estaba en el templo, y hacia allí se encaminó la reina. Se supone que fue sola. Si llamó a su guardia personal que guardaba el palacio, los soldados no obedecieron sus órdenes, pues permanecieron donde estaban a las órdenes de Joiada (vers. 5, 6).
14. Junto a la columna.
En el pórtico del templo, junto a una de sus grandes columnas de bronce (ver 1 Rey. 7: 15, 21).
Los príncipes.
Los capitanes, los cuales eran los comandantes de la guardia real que habían tomado su puesto junto al rey.
Todo el pueblo.
En esta ocasión una gran multitud colmó el atrio del templo. Estaban presentes los representantes de todo el país (2 Crón. 23: 2). Si fue en día sábado, habría muchos de Jerusalén y sus alrededores. Quizá Joiada anunció que se estaba preparando algún tipo de fiesta, lo que atrajo a una cantidad desusada de gente al templo.
Rasgando sus vestidos.
Una sola mirada bastó para que la reina comprendiera que todo estaba perdido. Sus propios guardias protegían al nuevo rey, y participaban de los alegres festejos. Atalía estaba sola, abandonada por todos. No podía esperar nada más. Allí acabaría todo para ella. Cuán diferente es esta escena de la que rodeó al apóstol Pablo: preso en una oscura cárcel romana, abandonado por los hombres, pero con la seguridad de que el Señor lo acompañaba y lo fortalecía (2 Tim. 4: 17).
15. Sacadla fuera del recinto del templo.
En hebreo hay en este pasaje una palabra cuyo sentido exacto no se conoce. Junto con otras versiones, la BJ traduce: "Hacedla salir de las filas" , por lo que algunos deducen que la reina se introdujo en las filas de los soldados. Otros piensan que las palabras, "las filas", indican que la escoltaron fuera de la zona del templo en medio de dos filas de soldados. En todo caso debían matarla fuera del recinto del templo.
16. En el camino.
¡Qué triste fin el de la que fuera la orgullosa y arrogante hija de Jezabel! Tuvo el fin que le correspondía. Murió como su madre: abandonada, despreciada y odiada por todos. Jezabel, su madre, fue pisoteada por los caballos en el patio de su propio palacio; Atalía, su hija, dio sus últimos pasos en el camino por donde entraban los caballos al palacio, y allí fue muerta en forma ignominiosa.
17. Pacto.
Entre el Señor por una parte, y el rey y el pueblo por la otra. Era una renovación de los pactos de antaño, por los cuales el pueblo aceptaba a Jehová como su Señor y prometía obedecer sus leyes. No reconocería más a Baal, al cual Atalía había intentado imponer como señor del país en lugar de Jehová.
El rey.
Se necesitaba con urgencia un pacto tal. Durante los reinados de los tres últimos reyes se había abusado tristemente de los derechos del pueblo. Los gobernantes no tenían escrúpulos y hacían lo que les placía, sin tomar en cuenta los derechos de los gobernados. Ahora que estaba comenzando un nuevo reinado, se hizo un solemne convenio que obligaba al rey a gobernar según las leyes de la justicia y los caminos del Señor, y comprometía al pueblo a ser leal a la casa de David y a Jehová, su rey.
18. Templo de Baal.
La hija de Jezabel había llevado las cosas a tal punto, que durante su gobierno había establecido un templo de Baal en Jerusalén o en sus alrededores. Por supuesto, su propósito era que este templo suplantara al de Dios; pero este templo pagano fue ahora totalmente demolido.
Sus imágenes.
Heb. tsélem . No es la misma palabra que se traduce "estatuas" en el cap. 10: 26. El tsélem era una imagen hecha a la semejanza del dios.
Puso guarnición.
Sin duda la casa de Dios había sido tristemente descuidada y aun profanada durante el reinado de Atalía, y quizá también durante el de su predecesor. Algunos piensan que Atalía pudo haber instalado el templo de Baal en el predio mismo de la casa de Dios, quizá en el atrio exterior. Es posible que se haya demolido parte del templo y de sus edificios adyacentes para obtener materiales de construcción para el templo de Baal. Por lo menos, había "portillos" y "grietas" que necesitaban grandes reparaciones (cap. 12: 5-12). Un edificio tan bien construido como este templo no se habría deteriorado con tanta rapidez sólo por el efecto de los procesos naturales. Según 2 Crón. 24: 7 " "la impía Atalía y sus hijos habían destruido la casa de Dios, y además habían gastado en los ídolos todas las cosas consagradas de la casa " de Jehová"." Después de que se destruyó el templo de Baal, se nombraron funcionarios cuyo deber probablemente era supervisar el restablecimiento del culto del Señor en el templo, y de cerciorarse de que no hubiera en lo futuro ninguna profanación del recinto del templo por personas que simpatizaran con el antiguo régimen (ver 2 Crón. 23: 19).
19. La puerta de la guardia.
Es probable que ésta fuera la puerta principal del palacio. Se desconoce su ubicación exacta.
20. Habiendo sido Atalía muerta.
Ya se ha mencionado la muerte de Atalía (vers. 16); pero aquí termina el relato de su reinado, y corresponde mencionar de nuevo su muerte. La narración del reinado de Atalía no comienza ni termina con las fórmulas habituales.
21. Siete años.
Puesto que lo que sigue se relaciona con el relato del reinado de Joás, sería más apropiado que se considerase este versículo como el primero del cap. 12.
CBA T2
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