1. Dijo David al profeta Natán.
Este capítulo es casi un duplicado exacto de 2 Sam. 7. Ver también los comentarios de ese capítulo.
Al morar en el palacio que se había construido, David comenzó a comprender cuán inapropiado era que los servicios de Dios se realizaran en una tienda. Su plan consistía en que Jerusalén fuera el centro del culto para toda la nación. Moisés había indicado que debía haber un lugar central de culto (Deut. 12: 13, 14). David ahora se proponía realizar esa instrucción edificando un bello templo que proporcionara el debido honor al gran Dios del cielo.
Debajo de cortinas.
Es decir, en una tienda.
2. Haz todo.
Natán era profeta, pero en este caso es evidente que expresó su propia opinión. El consejo que dio a David concordaba con su propio criterio. No lo presentó como que hubiera estado basado en una revelación de Dios. Ver com. 2 Sam. 7: 3.
4. No me edificarás.
Esta instrucción difería del consejo que Natán había dado antes, porque su primera afirmación no contenía el plan divino revelado. El relato que aparece en esta parte del libro de Samuel presenta el mensaje en la forma de una pregunta: "¿Tú me has de edificar casa en que yo more?" (2 Sam. 7: 5), en el que la interrogación implica una negativa.
5. Desde el día.
Aceptando que el 4.º año de Salomón fue el 480.º año a partir del éxodo (ver com. 1 Rey. 6: 1), ya pronto se habrían cumplido 450 años desde que Israel había salido de Egipto. Lo que implica la afirmación es que considerando que durante ese tiempo varias veces se había trasladado el santuario de un lugar a otro, el mismo podría continuar siendo el centro del culto hasta que se pudieran tomar medidas que estuvieran más en armonía con los propósitos de Dios.
De tienda en tienda.
Cf. 2 Sam. 7: 6. Esta expresión no debe entenderse como que significara que el arca fue albergada en diversas tiendas sino que el tabernáculo mismo -donde se guardaba el arca- había sido trasladado de un lugar a otro.
6. Jueces.
Lo registrado en Samuel dice "tribus" (ver com. 2 Sam. 7: 7). No hay diferencia material, puesto que la hipotética orden habría sido dada a las tribus por medio de los jueces. El pensamiento tan sólo expresa que en lo pasado Dios no había revelado su voluntad a nadie en cuanto a este asunto en ninguna parte de Israel.
7. Redil.
Heb. naweh , "una morada". La morada puede ser de pastores, o rebaños, o poéticamente naweh podría describir cualquier habitación. Aquí se hace referencia a la humilde morada de David o a la morada de los rebaños de David.
8. Te haré gran nombre.
Ver com. 2 Sam. 7: 9.
9. He dispuesto lugar.
Hasta este tiempo, Israel había experimentado muchas dificultades para establecerse en Palestina, y todavía no todos habían fijado su residencia en lugares permanentes. Las fronteras de las tribus continuaban fluctuando y las incursiones de los enemigos hacían incierta la extensión de sus posesiones. Algunas de las ciudades originalmente asignadas a Israel estaban en poder de los cananeos en los días de Salomón (ver com. 1 Rey. 9: 16).
No sea más removido.
Esta promesa era condicional (ver com. vers. 12).
10. Humillaré.
Esta promesa personal hecha a David incluía también su casa y a todos los que se pusieran del lado del Señor. Daba a entender que la derrota final sería la suerte inevitable de los enemigos de lo recto. Esta promesa, como la del vers. 9, dependía de la cooperación continua con el plan divino.
Casa.
Aunque el reino del norte tuvo muchas dinastías, en Judá el linaje real de David continuó a través de toda la historia del reino.
12. El me edificará.
Salomón cumplió esta predicción cuando edificó el templo como la morada terrenal simbòlica de Dios (ver 1 Rey. 8: 20, 44; 9: 1, 3).
Eternamente.
Esta promesa estaba condicionada a la obediencia (cap. 28: 6, 7). Debido al fracaso humano, finalmente la promesa será cumplida únicamente por medio de Cristo y de la iglesia (ver Luc. 1: 32, 33; ver com. 2 Sam. 7: 13).
13. Le seré por padre.
Ver com. 2 Sam. 7: 14.
15. Visión.
En esta ocasión, el mensaje de Natán era una clara revelación de Dios recibida en visión (ver vers. 3).
16. Estuvo delante de Jehová.
Antes David había estado en su propia casa (vers. 1), donde Natán le dio el mensaje de Dios que había recibido en visión. Los vers. 16-27 registran la oración que David pronunció en esta ocasión, la que también está registrada en Samuel (ver com. 2 Sam. 7: 18-29).
Dios, ¿quién soy yo?
Aunque era rey, David continuaba siendo sumiso y humilde. Se consideraba indigno del gran honor que Dios le había conferido.
17. Para tiempo más lejano.
David parecía especialmente impresionado por la promesa de que su trono se establecería para siempre.
18. ¿Qué más puede añadir David?
¿Qué más podía decir David para glorificar a Dios, en vista del honor sin precedentes que el Altísimo le había conferido? David estaba abrumado por el excelso honor que Dios le había manifestado, y le faltaban palabras para expresar sus sentimientos de gratitud.
19. Por amor de tu siervo.
Cf. 2 Crón. 6: 42; Sal. 132: 10.
20. No hay semejante a ti.
En todo el universo hay sólo un Dios, y él es el Creador y Sustentador de todo. El ser humano comete su error más grande y manifiesta su máxima necedad cuando confía en supuestos dioses. Sólo reconociendo al Dios verdadero podrá lograr plenitud de gozo y completa paz.
21. Rescataste de Egipto.
Satanás procuró destruir al pueblo de Dios en Egipto y afirmó que le pertenecía. Pero el Señor lo redimió demostrando su poder maravilloso por encima de los ardides del enemigo, y sacó a sus escogidos con mano poderosa para establecerlos en una tierra que les había prometido como su heredada. El corazón de los israelitas consagrados desbordaba de alabanza y gozo cuando se daban tiempo para pensar en la admirable misericordia y el poder manifestado por Dios cuando sacó a su pueblo de Egipto y lo estableció en la tierra prometida.
22. Pueblo tuyo.
Cf. 2 Sam. 7: 24. Era motivo de constante consuelo y gozo para los verdaderos israelitas saber que pertenecían al pueblo de Dios, elegido, redimido y protegido por él. Sin embargo ese mismo conocimiento adormecía a muchos, les daba una falsa seguridad y les hacía ignorar dos hechos:(1) Que su posición de "pueblo escogido" también estaba condicionada a la obediencia (Exo. 19: 5, 6); y (2) que el verdadero Israel no sólo incluía a los hebreos sino también a gentes reunidas desde los confines de la tierra, "todos los llamados de mi nombre" (Isa. 43: 1-7, 21; cf. Gén. 12: 3; 18: 18; 22: 18; 26: 4).
24. Sea engrandecido.
El pensamiento es: "No sólo permanezca firme tu promesa, sino que se establezca y engrandezca tu nombre para siempre". David no sólo tenía interés en que se establecieran su propio nombre y su propio trono, sino además en que se glorificara también el nombre de Dios y que su trono se estableciera para siempre. Los intereses humanos van juntos con los intereses divinos. Dios dio trono y honores a David. El Señor ha asignado un lugar en su gran plan a cada nación y a cada individuo. Todos, por su propia elección, deciden su destino.
25. Revelaste.
Si Dios mismo no hubiera prometido establecer para siempre el nombre y el trono de David, la oración de éste habría sido osada, presuntuosa y arrogante. La oración del rey no fue una expresión de su propia voluntad sino de la de Dios: tan sólo oraba para que se cumpliera la voluntad divina.
26. Tú eres el Dios.
El registro de la oración en Samuel añade: "Y tus palabras son verdad" (2 Sam. 7: 28). David tenía amplias pruebas de que las palabras de Dios son seguras. Oró para que Dios confirmara su palabra, no porque temiera que Dios renunciara a su promesa, sino movido por un sentimiento de profunda humildad e indignidad y porque todo su deseo correspondía con el deseo de Dios. Al mismo tiempo estaba plenamente convencido de la fragilidad humana. Pero como sus deseos concordaban fielmente con los deseos de Dios, oró para que se cumplieran.
CBA T3
Este capítulo es casi un duplicado exacto de 2 Sam. 7. Ver también los comentarios de ese capítulo.
Al morar en el palacio que se había construido, David comenzó a comprender cuán inapropiado era que los servicios de Dios se realizaran en una tienda. Su plan consistía en que Jerusalén fuera el centro del culto para toda la nación. Moisés había indicado que debía haber un lugar central de culto (Deut. 12: 13, 14). David ahora se proponía realizar esa instrucción edificando un bello templo que proporcionara el debido honor al gran Dios del cielo.
Debajo de cortinas.
Es decir, en una tienda.
2. Haz todo.
Natán era profeta, pero en este caso es evidente que expresó su propia opinión. El consejo que dio a David concordaba con su propio criterio. No lo presentó como que hubiera estado basado en una revelación de Dios. Ver com. 2 Sam. 7: 3.
4. No me edificarás.
Esta instrucción difería del consejo que Natán había dado antes, porque su primera afirmación no contenía el plan divino revelado. El relato que aparece en esta parte del libro de Samuel presenta el mensaje en la forma de una pregunta: "¿Tú me has de edificar casa en que yo more?" (2 Sam. 7: 5), en el que la interrogación implica una negativa.
5. Desde el día.
Aceptando que el 4.º año de Salomón fue el 480.º año a partir del éxodo (ver com. 1 Rey. 6: 1), ya pronto se habrían cumplido 450 años desde que Israel había salido de Egipto. Lo que implica la afirmación es que considerando que durante ese tiempo varias veces se había trasladado el santuario de un lugar a otro, el mismo podría continuar siendo el centro del culto hasta que se pudieran tomar medidas que estuvieran más en armonía con los propósitos de Dios.
De tienda en tienda.
Cf. 2 Sam. 7: 6. Esta expresión no debe entenderse como que significara que el arca fue albergada en diversas tiendas sino que el tabernáculo mismo -donde se guardaba el arca- había sido trasladado de un lugar a otro.
6. Jueces.
Lo registrado en Samuel dice "tribus" (ver com. 2 Sam. 7: 7). No hay diferencia material, puesto que la hipotética orden habría sido dada a las tribus por medio de los jueces. El pensamiento tan sólo expresa que en lo pasado Dios no había revelado su voluntad a nadie en cuanto a este asunto en ninguna parte de Israel.
7. Redil.
Heb. naweh , "una morada". La morada puede ser de pastores, o rebaños, o poéticamente naweh podría describir cualquier habitación. Aquí se hace referencia a la humilde morada de David o a la morada de los rebaños de David.
8. Te haré gran nombre.
Ver com. 2 Sam. 7: 9.
9. He dispuesto lugar.
Hasta este tiempo, Israel había experimentado muchas dificultades para establecerse en Palestina, y todavía no todos habían fijado su residencia en lugares permanentes. Las fronteras de las tribus continuaban fluctuando y las incursiones de los enemigos hacían incierta la extensión de sus posesiones. Algunas de las ciudades originalmente asignadas a Israel estaban en poder de los cananeos en los días de Salomón (ver com. 1 Rey. 9: 16).
No sea más removido.
Esta promesa era condicional (ver com. vers. 12).
10. Humillaré.
Esta promesa personal hecha a David incluía también su casa y a todos los que se pusieran del lado del Señor. Daba a entender que la derrota final sería la suerte inevitable de los enemigos de lo recto. Esta promesa, como la del vers. 9, dependía de la cooperación continua con el plan divino.
Casa.
Aunque el reino del norte tuvo muchas dinastías, en Judá el linaje real de David continuó a través de toda la historia del reino.
12. El me edificará.
Salomón cumplió esta predicción cuando edificó el templo como la morada terrenal simbòlica de Dios (ver 1 Rey. 8: 20, 44; 9: 1, 3).
Eternamente.
Esta promesa estaba condicionada a la obediencia (cap. 28: 6, 7). Debido al fracaso humano, finalmente la promesa será cumplida únicamente por medio de Cristo y de la iglesia (ver Luc. 1: 32, 33; ver com. 2 Sam. 7: 13).
13. Le seré por padre.
Ver com. 2 Sam. 7: 14.
15. Visión.
En esta ocasión, el mensaje de Natán era una clara revelación de Dios recibida en visión (ver vers. 3).
16. Estuvo delante de Jehová.
Antes David había estado en su propia casa (vers. 1), donde Natán le dio el mensaje de Dios que había recibido en visión. Los vers. 16-27 registran la oración que David pronunció en esta ocasión, la que también está registrada en Samuel (ver com. 2 Sam. 7: 18-29).
Dios, ¿quién soy yo?
Aunque era rey, David continuaba siendo sumiso y humilde. Se consideraba indigno del gran honor que Dios le había conferido.
17. Para tiempo más lejano.
David parecía especialmente impresionado por la promesa de que su trono se establecería para siempre.
18. ¿Qué más puede añadir David?
¿Qué más podía decir David para glorificar a Dios, en vista del honor sin precedentes que el Altísimo le había conferido? David estaba abrumado por el excelso honor que Dios le había manifestado, y le faltaban palabras para expresar sus sentimientos de gratitud.
19. Por amor de tu siervo.
Cf. 2 Crón. 6: 42; Sal. 132: 10.
20. No hay semejante a ti.
En todo el universo hay sólo un Dios, y él es el Creador y Sustentador de todo. El ser humano comete su error más grande y manifiesta su máxima necedad cuando confía en supuestos dioses. Sólo reconociendo al Dios verdadero podrá lograr plenitud de gozo y completa paz.
21. Rescataste de Egipto.
Satanás procuró destruir al pueblo de Dios en Egipto y afirmó que le pertenecía. Pero el Señor lo redimió demostrando su poder maravilloso por encima de los ardides del enemigo, y sacó a sus escogidos con mano poderosa para establecerlos en una tierra que les había prometido como su heredada. El corazón de los israelitas consagrados desbordaba de alabanza y gozo cuando se daban tiempo para pensar en la admirable misericordia y el poder manifestado por Dios cuando sacó a su pueblo de Egipto y lo estableció en la tierra prometida.
22. Pueblo tuyo.
Cf. 2 Sam. 7: 24. Era motivo de constante consuelo y gozo para los verdaderos israelitas saber que pertenecían al pueblo de Dios, elegido, redimido y protegido por él. Sin embargo ese mismo conocimiento adormecía a muchos, les daba una falsa seguridad y les hacía ignorar dos hechos:(1) Que su posición de "pueblo escogido" también estaba condicionada a la obediencia (Exo. 19: 5, 6); y (2) que el verdadero Israel no sólo incluía a los hebreos sino también a gentes reunidas desde los confines de la tierra, "todos los llamados de mi nombre" (Isa. 43: 1-7, 21; cf. Gén. 12: 3; 18: 18; 22: 18; 26: 4).
24. Sea engrandecido.
El pensamiento es: "No sólo permanezca firme tu promesa, sino que se establezca y engrandezca tu nombre para siempre". David no sólo tenía interés en que se establecieran su propio nombre y su propio trono, sino además en que se glorificara también el nombre de Dios y que su trono se estableciera para siempre. Los intereses humanos van juntos con los intereses divinos. Dios dio trono y honores a David. El Señor ha asignado un lugar en su gran plan a cada nación y a cada individuo. Todos, por su propia elección, deciden su destino.
25. Revelaste.
Si Dios mismo no hubiera prometido establecer para siempre el nombre y el trono de David, la oración de éste habría sido osada, presuntuosa y arrogante. La oración del rey no fue una expresión de su propia voluntad sino de la de Dios: tan sólo oraba para que se cumpliera la voluntad divina.
26. Tú eres el Dios.
El registro de la oración en Samuel añade: "Y tus palabras son verdad" (2 Sam. 7: 28). David tenía amplias pruebas de que las palabras de Dios son seguras. Oró para que Dios confirmara su palabra, no porque temiera que Dios renunciara a su promesa, sino movido por un sentimiento de profunda humildad e indignidad y porque todo su deseo correspondía con el deseo de Dios. Al mismo tiempo estaba plenamente convencido de la fragilidad humana. Pero como sus deseos concordaban fielmente con los deseos de Dios, oró para que se cumplieran.
CBA T3
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