Trate de usar los siguientes pasajes como lectura bíblica en un próximo culto de adoración o tal vez en una invocación al comienzo de la próxima reunión campestre. Pero debe saber que eso podría matar la atmósfera para la adoración. Como lo dice Abraham Joshua Heschel: "La sorpresa notable es que los profetas de Israel fueron tolerados por la gente. Para los patriotas, parecían perniciosos; para la multitud piadosa, blasfemos; para los hombres con autoridad, sediciosos".1 Ese es el riesgo que afrontan los que buscan escuchar las voces de los profetas y el llamado a la justicia que sus voces pregonaban.
La paráfrasis de The Message [El mensaje] pone esas palabras ardientes de Dios, trasmitidas por medio de diversos profetas hebreos, en un lenguaje que se acerca más a la buena gente que va hoy la iglesia hoy:
"No puedo soportar las reuniones religiosas de ustedes.
Estoy hastiado con sus conferencias y convenciones.
No quiero saber nada con sus proyectos religiosos,
sus pomposos lemas y metas.
iEstoy enfermo con sus programas para recolectar fondos,
sus relaciones públicas y diseños de imagen.
He recibido todo lo que puedo soportar de su ruidosa música ególatra.
¿Cuándo fue la última vez que cantaron en mi honor?"
(Amos 5:21-23, TbeMessage, versión del traductor).
O escuchen el sermón de Jeremías presentado en la puerta del templo de Jerusalén:
"No crean ni por un momento las mentiras que se dicen aquí: '¡Este es el templo de Dios, el templo de Dios, el templo de Dios!' ¡Tontería total! Solo si limpian sus acciones (la forma en que viven, las cosas que hacen), si hacen una limpieza de la manera en que viven y tratan a sus prójimos, solo si dejan de explotar a la gente de la calle y a los huérfanos y las viudas, y no se aprovechan más de la gente inocente en este preciso lugar y ya no destruyen sus almas al usar este templo como un frente para otros dioses: solo entonces me mudaré al vecindario de ustedes" (Jer. 7:4-7, The Message, versión del traductor).
O tal vez vuelvan a leer la crítica de Isaías de la religión de la gente que consideramos en el capítulo anterior:
"Dejen su adoración en pantomimas.
No puedo soportar sus juegos religiosos triviales:
conferencias mensuales, sábados semanales,
reuniones especiales -reuniones, reuniones, reuniones ¡no puedo soportar ni una más!
Reuniones para esto, reuniones para aquello. ¡Las odio! ¡Me han agotado!
Estoy cansado de la religión, la religión, la religión de ustedes, mientras siguen simplemente pecando.
Cuando presentan su próxima oración declamada, miraré para otro lado.
No importa cuán larga, fuerte o frecuentemente oren, no los estaré escuchando"
(Isa. 1:13-15, TheMessage, versión del traductor).
En estos y en muchos otros lugares en los escritos de los profetas, Dios explícitamente vincula la adoración con el llamado a hacer justicia, y dejó en claro que no tiene sentido hacer lo uno sin lo otro. Los profetas, con razón, levantaron gritos de alarma y advertencia en respuesta a las tendencias de la gente hacia la idolatría, pero "más de un profeta señaló que si Israel permitía que su sociedad estuviera acribillada por la injusticia, la opresión, la avaricia, la violencia física y sexual, y la pérdida de toda rectitud y compasión, a quienquiera que pensaran que estuvieran adorando, no sería al Señor".2
En años recientes, muchas iglesias han pasado mucho tiempo tratando con problemas, cuestionamientos y argumentos acerca de lo que es apropiado y aceptable en estilos y música de adoración. Notablemente, lo que parece que fue la mayor preocupación de los profetas bíblicos rara vez surgió en estos debates. No obstante, "los profetas insistían en que aquellos que vivían de maneras que negaban o pisoteaban la justicia no eran aceptables a Dios en su adoración. Peor aún, la adoración de esas personas era una abominación para Dios".3 Las palabras de los profetas son severas y demuestran cuán seriamente toma Dios el problema de la injusticia y el llamado a su pueblo para que actúe con justicia. Todos los mejores cultos de adoración, las más generosas ofrendas y la música de alabanza más hermosa no puede excusar el hecho de dejar de hacer justicia.
Un reavivamiento de la adoración
En Isaías 58, la gente misma comenzó a sentir la vaciedad de sus prácticas religiosas. Tal vez los líderes iniciaron el llamado a un reavivamiento, o pudo haber surgido entre la gente.
En el pasado habían sido llamados a ser el pueblo de Dios, y correctamente sentían que era tiempo de reenfocar su vida en Dios, y que Dios debía bendecirlos más, obviamente.
Comenzaron a reunirse diariamente para adorar, orando por el poder de Dios y su presencia entre ellos. Estudiaron las Escrituras y se animaron unos a otros en sus prácticas espirituales. La gente aún ayunaba por períodos de tiempo, dejando de comer para expresar su devoción y su deseo de mayor santidad.
Pero de alguna manera parecía que Dios no lo notaba o no respondía. A pesar de su aparente fervor, oraciones visiblemente fervorosas, y muchos cultos de adoración, la gente no se sentía más cerca de Dios, ni sentía a Dios cerca de ellos. Primero, redoblaron sus esfuerzos. Pensaron: "Dios querrá un compromiso mayor, una clase de fidelidad 24-7 de todo corazón. Orar más. Estudiar más. Adorar más. Dar más. Renunciar más".
Pero algunas de las personas comenzaron a cansarse de estos esfuerzos espirituales. Mientras unos seguían ayunando regularmente, otros comenzaron a abandonarlo y volver a sus rutinas anteriores. Si Dios no reconocía y respondía a sus oraciones y ofrendas de maneras más poderosas, tal vez no estaba interesado en ellos, después de todo, tal vez tampoco eran su pueblo. ¿Quiénes eran ellos para pensar que podían ser especiales?
Entonces llegó el profeta. Isaías era conocido por la nación por sus pronunciamientos destemplados y su pretensión de hablar en nombre de Dios. Él ciertamente captó la atención de la gente cuando llegó al templo y sus proclamas retumbaron por la ciudad como un toque de trompeta. El tenía un mensaje de Dios.4 Pero la gente no lo entendió, frustrada porque su reciente fidelidad había pasado inadvertida.
"¿Para qué ayunamos,
si no lo tomas en cuenta?
¿Para qué nos afligimos,
si tú no lo notas?" (Isa. 58:3, NVI).
Isaías informó que Dios había notado sus esfuerzos para captar su atención, pero él no quedó impresionado. Su arduo trabajo espiritual se había notado, pero no fue apreciado. Sus emprendi-mientos religiosos de algún modo no dieron en el blanco de lo que Dios anhelaba ver en su pueblo.
Un reavivamiento de la justicia
Hablando por medio de Isaías, en busca de un reavivamiento, Dios respondió a su pueblo: la clase de adoración que quiero de ustedes es servir a quienes necesitan ayuda. Ayuda a la gente a liberarse de las cosas que los retienen, ayúdalos a vivir tan libremente como sea posible. Alimenta al hambriento. Provee vivienda al que no tiene casa y aquellos que la necesitan. Comparte ropa con los que no tienen suficiente (ver Isa. 5¡8:6, 7). Aun si tenemos solo unos pocos recursos, puede ser más de lo que algún otro tiene, y Dios nos pide que seamos generosos con lo que tenemos para con aquellos a quienes podemos ayudar.
Ese servicio no es meramente algo "hermoso" para hacer; estos versículos lo describen como una manera de adorar a Dios. No es la única manera de adorarlo, pero, hablando por medio de Isaías a su pueblo enfocado en el reavivamiento, Dios los instó a tratar este enfoque diferente de adoración. A la vista de Dios, parece que esta forma de adoración podría ser preferible que algunas de las prácticas más tradicionales de adoración del pueblo, especialmente si esa adoración es conducida ignorando las necesidades de otros.
En las palabras de Amos, siguiendo esta evaluación de la adoración, que citamos arriba: "¡Pero que fluya el derecho como las aguas, y la justicia como arroyo inagotable!" (Amos 5:24, NVI).
Esta clase de adoración es algo que fluye hacia afuera. La adoración no se enfoca hacia adentro, sino es algo que trae una bendición a todos los que rodean a los adoradores de Dios. Es notable que el espíritu de Jesús y el corazón de fidelidad a Dios están tan enfocados hacia otros que aún nuestra renovación espiritual no es acerca de nosotros: en cambio, es alcanzar a los pobres, los oprimidos, los que sufren y a los hambrientos. "El verdadero propósito de la religión es liberar a los hombres de su carga de pecado, eliminar la intolerancia y la opresión, y promover la justicia, la libertad y la paz.".4
En Isaías 58:8 al 12, Dios promete bendiciones en respuesta a esta forma de adoración. En efecto, Dios está diciendo que, si la gente estuviera menos enfocada en sí misma, encontraría que Dios estaría trabajando con ellos y por medio de ellos para traer sanación y restauración. Este era el reavivamiento que la gente buscaba, una renovación de su esperanza y propósito como se halla en Dios, con un sentido real de su presencia en su vida y comunidad: "Entonces nacerá tu luz como el alba y tu sanidad se dejará ver en seguida; tu justicia irá delante de ti y la gloria de Jehová será tu retaguardia. Entonces invocarás, y te oirá Jehová; clamarás, y dirá él: ¡Heme aquí!" (Isa. 58:8, 9).
Compartir el sábado
Es interesante que Isaías 58 conecta también esta clase de adoración "de servir a otros" con una renovación de una observancia llena de "delicia" del sábado, que es algo que debiera captar nuestra atención del "séptimo día". Comparado con sus esfuerzos religiosos descritos antes en la respuesta de Dios por medio de Isaías, el sábado es un don, un regalo. Llega cada semana y se nos llama a recordarlo y honrarlo. El sábado es un símbolo de la gracia de Dios por el cual nuestra salvación no es ganada, sino recibida-
Pero, así como es un elemento valioso de nuestra relación con Dios, hay algo acerca del sábado que debiera transformar nuestras relaciones con otros. En la forma del sábado, esta misma gracia y bondad ha de ser compartida con otros. Reflexionando sobre estos versículos, Elena de White comentó: "Sobre quienes guardan el sábado del Señor descansa la responsabilidad de hacer una obra de misericordia y benevolencia".5
No es de extrañar que Isaías describa el sábado como una delicia al separar un día para enfocar las cosas que son más importantes que todas las otras cosas que nos mantienen ocupados el resto de la semana (ver Isa. 58:13). De nuevo, estos versículos vienen con una promesa de renovación, delicia y una relación siempre creciente más estrecha con nuestro Dios (ver el vers. 14), y por extensión con nosotros mismos, con otros y con el resto de la creación.
Escuchar el llamado del profeta
No sabemos cómo respondieron aquellos oyentes originales del llamado de Isaías a un reavivamiento más verdadero. Como lo demuestra el hecho de que Jesús confrontó estos mismos problemas religiosos, tal vez siempre hay quienes se conforman con una religión formal, mientras otros escuchan el llamado a adorar de una manera que realmente nos cambia a nosotros y a los que nos rodean. Tal vez por esto la voz de Isaías todavía retumba hoy como el sonido de una trompeta.
Elena de White insistió en que los principios y las acciones descritos en Isaías 58 son importantes para la iglesia que ella amaba: "Lean este capítulo cuidadosamente y comprendan la clase de obra que llevará vida a las iglesias. La obra del evangelio debe ser llevada por medio de nuestra liberalidad tanto como por nuestras labores. Cuando encuentren almas dolientes que necesitan ayuda, dénsela. Cuando encuentren a quienes están hambrientos, aliméntenlos. Al hacer esto, estarán trabajando así como trabajó Cristo. La santa obra del Maestro fue un trabajo de misericordia. Anímese a nuestro pueblo en todas partes a participar en ella".6
Si tomamos seriamente el hecho de seguir a Jesús, también nos enfocaremos en otros. Si tomamos en serio la observancia del sábado, permitiremos que su gracia beneficie a todos por medio de nosotros. Si tomamos en serio el reavivamiento, tomaremos en serio el servicio, la compasión y el hacer justicia.
La prueba de la adoración
Como otros aspectos de nuestra vida de fe, nuestra adoración puede salirse de perspectiva y puede llegar a ser en nosotros mismos como una especie de actuación o representación. Podemos engañarnos a nosotros pensando que alguna clase de fórmula correcta nos hará aceptables a nosotros y nuestra adoración a Dios y ganar su favor. Esto era lo que tenía perpleja a la gente a la que se dirigió Isaías 58.
En forma similar, en Miqueas 6, vemos una serie de sugerencias cada vez más exageradas acerca de cómo podemos adorar a Dios en forma más apropiada. El profeta ofrece la sugerencia de holocaustos, luego aumenta la ofrenda a "millares de carneros [y] diez mil arroyos de aceite" (vers. 7) antes de ir al horrendo -pero no desconocido- extremo de sacrificar a su primogénito para ganar el favor de Dios y su perdón.
Pero en marcado contraste con muchas de las religiones de las naciones circundantes, la verdadera adoración del Dios de Israel no tiene que ver con el temor y la superstición, fórmulas correctas 0 intensidad siempre creciente. "El camino a la ética social y personal" -la clave de vivir y amar bien como pueblo de Dios- "no era algo que tenían que lograr por sí mismos. Ni podían comprar una exención de ello duplicando sus esfuerzos religiosos en ritos y sacrificios. No, el asunto era claro porque Dios ya lo había revelado"7 en la historia de la Creación, las leyes de Moisés y los testimonios de los profetas hebreos.
La respuesta era más sencilla, más profunda y más llena de adoración: "Hacer justicia, amar misericordia y humillarte ante tu Dios" (Miq. 6:8).
La paráfrasis de The Message [El mensaje] pone esas palabras ardientes de Dios, trasmitidas por medio de diversos profetas hebreos, en un lenguaje que se acerca más a la buena gente que va hoy la iglesia hoy:
"No puedo soportar las reuniones religiosas de ustedes.
Estoy hastiado con sus conferencias y convenciones.
No quiero saber nada con sus proyectos religiosos,
sus pomposos lemas y metas.
iEstoy enfermo con sus programas para recolectar fondos,
sus relaciones públicas y diseños de imagen.
He recibido todo lo que puedo soportar de su ruidosa música ególatra.
¿Cuándo fue la última vez que cantaron en mi honor?"
(Amos 5:21-23, TbeMessage, versión del traductor).
O escuchen el sermón de Jeremías presentado en la puerta del templo de Jerusalén:
"No crean ni por un momento las mentiras que se dicen aquí: '¡Este es el templo de Dios, el templo de Dios, el templo de Dios!' ¡Tontería total! Solo si limpian sus acciones (la forma en que viven, las cosas que hacen), si hacen una limpieza de la manera en que viven y tratan a sus prójimos, solo si dejan de explotar a la gente de la calle y a los huérfanos y las viudas, y no se aprovechan más de la gente inocente en este preciso lugar y ya no destruyen sus almas al usar este templo como un frente para otros dioses: solo entonces me mudaré al vecindario de ustedes" (Jer. 7:4-7, The Message, versión del traductor).
O tal vez vuelvan a leer la crítica de Isaías de la religión de la gente que consideramos en el capítulo anterior:
"Dejen su adoración en pantomimas.
No puedo soportar sus juegos religiosos triviales:
conferencias mensuales, sábados semanales,
reuniones especiales -reuniones, reuniones, reuniones ¡no puedo soportar ni una más!
Reuniones para esto, reuniones para aquello. ¡Las odio! ¡Me han agotado!
Estoy cansado de la religión, la religión, la religión de ustedes, mientras siguen simplemente pecando.
Cuando presentan su próxima oración declamada, miraré para otro lado.
No importa cuán larga, fuerte o frecuentemente oren, no los estaré escuchando"
(Isa. 1:13-15, TheMessage, versión del traductor).
En estos y en muchos otros lugares en los escritos de los profetas, Dios explícitamente vincula la adoración con el llamado a hacer justicia, y dejó en claro que no tiene sentido hacer lo uno sin lo otro. Los profetas, con razón, levantaron gritos de alarma y advertencia en respuesta a las tendencias de la gente hacia la idolatría, pero "más de un profeta señaló que si Israel permitía que su sociedad estuviera acribillada por la injusticia, la opresión, la avaricia, la violencia física y sexual, y la pérdida de toda rectitud y compasión, a quienquiera que pensaran que estuvieran adorando, no sería al Señor".2
En años recientes, muchas iglesias han pasado mucho tiempo tratando con problemas, cuestionamientos y argumentos acerca de lo que es apropiado y aceptable en estilos y música de adoración. Notablemente, lo que parece que fue la mayor preocupación de los profetas bíblicos rara vez surgió en estos debates. No obstante, "los profetas insistían en que aquellos que vivían de maneras que negaban o pisoteaban la justicia no eran aceptables a Dios en su adoración. Peor aún, la adoración de esas personas era una abominación para Dios".3 Las palabras de los profetas son severas y demuestran cuán seriamente toma Dios el problema de la injusticia y el llamado a su pueblo para que actúe con justicia. Todos los mejores cultos de adoración, las más generosas ofrendas y la música de alabanza más hermosa no puede excusar el hecho de dejar de hacer justicia.
Un reavivamiento de la adoración
En Isaías 58, la gente misma comenzó a sentir la vaciedad de sus prácticas religiosas. Tal vez los líderes iniciaron el llamado a un reavivamiento, o pudo haber surgido entre la gente.
En el pasado habían sido llamados a ser el pueblo de Dios, y correctamente sentían que era tiempo de reenfocar su vida en Dios, y que Dios debía bendecirlos más, obviamente.
Comenzaron a reunirse diariamente para adorar, orando por el poder de Dios y su presencia entre ellos. Estudiaron las Escrituras y se animaron unos a otros en sus prácticas espirituales. La gente aún ayunaba por períodos de tiempo, dejando de comer para expresar su devoción y su deseo de mayor santidad.
Pero de alguna manera parecía que Dios no lo notaba o no respondía. A pesar de su aparente fervor, oraciones visiblemente fervorosas, y muchos cultos de adoración, la gente no se sentía más cerca de Dios, ni sentía a Dios cerca de ellos. Primero, redoblaron sus esfuerzos. Pensaron: "Dios querrá un compromiso mayor, una clase de fidelidad 24-7 de todo corazón. Orar más. Estudiar más. Adorar más. Dar más. Renunciar más".
Pero algunas de las personas comenzaron a cansarse de estos esfuerzos espirituales. Mientras unos seguían ayunando regularmente, otros comenzaron a abandonarlo y volver a sus rutinas anteriores. Si Dios no reconocía y respondía a sus oraciones y ofrendas de maneras más poderosas, tal vez no estaba interesado en ellos, después de todo, tal vez tampoco eran su pueblo. ¿Quiénes eran ellos para pensar que podían ser especiales?
Entonces llegó el profeta. Isaías era conocido por la nación por sus pronunciamientos destemplados y su pretensión de hablar en nombre de Dios. Él ciertamente captó la atención de la gente cuando llegó al templo y sus proclamas retumbaron por la ciudad como un toque de trompeta. El tenía un mensaje de Dios.4 Pero la gente no lo entendió, frustrada porque su reciente fidelidad había pasado inadvertida.
"¿Para qué ayunamos,
si no lo tomas en cuenta?
¿Para qué nos afligimos,
si tú no lo notas?" (Isa. 58:3, NVI).
Isaías informó que Dios había notado sus esfuerzos para captar su atención, pero él no quedó impresionado. Su arduo trabajo espiritual se había notado, pero no fue apreciado. Sus emprendi-mientos religiosos de algún modo no dieron en el blanco de lo que Dios anhelaba ver en su pueblo.
Un reavivamiento de la justicia
Hablando por medio de Isaías, en busca de un reavivamiento, Dios respondió a su pueblo: la clase de adoración que quiero de ustedes es servir a quienes necesitan ayuda. Ayuda a la gente a liberarse de las cosas que los retienen, ayúdalos a vivir tan libremente como sea posible. Alimenta al hambriento. Provee vivienda al que no tiene casa y aquellos que la necesitan. Comparte ropa con los que no tienen suficiente (ver Isa. 5¡8:6, 7). Aun si tenemos solo unos pocos recursos, puede ser más de lo que algún otro tiene, y Dios nos pide que seamos generosos con lo que tenemos para con aquellos a quienes podemos ayudar.
Ese servicio no es meramente algo "hermoso" para hacer; estos versículos lo describen como una manera de adorar a Dios. No es la única manera de adorarlo, pero, hablando por medio de Isaías a su pueblo enfocado en el reavivamiento, Dios los instó a tratar este enfoque diferente de adoración. A la vista de Dios, parece que esta forma de adoración podría ser preferible que algunas de las prácticas más tradicionales de adoración del pueblo, especialmente si esa adoración es conducida ignorando las necesidades de otros.
En las palabras de Amos, siguiendo esta evaluación de la adoración, que citamos arriba: "¡Pero que fluya el derecho como las aguas, y la justicia como arroyo inagotable!" (Amos 5:24, NVI).
Esta clase de adoración es algo que fluye hacia afuera. La adoración no se enfoca hacia adentro, sino es algo que trae una bendición a todos los que rodean a los adoradores de Dios. Es notable que el espíritu de Jesús y el corazón de fidelidad a Dios están tan enfocados hacia otros que aún nuestra renovación espiritual no es acerca de nosotros: en cambio, es alcanzar a los pobres, los oprimidos, los que sufren y a los hambrientos. "El verdadero propósito de la religión es liberar a los hombres de su carga de pecado, eliminar la intolerancia y la opresión, y promover la justicia, la libertad y la paz.".4
En Isaías 58:8 al 12, Dios promete bendiciones en respuesta a esta forma de adoración. En efecto, Dios está diciendo que, si la gente estuviera menos enfocada en sí misma, encontraría que Dios estaría trabajando con ellos y por medio de ellos para traer sanación y restauración. Este era el reavivamiento que la gente buscaba, una renovación de su esperanza y propósito como se halla en Dios, con un sentido real de su presencia en su vida y comunidad: "Entonces nacerá tu luz como el alba y tu sanidad se dejará ver en seguida; tu justicia irá delante de ti y la gloria de Jehová será tu retaguardia. Entonces invocarás, y te oirá Jehová; clamarás, y dirá él: ¡Heme aquí!" (Isa. 58:8, 9).
Compartir el sábado
Es interesante que Isaías 58 conecta también esta clase de adoración "de servir a otros" con una renovación de una observancia llena de "delicia" del sábado, que es algo que debiera captar nuestra atención del "séptimo día". Comparado con sus esfuerzos religiosos descritos antes en la respuesta de Dios por medio de Isaías, el sábado es un don, un regalo. Llega cada semana y se nos llama a recordarlo y honrarlo. El sábado es un símbolo de la gracia de Dios por el cual nuestra salvación no es ganada, sino recibida-
Pero, así como es un elemento valioso de nuestra relación con Dios, hay algo acerca del sábado que debiera transformar nuestras relaciones con otros. En la forma del sábado, esta misma gracia y bondad ha de ser compartida con otros. Reflexionando sobre estos versículos, Elena de White comentó: "Sobre quienes guardan el sábado del Señor descansa la responsabilidad de hacer una obra de misericordia y benevolencia".5
No es de extrañar que Isaías describa el sábado como una delicia al separar un día para enfocar las cosas que son más importantes que todas las otras cosas que nos mantienen ocupados el resto de la semana (ver Isa. 58:13). De nuevo, estos versículos vienen con una promesa de renovación, delicia y una relación siempre creciente más estrecha con nuestro Dios (ver el vers. 14), y por extensión con nosotros mismos, con otros y con el resto de la creación.
Escuchar el llamado del profeta
No sabemos cómo respondieron aquellos oyentes originales del llamado de Isaías a un reavivamiento más verdadero. Como lo demuestra el hecho de que Jesús confrontó estos mismos problemas religiosos, tal vez siempre hay quienes se conforman con una religión formal, mientras otros escuchan el llamado a adorar de una manera que realmente nos cambia a nosotros y a los que nos rodean. Tal vez por esto la voz de Isaías todavía retumba hoy como el sonido de una trompeta.
Elena de White insistió en que los principios y las acciones descritos en Isaías 58 son importantes para la iglesia que ella amaba: "Lean este capítulo cuidadosamente y comprendan la clase de obra que llevará vida a las iglesias. La obra del evangelio debe ser llevada por medio de nuestra liberalidad tanto como por nuestras labores. Cuando encuentren almas dolientes que necesitan ayuda, dénsela. Cuando encuentren a quienes están hambrientos, aliméntenlos. Al hacer esto, estarán trabajando así como trabajó Cristo. La santa obra del Maestro fue un trabajo de misericordia. Anímese a nuestro pueblo en todas partes a participar en ella".6
Si tomamos seriamente el hecho de seguir a Jesús, también nos enfocaremos en otros. Si tomamos en serio la observancia del sábado, permitiremos que su gracia beneficie a todos por medio de nosotros. Si tomamos en serio el reavivamiento, tomaremos en serio el servicio, la compasión y el hacer justicia.
La prueba de la adoración
Como otros aspectos de nuestra vida de fe, nuestra adoración puede salirse de perspectiva y puede llegar a ser en nosotros mismos como una especie de actuación o representación. Podemos engañarnos a nosotros pensando que alguna clase de fórmula correcta nos hará aceptables a nosotros y nuestra adoración a Dios y ganar su favor. Esto era lo que tenía perpleja a la gente a la que se dirigió Isaías 58.
En forma similar, en Miqueas 6, vemos una serie de sugerencias cada vez más exageradas acerca de cómo podemos adorar a Dios en forma más apropiada. El profeta ofrece la sugerencia de holocaustos, luego aumenta la ofrenda a "millares de carneros [y] diez mil arroyos de aceite" (vers. 7) antes de ir al horrendo -pero no desconocido- extremo de sacrificar a su primogénito para ganar el favor de Dios y su perdón.
Pero en marcado contraste con muchas de las religiones de las naciones circundantes, la verdadera adoración del Dios de Israel no tiene que ver con el temor y la superstición, fórmulas correctas 0 intensidad siempre creciente. "El camino a la ética social y personal" -la clave de vivir y amar bien como pueblo de Dios- "no era algo que tenían que lograr por sí mismos. Ni podían comprar una exención de ello duplicando sus esfuerzos religiosos en ritos y sacrificios. No, el asunto era claro porque Dios ya lo había revelado"7 en la historia de la Creación, las leyes de Moisés y los testimonios de los profetas hebreos.
La respuesta era más sencilla, más profunda y más llena de adoración: "Hacer justicia, amar misericordia y humillarte ante tu Dios" (Miq. 6:8).
Referencias
1 Abraham Joshua Heschel, The Prophets [Los profetas] (Nueva York: Perennial Classics,
2001), p. 23.
2 Christopher J. H. Wright, Oíd Testament Ethicsfor the People ofQod [Ética del Antiguo
Testamento para el pueblo de Dios] (Downers Grove, IL: InterVarsity Press, 2004), pp. 59,60. 'Wright, Oíd Testament Ethics, p. 267.
4 Francis D. Nichol, ed., Comentario bíblico adventista (Florida, Bs. As.: ACES, 1985) t.
4, p. 344.
5 Elena de Whit c. El ministerio déla bondad (Florida, Bs. As.: ACES, 1977,2010), p. 125. 6Ibíd„ p. 33.
'Wright, Oíd Testament Ethics, p. 32.
8 Porciones de esta sección fueron adaptadas de Nathan Brown, "Day 1: Revival That Counts" [Día 1: El reavivamiento que importa] en "Justice and Mercy: 2013 Sénior Youth Weck of Prayer" [Justicia y misericordia: Semana de oración para jóvenes adultos, 2013], Joanna Darby, ed., número especial, Youth Ministry Accent [Acento del Ministerio Joven] (2013).
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