1. Y dijo David.
Es decir, después de los sucesos descritos en el capítulo previo. El cap. 22 trata de los asuntos que no se hallan en otra parte, acerca de los preparativos de David para edificar el templo.
Aquí estará la casa.
Cuando Dios tan claramente manifestó su presencia y su aceptación de la ofrenda de David en el altar de la era de Ornán jebuseo (cap. 21: 26, 28), David dedujo que ése era el lugar donde debía erigirse el templo y donde el pueblo debía ir a ofrecer sacrificios y a rendir culto.
2. Los extranjeros.
Es decir, los residentes en Palestina que no eran israelitas. Estaban empleados en diversas clases de servicios forzados de los cuales estaban exceptuados los israelitas (ver 1 Rey. 9: 20-22; 2 Crón. 8: 7-9).
3. Hierro.
Este metal era conocido desde tiempos muy antiguos tanto en Mesopotamia como en Egipto (ver com. Gén. 4: 22), pero no se difundió su uso hasta aproximadamente el tiempo de David.
Bronce.
El bronce es una aleación de cobre y estaño. Su uso era muy común en el antiguo Cercano Oriente. Planchas de bronce, adornadas con escenas históricas, se emplearon para cubrir la puerta de un edificio de Salmanasar III, y Senaquerib afirma que las puertas de su palacio de Nínive estaban recubiertas de brillante bronce.
4. Madera de cedro.
Abundaba el cedro en los montes del Líbano, y era famoso por todo el Oriente. En 2 Crón. 2: 16 hay una descripción del método usado para transportar la madera del Líbano a Jerusalén.
5. Muchacho y de tierna edad.
Es decir, a Salomón le faltaba experiencia. En 1 Crón. 29: 1 se registra que David empleó otra vez la expresión refiriéndose a Salomón, y una expresión similar se aplica más tarde a Roboam, hijo de Salomón (2 Crón. 13: 7).
En todas las tierras.
El propósito de Dios era que Jerusalén fuera la capital y metrópoli del mundo (ver DTG 530). Desde esa ciudad rayos de luz debían salir para iluminar a todos los pueblos del orbe. Por inspiración divina el Señor reveló a David el plan del templo cuya fama llegaría a todas las naciones. Doquiera se oyera del templo, se debía oír de Dios, y desde todas partes se viajaría a Jerusalén para rendir culto y glorificar al Señor. El templo debía ser una edificación esplendoroso para representar adecuadamente al Señor de la gloria.
6. Le mandó que edificase.
Generalmente, se llama a este templo el templo de Salomón; pero, en el fondo, la idea de erigirlo fue de su padre. Fue David quien, mediante inspiración divina, recibió el modelo para edificar, inició la tarea, comenzó a reunir materiales y encargó a Salomón que construyera la casa. Lo que Salomón hizo más tarde fue tan sólo ejecutar las instrucciones que su padre le había transmitido.
7. En mi corazón tuve.
Cuando David envejeció y se dio cuenta que pronto moriría, habló así a su hijo (ver PP 812, 813). Con intenso fervor y solemnidad desplegó ante Salomón el plan que tanto amaba (ver 2 Sam. 7: 1-5).
8. Vino a mí.
Natán transmitió a David el mensaje del Señor que él no debía edificar el templo (2 Sam. 7: 4-17).
Has derramado mucha sangre.
El mensaje de Natán a David no da esta razón. Sin embargo, Natán aclaró que la tarea de David fue la de un soldado y que el Señor estaría con David en la ejecución de esa tarea (ver 2 Sam. 7: 9-11), con lo que implicaba que por esa razón no debería edificar el templo.
9. Te nacerá un hijo.
Salomón ya estaba casado y era padre antes de la muerte de David. Esto es claro pues Salomón reinó 40 años (1 Rey. 11: 42), y su hijo Roboam tenía 41 años cuando él comenzó a reinar (1 Rey. 14: 21). De modo que Salomón debe haber nacido mucho tiempo antes de la muerte de David, y si este mensaje llegó hasta David antes del nacimiento de Salomón, debe haber llegado cuando David no había ido mucho más allá de la mitad de su reinado de 40 años.
Su nombre.
El nombre "Salomón" probablemente significa "pacífico". Los padres hebreos atribuían mucha importancia a los nombres de sus hijos. Con frecuencia esos nombres correspondían con los rasgos del carácter que el padre deseaba que formara su hijo (ver PR 352). Salomón también tuvo otro nombre, Jedidías (2 Sam. 12: 25), "amado de Jehová", pero era conocido comúnmente por el nombre de Salomón.
10. El edificará.
El hecho de que Dios hubiera informado a David que su hijo Salomón edificaría el templo, impresionó mucho a Salomón, como se ve por la referencia que hace él mismo a ese hecho en años posteriores (1 Rey. 5: 5; 2 Crón. 6: 8-10).
12. Te dé entendimiento.
El ferviente deseo y la oración de David eran que Salomón pudiera tener sabiduría. Este deseo paterno probablemente fue uno de los factores contribuyentes para que Salomón en su sueño, eligiera la sabiduría cuando se le dio la oportunidad de escoger cualquier cosa que deseara para sí (1 Rey. 3: 9-12).
13. Entonces serás prosperado.
La felicidad, la prosperidad y la paz provienen de la observancia de las leyes del Señor.
Cobra ánimo.
Cf. Deut. 31: 6; Jos. 1: 6, 7; Isa. 43: 1-5;. Jer. 1: 8; Juan 14: 27.
14. Cien mil.
Las cantidades que aquí se dan parecen extraordinariamente grandes. Variaba el peso de un talento, pero estaba en torno de unos 34 kg. Esto representaría unas 3.400 toneladas de oro y 34.000 toneladas de plata. Podría ser que términos tales como "cien mil" y "un millón" se emplearan para dar la idea de cifras que eran muy grandes, pero que no debía tomárselas necesariamente en forma literal (ver págs. 126, 127).
16. No hay cuenta.
Esta declaración indica que quizá las cifras del vers. 14 no sean absolutas.
Manos a la obra.
Es un buen consejo cuando hay una tarea que se debe hacer. David había encargado a Salomón la realización de su mayor anhelo, y ahora restaba que Salomón la iniciara cuanto antes.
17. Que ayudasen.
Aunque Salomón era poderoso, no lo era bastante para emprender solo la tarea de edificar el templo. Si había de edificarse la casa de Dios, eso requeriría la cooperación de los príncipes de Israel. Por eso David pidió la colaboración de los caudillos de todo el país, para que juntos pudieran trabajar a fin de lograr su meta común.
18. Con vosotros.
El país había sido conquistado, y los enemigos que se habían levantado contra Israel habían sido subyugados. Se habían cumplido las promesas de Dios para su pueblo. La presencia del Señor, que estaba con ellos, continuaría mientras le fueran fieles. ¿Por qué, entonces, no debían unirse entusiastamente en la edificación del templo como si esta empresa fuera de ellos mismos?
19. Buscar a Jehová.
Compárese con un consejo similar dado por otros profetas (Amós 5: 4, 6, 8; Sof. 2: 3). Se exhortó a Salomón a poner el alma en la ejecución de un plan. Como rey encontraría muchas tentaciones que tenderían a descarriarlo. Sólo había una senda segura, y era la de buscar al Señor de todo corazón. Una búsqueda tal tiene su recompensa: " "Me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón" " (Jer. 29: 13).
Levantaos y edificad.
Hay que dirigir palabras de ánimo similares a las congregaciones débiles y perplejas, que luchan esforzadamente sin tener una casa de culto adecuada. Es preciso edificar los santuarios del Señor, y la única forma de lograrlo consiste en que sus hijos se levanten y los edifiquen. Al transmitir su admonición a su hijo, David le impartió algo de su propio celo y espíritu. En más de una comunidad podría haber un monumento adecuado para la causa del Señor si tan sólo sus siervos se levantaran y edificaran.
CBA T3
Es decir, después de los sucesos descritos en el capítulo previo. El cap. 22 trata de los asuntos que no se hallan en otra parte, acerca de los preparativos de David para edificar el templo.
Aquí estará la casa.
Cuando Dios tan claramente manifestó su presencia y su aceptación de la ofrenda de David en el altar de la era de Ornán jebuseo (cap. 21: 26, 28), David dedujo que ése era el lugar donde debía erigirse el templo y donde el pueblo debía ir a ofrecer sacrificios y a rendir culto.
2. Los extranjeros.
Es decir, los residentes en Palestina que no eran israelitas. Estaban empleados en diversas clases de servicios forzados de los cuales estaban exceptuados los israelitas (ver 1 Rey. 9: 20-22; 2 Crón. 8: 7-9).
3. Hierro.
Este metal era conocido desde tiempos muy antiguos tanto en Mesopotamia como en Egipto (ver com. Gén. 4: 22), pero no se difundió su uso hasta aproximadamente el tiempo de David.
Bronce.
El bronce es una aleación de cobre y estaño. Su uso era muy común en el antiguo Cercano Oriente. Planchas de bronce, adornadas con escenas históricas, se emplearon para cubrir la puerta de un edificio de Salmanasar III, y Senaquerib afirma que las puertas de su palacio de Nínive estaban recubiertas de brillante bronce.
4. Madera de cedro.
Abundaba el cedro en los montes del Líbano, y era famoso por todo el Oriente. En 2 Crón. 2: 16 hay una descripción del método usado para transportar la madera del Líbano a Jerusalén.
5. Muchacho y de tierna edad.
Es decir, a Salomón le faltaba experiencia. En 1 Crón. 29: 1 se registra que David empleó otra vez la expresión refiriéndose a Salomón, y una expresión similar se aplica más tarde a Roboam, hijo de Salomón (2 Crón. 13: 7).
En todas las tierras.
El propósito de Dios era que Jerusalén fuera la capital y metrópoli del mundo (ver DTG 530). Desde esa ciudad rayos de luz debían salir para iluminar a todos los pueblos del orbe. Por inspiración divina el Señor reveló a David el plan del templo cuya fama llegaría a todas las naciones. Doquiera se oyera del templo, se debía oír de Dios, y desde todas partes se viajaría a Jerusalén para rendir culto y glorificar al Señor. El templo debía ser una edificación esplendoroso para representar adecuadamente al Señor de la gloria.
6. Le mandó que edificase.
Generalmente, se llama a este templo el templo de Salomón; pero, en el fondo, la idea de erigirlo fue de su padre. Fue David quien, mediante inspiración divina, recibió el modelo para edificar, inició la tarea, comenzó a reunir materiales y encargó a Salomón que construyera la casa. Lo que Salomón hizo más tarde fue tan sólo ejecutar las instrucciones que su padre le había transmitido.
7. En mi corazón tuve.
Cuando David envejeció y se dio cuenta que pronto moriría, habló así a su hijo (ver PP 812, 813). Con intenso fervor y solemnidad desplegó ante Salomón el plan que tanto amaba (ver 2 Sam. 7: 1-5).
8. Vino a mí.
Natán transmitió a David el mensaje del Señor que él no debía edificar el templo (2 Sam. 7: 4-17).
Has derramado mucha sangre.
El mensaje de Natán a David no da esta razón. Sin embargo, Natán aclaró que la tarea de David fue la de un soldado y que el Señor estaría con David en la ejecución de esa tarea (ver 2 Sam. 7: 9-11), con lo que implicaba que por esa razón no debería edificar el templo.
9. Te nacerá un hijo.
Salomón ya estaba casado y era padre antes de la muerte de David. Esto es claro pues Salomón reinó 40 años (1 Rey. 11: 42), y su hijo Roboam tenía 41 años cuando él comenzó a reinar (1 Rey. 14: 21). De modo que Salomón debe haber nacido mucho tiempo antes de la muerte de David, y si este mensaje llegó hasta David antes del nacimiento de Salomón, debe haber llegado cuando David no había ido mucho más allá de la mitad de su reinado de 40 años.
Su nombre.
El nombre "Salomón" probablemente significa "pacífico". Los padres hebreos atribuían mucha importancia a los nombres de sus hijos. Con frecuencia esos nombres correspondían con los rasgos del carácter que el padre deseaba que formara su hijo (ver PR 352). Salomón también tuvo otro nombre, Jedidías (2 Sam. 12: 25), "amado de Jehová", pero era conocido comúnmente por el nombre de Salomón.
10. El edificará.
El hecho de que Dios hubiera informado a David que su hijo Salomón edificaría el templo, impresionó mucho a Salomón, como se ve por la referencia que hace él mismo a ese hecho en años posteriores (1 Rey. 5: 5; 2 Crón. 6: 8-10).
12. Te dé entendimiento.
El ferviente deseo y la oración de David eran que Salomón pudiera tener sabiduría. Este deseo paterno probablemente fue uno de los factores contribuyentes para que Salomón en su sueño, eligiera la sabiduría cuando se le dio la oportunidad de escoger cualquier cosa que deseara para sí (1 Rey. 3: 9-12).
13. Entonces serás prosperado.
La felicidad, la prosperidad y la paz provienen de la observancia de las leyes del Señor.
Cobra ánimo.
Cf. Deut. 31: 6; Jos. 1: 6, 7; Isa. 43: 1-5;. Jer. 1: 8; Juan 14: 27.
14. Cien mil.
Las cantidades que aquí se dan parecen extraordinariamente grandes. Variaba el peso de un talento, pero estaba en torno de unos 34 kg. Esto representaría unas 3.400 toneladas de oro y 34.000 toneladas de plata. Podría ser que términos tales como "cien mil" y "un millón" se emplearan para dar la idea de cifras que eran muy grandes, pero que no debía tomárselas necesariamente en forma literal (ver págs. 126, 127).
16. No hay cuenta.
Esta declaración indica que quizá las cifras del vers. 14 no sean absolutas.
Manos a la obra.
Es un buen consejo cuando hay una tarea que se debe hacer. David había encargado a Salomón la realización de su mayor anhelo, y ahora restaba que Salomón la iniciara cuanto antes.
17. Que ayudasen.
Aunque Salomón era poderoso, no lo era bastante para emprender solo la tarea de edificar el templo. Si había de edificarse la casa de Dios, eso requeriría la cooperación de los príncipes de Israel. Por eso David pidió la colaboración de los caudillos de todo el país, para que juntos pudieran trabajar a fin de lograr su meta común.
18. Con vosotros.
El país había sido conquistado, y los enemigos que se habían levantado contra Israel habían sido subyugados. Se habían cumplido las promesas de Dios para su pueblo. La presencia del Señor, que estaba con ellos, continuaría mientras le fueran fieles. ¿Por qué, entonces, no debían unirse entusiastamente en la edificación del templo como si esta empresa fuera de ellos mismos?
19. Buscar a Jehová.
Compárese con un consejo similar dado por otros profetas (Amós 5: 4, 6, 8; Sof. 2: 3). Se exhortó a Salomón a poner el alma en la ejecución de un plan. Como rey encontraría muchas tentaciones que tenderían a descarriarlo. Sólo había una senda segura, y era la de buscar al Señor de todo corazón. Una búsqueda tal tiene su recompensa: " "Me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón" " (Jer. 29: 13).
Levantaos y edificad.
Hay que dirigir palabras de ánimo similares a las congregaciones débiles y perplejas, que luchan esforzadamente sin tener una casa de culto adecuada. Es preciso edificar los santuarios del Señor, y la única forma de lograrlo consiste en que sus hijos se levanten y los edifiquen. Al transmitir su admonición a su hijo, David le impartió algo de su propio celo y espíritu. En más de una comunidad podría haber un monumento adecuado para la causa del Señor si tan sólo sus siervos se levantaran y edificaran.
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